Oír hoy
Hernán Cipolla
21 de February de 2016
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Damos muchas gracias al Señor por una nueva oportunidad de reunirnos en su Nombre y saber que tenemos la oportunidad de consagrarle a Él lo que Él merece. Con esto no me refiero solamente a lo consagrado, me refiero empezando por nuestras vidas, la alabanza, la adoración, el reconocimiento, el agradecimiento, todo lo que el Señor es, nosotros hoy lo podemos reconocer juntos como Iglesia, como cuerpo del Señor y siempre será un privilegio.
No cantamos por cantar, mucha gente canta por cantar porque le gusta cantar y es lindo cantar, pero nosotros tenemos un motivo por el cual cantar y una persona a quien cantarle, y a Él reconocemos.
Yo quiero pedirles que abran sus Biblias en Hebreos, el capítulo 3, y vamos a leer desde el versículo 7, Hebreos capítulo 3 desde el versículo 7, yo voy a leer en la Nueva Versión Internacional, Hebreos 3 desde el versículo 7, dice así la Palabra:

"Por eso, como dice el Espíritu Santo:
«Si ustedes oyen hoy su voz, no endurezcan el corazón
como sucedió en la rebelión, en aquel día de prueba en el desierto.
Allí sus antepasados me tentaron y me pusieron a prueba,
a pesar de haber visto mis obras cuarenta años.
Por eso me enojé con aquella generación,
y dije: “Siempre se descarría su corazón,
y no han reconocido mis caminos.”
Así que, en mi enojo, hice este juramento:
“Jamás entrarán en mi reposo.” »"
Hebreos 3: 7-11

Lo primero que quiero destacar, es las palabras con las que empieza el versículo 7 que acabamos de leer, porque dice, como dice el Espíritu Santo. Quiere decir que el autor de esta carta los Hebreos no estaba diciendo que esto que él iba a transcribir era la opinión de alguien, el autor de esta carta a los Hebreos no estaba imaginando que alguna persona, por saber la historia del pueblo de Israel, dio su parecer de la actitud que el pueblo tuvo, está citando algo escrito en un Salmo, el Salmo 95 del versículo 7 al 11. No lo vamos a leer ahora, pero usted lo puede leer en casa, y para citarlo él empieza diciendo: como dice el Espíritu Santo... Eso significa que estas palabras que acabamos de leer, es lo que el Espíritu dijo con respecto a lo que pasó.

Ahora, ¿qué había pasado con el pueblo de Israel en esta circunstancia particular? Porque es posible que alguno de ustedes o no lo sepa o no lo recuerde, entonces lo vamos a buscar juntos.
Vamos a ir a Éxodo, el capítulo 17, por favor, Éxodo capítulo 17, voy a comenzar leyendo desde el versículo 1, también lo voy a leer en la Nueva Versión Internacional. Éxodo 17 desde el versículo 1 dice:

"Toda la comunidad israelita partió del desierto de Sin por etapas,
según lo había ordenado el SEÑOR.
Acamparon en Refidín, pero no había allí agua para que bebieran,
así que altercaron con Moisés.
—Danos agua para beber —le exigieron.
—¿Por qué pelean conmigo? —se defendió Moisés—.
¿Por qué provocan al SEÑOR?
Pero los israelitas estaban sedientos, y murmuraron contra Moisés.
—¿Para qué nos sacaste de Egipto? —reclamaban—.
¿Sólo para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?
Clamó entonces Moisés al SEÑOR, y le dijo:
—¿Qué voy a hacer con este pueblo?
¡Sólo falta que me maten a pedradas!
—Adelántate al pueblo —le aconsejó el SEÑOR —
y llévate contigo a algunos ancianos de Israel,
pero lleva también la vara con que golpeaste el Nilo.
Ponte en marcha,
que yo estaré esperándote junto a la roca que está en Horeb.
Aséstale un golpe a la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo.
Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel.
Además, a ese lugar lo llamó Masá, y también Meribá,
porque los israelitas habían altercado con él y provocado al SEÑOR al decir:
«¿Está o no está el SEÑOR entre nosotros?»"
Éxodo 17: 1-7

Hasta aquí, todo el enojo de un pueblo se debió a una sola cosa, tenían sed... Sed.
A ver, cuántas veces a usted le dio sed, mucha sed, pero en ese momento no podía tomar agua por alguna circunstancia, o no tenía, o estaba en su trabajo y no se podía levantar, o estaba en una junta, en una reunión. Esta gente por no tener qué beber, por sentir sed, se enojó de esta manera.
Aunque parezca increíble, el asunto más sencillo, lo que hizo fue poner en evidencia la intención del corazón.
Mire, a veces nosotros pensamos que se nos notan más los problemas en los asunto grandes, pero aquello que no está resuelto en el corazón se va a notar aún en la cosa más pequeñas de la vida, en lo más sutil, en lo que es insignificante, en lo que cualquier otro podría solucionar de una manera práctica y rápida, aún en esas cosas, se va a notar que algo en nuestro corazón no está bien, como pasó con los israelitas.
En principio, ¿qué hicieron? Comenzaron a pelear con Moisés, le reclamaron el hecho de haberlos sacado de Egipto. Fíjense, Egipto había sido el lugar de su esclavitud, Dios los estaba guiando a través de Moisés, para llegar a una tierra que el mismo Señor les había prometido que iban a tomar. Sin embargo, una sola circunstancia tan sencilla como falta de agua, provocó querer volver al lugar de esclavitud; prefiero volver a ser esclavo que sentir sed por un día o dos días, tal vez, mientras esto se soluciona.

Ahora, el hecho de enojarse con Moisés, no fue solamente el hecho de enojarse con Moisés, porque el enojarse con Moisés, para Dios significó otra cosa, provocaron y tentaron al mismo Señor. ¿Por qué? Porque ¿a quién representaba Moisés? La autoridad de Dios para ese pueblo. Dios había elegido a Moisés para guiar  al pueblo y llevarlos a la tierra prometida.
Quiere decir, que una de las cosas que nosotros tenemos que percibir cuando leemos estas cosas, es que cada vez que nosotros, aún por algo sencillo, nos enojamos con quien representa la autoridad de Dios, estamos cruzando una línea que Dios no quiere que crucemos, una línea que de manera invisible está diciendo "peligro", estás a punto de provocarme, dice el Señor, estás a punto de tentarme.

Ahora, ¿eso qué significa? ¿Que yo no puedo ver jamás un error de una autoridad? No, claro que lo puedo ver, uno y veinte, puedo ver. Lo que significa es que nunca habrá nada en una  autoridad espiritual que justifique que yo pase esa línea, jamás, porque Dios está representado en la autoridad, cuando yo traspaso la línea, lo que estoy haciendo es provocando al mismo Señor. Por el problema, por el enojo, por el fastidio que yo tengo con respecto a una situación, tal vez no voy a decírselo enojado al Señor, pero sí me enojo con su autoridad; me es más fácil ver a alguien de carne y huesos para enojarme y gritarle en la cara mi molestia y luego voy al Señor a llorarle y a decirle, qué mal me siento por todo lo que está pasando, cuando el Señor dice, en el momento que te enojaste y le gritaste, me estabas gritando a mí, pasaste la línea, me estabas provocando y me estabas tentando.

Ahora, ¿cuál es una de las básicas lecciones que necesitamos aprender acá? Porque yo quiero regresar luego a Hebreos, ¿está bien? Vinimos acá para saber la historia pero una de las lecciones básicas que podamos aprender, es que el Señor nunca es un elemento de uso para satisfacer mis necesidades.
Israel tenía un concepto de Dios, absolutamente equivocado, más allá de todos los intentos del Señor por hacerle comprender a ese pueblo que Él tenía un objetivo superior al que ellos imaginaban, no era solamente entregarles una tierra y que ellos se sintieran esclavos, era el hecho de que Dios los gobernara de manera directa y ellos pudieran mostrar al resto de las naciones, que Dios podía gobernar al ser humano y a una nación; y que el ser humano podía tener comunión con Dios tal cual Dios lo planeó desde el día cero.
El objetivo y propósito del Señor, era mucho mayor que una tierra prometida, sin embargo esta gente no puedo comprender nunca ese propósito.
Por eso, tomaron al Señor y la experiencia de cuarenta años de milagros hechos por Dios, para decir, Dios siempre me tiene que sacar del problema, yo uso a Dios cuando lo necesito, ahora necesito agua porque tengo sed, ¿dónde está? Dios hiciste muchos milagros, yo quiero el agua, tengo sed y Tú eres aquél que satisface mi necesidad, yo te uso cuando te necesito y ahora te necesito.

El Señor en algún momento, ¿no satisface nuestras necesidades? Lo hace siempre, ¿no? Pero si en algún momento no lo hiciera, si en algún momento cerrara la llave del agua, ¿qué sería de nosotros? Cuando realmente estoy frente a un problema, a una situación difícil, a algo que realmente me afecta y no voy a juzgar la calidad o cantidad del problema, porque para uno tener sed es un problemón, para otro no lo es que está a punto de perder su casa, son dos dimensiones diferentes. Pero ahora no estamos para juzgar si un problema es menor u otro es mayor, el punto es, ¿cuál es la actitud de uno y de otro cuando está en medio del problema? ¿Cuál nuestra actitud cuando el Señor nos permite estar en un momento y en una situación donde parece que Él no suple como siempre, donde parece que Él está negando, aunque nunca es así, lo que nosotros necesitamos?
En realidad, Él tiene el derecho, por ser Dios, de hacer lo que quiera, pero nosotros tenemos el privilegio de honrarlo, de amarlo, de adorarle y de agradecerle cuando Él hace lo que quiere.
Eso es un privilegio para los hijos de Dios, porque la gente que no conoce a Dios no puede.

Por eso, usted tiene que entender que siempre va a haber dos carriles con respecto a Dios, mínimo, mínimo hay dos carriles. En un carril van a todos aquellos que dicen que quieren respetar a Dios y que lo están buscando, pero en realidad lo que están haciendo, los que van en ese carril, es ver cómo Dios les va a solucionar sus problemas, ¿está bien? El Señor su misericordia y en su amor que es gigantesco y no lo podemos llegar a comprender, lo hace muchas veces, lean los evangelios y van a comprobar cuántas veces el Señor dio a alguien o le... no sé, permitió un milagro en alguien porque esa persona tenía una necesidad particular. Sin embargo seguimos leyendo y no vemos más a esa persona en la historia, es más, los evangelios también cuentan que lo seguían multitudes y lo seguían porque querían comer y sabían que Jesús les iba a dar de comer. Relata que eran cinco mil o cuatro mil y estamos hablando solamente de hombres, quiere decir, que si sumamos a mujeres y niños tenemos mucho miles.
¿Jesús tuvo un problema de satisfacer la necesidad? Al contrario, el mismo Jesús viéndolos en un momento y dijo, yo no puedo mandarlos a casa, dijo a sus discípulos, yo no puedo, tienen hambre, esta gente estuvo siguiéndome todo el día, tienen hambre hay que darle de comer.
Si yo comprendiera que el Señor va mil pasos más adelante que yo, me daría cuenta que cuando yo llegué al punto donde le estoy diciendo, ahora tengo necesidad, Dios ya vio la necesidad, ya la suplió y ya vio cuatro necesidades más y también ya las suplió, porque Él está mucho más adelante que nosotros, pero nosotros estamos mirando esa necesidad, por algo que luego vamos a enfatizar cuando volvamos a Hebreos.

Pero el punto es el siguiente, si Dios siempre está pensando por nosotros cómo hacernos bien, ¿por qué en el momento crítico, cuando está la necesidad, yo reacciono como reacciono? Por una razón, porque estoy buscando al Señor para sentirme seguro de que Él no me va a dejar de hace lo que necesito que haga.
Éste es un carril, permítanme llamarlo así, de la religión. Hay millones de personas en el mundo entero que buscan a Dios en este carril; tal vez no tienen en cuenta al Señor para nada en su vida, pero esperen a que aparezca el problema, ¿qué hace esa gente? Recurre a Dios. ¿Ustedes porque piensan que ahora se juntaron miles y miles y miles y miles y miles de personas en México para escuchar al Papa? ¿por qué piensan que es? Sencillo, creen que están un poquito más cerca de Dios y que Dios va a hacer lo ellos están necesitando, éste es un carril, pero hoy quiero que por el Espíritu lo veas, reflejado en Israel.
En este carril las cosas no funcionan como Dios quiere, éste no es el carril que Dios marcó para el ser humano, mucho menos para la Iglesia; y por eso vamos a volver a Hebreos en un retito.
El otro carril ¿cuál es? El carril donde van aquellos que cuando buscan al Señor, lo buscan porque quieren conocerlo a Él, porque quieren enamorarse de Él, en el buen sentido quieren cada día más al conocerlo, que crezca el amor hacia Dios porque saben que Dios es el ser supremo que ha dado todo por su vida, y entonces esa persona lo único que quiere es saber todo lo que Dios ha preparado para él y conocer la intención más profunda del corazón de Dios.
Estas personas que van  en este carril, también comprueban todo lo que Dios hace a su favor, porque a estas personas, Dios también les responde, Dios también mira la necesidad, Dios también hace milagros, con ellos también los hace, pero estas personas no se van a mover de carril porque Dios un día parezca que no está haciendo lo que ellos creen necesitar.
Ésa es la diferencia, van a seguir firmes en ese carril.

La pregunta para nosotros es, ¿conocemos lo que nos interesa conocer del Señor, porque queremos estar seguros de que no nos falte nada? ¿O conocemos al Señor, porque realmente queremos amarlo cada día más?

Los versículos 9 y 10 de Hebreos, si quieren pueden regresar a Hebreos capítulo 3, los versículos 9 y 10, muestran que los israelitas tentaron y pusieron a prueba al Señor a pesar de que muchas veces vieron sus obras; yo los voy a volver a leer a los versículos 9 y 10 de Hebreos 3, dicen:

"Allí sus antepasados me tentaron y me pusieron a prueba,
a pesar de haber visto mis obras cuarenta años.
Por eso me enojé con aquella generación,
y dije: “Siempre se descarría su corazón,
y no han reconocido mis caminos.”"
Hebreos 3: 9-10

A ver, por cuarenta años vieron las obras de Dios, pero a ver, no estamos hablando de cualquier obra,  milagros poderosísimos que hoy los vemos en el cine cuando alguien se le ocurre hacer una película, ¿eh? Cuando ves en el cine a Moisés con una vara, dándole al agua y que se abren las aguas en dos y todo el pueblo con muchísima gente pasa por tierra seca, uno dice wow, que efectos especiales tan impresionantes, ¿cómo los habrán logrado? Pero la pregunta en realidad no es ésa, la pregunta debiera ser ¿cómo logró Dios separar las aguas, dejar seco ese espacio y que pasarán y después que pasaron los miles, volvió a juntar las aguas? Porque Él es dueño de la creación, Él hace lo que quiere cómo quiere y cuándo quiere.
Entonces, yo no te estoy diciendo que Dios hizo  un milagrito, les hizo un favor a los israelitas, les dio un poquito de comida... ¡No! Hizo "milagrotes" de un tamaño de sobrenaturalidad que no entra en nuestra cabeza. Después de cuarenta de ver sus obras, dice aquí, ¿qué pasó con ellos? Siempre se descarría su corazón, y no han reconocido mis caminos.

Ahí están los dos carriles, el carril en el cual yo lo único que quiero son las obras de Dios, yo quiero Señor, que Tú hagas esto, y hagas esto, y hagas esto y hagas esto y hagas esto y hagas esto... Pero el otro carril es, Señor yo veo que Tú haces todo esto y te honro y te alabo y te agradezco por tus oras, pero Señor, quiero conocer tus caminos.

Hablar de los caminos del Señor, si lo tuviéramos que definir de alguna manera, podríamos decir que es conocer sus propósitos, sus planes, la intención de su corazón, su voluntad, esos son sus caminos, los caminos del Señor, por eso la Palabra dice que son más altos que los nuestros porque nuestros caminos siempre son cortitos, son caminos casi como un callejón sin salida, casi como un atajo, ¿está bien? Porque queremos llegar a algo pronto y rápido, y más en estos tiempos, los caminos del Señor tienen una trascendencia eterna, van a afectar para mi vida, eternamente, más allá del tiempo que estés sobre esta Tierra.
Fíjense, Dios dice, por esa razón yo me enojé con esa generación, y dije, siempre se descarría su corazón. Cuando parece que esta gente se arrepintió y dice, sí, sí, Señor, mira es verdad, es verdad... te hemos fallado, no, ahora ya sí, ahora ya la vimos, ya la vimos, ya la vimos, nunca más, nunca más, y Dios dice, ah, ya se pasaron al otro carril, al rato, basta una situación como tener sed, para que otra vez demuestren en qué carril están. Nosotros queremos tus obras Señor, tus caminos no nos importan porque ahora tenemos esto, ¿qué va a pasar después? Ahora tenemos esto.

Ahora, quiero seguir leyendo en Hebreos, pero a partir del versículo 12, donde nos quedamos, habíamos leído hasta el 11, ahora vamos a leer desde el versículo 12 de Hebreos 3, y dice así:

"Cuídense, hermanos, de que ninguno de ustedes
tenga un corazón pecaminoso e incrédulo que los haga apartarse del Dios vivo.
Más bien, mientras dure ese «hoy»,
anímense unos a otros cada día,
para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado.
Hemos llegado a tener parte con Cristo,
con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio.
Como se acaba de decir:
«Si ustedes oyen hoy su voz,
no endurezcan el corazón
como sucedió en la rebelión.»
Ahora bien, ¿quiénes fueron los que oyeron y se rebelaron?
¿No fueron acaso todos los que salieron de Egipto guiados por Moisés?
¿Y con quiénes se enojó Dios durante cuarenta años?
¿No fue acaso con los que pecaron, los cuales cayeron muertos en el desierto?
¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su reposo,
sino a los que desobedecieron?
Como podemos ver, no pudieron entrar por causa de su incredulidad."
Hebreos 3: 12-19

A ver, lo primero que quiero remarcar, no creo que alguno tenga dudas pero yo necesito decirlo, es que estas palabras están dirigidas a la Iglesia. La Iglesia somos aquellos que decimos que estamos en el carril adecuado, en el correcto, en que buscamos a Dios porque lo amamos y queremos amarlo cada día más, los que queremos conocer sus caminos, sus planes, sus propósitos y su voluntad; a estos el Señor nos está hablando y dice, que ningún miembro del cuerpo debe tener un corazón pecaminoso e incrédulo que nos haga apartar del Dios vivo; ninguno de nosotros debe dar lugar a un corazón que por estar infectado con incredulidad, se aparte del Señor.

Déjenme mostrarles esto, la incredulidad siempre que toma acción, va a provocar un cambio de actitud en el ser humano y como la incredulidad es lo opuesto a la fe, de la que vamos a hablar en un ratito más, afecta nuestra área espiritual de una manera muy concreta.
Nosotros tenemos comunión con Dios a través del Espíritu, por lo tanto si hay incredulidad, este apartarse, no es que dejó de asistir a las reuniones, este apartarse es que su corazón determinó ya no seguir al Señor, no amarlo y no conocer sus caminos.
Por eso, una persona puede de corazón, estar apartándose a causa de la incredulidad, pero visible y físicamente, está aquí presente, no cambia en nada; Dios no está mirando cuánto asistimos, Dios está mirando la condición del corazón, porque lo que determinamos en lo íntimo hace que Dios pueda ver en cuál de los carriles estamos.

Fíjense que me llama la atención algo, en el 12 comienza a hablarle a los hermanos, y luego en el 13 dice: más bien mientras una dure ese hoy anímense unos a otros cada día para que ninguno de ustedes se endurezca por el engaño del pecado... ¿de cuál pecado? De la incredulidad.
Ahora, muchas veces, nosotros hemos leído en la Palabra, la acción o las acciones de unos hacia otros, ¿está bien? Y todas son acciones que pareciera que nos llevan y nos guían hacia cuestiones, lo voy a llamar así, positivas, cosas que nos edifican, y obviamente el animarnos, como dice aquí, también nos edifica, pero lo extraño de darnos ánimo aquí es que, es darnos ánimo para que el corazón de ninguno se endurezca.
No a ver le doy ánimo a Daniel porque yo ya sé que Daniel tiene su corazón recto delante del Señor, que ama al Señor y lo estoy animando para continuar en ese camino. No, aquí me dicen lo contrario, ¡anímalo! no sea cosa que algo pase con Daniel, de tal manera que algo penetre en su interior y caiga en el pecado de incredulidad que lo lleve a apartarse del Señor.

Amados, esto nos lleva a nosotros como Iglesia, a un pasito más allá de lo que significa la comunión en el Cuerpo, porque muchas veces miro a alguien y yo ya veo que va camino al desastre, ¿sí o no? Lo escucho hablar, percibo su mirada, percibo que hay algo en su corazón que no está bien, y muchas veces sí, voy al Señor y oro; pero acá me dice otra cosa, anímalo para que su corazón no se endurezca a causa de la incredulidad, ves que está así, ve con ese hermano y con esa hermana y anímalo a continuar en el carril adecuado, porque ese carril lo va a llevar a la vida eterna.
Déjenme decirles, que si alguien dio paso, dio lugar a la incredulidad y se aparta del Señor, no pensemos, no seamos tan ingenuos de pensar alguno de nosotros, que esa persona tendrá vida eterna, la salvación no fue el boleto que nos aseguraba el cielo, eh... haga yo lo que haga sobre la Tierra.
¿Por qué? Porque aquí lo leímos, miren, déjenme volver, déjenme primero encontrarlo pero después se los leo, en realidad es lo que sigue... hemos llegado (aunque ahora me voy a detener en esto) a tener parte con Cristo, con tal que retengamos firme hasta el fin la confianza que tuvimos al principio.

¿Por qué en las cartas del Señor que Juan escribió por el Espíritu a las siete iglesias una de las cosas que dice es, ten cuidado con tu primer amor? Es por esto, porque cuando estamos en el primer amor somos personas firmes que nos hemos parado en el carril correcto, sabemos a dónde vamos y aunque se nos venga el mundo encima, vamos a seguir al Señor.
Pero en medio del camino, es cuando el Señor nos dice, yo lo que quiero es que esa actitud del principio sea la que mantengas firme el resto de tus días, porque ya tenemos parte con Cristo, pero la seguiremos teniendo, si mantenemos hasta el fin esa misma confianza que depositamos en Cristo Jesús. ¿O acaso cuando te entregaste al Señor no le dijiste es por vida o por muerte? Te doy todo, si Tú Señor me dices abandonarlo todo, aún abandona, en sentido de amor, tu propia vida, con tal de que Yo sea lo primero, ¿y yo qué le dije? Sí Señor, yo estoy dispuesto. Eso es confianza, eso es seguridad de a quién yo estoy siguiendo, en quién he creído, yo sé que ése es el Señor, el que me pidió eso, y yo le dije, voluntariamente y con mis cinco sentidos puestos en su lugar, sí Señor.

Ahora, ¿qué significa tener parte con Cristo? Hay otros pasajes en la Escritura que son similares y viene de una palabra en el griego, que una de las maneras en que se podría traducir y de hecho hay alguna que otra versión que usa esta palabra que yo les voy a decir, es sinónimo de ser "socio" con Dios.
Ser socio, tener todos los intereses en común, compartir las mismas cosas porque queremos lograr el mismo objetivo.
A ver, sí tú te pones en sociedad con alguien, primero, no vas a dudar de esa persona, le vas a confiar porque tú sabes que están metidos juntos en el asunto; pero al mismo tiempo tú vas a dar todo de ti para que el negocio prospere.
Mira, en esta sociedad el porcentaje mayoritario ¿sabe quién lo puso? Lo único que puse yo fue mi vida entregada a Dios. El resto mira, Dios dio a su hijo para que Él muriera para librarnos de nuestro pecado, nadie más lo podía hacer, resucitó para asegurarnos de que lo que Él había prometido se iba a cumplir, nos dio el Espíritu Santo, tenemos su naturaleza dentro de nosotros, quitó la naturaleza que nos llevaba siempre hacia el pecado, justamente para ser guiados y conducidos por esta nueva naturaleza que hemos recibido, todo lo que tenía Dios cuando estuvo dispuesto a hacer esta sociedad con la Iglesia dijo, Yo pongo todo porque Yo sé que este negocio va a funcionar y va a funcionar eternamente, así que Yo pongo todo de mi parte. Eso es la sociedad que hizo el Señor.

Ahora, parecería raro que el autor de esta carta tenga que hablar en estos términos si también es consciente que tenemos parte en esta sociedad.
A ver, ¿qué quiero decir? Si él sabe que todo lo que es de Dios nos lo ha dado y lo tenemos, ¿no sería mejor haber animado a los hebreos, a los que les escribió, a decirles ustedes tienen todo en Cristo? Ustedes pueden lograrlo hermanos hebreos, ustedes van a llegar al final, van a vencer, ustedes tienen la victoria de su lado, griten juntos aleluya, gloria a Dios, lo tienen, está asegurado vamos adelante. No sería más fácil, no te impulsa más, ¿sí, no? Te da ganas de saltar, cantar, debería pasar nuevamente el grupo de alabanza otra vez, empezamos, pero no está haciendo eso. Lo que dice es, a ver, tengan cuidado de no permitir que se infiltre algo en su corazón, es un pecado bien terrible, se llama incredulidad, porque si se mete los aparta, los saca de la jugada y lo quita del carril en el que vienen andando.

Ahora, yo quiero destacar, hasta ahora no lo hice, pero quiero destacar una palabra de todas las palabras que hemos leído, y sobre todo de lo que este escritor trajo a la memoria de los hebreos en ese momento, pero que ya estaba escrito en los Salmos, de todas esas palabras, lo que hemos leído del 7 al 11, al principio, yo quiero destacar una, es una de las cortitas, es la palabra: hoy, porque dice, si ustedes oyen hoy su voz.
¿Por qué hoy? Porque para los hijos de Dios, ese hoy es permanente, lo único con lo que yo cuento para hacer la voluntad del Señor es el hoy. Yo puedo decir, mañana Señor, mañana va a ser un día glorioso porque a partir de mañana va empezar mi vida a florecer en ti, sólo mañana, faltan unas horas, espera hasta mañana... salgo de acá, me pisó un auto y el mañana nunca llegó. Perdón que sea tan drástico, sí, extremista, pero que puede pasar puede pasar, lo único que tenemos es el hoy.

Fíjense esto, Israel tampoco descubrió que tenía el hoy, tal vez tuvieron un ratito de decir, hoy, ahora sí te damos todo, pero no se mantuvieron en esa actitud de ese hoy, por eso pasaron cuarenta años y Dios término enojándose con ellos y diciendo, toda esta generación no va a entra en esa tierra que yo les prometí. Me cansaron, cuarenta años que Dios está diciendo día tras día, hoy, hoy, hoy... y un pueblo que está diciendo, mañana veremos a ver si lo haces, a ver si... ¿y dónde está el Señor? ¿y por qué te fuiste, y porque no hay comida? ¿y por qué? Y ahora el mar, y ahora... Y Dios diciendo, a ver, a ver, es hoy, hoy quiero que lo vivas, si me crees es hoy, ahora vas ver todo lo que puedo hacer, pero Yo además de verte que tú confías en mí para la obra, quiero que en medio de esto que te estoy haciendo vivir conozcas mis caminos, sí.

Voy hacer una pregunta que no se la podría hacer a todos los que ya forman parte de la iglesia, pero a algunos están aquí que, regularmente no forman parte de la iglesia, ¿qué decisión tomarían ustedes si yo les ofreciera que a partir de ahora mismo Dios quiere hablarles de manera directa y decirles de manera directa todo lo que quiere de ustedes, cuál es la voluntad que tiene para sus vidas, lo que ha planeado para su futuro, quiere guiarlos? ¿Qué dirían? ¿Aceptarían la posibilidad, la tomarían? ¿O la rechazaría? ¿Suena atractivo, no?
A ver, a ver, a ver, no hay intermediario, nadie me tiene que traducir, Dios de manera directa me va a empezar a decir, Yo quiero esto de ti, esto es lo que planeé, Yo te conozco desde antes de que nacieras, te hice como eres, te voy a mostrar todo mi plan, ¿no sería fabuloso? Bueno a mí se me hace emocionante.
La primera vez que Dios quiso hacer eso con los israelitas fue sólo un intento de Dios, eh, ¿y saben qué hicieron? Fueron con Moisés, le dijeron ¿sabes qué? Si otra vez vuelve a pasar lo que acaba de pasar vamos a caer todos muertos, solucionemos este asunto Moisés, ve y habla tú y habla con Dios, y luego ven y nos dices lo que Dios nos quería decir.

Por eso, las personas cuando buscan a Dios y lo buscan por los carriles equivocados, nunca lo encuentran, porque Dios no te va a hablar a través de otra persona, entiéndeme, va a usar tal vez a una o muchas personas para hablarte, pero Dios es personal, Dios te va a hablar a ti, te puede estar hablando una voz conocida, un pariente, un familiar, un amigo, un vecino, un compañero de trabajo, un compañero de escuela, tú reconoces esa voz y sabes quién es, pero hay algo acá adentro que te está diciendo, es Dios hablándome a mí. Pero si tú tomas el camino de decir, no, mejor que Dios le hable a otro y otro me diga a ver qué va a pasar, nunca lo vas a encontrar de esa manera, porque Dios quiere tener comunión contigo, ya tuvo un intermediario y sigue siendo el mismo, se llama Jesucristo, es el único no hay más intermediarios, el único.
Por eso, con el respeto que me merecen los católicos, ese asunto de que la virgencita María puede ser la intermediaria, eso no existe porque Dios no lo dice.
Pero esa gente cree que va llegar a Dios, y eso a mí me asusta, ¿sabes por qué? Porque después de este mundo y de esta Tierra, claro que hay una eternidad, pero es, o con Dios o sin Dios; y qué terrible puede ser para una persona que vivió toda la vida en la Tierra creyendo que cuando muriera iba a conocer a Dios, iba a vivir una eternidad con Dios pero como siempre estuvo en una mentira, jamás se encuentra con Dios y ahora, ya no hay vuelta atrás.
Por eso, aún la Palabra dice, busquen al Señor mientras pueda ser hallado, porque el que lo busca lo va a encontrar, el que lo busca lo va a encontrar, pero hay que tener la intención de buscarlo para encontrarlo.

Ese hoy, tenía que ser la clave para los israelitas, y es la clave para nosotros hoy, el hoy es la clave de nuestro hoy, ¿por qué? Porque yo no puedo pensar que hoy las cosas no están muy bien, pero seguro mañana cambia, hoy no estoy todavía preparado, tengo que acomodar algunas cosas, pero el próximo mes ya voy a sentirme más ligero, más tranquilo, más liviano y las cosas van a empezar a funcionar con Dios. No, es hoy.
Es más, hay personas, quiero ser muy claro en esto, hay personas, hay creyentes, hijos de Dios que nunca cambian, nunca cambian y pareciera que con ellas el Señor perdió su poder, ¿por qué? Porque uno dice, si Dios tiene poder, tiene que cambiar a esta persona, no puede ser que nunca cambia, eh, abrió el mar en dos, ¿no va a cambiar a esta persona? ¿A qué estamos jugando? ¿la tiene que cambiar? Pero parece que nunca cambia y que a Dios se le acabó el poder, se lo gastó todo con los israelitas, ¿sabes por qué no cambia? Porque para esa persona nunca llegó el hoy, ¿sabes cuándo vas a cambiar? Cuando hoy decidas hacerlo, porque el cambio no depende de Dios, Dios siempre está dispuesto, Dios siempre quieren formar a Cristo en ti y verte como Él ya te planeó. ¿Tú piensas, estás esperando que en este asunto las cosas dependen de Dios? Dependen de ti y dependen de mí, cuando no cambian en mi vida soy yo el que estoy reteniendo decisiones, el que me estoy acomodando a cosas que no vienen Dios, el que estoy de acuerdo con cosas, en las cuales Dios ya me ha dicho muchas veces, no las quiero más y yo sigo insistiendo con la misma tontería.
Pero lo peor es que voy al Señor a decirle, Señor no puedo, cámbiame, tu poder, tu gracia, tu amor... y Dios dice, ya te lo di, somos socios, ya te lo di, lo tienes todo a tu favor, ¿qué más quieres? Decídete, hoy, mientras dure el hoy haz lo que tengas que hacer.

Por eso, es tan sabia la Palabra y estas palabras estuvieron inspiradas por el Espíritu, claro que sí, ¿por qué? Porque hoy, ahora que les estoy hablando yo estoy vivo y puedo tomar una decisión, dentro de media hora no sé, pero si dentro de media hora sigo vivo, sigue siendo mi hoy. Quiere decir que el Señor está extendiendo mi hoy, por eso dice, mientras dure ese hoy, hagan lo que tengan que hacer y tomen la decisión que tengan que tomar.
Algunos dan vueltas y vueltas sobre los mismos asuntos y por momentos recapacitan, lloran parece que van a cambiar, sin embargo, todo sigue igual.

Ahora yo quiero que vean este asunto un poquito más profundo.
¿Por qué no cambian además de que no están tomando la decisión en el hoy? Tiene que tomar la decisión en el hoy que tiene, pero ¿por qué no cambia? Después de lo leído, ¿qué les parece a ustedes? ¿por qué no cambia? Porque el corazón se endureció. Porque fíjate bien, si para cierto asunto en nuestra vida, Dios determinó que el hoy fuera hace cuatro años atrás, y yo en ese hoy no lo hice y me traje el asunto cuatro años después, ¿sabe qué pasó cuatro años después con ese asunto que vengo arrastrando de hace cuatro años? Mi corazón se endureció.
¿Y por qué se endurece el corazón? Ustedes ya están en condiciones de responderlo, ¿por qué se endurece? ¿cuál es el verdadero motivo? Por la incredulidad.
La incredulidad va haciendo que el corazón se ponga como un garrote, cada vez más difícil, en realidad, debiéramos ser como aquella visión que tuvo Isaías una vez que vio a un alfarero trabajando el barro, no, ¿se acuerdan? Vio que lo moldeaba y que no le había quedado, lo aplastó, lo volvió a formar, y después vio la aplicación de lo Dios quería hacer con Israel.
Pero a ver, Dios no está viendo una piedra que no se puede moldear, eh, cuando Dios está diciendo hoy, ¿sabes qué está viendo Dios? Barro moldeable, barro moldeable, si yo digo, sí Señor, Él empieza a formar lo que quiere formar, hace lo que tienen que hacer y le da la forma que Él había planeado, tú deja el barro que hoy es moldeable en su lugar quieto, y dale, no sé, un día como mucho, ¿lo puedes trabajar? No, ya no, es más, muchos de los artesanos que trabajan con barro al rato que están trabajando mucho con el barro y cuando no lograron hacer lo que querían, tienen que tirar ese barro porque ya no les sirve, de tanto que lo trataron de manejar y la cosa no funcionó, y lo estaban trabajando.
Por eso dice, si ustedes oyen hoy su voz, una palabra importante es el hoy.

La otra palabra importante es oyen, porque no es solamente, el hoy para tomar decisiones de acuerdo a mí parecer de lo que Dios quiere de mí, no, cuando yo voy a tomar una decisión hoy, es porque primero , pero no es el oír de que me entra acá y me sale por acá, no es el oír de considerar si está bien o si es lógico lo que acabo de oír, no, es el oír que reconoce que en esas palabras está la voz de Dios, que ahí está la voluntad del Señor; y entonces mi oír significa, presto atención porque voy a hacer lo que Dios me está diciendo que haga. Entonces, cuando decido hacerlo, decido sobre aquello que primero oí.
Muchos cristianos deciden muchas cosas, pero primero Dios nunca les habló y después dicen, ¿pero y por qué nunca funcionó? Si yo decidí por el Señor, sí, pero decidiste con base en qué. Es que yo sentí que eso era lo que Dios quería. No, ¿Dios te habló? ¿el Espíritu Santo te habló? Bueno tanto como que me habló no te lo puedo asegurar, pero yo estaba entusiasmado y quería... no funciona.
Dios habla todo el tiempo, cada día a cada momento, oigo y aprovecho mi hoy para hacer lo que oí, porque no oí para tomarlo en cuenta y ver que iba a pasar con eso, oí para ponerlo en acción, si oyen hoy su voz.

Fíjense los versículos 18 y 19:

"¿Y a quiénes juró Dios que jamás entrarían en su reposo,
sino a los que desobedecieron?
Como podemos ver, no pudieron entrar
por causa de su incredulidad."

Hebreos 3: 18-19

¿Saben lo que nos está mostrando el Espíritu Santo aquí? Que hay una estrecha relación entre la incredulidad y la desobediencia, ¿a quiénes juró Dios que jamás entrarían? A los que desobedecieron, y luego sigue diciendo, como podemos ver no pudieron entrar, el tema es el mismo, por causa de su incredulidad.
La cosa empieza con la desobediencia. ¡Hey! Muchas veces decimos, y los papás lo decimos con los hijos, ¡cómo desobedece! ¡cómo desobedece! Y siempre le damos duro a la desobediencia, y en la Iglesia del Señor, muchas veces decimos, este hermano, esta hermana ¡cómo desobedece! Le digo esto y hace lo contrario, ¡cómo desobedece, qué barbaridad!
No es que la barbaridad es mayor porque el problema no es lo que está mostrando de desobediencia, esa desobediencia está mostrando que en su corazón se anidó la incredulidad.
Entonces está escuchando, pero no puede creer que eso sea así y como no puede creer, ¿qué va hacer? Desobedecer, no está de acuerdo, nadie va a obedecer cuando no está de acuerdo, nadie va a hacer algo que no le parece, por eso el que ama a Dios siempre obedece aún cuando no entiende.
¿Ves que cuando les esto todo está más claro? ¿sabes por qué? Porque el corazón del que ama Dios, le cree al Señor, no necesita que Dios le explique porque sabe que oyó la voz de Dios y lo que Dios dice, es como es. Esa voz está representando una parte de sus caminos, de esa voluntad reflejada. El que ama Dios dice, Señor no tienes nada que explicarme, Tú me dices que lo haga, yo lo hago, ¿es muy obediente, fue muy obediente desde que era chiquito ese hermano? No, cree, cree porque conoce al Señor, quién no conoce al Señor íntimamente, jamás le va a creer, no le va a creer.
Si yo le digo una cosa a mis hijos que les parezca un disparate, de la única manera que me van a obedecer es porque me conocen y porque me conocen me aman, sino no lo van a hacer, por más que yo sea el papá, no lo van a hacer.
Esto nos enseña muchos principios espirituales, todos juntos en un solo relato.
Cuando no hago lo que Dios me habla es porque el corazón se ha endurecido, ¿y por qué se endureció? Por incredulidad, ¿y a qué me lleva la incredulidad? A desobedecer todo el tiempo.

Ahora, quiero leer por último, Romanos 10:17 un versículo muy conocido, yo lo voy a leer en la Reina Valera Actualiza, porque obviamente tenemos que ver la contrapartida, el antídoto de la incredulidad.
Dice Romano 10:17 así:

"Por esto la fe es por el oír y el oír, por la palabra de Cristo."
Romanos 10:17

Lo vuelvo a repetir, es bien cortito, es bien cortito:

"Por esto la fe es por el oír y el oír, por la palabra de Cristo."

Quiere decir, que yo les voy a mostrar el camino inverso a el orden que está dando aquí el versículo.
Si hay palabra de Cristo, alguien que ama a Dios, lo que va a hacer siempre es oír porque sabe que eso es palabra de Cristo, y cuando oye, ¿qué va a ocurrir? Aumenta la fe, la fe se desarrolla, ¿de dónde viene la fe? Dice acá, del oír, ¿y de dónde viene el oír? De la palabra de Cristo.
Si no empieza habiendo palabra de Cristo, voz de Dios, voz del Espíritu Santo, no hay nada que oír.
Por eso, aún cuando tú hablas con un hermano o con alguien más, cuando pides consejo, cuando le cuentas tu situación, puedes hacerlo para que oren por ti, pero ten cuidado de lo que escuchas, porque si algo que te están diciendo no es palabra de Cristo no hay nada que oír, porque eso que estás escuchando no va hacer que la fe de Cristo que está en ti se ponga en acción, no va ocurrir porque ¿por dónde empieza? No empieza por la fe en sí misma, ni empieza por el oír, empieza por la Palabra.
Por eso, el Espíritu dijo y lo remarcó el autor de esta carta, si oyen hoy su voz.
Empieza porque escucho sabiendo que hay voz de Dios, la voz de Dios me garantiza que todo lo que sigue va a ser exitoso, todo va llegar a buen término, y toda la voluntad de Dios se va a cumplir, lo entienda o no lo entienda, ése no es asunto mío, lo entenderé en el momento que necesite entenderlo, pero yo sé que las cosas serán como Dios quiere que sean.

Nunca puedo oír lo que dicta el corazón, a los israelitas les pasó demasiado, el corazón, cuando estás en un momento crítico, el corazón te empieza a decir un montón de tonterías y todo lo que el corazón habla nace de la desesperación, no escuches al corazón. Cuando estás, cuando estoy en un momento crítico es cuando más necesito escuchar al Espíritu Santo de Dios.
Por eso, es más sabio no tomar una decisión si yo no puedo asegurar que escuche la voz del Espíritu, a tomar una decisión porque me pareció que lo que sentía o lo que me vino a la mente era la voz de Dios, pero nunca fue la voz del Espíritu, eso es muy peligroso. Es mejor esperar, total para Dios el hoy permanece, el hoy continúa para Dios nunca cambia.

Amados, Dios quiere llevar nuestra sociedad con Él a toda la dimensión que Él planeó, lo quiso hacer desde Israel, aún cuando por Israel no había muerto Cristo aún, no tenían el Espíritu Santo sobre ellos ni en ellos, pero aún así Dios lo quiso hacer.
Hoy contamos con todo lo que Dios ha preparado para nosotros, no nos falta nada, Dios quiere llevar esta sociedad a tener éxito, pero éxito, ¿para qué? No para que tú y yo digamos cuánto me bendijo Dios, no, esta sociedad es para que en la voluntad, los planes del Señor, su Reino se hagan reales y manifiestos para bendecir la vida de otros.
Quiere decir, que si estoy en el camino adecuado en el camino correcto, yo voy a saber que ese camino me lleva al éxito en todos los planes de Dios. ¿Por qué? Porque Él me dio todo para que las cosas funcionen.
Pero hay una advertencia de parte del Espíritu de Dios, si hoy oyen la voz del Señor no endurezcan su corazón, no permitan que porque algo no les parezca, algo no le suene lógico, no esté acorde con lo que ustedes pensaron que iba a ser, entonces se abra una pequeña puerta a la incredulidad.
Una sola advertencia contra toda una gama interminable de todo lo que Dios nos ha dado, que podemos disfrutar y que podemos manifestar.

Así que, yo quiero terminar orando, quiero pedirle que estemos de pie y quiero también que al orar cada uno de ustedes, en lo personal, en lo privado, puedan llevar esta Palabra a una realidad espiritual en Cristo y por el Espíritu Santo.
¿Qué quiero decir? Solamente yo sé en lo íntimo cuántas veces hubo una palabra del Señor a mi vida, una advertencia del Señor, hubo una llamada de atención, y que posiblemente, yo no hice caso, fue mí hoy en ese momento pero dejé pasar el hoy, sin embargo como dijimos antes, el hoy de Dios es permanente, yo puedo retomar hoy porque Dios me ha dado vida hasta ahora, puedo retomar hoy todo eso que quedó pendiente.
Si yo sé que ha sido el Espíritu de Dios hablando a mi vida, hoy puedo decirle delante de Él, yo sé que esto vino de ti, y hoy tomó la decisión de acuerdo a lo que oí de tu voz. Ahora sí te oigo, pero para hacer, como realmente se oye, no te oigo para dejar a un costado, hoy te estoy oyendo, Señor, porque hago lo que me has hablado.
Así que con esta convicción y seguridad, yo quiero que oremos juntos y que cada uno en lo que tenga que orar al Señor lo haga con absoluta libertad, porque tiene la capacidad de escuchar muchas voces hablándole al mismo tiempo y entender cada una de las cosas que sale de nuestro corazón, vamos a orar.

Padre, en el Nombre de Jesús, te agradecemos por tu Palabra el día de hoy, y te agradecemos, Señor, por haber inspirado por el Espíritu al escritor de esta carta a los Hebreos en traer a la memoria de los cristianos hebreos en ese primer tiempo del cristianismo y ahora a nosotros, después de muchos años y muchos siglos después, traernos este hecho, esta circunstancia particular con el pueblo de Israel. Sabemos que lo que pasó con Israel está puesto allí para que nosotros nos veamos reflejados y tengamos una advertencia, Señor, de tu parte, y sepamos que el corazón humano, por lo general tiende a caminar siempre los mismos caminos, pero hoy nosotros estamos en una condición absolutamente distinta a como estaban los israelitas en aquél tiempo.
Hoy, Tú nos estás declarando por la Palabra, que somos socios tuyos porque nos has dado todo lo que tenías para nosotros. Desde que diste a Cristo, junto con Cristo, aún la Palabra lo afirma nos diste todas las cosas, no hay nada que tenga que depender de un esfuerzo personal para lograr hacer lo que nos está pidiendo, jamás será así, porque cuando estamos en Cristo, tenemos tu naturaleza, reaccionamos a lo que viene del Espíritu, el mismo Espíritu Santo nos habita y tu poder, Señor, nos impulsa a hacer lo que viene de ti.

Por eso, hoy que tenemos esta oportunidad, hoy queremos responder a lo que nos estás hablando en este momento, y decirte Señor, no queremos permitir nunca que haya algo de incredulidad que pueda permear nuestro corazón, pueda permear nuestra mente, pueda llegar aún hasta nuestro inconsciente, sin darnos cuenta de que allí se instaló la incredulidad y que por eso, nuestro corazón empiece a endurecerse más y más cada día.

Señor, en el Nombre de Jesús, oramos por todos aquellos que en algún punto de su vida, al seguirte permitieron que la incredulidad les ganara y hoy su corazón se ha endurecido.

Señor, nosotros no nos levantamos para juzgar, porque es lo último que podríamos hacer, nos levantamos a interceder, Señor, Tú conoces a tus hijos, aquellos a quienes amas y conoce los motivos por los cuales su corazón se endureció. Y en el Nombre de Jesús, a través de esta oración llegamos con los brazos del Espíritu Santo hasta donde están cada uno de ellos, alrededor de todo este mundo, en el rincón más lejano de este planeta, oramos e intercedemos por ellos, y en el Nombre de Jesús, también tomamos autoridad para romper ese corazón duro, porque aún cuando Tú estableciste que harías un Nuevo Pacto con la humanidad dijiste, que cambiarias el corazón de piedra y pondrías un corazón de carne.

Ahora, en el Nombre de Jesús, haz este milagro, quita el corazón de piedra para que vuelva a haber un corazón de carne que te crea a ti, que volteé de todo corazón a ti y te diga perdóname Señor, perdóname porque lo que vivo hoy es la consecuencia de que he dado lugar a la incredulidad; y por eso tanto te desobedecí.

Señor, Tú eres el único que tienes el poder para hacerlo, y Señor, si hiciste milagros portentosos con los israelitas, cómo no vas a poder cambiar un corazón de piedra en uno de carne, nosotros confiamos en ti y te creemos.

Señor, si algunos anduvieron por el carril adecuado pero ahora se movieron de carril, tráelos Tú, Señor, por tu gracia, tráelos, tráelos nuevamente para que no te estén buscando ya más solamente por tus obras, que te busquen porque quieren conocer tus caminos, quieren conocerte a ti, quieren amarte a ti cada día más, quieren poder comprender desde el Espíritu los planes por los cuales los has salvado.

Señor, disfrutamos mucho el ser salvados por ti, pero sabemos que el propósito final tuyo no era solamente que disfrutamos la salvación, tu propósito era formar con cada uno de nosotros, una Iglesia poderosa sobre esta Tierra, que te pudiera representar y que pudiera mostrar que es posible en el Siglo XXI, en medio del pecado, en medio de las dificultades, vivir con las leyes y los principio de tu Reino.

Por eso, en el Nombre de Jesús, hoy oramos Señor, levantando esta Iglesia y declarando que tu Iglesia tiene corazón para ti Señor, que está en el camino adecuado, en el carril correcto, que te sigue porque te ama, que no te pregunta porque quiere entender, sino que escucha tu voz y obedece, y hace lo que Tú has dicho, porque te conoce, porque sabe que todo lo que sale de tu boca es perfecto.

En el nombre de Jesús, oramos por tu Iglesia y la levantamos Señor, en todo lugar de este planeta porque solo Tú puedes cambiar a tu Iglesia, de tal manera que sea la Iglesia que han determinado que fuera.
Señor, sabemos realmente que hay una parte que se dice Iglesia y que realmente no lo es, pero hoy no nos queremos parar ahí Señor, hoy queremos pararnos en aquellos que de verdad, como lo leímos también, al principio pusieron su confianza en ti verdaderamente, al principio supieron quién eras y experimentaron tu amor, pero por mil situaciones diferentes hoy se han desviado, por muchas personas se han desviado. Hoy oramos por todos y cada uno de ellos, Señor, declarando que Tú los regresas a tu carril, Tú eres aquél que los atrae hacia ti y que le vuelves a mostrar que no has dejado de amarlos, que tu propósito no se ha terminado, que mientras hay vida sobre la Tierra, mientras Tú estás extendiendo el hoy, hay posibilidad de vivir en tu voluntad.

Hoy declaramos esto sobre toda tu Iglesia en todo el mundo, Señor, empezando por nosotros, no podríamos orarlo por los demás si nosotros no tuviéramos un corazón dispuesto para ti. Hoy nuestro corazón vuelve a estar dispuesto para ti como el primer día, te amamos porque eres todo para nosotros, te amamos porque eres lo más importante en nuestra vida, te amamos porque hemos conocido y hemos comprobado tu amor, te amamos porque hemos comprendido espiritualmente lo que significó el sacrificio de Jesús a nuestro favor, te amamos Señor, porque nos has dado todo en Cristo y transformaste nuestra vida, de tal manera que hoy no somos ni por el más mínimo atisbo lo que alguna vez fuimos, porque todo lo que hoy somos ha sido hecho nuevo por tu gracia por tu poder.
Por eso, Señor hoy te agradecemos lo que somos y tenemos en Cristo Jesús, y como el primer día te seguimos, te honramos, te amamos y queremos seguir conociéndote para conocer tus caminos.
Te agradecemos, Señor, por tu Palabra y mucho más te agradecemos por el Espíritu Santo que siempre nos habla, tu Palabra podría estar allí, pero si el Espíritu no nos la revela, y no nos habla íntimamente la verdad de tu Palabra, la Palabra sería un jeroglífico para nosotros y seríamos incapaces de comprenderla. Pero te agradecemos por tu Espíritu que hoy sigue hablando, y por eso mientras dure ese hoy no permitiremos que se endurezca nuestro corazón, sino que levantamos en nosotros la fe de Cristo, porque sabemos que cuando Tú hablas, eres Tú mismo expresando lo que está en tu corazón, y cuando oímos, entonces la fe de Cristo en nosotros se activa inmediatamente para hacer tu voluntad.

Gracias Señor, a ti te damos toda la honra, la gloria, el poder, la alabanza, el honor, Tú mereces todo, mereces nuestra vida, la Iglesia te pertenece, somos tuyos Señor y tienes el derecho de cumplir todo lo que has establecido para nosotros.
En el nombre de Cristo Jesús, amén y amén. Amén, gracias Señor. Gracias Señor.


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