en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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(Daniel Cipolla)
Muy bien, damos hoy inicio a la sexta parte, la última parte de esta, creo que jugosa, muy jugosa enseñanza, Victoriosos por naturaleza.
Sólo como un recordatorio, en la parte cinco de la enseñanza nos hemos enfocado principalmente en cómo manifestar la fe del Hijo de Dios de una manera práctica. Creo que hemos sido bastante reiterativos en mostrar de manera gráfica, con ejemplos, todo lo que tiene que ver con la práctica, porque no queremos simplemente instruirnos o conocer más de las Escrituras, queremos vivir la experiencia de lo que la Palabra del Señor dice, de los hechos que Cristo conquistó a nuestro favor. ¿Para qué? Para que la frase que Pablo expresó ... y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, sea para nosotros una experiencia de todos los días, sea una realidad que podemos vivir manifestando el Reino.
Ahora en esta sexta parte, nos vamos a enfocar en algo, muy, pero muy importante, que tiene que ver con ir creciendo en la victoria. La victoria ya la tenemos, porque nos la dio Cristo, pero el hecho de ir creciendo en victoria es algo que aprendemos.
Por eso, quiero que vayamos al primer pasaje de la Escritura en este día, vamos a ir a Efesios, capítulo 2, y vamos a leer del verso 4 al verso 6, que dice así:
“Pero Dios, que es rico en misericordia,
por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo,
aun cuando estábamos muertos en pecados.
¡Por gracia ustedes han sido salvados!
Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó
y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales...”
Efesios 2: 4-6 / NVI
Cuando pensamos en la naturaleza de Cristo que nos habita, realmente no solemos dimensionar cuán inagotable es su grandeza. Esta naturaleza no es sólo sobrenatural y divina, sino que ha sido capaz de vencer al pecado, al diablo, a la enfermedad, a la muerte, mostrándose invencible de tal manera, que lo hizo a través de la resurrección y sentándose a la derecha del trono de Dios.
Justamente, es por nuestra unión con Cristo, con aquél que logró todo esto que acabamos de decir, que su naturaleza está en nosotros y que podemos disfrutar de lo que Él conquistó a nuestro favor.
¿Por qué? Porque Él no sólo lo conquistó, no, no, no, Él nos resucitó, pero no hizo eso sólo, nos sentó juntamente con Él en las regiones celestiales.
Es decir, nos damos cuenta que la posición que tenemos en Cristo, para la mente humana es inimaginable, pero saben una cosa, es real y eso es lo importante. Esa posición de regiones celestes es real, esa es nuestra verdadera posición como hijos de Dios. Porque el Señor se podría haber quedado simplemente con decir, los limpio, les quito la naturaleza pecaminosa y los hago mis hijos y habernos dejado a nivel del mundo, pero no hizo eso sólo, Él nos llevó a los lugares celestiales con Él para que nosotros vivamos desde esa dimensión.
¿Qué quiere entonces? Que en lo físico y en lo natural, con nuestro cuerpo estamos en la Tierra, pero en lo espiritual y en lo sobrenatural, nosotros estamos en esferas celestiales. Entonces, ¿cuál es nuestra misión? Vernos y actuar en el mundo con la plataforma celestial que tenemos, de manera que al atravesar cualquier circunstancia, nosotros la atravesemos con la mentalidad del cielo no con la mentalidad de la Tierra.
Es decir que, viendo las cosas como son en el cielo, así las podamos nosotros bajar a la Tierra. Por eso, cuando el Señor nos mandó a predicar su evangelio, nos mandó a hacer una serie de señales y prodigios y maravillas, ¿por qué? Porque el Señor lo que quiere es, muéstrenle al mundo que el cielo se puede manifestar en la Tierra, que la esfera sobrenatural y celestial se puede manifestar en la esfera natural y terrenal, y ésa es la idea de Dios.
Por lo tanto, ahora vamos a ver en pantalla una frase, muy pero muy importante, que dice así:
En la carrera de la vida cristiana,
la victoria no es nuestra meta
sino nuestro punto de partida.
Esta realidad espiritual, a nosotros nos coloca en una plataforma que nos habilita a triunfar en todas las áreas, ¿por qué? Porque cuando enfrentamos la vida y todas sus contrariedades, la estamos enfrentando, no para alcanzar la victoria, sino como nuestro punto de partida.
Y ahora vamos a profundizar más en nuestra realidad.
(Hernán Cipolla)
Justamente lo que vamos a hacer es meternos en un ejemplo bíblico de cómo debiera funcionar la realidad de que la victoria sea nuestro punto inicial, desde donde partimos siempre para realizar todas las cosas de la vida y para vivir la vida.
El ejemplo este es muy interesante, es del Antiguo Testamento, y vamos a leer juntos el Segundo Libro de Reyes, el capítulo 13, desde el versículo 14 hasta el versículo 19 y dice así la Palabra:
“Cuando Eliseo cayó enfermo de muerte,
Joás, rey de Israel, fue a verlo.
Echándose sobre él, lloró y exclamó:
—¡Padre mío, padre mío, carro y fuerza conductora de Israel!
Eliseo le dijo: —Consigue un arco y varias flechas.
Joás así lo hizo.
Luego Eliseo le dijo: —Empuña el arco.
Cuando el rey empuñó el arco,
Eliseo puso las manos sobre las del rey
y le dijo: —Abre la ventana que da hacia el oriente.
Joás la abrió, y Eliseo le ordenó: —¡Dispara! Así lo hizo.
Entonces Eliseo declaró: —¡Flecha victoriosa del Señor!
¡Flecha victoriosa contra Siria!
¡Tú vas a derrotar a los sirios en Afec hasta acabar con ellos!
Así que toma las flechas —añadió.
El rey las tomó, y Eliseo le ordenó:
—¡Golpea el suelo!
Joás golpeó el suelo tres veces, y se detuvo.
Ante eso, el hombre de Dios se enojó y le dijo:
—Debiste haber golpeado el suelo cinco o seis veces;
entonces habrías derrotado a los sirios hasta acabar con ellos.
Pero ahora los derrotarás solo tres veces.”
2 Reyes 13:14-19 / NVI
Obviamente, que el relato es muy interesante y hay una serie de declaraciones y órdenes proféticas de parte de Eliseo hacia Joás, el rey de Israel, que vale la pena que analicemos juntos porque cada una de ellas y cada cosa que ocurre aquí, tiene un sentido espiritual muy importante.
Primero, ¿cuál era la intención del Señor, no de Eliseo, sino del Señor, a través de Eliseo, para con el rey? Era que el rey aprendiera a crecer en victoria. Es decir, debía vencer a sus enemigos con la convicción de que la victoria era su punto de partida, porque el Señor le quería asegurar la victoria antes de comenzar a luchar.
Entonces, el camino que el Señor utilizó fue, órdenes proféticas a través de Eliseo, por las cuales el rey debía actuar. Si nos fijamos, esas órdenes proféticas, ¿qué significaban para el rey? La Palabra de Dios ni más ni menos. Es decir, cada cosa que Eliseo decía de parte del Señor para el rey tenía que ser tomado como Palabra de Dios, sobre esa Palabra de Dios basarse y entonces saber que detrás de eso vendría todo lo que Dios tenía planeado.
Ahora, en la primera acción de Eliseo vemos algo muy interesante porque lo que vemos es, que el Señor guía a Eliseo al poner sus manos sobre las manos del rey para lanzar la flecha, y uno dice, ¿pero porqué Eliseo pone las manos sobre las manos del rey? Porque de esta manera, el objetivo del Señor en esta acción de Eliseo, era darle al rey la confianza y la seguridad de que la victoria ya estaba asegurada y que la victoria tenía que ser precisamente, el punto desde dónde iniciara el rey, antes de enfrentarse a la batalla él tenía que estar convencido que la victoria estaba de su parte porque el Señor así lo había determinado. Ahora, la segunda orden de Eliseo fue diferente, porque ahora ya Eliseo no pone las manos sobre el rey, y le dice que tenía que golpear el suelo. ¿Cuál fue el objetivo de esto? Que el rey le demostrara al Señor si de verdad creía que la victoria estaba de su parte, y que el rey estuviera confiado que la victoria era su punto de partida y no su meta a donde debía llegar, sino que la victoria ya estaba asegurada. Obviamente, el relato dice que el rey golpea tres veces y entonces Eliseo, de parte de Dios, se enoja y le dice que si hubiera golpeado más veces hubiera vencido mucho más, pero se detuvo. Lamentablemente, la actitud con la cual el rey golpeó la tierra, estaba demostrando lo que tenía adentro. Es decir, el rey al golpear sólo tres veces, estaba demostrando que quería llegar a la victoria pero no estaba convencido anticipadamente, que la victoria estaba de su lado. Por lo tanto, Joás desde esa actitud y lo que hizo al golpear la tierra sólo tres veces, limitó el triunfo que podía haber tenido y no creció en la victoria.
Ahora, para nosotros este ejemplo es muy gráfico el día de hoy, así como las profecías que Eliseo le dio al rey en ese momento se transformaron para el rey en Palabra de Dios, ¿cuál es nuestra Palabra de Dios, hoy en día? Alguien podría decir, la Biblia, sí pero en realidad es algo más que la Biblia, y no se asuste, la Palabra de Dios para nosotros es la obra de Cristo a nuestro favor, porque sobre la obra de Cristo descansa la victoria que Él nos ha dado, porque Él ya lo alcanzó y lo conquistó para nosotros, de tal manera que si nosotros, lo que dice la Palabra, lo que está escrito en la Biblia, sólo lo sabemos mentalmente pero no lo podemos experimentar, estaremos teniendo a la victoria como nuestra meta, queremos llegar ahí, pero no estaremos convencidos de que vamos a poder llegar. En cambio, lo que Dios quiere es transformar nuestra manera de ver las cosas y de pensar, para que siempre la victoria sea el punto desde dónde iniciamos.
Es decir, sabemos que enfrentemos lo que enfrentemos, la victoria ya está de nuestra parte porque Cristo hizo todo para que la victoria sea un hecho consumado y asegurado para nuestras vidas.
(Daniel Cipolla)
Agrego algo Hernán, fíjense acá lo que ocurrió, ¿no? y la importancia de crecer en la victoria, porque la primera profecía es clara, vas a derrotarlos a los sirios por completo, y por el hecho de no aprender en su interior, en su actitud interior, el rey a crecer en la victoria, es decir, no puedo crecer en victoria si no tengo la victoria como punto de partida, al no aprender eso, ¿qué pasó? No sólo golpeó tres veces, las tres veces representaron un cambio en la profecía. Porque ahora le dijo, sólo tres veces los derrotarás.
¿Ven? ¿qué estamos queriendo enseñarles? Estanos queriendo enseñar que las experiencias de victoria no dependen de Dios.
Si Cristo dijo que hizo algo a nuestro favor, eso no lo podemos cambiar, no es que el Señor dijo, bueno pero en tu caso lo vamos a borrar un poquito, no, no, no, está hecho tanto, está hecho menos, no, no, no. Si Él dice esto total, es total. Pero a veces nosotros experimentamos lo parcial, pero tiene que ver porque muchas veces tenemos la victoria como meta y no como punto de partida.
El rey no estaba aprendiendo a crecer en victoria y esto es lo que Dios le estaba enseñando, no estaba realmente, ni condenando ni tratando de hacer nada de esto, no estaba jugando con el rey, simplemente estaba haciéndole ver que para él poder derrotarlos hasta el fin, Dios requiere siempre de una actitud interior de sus hijos que no puede caber ninguna clase de duda, tiene que saber que lo que Dios dice, lo tiene adentro y esto es importantísimo para entender esto.
(Daniel Dardano)
Total, o sea que Joás se quedó a mitad de camino, exactamente, tenía para llegar al final y se quedó a mitad de camino, esto es un ejemplo para que nosotros no nos quedemos a mitad de camino, ¿no?
Ahora bien, reconociendo que Cristo obtuvo la victoria por nosotros y que todo lo hizo Él, surge una pregunta, ¿cuál es nuestra participación en esa victoria de Cristo? Porque evidentemente, yo recibí los beneficios de la victoria, pero ahora me pregunto, ¿cuál es mi participación, nuestra participación en la victoria de Cristo?
Que nos mantengamos en una actitud de triunfo, la victoria es de Cristo, nuestra participación tiene que ver con el triunfo, es decir, que nuestros pensamientos y todas nuestras acciones expresen la seguridad y la convicción de que ya poseemos la victoria que Cristo conquistó y avanzamos.
Ahora bien, ¿cuál es la diferencia entre victoria y triunfo?
La victoria es Cristo en nosotros, el triunfo es nosotros en Cristo.
Repito, la victoria es Cristo en nosotros, el triunfo es nosotros en Cristo.
Vamos a ampliar un poquito esto. Todo aquello que Cristo conquistó para nosotros es la victoria, pero en nosotros, desde la base, desde la plataforma de la victoria cada día, cada momento de nuestra vida, expresamos la victoria en triunfos que vamos manteniendo porque la fe del Hijo de Dios se va manifestando en cada uno de nosotros.
Es decir, el triunfo es lo que nosotros hacemos con la victoria, no puede manifestarse la victoria si el triunfo yo no lo manifiesto, Él lo hizo todo, el triunfo me corresponde a mí.
(Daniel Cipolla y Daniel Dardano)
Y perdón Daniel, ¿podemos tener triunfos con una actitud de tristeza? no para nada-
¿Con una actitud de caída? ¿Con una actitud de vencidos?
No para nada, es imposible.
(Daniel Dardano)
Sí, sí, por eso en las enseñanzas anteriores hicimos énfasis en la fe, porque la fe es el fundamento para que la experiencia de la victoria de Cristo, y ahora agregado el triunfo, sea realmente algo positivo en cada una de nuestras vidas.
Ahora bien, si nuestra actitud de espíritu ante las circunstancias es de triunfo, vamos a demostrar que nuestra meta es pararnos desde la victoria para alcanzar, para llegar a aquello, en el triunfo permanente, a aquello que estamos destinados a ser, es decir, como ya dijo Hernán y Dany también dijo, la victoria es nuestro punto de partida porque la victoria ya la tenemos en Cristo, ya que se despeje toda duda, que nuestro espíritu se abra para recibir y caminar en lo que tenemos del Señor.
(Daniel Cipolla)
Por eso, fue que empezamos esta enseñanza diciendo la posición destacada que recibimos.
Si se tratara sólo de que fuimos redimidos y estamos en la Tierra podríamos decir, bueno pero no tenemos una posición equis, pero no, no, es clara la Escritura, nos dio una posición, tenemos un privilegio y un privilegio es, obviamente, para utilizarlo, es para que nosotros caminemos en él.
Por eso, el énfasis en ese lugar de esferas celestiales en que nosotros estamos, por eso comenzó esto así.
Entendiendo esto, esa posición incluye para nosotros privilegios y vamos a leer uno de ellos, porque hay más, pero vamos a leer uno. Apocalipsis capítulo 1 y versículo 5, la parte b y el versículo 6, que dice así:
“...Cristo nos ama y con su sangre nos liberó de nuestros pecados,
ha hecho de nosotros un reino
y nos hizo sacerdotes que sirven a Dios su Padre.
¡A él sean el poder y la gloria por siempre! Así sea.”
Apocalipsis 1: 5-6 / PDT
Fíjense esto, con base en el amor y en la obra absoluta a nuestro favor, Cristo nos liberó por completo de nuestros pecados, esa acción fue clave, ¿por qué? Porque fue la manera en que el Señor nos pudo conceder el altísimo privilegio de ser nada menos que sacerdotes que puedan servir a Dios el Padre. Evidentemente, ninguno de nosotros era apto para ser sacerdotes teniendo en nuestra naturaleza el pecado, por eso era absolutamente imprescindible que fuéramos liberados de la naturaleza pecaminosa.
Cuando somos conscientes de esta realidad, nos permite vernos a nosotros mismos desde el ámbito celestial y eso nos permite enfrentar cada día y enfrentar cada circunstancia.
Primero, en lo que somos en Cristo.
Segundo, en lo que tenemos como provisión que Él nos dio.
Es desde esta dimensión que nos podemos ver perdonados, justificados, redimidos, santificados, victoriosos y que podemos ver a Cristo como nuestra sabiduría, porque estamos completos en Él, esto lo debemos entender, no como que estamos tratando de animar a alguien, no, no, sino como una realidad de la Palabra.
Por eso, ninguno de nosotros podemos tener la victoria como punto de partida, con espíritu de condenación, con espíritu de temor, con espíritu de tristeza, con espíritu de depresión. Es decir, ante todas esas cosas, tenemos que vernos en el espíritu que va conforme a la posición, que va conforme a la posición que hemos recibido en Cristo Jesús, entonces vamos a disfrutar del perdón, de la santidad, de la redención, de la victoria, y sobre todo, y tan hermosa palabra, de la sabiduría de Cristo para vivir cada momento de la vida, y creo que esto es extraordinario bajo todo punto de vista.
(Hernán Cipolla)
Y vamos a leer también algunos versículos que nos van a ampliar un poquito más lo que significa todo lo que tenemos en Cristo, cómo basarnos en eso, pero también, que hay situaciones que vamos a tener que enfrentar que son contradictorias, pero lo podemos hacer desde la posición correcta.
Leemos Hebreos en el capítulo 12, los versículos 1 y la primera partecita del versículo 2, dice así:
“Por tanto, también nosotros,
que estamos rodeados de una multitud tan grande de testigos,
despojémonos del lastre que nos estorba,
en especial del pecado que nos asedia,
y corramos con perseverancia la carrera que tenemos por delante.
Fijemos la mirada en Jesús...”
Hebreos 12: 1- 2 / NVI
Si sabemos que el Señor nos ha concedido un equipamiento sobrenatural, como Dany nos estaba explicando antes, que es tan extraordinario, tan vasto, tan pleno, ¿por qué entonces ahora el escritor de Hebreos nos ordena despojarnos del pecado que nos asedia? Alguien podría decir, pero yo pensé que ya del pecado nos habíamos librado hace rato, ¿por qué no me avisaron antes?
No, en realidad, el escritor de Hebreos estaba escribiendo esto, obviamente inspirado por el Espíritu, porque el Señor sabe que en nuestros cuerpos mortales existe una tendencia pecaminosa. Precisamente, quiero que lo veamos así, en cada uno de nosotros suele haber una tendencia pecaminosa en particular que pareciera como esa cosa que nos persigue de por vida casi, casi que está detrás de nosotros y algunas veces nos quiere acorralar y muchas veces, lamentablemente hasta nos suele hacer tropezar. Decíamos que ser completamente libres, cuántas veces ya hemos dicho, ya esto no quiero que se me presente más, no quiero tener esos pensamientos, no quiero que me pase esto o aquello, queremos ser libres, queremos despojarnos de ese pecado. Pero al confrontar el pecado, la mayoría de las veces experimentamos fracasos, ¿por qué experimentamos fracasos? Porque la derrota está en nuestro pensamiento. Es decir, enfrentamos esa situación y ese pecado desde un sentido de fracaso, la victoria está puesta a un costado. Entonces, aunque hacemos el esfuerzo por vencer, no podemos, porque estamos pensando en que no vamos a vencer.
Por lo tanto, nos desanimamos y que pareciera que siempre el único camino que nos queda cuando eso se presenta, es volver a luchar en nuestras fuerzas para tomar el asunto en nuestras manos como si tuviéramos la capacidad natural de vencerlo, pero eso sabemos que es imposible.
Ahora, ¿qué nos pasa realmente en nuestro interior? En nuestro interior, por todo lo que ya hemos analizado, por todo lo que la Palabra dice, nosotros sabemos que la victoria está de nuestro lado. Entonces, ¿por qué no experimentamos la victoria plenamente en esas situaciones? Porque la victoria sólo se manifiesta cuando vivimos basados en toda la dotación sobrenatural de la vida que hemos recibido, no cuando nos basamos en nuestro esfuerzo, no cuando nos basamos en lo que nosotros podemos hacer, cuando en la vida natural y práctica nosotros nos paramos en la realidad de lo que somos en Cristo y lo que hemos recibido, entonces podemos experimenta la victoria.
Ahora, fíjense qué dice después ... fijen la mirada en Jesús. ¿Fijar la mirada en Jesús nos hace inmunes o ajenos a la necesidad de luchar contra el pecado? Porque alguien podría decir, bueno, si yo me fijo en Jesús y me concentro en Él, entonces el pecado ya no me va a molestar más. No, en realidad el pecado va a seguir asediando, pero cuál es la diferencia, que mirar atentamente y fijamente a Jesús nos capacita sobrenaturalmente para luchar sin distraernos, y para entonces, estar convencidos de que la victoria está de nuestro lado. ¿Por qué? Porque al mirar a Jesús estamos mirando desde la victoria, en cualquier situación. Al verlo a Él estamos seguros de que Él ya nos dio la victoria, por lo tanto, podemos enfrentar esa situación desde el principio con una mentalidad de victoriosos y sabiendo que no es que ya vamos a conquistar la victoria, sino que la victoria ya está de nuestro lado.
(Daniel Dardano)
Con lo que acabas de decir, porque Cristo conquistó la victoria para nosotros, claro, me vino un pensamiento, y voy a hacer una nota humorística: hace algunos años uno podía escuchar, yendo o encontrándose con algún hermano, ¿cómo estás hermano? En victoria, en victoria... Y uno se pregunta, ¿en qué victoria? Porque ahora que veo que la victoria es de Cristo, uno se pregunta, en victoria, en victoria, ¿hermano de qué victoria me estás hablando? Porque a veces después veías la vida y decías, no, no estás en victoria, está haciendo una declaración muy entusiasta y muy como queriendo salir de la situación, pero ese, en victoria, en victoria, no estaba basada en la victoria de Cristo, por eso es importante y lo que vamos a leer ahora tiene que ver con la victoria de Cristo.
(Daniel Cipolla)
Sí, porque son declaraciones basadas en el ímpetu humano pero no en el impulso divino, ése es el problema, claro ése es el problema. Cuando nuestras declaraciones vienen del impulso divino, es que tienen un poder, pero cuando vienen del ímpetu humano, realmente uno se da cuenta que es como un metal que resuena, no ocurre nada con eso, nada, uno lo siente en el Espíritu.
(Daniel Dardano)
Pero si es desde la victoria de Cristo, es la victoria de Cristo y el triunfo se manifiesta.
Ahora sí, entonces, leo la Palabra:
“Y sabemos que Dios hace que todas las cosas
ayuden para bien a los que lo aman;
esto es, a los que son llamados conforme a su propósito.
Sabemos que a los que antes conoció,
también los predestinó para que fuesen hechos
conformes a la imagen de su Hijo
a fin de que él sea el primogénito entre muchos hermanos.
...
¿Quién nos separará del amor de Cristo?
¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez,
o peligros, o espada?...
Más bien, en todas estas cosas somos más que vencedores
por medio de aquel que nos amó.”
Romanos 8: 28-29; 35; 37 / RVR 2015
Yo creo que este pasase es tremendo, para que nosotros podamos experimentar lo que realmente significa la victoria de Cristo.
Es decir, en el camino de experimentar esta victoria conquistada por Cristo, nosotros en la vida, debemos atravesar por diferentes pruebas. El apóstol Pablo está siendo muy claro, hay pruebas que vienen a nuestra vida como estas que él relata y otras que no relata pero por las que pasó, que tienen una finalidad, que crezcamos, que crezcamos en el conocimiento íntimo de Cristo, que crezcamos en la fe del Hijo de Dios y que manifestemos la victoria en un triunfo cotidiano, que crezcamos.
Por eso, cuando vemos las pruebas debajo de la plataforma de la prueba, uno dice, Señor quítame la tribulación, quítame la angustia, quítame esto y quítame lo otro, pero cuando yo estoy parado en la plataforma de la victoria y desde los lugares celestiales, yo digo, ah Señor, esto, como Tú me escogiste y a los que amamos a Dios, todas las cosas nos ayudan a bien, ahora yo me paro en la plataforma de la victoria y digo como Pablo, en todas estas cosas, somos más que vencedores.
Yo creo que Pablo no encontró otras palabras y dijo, somos más que vencedores, si lo pongo en lenguaje actual seríamos híper vencedores o híper conquistadores.
Tremendo, es lo que hoy estaríamos nosotros experimentando, quiere decir que todo eso es lo que Cristo nos transfirió al darnos su victoria por medio de la obra que Él hizo.
Ahora, la victoria de Cristo es total y completa, nosotros tenemos la victoria de Cristo de esa manera, total y completa, pero la medida de la victoria que experimentamos la ponemos nosotros no Cristo.
Él nos dio la victoria total y completa, la medida del triunfo, de la victoria, de lo que exprese, yo lo manifiesto. ¿Cuál es el ejemplo del rey Joas? Cinco o seis veces, él iba a ganar, él podía ganar, ¿qué le pasó? Como dijimos antes, se quedó a mitad de camino, golpeó tres veces y tres veces fue lo que ganó. La medida de la victoria que tenía de parte del Señor, él la limitó de cinco a seis, a tres.
Queridos, esto es para que nosotros no imitemos eso, para que golpeemos las veces que tenemos que golpear y que seamos más que vencedores, porque Él que nos amó sabe, que si en esto seguimos manteniendo la victoria, el triunfo se va a manifestar, la victoria de Él en nosotros.
(Daniel Cipolla)
Justamente a esto que estás diciendo es importante a entender que para mantener justamente la actitud de triunfo, la Palaba establece algo que es fundamental para los hijos de Dios, y que no viene del Nuevo Testamento, en realidad viene del Antiguo Testamento, y lo vamos a leer en Nehemías, porque Nehemías dijo estas palabras que vamos a leer ahora. Dice, Nehemías capítulo 8 versículo 10 la parte b:
“... No se entristezcan
porque el gozo del SEÑOR es su fortaleza.”
Nehemías 8:10 / RVC 2015
Es importante aprender esto en el camino de la actitud correcta del triunfo, tiene que manifestarse el gozo del Señor, porque el gozo del Señor es sobrenatural, por lo tanto, no puede ser opacado o apagado por las circunstancias, por ninguna.
Primero porque no está relacionado con ellas y si las circunstancias lo podrían apagar, entonces, no es el gozo del Señor, porque el gozo del Señor no puede ser cambiado, no puede ser transformado, es del Señor puesto en nosotros y es fundamental, es una fortaleza que a nosotros nos da el hecho de estar basados en ese gozo sobrenatural del Señor. Es más, esto que está diciendo en el Antiguo Testamento por Nehemías, está confirmado por el apóstol Santiago, porque en Santiago capítulo 1, versículo 2, dice de la siguiente manera:
“Hermanos míos, tengan por sumo gozo
fíjense lo que dice... sumo gozo
cuando se encuentren en diversas pruebas...”
Santiago 1:2 / RVC 2015
Es notable, que no somos llamados por el Señor a tener su gozo, sino que dice que somos llamados a tenerlo en sumo, es decir, hasta lo sumo, en toda su plenitud.
¿Cómo entender que estando bajo el fuego de una prueba o muchas pruebas, el Señor nos pida estar llenos de gozo? Pareciera que no tiene lógica, es que no la tiene, porque vuelvo a repetir que el gozo del Señor es sobrenatural, ¿y por qué podemos estar seguros que el gozo del Señor va a funcionas? Podemos estar seguros por una realidad, voy a poner sólo un ejemplo de unas palabras de Jesús, cuando Jesús habló de los pajaritos y aún de un pajarito que podía morir, Jesús en un momento hizo una comparación y dijo que no había un solo pajarito que cayera a la tierra, o sea, que se muriera sin la voluntad de Dios y agregó, los cabellos de su cabeza están todos contados.
Ahora dígame, ¿a ver qué más puede decirnos el Señor para darnos seguridad? Yo creo que algún hermano estará pensando, bueno a mí se me cayeron más y me quedé pelón pero bueno...
Pero, ¿ustedes saben de lo que está hablando el Señor, no? Están todos contados. A ver, ¿qué mayor seguridad podríamos nosotros tener ante el peligro, ante la adversidad, ante la aflicción, ante el dolor, ante la desilusión, ante la depresión, ante la enfermedad? Podemos tener una actitud y un sustento que nos haga vivir por encima de las circunstancias y no aplastados por ellas, el Señor no nos ve nunca ni nos desea nunca aplastados por ninguna circunstancias.
Así que, no debemos olvidar algo muy importante, cuando el Señor nos permite ser probados, la meta de Él, ¿sabe cuál es? Que seamos aprobados, nunca hay una prueba que Dios permita o algo que Dios permita en nuestra vida, aún algo que Satanás mismo traiga y que Él lo permita, que no sea para que nosotros salgamos con su victoria y salgamos aprobados completamente.
(Hernán Cipolla)
Y hay otro pasaje que vamos a leer, justamente, relacionado con lo mismo pero algo bastante sorprendente de cómo los hijos de Dios pueden llegar a puntos extremos de sufrimiento, pero cómo, por el gozo del Señor pueden experimentar la victoria porque sus ojos están puestos en nuestro lugar.
Lo que vamos a leer está en Hebreos el capítulo 10 desde el versículo 34, la segunda parte del versículo, hasta el versículo 36, dice así la Palabra:
“...gozosos soportaron el despojo de sus propios bienes,
sabedores de que en los cielos tienen una herencia mejor
y permanente. Por lo tanto, no pierdan la confianza,
que lleva consigo una gran recompensa.
Lo que ustedes necesitan es tener paciencia;
para que, una vez que hayan hecho la voluntad de Dios,
reciban lo que él ha prometido darnos”.
Hebreos 10:34b-36 / RVC
Si se dan cuenta lo que está diciendo el escritor de esta carta a los Hebreos, les está diciendo a ellos que reconocía que estaban sufriendo por causa de Cristo, pero era un sufrimiento que los llevó hasta el punto de que los enemigos les quitaran sus bienes, sin embargo dice, que soportaron el despojo de sus bienes con gozo, lo cual es una locura pensada a nivel natural.
(Daniel Cipolla)
Y en esta sociedad materialista, muchísimo más, ni pensarlo, ni pensarlo.
(Hernán Cipolla)
Porque uno se defendería con uñas y dientes si sabe que lo van a despojar a uno de algo que a uno le pertenece y lo que menos tendría es gozo por una situación semejante, pero el escritor dice, lo soportaron con gozo, ¿por qué soportaron eso con gozo? Porque ellos estaban mirando lo que estaban perdiendo, lo perdido en comparación con la herencia permanente que tendrían en Cristo, por lo tanto, lo que estaban perdiendo era insignificante si lo comparaban con todo lo que les esperaba en los cielos junto al Señor.
Eran conscientes que experimentar la victoria ante una circunstancia difícil iba resultar en una recompensa del Señor, porque, ojo, no estaban sufriendo porque sí, no estaban sufriendo por cometer un error, no estaban sufriendo por meterse en problemas, estaban sufriendo por causa de Cristo y por voluntad de Dios, ellos sabían que estaban caminando en la voluntad del Señor, que estaban ante esas circunstancias por ser obedientes y amantes del Señor.
Por lo tanto, el Señor les prometía ahora una recompensa que era mucho más valiosa que lo que estaban perdiendo. De esa manera, los hebreos estaban demostrando la victoria del Señor a través de las pruebas, es decir, no es eso exitista como antes se mencionaba, de sólo decir, ah estoy en victoria y me siento muy bien, sí me siento muy bien hasta que tengo el primer problema. No, en realidad, es saber que estamos en victoria porque el Señor está de nuestra parte y porque pase lo que pase, si estamos en el camino de la voluntad de Dios, la recompensa es mucho mayor.
(Daniel Dardano)
¡Maravilloso! Bueno con esto del crecimiento en la victoria, ahora voy a leer un pasaje que está en Mateo 5: 11 y 12 y dice así:
“Bienaventurados son cuando los vituperen y los persigan,
y digan toda clase de mal contra ustedes por mi causa, mintiendo.
Gócense y alégrense, porque su recompensa es grande en los cielos;
pues así persiguieron a los profetas que fueron antes de ustedes.”
Mateo 5: 11-12 / RVR 2015
Cuando Jesús habló estas palabras, estaba poniendo los fundamentos del Reino de Dios. Sabemos, Jesús vino a traer el Reino de Dios a la Tierra. Y entonces, Él habla de cosas aparentemente o naturalmente desagradables que sufriríamos los hijos de Dios por causa de Él, está hablando de difamación, de persecución y de mentira, cuando somos probados por causa del Señor, cosas como éstas y por causa del Señor, pueden llegar a nuestra vida, terrible.
Difamación, mentira, calumnia, que se invente toda clase de cosas por causa del Señor.
Ahora otra vez, ¿cuál es la exhortación? A mantenernos llenos de gozo, por eso el versículo dice, Gócense y alégrense, cuando por mi causa pasen por este tipo de situaciones.
Ahora bien, estas cosas pueden durar poco tiempo, mucho tiempo o toda la vida, una mentira que se dijo por causa del Señor sobre alguien puede durar un tiempo pero puede durar toda la vida, ¿qué vamos a hacer con eso? El Señor dice, gócense y alégrense, ¿por qué? Porque el asunto no es que termine en esta vida, hay una recompensa en los cielos para aquellos que por mi causa fueran vituperados, calumniados y se dijeran mentiras de ellos.
Hermano querido, hay una recompensa en el cielo por estar gozosos en este tipo de situaciones.
Esto nos eleva a un nivel diferente, porque los seres humanos estamos acostumbrados a que, lo tiene que pagar, porque dijo de mí y no era, aún por causa del Señor, pero cuando yo me gozo y me alegro, estoy diciendo, Señor, en esta vida esto puede pasar o puede durar mucho tiempo, pero me espera una recompensa porque Tú me dijiste que me vas a dar la recompensa.
Y qué bueno que el Señor no especifique de qué tipo de recompensa se trata, pero yo sé que será una recompensa de acuerdo a aquello como nos hemos comportado nosotros en el Señor y en este tipo de cosas. Quiere decir que todo esto, queridos, es para que crezcamos en todo lo que el Señor nos ha dado.
En la vida natural, ¿qué se espera de un bebé? Que crezca, que se desarrolle, que madure hasta llegar a ser un adulto para ejercer todas las facultades que tiene. ¿Qué es lo que Dios anhela de nosotros? Exactamente lo mismo, que nosotros crezcamos, maduremos, para que seamos conformados a la imagen de su Hijo y para que la fe del Hijo de Dios continúe desarrollándose en cada uno de nosotros. ¿Para qué? Para demostrar así que somos realmente discípulos del Señor y que por fe seguimos en el camino de la vida cristiana.
(Daniel Cipolla)
Justamente vamos a ir a un pasaje bíblico que es una muestra impresionante de lo que significa crecer y tiene que ver con Abraham. Dice la Escritura en Romanos, capítulo 4, del verso 16 al 24 de esta manera:
“Por eso la promesa viene por la fe,
a fin de que por la gracia quede garantizada
para toda la descendencia de Abraham;
esta promesa no es solo para los que son de la ley,
sino para los que son también de la fe de Abraham,
quien es el padre que tenemos en común delante de Dios,
tal como está escrito:
«Te he confirmado como padre de muchas naciones».
Así que Abraham creyó en el Dios que da vida a los muertos
y que llama las cosas que no son como si ya existieran.
Contra toda esperanza, Abraham creyó y esperó,
y de este modo llegó a ser padre de muchas naciones,
tal como se le había dicho:
«¡Así de numerosa será tu descendencia!»
Su fe no flaqueó, aunque reconocía que su cuerpo estaba como muerto,
pues ya tenía unos cien años,
y que también estaba muerta la matriz de Sara.
Ante la promesa de Dios no vaciló como un incrédulo,
sino que se reafirmó en su fe y dio gloria a Dios,
plenamente convencido de que Dios tenía poder
para cumplir lo que había prometido.
Por eso se le tomó en cuenta su fe como justicia.
Y esto de que «se le tomó en cuenta»
no se escribió solo para Abraham,
sino también para nosotros.
Dios tomará en cuenta nuestra fe como justicia,
pues creemos en aquel
que levantó de entre los muertos a Jesús nuestro Señor”.
Romanos 4: 16-.24 / NVI
Tremenda escritura de la Palabra, tremenda.
Abraham es el ejemplo perfecto de lo que significa crecer.
Primero, por la fe, él activó la gracia que sirvió para garantizar la promesa que Dios le había hecho, tanto para su descendencia natural, los judíos, como la espiritual, la Iglesia, todos nosotros. Aunque el Señor le había prometido a Abraham ser padre de muchas naciones, en verdad, la realidad que lo rodeaba era completamente contraria a esa promesa, a pesar de que todo lo que estaba a su alrededor contradecía lo que Dios le había prometido, ¿qué hizo Abraham? Se mantuvo en fe, se mantuvo firme en Dios. Sabía esto, que Dios da vida a los muertos, sabía que Dios llama a las cosas que no son como si ahora mismo ya existieran, eso es lo que tenía él en su espíritu, ésa era la actitud de triunfo de Abraham.
Me gusta algo que afirma, la Escritura afirma, Abraham creyó y esperó. Hermanos, esto es muy importante, ¿ustedes creen, nosotros creemos? No es sólo creer, también es esperar.
¿Por qué digo esto? Porque esto significa que Abraham no recibió la promesa rápido ni instantáneamente, si uno lee y empieza a contar años, tardó muchos años en que la promesa se cumpliera, ¿por qué hizo esto Dios? Para que Abraham aprendiera a crecer, pero Abraham, a diferencia del rey, sí aprendió a crecer en victoria porque permaneció firme en su fe y en todo tiempo sabía que tenía la realidad de esa promesa ya en su interior, que la tenía a la vista aunque tardara años en recibirla, ésta es la importancia de entender como un ejemplo como el de Abraham, nos hace ver a nosotros la importancia, no sólo de creer, sino de esperar como teniendo ahora mismo lo que todavía estoy esperando que llegue a mis manos, esto es importantísimo.
(Hernán Cipolla)
Y justamente la importancia de Abraham como ejemplo de fe para nosotros, es impactante porque muchas veces yo he pensado que Abraham fue un ejemplo tremendo, pero no tenía la vida de Cristo al nivel como nosotros hoy la tenemos, ni disfrutaba de lo que nosotros hoy tenemos en Cristo, sin embargo sigue siendo un ejemplo para nuestras vidas impresionante.
Y algo que es notorio, lo dice el mismo pasaje que acabamos de leer, es que mientras Abraham se mantenía en fe esperando el cumplimiento de la promesa, había dos cosas que él veía a menudo, eran su realidad, su pan diario.
Una de ellas era que era un anciano, su cuerpo estaba como muerto, no es que de pronto una mañana se despertó de veinte años y dijo, ah, ahora sí, ahora el Señor lo va a hacer porque ahora tengo vitalidad, no, era, estaba casi muerto, tenía casi cien años. Y lo segundo que veía constantemente era a Sara, Sara tenía una matriz, también muerta y era estéril y entonces, lo que vemos, es lo notable de un hombre que recibió una promesa de Dios y dijo, ésta es la Palabra de Dios para mí, es verdad, todos los días me despierto y me sigo viendo casi muerto, estoy anciano, sé que mi esposa tiene la matriz muerta, no podría dar ningún fruto, pero Dios me hizo una promesa y ésa es mi realidad.
Pero agrega algo el pasaje que leímos, que dice que en esta espera de años, como Dany nos explicaba, dice: no vaciló como un incrédulo, sino que se reafirmó en su fe y dio gloria a Dios.
¡Impresionante! ¿Qué podemos comprender por esta afirmación? Que cualquier clase de duda o vacilación nos mete en el terreno equivocado, es el terreno de la incredulidad, no vaciló como un incrédulo.
Cuando vacilamos empezamos a dudar, entonces, solitos nos metemos en el terreno de la incredulidad, pero lo peor es esto, donde entra la incredulidad no hay posibilidad de crecimiento espiritual. La incredulidad siempre va a atacar porque está en contra de la fe, siempre va a atacar de forma directa a la fe y a nuestro crecimiento espiritual.
Por esa razón, en Abraham tenemos el ejemplo perfecto de alguien que permaneció desarrollando y manifestando la fe de Cristo en todos los aspectos de su vida, más allá de las circunstancias naturales.
Para nosotros, ¿qué significa esto hoy? Que sin importar que todo lo que está a nuestro alrededor nos diga, aún a los gritos, no se puede, es una locura, eso jamás llegará, eso no puede ser que Dios lo cumpla, eso no sería posible en los tiempos que estamos viviendo, nuestra realidad es lo que Cristo nos ha dicho, lo que ha hecho por nosotros y a partir de ahí sabemos que la victoria está asegurada, por lo tanto, vamos creciendo en esa victoria sin apartarnos del Señor, fijando nuestra mirada en Él y sabiendo que aunque parezca a los ojos humanos imposible, lo vamos a recibir, no importa si la espera es larga, lo importante es que Dios lo ha prometido.
Así que, ¿qué nos queda hermanos? No poner excusas, eso nos queda, porque si después de todo lo que estamos analizando, lo que venimos viendo en enseñanza tras enseñanza acerca de que somos victoriosos por naturaleza, todavía aún así ponemos excusas y decimos, pero es que a mí me parece que en mi caso no podría ser del mismo modo, entonces, en realidad no estamos partiendo de la victoria. Anhelamos la victoria, pero creemos que está muy lejos. No, nuestra realidad en Cristo es totalmente diferente, la victoria está de nuestro lado porque nos habita Cristo, aquél que venció.
Y en nuestro camino vamos a seguir mirándolo a Él para ascender, para subir y para llegar a ver cumplido todo lo que el Señor nos ha prometido porque este es un camino de crecimiento y desarrollo de la fe para nuestras vidas.
Así que, lo que nos queda al terminar ya esta sexta y última enseñanza de Victoriosos por naturaleza, es orar agradecidos al Señor, declarando para nuestras vidas esta realidad y diciendo que somos como Abraham y mucho más que Abraham porque Cristo nos habita, que nos podemos mantener en fe por la victoria de Cristo en nosotros, sabiendo todo lo que Él ha conquistado.
Gracias Padre te damos, te honramos, bendecimos tu Nombre, exaltamos Señor lo que eres para nuestras vidas, de verdad has venido a cambiar y a transformar todo en nuestro interior en primer lugar, pero cuando nuestro interior está cambiado, también nuestro exterior cambia.
Y no estoy hablando de una cuestión de apariencia externa, estoy hablando de lo que nos rodea, lo que nos rodea nos podría tapar y avasallar, nos podría amargar y destruir, pero cuando estamos parados desde la victoria de Cristo, mirando con los ojos de la fe, poniendo nuestros ojos en ti, sabemos que aunque la espera sea larga, conquistaremos aquello que nos has prometido, porque estamos parados en tu realidad.
Gracias Señor te damos, hemos atravesado todo este camino de aprender lo que significa ser victoriosos por naturaleza y hoy Señor, reclamamos para nuestra vida, la parte experimental de la enseñanza. Señor, no queremos que esto quede en nuestro conocimiento intelectual, queremos que sea una realidad de vida.
Y Señor, oramos declarando una Iglesia firme, fuerte, bien parada en la fe, una Iglesia que va hacia adelante, no esperando la victoria, sino desde la victoria, participando de ese triunfo, es decir, permaneciendo en Cristo día tras día, con gozo en su corazón y declarando que el Dios que prometió, es el Dios que cumple, el que tiene todo poder y el que se encarga de lo imposible.
Te alabamos, te honramos y te damos muchas gracias Señor, por todo lo que has depositado en nosotros y a ti te damos toda la gloria porque la mereces, porque eres el hacedor de todas estas maravillas a nuestro favor.
Te bendecimos, con todo nuestro ser y oramos en el nombre de Cristo Jesús, amén, amén.
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