
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
 
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Justamente el Señor, siempre sabe aquello que nos da para que nosotros  aprendamos a tener la verdadera dimensión de lo que hemos recibido, pero por  sobre todas las cosas para que sepamos, aquello que hemos recibido,  administrarlo como Dios quiere, entendiendo “quiénes somos”, pero  "en Cristo". 
Y yo estoy convencido de algo, hay muchas cosas que hasta ahora, los que no  conocen el evangelio, no han recibido de nosotros, porque nosotros no solamente  no hemos ocupado el lugar que nos correspondía, sino porque lo quisimos tomar  pero de mala manera. 
Porque no hemos sabido que somos “algo” en Cristo, dejando nuestras propias  personas a un costado, porque cuando nosotros somos lo que debemos ser en  Cristo, entonces el evangelio tiene que producir un resultado, para bien o para  mal. 
¿Qué quiero decir? No siempre el evangelio va a producir un resultado positivo.  Muchas veces puede producir un resultado negativo. Pero un resultado tiene que  producir. 
Cuando no produce ningún resultado entonces algo no está bien, y seguramente,  “algo no está bien en nosotros”. 
Y yo entiendo por el Señor, que estamos en un tiempo particular en la historia,  tomando un nuevo rumbo y un nuevo camino. Con Daniel Dardano estuvimos el año  pasado, poniendo bases, fundamentos y demás, pero de lo que vivimos y  experimentamos en ese tiempo, a lo que hoy es en este tiempo, estamos  experimentando, es otra cosa completamente diferente. 
Eso significa que Dios se ha encargado de hacer las cosas que tiene que hacer  en ustedes y con cada uno de ustedes, para empezar a vivir lo que significa un  mismo espíritu, y poder alcanzar los propósitos de Dios para la  congregación local, para que puedan abrir los ojos a lo que Dios les ha  preparado. Pero para que eso ocurra, Dios tendrá también, hacerles ver que ninguno  de ustedes, como ninguno de nosotros, puede confiar en lo que hemos alcanzado,  ni en lo que somos humanamente para que el poder de Dios se manifieste. 
Hay un gran poder y un gran tesoro que Dios está dando y queriendo dar mucho  más, pero cada uno de ustedes tiene que aprender a discernir y entender, cómo  administrar ese tesoro, porque sino podemos echar a perder lo que Dios quiere  hacer. 
Aún cuando estamos viviendo un tiempo de una gran expectativa hacia adelante,  también, no nos podemos olvidar que Dios está dispuesto a seguir probándonos. 
Quisiera contarles una experiencia que tuvimos a principio de año con la  congregación en México, comenzamos el año con muchísimas expectativas en Dios,  las cuales seguimos teniendo y creyendo en fe al Señor, de acuerdo a lo que  hemos sabido de parte de Dios, y de acuerdo a lo que el Señor nos mostró  comenzamos a caminar en los planes de Dios y realmente estábamos seguros,  convencidos de parte del Señor, para que me entiendan fácil, que nos “íbamos a  llevar el mundo por delante” en este año como congregación. La verdad es esa  para que me entiendan simple, estábamos seguros que era el tiempo exacto de  Dios para alcanzar a nuestra comunidad, para llegar a los vecindarios de cada  hermano y de cada familia de la congregación y de acuerdo al plan que el Señor  nos mostró. 
Lo lanzamos a la congregación y la congregación recibió con gran entusiasmo,  con amor y con mucho gozo ese plan. 
Pero resulta que el plan empezó a marchar y a medida que el plan empezó a  marchar, empezaron a surgir cosas extrañas, muy extrañas en medio de la misma  congregación. Mi esposa y yo tuvimos que salir cinco o seis días a otro lugar a  ministrar y regresamos. Y cuando regresamos, nos enteramos primeramente por  Daniel y Estela Dardano, pues se habían quedado en nuestra casa cuidando a  nuestros hijos, que algunas cosas no estaban tan bien como debían estar. Y  luego de eso, ya al siguiente día, nos empezamos a enterar de una mala noticia  tras otra... 
¿Qué hizo el diablo tan sutilmente? Dijo —bueno, no los puedo atacar por  afuera, ni por aquí, ni de esta forma, ni con pecado... ¡No! Lo que voy a hacer  es atacarlos desde adentro—. Como aquel que pone la bomba y sale corriendo,  vino puso la bomba y se fue corriendo. Y la bomba explotó y nunca vimos que la  bomba estaba a punto de explotar. 
Pero cuando explotó surgieron muchas cosas que nosotros no pensábamos que  estaban; creíamos que eso ya lo habíamos vivido y ya lo habíamos pasado, que  eso era parte de la historia, sin embargo Dios nos enseñó, que nosotros  debíamos estar atentos aún con nuestra propia vida. Porque cuando está por  venir lo mejor de Dios para nosotros, en ese momento también el diablo está  preparando todo su armamento, claro para que seamos confundidos y no lleguemos  a alcanzar el propósito. 
¿Por qué voy a compartir esto? Porque tenemos que entender que si ustedes saben  que Dios los está llevando a cosas mayores y mejores y que están recibiendo de  Dios lo que necesitan, y que están alcanzando el tener un mismo espíritu, hay  que estar alertas y preparados, porque el diablo no va a engañarlos con pecado,  porque ya con eso ustedes no van a caer; no va a engañarlos con tonterías  simples ni con niñerías, porque ustedes se van a dar cuenta que es el diablo. 
¡El diablo los puede atacar a través de ustedes mismos! 
Uno de los problemas que tuvimos en la congregación, es que empezó a haber  críticas de unos hermanos hacia otros, nunca nos había pasado, nunca. 
Y uno podía decir, pero es otra iglesia, me  cambiaron la iglesia... Nos fuimos cinco días y todo cambió. Pero no. Había  algo allí que no supimos administrar en Dios, porque vuelvo a repetir, una cosa  es estar en Cristo y otra cosa es haber recibido mucho y no estar caminando en  Cristo como dice 2º Corintios 5:17:
“...si alguno esta en Cristo nueva criatura es, 
las cosas viejas pasaron todas son hechas nuevas”. 
Estar en Cristo no significa que yo tengo a Cristo en mi corazón, que soy salvo  y que quién sabe cuánta cosa... No. Eso es demasiado básico para entender  apostólicamente la palabra y la enseñanza. 
Estar en Cristo, es vivir arraigados y cimentados en Él, todos los días de mi  vida. Entonces cuando yo me despierto cada mañana y decido vivir en Cristo ese  día, las cosas que yo viví ayer en mí, ya pasaron, todas son hechas nuevas y la  palabra “nuevas” tiene que ver con algo novedoso, algo  fresco y algo no usado. 
Significa que lo nuevo que Dios tiene para mí, es algo que yo nunca  experimenté, y cuando yo mañana me despierte, puedo llevarme una sorpresa,  porque Dios me tenga preparada alguna sorpresa. 
Pero lamentablemente nos despertamos, con una mente rutinaria a enfrentar el  día como todos los días, creyendo que va a ser un día normal y por lo general  no es normal. 
¿Saben cuándo? Cuando tenemos problemas, y no cuando tenemos sorpresas de parte  de Dios. Llegamos a casa a la noche y decimos —hoy tuve un día— y nadie está  esperando que el otro diga ¡Ah, un día sorprendente en Dios! No, todos ya  sabemos que está hablando que tuvo un día desastroso. Cuando alguien llega y  dice —hoy tuve un día— uno ya se sienta y dice —anda despacio,  ¿qué te  pasó?—. —Es que me subí al colectivo y me robaron la billetera y después se me  cayó el zapato en la zanja—, y así empieza la historia. 
Nunca estamos preparados para que nos digan, ¡hoy tuve un día extraordinario  en Cristo! ¡Un día sorprendente, Dios me dejó con la boca abierta! “... las casa viejas pasaron, todas son hechas nuevas.” ...Cuando  estamos en Cristo. 
Ésta es la palabra del Señor que vino a Jeremías: 
“Baja ahora mismo a la casa del alfarero, y allí te comunicaré mi mensaje”. 
Entonces bajé a la casa del alfarero y lo encontré trabajando en el torno. 
Pero la vasija que estaba modelando se le deshizo en las manos; 
así que volvió a hacer otra vasija, hasta que le pareció que le había quedado  bien. 
En ese momento la palabra del Señor vino a mí, y me dijo: 
“Pueblo de Israel, ¿acaso no puedo hacer con ustedes lo mismo 
que hace este alfarero con el barro? -afirma el Señor -. 
Ustedes, pueblo de Israel, son en mis manos 
como el barro en las manos del alfarero. 
Jeremías 18 (NVI) 
Es muy sencillo lo que Dios le muestra a Jeremías. No tiene nada de complicado,  nada más que hay una gran verdad encerrada en este ejemplo. 
Jeremías, lo único que hace es ir a la casa de un alfarero y el alfarero está  en el torno. 
Ustedes alguna vez habrán visto cómo es el torno de un alfarero; es una pieza  que gira, y por lo general el mismo alfarero hace que gire con sus propios  pies. Y sobre la rueda pone el barro el cual empieza a moldear y a darle forma,  pero en el momento que la vasija estaba tomando ya su forma, dice la Palabra: “que  esa vasija se deshizo en las manos del alfarero”. Si lo leyéramos en  la RVA dice: 
“ y la vasija de barro que él hacía se echó a perder en  su mano; 
y volvió y la hizo otra vasija, según le pareció mejor hacerla. 
En la creatividad del alfarero había un diseño de vasija y empezó a trabajar.  Pero con un diseño y en el momento que el diseño no estaba quedando como él  quería, hizo algo muy sencillo: como el barro todavía está fresco, le metió la  mano encima y la aplastó. Uno viendo de afuera y posiblemente, uno no siendo  alfarero y no siendo tan creativo como él, uno puede decir —pero la vasija  estaba preciosa, me la hubiera vendido a mí, yo se la hubiera comprado—. Pero  no. 
Porque no es como a nosotros nos parece, es de acuerdo al diseño del  alfarero. 
Él ya tiene una vasija en su mente. 
Al no vernos como barro, humanamente hablando, espiritualmente tenemos que  vernos como Dios nos necesita ver, para que también podamos contener lo que  Dios quiere darnos. 
Les voy a mostrar un ejemplo en Marcos 14: 3 (NVI):   
“En Betania, mientras estaba él sentado en casa de Simón 
llamado el leproso, llegó una mujer con un frasco de alabastro 
lleno de un perfume muy costoso, hecho de nardo puro. 
Rompió el frasco y derramó el perfume sobre la cabeza de Jesús”. 
Nada más que esto voy a leer, y ustedes pueden decir ¿qué tiene que ver esto  con lo de Jeremías? Tiene mucho que ver, les voy a explicar porqué: Muchas  veces lo que traemos culturalmente por educación, por costumbre o lo que fuera,  nos hace vernos a nosotros mismos de una forma incorrecta. El alabastro, este  frasco de alabastro, era un material muy fino, muy delicado, era algo parecido  al mármol, que a su vez era algo muy delgado, traslúcido que permitía que se  viera el contenido del frasco y por lo general la mayoría de estos frascos  tenían unos cuellos muy largos. Eran tan largos y tan delgaditos, que casi lo  que había adentro no podía pasar si uno lo volcaba... Cuando uno quería utilizar  lo que había adentro, tenía que romper el frasco. 
Lo más valioso que tenía la mujer ¿Qué era, el frasco o el perfume? 
El perfume, pero para que el perfume pudiera ser derramado en Jesús, ella tenía  que romper el frasco. 
...Si ella hubiera dicho que este frasco era muy bonito y un frasco especial  para romperlo... 
Los ungüentos especiales del tipo de este perfume, solo tenían que estar en  vasos o frascos de alabastro. A nadie se le hubiera ocurrido nunca, en ese  tiempo, contener un perfume tan caro, tan costoso y tan valioso, en un frasco  de barro. A nadie se le hubiera ocurrido, nadie lo hubiera hecho, porque  hubiera echado a perder el perfume. 
Pero esta mujer tenía un objetivo: derramar lo que para ella era lo más  valioso , y para derramarlo tuvo que decir —a  mí, el  frasco no me importa. A mí, me importa lo que está adentro y a quien se lo voy  a dar. Por eso rompo el frasco para poder derramar el perfume—. 
Cuando yo me veo como alabastro, veo que soy muy fino, muy delicado y que no se  puede romper. 
El alabastro no se consigue tan fácilmente y mucho menos en Palestina; en ese  tiempo, eran costosos los frascos de alabastro también. Romper uno, deshacerlo,  —no vale la pena, mejor lo sigo guardando. Trato de sacar el perfume de otra  manera, me va a servir de adorno...— (que era otro de los usos que se le daba a  los frascos de alabastro). 
La mujer dijo —lo que yo tengo que dar, esto tan valioso y que me ha  costado tanto, yo sé sobre quien lo voy a derramar y para eso estoy dispuesta a  romper el frasco—. 
Si nos vemos como alabastro y no estamos dispuestos a romperlo, nunca podremos  ser el barro en manos del alfarero para que Dios forme la vasija que Él quiere.  Por eso Pablo dice:
“Porque Dios, que ordenó que la luz resplandeciera en las tinieblas, 
hizo brillar su luz en nuestro corazón para que conociéramos 
la gloria de Dios que resplandece en el rostro de Cristo. 
Pero tenemos este tesoro en vasijas de barro para que se vea 
que tan sublime poder viene de Dios y no de nosotros”. 
2º Corintios 4:6-7 (NVI) 
Si yo no  alcanzo a verme como el barro que Dios quiere moldear y formar, para hacer la  vasija que Él está dispuesto a hacer, no voy a poder contener tan sublime poder  que Dios ha derramado y quiere seguir derramando sobre mi vida.
Para que  nosotros podamos experimentar, no sólo lo que hemos recibido, sino que eso que  hemos recibido lo podamos trasmitir a los demás y dar a otros, tenemos que  estar dispuestos a ser vasijas de barro, para que cuando se vea el poder que  hay en nosotros nunca se vea la vasija, sino que se vea el mismo poder. 
Y ante ese poder tiene que haber una respuesta por parte de quien sea la  tiene que haber. 
¿Por qué digo esto?
“Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo 
en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta 
en todo lugar el olor de su conocimiento. 
Porque para Dios somos grato olor de Cristo 
en los que se salvan, y en los que se pierden; 
a éstos ciertamente olor de muerte para muerte, 
y a aquéllos olor de vida para vida...” 
2º Corintios 2:14-16 
Efectivamente, cuando nosotros estamos en un lugar, algo tiene que pasar, la  gente tiene que decir “llegó éste, éste ya nos vino a cambiar el  ambiente”... Claro, viene a transformar el ambiente. 
Cuando aquella mujer rompió el frasco, si leemos los pasajes paralelos, veremos  que dicen que el ambiente cambió, porque uno de los pasajes paralelos dice que “el  olor del perfume llenó toda la casa” , y muchos se irritaron y  dijeron —pero se le hubiera dado a los pobres—, y Jesús dijo — “a los  pobres siempre los van a tener con ustedes”. Pero lo que esta mujer hizo,  lo hizo por mí, por su amor a mí—.  
Si no entendemos que Dios nos ha dado un poder sublime que está reposando  adentro de nosotros, pero que Dios forma vasijas de barro como Él quiere, para  que ese poder pueda salir, ese poder va producir vida o va producir muerte.  Pero no podrá no producir nada. 
Aquellos que se mantienen en su postura y rechazan el poder que llevamos  dentro, que es la misma vida de Cristo que se nos a conferido, ellos estarán  declarando su propia muerte. 
Es difícil y fuerte lo que digo, pero es verdadero. Porque aquellos que  reconozcan lo que llevamos dentro, podrán decir, —yo quiero “esa misma  vida” que está reposando en ti. Porque por fuera somos iguales, pero  por dentro hay algo que yo anhelo, que tú tienes y yo no tengo... Por que por  dentro, hay algo que se desborda dentro tuyo y que yo no puedo nunca vivir, ni  siquiera con una sonrisa, y yo necesito ese poder sublime que está dentro  tuyo—. 
Yo sé que Dios nos está preparando para cosas mucho mayores, y sé que en  nuestra visita, ha sido muy importante lo que el Señor ha ministrado a través  de nosotros para con ustedes. Sé que el Señor, aún proféticamente les ha  hablado a muchos de ustedes, pero ahora lo importante es, ¿dónde el Señor está  depositando esa palabra y ese tesoro que Él está dando, en qué tipo de vasija?  ¿En vasija que barro que están dispuestas a decir —Señor, si esta vasija no  sirve, aplástala Señor y haz una nueva, no hay problema, pero que esta vasija  nueva pueda contener tu gloria y tu poder Señor? Porque si yo quiero en un vaso  volcar 1000 litros de agua, me voy a volver loco, y si yo estoy tan contento  con el vaso era de mi bisabuela, y que nadie me quite el vasito porque es  tan... 
Dios dice, —yo te quiero dar mil litros, ¿y te conformas con un vaso que tiene  doscientos centímetros cúbicos? ¿Te quiero dar mil litros y vos estás viendo el  vasito? 
Para los mil litros necesitas una vasija nueva, guarda el vasito de la  bisabuela en un mueble, recuérdala y ponle un cartelito que diga que fue de la  bisabuela, pero ahora es mucho más importante lo que yo te quiero dar—. 
Debo estar dispuesto a romper con lo que para mí es valioso y decir ahora soy  barro porque quiero contener la gloria de tu poder Señor; quiero que eso que me  has dado, eso que soy en Cristo pueda salir a la luz porque  soy la vasija correcta. 
Que podamos ser la vasija correcta para que todo lo que Espíritu habló podamos  experimentarlo, pero que también podamos ver que es real, que no se queda en  palabras, porque todo lo que hemos visto es parte de un vocabulario apostólico.  Pero no se tiene que quedar en un vocabulario, sino que tiene que ser una  realidad, tiene que ser un fuego que nos consuma por dentro, pues si se queda  en un vocabulario estamos perdidos. 
Tiene que ser una realidad, el anhelo del corazón de Dios, que tengas mañana un  día como nunca lo tuviste en tu vida, que el poder y la gloria de Dios se  manifiesten a partir de mañana a la mañana, de una manera que nunca antes lo  experimentaste, que abras los ojos en tu cama y digas —hoy voy a tener un día  glorioso en Cristo y la excelencia de su poder se va a  manifestar a través mío porque estoy siendo la vasija que Dios tenía pensada,  que el alfarero había diseñado en su cabeza, y para lo que hoy Dios me ha dado,  esa vasija es correcta... Y si Dios me quiere dar más, que destruya la vasija  para hacer una nueva porque yo quiero más de su gloria—. 
Quiero hacer una oración por todos ustedes y quiero orar para que esta verdad  que pudimos compartirles, sea una verdad que va de la mano una de la otra y no  se pueden despegar. Que esto sea revelado a sus espíritus, para que lo que Dios  tiene por delante para ustedes sea desatado, pero además sea comprobado y  experimentado por ustedes, y que cuando ya estén a punto de llegar, no vean que  en ese momento las cosas empiezan a salir mal, sino que el diablo sea  avergonzado y que nunca los avergonzados sean ustedes. 
Padre, en el Nombre de Jesús te agradecemos porque reconocemos que tú nos  has dado todo lo que nos podías dar. Señor perdónanos cuando te seguimos  pidiendo cuando en realidad tú nos diste a Cristo y con él nos diste todas las  cosas, nos llamaste de una forma y nos transformaste para ser lo que nunca  imaginamos que íbamos a ser. Seguramente ninguno de nosotros imaginó que alguna  vez íbamos ser embajadores, pero hoy lo somos; ninguno de nosotros pensó que  íbamos a ser reyes porque no venimos de ninguna dinastía, pero en Cristo Jesús  somos reyes, de la misma manera que somos sacerdotes para nuestro Dios y  podemos ministrar de aquello que tú nos has dado. 
Por eso Señor, en el Nombre de Jesús te quiero pedir que por el Espíritu, la  revelación tuya venga a nuestra vidas en este día y podamos comprender  espiritualmente lo mucho que tú nos has delegado, pero también que podamos  entender que este poder tan sublime y glorioso lo has querido depositar en  vasijas de barro, para que se vea que la excelencia del poder no es de nosotros  sino que es tuya, y que cuando ese poder fluya a través de nuestras vidas, todo  ojo pueda verte a ti Señor, todo corazón pueda clamar a tu persona y recibir de  ti lo mismo que nosotros hemos recibido por gracia Señor. 
Espíritu Santo trae tu revelación, trae claridad espiritual para poder  entender esta verdad y que pueda vivir lo que tú quieres que vivamos en este  tiempo. 
Señor, sabemos en el Espíritu que este es un tiempo importante, que vendrán  desafíos, toma de decisiones, cambios... Pero todas esas cosas serán en “un  sólo cuerpo”, en “un mismo espíritu”, en “unidad espiritual”, y que la iglesia  va a conquistar estas cosas, pero primeramente entendiendo quiénes somos en  Cristo, y también sabiendo que este poder ha sido depositado en vasijas de  barro, vasijas que siempre estarán dispuestas a decir, Señor hazme en una nueva  vasija, para poder contener una mayor gloria de tu persona sobre mi vida. 
En el nombre de Jesús, que esto sea revelado. 
Y quiero orar porque hay personas que están en diferente tiempo en la relación  personal con Dios, hay personas de diferente extracción, hay personas que han  venido de otras congregaciones, y yo quiero declarar que en este tiempo, en  poco tiempo, cada uno tendrá un mismo corazón y un mismo sentir, y tendrán un  mismo entendimiento espiritual , de lo que Dios haciendo en su Iglesia, que no  habrá diferencias de opinión, que cada uno no defenderá su manera de pensar o  que no discutirá por aquellas cosas que ha recibido antes, sino que dirá que lo  que pudo haber recibido, lo deja a un lado y que ahora entiende lo que el  Espíritu está hablando en este tiempo a cada vida, que está en el lugar  correcto, que es parte de este cuerpo y que por ende, hay un propósito en  común. 
En el Nombre de Jesús, quiero declara en fe y en autoridad, que así será con  cada hermano y hermana; que ellos sabrán, espiritualmente sabrán, lo que Tú les  has delegado y no será como andar tirando de un carro al cual le cuesta andar,  sino que al contrario, el carro empujará a los caballos, en este caso, el carro  funcionará rápidamente, con fuerza y con potencia. Y no será una tarea solo de  los pastores tratando de llevar algo a cabo, sino que será el mismo cuerpo, que  entenderá espiritualmente tus planes y juntos caminarán en pos de la meta que  tú has propuesto. 
Declaramos que esta verdad se manifiesta en cada vida y en cada corazón,  Señor, para gloria de tu Nombre. Porque nadie más recibirá la gloria, solamente  tú la recibirás. Y tendrás siempre un pueblo dispuesto a darte todo y en todo,  toda la gloria, Señor. 
Gracias Padre, por lo que haces en este tiempo y porque tú nos convences de tu  verdad, pues no es una tarea humana, sino que reconocemos que es el Espíritu  Santo, el precioso maestro que nos has dado, que nos convence de la verdad, de  la palabra que nos es revelada en este tiempo. 
Gracias Señor, te glorificamos y te bendecimos con todo nuestro ser, en el  Nombre de Jesús. 
Amén.
  
  
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