
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
 
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A veces nosotros pensamos que la victoria que  tenemos en Cristo es una victoria que nosotros debemos ganar por nosotros  mismos. A veces no entendemos y no logramos entender que la victoria ya fue  ganada y que lo que nosotros debemos hacer es aplicar esa victoria a nuestras  vidas y aplicar esa victoria a todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos. 
Una de las cosas que cambia en la manera de pensar en una Iglesia apostólica,  es que ya no pensamos individualmente, como entes aislados. En una Iglesia apostólica  ya pensamos siempre corporalmente. 
Para que me entiendan gráficamente, es como un padre de familia, que cuando  piensa en el dinero que dispone, por su salario o por lo que sea, no está  pensando si puede comprarse un pantalón nuevo, un padre de familia lo primero  que hace es decir: ¿Qué necesita mi familia para vivir este mes? 
Tenemos que comer, pagar la renta, etc. y por lo general, luego de esto piensa  en lo que necesitan la esposa y los hijos; y si queda algo se compra él. 
Una iglesia apostólica, piensa de esta manera, “corporativamente” ,  porque en una Iglesia pastoral estamos acostumbrados a pensar en la necesidad  propia antes que en la necesidad de cualquiera. 
Por eso vemos que Pablo escribe de otra manera, porque escribe apostólicamente,  y por eso dice que nos consideremos unos a otros como superiores; si yo  considero al otro como superior a mí mismo, entonces voy a preferir la honra de  mi hermano o hermana, antes de lo que Dios pudiera darme a mí. 
Entonces, cuando hablamos de victoria, tenemos que trasladar la victoria de  Cristo a nuestras vidas, pero también a la vida de la Iglesia como “Cuerpo”,  pues si la Iglesia como Cuerpo, no mantiene la victoria como Cuerpo, entonces  estaremos en un problema. 
En una Iglesia apostólica de nada sirve que una parte del Cuerpo o de un cuerpo  local, no sirve de nada que una fila esté viviendo en victoria, la otra esté  luchando por la victoria y la otra esté arrastrándose y no conozca la victoria.  ¿De qué sirve? 
La victoria que unos están alcanzando no sirve de nada para los que se están  esforzando y mucho menos para los que ni siquiera saben lo que es la victoria.
Cada uno tiene que vivir la victoria y mantenerla, para que entonces el  Cuerpo se mantenga en victoria. 
Una de las cosas que a mí más me han sorprendido y lo vamos a ver, es que la  mayoría de lo que veamos, es del Antiguo Testamento, y solamente un pasaje del  Nuevo Testamento vamos a ver, pero vamos a ver la mente de Dios y el  pensamiento de Dios, que siempre fue el mismo con respecto a la victoria para  con su pueblo. 
A veces nosotros pensamos en victoria y solemos pensar que depende de lo mucho  que hacemos, de lo bien que nos portamos, del esfuerzo, de la lucha y nos  pasamos haciendo guerra espiritual a diestra y a siniestra, cuando esa no es la  idea de Dios. 
Lo primero que necesitamos es entender que cuando Jesús, estaba muriendo,  estaba declarando la victoria ante el mismo Satanás, porque dice Pablo en  Colosenses: “exhibió públicamente a las potestades, a los principados y  los humilló.” 
¿Por qué? Porque pudo demostrar Jesús, que a través de su obra, Él  había dado por terminado todo el plan perverso del diablo para la vida de la  humanidad.
Para Dios, ahora, ya no existía el pecado de separación entre el hombre y Él,  porque Jesús había pagado por el pecado. Ahora, para Dios ya no existía la  enfermedad para el ser humano, porque Jesús había pagado en su cuerpo, la  enfermedad y el dolor de toda la humanidad. 
Entonces el que es borracho porque le viene de herencia, porque vio a su abuelo  y a su papá emborracharse y en su niñez le empezaron a dar vino y no lo pudo  evitar y llegó a ser adulto siendo un borracho igual que su papá y su abuelo,  cuando llega a Cristo, lo que ocurre es que lo que Jesús hizo en la cruz, que  es legal, ahora se aplica prácticamente a la vida de ese hombre y ese espíritu  de borrachera que estaba dominando a ese hombre, ahora no lo puede dominar más  porque se aplica la obra de Jesús. Por lo  tanto, Jesús le puede decir a ese espíritu “ya no tienes ningún derecho sobre  la vida de este hombre”. 
Ahora si ese hombre es liberado y sanado de eso, después tiene que mantener la  victoria que Jesús le dio, porque si ese hombre va volver cada mañana al  levantarse, volver a reprender al espíritu de borrachera, nunca creyó a lo que  Jesús hizo. 
A veces cuando hablamos de victoria pensamos que lo único que tenemos que hacer  es reprender, reprender y seguir reprendiendo. Mas bien, tenemos que aplicar la  victoria que Jesús ya ganó y mantener esa victoria, pues si mantenemos la  victoria, la promesa de la Palabra es que el diablo ni siquiera se nos puede  acercar, y esa una dimensión mayor a la victoria que hasta ahora nos enseñaron.  Aún lo que hemos conocido hasta hoy en cuanto a liberación y sanidad interior,  tiene que ser reenseñado de acuerdo a una visión apostólica. 
Hace poco estábamos en Panamá con mi esposa, ella iba a ministrar a los jóvenes  en un congreso de jóvenes, me compartió antes lo que iba a decir, y en un  momento le dije —¡cuidado! con lo que vas a decir, porque hay que ver algo que  el Señor todavía no nos ha revelado—... Y tenía que ver con cuestiones de  sanidad interior. 
Obviamente esperamos a la revelación del Señor, porque ahora todavía estamos  con las ligaduras de nuestros antepasados, que si tenían esto o aquello, pero  ¿por qué todavía pasa esto? Porque estamos basados en una manera de pensar, en  lugar de confiar en una nueva vida en nosotros. 
Por eso “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi...” 
La vida de Cristo que está en mí no trae ninguna atadura, ni problema de sanidad  interior, la vida de Cristo no está atada, maldecida, por el contrario, la vida  de Cristo nos viene a traer la herencia de bendición del Padre. 
Por eso, si en el Salmo 2, el Padre le dice al Hijo, a Jesús, “Pídeme y  te daré por herencia las naciones” , ahora la Iglesia tiene que estar  feliz, porque tiene la misma herencia que Jesús, las naciones son nuestra  herencia, porque la vida de Cristo que tenemos dentro, nos trajo la herencia  que el Padre le dio a su hijo Jesús. 
Con eso, imagínense cualquier otra cosa que está en Cristo, y está en ti y está  en mí. 
Si podemos comprender espiritualmente la victoria desde este aspecto, dejaremos  de luchar como estamos luchando y aprenderemos a gozar de la victoria. Nos  pararemos en la posición que ya tenemos en Cristo y el diablo no se podrá  acercar. 
El diablo te va atormentar mientras te mantenga en ignorancia y sigas actuando  neciamente con respecto a algún punto. 
¿Qué quiero decir? Si somos necios en algo que debemos cambiar y no lo hacemos,  entonces le estamos dando la posibilidad al diablo que nos atormente todo lo  que quiera. Y eso es terrible, porque el diablo dice, —a partir de acá yo tengo  una pequeña entrada—; pero como él no pide permiso, una pequeñísima entrada es  una puerta muy grande, él entra como quiere hacerlo y hace lo que quiere  hacer... Pero nosotros le dimos la autorización. 
Por eso necesitamos entender los puntos importantes que la Biblia marca, para  mantenernos en victoria y verla reflejada en nuestras vidas, no por el mucho  luchar, o por la mucha guerra espiritual, sino porque vivimos como debemos  vivir a los ojos de Dios. 
Leamos Génesis 22 y recordemos que en este capítulo es cuando Dios le pide a  Abraham a su hijo, Isaac, y suben al monte... 
Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo, 
y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová, 
que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo; 
de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia 
como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; 
y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
Génesis 22:15-17 
Al final del versículo 17 dice la Nueva Versión Internacional: “Además, tus  descendientes conquistaran las ciudades de sus enemigos”. 
Cuando Abraham fue capaz de entregarle a Dios lo más querido, el único hijo que  tenía, el hijo de la promesa, fue obediente y no lo rehúso para Dios, entonces  Dios no solamente le promete bendición, le promete algo más: “su  descendencia va a poseer lo que ahora está en manos de tus enemigos”. 
Cuando hablamos de victoria, no solo podemos pensar en vivir bien y seguro, por  eso hablé de quitar la mente pastoral y tener una apostólica, pues ya no pienso  de que a mí me vaya mejor económicamente, que no viva tan apretado, que a mis  hijos no les falte nada, porque eso es una mínima parte de la victoria que el  Señor quiere darnos. 
La verdadera victoria se traduce, en todo lo que el enemigo hoy tiene  atado en el mundo entero en el ámbito espiritual y que nosotros debemos poseer,  sabiendo además que nos corresponde, es nuestro y nos pertenece. 
Entonces si estás en un trabajo o empresa, debes saber que Dios te puso allí  para gobernar y que hay gente que necesita ser desatada espiritualmente para  que pueda comprender el mensaje del evangelio para su vida; si solamente vamos  al trabajo para cumplir y cobrar a fin de mes, si esa es toda mi vida, toda mi  mentalidad, entonces no estoy entendiendo que soy descendiente de Abraham y él  recibió la promesa de parte de Dios y que nosotros, sus descendientes, íbamos a  poseer todo lo que el enemigo tenía en sus manos. 
Cuando entiendo la victoria de otra manera, vivo de otra manera todos los días,  veo lo que me rodea como un terreno a conquistar, y este lugar, aunque yo lo  vea horriblemente mal porque está debajo del enemigo, yo estoy para poseer lo  que el enemigo cree que es suyo, pero que no le pertenece. 
¿Por qué Dios le pudo hacer semejante promesa a Abraham? Porque  obedeció y no rehusó darle aún lo más querido para él. 
Ésta es una de las cosas por las que el enemigo se puede burlar de nosotros,  porque cuando hay algo que Dios me habló y pidió, pero estoy en un “tira y  afloje” con Dios y un día digo si y otro no, pero cuando estamos en la reunión  emocionalmente le decimos me rindo y de rodillas le decimos al Señor que le  vamos a dar todo, el problema no es hoy acá, el problema es mañana en la  mañana, si estás manteniendo tu palabra delante de Dios. 
Abraham tuvo que hacer un largo camino, para llegar al lugar del sacrificio y  en ese camino, su hijo le tuvo que haber preguntado, ¿papá, esta todo bien,  pero nos falta el cordero, a quién vamos a sacrificar para Dios? Y Abraham tuvo  que decir: “Dios se va a proveer” . 
Pero le tuvo que decir eso mientras lo ataba, arriba del altar y el hijo le tuvo  que decir, —papá, no veo ningún cordero, pero me estás atando a mí—... 
Estas son situaciones que, en la vida personal de cada uno, se pueden repetir  muy a menudo. Sabemos lo que debemos sacrificar y entregar, pero no estamos  dispuestos a seguir caminando, llegar al lugar, poner en el altar lo que  tenemos que poner y atarlo y levantar el cuchillo... 
Por eso el ángel le dijo de parte del Señor: 
“ por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, 
tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia 
como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar; 
y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos”. 
Como  Iglesia apostólica, tenemos que aprender a renunciar a todo; una Iglesia  apostólica no tiene concesiones con Dios, no anda guardando sus Isaacs y  metiéndolos debajo de la cama para que Dios no lo vea y no lo pida. 
Por eso Pablo dijo “yo renuncio a todo y todo lo que está atrás de mi  vida lo considero basura, con tal de conocer a Cristo”... Con tal de  recibir y vivir a plenitud la herencia que Dios me dio. 
Quiero vivir esa herencia pero si me aferro a algo de lo de atrás, estaré  atando la herencia de Dios para mi vida, y muchos de nosotros no estamos  pudiendo vivir en total plenitud la victoria de Jesucristo, porque todavía no  estamos dispuestos a soltar cosas que Dios nos ha pedido. 
Sé que se ha hablado mucho, pero el Espíritu Santo me lo está trayendo  nuevamente a mi mente, de vivir bajo un espíritu o una mentalidad apostólica,  pero déjenme decirles que si solo se queda en un espíritu o una  mentalidad y no baja a la práctica y a la vida de todos los días, nunca  estaremos viviendo lo apostólico. 
Ése fue el problema del apóstol Pedro, luchar entre lo apostólico y su  manera de pensar judía; fue siempre un problema para él, y le costó deshacerse,  pero ya era apóstol. 
Tengamos en cuenta que estamos hablando de una persona que tenía la llave y ya  había recibido la unción, usó la llave para abrir la puerta al evangelio donde  tenía que abrirla, pero una cosa es eso y otra cosa es que lo apostólico te  corra por las venas y lo vivas a plenitud. 
Llega un momento en que nosotros no podemos conformarnos con vivir lo  apostólico, llega un momento donde no podemos conformarnos con que esto es la  verdad, llega un momento donde no podemos conformarnos escuchar más de lo  apostólico, ni siquiera poder decir “voy a una iglesia que es apostólica”. 
Lo apostólico, tiene que ser la sangre de mis venas, es mucho más que una  manera de hablar o una manera de pensar, tengo que ser apostólico en mi manera  de comportarme y de ser, y eso implica decisión; eso implica matar a muchos  Isaac. Abraham no lo llegó a matar, pero en nuestro caso habrá muchas cosas que  sí tendremos que matar, sí tendremos que atar, sí tendremos que bajar el  cuchillo y hasta que no veamos bien muerto a ese Isaac, no dejar de apretar y  mover, para que le entre hasta lo más profundo. 
Mientras  mantenemos cosas muy íntimas, privadas y no queremos dar el brazo a torcer con  eso, Dios no puede aplicar la promesa de Abraham a nuestras vidas.   
Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, 
y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado. 
Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, 
y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres; 
para que él arroje a tus enemigos de delante de ti, como Jehová ha dicho. 
Deuteronomio 6:17-19 
¿Quién arroja a los enemigos? El Señor. 
Lo que nos han enseñado hasta ahora, es que nosotros tenemos que luchar y luchar  y... hasta que arrojemos los enemigos. Y lo que Dios nos pide, es que vivamos  como debemos vivir delante de Él y Él se va a encargar de arrojar los enemigos. 
Hay una gran diferencia, entre que yo me esfuerce y luche por arrojar los  enemigos y que yo solamente viva rectamente, íntegramente y vea como los  enemigos lentamente uno a otro empiezan a desaparecer, porque Dios va delante  mío y los quita de mi camino; eso es una gran diferencia. 
Por eso acordémonos que en Malaquías, cuando habla de diezmos y ofrendas, entre  todas las promesas que el Señor da, si nosotros lo probamos en eso, dice que “va  a reprender al devorador por nosotros”. 
La actitud de Dios, es la misma, nada más que nosotros preferimos esforzarnos,  porque como no vivimos rectamente, queremos hacer la parte que le corresponde a  Dios, y nos pasamos haciendo guerra espiritual. 
Pero debe haber muchos de ustedes que hicieron mucha guerra espiritual,  reprendieron mucho, hicieron mucho esfuerzo, pero las cosas no funcionaron de  todas maneras y sigue habiendo cosas atadas en sus vidas, porque no es  una cuestión del esfuerzo humano, es una cuestión de vivir lo que Dios quiere y  obedecer. 
Obviamente que siempre la victoria tiene condiciones, pues fíjense que dice “g uardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios,  y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado. 
¿Qué significa eso en el día de hoy? Que lo que Dios habla, si no aprendo a  atesorarlo en mi vida y llevarlo a la práctica a partir del momento en que lo  oí y lo recibí de Dios, entonces ya dejé de guardar aquello que para Dios es lo  más importante. 
Por eso a veces, andamos con ciertas concesiones... —Sí, es vedad que Dios dijo  esto, pero yo lo voy a pensar, lo voy a analizar, voy a ver si está de acuerdo  con mi manera de pensar, primero lo voy a digerir—... Y acá no es cuestión de  digerir, ni de pensar, ni de analizar, es cuestión de obedecer y guardar lo que  Dios me dijo, Dios me dijo “a” y es lo que voy hacer; después de que yo haya  hecho “a”, si Dios quiere mostrará la “b”, pero hasta que no haga la “a”, Dios  no me va a mostrar ninguna otra letra por delante, eso es guardar los  mandamientos y obedecerlos. 
Después dice: “y haz lo recto y bueno ante los ojos de  Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová  juró a tus padres”. 
Entonces, si yo obedezco en lo que Dios me va hablando y por otro lado,  mientras obedezco, sigo viviendo rectamente ante los ojos de Dios, Él va hacer  que me vaya bien, que pueda poseer la tierra y se va a encargar de arrojar y de  echar a mis enemigos. 
Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios, 
para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo  hoy, 
también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra. 
Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, 
si oyeres la voz de Jehová tu Dios. 
Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti; 
por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de  ti.
Deuteronomio 28:1-2, 7 
Si realmente escuchas al Señor tu Dios y cumples fielmente 
todos estos mandamientos que hoy te ordeno, 
el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra. 
Si obedeces al Señor tu Dios todas estas bendiciones vendrán sobre ti 
y te acompañaran siempre. El Señor te concederá la victoria sobre tus  enemigos, 
avanzarán contra ti en perfecta formación pero huirán en desbandada. 
Deuteronomio 28:1-2, 7 (NVI) 
Cuando podemos comprender la mente de Dios podemos empezar a disfrutar la  libertad con la que Cristo nos hizo libres, porque sino, aún el esfuerzo y la  lucha que hacemos, siempre nos hacer vivir en tensión. 
¿No sé si te diste cuenta de eso? Pero mientras uno está luchando y dice:  —tengo que vencer esto... y tengo que lograr...—, uno vive siempre nervioso,  hay algo adentro, ¿cuándo lo lograré y cuándo lo haré...? 
Y en eso estoy perdiendo la libertad que Cristo me dio, porque siempre estoy  preocupado por algo que tiene que ocurrir en mi vida. 
De la otra manera, vivo disfrutando de la libertad de Cristo, pero siendo recto  ante los ojos de Dios, obedeciendo a la primera palabra del Señor a mi vida,  haciendo todo lo que debo hacer, entonces, por más que mis enemigos vengan en  perfecta formación a atacarme con todas sus fuerzas, esos enemigos también van  a huir despavoridos. 
Tenemos que hacer frente, a entender, a vivir como Dios quiere que  vivamos, más que a luchar por lo que Dios nos ha prometido. 
Más vale vivir como Dios quiere que vivamos, que vivir luchando por lo  que él nos prometió. 
Aun una palabra profética puede ponernos en tal circunstancia que ya ni  dormimos: —es que Dios me dijo que voy a ser profeta a las naciones. ¿Y cuándo  va a ser... y cómo va a ser?...— 
Ustedes piensen en los que somos pastores, y vienen a decirnos —...es que,  ¿cómo va a ser? Me tienes que ayudar en esto, ¿cómo tengo que hacer?. Tienes la  responsabilidad de llevarme... ¿Por qué? 
Por una palabra profética. Cuando la palabra profética viene a liberar el  propósito de Dios a tu vida, andamos todos nerviosos por lo que Dios dijo. 
En cambio, cuando vivimos rectamente y con integridad, delante de Dios, llega  el tiempo que cuando menos te das cuenta Dios, primero, estás caminando en el  propósito de Dios, pero cuando menos te das cuenta, donde no había una puerta,  Dios la inventó en un segundo y te la abrió, y cuando miraste por la puerta,  ahí estaba lo que Dios te había prometido. 
Cuando estamos viviendo como Dios quiere que vivamos, el propósito de Dios  siempre fue, como para el pueblo de Israel, que fueran una nación modelo y  ejemplo de lo que significaba el gobierno directo de Dios sobre la vida de la  gente y sobre un pueblo. 
Al ser modelo, Dios podría impactar a otras naciones. 
Ahora, lleva esa imagen y esa realidad a la vida de la Iglesia; Dios no va a  buscarse otro pueblo. 
Dios a Moisés le dijo, —esto no va para atrás ni para adelante, ¿sabes qué?,  los matamos a todos y yo te doy un pueblo nuevo, lo vamos a hacer igual y yo  voy a cumplir, pero con un pueblo nuevo, estos ya no sirven para este asunto...  En ese tiempo ya Dios estaba dispuesto a deshacerse de un pueblo para cumplir  su propósito. 
Ahora, Dios no se va a deshacer de la Iglesia y buscarse una nueva Iglesia para  hacer su propósito, va a usar a la Iglesia que Él está levantando, que en  realidad no es una nueva Iglesia, simplemente es una Iglesia que está  entendiendo a Dios, que se está metiendo en la mente y en el corazón de Dios  para descubrir las verdades que estuvieron encerradas por siglos en la Biblia y  nos las taparon. 
Mancharon las páginas con pintura negra y vivimos ciegos hasta ahora, pero  ahora Dios, tiene un “borra tintas” excelente y está saliendo todo lo que  estaba negro y escondido; ahora empieza a salir a la luz y estamos viviendo de  acuerdo a esa luz que está saliendo. 
El propósito de Dios es que la Iglesia sea un modelo de vida para el mundo  entero, que las naciones puedan ver a la Iglesia y digan “así se tiene  que vivir, esa es la manera correcta, así se vive, así se es feliz, así se  disfruta de lo que Dios nos da”. 
Eso es lo que Dios quiere hacer, y dentro de eso Dios va a cumplir todo lo que  prometió, pero nosotros mientras mantengamos una mentalidad pastoral, donde  todo es para mí, a ver que me dan, que me suplan mis necesidades, estamos más  aferrados por lo que Dios me prometió, que en ver a la Iglesia levantada, y  entonces tenemos un serio problema. 
El problema es que Dios ni nos cumple las promesas, ni somos plenamente  felices, ni vivimos en libertad, nos pasamos luchando espiritualmente sin  conseguir nada. 
Cuando nuestra manera de pensar cambia, entonces todo lo podemos empezar a  conquistar, porque donde ponemos la planta del pie eso va ser nuestro, como le  dijo a Josué. 
Tenemos que aprender a ver con los ojos de Dios y a pensar con la mente de  Cristo que está en nosotros, para poder comprender la manera de vida que Dios  quiere para nuestra vida. 
Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; 
porque las armas de nuestra milicia no son carnales, 
sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas, 
derribando argumentos y toda altivez que se levanta 
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo 
todo pensamiento a la obediencia a Cristo, 
y estando prontos para castigar toda desobediencia, 
cuando vuestra obediencia sea perfecta. 
2 Corintios 10:3-6 
Pues aunque vivimos en el mundo, 
no libramos batallas como lo hace el mundo. 
Las armas con que luchamos no son del mundo, 
sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas. 
Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta 
contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo 
todo pensamiento para que se someta a Cristo. 
Y estamos dispuestos a castigar cualquier acto de desobediencia 
una vez que yo pueda contar con la completa obediencia de ustedes. 
2 Corintios 10:3-6 (NVI) 
Hay varias cosas que hay que explicar acá, porque uno mismo va cambiando de  manera de pensar apostólicamente, pero yo me doy cuenta que Pablo está hablando  con un equipo apostólico; él estaba en la dimensión que tenía que estar,  nosotros ahora estamos empezando a entender a Pablo. 
Pablo, está hablando en nombre suyo y del equipo, de cómo era su lucha y de  cómo eran sus armas. Entonces, dice aunque vivimos en el mundo, no  libramos batallas como lo hace el mundo. 
Nuestra manera de pensar es que, si bien mi compañero de trabajo se esfuerza y  está ahorrando porque se quiere cambiar el auto, yo lo tengo que hacer  exactamente igual. 
Estoy poniendo ejemplos demasiado básicos, para que entendamos lo que estoy  queriendo explicar, pues si yo me esfuerzo de la misma manera que hace mi  compañero de trabajo, ¿qué armas estoy usando? Las del mundo. 
Pero Pablo dice, nosotros no luchamos con las armas que tiene el mundo,  luchamos con armas espirituales: “Las armas con que luchamos no son del  mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas”. 
Las armas tienen el poder divino, o sea que cuando nosotros usamos esas armas,  ellas hacen que todo se venga abajo, por eso Efesios 6 habla de la armadura,  porque eso es parte de las armas con que contamos y cuando leemos esto no hay  nada que refleje una cuestión de esfuerzo personal, son armas espirituales y en  ella está el poder de vencer y de derribar fortalezas. 
Por eso es que cuando, como Cuerpo alabamos a Dios, y aparentemente no estamos  haciendo guerra espiritual, sí la estamos haciendo, y el diablo no puede  resistir, él nunca podría quedarse en un ámbito donde el Señor es exaltado,  porque donde el Señor es exaltado, dice la Palabra, que habita en medio de esa  exaltación como Rey... Y el diablo no es tonto. 
Es decir, mete la pata pero no es idiota, se da cuenta dónde está Cristo  reinando y huye. 
Si en nuestras propias vidas Cristo está reinando, el diablo no va a poder  acercarse, porque sabe que no puede luchar contra aquél que ya lo venció. 
Dice: —me enfrento con un Rey que ya me venció y me humilló, ya no vuelvo, no—. 
Es lo mismo que hoy Argentina diga, vamos a volver a luchar con los ingleses  por las Malvinas, más vale que no, ya lo hicimos, ya fuimos capaces de creer  que los venceríamos, pero vimos los resultados y ya no nos corresponde seguir  en la misma situación. 
Ahora bien, nosotros menospreciamos lo que hemos recibido de Cristo y le  tenemos más consideración y más respeto al diablo que a la investidura real que  Dios nos ha dado. 
Le tenemos más respeto a lo que el diablo dice, miente y nos asusta, que a la  vida sobrenatural de Cristo que recibimos. 
Luego sigue diciendo: “destruimos argumentos y toda altivez que se  levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento  para que se someta a Cristo”. 
Lo que destruía este equipo apostólico eran: “argumentos, altivez y  pensamientos”, no eran potestades, porque las potestades y los espíritus  demoníacos, solo tienen lugar cuando hay argumentos que le abren la puerta; como  dijera al principio, cuando hay necedades humanas que le abren la puerta a esos  espíritus demoníacos. 
Por eso, sí es correcto que aprendamos a someter, aun nuestros propios  pensamientos a la obediencia a Cristo, porque si yo en un punto estoy pensando como  se me antoja, pero es incorrecto delante de Dios, ya dejé de vivir rectamente. 
Vivir rectamente, no es que ya dejo de pecar en todo, que no miro las  novelas, que no me salen tantas malas palabras, vivir rectamente, es vivir como  Dios quiere que yo viva, porque la vida de Cristo se está reflejando en mí. 
Si sé que hay un pensamiento que se va a oponer a la vida de Cristo que  tengo, tengo que someter ese pensamiento. 
Ahora veamos con detenimiento: “Y estamos dispuestos a castigar  cualquier acto de desobediencia una vez que yo pueda contar con la completa  obediencia de ustedes” . 
Éste es un trabajo en equipo y se lo voy a mostrar, porque el Señor me lo  mostró claramente, para que podamos entender. 
Está hablando Pablo con su equipo, con autoridad apostólica y profética; ellos  dicen, —nosotros, por la autoridad recibida, estamos dispuestos a castigar  cualquier acto de desobediencia—, porque la autoridad apostólica y profética,  tiene la capacidad espiritual de poder luchar contra cosas que el enemigo quiere  establecer y que solamente una autoridad que esté a la par, puede hacer que en  eso se pueda vencer. 
Si no hay autoridad apostólica y profética para la lucha, no se puede vencer,  porque hay cosas que son muy fuertes. 
Si nosotros hablamos de naciones enteras para ganar para Cristo, tiene que  haber una tarea previa de apóstoles y profetas, para luchar en el Espíritu y  vencer, para castigar toda desobediencia. Pero cualquier equipo apostólico y  profético para hacer esta tarea, va a tener siempre un inconveniente: que la  Iglesia de Jesucristo, no sea obediente a la perfección. 
Nosotros vamos a hacer eso, una vez que se pueda contar con la completa  obediencia de ustedes. Por eso antes hablé de “equipo” , pues  somos un equipo. 
Nuestras acciones y decisiones, como equipo apostólico y profético, te van a  bendecir o a afectar. 
Pero también al contrario, si una Iglesia que está bajo cobertura apostólica y  profética y bajo esa unción, no está andando como Dios desea, el equipo  apostólico no podrá usar su autoridad espiritual para vencer en temas  importantes para el reino de Dios. 
Esto es una dimensión muchísimo mayor, es empezar a entender que todos somos  parte del Cuerpo de Cristo y que definitivamente todos los miembros somos  útiles y necesarios, nos necesitamos unos a otros, y tu obediencia al Señor me  bendice a mí, mi obediencia a Dios te abre la puerta a ti, para que puedas  hacer lo que Dios te ha pedido que hagas... 
Somos un equipo y tenemos que trabajar en unidad. 
Cuando aprendemos a aplicar la victoria de Cristo a nuestras vidas y vivamos  como Dios quiere que vivamos, cada uno de nosotros estaremos haciendo la parte  que nos corresponde en el Señor, de la manera correcta y de la manera concreta,  para llegar al cumplimiento de lo que Dios tiene.
Nuestro único objetivo y nuestro único anhelo es ver el reino de los  cielos que va creciendo y fortaleciéndose en la tierra. 
No estamos queriendo ver una Iglesia contenta, porque ahora es una Iglesia  apostólica y profética, eso es muy poca cosa a los ojos de Dios. 
Como Iglesia apostólica y profética, vivamos bajo la unción que hemos  recibido y bajo la unción espiritual que Dios nos ha mostrado. 
Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis, 
ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis 
anatema el campamento de Israel, y lo turbéis. 
Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro, 
sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová. 
Josué 6:18-19 
No vayan a tomar nada de lo que ha sido destinado 
al exterminio para que ni ustedes ni el campamento de Israel 
se pongan en peligro de exterminio y de desgracia. 
El oro y la plata y los utensilios de bronce y de hierro 
pertenecen al Señor: colóquenlos en su tesoro. 
Josué 6:18-19 (NVI) 
Cuando avanzamos en lo que Dios nos va entregando, debemos tener cuidado de no  adecuarnos a algo que parece que está bien en el mundo y que se nos puede  pegar, porque ahora ya no hacemos las cosas de acuerdo a ningún criterio  humano, hacemos las cosas de acuerdo a criterios espirituales.
Pablo también escribió que cambiemos nuestra manera de pensar para que cambie  también nuestra manera de vivir, que no nos amoldemos al mundo presente, al  tiempo actual, sino que vivamos como Dios quiere que vivamos. 
Si a medida que avanzamos hacemos las cosas como creemos que al mundo le va a  parecer y las va a recibir, entonces estaremos usando un modelo de exterminio y  podremos ser exterminados nosotros, eso es lo que está diciendo la Escritura. 
Eso es lo que hoy pasa, por ejemplo en la música cristiana, vemos los grupos  que hacen rock pesado, se visten de cuero y tachas por todos lados y un montón  de cosas raras y se pintan... 
¿Por qué? Porque amamos a la juventud y queremos ganar a la juventud... 
¿Pero sabe qué va a pasar con eso? Esto es profético, eso está destinado al  exterminio, eso Dios lo va a exterminar, porque nosotros no podemos conformar  al mundo a su forma, es decir, vamos con el poder del evangelio pero lo ponemos  en frasco chico, le metemos “marketing” al evangelio, porque así lo vamos a vender  mejor. No confiamos en el poder que tiene el evangelio, no importa en que forma  venga arrasa con cualquier forma del enemigo. Ese es el punto. 
No podemos amoldar nada a la manera de ser y de pensar, a la forma del  mundo, pero llevado a tu vida personal. 
¿Cuántas veces sabemos que tenemos una verdad de Dios adentro? 
Pero hablando con otros te dicen, no eso no puede ser tan así, son muy  exagerados, te fuiste al límite, eso es muy radical, hay que ser más tranquilo  con las ideas, hay que contemporizar con los demás, hay que entender a las  demás personas, pero ¿qué hacer? Como es alguien querido, apagamos la verdad de  Dios que está dentro. 
Ahora, a esa verdad, tratamos de disfrazarla a una forma que a esa persona que  habló, le caiga bien... No va a resultar, porque estás tomando de un modelo que  Dios quiere exterminar y lo estas haciendo tuyo, por ende eso mismo también  Dios lo va a tener que exterminar. 
Por eso en una Iglesia apostólica, no podemos hacer nada a escondidas ni  oculto, porque Dios saca las cosas a la luz, esto es algo que tenemos que  entender aún dentro de la Iglesia apostólica, Dios saca las cosas a la luz, de  nuestra propia vida; no lo va a dejar oculto, ¡no lo puede dejar oculto! Porque  si lo deja oculto, es como si dejaras guardada una bolsa de basura, junto a la  ropa que guardas en el ropero, después va a apestar la ropa, después vas a  tener cucarachas dentro del ropero, se te van a meter las ratas, porque no  estuviste dispuesto a sacar la basura y ponerla en la puerta. 
No podemos tomar modelos. Vivir en la victoria que el Señor dio, significa  también vivir a la luz de lo que el Señor nos ha dado y mantener la verdad de  la libertad de Cristo en todos los aspectos de nuestra vida, no la  transformamos de acuerdo a la persona que tenemos en frente, decimos las cosas  como tienen que ser de acuerdo a lo que Dios quiere para nuestra vida.
Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu  rostro? 
Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé; 
y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado, 
han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres. 
Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, 
sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, 
por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros, 
si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros. 
Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana; 
porque Jehová el Dios de Israel dice así: 
Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos, 
hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros. 
Josué 7:10-13 
  
Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel, 
y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras. 
Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo he pecado 
contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho. 
Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno, 
y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta  siclos, 
lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra 
en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello. 
Josué 7:19-21 
Vemos a un solo hombre del pueblo que tomó del modelo del  mundo y se lo quedó; dijo que estaba muy lindo, entonces lo escondió, lo puso  por ahí. 
¿Cuál es el pensamiento de Dios? Nunca el pensamiento de Dios va a ser un  pensamiento individualista, Dios le dice a Josué, “todo el pueblo pecó  contra mí...”
Éstas son las cosas que a veces no podemos comprender, nos dejan mal,  porque decimos que si fue fulano, que le envíe un rayo y lo parta a la  mitad así seguimos todos felices; si fue él solo, ¿por qué contra todos? 
Porque Dios tiene un propósito para todos y que todos representemos al  Señor como uno solo, pecó uno, pecaron todos, somos todos de “un mismo Cuerpo”. 
Si la mano derecha robó, no llevan a la cárcel a la mano derecha, su mano  derecha tiene que pagar una fianza porque ha robado. Sí, la verdad se lo  merece... 
Va todo el cuerpo. Es así, con Dios es igual. 
Un solo hombre... Pero Dios le dice a Josué, entre todo lo que le dice: 
“Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos, 
sino que delante de sus enemigos volverán la espalda, 
por cuanto han venido a ser anatema”. 
El problema es que la victoria de Cristo la podemos reducir a nada, por haber  pecado contra Dios y no haber disfrutado de la victoria que nos dio. 
Una victoria asombrosa, sobrenatural que Dios nos regaló y nos heredó por lo  que Cristo hizo, nosotros la podemos dejar reducida a la nada, sin efecto en  nuestra vida. 
Por eso hay muchos cristianos que dicen: —es que el enemigo me está atacando  con esto y con lo otro y estamos todos enfermos en casa y para colmo no nos  alcanza el dinero y ahora tenemos que ir a ver al médico y tenemos que comprar  un montón de medicamentos y estamos de mal en peor—. 
Dios dijo ahora, —te vas a tener que arreglar, porque no estas siendo obediente  y yo no puedo encargarme de tus enemigos. Tengo que permitir que tus enemigos  te atormenten, para que recapacites y puedas vivir como te pedí que vivas—. 
Por eso tenemos que entender la mente de Dios para vivir como Dios quiere que  vivamos. No es decir —acá estoy, vivo bien y si a mi hermano le va mal o está  mal, es problema de él—. 
No, ni tampoco puedo decir, —estoy haciendo mal pero no afecto a nadie, es mi  vida—. 
¡No! Tu vida está afectando a todos los  demás y si alguien ve que tu vida no está bien, esa persona tiene la  responsabilidad delante de Dios de decirte que no está bien, para que no  afectes a todo el Cuerpo. 
Por eso en una Iglesia apostólica, vas a ver autoridades que se acercan y te  dicen las cosas como son, no para condenarte, no para juzgarte, sino para sacar  de adentro de tu corazón, todo lo que está mal, porque eso puede echar a perder  tu vida, tu familia y al Cuerpo entero. 
Vamos a leer por último en Josué:
De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había 
jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella. 
Y Jehová les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había 
jurado a sus padres; y ninguno de todos sus enemigos pudo hacerles frente, 
porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos. 
No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová 
había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió. 
Josué 21 :43-45 
El pueblo vivió como debió vivir delante de Dios, puso a la luz lo que tenía  que ser puesto a la luz, quitó las cosas a la manera del mundo, que venía  arrastrado y trayendo de su manera de pensar, y entonces Dios pudo bendecir a  este pueblo. Pero dice que, le dio reposo alrededor. 
Lo que Dios quiere, es que vivamos en reposo aunque el mundo se caiga a  pedazos. 
La Iglesia apostólica que Dios está levantando será una Iglesia que viva en  reposo en medio de un mundo turbado, será una Iglesia que viva en paz, en medio  de un montón de circunstancias, será una Iglesia que viva segura en el Señor. 
Sobre todo para esta nación, Argentina, me daba cuenta en estos días algo que  el Señor me permitió ver en lo espiritual: A veces vamos caminando por la calle  haciendo cualquier cosa, paseando o lo que fuera y me doy cuenta que a veces la  gente en la calle se detiene a vernos y se queda mirando, me sorprendí al  principio, que la vean a mi esposa diferente puede ser, su cara, su tez, o lo  que sea, pero yo viví toda la vida acá, soy un argentino más. Claro eso es lo  que yo pensaba; pero después el Señor me hizo ver que la gente nos mira porque  ve algo que no está viendo en ninguna otra cara de ningún otro argentino, hay  algo que estamos reflejando que ni cuenta nos damos y que la gente dice, “está  diferente”, su cara es diferente, su manera de sonreír es diferente, yo no veo  a la gente en la calle sonreír, los argentinos ya no sonríen. 
Dios necesita levantar una Iglesia apostólica, para mostrar un modelo del  reino, pues en el reino hay gozo, aunque estés paseando, jugando con tus hijos,  yendo al supermercado a comprar, hay gozo, todo lo que se hace se disfruta. 
Eso es que "Dios te da reposo”. Alrededor, los demás dicen, —éste  vive en otro mundo, está mal de la cabeza, como no está en Argentina... Estamos  en crisis en Argentina...— ¡No! 
Eso es estar pensando solo “en argentino”, pero nosotros vivimos dentro del  reino, y en el reino no hay crisis, jamás va haber crisis, en el reino hay  abundancia, en el reino hay prosperidad, gozo, hay alegría, hay canto, en el  reino existen todas esas cosas y mucho más. 
Dios levanta una Iglesia apostólica con esta mentalidad y aplica la victoria de  Cristo. 
Nunca la Argentina va a tener un referente, nunca va a tener a personas en las  cuales pueda ver un modelo distinto... Dios no está viendo tu situación  personal, y parece un poco raro lo que digo, no es que está deteniéndose en tu  situación, Él quiere transformar todas las situaciones en nuestra vida, pero  mientras vivamos como tenemos que vivir delante de sus ojos, porque lo que Él  está viendo, es lo que puedes representar para otra persona. 
Es poder llevar la libertad de Cristo a otra gente, es poder aplicar la  victoria del Señor a otras personas y que, por lo que ellos luchan tú ya no luchas  más, porque ya estás viviendo en la victoria que el Señor te regaló, y no  depende de tu lucha, depende de que estás confiado en lo que el Señor hizo por  ti, eso es completamente diferente. 
Por eso tenemos que aprender a mantener la victoria que el Señor nos ha dado.  Porque si nosotros no nos mantenemos siendo rectos, siendo puros delante de los  ojos de Dios, viviendo en integridad, no escondiendo cosas, entregando como  Abraham, todo lo que debemos entregar, entonces no podremos. Hablaremos de muchas  cosas pero no las podremos vivir, podremos llenarnos la boca de que somos tal o  cual cosa, pero no lo podremos vivir. 
Por eso nos alegra estar con algunos de ustedes, porque ya percibieron lo que  es vivir en el reino y percibir lo que es un espíritu apostólico, se les nota,  se les ve que son gente felices, porque en el reino, se es feliz con normalidad  y se disfruta de lo que Dios hace y con normalidad. Y sé que podrán tener  desafíos, pero estarán felices porque van a hacer algo y así será, porque tenemos  que empezar a reflejar lo que Dios ya nos dio en Cristo Jesús, Amén. 
  
  
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