en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
VIDEO
AUDIO
Decisiones, decisiones y más decisiones, todos en la vida y todos los días tomamos decisiones.
Claro, cuando somos niños nuestros padres toman decisiones por nosotros, ¿por qué? Porque no estamos en capacidad de tomar decisiones correctas, nuestro criterio todavía no está desarrollado como para tomar las decisiones adecuadas. Pero conforme vamos creciendo, sí comenzamos a tomar diversas decisiones, algunas de menor grado, otras de mayor grado, pero en definitiva todos, y todos los días, tomamos decisiones.
Por ejemplo: tomamos decisiones en cuanto a las amistades que vamos a tener, tomamos decisiones en cuanto al estudio, decisiones en cuanto al trabajo, decisiones en cuanto al casamiento, decisiones en cuanto a dónde vamos a vivir, cómo vamos a vivir, decisiones en cuanto a viajar... Bueno, y podría haber muchas otras decisiones que habitualmente todos los seres humanos tomamos.
Ahora bien, si trasladamos este ejemplo natural a lo espiritual, un día, cada uno de nosotros tomó la decisión de entregarse a Cristo, se reconoció pecador, supo y estuvo convencido de su alejamiento y su independencia de Dios, se arrepintió de su pecado y se entregó a Cristo.
Por supuesto, creo que ninguno de nosotros fue obligado a entregarse a Cristo, porque uno se entrega a Cristo por convicción pero no por obligación; si alguien fue obligado a entregarse a Cristo nunca hubo convicción de pecado, nunca hubo arrepentimiento, y por supuesto, nadie podría decir, soy salvo, ¿por qué? Porque por obligación no se llega a la convicción del arrepentimiento para obtener la salvación.
Y esto sería dramático, pero estoy suponiendo que ninguno de ustedes que me escucha pasó por ese campo donde lo obligaron a entregarse a Cristo, sino que con decisión de que su vida cambiara, buscó al Señor, se arrepintió y se entregó a Él.
¿Qué veíamos hacia adelante cuando nos entregamos a Cristo? Un cambio, un cambio de vida, y eso motivó la decisión, porque a partir de entregarnos a Cristo vienen cambios, se producen cambios por la nueva naturaleza que nosotros tenemos.
Quiere decir que ahora empezamos a ver la vida diferente, el camino de la vida comienza a ser diferente, y cada uno de nosotros, a partir de esa decisión, toma un camino que tiene que ver con Cristo habitando en cada uno de nosotros.
Quiero leer un versículo que será la base de lo que vamos a comentar a continuación, el versículo dice así:
“El que dice que permanece en él,
debe andar como él anduvo.”
1 Juan 2:6 / RV60
Lo repito: El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.
Estas palabras fueron dichas por el apóstol Juan, el mismo que escribió el evangelio de Juan, el mismo que escribió las tres cartas y el mismo que escribió el Apocalipsis, pero ¿quién era Juan?
Es muy interesante rastrear un poquito en la vida de Juan, ver las decisiones que tomó y ver cómo terminó. Porque es importante que una vez que somos salvos, reflexionar sobre el punto en el cual estamos ahora, y quiero que se graben esto, ¿en qué punto después de la conversión estoy yo? ¿en qué punto de mi vida en el seguimiento a Cristo estoy yo?
Juan, un día Jesús estaba caminando a orillas del Mar de Galilea, y Él estaba viendo de acuerdo a la voluntad del Padre, de tener a doce hombres en quienes a futuro depositara la misión de ganar al mundo para Cristo, Juan estaba pescando con su papá Zebedeo y con su hermano Santiago; y Jesús les dice a Santiago y a Juan, síganme, vengan detrás mío.
Y la Palabra registra una decisión extraordinaria, quizá incomprensible, pero la Palabra dice que tanto Juan como Jacobo dejaron las redes, dejaron a su padre Zebedeo y al instante después del llamado siguieron a Jesús.
Quiero que recuerden este hecho fundamental en la vida de Juan porque a partir de ahí cambiaría toda la historia de su vida al instante. Después de escuchar el llamado de Jesús, dejaron los muchachos a su padre, dejaron las redes, dejaron el negocio de la pesca y siguieron a Jesús.
Pero luego, en la Palabra se menciona a Juan como el discípulo a quién Jesús amaba, ¿notable verdad? También, la Palabra registra que Juan estuvo en el monte conjuntamente con Santiago y con Pedro dónde Jesús se transfiguró. Esta transfiguración significó un cambio de forma donde se vio por anticipado la gloria del Señor, porque Jesús todavía no había muerto, por eso les dice, no digan nada hasta que Yo resucite, de lo que vieron en este monte; pero Juan estaba participando de esto en el monte.
Cuando Jesús fue crucificado, al pié de la Cruz había pocas personas, allí estaba su mamá, la hermana de su mamá y entre otros estaba Juan; en un momento y antes de morir, Jesús miró a su mamá y le dijo, mujer eh ahí tu hijo, refiriéndose a Juan, y luego miró a Juan y le dijo, Juan aquí está tu madre.
¡Qué privilegio! ¿Verdad? Qué emocionante habrá sido este momento; y la Palabra registra un hecho maravilloso, dice que a partir de ese día Juan recibió a María, la madre de Jesús, en su propia casa, fíjense qué maravilloso privilegio tuvo Juan.
Ahora bien, Juan también fue uno de los testigos de la resurrección de Jesús, él fue al sepulcro y vio la tumba vacía y comprobó que Jesús había resucitado.
Pero ahora quiero leer otro versículo muy significativo, a muchos años de todo esto que acabábamos de mencionar, el versículo dice así:
“Yo, Juan, soy hermano de ustedes, y su compañero en el sufrimiento, en el reino de Dios
y en la paciente perseverancia a la que Jesús nos llama.
Me exiliaron a la isla de Patmos por predicar la palabra de Dios
y por mi testimonio acerca de Jesús.”
Apocalipsis 1:9 / NTV
¡Qué emocionante que es esto! Habían pasado muchos años, Juan ya era un anciano, estamos hablando de los años 90 a 95 aproximadamente, y Juan escribe exiliado, desterrado y estaba en la Isla de Patmos y él dice que por dos razones lo habían desterrado y lo habían exiliado. Dice, por predicar la palabra de Dios y por mi testimonio acerca de Jesús.
Recordemos el momento en que Juan dejó las redes y siguió a Jesús, muy joven, muy joven, y ahora vemos otro momento. Desterrado en la Isla de Patmos, por el testimonio de Jesús y por predicar la Palabra. Él había tomado una decisión un día por convicción, la de seguir a Jesús, y ahora estaba pagando con su vida en el exilio aquel testimonio de convencimiento de quién era Jesús para su vida, es decir, Juan respaldaba con su vida la decisión que había tomado.
No hay mayor autenticidad de lo que una persona puede decir o hacer que respaldarlo con su vida, y Juan anciano ya, exiliado en la Isla de Patmos, no sabemos el trato que le dieron, pero ahí estaba por predicar la palabra y por el testimonio de Jesucristo.
Mientras yo revisaba todo esto recordé, qué pasaba en la antigüedad, qué pasaba en el Antiguo Pacto cuando Dios le dio al pueblo de Israel la ley.
La esencia de la ley contenía este mismo principio que acabamos de leer, lo voy a leer de esta manera:
“»Y ahora, Israel, ¿qué te pide el Señor tu Dios?
Simplemente que le temas y andes en todos sus caminos,
que lo ames y le sirvas con todo tu corazón y con toda tu alma,
y que cumplas los mandamientos y los preceptos
que hoy te manda cumplir, para que te vaya bien.”
Deuteronomio 10:12-13 / NVI (énfasis añadido)
Temas, andes, ames, sirvas y cumplas, son los ingredientes de este paquete de la esencia de la ley que honraba al Señor si el pueblo caminaba decidido por el camino que el Señor le marcaba. Y qué notable es el resultado, dice: si tú haces todo esto Israel te va a ir bien, porque ese es Dios, Dios quiere que cuando tomamos la decisión de seguirlo y caminamos y caminamos y caminamos con Él, siempre nos irá bien, a pesar de todo lo que pueda pasar de circunstancias difíciles en la vida. Por eso, repito el versículo:
“El que dice que permanece en él,
debe andar como él anduvo.”
1 Juan 2:6 / RV60
Vamos a tratar de interpretar lo que Juan dice, quizá frase por frase, comienza diciendo:
El que dice... Es decir, quien decide abrir su boca para hablar, quien expresa algo, lo hace desde una convicción, no lo puede hacer por fórmula, no lo puede hacer por quedar bien, a pesar de que muchas veces puede pasar, el que dice, el que va abrir su boca, el que va a expresar algo, es porque tiene una convicción profunda de lo que va a decir, es la determinación de la verdad que está en su corazón, pero ¿qué dice el que dice? Dice que permanece.
Y la palabra Permanecer significa:
* Perseverar
* Quedarse
* Persistir en andar
* Una conducta continua, no un esfuerzo eventual
* Vivir
* Comunión
Entonces, el que dice que persevera tiene una conducta continua viviendo en comunión con el Señor, camina con Él y como Él, todos los días de su vida, persevera, tiene una conducta de continuidad porque tiene comunión con Él, porque está unido a Él y entonces camina con Él y cómo Él.
Ahora bien, habiendo llegado a este punto y en la semana cuando estaba meditando en este versículo, el Señor me fue llevando mucho más profundo en la comprensión de las palabras que escribió el apóstol Juan, porque estas palabras tienen un significado mucho mayor, no solamente a raíz de la experiencia de Juan sino a raíz de una experiencia que tiene que ver con algo que pasó después del Antiguo Pacto y cuando llegamos al Nuevo Pacto.
Precisamente, el Señor me mostró que tanto la palabra decir como permanecer, son términos de pacto, términos de pacto. Cuando se hace un pacto, estas dos palabras, decir y permanecer, están presentes, todo el versículo en realidad, tiene concepto de pacto.
Por ejemplo, en la antigüedad cuando dos personas hacían un pacto, las dos personas decían lo mismo. ¿Qué decían? Que iban a permanecer en aquello para lo cual se habían comprometido. Por eso digo, que decir y permanecer son conceptos que están en pacto, en el Nuevo Pacto, y Juan hablaba desde el perfil, desde la perspectiva del Nuevo Pacto, decir y permanecer en las condiciones del pacto.
Recordé también que Juan estuvo presente la noche que Jesús, luego de celebrar la Pascua con sus discípulos, levantó la copa y dijo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por ustedes se derrama, tómenla y hagan esto en memoria de mí.
Juan no solamente escuchó, no solamente vio a Jesús levantar la copa, sino que tomó de la copa.
Cuando Jesús muere y resucita, Juan supo que lo que había pasado esa noche celebrando la Pascua y luego Jesús levanta la copa e instituye lo que hoy nosotros conocemos como la Cena del Señor, a partir de ahí el Nuevo Pacto era vigente, a partir de ahí él viviría en los términos del Nuevo Pacto. ¡Wow, maravilloso! Y gracias al Señor, porque querido hermano, hermana, usted y yo estamos en el Nuevo Pacto, la cosa es ver la profundidad de este pacto que el Señor hizo con cada uno de nosotros y nosotros tenemos también con Él.
Ahora, hay una expresión más en el versículo, dice:
El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo...
Otra expresión de pacto, debe andar como él anduvo. ¿Por qué? Porque en un pacto dos son uno, repito, en un pacto dos son uno.
Y voy a leer un versículo que confirma lo que acabo de decir, el versículo dice así:
“Pero el que se une al Señor,
un espíritu es con él.”
1 Corintios 6:17 / RVR60
Repito: Pero el que se une al Señor, un espíritu es con él.
Aquí encontramos la afirmación del pacto. Cuando nos entregamos al Señor, dice que somos uno con Él, entonces la Iglesia, todos los que componemos la Iglesia, somos uno con el Señor, Él es la cabeza y nosotros somos el cuerpo, pero somos uno con el Señor.
Por eso, qué importante es saber, conocer y profundizar en los términos del pacto.
Claro, alguno podría pensar, ¿y no es más fácil tener una lista para saber cómo caminar con el Señor? Sí, está bien, el versículo dice el que dice que permanece debe andar como él anduvo, ¿y por qué no me dan una lista de cosas que tengo que hacer para andar como Él anduvo?
Hermano, no hay lista.
Y voy a leer algo que apunté en mi bosquejo que creo que es importante, puse así:
* TENER UNA LISTA SERÍA CUMPLIR UNA LEY.
* CAMINAR CON ÉL ES LA LIBRE EXPRESIÓN DE UNA DECISIÓN VOLUNTARIA, POR AMOR Y PORQUE ESTOY EN PACTO EN ÉL.
Quiere decir que cuando yo sé por pacto que estoy unido al Señor, yo no me puedo desligar de Él, yo voy con Él, camino con Él, si Él va a la derecha yo voy a la derecha, si Él va a la izquierda yo voy a la izquierda, yo camino con Él porque Él camina seguro y sabe adónde va.
Eso elimina las listas, eso elimina la legalidad de lo que a veces nosotros pensamos que es la voluntad de Dios de hacer o no hacer, es una cuestión de vivir en comunión, es una cuestión del deseo de conocerle cada día más. Por eso, el que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo.
Ahora, si nosotros conocemos los términos del pacto, caminaremos a la luz de este Nuevo Pacto, sabremos cómo caminar porque estamos caminando con Él, no tendremos vacilaciones, no tendremos dudas, y en un mundo que está lleno de dudas, nosotros, la Iglesia, caminaremos seguros.
Quiero ir finalizando este mensaje y quiero leer una parte de la Carta de Pablo a los Colosenses que dice de esta manera:
“Para que anden como es digno del Señor,
haciendo en todo lo que le agrada,
dando fruto en toda buena obra
y creciendo en el conocimiento de Dios.”
Colosenses 1: 10 / NBLH
¿Qué es lo que les dice Pablo a sus hermanos los colosenses? Colosenses, ustedes conocieron la verdad, ustedes se entregaron al Señor, ahora no solamente tienen que andar con Él, sino dignificándolo a Él. ¡Dije, wow, esto es maravilloso! Su caminar tiene que ser digno del Señor.
Mi caminar, tu caminar hermano, tiene que estar a la altura de la dignidad del Señor, y esto no es un esfuerzo personal, esto es la consciencia de la comunión y de vivir con Él por pacto, de haber creado esa consciencia de saber que si camino con Él lo voy a honrar en todos los momentos de mi vida, independientemente de cualquier circunstancia que se presente.
A veces tenemos testimonios de cambios que nosotros experimentamos en la vida y qué bueno que a veces algún hermano o hermana exponga ese testimonio, pero hoy quiero verlo diferente, si yo camino con el Señor y mi vida le está testificando, mi vida le está honrando, el testimonio que voy a dar es el testimonio de Él, la gloria es de Él, el beneficio lo recibí yo pero la gloria sigue siendo de Él, y no habrá mayor honra que seguir caminando y viviendo en comunión con Él.
En la vida, nosotros a veces queremos sentirnos bien en todo lo que hacemos; quiero hacerte hermano una reflexión, ¿cuándo vamos a hacer sentir bien a Dios con lo que hacemos?
Dios nos dio todo, Cristo se entregó, yo un día decidí entregarme a Él, caminar con Él, tengo todos los beneficios, tengo su compañía, tengo al Espíritu Santo, tengo sus promesas, tengo la esperanza, tengo la fe... que mi caminar haga sentir bien a Dios todos los días de mi vida.
Pero terminan estos versículos con dos cosas que suceden cuando caminamos con Él, permanecemos en Él:
1. Dice damos fruto en toda clase de buenas obras.
2. Crecemos en el conocimiento de Dios.
En definitiva, es una vida fructífera y bien aprovechada.
Queridos, la vida en Cristo es la vida mejor invertida, no habrá nada donde podamos invertir en la vida, no habrá nadie donde podamos invertir en la vida, que no sea Jesucristo.
Y si hay personas que me están escuchando y están escuchando lo que estamos diciendo de permanecer en Cristo, pero que aún no tienen la experiencia de rendirse a Él arrepintiéndose de sus pecados para tener Su vida y vivir permaneciendo en Él, hoy es el momento, hoy es la oportunidad de decirle Señor, no puedo seguir caminando de esta manera, estuve alejado de ti muchos años, mucho tiempo, pero necesito llenar mi vida de ti, necesito permanecer en ti, necesito caminar contigo todos los días de mi vida, se Tú mi salvador, se Tú mi Señor.
Si hubiera alguien, algunos que lo quisieran hacer al final cuando estemos orando, ore al Señor y entregue su vida.
Pero mis queridos hermanos, esto que he compartido con ustedes de lo profundo de mi corazón, lo hago en el temor del Señor y en el amor al Señor.
Juan era muy joven cuando se entregó a Cristo, pero su línea de conducta fue creciendo en el compromiso y en el pacto con Él, por eso un día dejó las redes y ahora está casi dejando su vida, eso es permanecer, eso es caminar digno del Señor, Juan un día no tuvo a menos decir, el negocio de la pesca no es mi negocio:
* Mi negocio es invertir mi vida en Aquél que me llama, seguirle y servirle.
Por eso, él en Patmos no se estaba quejando, él en Patmos estaba presentando el testimonio de alguien que abría su boca para predicar el evangelio para dar testimonio de Jesús.
Queridos, hoy el Señor nos está llamando, no solamente a permanecer, sino a levantarnos para que en esa comunión con Él, el mundo conozca quién es Jesucristo, el mundo conozca en esta hora crucial de confusión, de invalidez de tantas cosas, de cancelación de tantos principios, que existe uno que no cambia, cuyos valores son absolutos y no relativos.
Vamos a levantarnos como Iglesia, vamos a permanecer en Él y vamos a caminar como Él caminó todos los días de nuestra vida.
Oramos al Señor:
Padre, gracias por este maravilloso tiempo de poder compartir tu Palabra.
Señor, qué cortos nos quedamos cuando las palabras humanas no alcanzan para ver en la profundidad del Espíritu lo que tienes en tu corazón, pero al menos Señor, hoy hemos tenido una porción más de lo que significa haber invertido la vida en ti.
Saber que estamos en un Nuevo Pacto, Señor, y que se despierte en nosotros el concepto de este Nuevo Pacto, que lo podamos revisar cada día de nuestra vida para caminar honrándote en todo, agradándote para ser una luminaria en este mundo que está en oscuridad.
Gracias por tu Palabra, gracias por ser quien eres, y queremos seguir caminando de acuerdo a la luz que hemos recibido.
Alabamos tu Nombre y te bendecimos, en el nombre de Jesús, amén Señor, amén.
Temas relacionados:
Mensajes y Enseñanzas de Daniel Dardano I Daniel y Estela Dardano