en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Reciban un saludo afectuoso, reconociendo el privilegio que tenemos de compartir la Palabra y teniendo un interés común, recibir de la Palabra de Dios aquello que Él quiere hablarnos hoy, este es un tremendo privilegio que no se compara con nada en la Tierra.
Quiero comenzar con una pregunta. Yo sé que ustedes donde están pueden contestar la pregunta, obviamente yo no voy a recibir la respuesta, de todas maneras reflexionen la pregunta, yo la voy a contestar y creo que vamos a coincidir en las respuestas.
La pregunta es, ¿qué cosas compartimos los seres humanos a nivel universal que nos son comunes a todos?
Repito, ¿qué cosas compartimos los seres humanos a nivel universal que no son comunes a todos?
Sé que algunos ya habrán respondido, otros quizás necesiten una aclaración, pero voy a empezar con la respuesta y van a entender de las cosas que estamos hablando.
Por ejemplo, en cualquier lugar del mundo los seres humanos necesitamos y compartimos el agua, no importa si nos conocemos o no, todos necesitamos agua, agua para beber, agua para higienizarnos, bueno, sin agua no se puede vivir.
¿Qué otras cosas compartimos los seres humanos a nivel universal?
Los alimentos. En algunos países es escaso, en otros es abundante, pero todos para vivir necesitamos alimento y lo compartimos.
También los seres humanos necesitamos ropa, todos necesitamos estar vestidos, salir de nuestra casa vestidos, y eso lo compartimos en todo el mundo, independientemente de las modas, de los gustos y de la forma de vestir.
También, y es muy obvio, necesitamos recursos, recursos de todo tipo, pero un recurso que nunca puede faltar y que compartimos es dinero; quién no necesita dinero, el dinero se comparte en todo el mundo.
Y también vivienda, necesitamos un lugar donde fijar nuestra residencia, donde vivir, donde tener la familia, donde comer, donde dormir, eso es a nivel mundial una necesidad que compartimos.
También, compartimos sentimientos, afectos, necesitamos amar, ser amados. También compartimos sufrimientos, compartimos alegría. También tenemos el privilegio de hablar y este hablar significa comunicarnos, porque entonces hablamos, necesitamos ser escuchados y que se nos escuche.
Habría muchas cosas más que los seres humanos a nivel mundial compartimos y no voy a seguir con esto porque los ejemplos serían demasiado.
Ahora, hay algo particular que compartimos pero que a veces intentamos disimular y es, sentir miedos o sentir temores.
Todos los seres humanos en todo el mundo, con diferentes niveles, padecemos de miedos, cierto tipo de temores que a veces nos afectan demasiado y uno puede decir que no, pero ahí está.
La pandemia que nos viene acosando durante tanto tiempo es una muestra evidente de lo que produjo, miedo, temor, temor al contagio, temor a que me contagien o a que yo contagie, temor a acercarme a otra persona por si a lo mejor tiene el Covid y si me contagia, aún temor a la muerte. Esto fue y sigue siendo muy evidente en los tiempos que nosotros estamos viviendo.
En definitiva, el miedo es poderoso, el temor es poderoso y condiciona, no sabemos a veces cómo trabajar con ese miedo, con ese temor, y como dije antes, la pandemia lo está demostrando.
Este temor, este miedo, no solamente nos asusta, nos inquieta, nos preocupa, hace que nuestra vida muchas veces se paralice y no sabemos qué camino tomar, por eso el miedo es condicionante.
Ustedes saben y lo reconocemos todos, que la pandemia ha cambiado la perspectiva de vida de todos los seres humanos.
Ahora, vamos a cambiar de faceta. También reconocemos que hay miedos saludables y miedos que preservan la vida, porque si yo tengo un sentido de preservación de vida voy a cuidar de cruzar una calle cuando no vienen automóviles, bueno, voy a cuidar muchísimas cosas por preservación de vida, y este miedo es saludable y este miedo uno lo puede desarrollar y lo desarrolla aún inconscientemente, pero obviamente, no voy a hablar de más miedos porque vamos a avanzar en el tema, pero ya está planteado este tema de los miedos o los temores.
Quiero llamar la atención de ustedes diciendo que hay un temor distinto,un temor diferente, sí, es un temor distinto, es un temor diferente, ¿por qué? Porque es un temor especial, es un temor único, es un temor que produce beneficios, es un temor que nos hace sabios, es un temor que nos hace criteriosos y tener discernimiento espiritual a la hora de juzgar algo, de determinar algo, de analizar algo; es un temor que edifica nuestras vidas, contrario al temor humano del que estamos hablando, este temor hace que nuestra vida sea construida, sea edificada de una manera diferente, en definitiva, es un temor santo, es un temor sobrenatural.
¿Qué temor es este? El temor de Dios.
Así es, el temor de Dios es un temor único, es un temor especial porque es un temor sobrenatural.
Qué alegría poder decirles a ustedes y decirme a mí mismo, que como hijos de Dios, ustedes y yo y los cristianos en todo el mundo, la Iglesia de Jesucristo, entre tantas cosas privilegiadas que compartimos, compartimos el mismo temor que es el temor de Dios, este es un privilegio. Por eso, lo que hoy quiero compartir y está en mi corazón y el Señor lo puso y lo marcó a fuego, ruego al Espíritu Santo que dé el fruto que esta Palabra quiere dar, porque es la voluntad de que llegue la revelación del temor de Dios a nuestras vidas.
El temor de Dios es poderoso, porque parte de un Dios Todopoderoso, así como hablamos del miedo humano que es poderoso y nos paraliza, el temor de Dios que viene de un Dios sobrenatural y todopoderoso nos abre camino en la vida, nos liberta de muchos yugos y hace que podamos caminar confiados.
Ahora bien, Dios nos da ese temor para que lo experimentemos, para que lo practiquemos todos los días de nuestra vida.
Reconozco que, y esto lo quiero decir antes de avanzar con el tema, para que no haya confusión y mezcla de conceptos entre el temor de Dios y el temor humano, digamos así, sé que muchos cristianos tienen temor de temerle a Dios porque han escuchado: horrenda cosa es caer en las manos del Dios vivo o han escuchado nuestro Dios es fuego consumidor, que eso está en la Biblia, sí, en Hebreos 10 y en Hebreos 12 se mencionan estas dos frases, entonces claro, cuando uno lee eso lo asocia inmediatamente, pero con miedo humano al temor de Dios. Y dice, si horrenda cosa es caer en la mano del Dios vivo, aunque no sepa porqué; si Dios es fuego consumidor, quiere decir que me puede partir en dos, cómo no voy a tener temor de Dios, ahí está la confusión.
Queridos míos, quiero decir que no existe ninguna relación entre el temor humano y ese miedo, ese pánico que aterra a lo que es el temor de Dios, ¿por qué? Porque estas dos frases están dichas dentro de un contexto, un contexto muy particular que no es mi tema ni es tiempo para que yo lo desarrolle, pero si ustedes quieren analizar Hebreos 10, Hebreos 12, leer todo el capítulo, leer todo el libro, aún leer el Antiguo Testamento, se van a dar cuenta por qué el autor de Hebreos emplea esos dos términos, pero la interpretación equivocada ha hecho que mucha parte de la iglesia le escape a la experiencia beneficiosa de vivir el temor el Dios en sus vidas.
Entonces, habiendo aclarado esto, quiero sí, entonces, avanzar con el tema del temor de Dios; para colaborar de alguna manera en la comprensión de lo que es el temor de Dios.
Voy a hacer una definición, aún reconociendo que nos quedamos cortos con la definición, porque las definiciones son a niveles lógicos y racionales y en este caso como el temor de Dios es la revelación, supera en mucho ese razonamiento y esa lógica que me limitan para entender por revelación el temor de Dios, pero bueno, de alguna manera si colabora voy a dar una definición insuficiente pero quizá aclare algo.
¿Qué es el temor de Dios?
Temor de Dios
Es un sentido de profundo respeto, honra, reverencia y admiración
que conduce a la sujeción a Él.
Siendo así, actuamos con cautela y prudencia teniendo cuidado
de no ofenderlo o desagradarlo.
Vemos que en esta definición, Dios es situado de una manera donde yo como su hijo guardo un respeto, una honra, una reverencia estando sujeto a Él.
Ahora, como dije que el temor de Dios es una revelación, vamos a ver esto en la vida de Abraham muy gráfico para entender la revelación del temor de Dios.
Cuando vamos al libro de Génesis nos encontramos con el capítulo 12, en el capítulo 12 del libro de Génesis encontramos que Dios llama a Abraham, le habla de sus planes, de sus propósitos, planes que eran a nivel cósmico impresionantes, cuando Abraham recibe por lo menos la primera parte del plan y el propósito de Dios, no entiende demasiado porque tenía que salir de su lugar de habitación sin saber a dónde iba Dios lo había llamado.
Ahora bien, una de las cosas que vemos y apreciamos es que en este caminar y en este hablar de Dios, Abraham y Sara, que ya eran ancianos no tenían hijos, pero Dios como parte de su plan le prometió un hijo a nivel fisiológico, Sara ya no podía concebir, ya no podía concebir, de todas maneras el milagro divino, se produce, y Sara tiene a un hijo llamado Isaac, todos conocemos la historia.
Transcurrido el tiempo y siendo ya Isaac quizá un joven, Dios habla con Abraham y le dice, Abraham vas a ofrendarme tu hijo, vas a ofrecerme a tu hijo en sacrificio, Abraham no dice absolutamente nada, prepara todo y va camino al sacrificio; lo lleva a Isaac con él y quiero que leamos lo que sigue.
Leo la Palabra de Dios:
“Cuando llegaron al lugar señalado por Dios,
Abraham construyó un altar y preparó la leña.
Después ató a su hijo Isaac y lo puso sobre el altar,
encima de la leña.
Entonces tomó el cuchillo para sacrificar a su hijo,
pero en ese momento el ángel del Señor le gritó desde el cielo:
—¡Abraham! ¡Abraham!
—Aquí estoy —respondió.
—No pongas tu mano sobre el muchacho,
ni le hagas ningún daño —le dijo el ángel—.
Ahora sé que, TEMES A DIOS,
porque ni siquiera te has negado a darme a tu único hijo.”
Génesis 22: 9 al 12 / NVI (énfasis añadido)
Emocionante escena, emocionante momento. ¿Qué es lo que vemos? Un sacrificio a punto de consumarse, Dios había pedido el sacrificio, pero el cielo, el ángel habla desde el cielo y le dice, Abraham, no, no lo hagas; pero es notable las palabras que el ángel dice de por qué él ahora no va a sacrificar a su hijo.
Primero quiero decir que, a ver, aunque a Abraham se le había pedido ahora no sacrificar a su hijo, en su corazón él ya lo había sacrificado, él ya lo he entregado; el ángel le dice, no lo vas a sacrificar porque ahora sé que temes a Dios, ahora sé que temes a Dios, el cielo comprobó, Abraham, que tú temes a Dios... Y cuando estaba preparando el tema, yo pensé y dije, si fuera yo y a nivel racional, lógico, no hablaría de temor en la entrega, hablaría de amor y le diría, Abraham no lo mates a Isaac porque comprobé que me amas, esa sería una deducción mía, pero ¿por qué el ángel no hablo de amor y habló de temor? porque en el temor de Dios está incluido el amor y en el amor está el temor de Dios, el cielo vio que el amor y el temor se habían conjuntado para entregar a Isaac tal cual Dios lo había pedido, ahora sé que temes a Dios.
Pero recapacitando en la escena, el ángel habla con Abraham, pero Isaac estaba escuchando, Isaac iba a ser el sacrificado, Isaac escuchó cuando el ángel del cielo paró a su papá y le dijo no lo mates, no levantes el cuchillo, no hagas nada, no lo sacrifiques y ahí Isaac estaría diciendo estoy vivo, estoy vivo porque el cielo habló, pero el cielo habló por la acción de mi papá, por la actitud de mi papá, Dios vio que mi papá teme a Dios.
Estoy emocionado en este momento porque ustedes saben qué impacto fue este testimonio en vivo y en directo para la vida de Isaac, no hay historias, ni libros que se lean que puedan graficar o que puedan tener la profundidad de esta lección que Isaac recibió, vio a su papá temer a Dios y él recibió el ejemplo como hijo del valor que tiene el temor de Dios.
¿Cuál es la lección para nosotros hoy?
Cuando en una familia hay temor de Dios, los hijos toman el temor de Dios como modelo de vida y luego por generaciones sigue transcurriendo el sentido profundo de respeto, de honra, de reverencia, de temor de Dios; Isaac grabó esto para toda su vida, el temor de Dios como ejemplo de su padre que lo había hecho.
Ahora claro, todos nosotros reconocemos a nivel mundial la influencia que sigue teniendo hoy Abraham y damos gracias a Dios por la vida de Abraham.
Quiere decir, que cuando el ángel le habla y le dice, no lo mates porque ahora sé que temes a Dios, me surgió otra pregunta. ¿Dónde aprendió Abraham el temor de Dios? ¿dónde lo leyó, en qué libro? Biblia no había, ¿a qué iglesia iba para que el pastor le enseñará acerca del temor de Dios? Nada de eso existía. Quiere decir, que fue una revelación de parte de Dios y Abraham tuvo esa revelación, por eso repito, el temor de Dios es una revelación, no es estudiando libros, no es teología convencional, es una experiencia por la revelación que el Señor nos da, valiosísima.
Vamos a dejar un momentito a Abraham, vamos a venir a nuestro hoy, al Siglo XXI a lo que nosotros, ustedes y yo como hijos de Dios, estamos viviendo hoy, ¿qué podemos ver en la eterna Palabra de Dios que haga que anhelemos, que deseemos, que queramos vivir y experimentar diariamente el temor de Dios? Es que este temor es tan poderoso, sigue siendo tan beneficioso que no puede faltar de nuestras vidas. Menciono algunas cosas nomás y después vamos al apoyo de la Palabra en el temor de Dios hay:
* Comunión (con Dios)
* Seguridad
* Protección
* Libertad
* Confianza
Y para confirmar estas vivencias con la Palabra de Dios, leo esta Palabra de Dios, dice así:
“La comunión íntima de Jehová
es con los que le temen,
Y a ellos hará conocer su pacto.”
Salmo 25: 14 / RVR1960
Comunión íntima, ¡qué concepto tan profundo y extraordinario!
Los seres humanos hablamos mucho de relaciones y obviamente tenemos relaciones con muchas personas, nos comunicamos con muchas personas pero aquí está hablando de comunión, comunión es mucho más que relación y está hablando de una comunión exclusiva porque es una comunión íntima con Dios, y dice que esta comunión íntima con Dios es con los que le temen, con los que tienen temor de Dios, Dios tiene comunión. Me llama la atención que David no dice, mi comunión con Dios es íntima y por eso conozco las profundidades de los términos del pacto, no dice eso. Dice, la comunión de Dios es íntima como si Dios iniciara esta comunión, como si Dios se agradará de tener esta comunión con los que le temen; y agrega, y a estos, a los que le temen, les hace conocer sus profundidades, las profundidades, el contenido profundo del pacto que tiene con ellos.
Así que nos damos cuenta de un beneficio maravilloso, comunión, cuando tenemos temor de Dios hay comunión, no puede ser de otra manera.
Vamos a otro pasaje de la Escritura dice:
“El temor del Señor infunde plena confianza,
y da esperanza a nuestros hijos.
El temor del Señor es un manantial de vida.”
Proverbios 14: 26-27 / RVC
El temor de Dios infunde , ¿qué cosa? Confianza.
Segundo beneficio de vivir bajo el temor de Dios, confianza, el temor de Dios produce confianza.
Pero evidentemente, Salomón, el autor de este proverbio está hablando como un padre, porque dice, el temor del Señor infunde plena confianza y da esperanza a nuestros hijos.
Salomón proyecta la confianza proveniente del temor del Señor a los hijos, miren qué importante familia, confianza que se da a los hijos por vivir bajo el temor del Señor; pero agrega, el temor del Señor es un manantial de vida, es decir, el temor del Señor es una fuente de vida que permanentemente permite vivir en una vitalidad espiritual, en un vigor espiritual que no lo provee, que no lo causa ningún otro elemento.
Ahora bien, esta Palabra que el Señor produce esperanza, tiene que ver con refugio, con protección, con una confianza y con un sitio donde sentirse seguro; todos los seres humanos y las familias siempre buscamos refugios seguros, sitios seguros, sentirnos seguros, hay esperanza, hay confianza en el temor del Señor hay sitios seguros en su presencia donde descansar.
Cuando los padres viven temiendo al Señor los hijos, por así decirlo, heredan una herencia bendita confianza y esperanza de quién es el Señor.
Voy a leer otro pasaje bíblico muy gráfico, para darnos cuenta de los beneficios del temor de Dios, dice así este:
“El Señor no se deleita en los bríos del caballo,
ni se complace en la fuerza del hombre,
sino que se complace en los que le temen,
en los que confían en su gran amor.”
Salmos 147: 10- 11 / NVI
El salmista hace como una especie de comparación, un caballo brioso, ¿qué es? Es un caballo vigoroso, enérgico, que tiene fuerza y que la muestra; nosotros hemos visto esos caballos como que se paran con una personalidad muy definida, son vigorosos, pero luego habla de una persona que es ágil, quizás un guerrero, al Señor no le asombra ni ese caballo vigoroso que podía ser un caballo de guerra de ese tiempo, quizás, no sé, ni un nombre muy ágil y que demuestra sus habilidades, al Señor lo que le deleita es aquel que le teme y aquel que confía en su gran amor.
Así que, el Señor no se complace con apariencias, el Señor busca lo genuino, busca lo auténtico, la energía puede ser importante, pero puede ser algo que emana de mí mismo, el vigor también, pero el temor de Dios es lo que hace que Dios diga, en ese me deleito, en esa tengo complacencia, en ese hombre está mi gozo y mi deleite, en esa mujer, en ese muchacho, en esa chica está mi deleite, pero además, ellos confían en mi gran amor y yo me siento complacido con ellos.
Dios se complace en este tipo de hijos suyos.
Si como Iglesia comprendiéramos la profundidad que tiene vivir cada día continuamente en el temor de Dios, nos serían reveladas otras facetas de lo que es la Iglesia y de lo que es el Reino de Dios, porque el Reino de Dios es muy amplio, hay una autoridad, hay un gobierno, hay una dimensión que si nosotros viviéramos bajo el temor de Dios, nos serían revelados y no serían una imposición como un gobierno o una autoridad humana, sino que sería un deleite para los hijos de Dios, para la Iglesia, vivir bajo ese temor.
Voy a hacer un ejemplo: Adán y Eva, en el huerto del Edén vivían bajo el gobierno de Dios, bajo la autoridad de Dios, bajo la voz direccional de Dios y vivían bajo el temor de Dios; cuando ellos se apartan de ese ámbito, cuando se salen de ese marco de comunión y escuchan una voz extraña, ahí viene el descalabro, ahí viene la confusión y ahí caen en pecado, que no es otra cosa que apartarse de Dios y de su comunión. Evidentemente perdieron el temor de Dios, pero inauguraron el temor humano.
Repito, perdieron el sentido del temor de Dios e inauguraron el temor humano. ¿Por qué? Porque cuando Dios quiso hablar con Adán estaba escondido, esconderse de la presencia de Dios... cuando tenía temor de Dios y vivía bajo ese temor andaba libre, no esclavo, no era un autoritarismo que sentía, era la libertad del gobierno, pero ahora, ahora está esclavo del temor.
Y quiero leer algo importante para que lo fijemos en nuestra mente, en nuestro espíritu y que nos sirva también porque es un aporte a lo que estamos hablando, es una frase que dice así:
El temor de Dios no significa
tenerle miedo a Dios para alejarnos de Él,
pero sí es tener miedo a estar lejos de Él.
El temor de Dios nos permite experimentar su paz sobrenatural en medio de un mundo, de una humanidad confundida presa de pánico de temor, que realmente hoy en día no sabe dónde va, eso es lo que la humanidad está sufriendo.
Nosotros, como hijos de Dios, tenemos no solamente el privilegio de vivir de otra manera sino de transmitir estos principios para que la gente sea libre.
Quiero ir finalizando este tiempo tan bendecido que hemos pasado juntos y realmente lo estoy disfrutando, créanme lo estoy disfrutando compartiendo esto que sé que viene directamente de parte de Dios, pero al ir finalizando esto que estamos hablando, me voy a referir por un momento a Salomón y algo que Salomón dijo, muy gráfico, y que viene muy a cuento de este final que estamos haciendo de esta impartición.
Todos sabemos que Salomón fue el hijo del rey David, que Dios lo puso como rey de Israel y cuando él le oro a Dios, porque Dios le dijo, pídeme, pídeme lo que quieras, él le dijo, dame sabiduría para dirigir a este pueblo. ¡Qué he pedido verdad! Qué profundidad de sentimiento y de sinceridad de corazón; no pidió otra cosa, pidió sabiduría, Dios le dio sabiduría pero además le dio riquezas.
Salomón caminó en sabiduría mucho tiempo, pero tristemente también desvió su camino de aquello con lo que Dios lo había dotado y perdió mucho en su vida.
En el ocaso de su vida y habiendo vivido todas las experiencias posibles, él escribió el Libro de Eclesiastés y en el Libro de Eclesiastés, si yo pudiera resumir los doce capítulos de Eclesiastés, él habla del significado de la vida, en resumen los doce capítulos hablan de eso, pero hay un versículo que es muy gráfico y lo voy a leer. Dice así:
“El fin de todo el discurso oído es este:
Teme a Dios, y guarda sus mandamientos;
porque esto es el todo del hombre. ”
Eclesiastés 12:13 / RVR1960
Salomón, como si deseara poner un sello, una marca, un énfasis final al discurso que está dando, él dice, el final de mi discurso se sintetiza en dos principios ineludibles e irreemplazables, el valor y el significado de la vida están dados por:
Uno, temerle al Señor. Dos, guardar sus mandamientos, obedecer.
Esta es la síntesis de lo que Salomón hace, de todo lo que él vivió, valioso ¿verdad? Pero vemos lo que pasa, Salomón vuelve a repetir la importancia de temerle a Dios pero agregado a la obediencia.
No puede haber temor de Dios sin obediencia; así como no hay temor de Dios sin amor, tampoco hay temor de Dios si no hay obediencia.
Maravilloso final en este discurso de Salomón, pero dice, esto que dije es el todo del hombre, el todo del ser humano. ¿Qué significa esto? Lo que acabo de decir, no solamente resume la vida del ser humano, es lo pleno, es lo completo, es la realización total del ser humano, en este caso, hijos de Dios, en este caso más particular, miembros de la Iglesia de Jesucristo. Esto es el todo de la Iglesia, temor de Dios y obedecerle.
Ahora sí y para finalizar, de corazón quiero hacer un llamado a ustedes, mis hermanos y mis hermanas, un llamado de corazón, estamos viviendo un Siglo con muchas dificultades, con muchas variables, con muchas inseguridades de todo tipo, nosotros, como hijos de Dios que tenemos la luz debemos andar de forma diferente. Este llamado de reflexión a la Iglesia de Jesucristo, es que dejemos de ver a Dios única y exclusivamente como el proveedor.
Lo voy a poner más simple, el Dios que como cuando uno va al supermercado, compra las cosas que necesitas, es decir, el Dios que suple mis necesidades. Y no es que Dios no sea proveedor ni supla las necesidades, estoy diciendo, dejemos de ver a Dios única y exclusivamente como el Dios que provee. Nosotros hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual, nosotros hemos sido privilegiados por tenerlo a Él en nuestras vidas y caminar con la guía del Espíritu Santo estando completos en Él.
Por eso, el llamado es a retomar el propósito por el cual estamos en el mundo, ser representantes de Dios, embajadores satisfechos y orgullosos de un Dios que mandó a su Hijo a morir por nosotros.
Tenemos que dejar de centrar nuestras vidas en nuestros propios intereses, de centrar nuestras vidas en nosotros mismos para ver los intereses de Dios, las necesidades de Dios y Dios quiere que los representemos dignamente.
Si hoy, en esta reflexión revertimos el camino y el temor de Dios comienza a ser una vivencia, hay cosas que vienen por añadidura, porque seguiremos poniendo a Él primero en nuestras vidas.
Y hago este llamado de todo corazón porque el mundo necesita urgentemente la manifestación de los hijos de Dios, no clamando necesidades ni pidiéndole a Dios exclusivamente que cubra esas necesidades sino diciendo estoy completo en Él, sé para qué estoy en el mundo y avanzo para que el mundo reciba la luz que yo tengo.
Quiero finalizar antes de orar con una frase que creo que encierra la idea de aquello que acabo de decir en este momento, la frase dice así:
Tener temor de Dios le da al Señor el lugar de gloria,
honor, respeto, gratitud, alabanza y relevancia
que Él merece.
Abramos hoy camino para la alabanza y la adoración, abramos hoy camino para el reconocimiento, abramos hoy un sentido de gratitud y dejemos que la revelación del temor de Dios siga beneficiando nuestras vidas, pero para ser bendición a todos aquellos que nos rodean.
Padre, en el nombre de Jesús, oramos, gracias por tu Palabra, gracias porque entre todas las cosas que nos diste, tu temor está depositado, queremos vivirlo, desarrollarlo, vivir de acuerdo a tu propósito y voluntad, esta revelación necesita que la experimentemos para vivir de acuerdo a ese propósito y a esa voluntad.
Gracias por ser quien eres, te bendecimos y honramos, en el nombre de Cristo Jesús, amén Señor, amén.
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