Victoriosos por naturaleza - Quinta parte
D. Dardano, D. Cipolla, H. Cipolla
03 de November de 2018
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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(Daniel Dardano)
Otra vez juntos, qué privilegio de seguir extractando de los tesoros que Dios tiene para nosotros en este “victoriosos por naturaleza”, ahora sí, parte 5.

Estamos avanzando en todo aquello que el Señor ha determinado para sus hijos y estamos creyendo, y por esa fe que hemos depositado en Él, sabemos que aquellas cosas que tienen que suceder, suceden en nuestra vida por ese poder.
Condensamos mucho de la enseñanza en Gálatas 2:20 y observamos una frase central en Gálatas 2:20 que dice: ... ya no vivo yo, sino que Cristo vive en mí.
Pero también vimos que hay una condición anterior y se refiere a: ... Con Cristo estoy juntamente crucificado. Pero también una condición posterior: ... lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios.
Cuando esto se conjunta es poderoso para vivir de esta manera, y precisamente queremos ahora hablar de dos conexiones que se establecen tomando como base la condición anterior y la condición posterior.
Voy a leer un pasaje de la Palabra de Dios que dice así:

“Los apóstoles dijeron al Señor:
—Auméntanos la fe.
Entonces el Señor dijo:
—Si tuvieran fe como un grano de mostaza,
dirían a este sicómoro (o higuera):
“¡Desarráigate y plántate en el mar!”

y el árbol les obedecería.”
Lucas 17: 5-6 / RVA 2015

Visto de manera sencilla, los apóstoles pensaban que tener una vida de victoria siempre y estar exitosos, era precisamente que les faltaba, y se lo pidieron a Jesús, que Jesús les aumentara la fe. Y Jesús los desorienta, porque ellos no pudieron entender la respuesta, le estamos pidiendo que nos aumente la fe y nos está diciendo algo tan extraño, si tuvieran fe como un grano de mostaza le dirían a este sicómoro: “¡Desarráigate y plántate en el mar!” y el árbol les obedecería.” Señor, la verdad, no entendemos esa respuesta.
Bueno, el tema es que ellos no necesitaban una fe más grande, no necesitaban que Jesús les aumentara la fe, es decir, no era la cantidad de fe sino el potencial.
A ver, la semilla de mostaza es una de las semillas más pequeñas de la Tierra, inclusive dicen los que saben, que es tan pequeñita como la cabeza de un alfiler, así que imaginemos la cabeza de un alfiler y el grano de mostaza, comparando a la fe grande que ellos pedían; pero Jesús dice, si ustedes tuvieran fe como ese grano de mostaza, adentro de ese grano de mostaza está el potencial para desarrollarse, y entonces eso se engrandece y crece, la fe que ustedes tienen, tiene que desarrollarse de la misma manera. De hecho, ese árbol de mostaza, cuando crece, puede alcanzar diez pies o tres metros, ¿qué les parece? Algo chiquitito como una cabeza de alfiler tiene potencial para desarrollarse como un árbol de tres metros de alto, maravilloso.
Seguimos con la enseñanza.

(Hernán Cipolla)
Y sí, realmente es maravilloso, porque además es sencillo de entender, no tiene nada de complicado las palabras de Jesús y la enseñanza de Jesús, pero Jesús tenía la particularidad de hablar de cosas que eran cotidianas, que la gente conocía, que eran sencillas de entender, pero la profundidad que hay en esas palabras es riquísima y eso es lo que hoy queremos llegar hoy a comprender por el Espíritu obviamente, para entender cuál es esa profundidad a la que el Señor quería llegar con sus discípulos al hablarles del grano de mostaza.
Por ejemplo, cualquiera pensaría como lo pensaron los discípulos, que algo uno tiene que hacer. En este caso los discípulos le pidieron al Señor que les aumentara la fe, es decir, algo el Señor tenía que hacer, pero muchas veces nosotros pensamos que debemos hacer algo para tener más fe. A veces ese algo lo traducimos a acciones que nosotros pensamos que son espirituales, voy a leer más la Palabra, voy a meterme más encerrado en mi cuarto por más tiempo, voy a escuchar más mensajes, voy a escuchar todo el día música de alabanza, y quién sabe cuántas cosas; y de verdad, no tenemos ningún problema con eso, al contrario, creemos que es muy edificante. Pero lo central es, ¿a dónde nos dirige siempre nuestro pensamiento? Nuestro pensamiento nos dirige a lo que podemos hacer.
Pero veámoslo de este modo, si nosotros estamos basados en qué podemos hacer, algo que nos corresponda, es como si dijéramos lo siguiente, bajemos de la cruz a nuestro yo, ese que ya Cristo crucificó y démosle la autoridad para hacer lo que le corresponde hacer. Entonces, ¿qué va a hacer ese yo que había quedado crucificado? sacar de sus fuerzas naturales de su naturaleza humana para intentar tener fe y para no fallarle a Dios.  
Tú y yo sabemos que eso es imposible, no hay manera de que humanamente logremos tener esa clase de fe.

¿Cuál es la solución a esto, la verdadera solución? Es que aprendamos a no hacer nada basados en nuestra propia fuerza o en nuestra naturaleza humana, nada, ni siquiera un intento, ni siquiera pensar que pudiéramos hacerlo. Cuando realmente no hacemos nada estamos dejando que lo que tenemos de Cristo, la fe de Cristo que está en nosotros se empiece a desarrollar y se empiece a manifestar.

Ahora, pareciera haber una línea delgada entre qué, entre hacer y no hacer, porque yo sé que en la medida que estamos hablando esto alguien pudiera pensar, definitivamente estamos de acuerdo, no debemos hacer nada y algunos otros deben estar pensando y diciendo, pero a ver, momento, momento, pero no hay cosas que sí nos corresponden hacer, no hay cosas que nosotros debiéramos hacer como hijos de Dios, porque precisamente Dios nos ha dado su naturaleza, entonces no queremos generar un conflicto con esto, al contrario.
Queremos que vean lo siguiente, en realidad, el problema no está en hacer o no hacer, el verdadero problema está en el origen de lo que hacemos, ahí es donde encontraremos el equilibrio para que las cosas espiritualmente funcionen, ¿por qué? Porque si lo que hacemos tiene como origen nuestra habilidad humana, nuestras fuerzas naturales, todo lo que hagamos para intentar honrar al Señor o agradarlo va a ser inútil, no servirá de nada, esto lo venimos explicando desde la enseñanza anterior, cualquier esfuerzo de nosotros por lograr algo de Dios es imposible lograrlo.

Ahora, ¿cuál es el secreto? No hacer nada a nivel natural. Si por el contrario, el origen de lo que estamos haciendo es la vida de Cristo que está en nosotros, la nueva naturaleza que recibimos, entonces veremos que hay resultados y esos resultados son los resultados venidos de Dios, es lo que Dios quiere producir en y a través de nuestras vidas.

Ahora, sí necesitamos hacer un énfasis muy especial y es que para distinguir o discernir si las acciones proceden de lo natural o de lo espiritual que tenemos de Dios, eso no lo podemos aprender por leer más libros, por hacer seminarios, por escuchar y mirar estos videos cien veces seguidas, sino de una sola manera, en la escuela de la comunión íntima con el Señor, ahí es donde de verdad aprendemos a discernir. Y será el Espíritu Santo siempre, cuando hay un corazón dispuesto porque conocemos al Señor, que nos hará distinguir y nos mostrará ... Hernán por ahí no, ahí estás intentando por tus propios medios y por tus fuerzas hacer lo que le corresponde a la naturaleza de Cristo que está adentro tuyo.

Ahora vamos a ver un ejemplo, el apóstol Pablo escribió en su segunda carta, que el poder divino nos ha dado todo lo que necesitamos para vivir como Dios manda, de hecho agrega que nos esforcemos para añadir a nuestra fe virtud, a la virtud entendimiento, al entendimiento dominio propio, y la lista es más larga. Ahora, ¿qué quiere decir? Que hay acciones espirituales que sí nos corresponden hacer, pero realmente esas acciones las podemos hacer por la naturaleza divina que está en nosotros, por la fuerza del Espíritu que surge en nuestro interior y que nos llevan a hacer lo que viene de Dios.
Entonces, claro que hay cosas que podemos hacer y que debemos hacer, pero esas cosas estarán basadas en la vida de Cristo que está en nosotros y darán resultados.

Ahora, en contraste a esto y vamos a entrar ahora a un tramo de la enseñanza muy interesante, porque hay un contraste de lo que estamos analizando y el contraste es, cualquier tipo de acción que no provenga de la vida de Cristo, ése siempre va a ser el contraste. Y si es contrario a la vida de Cristo es algo natural, es algo humano.
En el último video explicamos que es la fe y obviamente, lo explicamos de acuerdo a lo que el Señor piensa, ahora, a partir de ahora, y Dany va a comenzar, vamos a ver ejemplos de lo que no es la fe y que nosotros pudiéramos confundir con fe, pero en realidad terminan siendo acciones naturales que no nos permiten vivir en plenitud la victoria de Cristo para nuestras vidas.

(Daniel Cipolla)
Mientras estabas hablando de esto, me quedé pensando en todas las órdenes del Nuevo Testamento, porque tenemos varias órdenes de cosas que hay que hacer, pero creo que nos olvidamos de algo. Nosotros, cuando leemos las Escrituras, nos tenemos que poner en otro modo, sí, porque las solemos leer en el mismo modo que leemos un libro, y este es un modo espiritual que no es como el de un libro, porque todas esas órdenes de la Escritura son al nuevo hombre, a la nueva creación que Dios puso adentro nuestro, sino nos empezamos a confundir y empezamos a leer cosas y decimos, bueno, pero entonces sí lo tengo que hacer, pero entonces, creo que sí lo tengo que hacer, pero me empiezo a basar en mis fuerzas, como si fuera al viejo hombre que se las está pidiendo. No, al viejo hombre no se las puede pedir porque la sentencia ya está clara, es un inútil, un incapaz que no tiene posibilidades, y esto es muy importante ahora que vamos a ver lo que no es la fe y vamos a ver en una historia de fracaso lo que esto significa.
Vamos a leer juntos Mateo 14, vamos a ir del verso 23 hasta el 32 que dice así:

“Una vez despedida la gente, subió al monte para orar a solas;
Está hablando de Jesús.
...y cuando llegó la noche, estaba allí solo.
La barca ya quedaba a gran distancia de la tierra,
azotada por las olas, porque el viento era contrario.
Y a la madrugada, Jesús fue a ellos caminando sobre el mar.

Pero cuando los discípulos lo vieron caminando sobre el mar,
se turbaron diciendo:
—¡Un fantasma!
Y gritaron de miedo.
En seguida Jesús les habló diciendo:

—¡Tengan ánimo! ¡Yo soy! ¡No teman!
Entonces le respondió Pedro y dijo:
—Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre las aguas.
Y él dijo:

—Ven.
Pedro descendió de la barca y caminó sobre las aguas,
y fue hacia Jesús.

Pero al ver el viento fuerte tuvo miedo y comenzó a hundirse.
Entonces gritó diciendo:
—¡Señor, sálvame!
De inmediato Jesús extendió la mano, lo sostuvo y le dijo:
—¡Oh hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?
Cuando ellos subieron a la barca, se calmó el viento.”
Mateo 14:23-32 / RVA 2015

Este es un pasaje muy archi conocido, pero vamos a ver algunas cosas particulares que van con nuestro tema.
Como ya hemos aprendido, el fundamento de la fe, ¿qué es? La Palabra del Señor. Por tal razón nuestra seguridad se encuentra en lo que la Escritura se registra que Cristo hizo a nuestro favor. Nosotros de ahí podemos depositar la fe en el Señor y en lo que Él hizo por nosotros.
Ahora, según este relato, si miramos este relato y la Palabra de Dios, tenemos que decir que la Palabra de Dios en este relato es una sola, y cortita, tres letras, es la palabra: ven.
¿Por qué? Porque esa declaración del Maestro, era para Pedro la Palabra de Dios, porque Pedro fue el que le dijo: si eres tú, manda... y Jesús mandó, le dijo entonces, ven, eso le daba a Pedro la seguridad, ¿de qué? De que iba a caminar sin fracasar.
Esto es lo que ocurre cuando creemos sin dudar una Palabra de Dios, tiene que suceder, tiene que funcionar, simplemente porque es la Palabra de Dios. De hecho, si nosotros lo miramos, Pedro caminó, no dice cuántos pasos, pero Pedro caminó, hasta un momento caminó, hasta que él vio el efecto del viento, la fuerza del viento, que por supuesto también movería las olas bastante fuerte, y en ese momento él se comenzó a hundir y ahí le pide ayuda al Señor; cuando le pide ayuda al Señor, el Señor extiende la mano, lo ayuda.

Pero la pregunta es, ¿cuándo se originó la duda de Pedro? ¿cuándo se originó? En el mismo momento, y escuchen bien, en que Pedro se dejó llevar por sus sentimientos, ¿qué hizo Pedro en un momento? Quitó los ojos de Jesús. ¿Y a qué me refiero con los ojos en Jesús? Seguir con los ojos puestos en la Palabra que le había dado era igual que seguir con los ojos puestos en Jesús, era lo mismo.
Pero ahora qué hizo, quitó los ojos de Jesús. Al quitar los ojos de la Palabra y los puso sobre el viento, al hacer eso, inmediatamente empezó a hundirse, quiere decir que hay una lección ahí, nunca nuestros sentimientos deben gobernar la fe, sino que la fe debe gobernar los sentimientos.
¿Qué significa esto? Ah, hermano tenemos que anular los sentimientos, el alma es mala, no, no, no. Ni debemos anular los sentimientos ni el alma es mala, porque todo lo que Dios creó es bueno, el punto es que nuestra alma, donde está el centro de nuestro intelecto, nuestra voluntad, nuestras emociones, no está dada para gobernarnos nunca, sino el Espíritu de Dios a través de nuestro espíritu. Por eso, cuando Pedro hace esto, él está dejando por un momento que sus sentimientos lo gobiernen en vez de que la fe lo gobierne.
¿Pero qué hacen los sentimientos? ¿Qué hacen cuando nos dirigen?
Desplazan la fe, lo primero que hacen.
Segundo, no permiten que experimentemos aquello que es para nosotros de parte de Dios.
Además los sentimientos tienen algo muy riesgoso, ¿saben qué es? llevarnos a una conclusión equivocada. ¿Cómo cual? Vamos a suponer, estábamos orando por algo prometido en la Palabra, no nos sucedió y entonces qué decimos ... bueno, evidentemente esa Palabra no necesariamente se cumple en todos los casos porque hay excepciones y Dios es soberano.
Hay que tener mucho cuidado con eso, ¿por qué? Porque si no hay una Palabra del Señor acerca de un caso en particular, nosotros no somos quienes para decir que una Palabra de Dios en tal caso, no se cumplió porque había excepciones, ¿estoy siendo claro? Esto es muy importante comprenderlo.
Toda Palabra del Señor para nosotros, es para que se cumpla en nosotros, y salvo una excepción hablada por el Espíritu Santo, no puede haber una Palabra del Señor que no se cumpla. Pero no podemos permitir que los sentimientos gobiernen, porque eso entonces va a desplazar la fe y vamos a entrar a lo que Hernán comenzó diciendo, a aquello que no es fe.
Tenemos que tener cuidado con los sentimientos.

(Daniel Dardano)
Mientras estabas hablando estaba pensando en algo, las mujeres quizá se rían con esto, soy enemigo de las telenovelas, no me gustan, porque primero que es mentira, segundo que no tengo tiempo y no me interesa en lo más mínimo, pero por lo que sé, porque a veces en los avisos publicitarios se da, uno ve una línea en el tema de cómo las telenovelas manejan los sentimientos. Generalmente las telenovelas están dadas por un amor que alguien se enamora del otro y terminan casándose o divorciándose, pero generalmente hay una frase que determina la decisión de la persona, déjate llevar por tus sentimientos porque tu corazón manda.
Esto, lo que estamos hablando, es absolutamente contrario a esto. Entonces, los sentimientos no gobiernan, entonces, no nos podemos comer la mentira de una telenovela porque esto es absolutamente anti Dios y tenemos que ver que los sentimientos bajo gobierno, como dijiste, entonces, sí glorifican al Señor.

El otro punto al que me quiero referir es, el razonamiento o los razonamientos.

Si bien los sentimientos son negativos para el desarrollo de la fe, también lo es el razonamiento o los razonamientos, porque obstaculizan la manifestación de la fe genuina, la fe del Hijo de Dios en nuestras vidas.
Y vamos a hacer un ejemplo. Todos recordamos el caso de la muerte de Lázaro, Jesús estaba en una ciudad determinada, en un lugar determinado y es enterado de que había problemas en la aldea de Betania y Jesús sabe, le hablan de la enfermedad de Lázaro y Jesús dice, esta enfermedad no es para muerte sino para gloria de Dios y se queda dos días más.
Uno podría pensar, qué ilógico, ¿verdad? Porque además uno sabe que Jesús amaba a Marta, a María y a Lázaro. Una vez que Jesús supo en su espíritu que Lázaro había muerto, entonces dice vamos, ahora sí vamos.
Para la mente, para la lógica absolutamente antinatural, además siendo tu amigo tendrías que haber estado ahí en ese momento.
Ahora bien, quiero leer dos pasajes de la Escritura en donde vamos a ver en Marta, el predominio de los razonamientos:

“Marta le dijo a Jesús:
—Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto.
Pero ahora también sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará.
Jesús le dijo:
—Tu hermano resucitará.
Marta le dijo: —Yo sé que resucitará en la resurrección en el día final.
Jesús le dijo: —Yo soy la resurrección y la vida.
El que cree en mí, aunque muera, vivirá.”
Juan 11: 21-25 / RVA 2015

Pero hay otro pasaje:

“Jesús, conmovido otra vez dentro de sí, fue al sepulcro.
Era una cueva, y tenía puesta una piedra contra la entrada.
Jesús dijo:

—Quiten la piedra.
Marta, la hermana del que había muerto, le dijo:
—Señor, hiede ya porque tiene cuatro días.
Jesús le dijo:
—¿No te dije que si crees verás la gloria de Dios?”

Juan 11: 38-40 / RVA2015

Es interesante notar aquí, la secuencia en los razonamientos que Marta le hace al Señor.
Lo primero que expresó, Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no hubiera muerto.
A ver, es lógico dice Marta, que Tú siendo Jesús, si tu presencia física se hace presente mi hermano no habría muerto.
Muy bien, es como que limitaba el poder del Señor a la presencia física de Él en ese lugar, aunque luego ella manifiesta conocer determinadas cosas y afirmar, pero las cosas que dijo realmente no estaban basadas en la fe.
Cuando Jesús le dice que su hermano resucitaría, que no se hiciera ningún problema, ¿qué le dice Marta? Ah, sí, yo sé que va a resucitar, oh...
¿Qué sabía? La teología, el conocimiento que ella tenía.
Primero, si hubieses estado aquí mi hermano no habría muerto... razonamiento.
Segundo, sí yo sé que mi hermano va a resucitar, pero en aquél día final va a resucitar, ay, ay, ay, muy bien, ¿qué le dice Jesús? Marta, yo soy la resurrección y la vida. ¿Ve? El razonamiento estaba obstaculizando el ejercicio genuino de la fe que Marta tenía que tener.
¿Qué es lo que estaba haciendo Jesús con esto? Estaba procurando quebrar el argumento, el razonamiento, todo lo que Marta tenía montado en su mente para que genuinamente y humildemente pudiera creer en aquél que tenía frente a sí y todo lo que vendría después.
Obviamente, que los esfuerzos de Jesús por cambiar el razonamiento de Marta no fueron posibles.

Entonces, Jesús luego le dice, Marta quiero decirte algo, mira, vamos a quitar la piedra, ¿quitar la piedra, para qué? Porque algo va a pasar.
Señor, por favor hace cuatro días que mi hermano murió y está ahí, tiene mal olor, ¿no te das cuenta que esto no va a funcionar? Otra vez el razonamiento.
Marta, si tú crees vas a ver la gloria de Dios, otra vez el obstáculo, Jesús decía una cosa y Marta, razonando, contraponía con otro argumento oponiéndose a lo que Jesús decía.
Ahora bien, no hay duda que Jesús amaba a Marta, eso lo sabemos, lo dice la Palabra, pero Marta necesitaba que todos sus razonamientos fueran quebrados a la luz de la fe que tenía que tener en Jesús. Ahora, humanamente ella estaba impidiendo ser sensible a lo que Jesús estaba haciendo.

Así que, resumiendo esto, sentimientos y razonamientos, son una piedra que obstaculizan la manifestación del Hijo de Dios en nuestra vida.
Así que, queridos cuidado, miremos en este espejo para quitar toda piedra que nos impida el ejercicio de la fe del Hijo de Dios.

(Hernán Cipolla)
Y es tremendo realmente ver esto, porque uno se ve reflejado, es decir, no estamos culpando a Marta, lo que estamos haciendo es darnos cuenta que muchas veces vamos al Señor de la misma manera y le exponemos los mismos asuntos y los mismos argumentos. Pero en este caso que hablamos del razonamiento, creo que tenemos que ver lo que pasa cuando realmente queremos razonar con el Señor, qué es lo que de verdad queremos hacer. Porque lo que estamos tratando de hacer es razonar la fe, ése es el primer problema. ¿Y por qué queremos razonar la fe? Porque queremos meter dentro de nuestro esquema de pensamiento, dentro de nuestra mente finita, el poder de Dios, los hechos y la manera de Dios de hacer las cosas, y pensamos que Dios lo tiene que hacer como me cabe acá (en la cabeza).
Dios lo va a hacer de una manera concreta como que para mí suene lógico y entendible que Dios lo tiene que hacer, y eso es lo que le estaba pasando a Marta.

Ahora, ¿qué nos pasa cuando tratamos de razonar con Dios y meter en nuestra cabeza lo que debería llevarse solamente por la fe? Estamos limitando a Dios y no le damos lugar a lo que es imposible y a lo que es impensable, ése es el mayor problema. Por tratar de razonar se nos acabaron las posibilidades y esa partecita que es enorme y le corresponde a Dios de actuar en lo imposible, y lo que para mí es impensable, dentro de mí ya no tiene lugar porque al razonar no le di espacio.

Ahora, hay un pasaje más que vamos a leer relacionado con esto y es muy interesante, dice así en Mateo 16 del 21 al 23:

“A partir de aquel momento,
Jesús empezó a manifestar a sus discípulos

que tenía que ir a Jerusalén,
y que los ancianos del pueblo,
los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley
le harían sufrir mucho, y luego lo matarían,
pero que al tercer día resucitaría.
Pedro, llevándolo aparte, comenzó a reprenderlo, diciendo:
— ¡Que nada de eso te pase, Señor!
Pero Jesús, volviéndose a él, le dijo:
— ¡Apártate de mí, Satanás!
Tú eres una piedra de tropiezo para mí,
porque no piensas como piensa Dios,
sino como piensa la gente.”
Mateo 16: 21-23 / BLPH

Si nos fijamos es bien tremendo este ejemplo, precisamente porque está hablando de una forma de sentir y de razonar conforme a lo humano. De la misma manera que le ocurrió a Pedro, cuando nosotros anteponemos a una situación que estamos viviendo, los sentimientos y los razonamientos, lo que estamos haciendo es precisamente lo que leímos al final, estamos pensando como piensa la gente, estamos actuando como piensa la gente, ¿por qué hacemos eso? Porque estamos teniendo una perspectiva natural y humana de esa situación que estamos atravesando.

Ahora, hay algo más que debemos tomar en cuenta, ¿qué pasa con la naturaleza humana? La naturaleza humana, queramos o no, nos guste o no, está relacionada con la naturaleza satánica debido al pecado, por lo tanto, cuando reaccionamos ante las situaciones como simples humanos y salen nuestros sentimiento y sale nuestro razonamiento, lo que sin querer inconscientemente estamos haciendo es que, estamos dando lugar al diablo.
Por esa razón, no es que Jesús solamente de pronto le cambió el nombre a Pedro y lo llamó Satanás ahora, no era un cambio de nombre, le estaba diciendo entre líneas, estás actuando en nombre de Satanás. Es fuerte, es fortísimo, estás actuando en nombre de Satanás, porque estás viendo las cosas humanamente y lo humano es terreno fácil para el diablo, en cambio, cuando se actúa conforme a la fe estamos en el terreno divino, en el terreno donde Dios todo lo puede hacer, en el terreno donde Dios es especialista y dónde sí hay lugar para lo imposible o para lo impensable.

Ahora, para que la fe se active y el poder del Señor se hagan evidentes, es imprescindible que nuestra mente esté completa y absolutamente en acuerdo con Dios.
Es decir, nosotros tenemos que pensar como piensa Dios, si pensamos a la manera humana estaremos jugando en el terreno del diablo, pero si pensamos como Dios piensa, estaremos en el lugar donde Dios nos quiere, y podremos ver las situaciones y las circunstancias desde la perspectiva de Dios y desde las posibilidades de Dios.
Por eso, vamos a meternos un poquito más en algunas de estas cosas que nos ayudan mucho para ver las cosas como Dios las ve.

(Daniel Cipolla)
Es más, cuando pensamos como cualquier persona piensa, nos estamos dando una licencia, la licencia de volver a pensar con la cabeza del viejo hombre y de la vieja mujer, y en realidad ¿eso qué hace? Nos hace perder la condición de enviados del cielo a la Tierra.
Como enviados que tienen un Reino, tienen una mentalidad que proviene de un Reino, que es el de Dios, pero no la están aplicando a la circunstancia. Entonces, queramos o no, es por eso que estamos volviendo a decirle al diablo, tú tienes razón.
Por eso las palabras de Jesús fueron tan fuertes, porque en realidad, decir en este sentido, soy humano, es lo mismo que decir, soy diabólico, porque recordemos que la Biblia dice que sólo están los hijos de Dios y los hijos del diablo. Cuando nosotros no éramos hijos de Dios, ¿qué éramos? Hijos del diablo, si sigo pensando como piensa la gente, yo lo que demuestro ser, es un hijo del diablo.
Por eso, la palabra Satanás es correcta aunque suene fuertísimo, más para un apóstol, un discípulo, una palabra así, pero era realmente verdadera.

Por eso ahora, a través de un ejemplo, justamente vamos a ver más profundamente esto, de lo que estamos hablando acerca de cómo tenemos que despegarnos de la forma de pensar normal que tiene la gente para atacar o para enfrentar cualquier situación determinada.
En este caso, Jesús estaba en la barca, estaba con los discípulos, ellos habían llevado un solo pan y dice la Biblia que Jesús aprovechó la ocasión para enseñarles de la levadura de los fariseos, que era la hipocresía. Yde la levadura de Herodes, que tenía que ver con la influencia del ateísmo, ésa era la levadura de Herodes, que lleva a que todos los logros son a través del esfuerzo y la capacidad humana, ¿si vamos a lograr algo? Lo vamos a lograr nosotros, ésa es la levadura de Herodes, de las dos.
Pero después de ese comentario, los discípulos ¿qué pensaron? Que se estaba refiriendo al pan que no habían traído; entonces vamos a leer un pasaje bíblico para entender un poco más esto.
Vamos a ir a Marcos capítulo 8, desde el verso 16 al 21, que dice:

“Los discípulos comentaban entre sí que no tenían pan.
Jesús se dio cuenta, y les dijo:
—¿Por qué dicen que no tienen pan?
¿Todavía no entienden ni se dan cuenta?
¿Tienen tan cerrado el entendimiento?
¿Tienen ojos y no ven, y oídos y no oyen?
¿No se acuerdan?
Cuando repartí los cinco panes entre cinco mil hombres,
¿cuántas canastas llenas de pedazos recogieron?
Ellos contestaron:
—Doce.
—Y cuando repartí los siete panes entre cuatro mil,
¿cuántas canastas llenas recogieron?
Contestaron: —Siete.

Entonces les dijo:
—¿Todavía no entienden?”
Marcos 8: 16-21 / DHH

Aquí tenemos un cuadro puntual de lo que damos en llamar creyentes incrédulos, ¿qué contrariedad, no? Creyentes incrédulos.
¿Por qué? La vida diaria de estos discípulos que acompañaban a Jesús era predicar el Reino, mientras lo hacían manifestaban el poder de Dios sanando a los enfermos, limpiando a los leprosos y hasta resucitando a los muertos y echando afuera los demonios. Además, ellos habían visto al Señor hacer toda clase de milagros, hasta milagros que no están escritos en las Escrituras y sin embargo, al enfrentar una cosa tan práctica, tan cotidiana como la falta de pan, ¿qué hicieron? Pensaron y actuaron como lo hacemos cualquier ser humano que no tuviera a Cristo.
Es decir, a la hora de la hora, la cosa más sencilla que tenía que ver con comida, no la pudieron ver con los ojos del Reino, con los mismos ojos con que sanaban a los enfermos, echaban fuera a los demonios o resucitaban a los muertos, no, lo vieron como la gente normal, bueno, nos falta pan y nos va a faltar comida.

Ahora bien, fíjense esto, esto pone en evidencia que las maravillas hechas por el Señor y por ellos mismos, tenían un objetivo y quiero que veamos esto.
Cuando usted y yo, nosotros, leemos las Escrituras, sobre todo leemos los evangelios, lo que vemos en los evangelios, es una seguidilla de milagros, milagros, sanidades, prodigios y señales... Y uno a veces lee todo eso y uno dice, wow, este relato, wow, aquel relato, lo que el Señor hizo, lo que lograron hacer. Pero la pregunta es, ¿estamos entendiendo por qué están esos milagros? ¿para qué están esas maravillas allí?
Escuche esto bien, el propósito de los milagros que los discípulos hacían y lo que Jesús hacía, era uno sólo, transformar la mente de los discípulos.
Cuando leemos las Escrituras y leemos los evangelios y leemos el Libro de los Hechos y vemos el poder de Dios, el propósito que tienen esos relatos, ¿saben qué es? Que esos milagros, esas señales, esos prodigios, transformen nuestra mente. Es decir, lleven a que nuestra mente sea una mente del Reino de Dios, sea una mente que traiga lo celestial a lo terrenal.
Entonces, con esto el Señor quería romper en ellos esta mentalidad embotada, cerrada y endurecida que ellos tenían, que todavía estaban pensando que les faltaba un pedazo de pan.

Ahora, no podemos decir que los discípulos no conocían al Señor, porque sí lo conocían, sin embargo en las cosas de la vida práctica, eran incrédulos. Y muchas veces es lo que nos pasa, en las cosas más grandes a veces sí buscamos al Señor y eso... pero cuando hay una cosa muy pequeña, de golpe parece que perdemos al Señor en medio y decimos, esto lo tenemos que tomar en nuestras manos.
Entonces, ¿qué lección nos deja esto? Preguntarnos si en lo práctico y cotidiano somos creyentes incrédulos o si en verdad estamos permitiéndole al Señor que transforme nuestra mente.

Recordemos cuando el Señor nos vuelve a recordar sus grandezas, no es solamente para que meditemos en ellas y nos gocemos en todo lo que Él hizo y los milagros que Él hizo, su propósito principal de ese recordatorio, es para que nuestra mente sea renovada.
Por eso Pablo habla tan claramente del espíritu de nuestra mente, cómo necesitamos que el espíritu de nuestra mente sea renovado, ¿para qué? Para vivir manifestando diariamente la fe del Hijo de Dios, ¿para qué? Para que veamos todos lo que nos ocurre, aún lo más pequeño, desde nuestra posición celestial, de esa manera, de esa manera vamos a actuar con una mentalidad celestial, pero aquí en la Tierra, que activa la fe del Hijo de Dios, y que se va a manifestar en nuestras vidas, y que vamos a poder manifestar cómo es el cielo y cómo las cosas se hacen en el cielo, pero aquí, haciéndolo en la Tierra, a través de la fe que el Señor nos ha dado. Y esto es muy importante para que lo entendamos y lo podamos vivir en la experiencia práctica.

(Daniel Dardano)
Amados, Dios es bueno y no debemos permitir que el diablo nos robe todo aquello que Dios ha hecho por nosotros y todos aquellos recursos que tenemos en Cristo Jesús.
Vamos a finalizar con un versículo poderosísimo de la Palabra que vuelve a declarar lo que Dios ha hecho por cada uno de nosotros, leo la Palabra de Dios:

“Todas las promesas que ha hecho Dios
son «sí» en Cristo.

Así que por medio de Cristo respondemos «amén»
para la gloria de Dios.”

2 Corintios 1:20 / NVI

¿Qué está diciendo aquí el apóstol en resumen? Que todas las promesas, todas las promesas que Dios ha hecho, tienen su cumplimiento en Cristo, dice son «sí» en Cristo. Para Dios, en Cristo, ya está cumplido, pero ahora se refiere a nosotros y dice, Así que por medio de Cristo nosotros respondemos... con un “así sea”, con un «amén» ¿para qué? ... para gloria de Dios. Esto es significativo, es definitivo y es rotundo.

Ahora, todas las promesas de Dios registradas en la Palabra, sabemos que se cumplen en Cristo, porque aquí lo dice el apóstol Pablo por el Espíritu, se originan a partir de lo que Cristo hizo en la cruz del Calvario.
Por un lado, están las promesas hechas en el Antiguo Testamento, que han dejado de serlo porque hoy tienen su cumplimiento por la obra de Cristo y por lo que Él ha hecho, pero por otro lado, están aquellas promesas que van a requerir de un cumplimiento futuro, pero nada de esto va a fallar, porque si Dios habló así va a ser.
Ahora, en el Antiguo Testamento, en el Antiguo Pacto, se registra la promesa de Dios de que Él pondría un espíritu nuevo, un corazón nuevo y escribiría sus leyes en el corazón de su pueblo, esto el Señor lo afirma. ¿Qué sucedió? Eso, hoy para nosotros, ya no es promesa en Cristo, se cumplió, ¿qué tenemos? Corazón nuevo, espíritu nuevo.
Quiere decir, que el poder de Dios se ha manifestado, porque aquella promesa fue cumplida, por eso, es contradictorio que hoy en día alguno de nosotros pueda decir, hermano soy débil, soy humano, vivo en esta Tierra, todavía me falta mucho... ¿Qué estamos haciendo? Estamos negando consciente o inconscientemente lo que Él puso, un espíritu nuevo, un corazón nuevo, una naturaleza de victoria.
Entonces, para que esto se haga realidad en nuestras vidas, vamos a conducirnos de acuerdo a lo que hemos recibido.

Ahora, por otra parte, contamos también con promesas de Dios que tienen su cumplimiento en el futuro. Por ejemplo, todos nosotros sabemos que Cristo volverá, que los muertos en Cristo resucitarán primero para vivir la vida eterna, que aquellos que hayan quedado recibirán un cuerpo nuevo, un cuerpo transformado y esto es una promesa que está por cumplirse, pero cuando esta promesa está por cumplirse, para nosotros es una realidad. Hermano, si yo te dijera si crees esto, me vas a decir que sí, porque todos creemos en esto, la cuestión es que ese sí, que nosotros decimos, sea absolutamente de corazón, porque no hay nada ni nadie que pueda impedir que eso vaya a suceder en el futuro, es decir, no nos espera una tumba, nos espera una gloria celestial donde estaremos con Cristo para siempre jamás.

Por eso, estamos en este mundo de paso para cumplir con una misión, pero nuestro destino eterno está en la gloria de Dios como cuerpo de Cristo gozándonos con Él para siempre.

En conclusión, tanto las promesas que se cumplieron como aquellas que están por cumplirse, sabemos que tienen su base en lo que Cristo hizo en la cruz del Calvario, con esa base, entonces, la fe del Hijo de Dios tiene que acrecentarse en nosotros. Por eso, Pablo dijo, no vivo yo, vive Cristo en mí, y lo que ahora vivo en la carne, en esta Tierra, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí.
¿De qué estaba hablando Pablo? De una fe que crece, de una fe que crece para hacerle honor a Dios por lo que Él depositó en cada uno de nosotros, y cuando esa fe se ejercita, entonces podemos estar seguros de cómo caminamos en esta Tierra.

De esta manera, terminamos esta parte de “Victoriosos por naturaleza”, con una nota de alabanza a nuestro Dios:

Señor, qué otra cosa podemos hacer que bendecirte, no nos espera una tumba, no nos espera un quién sabe qué pará conmigo, no; nos espera la gloria, nos espera una eternidad contigo en el cielo, en un estado perfecto.
Por eso, anticipamos en esa fe del Hijo de Dios, que nos sentimos felices y dichosos porque nuestro futuro no depende de ninguna cosa que nos asegure nada en este mundo, sino que nos asegura que estaremos contigo para siempre jamás.

Damos gloria a tu Nombre ahora y siempre, en Cristo Jesús, amén.


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