
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
 
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Hace ya algún tiempo, bastante tiempo diría yo,  comencé a sentirme inquieto con respecto a un tema, que lo compartimos luego  con el Apóstol Daniel Dardano; y  que coincidíamos en la manera de pensar  pero sin embargo todavía no teníamos todo el conocimiento de aquello que estaba  en nuestro espíritu. Sabíamos que el Señor nos quería llevar a algo, pero no  teníamos todo el conocimiento que necesitábamos de revelación de la Palabra  para poder descifrar eso que estaba naciendo en el Espíritu. 
  
Yo no me había propuesto descifrarlo todavía, no es algo que yo me propuse  hacer, simplemente ocurrió, que en esta semana conversamos con una hermana de  esta congregación y cuando estábamos conversando, yo simplemente comencé a  hablar y a ver una explicación y cuando comencé a hablar me di cuenta que el  Señor estaba hablando, me di cuenta que aquello que para mí todavía era una  incógnita, que era solamente una inquietud en mi espíritu ahora empezaba a ser  una verdad. Entonces lo que si hice después, es ponerme a investigar en la  Palabra y por eso digo que al investigar en la Palabra, para mí, esto no es  nada muy complicado pero sí es una verdad que tiene que llevarnos a otra  dimensión. 
Ustedes estarán percibiendo, creo yo, que últimamente el Señor nos está  hablando mucho de lo que significa vivir en la nueva vida que hemos recibido en  Cristo, de abandonar nuestro esfuerzo, caminar por el Espíritu Santo. Porque el  Espíritu Santo, siempre nos va hacer caminar en el poder de la vida  sobrenatural que hemos recibido. Por esto mismo creo, que esto que el Señor me  dio entendimiento y que yo voy a compartir con ustedes va a permitir una mayor  libertad y vivir en una libertad muy particular, que es la libertad del perdón.
El tema que siempre a mi me traía inquietud y creo que porque en la dimensión  apostólica y profética nosotros tenemos que ir creciendo en lo que Dios a  revelado a través de su palabra, no todo lo recibimos de golpe, no todo lo  recibimos así, en un instante. Pero si debemos reconocer que desde que  comenzamos con esta unción y autoridad de Dios, desde diciembre del 97, que  nació esta congregación el Señor nos ha llevado pasito a paso a comprender mas  y entender mayores cosas, reveladas y escondidas en la palabra que antes a  nosotros nos estaban veladas. No conocíamos, no entendíamos pero ahora con la  unción espiritual y con la autoridad de Dios esas cosas empiezan a ser  entendibles en el Espíritu entonces así seguirá ocurriendo. Usted tiene que  saber esto, nunca ninguno de nosotros puede decir ya lo se todo, lo conozco todo,  ya lo alcance, hasta aquí llegué y mas no puedo recibir, no mi hermano, no.  Porque si alguna vez decimos esto, estaremos cerrando las  puertas a la  acción del Espíritu y el Espíritu siempre nos querrá mostrar algo mayor y mejor  para nuestras vidas. Por eso digo que al entender esto para mi empieza, para mí  de manera personal, empieza a abrirse una cortina que hasta antes estaba  cerrada. 
Y ese tema es la sanidad interior.
Creo que la mayoría de nosotros hemos hablado muchas veces de sanidad interior.  Es más, aquellos que han hecho formando conquistadores saben que en un punto  determinado de formando conquistadores se explica, algunas cuestiones  particulares, con respeto a la sanidad interior. Y es más, todos saben que se  les ministra al final con respecto a la sanidad interior. Con lo que hoy voy a  explicar, no quiero decir, ni que se va a dejar de aplicar la sanidad interior  para la vida de nadie, ni que creemos que la sanidad interior ahora es pecado o  es del diablo. Lo dejo establecido desde el principio, porque no quiero que  nada de esto se confunda; nada más que el Señor me hizo dar cuenta que había un  secreto guardado, que tiene que ver con la sanidad interior, pero nosotros los  cristianos debemos comprender cual es este secreto. Porque muchas avanzamos y  aunque supuestamente, se hizo una sanidad interior sobre nuestra vida, hay cosa  que todavía siguen allí, como un poco latentes. Piense en esto, en que acción  de nuestra parte o de la vida de un ser humano, se resume la posibilidad de ser  sanos interiormente; que acción nosotros debemos hacer para ser sanos  interiormente de cualquier herida que cualquier persona nos haya hecho,  perdonar, están todos de acuerdo.
Para alguno, que diga no entiendo porque, le voy a poner un ejemplo: Si tu papá  o tu mamá, desde que eras pequeño o pequeña, te insultó, te rebajó o bien tuvo  acciones incorrectas, para contigo. Seguramente tú creciste y eso te quedó como  una marca, clavada en tu corazón. Por esas cosas tú te sentiste mal o herido.  De la única manera que pueda ser, que esa herida ya no tenga efecto sobre ti,  es que estés dispuesto o dispuesta a perdonar a tu papá o a tu mamá. Por eso el  perdón, es la única acción de nuestra parte, que resume el objetivo de la  sanidad interior. Yo quiero ser sano interiormente de cualquier herida  emocional y lo único que yo puedo hacer, lo único que puedo hacer, es perdonar.  Es más, la persona que me ofendió hasta puede estar muerta, ósea que ni que  vaya a la tumba y le empiece a hablar voy a lograr nada, no va poder hacer  nada. Es más muchas veces, las personas que nos han herido, aunque estén vivas,  están alejadas de nosotros o ya no tenemos contacto con esas personas; o es mas  pudimos haber sido heridos por personas que tuvieron contacto con nosotros por  circunstancias, como ser un trabajo en una empresa,  y un jefe nos hirió. 
Pero nunca más tuvimos contacto con ese jefe, porque ya no trabajamos allí, ya  no sabemos dónde vive y cuál es su teléfono y aunque lo consiguiéramos,  posiblemente hablaríamos con ese jefe, y ese jefe diría ¿Qué yo te hice que?,  que te herí emocionalmente, cuando, yo lo único que hice fue ser tu jefe y  corregirte y regañarte cuando hiciste las cosas mal, según mi entender. Vas a  lograr algo, no, por eso cuando tu puedes perdonar a esa persona, sin importar  si esa persona te pidió o no perdón,  tu entones puedes ser libre. Y  puedes empezar a recibir sanidad en el área de tus emociones, en el área de tu  alma, en el área de tu mente y aun en el área de tu voluntad. Porque siempre  las heridas son a nivel emocional y todo lo que tiene que ver con la emoción  pertenece al alma y el alma incluye también al pensamiento y de acuerdo a  nuestro pensamiento, es que tenemos una voluntad y decidimos y hacemos o no  hacemos.
Si definitivamente el perdón es lo que nos hace libres, pregunto entonces, si  alguna vez ya hemos perdonado y dijimos yo perdono a mi abuelito, porque cuando  yo era chiquito mi abuelito decía que yo era el mas feito de sus nietos, vamos  a poner un ejemplo, entonces cada vez que mi abuelito me veía decía a la verdad  mijito, tu eres el mas feito de todos los nietos que tengo, pongo un ejemplo  sencillo. Quiero decir aun, que hay mucha gente herida y lastimada por este  tipo de cosas, aunque parezca una tontería. Hay mucha gente que dice yo nunca  tuve un abuelo que me quiso, porque mi abuelo lo único que hacía era recordarme  que yo era el más feo de tos sus nietos, nunca ese abuelo me quiso. Entonces un  día, alguien te ministro, alguien te explicó, alguien te enseñó y tu dijiste  con tu boca el día de hoy a partir de este momento Señor yo perdono, a mi  abuelito Filomeno, por sus ofensas cuando yo era pequeño, y repetir vez tras  vez que yo era el más feo de todos sus nietos. A partir de hoy lo perdono, y  esto ya no me va a importar más. 
¿Por qué después de haber perdonado muchas veces viene el recuerdo de las  palabras de tu abuelito y te sigues sintiendo mal? ¿Alguna vez lo pensaste?  Porque tú perdonaste y cuando perdonaste, no es que fuiste hipócrita, lo  hiciste sinceramente. Tú querías ser libre y querías dejar libre también a tu  abuelito de este asunto y con sinceridad tu dijiste yo perdono a mi abuelo.  Porque cuando vuelve el recuerdo sigue habiendo dolor ¿Sabes por que? Porque  así como recibiste la herida en lo emocional, el perdón que estás dando,  también parte de lo emocional. Y el perdón al cual Dios nos quiere llevar, es  al perdón que nace de lo espiritual, porque es el perdón que tiene que ver con  el mismo perdón de Dios. Por eso, es como si yo te dijera perdonaste pero no  perdonaste, porque si lo que yo digo que perdone, todavía hoy me lastima,  quiere decir que no lo pude olvidar. Y una de las características que tiene el  verdadero perdón ¿sabes cuál es? Olvidar.
Yo siempre digo algunas personas se lo he dicho alguna vez yo tengo en este  dedo una cicatriz. En un tiempo de mi vida con una persona, a quien he amado  mucho, que alguno de ustedes lo conocieron, Norberto teníamos una empresa. Una fábrica  de ropa, fabricábamos ropa playeras, pants y ese tipo de cosas sudaderas. Y  teníamos una máquina, que le dicen máquina circular, para cortar tela. Es una  máquina eléctrica, que tiene un círculo muy afilado, que va a gran velocidad  que le permite a uno poner muchas telas, una arriba de la otra, y no cortar de  a una, con tijera, para ganar tiempo. Entonces uno puede poner diez o doce  telas, una arriba de la otra, y ya habiendo puesto el molde sobre la que esta  mas arriba uno sigue la marca, que hizo del molde, con la máquina. Resulta que  un día, yo ya estaba acostumbrado a usar la máquina y en la mesa que teníamos  de corte, termine de hacer un corte, y deje la máquina del otro lado de la tela  y tome los dos pedazos de tela que había cortado para separarlos y acomodar una  de los pedazos para hacer los nuevos cortes; pero no me di cuente que al  acomodar la tela, estiré la tela de tal manera, que este dedo siguió de largo y  esa máquina que la deje funcionando me corto el dedo. Y en el instante que  sentí el ruidito mi dedo empezó a sangrar y a sangrar tuve que ir a una clínica  de ahí cerquita, y me cocieron por eso tengo unas marquitas, se ve donde me  cocieron. Yo tengo aquí mi herida, mi dedo, este dedo mío, no está igual que éste,  están diferentes. Este dedo quedo marcado, salvo que Dios quiera sanarme de tal  manera que alguna vez me quite la marca. 
En realidad a mí la marca ya no me importa, es más, yo toco el teclado siempre,  este dedo nunca vuelve a sangrar porque yo este tocando el teclado. Un día tuve  la herida, sentí el dolor del corte, también sentí el dolor de la aguja,  cociendo los dos pedazos de carne que estaban separados, pero llegó un momento  que mi dedo se uñó y ya nunca más me volvió ni a doler, ni a sangrar. Yo puedo  ver mi marca, puedo dar fe que un día me corte, con una maquina, pero este dedo  no está siendo para mí un impedimento, en el cual yo no pueda desarrollarme. 
Lo mismo tiene que ocurrir con el perdón, si nosotros brindamos perdón aunque  recordáramos las palabras, la ofensa, la herida o lo que fuera. Nunca más yo  tengo porque sentir dolor, por eso mismo, eso es verdadero perdón.
Por eso, teniendo en cuenta esto, es que yo quiero establecer la base de la  palabra, para que podamos entender. Primero vamos a ir a Mateo 6, lo que vamos  a leer es parte muy conocida, archí conocida. Si hay alguna persona aquí que  nunca a leído la Biblia, también va a conocer esto que vamos a leer, porque es  parte del padre nuestro. Dios tiene esos secretos, usted tiene que saber que  Dios tiene algunos secretos ¿Sabe por qué?, porque los católicos uno de los  problemas que dicen tener o que tienen, aunque no lo digan, es que no conocen  la palabra, no conocen la Biblia; nunca la leen pero el padre nuestro lo  repiten ¿sí o no?. Dios lo hizo a propósito, para que nunca le digamos, no es  que yo no sabía. Ahí tienes la base, el principio, el fundamento, en el padre  nuestro, que siempre repetimos, para vivir de acuerdo a la voluntad de Dios.  Por eso, dentro del padre nuestro en el versículo 12 del capítulo 6 dice así,  todos los religiosos, le pudimos haber dicho a Dios de esta manera:
“Y perdónanos nuestras deudas, 
como también nosotros perdonamos a nuestros deudores.”
Mateo 6:12
Este padre nuestro, este versículo, establece una verdad “Señor perdónanos a  nosotros nuestras deudas para contigo”. Pero le falta la base a esa  declaración. Nadie que haya repetido el padre nuestro, alguna vez, se olvido de  decir como nosotros perdonamos a nuestros deudores.  Si yo solo le digo al  Señor, Señor perdóname mi deuda para contigo y me olvido de decirle, como yo  perdono la deuda de los demás hacia mí. Dios dice no escuche, esa frase no la  escuche, no, como no escuchaste Señor, si te estoy diciendo perdóname a mí por  mis deudas. Sigo sin escuchar ¿Pero como Señor no me escuchas? si estoy  pidiéndote que me perdones. Tú eres un Dios que perdona, por favor Señor  perdóname mis ofensas ante ti, sigo sin escuchar, dice el Señor. Porque no voy  a poder escucharte, hasta  que tú me digas y me asegures, que yo te debo  perdonar a ti, como tú has perdonado a los que tienen alguna deuda, para  contigo. La base para que yo pueda pedirle perdón a Dios dentro de mi vida  cristiana, no estoy hablando aquí de pedir perdón para salvación, del día que  conocimos del evangelio y del plan de salvación de Dios, del gran amor  de   Dios, del sacrificio de Cristo y que Él nos iba a dar una nueva  vida. No estamos hablando aquí, de aquellos que ya conocemos al Señor, a los  cuales el Señor les estaba enseñando como orar. Ustedes van a orar de esta  manera, van a saber orar con sabiduría, no pasarse tres horas orando cuando de  las tres oras lo único que valió para Dios fueron cinco minutos, posiblemente,  porque el resto de los minutos no sirvió porque eran fuera de la voluntad de  Dios. Más vale oren así, específico corto y a lo que vamos, directos con Dios.  Perdónanos nuestras deudas, como nosotros, perdonamos a nuestros deudores. El versículo  14, después que termina el padre nuestro, Jesús dice esto y es notable, antes  de leerlo, que haya terminado el padre nuestro y que  Jesús , sin que nadie le pregunte ni le diga nada, Él no se detuvo en su  explicación, Él siguió un poquito más y lo único que hizo fue refrescar una  sola de las verdades del padre nuestro, una sola. Dice:
“Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará 
también a vosotros vuestros Padre celestial; mas sino perdonáis 
a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará 
vuestras ofensas.”
Mateo 6:14-15
¿Verdad, que no hay que ser demasiado inteligente para entender lo que dijo  Jesús, no hay que ser muy astuto, muy estudioso, tener un titulo? No, es simple  lo que dice Jesús. Porque sino perdona usted a los hombres sus ofensas, el  Padre no le puede perdonar a ustedes sus ofensas, pero si ustedes perdonan a  los hombres sus ofensas, el Padre los va a perdonar a ustedes. Es como muchas  veces hemos hecho con nuestros hijos, los que tenemos más de un hijo, viene el  hijo y nos dice, papá es que yo quisiera tal o cual cosa, si pero tú ya te  arreglaste con tu hermano, porque hace media hora le pegaste, ¿no?.  Ya le  pediste perdón, no es que yo le pegué, porque se lo merecía mi hermano, porque  me estaba molestando y porque. Está bien hijo, tú no le pidas perdón a tu  hermano pero tampoco vas a tener lo que me estas pidiendo, pero papá ¿Por qué?  si yo... No, tú arregla primero la cosa con tu hermano, pídele perdón por  haberle pegado y luego vamos a analizar lo que tú me estas pidiendo. ¿Hacemos o  no hacemos así con nuestros hijos, de la misma manera hace Dios con nosotros? 
Pero nosotros que pensamos, que Dios es tan bueno, es compasivo, todo amor,  lleno de misericordia.  Entonces yo voy y le digo papá, le pongo carita  así triste, papá perdóname por mis pecados y yo creo que Dios me va a decir, si  hijito lindo, si por eso di a Jesús. Que Dios es bueno, no hay ninguna duda, en  esencia es bueno. Pero precisamente porque es bueno, Él no puede transgredir su  misma esencia, porque no solo es bueno, es justo. Así como nosotros queremos  ser justos con nuestros hijos, cuando están haciendo una injusticia, entre  ellos como hermanos. Entonces Dios dice, tú tienes que perdonar para que  puedas pedir perdón y se te perdone. Claro el día que llegamos a  conocer al señor, por primera vez, y es la primera vez que le pedimos perdón a  Dios por todos nuestro pecados, por vivir alejado de Él, por estar fuera de su  voluntad, por no someternos a su plan para nuestra vida, cuando reconocemos que  somos pecadores, cuando reconocemos la obra de Cristo en la cruz. Obviamente  que el Señor dice, las puertas están abiertas, tu me pides perdón, hasta ahora  tu eras inconciente de todo lo que habías hecho y estabas dominado por tu  naturaleza de pecado. Pero ahora me pides perdón, te perdono, ahora eres mi  hijo, pero ahora como hijo hay reglas en casa. 
Yo puedo ir a cualquier lugar y decir quiero adoptar a un hijo, todo muy bien,  lleno los papeles, pido al hijo que quiero, se hace los tramites. Y algún día  me llamaran para decirme señor, aquí esta el hijo que usted pidió. Usted tiene  la posibilidad hoy, de adoptar ese hijo que quería. Pero una vez que llevo a  ese niño o a esa niña a mi casa, no solamente le puedo demostrar cuanto lo voy  a amar, va a ser necesario que yo le diga, bueno ahora yo voy a ser tu papá y  ahora esta mujer, llamada mi esposa, va a ser tu mamá y estos otro niños que  ves aquí van a ser tus hermanos y vamos a hacer las cosas correctamente dentro  de la casa, porque nosotros nos conducimos de una manera. 
La puerta, Dios nos la abrió cuando no lo conocíamos, porque éramos ignorantes  de la voluntad de Dios. Pero ahora que le conocemos, el perdón, para Dios toma  una dimensión completamente más grande. 
Ahora bien, vamos a ir a Jeremías para entender cuál es la clase de perdón, de  la cual Dios Habla. Porque existe esta barrera entre el perdón que nosotros  brindamos a alguien y el perdón que Dios nos puede brindar a nosotros. Porque  primero necesitamos entender, cual es la clase de perdón que Dios da. Jeremías  el capítulo 31 y el versículo 34 nos da una muy buena pista, en cuanto a  entender, cual es la clase de perdón que Dios da. Jeremías 31:34. Quiero  aclarar, que aunque leemos solo el 34, el contexto es la profecía, que da el  profeta Jeremías, con respecto al nuevo pacto. O sea que estamos hablando de  algo que nos corresponde a nosotros hoy, que hemos recibido el nuevo pacto. No  estamos hablando de algo que era una palabra de Dios a su pueblo Israel.  Estamos hablando de algo que Dios iba a hacer para con toda persona sobre la  faz de la tierra, cuando estableciera Dios el nuevo pacto a través de la obra  de Cristo. Entonces dice el 34 de esta manera:
“Y no enseñará más ninguno a su prójimo, ni  ninguno a su hermano, 
diciendo: Conoce a Jehová; porque todos me conocerán, 
desde el más pequeño de ellos hasta el más grande, dice Jehová; 
porque perdonaré la maldad de ellos, y no me acordaré más de su pecado”.
Jeremías 31:34
Cuando Dios habla de perdón, el perdón que Dios nos da, es un perdón que  hace nuevas todas las cosas. Cuando Dios nos perdona, Él nos promete,  está escrito en la palabra para que a nadie se nos olvide; Él nos promete que  no solo nos va a perdonar de nuestra maldad, nunca más se va a acordar de  nuestro pecado. Por eso el profeta Miqueas hace una referencia, en cuanto al  lugar, en donde Dios esconde y sepulta los pecados. Alguien se acuerda donde,  en lo profundo de la mar. Porque es bien sabido, aun el día de hoy, que hay  ciertas profundidades del mar que todavía el ser humano no ha podido conocer y  no ha podido llegar y nunca va llegar sabe por que; porque hay están sepultados  todos nuestros pecados. Más vale que no llegue no va a salir nunca, se va a  enredar ahí abajo y no va a salir jamás. 
En esas profundidades Dios, sepulto tus pecados y mis pecados. Dios dice, los  metí en lo profundo del mar y nunca más me voy a acordar de tus pecados. Le  pregunto, piense cuando usted no conocía al Señor todavía, piense en la etapa  más difícil de su vida, sin Cristo, piense, de esa etapa más difícil, el error  y el pecado más grande que cometió. Piénselo por un momento, yo sé que no es  muy agradable pensar en esto, pero piénselo un momento, total el Señor no se  acuerda, acordémonos nosotros un poquito, pero Él no. 
Piénselo por un momento, lo peor que hizo, en el peor momento de su  mundanalidad y su pecado, ya lo tiene. Le estoy pidiendo hacer un ejercicio, de  enserio no estoy jugando, ya lo tiene, ya se acuerda; ya se acuerdan chicos,  los más jóvenes, el peor momento de su vida uno de los pecados más grandes y más  feos. Cuando usted el día, glorioso y milagroso, que usted conoció a Jesucristo  y le entrego su vida. Cuando usted le estaba diciendo, Señor perdóname mis  pecados, usted le estaba pidiendo perdón por ese pecados en particular ¿Sí o no?  si. A usted le importaba, que ese pecado en particular, fuera saldado, porque  usted se equivocó pero a lo grande. 
Hoy a la mañana usted, si oro a Dios, o ayer a la noche, la última vez que haya  orado, hace un mes, la última vez que usted oró. Usted le volvió, a pedir  perdón al Señor, por ese mismo pecado, no. ¿Por qué no lo hizo?, porque usted  sabe que Dios lo Perdonó ¿no? Dios no se lo recuerda ¿no?. Es más, cuando  alguna vez usted, se volvió a sentir culpable, por algunos de esos pecados y  fue a alguien de autoridad, de liderazgo y le dijo, sabes hermano tengo un  problema. Yo le pedí perdón al Señor por esto y por lo otro, paso por el  consultorio digamos, yo le pedí perdón yo se, pero tengo una carga pesada no me  la puedo quitar. Tengo este problema, este otro, me vuelve al la mente aquello  que yo hice. Yo sé que el Señor perdona, pero me siento mal. Estoy casi seguro,  espero no quedar mal, estoy casi seguro que la respuesta, de cualquier líder a  sido, ese es el diablo que viene a culparte de aquello que Dios ya te perdonó,  ¿sí o no?. Porque el único que puede condenar y desea hacerlo es el diablo. Es  el que viene a decirte, pero no te olvides que cuando eras adolescente, que  cuando eras jovencito, no te olvides de que antes de conocer al Señor y así nos  tiene. 
Nos pudre la vida, intentando hacernos culpables de algo, que Dios ya nos hizo  libres. Si ésta es la clase de perdón que Dios da cuando Dios habla de perdón,  ¿Él se estará refiriendo a otro tipo de perdón; con respecto al perdón que  nosotros debemos dar a alguien que nos ofende? No. 
¿Usted cree que Dios tiene dos tipos de perdones? No, hay uno solo. Por eso, lo  primero que debemos establecer como base, es que cuando Dios nos dice tú debes  perdonar para que yo te pueda perdonar. Es que Él indirectamente me está  diciendo, de la misma manera de que yo te perdoné y nunca más me  acordé de tus pecados,  así tú tienes que perdonar a quien te ofendió o a  quien te ofenda. Es más, es tan importante para Dios que un día Pedro le dijo a  Jesús, ¿Señor, hasta cuantas veces tendré que perdonar?; primero la pregunta  del mismo Pedro fue, ¿Hasta cuantas?, hasta siete. 
Primero Pedro le dijo ¿Cuántas veces?, ¿Hasta 7 Señor?, y Jesús le dijo no, no  te digo que hasta siete, te digo que hasta setenta veces siete. Y en otro  pasaje, paralelo, dice si siete veces por día viene alguien y te ofende y luego  te dice perdóname me arrepiento de haberte ofendido, las siete veces tu lo  tienes que perdonar, todos los días. ¿Se pone difícil, no? porque uno en la  segunda dice si yo te perdono, pero la próxima tengo el sartén acá y ni ganas  te van a quedar de pedirme perdón. Pero Dios dice, la misma clase de perdón que  yo te he dado, es la misma clase de perdón que tú tienes que dar, para con  aquellos que te ofenden. Nunca más me acordare de tus pecados, por lo tanto  nunca más tú puedes volver a recordar la herida o la ofensa que te hicieron. 
Efesios 4, vamos a leer dos versículos seguidos, en dos cartas del apóstol  Pablo diferentes. Efesios 4:32 dice:
“Antes sed  benignos unos con otros, misericordiosos, 
perdonándoos unos a otros, como Dios también 
os perdonó a vosotros en Cristo”.
Efesios 4:32
“Soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos a otros 
si alguno tuviera queja contra otro. De la manera que Cristo 
os perdonó, así también hacedlo vosotros”.
Colosenses 3:13
Pablo, entendiendo la clase de perdón de Dios, él establece un fundamento para  el perdón. Ustedes perdónense unos a otros, de la misma manera, que el Padre  los perdonó en Cristo o que Cristo mismo los perdonó. Si él o ellos lo  hicieron, ustedes tienen que partir de esa clase de perdón para poder  experimentar, lo que se siente perdonar de veras. Por eso, hablar de perdón, no  es hablar de la frase que sale de nuestra boca. Yo perdono a fulanito de tal  por lo que me hizo, no. Eso tiene que ser el resultado, de una comprensión  mayor y de una seguridad interna de que yo me siento perdonado por Dios y con  la misma clase de perdón yo estoy dispuesto a perdonar. Porque sino esa frase,  perdono a fulanito de tal, se queda solo en palabras. Vamos a seguir vayan por  favor a 2° corintios 5 desde el versículo 14, dice:
“Porque el amor de Cristo nos constriñe, 
(o nos obliga dice en la nueva versión internacional 
o bien podría decirse nos aprieta sujetadamente) 
pensando esto: que si uno murió por todos, luego todos murieron;
y por todos murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, 
sino para aquel que murió y resucitó por ellos”.
2° corintios 5:14-15
Nos vamos a detener, pero deje su Biblia, abierta porque tenemos que leer más  versículos. Cuando está hablando aquí Pablo, de los que viven, ¿De quienes está  hablando?  ¿Usted que piensa? de los salvos, muy bien ¿Por qué de los  salvos?, porque aquellas personas que todavía no han reconocido a Jesucristo  como Señor y salvador y todavía no le han entregado su vida están muertos, dice  la Biblia, en sus delitos y pecados. Espiritualmente están muertos, aunque  sigan caminando. Los que viven aquí es aquellos que primeramente pasaron por la  experiencia de la cruz, no solo por reconocer que Cristo murió, sino porque  ellos mismo se saben muertos, en esa misma cruz. Por eso Pablo dice, el amor de  Cristo nos obliga, pensando de esta manera si uno que Jesús murió por todos,  luego todos murieron. Lo que Pablo dice es, cuando Jesús murió, la humanidad  entera estaba muriendo con Jesús. Esa muerte espiritual, a causa de los  pecados, estaba siendo a su vez, clavada en la cruz, para que ya no tenga  efecto sobre aquellos, y ahora sí, que creyeran en Cristo y le entregaran su  vida. Por eso, como esta obra de Jesús fue por toda la humanidad. Cuando Él  murió, todos murieron y los que ahora vivimos, porque le hemos entregado  nuestra vida al Señor y hemos muerto en esa área de nuestro ser, llamada pecado  o naturaleza de pecado, ahora sabemos que vivimos, porque la vida de Cristo ha  venido a nosotros. Pero hay una particularidad, Él murió por todos para que  nosotros que vivimos ya no vivamos ¿Para quienes? para nosotros, ¿Sino para quién?  para Cristo, porque dice para aquel que murió y resucitó por ellos. 
Ahora se va a poner un poquito más denso, lo que le voy a explicar, pero sígame  por favor. Cuando nosotros hemos recibido una herida, de cualquier tipo, una  ofensa de cualquier tipo, ¿Qué es lo que quedo marcado de nuestro ser? ¿Qué  área de nuestro ser quedo marcada por la ofensa?, el alma. No importa que tipo  de ofensa, la ofensa pudo haber sido física, hay niños que son violados, cuando  son niños, la ofensa fue física. Violado sexualmente, me estoy refiriendo, la  ofensa fue física; ¿Pero cuando esos niños son adultos, tiene algún problema en  su físico?, no. Cargan con la culpa, porque su alma se siente indigna por esa  ofensa. Lo que queda marcado por una ofensa es nuestra alma, pero ahora les va,  cuando Jesús estaba muriendo aun nuestra alma con todos sus sentimientos estaba  quedando clavada en la cruz. 
Porque lo que ahora recibíamos, a partir de la resurrección de Cristo, era la  misma vida de Cristo victoriosa, poderosa y resucitada que venía a morar dentro  de nosotros. Para que ahora, los que vivimos por nacer de nuevo no vivamos para  nosotros, porque la vida de Cristo esta hay. Vivir para nosotros, cuando la  vida de Cristo está adentro, es el mayor de los egoísmos de un ser humano. Cuando  la vida de Cristo esta acá, yo ya no puedo vivir para mí, ahora tengo  que vivir para aquel que murió y resucitó, por mi.  
Pero, ¿Por qué vivo ahora?, ¿Por qué tengo vida?, alguien que me responda. ¿Por  qué tenemos vida?, por Cristo. ¿Por qué por Cristo tenemos vida?, ¿Qué nos  dio?, su misma vida. Si él no nos hubiera dado, esa vida, seguiríamos muerto mi  hermano, cantando, alabando, adorando, leyendo la Biblia y orando, muertos acá  dentro, muertos. Ahora vivimos, porque la vida de Cristo esta en nosotros. 
Para ser verdaderamente libres, dando el perdón que Dios nos a dado, lo que  debo entender, es que todo lo que yo era, quedo clavado en la cruz. Ahora si  alguien quiere ofenderme, no me ofende a mí, ofende la vida que tengo dentro,  la misma vida de Cristo. Le pregunto, ¿Cristo es ofendidizo?, ¿Cristo le da  vuelta la cara a alguien, porque lo miró mal y no lo saludo al final de la  reunión?, no. Él sigue amando incondicionalmente, ¿Sí o no? Ese Cristo está  dentro tuyo y está dentro mío. Cuando yo recibí la nueva vida de Cristo ahora  lo único que requiero es ser gobernado por el Espíritu Santo.  Cuando soy gobernado por el Espíritu Santo la cosa funciona de esta manera. El  Espíritu Santo gobierna mi espíritu humano, que volvió a la vida por la vida de  Cristo, mi espíritu humano, que volvió a la vida y conoce la comunión con Dios,  es quien debe gobernar mi alma y el área de mis sentimiento,  mis  emociones y por ende también ser dominado mi cuerpo. 
Por eso tampoco, cuando vivimos gobernados por el Espíritu, ya no se nos antoja  pecar. Ya no que queremos pecar nos, nos gusta el pecado porque el pecado va en  contra de nuestra naturaleza. Y usted me dirá, ¿Cómo en contra de nuestra  naturaleza, si la Biblia dice que tenemos naturaleza de pecado? Sí,  pero yo no estoy hablando de ésa, porque ésa  quedo crucificada, nosotros ahora tenemos la naturaleza de Cristo, la  naturaleza divina. Entonces pecar va en contra de nuestra naturaleza, ahora la  verdadera naturaleza que tenemos es la de Cristo en nosotros. 
Es más, escúcheme muy bien, ¿La vida de que Jesús o de que Cristo hemos  recibido?, esto es algo más que el Señor me mostró en esta semana. ¿Qué vida,  de que Cristo recibimos?, del resucitado, ¿Alguno de nosotros recibió la vida  del Jesús terrenal antes de morir?, no. Por eso la Biblia nos asegura que  estamos sentados en los lugares celestiales. Por eso Jesús, después de  resucitar, se le apareció a los que estaban reunidos y, ¿qué hizo? Espíritu  Santo. Pero no estaban recibiendo el bautismo con el Espíritu Santo, porque ninguno de ellos hablaba en lenguas  en ese momento, ninguno magnificó a Dios en ese momento, estaban recibiendo la  vida de Cristo porque Él había resucitado. Hasta que fue a la tumba Él no podía  dar ninguna clase de vida, aun habiendo muerto, Él tampoco podía dar vida,  necesitaba resucitar. 
Entonces, ¿La vida de que Cristo hemos recibido?, la del Cristo resucitado. El  Cristo resucitado ¿Venció a la muerte?, ¿Venció al pecado?. Ni siquiera Dios te  ha dado la vida del Jesús terrenal porque el Jesús terrenal, tuvo que padecer,  por tu pecado y mi pecado. La vida que Dios te dio es la del Cristo  resucitado, glorificado que ahora no se duele más por el pecado, ni por  la ofensa, ni si quiera tú tienes la posibilidad de quedarte herido. Porque  recibiste la vida de un Cristo, que todo lo perdonó cuando resucitó, y que miró  con libertad a la humanidad porque ya la había rescatado. Si hubiéramos  recibido la vida del Jesús terrenal, podríamos tener derecho a ofendernos,  porque Jesús podría decir ¿A mí, cuánto me lastimaron por culpa de todos  ustedes?, ¿Cuánto me hicieron?, ¿Cuánto me insultaron?, ¿Cuánto me injuriaron? 
Jesús, ese Jesús terrenal, nos podría decir, ¿tú sabes cómo me dolieron los  latigazos?, ¿tú sabes que feo fue tener una corona de espinas clavada en la  cabeza? ¿Tú sabes cómo me sentí cuando me estaban clavando las manos y los  pies? 
Tendríamos derecho a ofendernos, pero esa vida no es la vida que Dios nos  heredó. Nos heredó la vida del Cristo resucitado, que había vencido y que  solamente quería derramar su amor, su victoria y su poder sobre todo aquel que  creyera en Él. Por eso, no es legal que yo siga estando ofendido por nada.  Porque mi vieja vida quedó ahora crucificada y yo ahora tengo una nueva vida.  Sigo leyendo, vamos a leer 16:
“De manera que nosotros de aquí en adelante 
no conocemos a nadie según la carne; y aun si a Cristo 
conocimos según la carne, ya no lo conocemos así”.
2° corintios 5:16
Fíjese bien lo que está diciendo Pablo, de manera que ahora que vivimos por y  para Cristo; a nadie conocemos según la carne, a todos los conocemos según el  Espíritu. Entonces yo no puedo decir, es que mi papá fue un tirano conmigo;  porque no es la misma opinión que Dios tiene de tu papá. ¿Estoy siendo claro?,  necesito que esto sea claro, para todos.  Porque no estoy queriendo dar un  mensaje más, estoy queriendo que podamos ser libres y que el poder de la  palabra pueda cortar cualquier soga que nos mantenga atados. La ofensa que me  hicieron pudo haber sido muy grande, muy dolorosa, muy triste, sí está bien. 
Aún si nosotros no corriéramos estos riesgos, Pablo no hubiera dicho,  perdónense unos a otros de la manera que Dios los perdonó, le estaba hablando a  los cristianos y a las iglesias. Quiere decir mi hermano, que tú me puedes amar  mucho y yo a ti, pero posiblemente yo cuando baje, te diga algo que no te  agrado, y te ofendí y ni cuenta me di. Y tú que vas a decir, ahora conocí el  lado oscuro del pastor, no. Es que yo también me puedo equivocar, yo también  puedo salirme por un ratito del gobierno del Espíritu Santo y estar cansado,  hastiado, podrido, diríamos los argentinos. Y ya no aguante y justo me viniste  a saludar, en el momento que yo había llegado al tope, me viniste a saludar y  en ese momento me la agarré contigo. Estoy siendo real, porque esto es la vida  de la Iglesia. Por lo tanto, ni tú ni yo podemos mirar a nadie, empezando por  la misma Iglesia y siguiendo por cualquiera; yo no puedo ver a nadie de acuerdo  a los ojos de la carne, porque la carne esta crucificada. 
Yo ahora tengo que ver a la gente de acuerdo a los ojos del Espíritu. Por eso  Pablo dice, ahora que sé que estoy muerto con Cristo, en mi naturaleza, en mi  alma, en mis sentimientos, estoy muerto; pero ahora vivo espiritualmente por  Cristo, por su vida y para Él. Yo ahora no conozco a nadie según la carne. Dice  más, aun si a Cristo conocí según la carne, ya no lo conozco así. ¡Sabes por  qué?, porque aun yo a Cristo lo puedo juzgar según la carne. Yo puedo tomar un  pasaje de la escritura y decir no estoy de acuerdo con esto que dice, a mí se  me hace que así no puede ser, como la Biblia. Dice, es muy fuerte, muy  categórico, demasiado imponente. Con esto yo no estoy de acuerdo, que la Biblia  dice. Estas conociendo a Cristo según la carne, porque a tu carne no le gusta  lo que la palabra dice. Pero la palabra es verdad, la mires al derecho al  revés, la leas como quieras. La palabra es verdad, ni tú ni yo la podemos  cambiar de acuerdo a nuestra visión. Por eso cuando nosotros seguimos  arrastrando heridas de nuestro pasado, es que no hemos declarado, que nuestra  vieja naturaleza está muerta con Cristo. Y seguimos siendo personas ofendidizas,  me sigue lastimando, me duele, me acuerdo de lo que me hicieron y es un  profundo dolor. Y a veces, es tanto el dolor que queremos contagiar a los  demás, con nuestro dolor. Lo narramos, de tal manera, que el otro ya siente lo  mismo que yo siento, porque el dolor es tan fuerte y tan intenso. El perdón de  Dios es el que dice, yo perdono y nunca más me acuerdo de esas faltas, aunque  me vuelvas a hacer la misma falta, aunque me vuelvas a ofender de la misma  manera, yo nunca más voy a tenerla en cuenta.
Dice el versículo 17: De modo que si alguno está... 
¿En quién?. Esto mi hermano ya no lo repita de memoria, porque este versículo  lo sabemos de memoria, pero no lo repita de memoria. Piénselo por un momento,  permítale al Espíritu Santo, que le muestre el secreto de este versículo y esta  frase. Si alguno está en Cristo, en la nueva vida victoriosa y  sobre natural que hemos recibido de Él. No si alguno está en sus sentimientos,  en sus pensamientos, en sus emociones, en su vieja naturaleza; porque así nada  va a ocurrir. Si alguno está en Cristo, viviendo por esa vida y no por la vida  natural. Esto es bueno también para aquellos que sepan, que están medios  flojitos en su relación con el Señor, que las cosas están más o menos. Sabes  que te digo, es tiempo de ponerte a cuenta con Dios. No importa la  circunstancia, no importa los motivos, Dios te puede llegar a comprender los  motivos. 
Pero Él ya tiene una verdad que sobrepasa a todos tus motivos. ¿Quieres que te  vaya bien?, tienes que estar en Cristo, no es hermano cumplir, no es un  ministerio. La vida de Cristo, es mucho más que eso, no es tu mejor sonrisa, no  es un abrazo amoroso, es la vida de Cristo fluyendo a través tuyo. Si tu estás  viviendo por esa vida y estás en Cristo, yo te puedo asegurar ninguno de tus  días, puede ser común, todos tus días van a tener una particularidad, departe  de Dios para ti. Si tu estás viviendo una vida rutinaria, que no pasa nada,  posiblemente no estás viviendo en Cristo. Estás viviendo en tu manera de  pensar, estás desarrollando la vida como más o menos crees que tiene que ser,  pero has dejado al gobierno del Espíritu Santo a un costado. Tienes que  permitir que el Espíritu te gobierne por entero, porque si el  Espíritu no te gobierna, la vida de Cristo no sale a luz. Y si la vida de  Cristo no sale a luz, muchas cosas el diablo permitirá, hasta que alcance  destruir. 
Sólo si estamos en Cristo somos invencibles, y no estoy exagerando. 
Cuando estamos en Cristo, el diablo dice, yo no puedo hacer nada, no lo puedo  tocar, no puedo; llegar las flechas siempre van a ir para otro lado, aunque yo  tenga buena puntería, dice el diablo, porque está en Cristo y con Cristo yo no  puedo porque ya me venció. Pero tropiezo una vez, tropiezo dos veces, mil,  cuarenta millones, es porque no estoy en Cristo.
Fíjate qué pasa cuando estamos en Cristo, si alguno está en Cristo, ¿Qué dice?,  nueva criatura es, ¿Está en pasado o presente? Este versículo no se aplica al  día en que conociste a Jesucristo como salvador. Este versículo se aplica a  todos tus días, si hoy yo estoy en Cristo hoy soy una nueva criatura, porque la  vida de Cristo esta activando en mí. Tú mañana levántate y decide vivir tu día,  por tus impulsos, por tus pensamientos, entonces no vas a ser una nueva  criatura, vas a ser las mismas cosas que hacen los de afuera, se van a volver a  repetir en ti. Porque el único secreto es estar en Cristo, si estoy en Cristo  todos los días soy nueva criatura. Y ¿Qué dice después? ¿Las cosas viejas? ¿He  aquí todas son hechas? 
Te pregunto ¿Las cosas viejas que pasaron, incluye la ofensa de tu papá y tu  mamá? ¿Incluye la herida de tu esposo y de tu esposa? Las cosas viejas, si  alguien me ofendió ayer, el día de ayer sábado, es parte de mi pasado. Hoy yo  estoy en Cristo y soy una nueva criatura, hoy, aun el día de ayer sábado, para  mi paso y para Dios también. Las cosas viejas pasaron, todas son hechas ¿Qué? Nuevas. 
Mi hermano, esto no es para el que no conoce al Señor, esto es para los que ya  somos hijo de Dios, porque Pablo le está hablando a los corintios. Todas las  cosas son hechas nuevas, ¿Sabe qué significa la palabra "nuevas"? Significa  no usado, fresco, novedoso, nuevo en cuanto a forma o calidad y no en cuanto al  tiempo. No es que es algo nuevo, lo que Dios hace en mí, porque lo está haciendo  hoy. Es algo nuevo, porque su forma y su calidad de vida, es nuevo para mí;  porque yo no vengo arrastrando la misma carga del pasado, por eso es nuevo. 
Todo puede ser hecho nuevo en nuestras vidas, absolutamente todo, cada día; hay  un solo requisito estar en Cristo, para ser una nueva criatura todos los días.  Estar en Cristo, no en mi manera de pensar, no en mi razonamiento, por eso es  fácil darnos cuenta cuando las cosas no funcionan. Cuando las cosas no  funcionan, es porque nosotros nos salimos de la base y del fundamento correcto.  Es porque no estamos en Cristo, y no funciona. Tú puedes intentar mil cosas, no  te va a funcionar porque no estás en Cristo. Si tú estás parado en Cristo,  parada en Cristo, si tú permites que esa nueva vida que recibiste tenga poder  sobre ti, todo será hecho nuevo y lo que quedo de un minuto atrás, ya es viejo  para Dios no tiene el poder de esclavizarte. Sin embargo nosotros, seguimos  atados y esclavizados a recuerdos del pasado y del pasado a veces demasiado  lejano, de hace muchos años atrás.
Se da cuenta que la sanidad interior,  requiere de comprender la validez que tiene la nueva vida de Cristo que hemos  recibido. Sino lo único que hacemos es repetir una frase; ahora tú di, perdono  a fulanito de tal por lo que me hizo. Nosotros lo hacemos, perdono a fulanito  de tal, pero si yo no estoy convencido y no estoy entiendo el perdón, como Dios  me ha dado el perdón, a mí; eso va a seguir siendo una herida abierta en tu  alma, en tu corazón. Porque tu tendrás a flor de piel tu vieja naturaleza y tu  manera de pensar y tu manera de ser. No estarás permitiendo que la nueva vida  de Cristo pueda transformar toda tu vida. Dice después:
“Y todo esto proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo 
por Cristo, y nos dio el ministerio de la reconciliación;
que Dios estaba en Cristo reconciliando consigo al mundo, 
no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, 
y nos encargó a nosotros la palabra de la reconciliación.
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, 
como si Dios rogase por medio de nosotros; os rogamos 
en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
 Al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, 
para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él”.
2° corintios 5:18-21
Mi hermano, tú y yo, la pretensión de Dios es que seamos embajadores suyos;  embajadores que hablan de la reconciliación que se puede obtener con Dios.  Cuando yo no perdono como Dios me ha perdonado, por eso sigo teniendo atada la  gente, porque esa gente queda ligada a ese pasado. 
Por eso, aquellos que no reconocen a Cristo, si no lo hacen antes de morir,  irán al infierno; ¿Por qué? Porque están atados a sus pecados, el pasado los  ata. Si tú y yo no perdonamos, atamos a las personas; las atamos de tal manera,  que nosotros siendo embajadores para reconciliar a la gente con Dios, estamos  condenando a la gente para que no pueda conocer a Dios. 
Escúchame muy bien, si tú y yo no somos libres y vivimos por la vida de Cristo,  no podemos ser embajadores de la reconciliación. Por eso lo más probable es, que  cualquiera de esas persona que nos haya hecho daño o nos haya herido,  cualquiera de esas personas no reconozca a Cristo, ni lo quiera reconocer;  porque esa persona sigue atada por nuestra falta de perdón. 
Por eso dice, que en Cristo, Dios no estaba tomándoles en cuenta a los hombres  sus pecados. Por eso cuando Dios nos ve, siempre nos ve a través de  Cristo; porque si quitara a Cristo de en medio enseguida Dios diría,  no, pero ahí está el pecado todavía. Pero como el pecado quedo crucificado, nos  ve a través de Cristo y dice limpio, puro. Por eso Dios dice al final, Jesús  que fue hecho, por nosotros lo hizo pecado. No solo cargo el pecado, el mismo  fue hecho pecado por nosotros; ¿Para qué? para que nosotros fuésemos hechos  justicia de Dios. 
A mí me gusta decir soy justo y estoy justificado pero de la misma manera;  ahora yo tengo que poder decir veo a quien me ofendió, vuelvo a recordar las  palabras, viene a mi mente la ofensa y yo estoy libre, porque he perdonado con  la misma clase de perdón que Dios me perdonó a mí. Vuelvo a decir, que según  yo, esto no es demasiado difícil de en tender pero es demasiado importante de  aplicar; porque sino lo aplicamos muchos de nosotros seguiremos atados. Y habrá  algunos lazos por allí, que la espada de la palabra por la acción del Espíritu  hoy quiere romper con esos lazos; pero si nosotros no lo permitimos esos lazos  nos seguirán atando y aunque somos águilas preparadas para volar y para tener  una visión muy particular seguiremos amarrados al piso, a nuestras circunstancias,  a nuestra vida, a nuestro pasado. Por eso yo creo que, una de las cosas que  debemos entender, es que si Dios ha venido a nosotros, para hacernos libres,  nosotros no podemos permitir ni que el más mínimo punto, de nuestra vida nos  este atando; la libertad de Cristo es absoluta y total. La nueva vida de  Cristo, que hemos recibido, es esa vida sobrenatural, victoriosa, de poder para  que nosotros no estemos atados a la vieja vida, la cual quedo crucificada.
Yo no sé, con precisión, cuántos de ustedes puedan encontrar que aun siguen  atados o están atados por algún hecho, alguna circunstancia, alguna ofensa o  alguna herida, que todavía no pueden mirar el dedo  y decir, sí, aquí está  la herida, pero no me duele y no me afecta, lo aprieto lo toco lo uso, y todo está  bien. Cuando miras el dedo y dice, realmente cómo me sigue doliendo, que feo se  siente. Si todavía estás así, quiere decir que hoy es día de perdonar, con el  mismo perdón que Dios te perdonó, para que tu vida pueda caminar con la  libertad de Cristo. Pero sabes porque además, para que aquellas personas que te  pudieron haber ofendido, también puedan ser libres y el Espíritu Santo, pueda  hacer lo que tiene que hacer, en sus vidas. 
La vida de Cristo que hemos recibido, de la cual estamos hablando tanto en este  último tiempo, es una vida que tiene que explotar adentro de nosotros; no puede  quedar retenida. Por eso cuando hay cosas que no  están resueltas,  nosotros lo que hacemos es apagar esa vida. Porque al vivir por nuestro  entendimiento y por nuestro esfuerzo esa vida ya no puede fluir, nosotros  mismos la estamos dejando apagada, contristada dentro de nuestro interior. No  importa cuánto Dios te pudo haber prometido, te pudo haber hablado de las  mayores y más grandes cosas y tú estás expectante anhelas que se cumplan; pero  solo se va cumplir si estás en Cristo, no fuera de Él. Por eso la Biblia dice  que las promesas de Dios son sí y amén, ¿en quién?, en Cristo. 
Ponte algún día a analizar las veces que las cartas de Pablo y otras cartas,  usan la frase "en Cristo", apuntalas. Te vas a dar cuenta, que  permanentemente, el Señor nos lleva a vivir en la realidad de que hemos  recibido una nueva vida. Y que ya no podemos vivir por la vieja vida que ha  quedado crucificada para Dios, junto con todos los pecados, por los cuales el  Señor pagó. 
Por eso, yo quisiera en este momento, dar un tiempo a todos y  cada uno de  ustedes. Primero para que aquellos, como mencione en un momento durante el  mensaje, sepan que su vida está más o menos tibia para con Dios. Que no están  teniendo una verdadera relación con el Señor, ni teniendo la intención de  agradar a Dios en todo. Sino que más bien están buscando a Dios cuando las  cosas se ponen difíciles, pero cuando las cosas más o menos marchan normales,  hay nos la llevamos. Para este tipo de personas que esté aquí, es necesario el  día de hoy, es imperioso, que tú decidas vivir por la vida de Cristo y declares  tu vieja naturaleza muerta y clavada en la cruz esto, es lo primero. 
Lo segundo, es que cualquiera de nosotros que esté aquí arrastrando culpas del  pasado, heridas, malestar, dolor por circunstancias, por ofensas, por palabras,  por actos, por lo que fuera, tú puedas entender que recibiste una vida nueva en  Cristo, y que lo único que Dios quiere es que perdones, de la misma manera que Él  te perdonó a ti. Que puedas decir yo perdono a... pero lo digas sabiendo que  nunca más eso va a volver a afectarte. Que aunque te encontraras con esa  persona por la calle, vas a tener la libertad de mirarlo o mirarla a los ojos.  Que si mañana te vuelve a hablar por teléfono, no vas a sentir un escalofríos  por todo el cuerpo, y cuidándote haber que te va a decir, y haber sino te  vuelve a ofender. Sino que estarás viviendo en la libertad de Cristo, porque  aun tu alma, tus pensamientos, tus emociones, están sujetas al gobierno del  Espíritu, en tu vida. 
Por eso yo voy a ir al teclado, voy a comenzar a tocar; y yo voy a permitir que  cada uno de ustedes pueda meditar un tiempo en el Señor, cada uno, sin  excepción. Esto que el Señor me mostró es para todos, cualquiera de los que  estamos aquí, podemos estar atados, a situaciones del pasado. Cualquiera de los  que estamos aquí puede haber declarado perdonar, cuando en el fondo sigue  sintiendo el mismo dolor, si se acuerda de la ofensa. Eso muestra que todavía está  siendo atado o atada por ese hecho y por esa circunstancia. Permite que el  Espíritu Santo te haga sentir, si así me lo permites expresar, lo mismo que  Cristo siente hoy. Cristo no está acusando a la humanidad, porque él murió por  ella. Cristo está brindándole su amor, su misericordia y su paciencia, para que  todos puedan arrepentirse y creer en Él. 
Yo quiero permitir este tiempo, en el Nombre de Jesús: Que sus vidas han  quedado atadas en algunas circunstancias particulares y hechos especiales y concretos  de su pasado; y que sus vidas han quedado ancladas en ese punto, en ese  momento, en esa ofensa, en esa herida. Aquellos que entienden que, por el  Espíritu Santo somos libres para poder perdonar con el mismo perdón que Dios  nos ha dado. 
Y los que entendiendo esta verdad, están dispuestos a perdonar de esta manera,  para no seguir arrastrando ese peso del dolor, de la herida, de la carga, del  malestar, de la incomodidad aun de la culpa, por aquella herida. A todos ellos,  yo quisiera pedirles, que se pongan de pie delante del Señor, para estar  dispuestos y decididos, a perdonar como Dios les ha perdonado. Esto incluye  también a aquellos que saben que sus vidas, están siendo tibias, para con Dios.  Aquellos que entienden que la vida de Cristo, que han recibido, es mucho más  poderosa que la realidad que ustedes están viviendo. Es el tiempo, es el  momento, que puedan creer que esa nueva vida de Cristo, que han recibido, los  puede hacer personas sobrenaturales cada día; vencer toda circunstancia, vencer  aun todo temor.
Es muy notable, que cuando todavía estamos aferrados, a algún hecho de nuestro  pasado, a alguna herida; una de las cosas más particulares que nos ocurren es  que tenemos miedo. Miedo a lo que somos, porque nos sentimos culpables, y miedo  al futuro, porque creemos que no vamos a poder cumplir satisfactoriamente con  la perfecta voluntad de Dios. Si tú sabes que muchas veces viene un miedo muy  particular a tu vida y a tu corazón, tienes que entender que la Biblia declara,  que no hemos recibido un espíritu de temor, sino que hemos recibido un espíritu  de amor, por el cual podemos perdonar como Dios nos perdonó. Un espíritu de  poder por el cual podemos andar en la vida de Cristo todos los días sin  excepción y sin fracasar. Y que hemos recibido también un espíritu de dominio  propio, para sujetar todos nuestros pensamientos y nuestras acciones al  gobierno del Espíritu Santo.
Yo quisiera permitirles, a todos ustedes que están de pie, que pudieran orar a  Dios, específicamente cada uno. Y si es necesario perdonar, alguna o algunas  personas, a las cuales creyeron haber perdonado; pero esas personas están  arraigadas a su mente, a su corazón; porque hoy han entendido este verdadero  perdón. Que ahora lo puedan decir, pero con la convicción, que les da el Espíritu  Santo. Y ahí en su lugar oren a Dios y le digan:
Señor, a partir de hoy verdaderamente perdono, a tal, a cual, por aquella  ofensa que he recibido. Y nunca más voy a pensar, de él o de ella, de acuerdo a  los ojos de mi carne. Sino que ahora voy a ver a esa persona, con los ojos de  Cristo; para que aun mis oraciones a favor de ella, puedan ser efectivas  delante de ti y Tú puedas responder. 
Por eso quiero pedirles que oren al Señor, como deseen hacerlo, oren allí donde  están. Perdonen a quien tengan que perdonar y hagan lo que el Espíritu Santo  les esté indicando en este momento, para hacer verdaderamente libres; y que la  vida de Cristo pueda fluir en cada uno.
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