Manteniendo la victoria
Hernán Cipolla
15 de May de 2004
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
Descargas>>  
 
AUDIO

A veces nosotros pensamos que la victoria que tenemos en Cristo es una victoria que nosotros debemos ganar por nosotros mismos. A veces no entendemos y no logramos entender que la victoria ya fue ganada y que lo que nosotros debemos hacer es aplicar esa victoria a nuestras vidas y aplicar esa victoria a todos los ámbitos en los que nos desenvolvemos.
Una de las cosas que cambia en la manera de pensar en una Iglesia apostólica, es que ya no pensamos individualmente, como entes aislados. En una Iglesia apostólica ya pensamos siempre corporalmente.
Para que me entiendan gráficamente, es como un padre de familia, que cuando piensa en el dinero que dispone, por su salario o por lo que sea, no está pensando si puede comprarse un pantalón nuevo, un padre de familia lo primero que hace es decir: ¿Qué necesita mi familia para vivir este mes?
Tenemos que comer, pagar la renta, etc. y por lo general, luego de esto piensa en lo que necesitan la esposa y los hijos; y si queda algo se compra él.

Una iglesia apostólica, piensa de esta manera, “corporativamente” , porque en una Iglesia pastoral estamos acostumbrados a pensar en la necesidad propia antes que en la necesidad de cualquiera.
Por eso vemos que Pablo escribe de otra manera, porque escribe apostólicamente, y por eso dice que nos consideremos unos a otros como superiores; si yo considero al otro como superior a mí mismo, entonces voy a preferir la honra de mi hermano o hermana, antes de lo que Dios pudiera darme a mí.
Entonces, cuando hablamos de victoria, tenemos que trasladar la victoria de Cristo a nuestras vidas, pero también a la vida de la Iglesia como “Cuerpo”, pues si la Iglesia como Cuerpo, no mantiene la victoria como Cuerpo, entonces estaremos en un problema.

En una Iglesia apostólica de nada sirve que una parte del Cuerpo o de un cuerpo local, no sirve de nada que una fila esté viviendo en victoria, la otra esté luchando por la victoria y la otra esté arrastrándose y no conozca la victoria. ¿De qué sirve?
La victoria que unos están alcanzando no sirve de nada para los que se están esforzando y mucho menos para los que ni siquiera saben lo que es la victoria.
Cada uno tiene que vivir la victoria y mantenerla, para que entonces el Cuerpo se mantenga en victoria.

Una de las cosas que a mí más me han sorprendido y lo vamos a ver, es que la mayoría de lo que veamos, es del Antiguo Testamento, y solamente un pasaje del Nuevo Testamento vamos a ver, pero vamos a ver la mente de Dios y el pensamiento de Dios, que siempre fue el mismo con respecto a la victoria para con su pueblo.
A veces nosotros pensamos en victoria y solemos pensar que depende de lo mucho que hacemos, de lo bien que nos portamos, del esfuerzo, de la lucha y nos pasamos haciendo guerra espiritual a diestra y a siniestra, cuando esa no es la idea de Dios.

Lo primero que necesitamos es entender que cuando Jesús, estaba muriendo, estaba declarando la victoria ante el mismo Satanás, porque dice Pablo en Colosenses: “exhibió públicamente a las potestades, a los principados y los humilló.”
¿Por qué? Porque pudo demostrar Jesús, que a través de su obra, Él había dado por terminado todo el plan perverso del diablo para la vida de la humanidad.
Para Dios, ahora, ya no existía el pecado de separación entre el hombre y Él, porque Jesús había pagado por el pecado. Ahora, para Dios ya no existía la enfermedad para el ser humano, porque Jesús había pagado en su cuerpo, la enfermedad y el dolor de toda la humanidad.

Entonces el que es borracho porque le viene de herencia, porque vio a su abuelo y a su papá emborracharse y en su niñez le empezaron a dar vino y no lo pudo evitar y llegó a ser adulto siendo un borracho igual que su papá y su abuelo, cuando llega a Cristo, lo que ocurre es que lo que Jesús hizo en la cruz, que es legal, ahora se aplica prácticamente a la vida de ese hombre y ese espíritu de borrachera que estaba dominando a ese hombre, ahora no lo puede dominar más porque se aplica la obra de Jesús. Por lo tanto, Jesús le puede decir a ese espíritu “ya no tienes ningún derecho sobre la vida de este hombre”.
Ahora si ese hombre es liberado y sanado de eso, después tiene que mantener la victoria que Jesús le dio, porque si ese hombre va volver cada mañana al levantarse, volver a reprender al espíritu de borrachera, nunca creyó a lo que Jesús hizo.

A veces cuando hablamos de victoria pensamos que lo único que tenemos que hacer es reprender, reprender y seguir reprendiendo. Mas bien, tenemos que aplicar la victoria que Jesús ya ganó y mantener esa victoria, pues si mantenemos la victoria, la promesa de la Palabra es que el diablo ni siquiera se nos puede acercar, y esa una dimensión mayor a la victoria que hasta ahora nos enseñaron. Aún lo que hemos conocido hasta hoy en cuanto a liberación y sanidad interior, tiene que ser reenseñado de acuerdo a una visión apostólica.

Hace poco estábamos en Panamá con mi esposa, ella iba a ministrar a los jóvenes en un congreso de jóvenes, me compartió antes lo que iba a decir, y en un momento le dije —¡cuidado! con lo que vas a decir, porque hay que ver algo que el Señor todavía no nos ha revelado—... Y tenía que ver con cuestiones de sanidad interior.
Obviamente esperamos a la revelación del Señor, porque ahora todavía estamos con las ligaduras de nuestros antepasados, que si tenían esto o aquello, pero ¿por qué todavía pasa esto? Porque estamos basados en una manera de pensar, en lugar de confiar en una nueva vida en nosotros.
Por eso “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mi...”
La vida de Cristo que está en mí no trae ninguna atadura, ni problema de sanidad interior, la vida de Cristo no está atada, maldecida, por el contrario, la vida de Cristo nos viene a traer la herencia de bendición del Padre.
Por eso, si en el Salmo 2, el Padre le dice al Hijo, a Jesús, “Pídeme y te daré por herencia las naciones” , ahora la Iglesia tiene que estar feliz, porque tiene la misma herencia que Jesús, las naciones son nuestra herencia, porque la vida de Cristo que tenemos dentro, nos trajo la herencia que el Padre le dio a su hijo Jesús.

Con eso, imagínense cualquier otra cosa que está en Cristo, y está en ti y está en mí.
Si podemos comprender espiritualmente la victoria desde este aspecto, dejaremos de luchar como estamos luchando y aprenderemos a gozar de la victoria. Nos pararemos en la posición que ya tenemos en Cristo y el diablo no se podrá acercar.
El diablo te va atormentar mientras te mantenga en ignorancia y sigas actuando neciamente con respecto a algún punto.
¿Qué quiero decir? Si somos necios en algo que debemos cambiar y no lo hacemos, entonces le estamos dando la posibilidad al diablo que nos atormente todo lo que quiera. Y eso es terrible, porque el diablo dice, —a partir de acá yo tengo una pequeña entrada—; pero como él no pide permiso, una pequeñísima entrada es una puerta muy grande, él entra como quiere hacerlo y hace lo que quiere hacer... Pero nosotros le dimos la autorización.
Por eso necesitamos entender los puntos importantes que la Biblia marca, para mantenernos en victoria y verla reflejada en nuestras vidas, no por el mucho luchar, o por la mucha guerra espiritual, sino porque vivimos como debemos vivir a los ojos de Dios.
Leamos Génesis 22 y recordemos que en este capítulo es cuando Dios le pide a Abraham a su hijo, Isaac, y suben al monte...

Y llamó el ángel de Jehová a Abraham por segunda vez desde el cielo,
y dijo: Por mí mismo he jurado, dice Jehová,
que por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo, tu único hijo;
de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia
como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar;
y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos.
Génesis 22:15-17


Al final del versículo 17 dice la Nueva Versión Internacional: “Además, tus descendientes conquistaran las ciudades de sus enemigos”.
Cuando Abraham fue capaz de entregarle a Dios lo más querido, el único hijo que tenía, el hijo de la promesa, fue obediente y no lo rehúso para Dios, entonces Dios no solamente le promete bendición, le promete algo más: “su descendencia va a poseer lo que ahora está en manos de tus enemigos”.
Cuando hablamos de victoria, no solo podemos pensar en vivir bien y seguro, por eso hablé de quitar la mente pastoral y tener una apostólica, pues ya no pienso de que a mí me vaya mejor económicamente, que no viva tan apretado, que a mis hijos no les falte nada, porque eso es una mínima parte de la victoria que el Señor quiere darnos.

La verdadera victoria se traduce, en todo lo que el enemigo hoy tiene atado en el mundo entero en el ámbito espiritual y que nosotros debemos poseer, sabiendo además que nos corresponde, es nuestro y nos pertenece.

Entonces si estás en un trabajo o empresa, debes saber que Dios te puso allí para gobernar y que hay gente que necesita ser desatada espiritualmente para que pueda comprender el mensaje del evangelio para su vida; si solamente vamos al trabajo para cumplir y cobrar a fin de mes, si esa es toda mi vida, toda mi mentalidad, entonces no estoy entendiendo que soy descendiente de Abraham y él recibió la promesa de parte de Dios y que nosotros, sus descendientes, íbamos a poseer todo lo que el enemigo tenía en sus manos.
Cuando entiendo la victoria de otra manera, vivo de otra manera todos los días, veo lo que me rodea como un terreno a conquistar, y este lugar, aunque yo lo vea horriblemente mal porque está debajo del enemigo, yo estoy para poseer lo que el enemigo cree que es suyo, pero que no le pertenece.

¿Por qué Dios le pudo hacer semejante promesa a Abraham?
Porque obedeció y no rehusó darle aún lo más querido para él.
Ésta es una de las cosas por las que el enemigo se puede burlar de nosotros, porque cuando hay algo que Dios me habló y pidió, pero estoy en un “tira y afloje” con Dios y un día digo si y otro no, pero cuando estamos en la reunión emocionalmente le decimos me rindo y de rodillas le decimos al Señor que le vamos a dar todo, el problema no es hoy acá, el problema es mañana en la mañana, si estás manteniendo tu palabra delante de Dios.
Abraham tuvo que hacer un largo camino, para llegar al lugar del sacrificio y en ese camino, su hijo le tuvo que haber preguntado, ¿papá, esta todo bien, pero nos falta el cordero, a quién vamos a sacrificar para Dios? Y Abraham tuvo que decir: “Dios se va a proveer” .
Pero le tuvo que decir eso mientras lo ataba, arriba del altar y el hijo le tuvo que decir, —papá, no veo ningún cordero, pero me estás atando a mí—...

Estas son situaciones que, en la vida personal de cada uno, se pueden repetir muy a menudo. Sabemos lo que debemos sacrificar y entregar, pero no estamos dispuestos a seguir caminando, llegar al lugar, poner en el altar lo que tenemos que poner y atarlo y levantar el cuchillo...
Por eso el ángel le dijo de parte del Señor:

“ por cuanto has hecho esto, y no me has rehusado tu hijo,
tu único hijo; de cierto te bendeciré, y multiplicaré tu descendencia
como las estrellas del cielo y como la arena que está a la orilla del mar;
y tu descendencia poseerá las puertas de sus enemigos”.


Como Iglesia apostólica, tenemos que aprender a renunciar a todo; una Iglesia apostólica no tiene concesiones con Dios, no anda guardando sus Isaacs y metiéndolos debajo de la cama para que Dios no lo vea y no lo pida.

Por eso Pablo dijo “yo renuncio a todo y todo lo que está atrás de mi vida lo considero basura, con tal de conocer a Cristo”... Con tal de recibir y vivir a plenitud la herencia que Dios me dio.
Quiero vivir esa herencia pero si me aferro a algo de lo de atrás, estaré atando la herencia de Dios para mi vida, y muchos de nosotros no estamos pudiendo vivir en total plenitud la victoria de Jesucristo, porque todavía no estamos dispuestos a soltar cosas que Dios nos ha pedido.

Sé que se ha hablado mucho, pero el Espíritu Santo me lo está trayendo nuevamente a mi mente, de vivir bajo un espíritu o una mentalidad apostólica, pero déjenme decirles que si solo se queda en un espíritu o una mentalidad y no baja a la práctica y a la vida de todos los días, nunca estaremos viviendo lo apostólico.
Ése fue el problema del apóstol Pedro, luchar entre lo apostólico y su manera de pensar judía; fue siempre un problema para él, y le costó deshacerse, pero ya era apóstol.
Tengamos en cuenta que estamos hablando de una persona que tenía la llave y ya había recibido la unción, usó la llave para abrir la puerta al evangelio donde tenía que abrirla, pero una cosa es eso y otra cosa es que lo apostólico te corra por las venas y lo vivas a plenitud.
Llega un momento en que nosotros no podemos conformarnos con vivir lo apostólico, llega un momento donde no podemos conformarnos con que esto es la verdad, llega un momento donde no podemos conformarnos escuchar más de lo apostólico, ni siquiera poder decir “voy a una iglesia que es apostólica”.

Lo apostólico, tiene que ser la sangre de mis venas, es mucho más que una manera de hablar o una manera de pensar, tengo que ser apostólico en mi manera de comportarme y de ser, y eso implica decisión; eso implica matar a muchos Isaac. Abraham no lo llegó a matar, pero en nuestro caso habrá muchas cosas que sí tendremos que matar, sí tendremos que atar, sí tendremos que bajar el cuchillo y hasta que no veamos bien muerto a ese Isaac, no dejar de apretar y mover, para que le entre hasta lo más profundo.
Mientras mantenemos cosas muy íntimas, privadas y no queremos dar el brazo a torcer con eso, Dios no puede aplicar la promesa de Abraham a nuestras vidas.  

Guardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios,
y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado.
Y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien,
y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres;
para que él arroje a tus enemigos de delante de ti, como Jehová ha dicho.
Deuteronomio 6:17-19


¿Quién arroja a los enemigos? El Señor.
Lo que nos han enseñado hasta ahora, es que nosotros tenemos que luchar y luchar y... hasta que arrojemos los enemigos. Y lo que Dios nos pide, es que vivamos como debemos vivir delante de Él y Él se va a encargar de arrojar los enemigos.
Hay una gran diferencia, entre que yo me esfuerce y luche por arrojar los enemigos y que yo solamente viva rectamente, íntegramente y vea como los enemigos lentamente uno a otro empiezan a desaparecer, porque Dios va delante mío y los quita de mi camino; eso es una gran diferencia.
Por eso acordémonos que en Malaquías, cuando habla de diezmos y ofrendas, entre todas las promesas que el Señor da, si nosotros lo probamos en eso, dice que “va a reprender al devorador por nosotros”.

La actitud de Dios, es la misma, nada más que nosotros preferimos esforzarnos, porque como no vivimos rectamente, queremos hacer la parte que le corresponde a Dios, y nos pasamos haciendo guerra espiritual.
Pero debe haber muchos de ustedes que hicieron mucha guerra espiritual, reprendieron mucho, hicieron mucho esfuerzo, pero las cosas no funcionaron de todas maneras y sigue habiendo cosas atadas en sus vidas, porque no es una cuestión del esfuerzo humano, es una cuestión de vivir lo que Dios quiere y obedecer.
Obviamente que siempre la victoria tiene condiciones, pues fíjense que dice “g uardad cuidadosamente los mandamientos de Jehová vuestro Dios, y sus testimonios y sus estatutos que te ha mandado.

¿Qué significa eso en el día de hoy? Que lo que Dios habla, si no aprendo a atesorarlo en mi vida y llevarlo a la práctica a partir del momento en que lo oí y lo recibí de Dios, entonces ya dejé de guardar aquello que para Dios es lo más importante.
Por eso a veces, andamos con ciertas concesiones... —Sí, es vedad que Dios dijo esto, pero yo lo voy a pensar, lo voy a analizar, voy a ver si está de acuerdo con mi manera de pensar, primero lo voy a digerir—... Y acá no es cuestión de digerir, ni de pensar, ni de analizar, es cuestión de obedecer y guardar lo que Dios me dijo, Dios me dijo “a” y es lo que voy hacer; después de que yo haya hecho “a”, si Dios quiere mostrará la “b”, pero hasta que no haga la “a”, Dios no me va a mostrar ninguna otra letra por delante, eso es guardar los mandamientos y obedecerlos.

Después dice: “y haz lo recto y bueno ante los ojos de Jehová, para que te vaya bien, y entres y poseas la buena tierra que Jehová juró a tus padres”.
Entonces, si yo obedezco en lo que Dios me va hablando y por otro lado, mientras obedezco, sigo viviendo rectamente ante los ojos de Dios, Él va hacer que me vaya bien, que pueda poseer la tierra y se va a encargar de arrojar y de echar a mis enemigos.

Acontecerá que si oyeres atentamente la voz de Jehová tu Dios,
para guardar y poner por obra todos sus mandamientos que yo te prescribo hoy,
también Jehová tu Dios te exaltará sobre todas las naciones de la tierra.
Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán,
si oyeres la voz de Jehová tu Dios.

Jehová derrotará a tus enemigos que se levantaren contra ti;
por un camino saldrán contra ti, y por siete caminos huirán de delante de ti.
Deuteronomio 28:1-2, 7


Si realmente escuchas al Señor tu Dios y cumples fielmente
todos estos mandamientos que hoy te ordeno,
el Señor tu Dios te pondrá por encima de todas las naciones de la tierra.
Si obedeces al Señor tu Dios todas estas bendiciones vendrán sobre ti
y te acompañaran siempre. El Señor te concederá la victoria sobre tus enemigos,
avanzarán contra ti en perfecta formación pero huirán en desbandada.
Deuteronomio 28:1-2, 7 (NVI)


Cuando podemos comprender la mente de Dios podemos empezar a disfrutar la libertad con la que Cristo nos hizo libres, porque sino, aún el esfuerzo y la lucha que hacemos, siempre nos hacer vivir en tensión.
¿No sé si te diste cuenta de eso? Pero mientras uno está luchando y dice: —tengo que vencer esto... y tengo que lograr...—, uno vive siempre nervioso, hay algo adentro, ¿cuándo lo lograré y cuándo lo haré...?
Y en eso estoy perdiendo la libertad que Cristo me dio, porque siempre estoy preocupado por algo que tiene que ocurrir en mi vida.
De la otra manera, vivo disfrutando de la libertad de Cristo, pero siendo recto ante los ojos de Dios, obedeciendo a la primera palabra del Señor a mi vida, haciendo todo lo que debo hacer, entonces, por más que mis enemigos vengan en perfecta formación a atacarme con todas sus fuerzas, esos enemigos también van a huir despavoridos.

Tenemos que hacer frente, a entender, a vivir como Dios quiere que vivamos, más que a luchar por lo que Dios nos ha prometido.

Más vale vivir como Dios quiere que vivamos, que vivir luchando por lo que él nos prometió.

Aun una palabra profética puede ponernos en tal circunstancia que ya ni dormimos: —es que Dios me dijo que voy a ser profeta a las naciones. ¿Y cuándo va a ser... y cómo va a ser?...—
Ustedes piensen en los que somos pastores, y vienen a decirnos —...es que, ¿cómo va a ser? Me tienes que ayudar en esto, ¿cómo tengo que hacer?. Tienes la responsabilidad de llevarme... ¿Por qué?
Por una palabra profética. Cuando la palabra profética viene a liberar el propósito de Dios a tu vida, andamos todos nerviosos por lo que Dios dijo.
En cambio, cuando vivimos rectamente y con integridad, delante de Dios, llega el tiempo que cuando menos te das cuenta Dios, primero, estás caminando en el propósito de Dios, pero cuando menos te das cuenta, donde no había una puerta, Dios la inventó en un segundo y te la abrió, y cuando miraste por la puerta, ahí estaba lo que Dios te había prometido.
Cuando estamos viviendo como Dios quiere que vivamos, el propósito de Dios siempre fue, como para el pueblo de Israel, que fueran una nación modelo y ejemplo de lo que significaba el gobierno directo de Dios sobre la vida de la gente y sobre un pueblo.
Al ser modelo, Dios podría impactar a otras naciones.

Ahora, lleva esa imagen y esa realidad a la vida de la Iglesia; Dios no va a buscarse otro pueblo.
Dios a Moisés le dijo, —esto no va para atrás ni para adelante, ¿sabes qué?, los matamos a todos y yo te doy un pueblo nuevo, lo vamos a hacer igual y yo voy a cumplir, pero con un pueblo nuevo, estos ya no sirven para este asunto... En ese tiempo ya Dios estaba dispuesto a deshacerse de un pueblo para cumplir su propósito.
Ahora, Dios no se va a deshacer de la Iglesia y buscarse una nueva Iglesia para hacer su propósito, va a usar a la Iglesia que Él está levantando, que en realidad no es una nueva Iglesia, simplemente es una Iglesia que está entendiendo a Dios, que se está metiendo en la mente y en el corazón de Dios para descubrir las verdades que estuvieron encerradas por siglos en la Biblia y nos las taparon.
Mancharon las páginas con pintura negra y vivimos ciegos hasta ahora, pero ahora Dios, tiene un “borra tintas” excelente y está saliendo todo lo que estaba negro y escondido; ahora empieza a salir a la luz y estamos viviendo de acuerdo a esa luz que está saliendo.

El propósito de Dios es que la Iglesia sea un modelo de vida para el mundo entero, que las naciones puedan ver a la Iglesia y digan “así se tiene que vivir, esa es la manera correcta, así se vive, así se es feliz, así se disfruta de lo que Dios nos da”.
Eso es lo que Dios quiere hacer, y dentro de eso Dios va a cumplir todo lo que prometió, pero nosotros mientras mantengamos una mentalidad pastoral, donde todo es para mí, a ver que me dan, que me suplan mis necesidades, estamos más aferrados por lo que Dios me prometió, que en ver a la Iglesia levantada, y entonces tenemos un serio problema.
El problema es que Dios ni nos cumple las promesas, ni somos plenamente felices, ni vivimos en libertad, nos pasamos luchando espiritualmente sin conseguir nada.

Cuando nuestra manera de pensar cambia, entonces todo lo podemos empezar a conquistar, porque donde ponemos la planta del pie eso va ser nuestro, como le dijo a Josué.
Tenemos que aprender a ver con los ojos de Dios y a pensar con la mente de Cristo que está en nosotros, para poder comprender la manera de vida que Dios quiere para nuestra vida.

Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne;
porque las armas de nuestra milicia no son carnales,
sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas,
derribando argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevando cautivo
todo pensamiento a la obediencia a Cristo,
y estando prontos para castigar toda desobediencia,
cuando vuestra obediencia sea perfecta.
2 Corintios 10:3-6


Pues aunque vivimos en el mundo,
no libramos batallas como lo hace el mundo.
Las armas con que luchamos no son del mundo,
sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas.
Destruimos argumentos y toda altivez que se levanta
contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo
todo pensamiento para que se someta a Cristo.
Y estamos dispuestos a castigar cualquier acto de desobediencia
una vez que yo pueda contar con la completa obediencia de ustedes.
2 Corintios 10:3-6 (NVI)


Hay varias cosas que hay que explicar acá, porque uno mismo va cambiando de manera de pensar apostólicamente, pero yo me doy cuenta que Pablo está hablando con un equipo apostólico; él estaba en la dimensión que tenía que estar, nosotros ahora estamos empezando a entender a Pablo.
Pablo, está hablando en nombre suyo y del equipo, de cómo era su lucha y de cómo eran sus armas. Entonces, dice aunque vivimos en el mundo, no libramos batallas como lo hace el mundo.
Nuestra manera de pensar es que, si bien mi compañero de trabajo se esfuerza y está ahorrando porque se quiere cambiar el auto, yo lo tengo que hacer exactamente igual.
Estoy poniendo ejemplos demasiado básicos, para que entendamos lo que estoy queriendo explicar, pues si yo me esfuerzo de la misma manera que hace mi compañero de trabajo, ¿qué armas estoy usando? Las del mundo.
Pero Pablo dice, nosotros no luchamos con las armas que tiene el mundo, luchamos con armas espirituales: “Las armas con que luchamos no son del mundo, sino que tienen el poder divino para derribar fortalezas”.

Las armas tienen el poder divino, o sea que cuando nosotros usamos esas armas, ellas hacen que todo se venga abajo, por eso Efesios 6 habla de la armadura, porque eso es parte de las armas con que contamos y cuando leemos esto no hay nada que refleje una cuestión de esfuerzo personal, son armas espirituales y en ella está el poder de vencer y de derribar fortalezas.

Por eso es que cuando, como Cuerpo alabamos a Dios, y aparentemente no estamos haciendo guerra espiritual, sí la estamos haciendo, y el diablo no puede resistir, él nunca podría quedarse en un ámbito donde el Señor es exaltado, porque donde el Señor es exaltado, dice la Palabra, que habita en medio de esa exaltación como Rey... Y el diablo no es tonto.
Es decir, mete la pata pero no es idiota, se da cuenta dónde está Cristo reinando y huye.
Si en nuestras propias vidas Cristo está reinando, el diablo no va a poder acercarse, porque sabe que no puede luchar contra aquél que ya lo venció.
Dice: —me enfrento con un Rey que ya me venció y me humilló, ya no vuelvo, no—.
Es lo mismo que hoy Argentina diga, vamos a volver a luchar con los ingleses por las Malvinas, más vale que no, ya lo hicimos, ya fuimos capaces de creer que los venceríamos, pero vimos los resultados y ya no nos corresponde seguir en la misma situación.

Ahora bien, nosotros menospreciamos lo que hemos recibido de Cristo y le tenemos más consideración y más respeto al diablo que a la investidura real que Dios nos ha dado.
Le tenemos más respeto a lo que el diablo dice, miente y nos asusta, que a la vida sobrenatural de Cristo que recibimos.
Luego sigue diciendo: “destruimos argumentos y toda altivez que se levanta contra el conocimiento de Dios, y llevamos cautivo todo pensamiento para que se someta a Cristo”.

Lo que destruía este equipo apostólico eran: “argumentos, altivez y pensamientos”, no eran potestades, porque las potestades y los espíritus demoníacos, solo tienen lugar cuando hay argumentos que le abren la puerta; como dijera al principio, cuando hay necedades humanas que le abren la puerta a esos espíritus demoníacos.
Por eso, sí es correcto que aprendamos a someter, aun nuestros propios pensamientos a la obediencia a Cristo, porque si yo en un punto estoy pensando como se me antoja, pero es incorrecto delante de Dios, ya dejé de vivir rectamente.

Vivir rectamente, no es que ya dejo de pecar en todo, que no miro las novelas, que no me salen tantas malas palabras, vivir rectamente, es vivir como Dios quiere que yo viva, porque la vida de Cristo se está reflejando en mí.

Si sé que hay un pensamiento que se va a oponer a la vida de Cristo que tengo, tengo que someter ese pensamiento.

Ahora veamos con detenimiento: “Y estamos dispuestos a castigar cualquier acto de desobediencia una vez que yo pueda contar con la completa obediencia de ustedes” .
Éste es un trabajo en equipo y se lo voy a mostrar, porque el Señor me lo mostró claramente, para que podamos entender.
Está hablando Pablo con su equipo, con autoridad apostólica y profética; ellos dicen, —nosotros, por la autoridad recibida, estamos dispuestos a castigar cualquier acto de desobediencia—, porque la autoridad apostólica y profética, tiene la capacidad espiritual de poder luchar contra cosas que el enemigo quiere establecer y que solamente una autoridad que esté a la par, puede hacer que en eso se pueda vencer.
Si no hay autoridad apostólica y profética para la lucha, no se puede vencer, porque hay cosas que son muy fuertes.
Si nosotros hablamos de naciones enteras para ganar para Cristo, tiene que haber una tarea previa de apóstoles y profetas, para luchar en el Espíritu y vencer, para castigar toda desobediencia. Pero cualquier equipo apostólico y profético para hacer esta tarea, va a tener siempre un inconveniente: que la Iglesia de Jesucristo, no sea obediente a la perfección.
Nosotros vamos a hacer eso, una vez que se pueda contar con la completa obediencia de ustedes. Por eso antes hablé de “equipo” , pues somos un equipo.
Nuestras acciones y decisiones, como equipo apostólico y profético, te van a bendecir o a afectar.
Pero también al contrario, si una Iglesia que está bajo cobertura apostólica y profética y bajo esa unción, no está andando como Dios desea, el equipo apostólico no podrá usar su autoridad espiritual para vencer en temas importantes para el reino de Dios.

Esto es una dimensión muchísimo mayor, es empezar a entender que todos somos parte del Cuerpo de Cristo y que definitivamente todos los miembros somos útiles y necesarios, nos necesitamos unos a otros, y tu obediencia al Señor me bendice a mí, mi obediencia a Dios te abre la puerta a ti, para que puedas hacer lo que Dios te ha pedido que hagas...
Somos un equipo y tenemos que trabajar en unidad.
Cuando aprendemos a aplicar la victoria de Cristo a nuestras vidas y vivamos como Dios quiere que vivamos, cada uno de nosotros estaremos haciendo la parte que nos corresponde en el Señor, de la manera correcta y de la manera concreta, para llegar al cumplimiento de lo que Dios tiene.
Nuestro único objetivo y nuestro único anhelo es ver el reino de los cielos que va creciendo y fortaleciéndose en la tierra.

No estamos queriendo ver una Iglesia contenta, porque ahora es una Iglesia apostólica y profética, eso es muy poca cosa a los ojos de Dios.
Como Iglesia apostólica y profética, vivamos bajo la unción que hemos recibido y bajo la unción espiritual que Dios nos ha mostrado.

Pero vosotros guardaos del anatema; ni toquéis,
ni toméis alguna cosa del anatema, no sea que hagáis
anatema el campamento de Israel, y lo turbéis.
Mas toda la plata y el oro, y los utensilios de bronce y de hierro,
sean consagrados a Jehová, y entren en el tesoro de Jehová.
Josué 6:18-19


No vayan a tomar nada de lo que ha sido destinado
al exterminio para que ni ustedes ni el campamento de Israel
se pongan en peligro de exterminio y de desgracia.
El oro y la plata y los utensilios de bronce y de hierro
pertenecen al Señor: colóquenlos en su tesoro.
Josué 6:18-19 (NVI)


Cuando avanzamos en lo que Dios nos va entregando, debemos tener cuidado de no adecuarnos a algo que parece que está bien en el mundo y que se nos puede pegar, porque ahora ya no hacemos las cosas de acuerdo a ningún criterio humano, hacemos las cosas de acuerdo a criterios espirituales.
Pablo también escribió que cambiemos nuestra manera de pensar para que cambie también nuestra manera de vivir, que no nos amoldemos al mundo presente, al tiempo actual, sino que vivamos como Dios quiere que vivamos.
Si a medida que avanzamos hacemos las cosas como creemos que al mundo le va a parecer y las va a recibir, entonces estaremos usando un modelo de exterminio y podremos ser exterminados nosotros, eso es lo que está diciendo la Escritura.

Eso es lo que hoy pasa, por ejemplo en la música cristiana, vemos los grupos que hacen rock pesado, se visten de cuero y tachas por todos lados y un montón de cosas raras y se pintan...
¿Por qué? Porque amamos a la juventud y queremos ganar a la juventud...
¿Pero sabe qué va a pasar con eso? Esto es profético, eso está destinado al exterminio, eso Dios lo va a exterminar, porque nosotros no podemos conformar al mundo a su forma, es decir, vamos con el poder del evangelio pero lo ponemos en frasco chico, le metemos “marketing” al evangelio, porque así lo vamos a vender mejor. No confiamos en el poder que tiene el evangelio, no importa en que forma venga arrasa con cualquier forma del enemigo. Ese es el punto.
No podemos amoldar nada a la manera de ser y de pensar, a la forma del mundo, pero llevado a tu vida personal.

¿Cuántas veces sabemos que tenemos una verdad de Dios adentro?
Pero hablando con otros te dicen, no eso no puede ser tan así, son muy exagerados, te fuiste al límite, eso es muy radical, hay que ser más tranquilo con las ideas, hay que contemporizar con los demás, hay que entender a las demás personas, pero ¿qué hacer? Como es alguien querido, apagamos la verdad de Dios que está dentro.
Ahora, a esa verdad, tratamos de disfrazarla a una forma que a esa persona que habló, le caiga bien... No va a resultar, porque estás tomando de un modelo que Dios quiere exterminar y lo estas haciendo tuyo, por ende eso mismo también Dios lo va a tener que exterminar.

Por eso en una Iglesia apostólica, no podemos hacer nada a escondidas ni oculto, porque Dios saca las cosas a la luz, esto es algo que tenemos que entender aún dentro de la Iglesia apostólica, Dios saca las cosas a la luz, de nuestra propia vida; no lo va a dejar oculto, ¡no lo puede dejar oculto! Porque si lo deja oculto, es como si dejaras guardada una bolsa de basura, junto a la ropa que guardas en el ropero, después va a apestar la ropa, después vas a tener cucarachas dentro del ropero, se te van a meter las ratas, porque no estuviste dispuesto a sacar la basura y ponerla en la puerta.
No podemos tomar modelos. Vivir en la victoria que el Señor dio, significa también vivir a la luz de lo que el Señor nos ha dado y mantener la verdad de la libertad de Cristo en todos los aspectos de nuestra vida, no la transformamos de acuerdo a la persona que tenemos en frente, decimos las cosas como tienen que ser de acuerdo a lo que Dios quiere para nuestra vida.

Y Jehová dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?
Israel ha pecado, y aun han quebrantado mi pacto que yo les mandé;
y también han tomado del anatema, y hasta han hurtado,
han mentido, y aun lo han guardado entre sus enseres.
Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos,
sino que delante de sus enemigos volverán la espalda,
por cuanto han venido a ser anatema; ni estaré más con vosotros,
si no destruyereis el anatema de en medio de vosotros.
Levántate, santifica al pueblo, y di: Santificaos para mañana;
porque Jehová el Dios de Israel dice así:
Anatema hay en medio de ti, Israel; no podrás hacer frente a tus enemigos,
hasta que hayáis quitado el anatema de en medio de vosotros.

Josué 7:10-13

 
Entonces Josué dijo a Acán: Hijo mío, da gloria a Jehová el Dios de Israel,
y dale alabanza, y declárame ahora lo que has hecho; no me lo encubras.
Y Acán respondió a Josué diciendo: Verdaderamente yo he pecado
contra Jehová el Dios de Israel, y así y así he hecho.
Pues vi entre los despojos un manto babilónico muy bueno,
y doscientos siclos de plata, y un lingote de oro de peso de cincuenta siclos,
lo cual codicié y tomé; y he aquí que está escondido bajo tierra
en medio de mi tienda, y el dinero debajo de ello.
Josué 7:19-21


Vemos a un solo hombre del pueblo que tomó del modelo del mundo y se lo quedó; dijo que estaba muy lindo, entonces lo escondió, lo puso por ahí.
¿Cuál es el pensamiento de Dios? Nunca el pensamiento de Dios va a ser un pensamiento individualista, Dios le dice a Josué, “todo el pueblo pecó contra mí...”
Éstas son las cosas que a veces no podemos comprender, nos dejan mal, porque decimos que si fue fulano, que le envíe un rayo y lo parta a la mitad así seguimos todos felices; si fue él solo, ¿por qué contra todos?
Porque Dios tiene un propósito para todos y que todos representemos al Señor como uno solo, pecó uno, pecaron todos, somos todos de “un mismo Cuerpo”.
Si la mano derecha robó, no llevan a la cárcel a la mano derecha, su mano derecha tiene que pagar una fianza porque ha robado. Sí, la verdad se lo merece...
Va todo el cuerpo. Es así, con Dios es igual.
Un solo hombre... Pero Dios le dice a Josué, entre todo lo que le dice:

“Por esto los hijos de Israel no podrán hacer frente a sus enemigos,
sino que delante de sus enemigos volverán la espalda,
por cuanto han venido a ser anatema”.


El problema es que la victoria de Cristo la podemos reducir a nada, por haber pecado contra Dios y no haber disfrutado de la victoria que nos dio.
Una victoria asombrosa, sobrenatural que Dios nos regaló y nos heredó por lo que Cristo hizo, nosotros la podemos dejar reducida a la nada, sin efecto en nuestra vida.
Por eso hay muchos cristianos que dicen: —es que el enemigo me está atacando con esto y con lo otro y estamos todos enfermos en casa y para colmo no nos alcanza el dinero y ahora tenemos que ir a ver al médico y tenemos que comprar un montón de medicamentos y estamos de mal en peor—.
Dios dijo ahora, —te vas a tener que arreglar, porque no estas siendo obediente y yo no puedo encargarme de tus enemigos. Tengo que permitir que tus enemigos te atormenten, para que recapacites y puedas vivir como te pedí que vivas—.

Por eso tenemos que entender la mente de Dios para vivir como Dios quiere que vivamos. No es decir —acá estoy, vivo bien y si a mi hermano le va mal o está mal, es problema de él—.
No, ni tampoco puedo decir, —estoy haciendo mal pero no afecto a nadie, es mi vida—.
¡No! Tu vida está afectando a todos los demás y si alguien ve que tu vida no está bien, esa persona tiene la responsabilidad delante de Dios de decirte que no está bien, para que no afectes a todo el Cuerpo.
Por eso en una Iglesia apostólica, vas a ver autoridades que se acercan y te dicen las cosas como son, no para condenarte, no para juzgarte, sino para sacar de adentro de tu corazón, todo lo que está mal, porque eso puede echar a perder tu vida, tu familia y al Cuerpo entero.
Vamos a leer por último en Josué:

De esta manera dio Jehová a Israel toda la tierra que había
jurado dar a sus padres, y la poseyeron y habitaron en ella.
Y Jehová les dio reposo alrededor, conforme a todo lo que había
jurado a sus padres; y ninguno de todos sus enemigos pudo hacerles frente,
porque Jehová entregó en sus manos a todos sus enemigos.
No faltó palabra de todas las buenas promesas que Jehová
había hecho a la casa de Israel; todo se cumplió.
Josué 21 :43-45


El pueblo vivió como debió vivir delante de Dios, puso a la luz lo que tenía que ser puesto a la luz, quitó las cosas a la manera del mundo, que venía arrastrado y trayendo de su manera de pensar, y entonces Dios pudo bendecir a este pueblo. Pero dice que, le dio reposo alrededor.
Lo que Dios quiere, es que vivamos en reposo aunque el mundo se caiga a pedazos.
La Iglesia apostólica que Dios está levantando será una Iglesia que viva en reposo en medio de un mundo turbado, será una Iglesia que viva en paz, en medio de un montón de circunstancias, será una Iglesia que viva segura en el Señor.
Sobre todo para esta nación, Argentina, me daba cuenta en estos días algo que el Señor me permitió ver en lo espiritual: A veces vamos caminando por la calle haciendo cualquier cosa, paseando o lo que fuera y me doy cuenta que a veces la gente en la calle se detiene a vernos y se queda mirando, me sorprendí al principio, que la vean a mi esposa diferente puede ser, su cara, su tez, o lo que sea, pero yo viví toda la vida acá, soy un argentino más. Claro eso es lo que yo pensaba; pero después el Señor me hizo ver que la gente nos mira porque ve algo que no está viendo en ninguna otra cara de ningún otro argentino, hay algo que estamos reflejando que ni cuenta nos damos y que la gente dice, “está diferente”, su cara es diferente, su manera de sonreír es diferente, yo no veo a la gente en la calle sonreír, los argentinos ya no sonríen.

Dios necesita levantar una Iglesia apostólica, para mostrar un modelo del reino, pues en el reino hay gozo, aunque estés paseando, jugando con tus hijos, yendo al supermercado a comprar, hay gozo, todo lo que se hace se disfruta.
Eso es que "Dios te da reposo”. Alrededor, los demás dicen, —éste vive en otro mundo, está mal de la cabeza, como no está en Argentina... Estamos en crisis en Argentina...— ¡No!
Eso es estar pensando solo “en argentino”, pero nosotros vivimos dentro del reino, y en el reino no hay crisis, jamás va haber crisis, en el reino hay abundancia, en el reino hay prosperidad, gozo, hay alegría, hay canto, en el reino existen todas esas cosas y mucho más.

Dios levanta una Iglesia apostólica con esta mentalidad y aplica la victoria de Cristo.
Nunca la Argentina va a tener un referente, nunca va a tener a personas en las cuales pueda ver un modelo distinto... Dios no está viendo tu situación personal, y parece un poco raro lo que digo, no es que está deteniéndose en tu situación, Él quiere transformar todas las situaciones en nuestra vida, pero mientras vivamos como tenemos que vivir delante de sus ojos, porque lo que Él está viendo, es lo que puedes representar para otra persona.

Es poder llevar la libertad de Cristo a otra gente, es poder aplicar la victoria del Señor a otras personas y que, por lo que ellos luchan tú ya no luchas más, porque ya estás viviendo en la victoria que el Señor te regaló, y no depende de tu lucha, depende de que estás confiado en lo que el Señor hizo por ti, eso es completamente diferente.

Por eso tenemos que aprender a mantener la victoria que el Señor nos ha dado. Porque si nosotros no nos mantenemos siendo rectos, siendo puros delante de los ojos de Dios, viviendo en integridad, no escondiendo cosas, entregando como Abraham, todo lo que debemos entregar, entonces no podremos. Hablaremos de muchas cosas pero no las podremos vivir, podremos llenarnos la boca de que somos tal o cual cosa, pero no lo podremos vivir.
Por eso nos alegra estar con algunos de ustedes, porque ya percibieron lo que es vivir en el reino y percibir lo que es un espíritu apostólico, se les nota, se les ve que son gente felices, porque en el reino, se es feliz con normalidad y se disfruta de lo que Dios hace y con normalidad. Y sé que podrán tener desafíos, pero estarán felices porque van a hacer algo y así será, porque tenemos que empezar a reflejar lo que Dios ya nos dio en Cristo Jesús, Amén.


_______________________________________________________
Temas relacionados:
Mensajes y Enseñanzas de Hernán Cipolla  I  Hernán y Leticia Cipolla