¡Que se vea Dios!
Daniel Dardano
28 de May de 2017
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Voy a comenzar a introducir el tema con un versículo de la Palabra de Dios, no voy a decir todavía el título, este versículo que voy a leer nos introduce el tema, solamente con ese versículo podríamos estar toda la mañana, pero es un versículo que nos introduce al tema.
Ese versículo está en Juan 1, versículo 18, y lo leo de la Nueva Traducción Viviente, repito Juan 1:18 dice así:

“Nadie ha visto jamás a Dios;
pero el Hijo, el Único,
está íntimamente ligado al Padre.
Él nos ha revelado a Dios.”
Juan 1:18 / NTV

Acá encontramos principios que no podemos entender, que solamente espiritualmente, se pueden discernir.
Es cierto, a Dios nadie lo ha visto jamás, ¿por qué? Porque Dios es Espíritu, así que como nosotros no podemos ver el viento, si bien es cierto sentimos sus efectos, a Dios tampoco lo podemos ver porque Dios es Espíritu; pero Dios no se quedó en la condición de invisible, dice la Palabra que el Hijo, el Único que está íntimamente ligado a Él, nos lo reveló, nos lo mostró, lo dio a conocer.
Quiere decir que ese Dios invisible le encargó una tarea al Hijo y dijo, Hijo, ahora al mundo le vas a hacer conocer quién soy Yo, ellos me van a ver a mí en ti, Tú me vas a reflejar.
Repito, éste es un principio poderosísimo y no voy a hablar de este versículo, pero nos introduce al tema que vamos a desarrollar hoy y ver qué participación tenemos nosotros en todo esto.

Vamos a analizar tres historias, comienzo con una que es muy conocida.
¿Quién no conoce la historia de David y Goliat? Creo que en los lugares donde se reúnen los niños, todos los maestros en cualquier año, han abordado el tema de David y Goliat, ¿verdad? David un muchacho chiquitito, Goliat un gigante... bueno, toda la cosa. Entonces los niños te miran, y uh, mucha cosa; muy bien, vamos a abocarnos un poquito a esta historia.
Resulta que en ese tiempo los filisteos, que siempre fueron muy enemigos de Israel, estaban en guerra contra Israel, y allá en 1ra. de Samuel, el capítulo 17, dice que los ejércitos, es decir, Israel y los filisteos, estaban apostados para la guerra, pero los filisteos tenían un vocero, un representante que se llamaba, ¿cómo? Goliat. Dicen, que este hombre era un gigante.
Yo investigué un poquito, parece ser que tenía unos diez a once pies de altura, en metros sería unos tres metros. Así que si acá tenemos algunos altos, imagínense diez a once pies de altura y tres metros de alto. Bueno, este hombre, este gigante, representante de los filisteos, durante cuarenta días voceaba y decía, al pueblo de Israel le digo, designen un hombre que pelee conmigo.
Cuarenta días diciendo lo mismo, el que venciere, el vencido será esclavo del vencedor, ésa era la condición de la pelea. Entonces, imagínense durante cuarenta días haciendo esto, el rey Saúl está temeroso, el pueblo también, y eso que era un ejército; de repente, ahí aparece el muchachito de nombre David y este muchachito de nombre David escucha al filisteo, a Goliat que dice, a ver un hombre que pelee conmigo... Y entonces, todos se quedan, y David dice, ¿a ver, y le tienen miedo ustedes a este hombre? Pero cómo no vamos a tener miedo, mira la altura que tiene.
Y David dice algo muy interesante que creo que muchas veces nosotros hemos visto, simplemente leo una frase que él dijo, nadie tiene que desanimarse a causa de este filisteo, porque yo voy a pelear contra él porque está desafiando al ejército del Dios viviente.
¡Aha! Estas palabras de David, me hacen ver a mí que había algo muy importante en el corazón y la esencia de este muchacho, él no tuvo miedo como el rey y como el ejército, David dijo, acá hay algo que está ofendiendo a Dios, este filisteo, este gigante que aparenta ser muy poderoso está desafiando a alguien mucho más poderoso que él, es más, es Todopoderoso, y ese Todopoderoso es el Dios de este ejército, y yo como representante de Israel, como integrante de este pueblo y porque soy un hombre que ama a Dios, no permito que este hombre ofenda a Dios desafiando a ese Dios viviente.
Creo que nos estamos dando cuenta, claro, cuando este muchacho dijo, yo voy a ir a pelear, ¿qué le dice Saúl? ¡Ah! ¡ay David! Tú eres un muchachito, pastorcito de ovejas, por favor mira, estás saliendo de la adolescencia, cómo puede ser que vas a enfrentar a este gigante, mira lo grandote que es... Y David dice, no, no, no, yo voy a ir a pelear, es más rey, tú sabes que yo cuando vienen osos y leones y se vienen contra las ovejas yo los despedazo y los mato, o sea que de alguna manera el muchacho tenía algo, ¿verdad? Mira, cuánto más si voy en Nombre de Dios. Imagínense Saúl, ¡qué tremendo no!
Pero, de alguna manera antes de seguir quiero ver algo, fíjense lo que pasó, escúchenme bien, el rey Saúl tuvo miedo, ¿el rey era qué? La autoridad, ¿sí o no? La autoridad de Israel era el rey, cuando él tuvo miedo, ¿a quién le transmitió el miedo? Al pueblo.

Cuando la autoridad tiene miedo el pueblo se contagia del miedo.

Cuando el miedo viene por causa humana hay un contagio general, pero apareció un muchachito que no era un brabucón ni era un valentón, él tenía una esencia adentro y dijo, yo voy a pelear contra éste, y Saúl dijo, bueno si lo quieres hacer. Entonces lo primero que se le ocurre es, te voy a poner, te voy a vestir de militar, como si vestirlo de militar pudiera significar algo, te voy a poner la ropa de militar y le dio armas, imagínense a David viéndose y caminando; dijo, no, no, no, yo con estas armas no puedo, con este casco no puedo, con esta espada no puedo, esto me pesa, con estas botas militares yo no puedo, ¿qué hizo? se sacó todo, se quedó como David. Entonces, se fue al arroyo, agarra cinco piedras lisas del arroyo, las pone dentro de su saco pastoril, agarra su bastón o su cayado y lo quiere enfrentar. ¡Ah! Tenía una onda.
Hoy los chicos no saben qué es una onda, ¿o sí saben qué es una onda? ¿No tienen idea verdad? Cuando yo era chico yo sabía lo que era, en Argentina se dice, gomera, la honda.
Le voy a decir lo que era una onda en ese tiempo, era un saco de cuero, un saquito chiquito de cuero, por eso la piedra estaba adentro y tenía atadas dos tiras largas de cuero. Ok, cuando se ponía la piedra dentro de la bolsa se tomaban esas dos tiras de cuero y se la hacía girar sobre la cabeza, en Argentina diríamos la revoleó, y entonces, eso iba tomando cada vez más velocidad, y pum, era lanzada en un momento. Imagínense el daño que esa piedra hacía, en Argentina la usábamos para cazar pajaritos cuando éramos chicos, los defensores de los animales me escuchan esto y me van a denunciar, pero ya me arrepentí, porque eso era de chico con mis primos.
Entonces imaginen, ésta era la honda. Ahora, en ese momento David está decidido y empieza a avanzar, y cuando Goliat lo ve, dice, ah ¿y tú crees que vas a hacer algo contra mí? Mira, mira cómo estás, mira cómo vienes... y le voy a leer lo que le dijo David a Goliat.
Voy a leer 1ra. de Samuel 17:45 al 47, Nueva Versión Internacional, escuchen muy bien:

“... —Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina,
pero yo vengo a ti en el nombre

oh, en el nombre,
en el nombre del Señor Todopoderoso,
el Dios de los ejércitos de Israel,

a los que has desafiado,
a quien has desafiado. Hoy mismo
Ahora le profetiza, mire.
Hoy mismo el Señor te entregará en mis manos;
y yo te mataré y te cortaré la cabeza.
Hoy mismo echaré los cadáveres del ejército filisteo
a las aves del cielo y a las fieras del campo,
y todo el mundo sabrá que hay un Dios en Israel.
Todos los que están aquí reconocerán que el
Señor salva
sin necesidad de espada ni de lanza.
La batalla es del
Señor,
y él los entregará a ustedes en nuestras manos.
1 Samuel 17:45-47 / NVI

¿Qué pasaje rico en contenido! Tú vienes a mí con armas naturales y las armas naturales todos las conocemos, pero yo vengo a ti en el Nombre, eso es espiritual.
El Nombre es más poderoso que las armas que Goliat tenía, porque era el Nombre de Dios. El nombre, en hebreo, es la persona misma. Era el Dios de los ejércitos, el nombre de Él, el que David invocaba, y profetiza, no solamente te voy a matar, te voy a cortar la cabeza y los cadáveres de todos los filisteos van a rodar, ¿por qué? porque yo vengo a ti en el Nombre... Y luego le dice, quiero que sepas que la batalla no es mía, es del Señor.

Querida Iglesia, a veces peleamos nosotros, batallas que son del Señor, ¿o no? Póngase a pensar cuántas batallas, y sobre todo en la mente, nosotros desarrollamos y vemos los gigantes aquí en la mente, y vemos las imposibilidades aquí en la mente, y vemos el poderío del argumento y del pensamiento que se ha levantado de la situación, pero no veo que la batalla es del Señor. No invoco el Nombre, y si invoco el Nombre es para tener lástima de mí, y si invoco el Nombre es para decirle, ¿qué pasa no me oyes, algo mal está en mí?
David estaba seguro del Nombre, pero estaba seguro en quién él creía, y dijo, yo tengo fe, la batalla es del Señor, por eso no necesito ni espada, ni bota, ni traje militar, porque Dios con eso no salva, a Dios no le interesan los argumentos nuestros, le interesa lo que Él hace.

Muy bien, entonces el filisteo avanza, David avanza, claro, el filisteo avanza de acuerdo a la estrategia de guerra, yo no sé qué haría él si con la espada no sé, en ese momento David empieza a revolear la onda y pum, ¿y sabe dónde le dio? Acá, en el espacio que le dejaba el casco. ¿Había  ensayado, había practicado, lo habían entrenado en el cuartel militar seis meses? No, era Dios, era Dios que le dijo, le vas a dar acá, en el espacio donde lo vas a matar, donde él no tiene ninguna posibilidad de vivir.
Bueno, nosotros sabemos que lo mató, le cortó la cabeza, y bueno ahí pasó todo.

Miren muchas cosas se han dicho de esto, pero esta semana el Señor me mostró algo y se lo quiero comunicar.
Nosotros hemos visto a David de muchas maneras, a Goliat de otras muchas maneras, a David lo hemos visto chiquito, pobrecito, falto de entrenamiento, y Goliat, y el enemigo, pero Dios...
Escuche lo que el Señor me mostró, Goliat fue un instrumento de Dios para que David sacara de adentro lo que tenía de Dios, ¿fui claro? No era ni la guerra, no era ni la piedra, no era ni los dos ejércitos. Era, David, mira, Yo voy a usar a Goliat como un instrumento mío para que tú saques de adentro lo que tienes de mí, es decir, la gente me tiene que ver a mí... Que se vea Dios.

Querida Iglesia, si empezamos a ver las circunstancias de nuestra vida de esta manera, muchas cosas van a cambiar, si empezamos a ver la ofensa que me hicieron de esta manera, muchas cosas van a cambiar, si veo el dolor que me produjo tal cosa o tal situación o tal circunstancia como un instrumento para que salga Cristo de mí, alabado sea el Nombre del Señor.

Creo que hoy el Señor nos está queriendo mostrar, de salir de lo natural, de las reacciones instantáneas que salen de nosotros para someter las reacciones instantáneas y para decir, esta situación es para que yo saque a Dios de adentro. Goliat sirvió para eso, pero fíjense qué notable, no solamente fue Goliat un hombre vencido, fue un ejército vencido.
Iglesia, cuando alguien se para y muestra a Dios, las fuerzas de maldad tienen que retroceder, no es una persona, son los espíritus que hay detrás de eso, los espíritus de depresión, los espíritus de opresión, los espíritus de desánimo, los espíritus de tristeza, los espíritus de no se puede, los espíritus de esto es imposible, los espíritus de esto nunca más me voy a levantar...
Cuando Dios se evidencia y Cristo sale de mí, Él como Victorioso se muestra y los espíritus del diablo retroceden.
¿Sabe por qué el mundo está en la situación que está? No tanto por la presencia de los malos, sino por la ausencia de los buenos, que es la Iglesia de Jesucristo mostrando a Cristo.
Por eso, si nos sumamos al desánimo, si nos sumamos a la incomprensión que existe, porque yo no puedo entender todo pero yo tengo claro como lo tuvo David mostrar a Cristo, se terminó.
Miren, este muchacho le mostró a un rey que tenía autoridad y a todo un ejército de Israel, cómo era confiar en Dios, y eso que Israel era el pueblo de Dios. Hoy nosotros somos el cuerpo de Cristo, pero el Señor está diciendo, actúa con lo que tienes adentro, no con lo natural que te sale, con lo que tienes adentro.
Goliat fue un instrumento para que David mostrara a Dios, piensa cuál es tu Goliat, cuál es tu Goliat, para que salga Cristo.

Segundo caso, el caso de Job.
Mire, a mí me gusta mucho el análisis, pero si yo me metiera teológicamente a analizar toda esta situación, no la entiendo, ni siquiera volviendo a ir al seminario cinco años, no la entiendo. Pero le voy a decir algo, hoy se va asombrar de cosas que le voy a decir.
Allá en Job capítulo 1, también capítulo 2, se cuenta que un día el diablo estaba recorriendo la Tierra, no voy a teologizar, por favor, no me haga preguntas. Entonces, los ángeles y el diablo se presentan delante de Dios, y Dios dice, ¿qué andas haciendo? Le dice el diablo, ando recorriendo la Tierra, aha ok; y mire Dios qué sarcástico, le dijo, ¿no viste a mi siervo Job? ¿A tu siervo Job? Sí, estaba picando. Mira, te voy a decir cómo es Job, recto, intachable, que me honra y vive apartado del mal.
Es decir, Dios le detalló a Satanás las virtudes espirituales que tenía este siervo de Dios llamado Job. ¿No viste a mi siervo Job? Él es recto, es intachable, que me honra y vive apartado del mal.
Entonces ahí sale el diablo con su argumento, claro, mira, Job tiene esposa y tiene hijos y tiene hijas, no solamente tiene familia, tiene criados, servicio doméstico que lo sirve, tiene ganado, bueno, tiene de todo, pero ¿tú crees que Job te ama y te sirve de balde? O sea, gratuitamente, no, te sirve porque le diste todo eso, tócale eso a ver qué pasa, y Dios le dice a Satanás, dale, tócale eso a ver qué pasa, no me preguntes, te doy permiso.
Así en un ratito, ganado, posesiones, criados y los hijos murieron, todos, Job quedó en la nada, solamente con la esposa.
Escuche, era recto, intachable, siervo de Dios, ¿cómo hace su mente para asimilar esto? Porque nosotros asociamos castigo de Dios, pero no asociamos prueba de Dios, con gente recta, intachable, que lo honra y vive apartado del mal.
Se da cuenta que nosotros no podemos vivir por esto (la mente), ni por esto (el corazón) hay que vivir por el Espíritu.

Ahora bien, resulta que le quiero leer lo que Job dijo, voy a leer Job 1: 20 al 22, en la Nueva Versión Internacional, después que se le terminó todo, Job dice, escuche bien:

“Al llegar a este punto, Job se levantó,
se rasgó las vestiduras, se
(raspó) rasuró la cabeza...
No por moda, hoy día se rapa la cabeza por moda, no, en ese tiempo rasgarse las vestiduras y raparse era señal de duelo, señal de dolor, señal de pena, era una cuestión de la cultura de ese tiempo, escuche:
... luego se dejó caer al suelo en actitud de adoración.
Entonces dijo:

«Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo he de partir.
El
Señor ha dado; el Señor ha quitado.
¡Bendito sea el nombre del Señor!»

A pesar de todo esto, Job no pecó ni le echó la culpa a Dios.”

Job 1:20-22 / NVI

Así como usted no entiende yo tampoco, pero ésta es la condición de alguien que tiene a Dios adentro y que está convencido o convencida de que lo tiene, porque Job podía haber empezado, eh, soy tu siervo, vivo apartado del mal y honrándote, me diste los hijos y cómo que se me mueren los hijos y tú lo dejas al diablo que me toque, ¿ve, ve? ¿y por qué, por qué se me murieron los hijos? No era uno, eran diez, ¿por qué? ¿ Por qué el ganado? ¿por qué me tocas todo, qué hice? Cualquier parecido a la realidad nuestra es coincidencia, pero así actuamos, ¿o no?
Job, mire, tenía tanto adentro de Dios, que una vez que asumió la tristeza, dice que se echó al suelo en señal de adoración, ah, no, no, no, esto ya, no, no, esto es otra cosa, yo no puedo explicar esto porque esto es espiritual, yo no llego a esto, yo me estoy enseñando a mí mismo, yo me estoy exhortando a mí mismo, se echó al suelo en señal de adoración.
Cuando usted se echa al suelo en señal de adoración ningún demonio se queda ahí, ningún mal pensamiento se queda ahí, ningún juicio de no entendimiento contra Dios se queda ahí, tienen que salir disparados.

Job no buscó consejería pastoral, Job no dijo, ahora que la iglesia interceda por mí a ver qué está pasando.
¿Se da cuenta hermano? Necesitamos salir de la niñez espiritual, necesitamos salir de la inmadurez y de los pañales que estamos usando, y de la palabrita dulce que me dicen para discernir a Dios y sacar al Dios y al Cristo que tenemos adentro. Este hombre se echó al suelo en señal de adoración y le faltaba todo.
Pero ahí no termina la cosa, el diablo dijo, Dios, ya le quitaste todo, está bien, pero yo me guardé un as bajo la manga, mira, le tocaste todo pero no le tocaste a él, es decir, ¿por qué no lo tocas a él? ¿por qué no le tocas su cuerpo, a ver cómo reacciona? En ese momento le vino a Job una sarna y se rascaba desde la cabeza a los pies todo el día, todo el día rascándose, ¿usted se imagina la desesperación que es vivir todo el día rascándose?

Ahora bien, yo le dije a usted que Job tenía una esposa, se supone que la esposa tiene que ser una ayuda idónea, no ayuda errónea, ¿verdad? Pero escuche, escuche lo que dice la Palabra de Dios en Job capítulo 2, versículo del 9 al 11, Nueva Versión Internacional, va la esposa y le dice al marido:

Job...
“...—¿Todavía mantienes firme tu integridad?

¡Maldice a Dios y muérete!

Job le respondió:

—Mujer, hablas como una necia.

Si de Dios sabemos recibir lo bueno,

¿no sabremos recibir también lo malo?

A pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra.
Job 2:9-10 / NVI

¿Tú te imaginas después que te han devastado, después que te quitaron todo, y aún los hijos, que viene tu esposa y te dice, todavía sigues alabando a Dios? ¿Todavía mantienes tu integridad?
Mire, es fuerte lo que le dice, ¡Maldice a Dios y muérete!
Mire, yo leo esto y me estoy estremeciendo, eh, es muy atrevido, muy riesgoso decir esto, ¡Maldice a Dios y muérete! ¿Por qué? Por toda la circunstancia que está pasando, ahí me doy cuenta que esta mujer no conocía a Dios.
Por favor, escapemos de esto, ¡Maldice a Dios y muérete! Habla mal de Dios y ya muérete, porque además, a mí me eres un estorbo, todo el día te estás rascando.
¿Qué le dice Job? Necia, la palabra necia significa insensata, tonta, una palabra fuerte es estúpida, también significa, fuerte esa palabra, pero eso es lo que significa la palabra, así hablaste.
Si de Dios sabemos recibir lo bueno, ¿no sabremos recibir también lo malo?
Ah, aquí me explota todo, claro, claro, claro, si de Dios recibimos lo bueno, ¿no sabremos recibir lo malo? Disciérnalo no se lo voy a explicar, disciérnalo, porque necesitamos crecer y madurar en el conocimiento de Dios para recibir esto, porque nos han pintado un Dios donde siempre está buscándonos por todos los rincones para hacernos bien, y no digo que no sea así, pero nos hemos volcado a un Dios al que le exigimos que no haga justicia nunca en nada. Entonces, le dijo, no, no, no, a ver, como necia hablaste, si de Dios recibimos lo bueno, también lo malo, y mire lo que dice, a pesar de todo esto, Job no pecó ni de palabra.
¿Sabe por qué no pecó ni de palabra? Porque no lo tenía adentro, porque uno habla lo que tiene adentro, ¿o no? Uno dice se me escapó, no, cuando uno dice se me escapó, no, lo tenías adentro.
Yo suelo decir, odio las malas palabras, las groserías las odio, no puedo, cuando alguien se enoja y dice una mala palabra y dice, se me escapó, no, no se te escapó lo tienes adentro, no se te escapó la tienes adentro.
Entonces, Job no pecó ni de palabra, porque no lo tenía adentro, ¿sabe cómo terminó esta historia? Usted vaya después al último capítulo de Job, Dios le restituyó al doble todo lo que tenía, ¿qué hizo Job? En toda esta prueba, sacó lo que tenía de Dios adentro.
Hubo muchas cosas entre el capítulo uno, el capítulo dos, hasta el último capítulo, sí, hubo muchas cosas, pero finalmente con lo que me quedo es que él expresó al Dios que tenía adentro.

Tercer caso, el caso Esteban.
Allá en Hechos de los Apóstoles el capítulo 6, se relata que por el crecimiento de la Iglesia, hubo que organizar algunas tareas prácticas de la Iglesia, se eligieron algunas personas, Esteban estuvo entre esas personas para hacer algunas tareas prácticas.
Una característica de Esteban, dice Hechos 6, era lleno de fe y del Espíritu Santo. Ahora bien, la Palabra se predicaba en ese tiempo y mucha gente, pero mucha gente se entregaba al Señor, era bautizada y era agregada a la Iglesia, estamos hablando del Siglo I.
Ahora bien, cuando esto pasa, voy a leer Hechos 6, versículos 8 al 15, Nueva Versión Internacional, dice así:

“Esteban, hombre lleno de la gracia y del poder de Dios,
hacía grandes prodigios y señales milagrosas entre el pueblo.

Con él se pusieron a discutir ciertos individuos de la sinagoga llamada de los Libertos,

donde había judíos de Cirene y de Alejandría, de Cilicia y de la provincia de Asia.

Como no podían hacer frente a la sabiduría ni al Espíritu con que hablaba Esteban,

instigaron
(o provocaron) a unos hombres a decir:
A mentir, mire.
«Hemos oído a Esteban blasfemar contra Moisés y contra Dios».
Agitaron al pueblo, a los ancianos y a los maestros de la ley.
Se apoderaron de Esteban y lo llevaron ante el Consejo.
Presentaron testigos falsos, que declararon:
«Este hombre no deja de hablar contra este lugar santo y contra la ley.

Le hemos oído decir que ese Jesús de Nazaret

destruirá este lugar y cambiará las tradiciones que nos dejó Moisés».

Todos los que estaban sentados en el Consejo
fijaron la mirada en Esteban
y vieron que su rostro se parecía al de un ángel.”

Hechos 6:8-15 / NVI

¡Wow! La Palabra se predicaba, el evangelio corría, prodigios, señales, y no podían, no podían contra este muchacho, a éste repito, lo habían elegido para trabajos prácticos en la Iglesia, pero era un hombre lleno de fe, lleno del Espíritu Santo y de buen testimonio, entonces Dios le concedió la gracia de hacer señales y milagros.
Entonces, ¿qué pasa? Aquella gente del Consejo, aquellos religiosos no resistían ver el poder de Dios y lo que fluía de la vida de Esteban, por eso Esteban, lo toman y le levantan calumnias, mentiras, y Esteban podría haber dicho, ay Señor, yo estoy predicando el evangelio, los milagros se suceden por tu poder y ahora esta gente viene y me trata mal y me levanta calumnias, y dicen mentiras... Claro, porque a ver, así como Job era un hombre recto, justo e intachable, Dios lo tocó, Dios también permitió que Esteban pasara por la mentira y la calumnia.

Entonces, qué hacemos queridos cuando dicen de nosotros mal, mintiendo o nos calumnian. Ah, el día que lo vea, el día que lo agarre, el día... se lo voy a decir y me voy a hacer una lista.
Pregunto, ¿ésa es reacción natural o es Cristo saliendo? Claro, porque tenemos que preguntarnos, a este muchacho le levantaron falso testimonio, él no había dicho nada de todo eso, pero me llama la atención que dice, que aquella gente, la del Consejo, fijaban la mirada en Esteban y decían, vemos la cara de un ángel. Ahí está, ahí está, así como Jesús vino a revelar a Dios, Esteban estaba revelando a Dios, le veían cara de ángel.

Ése es un cristianismo normal que necesitamos empezar a transitarlo, en lugar de empezar a compartir tanta cosa mala. Empecemos a marchar en el camino de mostrar a Cristo y de mostrar a Dios, seamos rectos, seamos intachables, demos honra a Dios, seamos llenos del Espíritu Santo, llenos de fe y con buen testimonio y el mundo de las tinieblas se va a enloquecer. Ahí está la prueba, Esteban estaba siendo preparado para eso y para mucho más.

Una vez que pasa esto, el Consejo, después de la calumnia y la mentira, le dice, Esteban mira, todas las cosas que están diciendo de ti, a ver, ¿qué dices tú? Ah, Esteban no se miró a sí mismo, mire lo que hizo, usted vaya después, ahora no, vaya a Hechos 6 y vea, dice que Esteban comienza a hacer historia, comienza a hablar de Abraham, de cómo Dios lo había escogido, que le había prometido descendencia, habla de la esclavitud de Israel en Egipto, de cómo Dios lo libera a Israel a través de Moisés, le habla de Josué, le habla de Salomón que construyó el templo... pero le dice, Dios no habita en templo hecho de manos.
A ver Esteban, a ver Esteban, te están calumniando, estás siendo investigado y tú todavía los increpas y les dices, Dios no habita en templos hecho de manos... Pero no solamente esto, los increpas por su incredulidad y les dices, ustedes son tan rebeldes como sus antepasados y tienen el corazón endurecido. Y uno podría haber dicho, a éste le falta lógica, éste tenía que haber manejado la situación, le faltó ese sexto sentido, ¿ve? Todo natural, todo, todo, todo natural, todo.

Esteban estaba ahí como representante de Dios y él sabía que se estaba jugando, tomó la historia desde Abraham, este muchachito en el Siglo I, y se fue miles de años para atrás y habló de Abraham y termina en un templo; y dice, Dios no habita en templos hechos de mano.
Pero ustedes, no solamente siguen siendo incrédulos, ¿sabe lo que les dice? Ustedes mataron al Santo y al Justo y lo crucificaron.
Se jugó, ¿qué era? Cortarle la cabeza, se jugó, pero mire lo que pasa.
Ahora leo Hechos 7: 54 al 60 y el capítulo 8 el versículo 1, Nueva Versión Internacional, después de que él les dice todo esto y los increpa, dice:

“Al oír esto, rechinando los dientes montaron en cólera contra él.
Pero Esteban, lleno del Espíritu Santo,
fijó la mirada en el cielo y vio la gloria de Dios,
y a Jesús de pie a la derecha de Dios.
 —¡Veo el cielo abierto —exclamó—,
y al Hijo del hombre de pie a la derecha de Dios!
Entonces ellos, gritando a voz en cuello, se taparon los oídos y todos a una
se abalanzaron sobre él,  lo sacaron a
(empujones o) a empellones
fuera de la ciudad y comenzaron a apedrearlo.
Los acusadores le encargaron sus mantos
(o sus ropas) a un joven llamado Saulo.
Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. —Señor Jesús —decía—, recibe mi espíritu.
Luego cayó de rodillas y gritó: —¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado!
Cuando hubo dicho esto, murió.”

Hechos 7:54-60 / NVI

“Y Saulo estaba allí, aprobando la muerte de Esteban.”
Hechos 8:1 / NVI

Me es imposible, imposible articular palabra, después de confrontarlos espiritualmente, confrontando generaciones pasadas de esos que estaban ahí como representantes de Dios. Ahora, Esteban contra toda la bronca, porque dice, que rechinaban los dientes, se pusieron en cólera contra él, pero él dice, puso la vista hacia el cielo y dijo, ah, veo a Jesús el Hijo de Dios sentado a la derecha del Padre.
Cuanto Esteban hablaba, dice que estos se tapaban los oídos, miren lo fuerte que era la confrontación espiritual, que cuando este muchacho hablaba con gracia y sabiduría del Espíritu Santo, los oídos, el razonamiento de ellos no podía soportar la confrontación espiritual, pero más que las palabras tampoco la actitud.
Cómo puede ser que un hombre al que estamos ultrajando de esa manera reaccione con esa humildad; porque no era Esteban, era Cristo, era Dios en Esteban.
Pero a empujones lo sacan fuera de la ciudad y no solamente lo sacan de la ciudad, dice que comenzaron a apedrearlo, ¿para qué? para matarlo. Cualquier persona que siente que lo apedrean y no una o dos, un montón de gente, ¿qué sabe? Que su fin está próximo, ¿o no? Estos me matan, Esteban podría haber dicho, por favor, tengan piedad de mí, tengan compasión de mí me van a matar, por favor a ver, ¿podemos hablar otra vez? Esteban no hizo eso, Esteban cuando lo apedreaban no los recriminó ni se compadeció de sí mismo.

¿Sabe qué puse yo en mi apunte? Cada piedra era una nota de adoración a Dios, sigan apedreándome, esto sube a Dios como adoración, yo recibo la piedra, pero Dios recibe la adoración.
Ése es un cristiano, ni siquiera comprometido, ya estoy cansado de la palabra comprometido, ése es un cristiano de verdad.
Yo recibo la piedra, sigan tirando, pero el Nombre de Dios tiene que ser levantado, él no se ofendió, él no se dolió por Esteban, y el dolor que él estaba recibiendo, él dijo, yo soy el representante de Dios aquí y yo tengo que confrontar a esta generación con su pecado, con su incredulidad no puedo dejar pasar esta ocasión, yo sé que me voy, que me sigan apedreando, pero yo sé en quién creí y yo sé lo que tengo que hacer en esta generación.
Por eso, cada piedra era una nota de adoración que subía hasta los cielos.

Querida Iglesia de Jesucristo, el Señor está esperando actitudes como éstas, cuánta molestia, cuánta ofensa, que me dijo, que no me dijo, que me llamó, que no me llamó, cuánta... por favor, por favor, por favor, salgamos de la niñez, convirtamos en Esteban, en Job, en David, es lo que Dios está esperando.

Resulta, que este muchacho estaba mostrando a Dios, el poder de la presencia de Dios era evidente porque lo veían a él y veían un ángel. Pero me llama la atención algo, ¿quién estaba presente en la escena cuando lo estaban apedreando y matando? ¿quién estaba presente? Saulo, ¿quién es Saulo? Pablo, oh, ahí en esa escena mirando las piedras que le echaban a Esteban, viendo la cara de ángel de Esteban, viendo todo lo que le gritaban a Esteban, ahí estaba Saulo aprobando que lo mataran.
Pero, qué significativo que la Biblia diga, y agarraron las ropas de Esteban y las pusieron a pies de Saulo, esto es para otro mensaje porque hay mucho ahí, hay un manto apostólico impresionante.
Imagínense, éste ahí tenía las ropas, y qué diría Saulo, está bien que lo maten, porque usted se va unos capítulos después, en Hechos de los Apóstoles 9 y Saulo dice, que respiraba amenazas contra la Iglesia de Jesucristo y obtuvo cartas y obtuvo poderes para salir por todos lados y detener a los cristianos y meterlos en la cárcel, solamente por hablar del Nombre de Jesucristo.
Todos sabemos lo que pasó en el camino a Damasco, ¿no? Un resplandor de luz del cielo lo echa al piso y él dice, ¿quién eres Señor? Y esa palabra es "Kyrios", cuando uno dice, Kyrios, dice, el absoluto, el soberano, el gobernante máximo, el que gobierna mi vida. ¿Quién eres? El Señor, tuvo la revelación de Jesucristo y a partir de ahí fue el apóstol Pablo, pero él estaba con las ropas de Esteban en la mano.
Yo pienso, y esto va por mi cuenta, que primero él dijo, estas ropas son testimonio de que se hizo justicia y mataron a Esteban, y después que fue Pablo tomaba las ropas y decía, hermano, perdón por haber estado de acuerdo en que te mataran, porque ese mismo Jesús que te alcanzó a ti, a mí también me alcanzó, perdóname, estas ropas son un testimonio vivo de que jamás volveré atrás, de que jamás negaré al único que me rescató, que me escogió... Y Pablo así vivió, ¿cuántas cosas pasó Pablo? Ya lo vamos a ver, muchísimas.

¿Qué fue lo que mostró Esteban? A Cristo.
Yo no tengo pena por mí, yo no busco autocompasión, no busco nada, yo lo único que busco es que se vea Dios.

Ésta es una invitación para nosotros hoy, que se vea Dios en nosotros; quizás hoy no nos apedrean, pero en muchas circunstancias, ¿quién se ve? ¿El Daniel natural o se ve Dios?

Ahora, vengo a la actualidad, al día de hoy y ya para terminar, recordé unas palabras cuando Jesús estaba en el mundo, dijo así, en el mundo ustedes tendrán aflicción, pero confíen yo vencí al mundo; esto Jesús se lo dijo a sus discípulos, pero es para nosotros, ¿o no? En el mundo ustedes tendrán aflicción.
Me fijé lo que significa en el griego la palabra aflicción, escuche: presión, opresión, tensión, angustia, tribulación, adversidad, pena.
¿Por qué nosotros vamos a tener aflicción en el mundo? No por el mundo en sí mismo, pero por el sistema que el mundo está viviendo, porque ese sistema es anti Dios, y hay algo dentro mío, porque tengo la naturaleza divina, que me hace rechazar ese sistema, así como cuando usted le da a probar algo a un niño que no le gusta, lo rechaza, este sistema que estamos viendo de afuera, a nosotros nos repele internamente porque la vida de Cristo hace que nosotros lo resistamos; por eso, vamos a tener aflicción, opresión, prueba. Pero Jesús dice, ustedes tendrán muchos tipos de aflicciones, además de la que estoy diciendo, pero confíen porque Yo he vencido a ese sistema, Yo he vencido al mundo.

Ahora, le voy a decir algo más de lo que significa la palabra aflicción, y esto tómelo muy en cuenta, la figura en el hebreo de la palabra aflicción, es exprimir como se exprimen las uvas, yo no sé cómo se exprimen las uvas pero creo que en algunos lugares las pisan, habla de lagares, las pisan, la uva es exprimida, ¿y cuándo la uva es exprimida, qué suelta? ¿ve? Jugo. ¿Entendió el mensaje? Cuando estamos siendo exprimidos por pruebas, por dificultades, ¿qué soltamos? Jugo, por eso, que se vea Cristo, que se vea Dios.
Siempre habrá dificultades, siempre, siempre las hubo, las hay y las habrá, pero siempre que se vea Cristo es nuestra única manera de vivir. La otra siempre será la depresión, el fracaso y tantas cosas que no valen la pena mencionar.

Ahora bien, quiero terminar hablando del apóstol Pablo y leyendo del apóstol Pablo, él vivió todo tipo de experiencias y esto, todo lo que vimos, él lo resume en Romanos 8:31 al 33, el 34, el 35, el 37, en la Versión de la Biblia al Día, lo leo y dice así:

“¿Qué más podemos decir?
Que si Dios está a nuestro favor,

nadie podrá estar en contra nuestra,

¿Quién podrá acusar a los que Dios ha escogido?

Dios es quien los declara libres de culpa.

¿Quién podrá condenarlos?
Cristo Jesús es quien murió,
¿Quién nos podrá separar del amor de Cristo?
¿El sufrimiento, las dificultades, la persecución,
el hambre, la falta de ropa, el peligro, o la muerte?
En todo esto:

Salimos más que vencedores, por medio de aquél que nos amó.
Y dice Pablo.
Estoy convencido, de que nada podrá separarnos del amor de Dios.
Ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los poderes y fuerzas espirituales,
ni lo presente, ni lo futuro, ni lo alto, ni lo profundo,
ni ninguna otra de las cosas creadas por Dios,
nada podrá separarnos del amor que Dios,
nos ha mostrado en Cristo Jesús, nuestro Señor.”

Romanos 8:31, 33-34ª, 35, 37-39 / BAD

Amén, ¿o no? Pablo pasó por todas estas cosas, él estuvo presente cuando Esteban murió, pero todo lo que él pasó lo dice, nadie va a estar en contra nuestra porque Dios nos escogió, nos declara libres de culpa, ¿quién nos podrá condenar? Si Cristo murió, cuando venga la culpa a tu vida, Cristo pagó por esa culpa, ¿sabes quién es el acusador de los hermanos? Satanás, por eso, ésta (la mente) hay que ponerla bajo gobierno, ésta (la mente) nos hace mucho daño... Empieza el rollo, el rollo, el rollo y voy a la Palabra y la Palabra dice, sí pero es el rollo de la mente, Pablo dice, estás libre de culpa para expresar a Cristo, Él te declaró libre, pero nadie nos puede separar del amor.
Mire, habla de sufrimiento, de dificultades, de persecución, habla de hambre, de falta de ropa, de peligro o de la muerte; Pablo pasó por todo esto, eh, es como si Dios le hubiera dicho, Saulito, cuando viste morir a Esteban, ésa era una muestra de lo que te iba a tocar a ti, ya lo viste en Esteban, tú vas a pasar eso de Esteban y mucho más. Por eso, el Señor lo preparó y Pablo tiene la experiencia de decir, nada me podrá separar del amor de Cristo.
Escucha, si tú no te separas del amor de Dios, Él no separa su amor de ti, ¿por qué entonces decimos que Dios no nos ama? ¿Ve? Y el diablo dice, dale, dale, dale.
Job podría haber dicho lo mismo, a mí no me ama Dios, hasta mi mujer me dice a mí Dios no me ama, ¿qué habré hecho? ¿qué cosa habrá en mi pasado generacional? Le voy a creer a la Palabra, nadie me puede separar del amor de Cristo.
Por eso, en todo esto salimos más que vencedores una frase que no tiene explicación, ¿qué es más que vencedor? Cuando uno es vencedor es vencedor, pero Pablo ve en el Espíritu que hay un escalón más, es decir, vivir en la victoria de manera permanente, somos vencedores de manera continua, permanente y en todos los órdenes de la vida, y Pablo afirma todo esto y lo detalla, que ni la muerte, ni la vida, ni los ángeles, ni los demonios, ni lo presente, ni lo futuro, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá apartar del amor de Dios que es en Cristo Jesús.

Entonces, yo pregunto Iglesia, con todo esos recursos que tenemos para vivir, ¿no es cierto que se justifica que se vea Cristo en nosotros? Lo tenemos.
Por eso hoy, ¿sabe cómo vamos a terminar? Cantando de esta victoria porque el Victorioso vive en nosotros, ¿o no?
Y mientras estamos cantando le pido que repasemos, por favor, todo lo que hemos hablado de David y de Goliat, de Job, de Esteban y de Pablo, y que veamos en el Espíritu cómo ellos lo único que hicieron, fue mostrar a Dios, lo que tenían adentro salió afuera.
Por eso, en el Nombre de Jesús, cuando hoy cantemos el Victorioso vive en mí, lo vamos a cantar desde el espíritu, por el Espíritu, para vivir esa victoria todos los días de nuestra vida.
Yo les invito a ponerse de pie y a soltar nuestro espíritu, nuestro cuerpo y decirle, Señor que Cristo se vea en mí porque somos victoriosos... Voy a orar:

Padre, en el Nombre de Jesús, queremos darte tantas gracias en este día porque hemos visto en hombres que en el pasado han mostrado cómo se puede ver a Dios, cómo el mundo puede ver a Dios hoy nosotros.
Como Iglesia de Jesucristo, Siglo XXI a la luz de la historia y a la luz de todo lo que nosotros hemos vivido, contamos con todos los recursos para vivir en victoria y para mostrar a Cristo.

Señor, te alabamos y te bendecimos porque desde esta plataforma nosotros podemos estar animados, nosotros podemos estar estimulados, nosotros podemos estar comprendidos y contenidos, nosotros sabemos que mayor es el que está en nosotros que el que está en el mundo, nosotros sabemos que nada ni nadie nos podrá separar del amor de Cristo, nosotros sabemos que nada ni nadie nos va a condenar porque Cristo en la cruz del Calvario condenó a la condenación.

Por eso, si en este momento hay alguna persona escuchando, esto es el momento de arrepentirse, si nunca antes usted ha tenido un encuentro con Jesucristo hoy ábrale su vida, su corazón y dígale, Señor me entrego a ti, quiero vivir en victoria, estoy cansado de estar descorazonado, deprimido, oprimido, todo parece que se viene en contra mía, pero en el Nombre de Jesús, hoy nos paramos frente a toda dificultad, frente a toda circunstancia y le decimos, tú eres una oportunidad de mostrar a Cristo y si vienen piedras, esas piedras se van a transformar en una nota de adoración.

Hoy cantamos como victoriosos, hoy cantamos como vencedores porque somos más que vencedores en aquél que nos amó.

Señor te bendecimos, Señor te alabamos, Señor te glorificamos, Señor levantamos tu Nombre porque es el único Nombre que podemos levantar, y en ese Nombre marchamos cada día de nuestra vida, no importa la circunstancia, porque ya estoy viviendo la victoria del Victorioso.
En su Nombre te doy gracias Señor. Amén, amén, amén.

Le damos un aplauso al Señor, y comenzamos a cantar, bendito eres Señor, bendito eres.
En el Nombre de Jesús, Señor te damos tantas gracias, porque hoy podemos estar en este lugar alabándote, bendiciendo tu Nombre sabiendo que estamos cantando convencidos de que esto que estamos cantando es una verdad, porque es una realidad en cada una de nuestras vidas, nos unimos a todas las congregaciones que en este momento están cantando con nosotros y juntos te decimos, gracias por la victoria de Cristo, gracias en el Nombre de Jesús, amén Señor, amén.


//Yo cantaré
Y danzaré,
Celebraré
La victoria del Señor,
No temeré al pelear
pues la victoria es del Señor//

//El victorioso vive en mí.
El victorioso vive en mí.
Las circunstancias no
me mueven a mí,
el Victorioso vive en mí.//

//Yo cantaré
Y danzaré,
Celebraré
La victoria del Señor,
No temeré al pelear
pues la victoria es del Señor//

//El victorioso vive en mí.
El victorioso vive en mí.
Las circunstancias no
me mueven a mí,
el Victorioso vive en mí//

//Yo cantaré
Y danzaré,
Celebraré
La victoria del Señor,
No temeré al pelear
pues la victoria es del Señor//

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