
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
 
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Cuando pensamos en la muerte de  Jesús, humanamente hablando, y lógicamente hablando, la muerte de Jesús resulta  completamente incomprensible, porque humanamente no podemos asimilar el hecho  de que un ser humano, como lo fue Jesús, completamente sin pecado, sin culpa y  sin error, pudiera morir de la forma tan cruenta que él murió.
Tal vez, lo entenderíamos más si pensáramos que la persona que está muriendo  merecía morir... Hasta ahí podríamos llegar a entender un tipo de muerte como  la que Jesús tuvo.
Aún así, pensar justamente en la gravedad de ese hecho y la implicancia que  tuvo para la vida de Jesús, creo que en muchos casos diríamos que aunque  alguien mereciera morir, no merecería morir de esa manera, simple y  sencillamente por ser un ser humano.
Pero, nosotros necesitamos entender que la muerte de Jesús implica algunas  cosas que espiritualmente son muy importantes para la vida de los seres  humanos; muchas veces sólo pensamos en la muerte de Jesús, o leemos acerca de  la muerte de Jesús, o como ocurre en estos días la podemos ver graficada en una  película la muerte de Jesús.
La muerte de Jesús, cualquiera sea la manera en que tengamos contacto con esa  parte de la historia del Salvador del mundo, siempre es impactante, porque  detrás de esa muerte hay todo un sentido espiritual que los seres humanos  necesitamos entender. Ya que si no fuera así, nos quedaríamos con la parte  sacrificial de Jesús, como de un mártir que estuvo dispuesto a hacer lo que  nadie más quiso hacer.
Este pensamiento no es correcto, porque Dios no tomó a Jesús, simplemente  porque no había nadie más que pudiera morir por la causa que Él murió y de la  manera que Él murió para justificar a los seres humanos como Él lo pudo hacer.
Lo primero que tenemos que tener en cuenta es que, Jesús era la única persona  que en todos los tiempos y en todas las edades podía morir por la causa que Él  murió.
No había otro, porque Dios estaba poniendo en juego, a partir de la muerte de  Jesús, todo el futuro de la humanidad, no era un hecho más en la historia, si fuera  así, ese hecho no hubiera afectado, ni lo haría aún el día de hoy, como lo hace  en la vida de millones de personas alrededor del mundo.
Si la muerte de Jesús afecta de una manera tan crítica y tan profunda la vida  de los seres humanos, es porque la muerte de Jesús tiene algo especial, que no  se puede comparar con nada, ni con ninguna otra muerte, ni con ningún otro  sacrificio.
El hecho de que Jesús haya muerto, no era solamente para mostrar un ejemplo de  sacrificio; de hecho la Biblia muestra y narra que antes de morir, Jesús como  humano, quiso dar un paso al costado. Por lo tanto lo que estaba por enfrentar  no era para dar un ejemplo y decir “aquí estoy, dispuesto a morir”.
Hubieron muchos seres humanos que murieron por diferentes causas, algunas justas  otras no, algunas válidas o algunas sin ningún sentido, pero el hecho de lo que  a Jesús le iba a ocurrir, implicaba que a partir de ese momento, el curso de la  historia iba a darse vuelta por la mano de Dios.
El día de hoy hay personas que conocen íntimamente a Dios y aman profundamente  a Jesucristo y eso no implica que la muerte de Jesús no haya cambiado la  historia para siempre.
Definitivamente, la historia cambió y lo hizo para siempre.
Ahora veremos por algunos pasajes de la Biblia: ¿Qué significa a los ojos de  Dios, la obra completa y total que Jesús hizo en esa cruz? 
Y, ¿Por qué él murió?
"Porque la paga del pecado es muerte, mientras que la dádiva de Dios 
es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor."
Romanos 6:23 (NVI)
1) Primer punto a entender: 
Había un elemento que se estaba sumando a la persona de Jesús como ser humano  cuando él moría, era algo que no le pertenecía pero se sumaba a su sacrificio  para que muriera de la manera en que murió.
La Biblia dice: "la paga del pecado es muerte".
El pecado: es aquello que todos los seres humanos practicamos, pero  pocos entendemos.
Usted puede preguntarle a alguien ¿Qué es pecado? Y le responderán: No sé. O  dirán: Asesinar, robar, violar.
Siempre se asimila con un hecho grave a los ojos del ser humano.
Sin embargo el pecado tiene una verdadera raíz: “rebeldía y alejamiento de  la persona, de Dios”. 
¿Dónde nació el pecado? 
En las personas de Adán y Eva. Porque ellos fueron creados por Dios a su imagen  y semejanza, por lo tanto en su creación Dios no tenía en cuenta que llevaran  consigo pecado, fueron creados sin pecado.
Hasta que en un momento, desobedecieron de manera particular una orden de Dios,  una indicación precisa de Dios de “no tomar de determinado árbol del huerto,  del cual específicamente, no podían comer”.
Simplemente el haber dado un paso de desobediencia los metió en un terreno que  hasta ese momento, para Adán y Eva, era completamente desconocido.
Ellos antes de probar de ese fruto, estaban desnudos y no tenían ni temor, ni  vergüenza porque el verse desnudos no era un signo ni de maldad, ni de pecado.  Hoy vemos a una persona desnuda y nuestra mente se va para cualquier lado, a  los únicos que vemos con inocencia es a los bebes, imagínense, si al lugar  donde estamos en este momento, entra a una persona absolutamente desnuda, lo  primero que haríamos es tratar de cubrirla, con tal de que no se viera así,  porque la desnudez nos causa vergüenza. Eso le ocurrió a Adán y Eva después de  tomar el fruto, porque entraron en un terreno que ellos desconocían, empezaron  a conocer lo que era el bien y el mal.
La raíz de la desobediencia estuvo en una declarada rebeldía ante Dios, porque  el diablo se ocupó en decirle a la mujer que: “Dios no les había dicho las  cosas como realmente eran, que Dios les tendría que haber dicho que si comían  del fruto iban a ser como Dios y como no le convenía esa situación...”
Ahora, cuando una persona sabe que existe Dios como ser Supremo, quien debe  gobernar la vida del ser humano y voluntariamente le dice a Dios: “yo no quiero  tener una relación contigo, ni hacer caso de lo que quieres para mi”. 
Es una declaración de franca rebeldía hacia Dios, así nace el pecado.
Lo que los seres humanos denominan pecado, en realidad es la “consecuencia del  pecado”, por la maldad que lleva adentro, todo ser humano, por la rebeldía que  lo domina, por estar separado de Dios, dan lugar a las consecuencias, como por  ejemplo, impulsos incontrolables de odio y maldad que pueden llevar a matar, a  robar, a codiciar la mujer del prójimo, a violar una persona... Porque es algo  incontrolable dentro del ser humano. 
¿Cómo nació el pecado?
Nació por el deseo de todo ser humano, de gobernase independientemente, de ser  “mi” propio Dios y determinar el destino y el rumbo de “mi” vida.
Por eso Pablo dice “la paga del pecado es muerte”, y  por eso a partir de la caída de Adán y Eva se sabía, porque Dios así lo había  determinado, que ellos debían morir; es por eso nuestros cuerpos envejecen,  sufrimos de muchas enfermedades, porque son consecuencia del pecado.
Cuando Dios creó al ser humano, no pensó en una mochila que viniera ni con  enfermedades, ni con arrugas, ni con problemas en los huesos, ni con achaques,  al contrario, la única mochila que Él quiso poner al ser humano para equiparlo  era de: “Abundancia, ser un buen administrador, reflejar Su imagen y semejanza  en la tierra”.
Esto era lo que Dios quería, pero por la rebeldía del hombre entra el pecado y  se llega así al punto de la muerte. 
¿Por qué fue tan grave y tan cruenta la muerte de Jesús? 
Porque inicialmente Jesús quiso tomar sobre sus hombros la consecuencia del  pecado y su paga, diciendo: “Lo que tendría que ocurrir con los seres humanos,  que me ocurra a mí”.
En la Cruz Jesús cargó todo el pecado de toda la humanidad.
Al decir toda la humanidad, estamos hablando de todo el pecado de la raza  humana desde que el hombre es hombre y del pecado, no sólo hasta este momento,  sino hasta el tiempo en que Dios quiera que siga habiendo seres humanos sobre  la tierra. Absolutamente "todo" el pecado.
Jesús como hombre quiso renunciar, porque no era como el ladrón que merecía  morir en la cruz, el sufrimiento para Él tendría que ser más grave, porque  estaba cargando con la culpa de millones de millones de personas, de todos los  tiempos y de todas las edades.
Por esta razón cuando el pecado estuvo sobre Él, tuvo que pagar con la muerte.
Y vemos en la Biblia o en el cine, que Jesús se siente desamparado, porque el  mismo Dios como no puede tener relación con el pecado, no puede ver a un Cristo  pecador y tiene que abandonarlo, dejándolo que pague por la consecuencia del  pecado que está cargando sobre su vida.
Es obvio que esto no se puede entender, porque alguien que jamás cometió pecado  estaba haciéndose acreedor del pecado de la humanidad de todos los tiempos.
La verdad de Dios es que: "porque Jesús cargó con el pecado, debía  morir". 
2) Segundo punto a entender:
"...mientras que la dádiva de Dios 
es vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor".
Dádiva es el regalo de Dios. 
Aquí tenemos que aprender otra cosa que todavía es mucho más importante y  fuerte, que la muerte física de Jesús, para de esta manera ver que la muerte  física de Jesús, tuvo un resultado a nivel espiritual en nuestras vidas.
La mayor muerte que el ser humano puede experimentar, no es la muerte física,  sino la muerte espiritual.
Es decir, todo ser humano está compuesto de tres partes esenciales: Espíritu,  alma y cuerpo. 
El cuerpo: es lo que todos vemos unos de otros. 
El alma: es donde está asentadas nuestras emociones,  intelecto, temperamento, todos lo que somos emotiva e irracionalmente hablando. 
El espíritu: es aquello que Dios se lo dio solamente al  ser humano, no hay otra creación de Dios que tenga espíritu y fue diseñado  originalmente “para no morir jamás”, por lo tanto, al entrar el pecado,  el hombre tiene en sí mismo pecado, aún un bebé ya trae no solo el pecado sino  también la muerte espiritual, como consecuencia del pecado.
Es una de las peores noticias que el ser humano puede recibir, porque como el  espíritu es eterno, de acuerdo a su condición va a tener una consecuencia.
El cuerpo puede morir en determinado momento, pero el espíritu necesita tener  un destino y ese destino puede ser, o el infierno o el cielo.
Por eso la Biblia dice:
"Porque la paga del pecado es muerte, 
mientras que la dádiva de Dios es 
vida eterna en Cristo Jesús nuestro Señor". 
¿Qué significa vida eterna en Cristo Jesús?
Jesús estaba pagando por la muerte, no sólo física, porque la muerte física  ningún ser humano la puede evitar, lo que Jesús en realidad estaba pagando, era  por la muerte espiritual de los seres humanos, para que el destino de ese  espíritu eterno con el que Dios nos creo y formó, no fuera el infierno, es  decir el alejamiento total de Dios.
En ese punto ya no hay vuelta atrás, la vida sobre la tierra es tan importante  para el ser humano, porque es en esta vida, donde tenemos la posibilidad de “decisión”. Ya que, una vez que pasamos la muerte, aunque quisiéramos que las cosas  cambiaran ya no pueden cambiar. 
El mismo Jesús, narró la historia de alguien que estuvo en el infierno y rogaba  que fuera alguien a su familia a decirles, lo que debían hacer “para que no  tuvieran el mismo destino que él tuvo”.
Porque es lo peor que a un ser humano le puede ocurrir, pues a partir de la  muerte espiritual eterna ya no hay vuelta atrás, por lo tanto cuando Jesús  estaba muriendo les estaba diciendo de una manera directa al Padre, al Creador  nuestro:
“Padre a todos aquellos que van a creer en mí, después de lo que estoy  haciendo, por ellos estoy pagando su muerte espiritual y ellos merecen vida  eterna. 
Yo estoy pagando el sacrificio, para que Tú les regales a ellos sin que les  haya costado nada la vida eterna”.
Por eso, es tan importante evaluar el sacrificio de la muerte de Jesús, porque  no lo podemos meditar como cualquier persona que haya muerto, porque detrás de  su sacrificio hay toda una lección para nuestras vidas, pero sobre todo hay un  profundo mensaje de Dios de manera directa a los seres humanos, para que  mientras estén sobre la tierra puedan decidir. 
"A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, 
en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. 
Difícilmente habrá quien muera por un justo, 
aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. 
Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: 
en que cuando todavía éramos pecadores, 
Cristo murió por nosotros."
Romanos 5:6-8 (NVI) 
Cuando “éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo  murió por los malvados.
Una realidad que el ser humano enfrenta es su incapacidad de mejorar su vida. 
Alguno podría decir “yo tengo una vida mejor a la que viví cuando era niño” y  si uno le preguntara cuáles son los parámetros para determinar donde está la  mejoría, serían por ejemplo que, de niño sufrió de pobreza, o que no pudo comer  todo lo que quiso, o que nunca se vistió como quiso porque había una falta  económica en el hogar. Podría ser que sus padres lo rechazaron, pero en cambio  él o ella se han esforzado por ser un mejor papá o mamá.
Pero si nosotros enfrentamos a cualquier persona o aún a nosotros mismos, con  la posibilidad de ver un futuro que es infinito, o eterno, conforme al espíritu  que Dios puso y que capacidad tenemos de cambiar ese futuro para que nuestra  vida sea mejor y ganarnos el cielo, ninguno de nosotros tenemos la capacidad de  hacerlo.
Por eso la Biblia dice: 
"éramos incapaces de salvarnos..."
Porque no hay ninguna posibilidad humana para intentar salvarse, podemos hacer  el mejor esfuerzo, por ser una buena persona, hasta el momento en que algo nos  saca de las casillas y dejamos de ser esa buena persona que queríamos. 
Podemos hacer el mejor esfuerzo por ser el mejor padre o madre que pudieron  haber sido los nuestros, pero va haber un punto donde algo ocurra en que  también mostremos injusticia para nuestros propios hijos, en ese momento  quedaremos avergonzados ante nuestra propia realidad.
Una de las primeras cosas que el ser humano necesita entender es que: “no  hay capacidad propia para salvarnos”.
Todo ser humano asocia la salvación con el esfuerzo, cree que cuando más se  hace, mejor se obtiene la salvación. 
El problema es que la Biblia dice que: la salvación no es por obras  para que nadie se gloríe.
Esto significa que por más que haga miles y millones de obras y todas sean  “buenas obras” y que sea conocido internacionalmente por “mis buenas obras”,  para Dios las buenas obras no cuentan.
Para Dios cuenta que adentro mío hay un pecado que por mí mismo no puedo  solucionar, que no le puedo poner ni freno, ni tampoco arrancarlo de mí, no  tenemos esa capacidad, por eso la Biblia explica que en el tiempo oportuno: ...Cristo  murió por los malvados.
Si Cristo murió por todos, hay otra noticia que no es de las mejores: La Biblia  dice que somos: “malvados”.
Hay términos que usa la Biblia, que en ocasiones chocan con nuestra manera de  pensar, porque nos vemos a nosotros mismos y nos molesta que alguien frente a  frente nos llame “malvados”, cuánto más que la Biblia diga de  nosotros que somos “malvados”.
Pero desde el momento que somos dominados por el pecado y la naturaleza que  llevamos dentro, somos “malvados”, ni más ni menos que por estar  alejados de Dios y no querer hacer lo que Él determina para nuestra vida.
Por esta razón empezamos hablando de la rebeldía y del alejamiento de Dios,  porque ese es el verdadero pecado.
Es el principal pecado por el cual debemos arrepentirnos, renunciar y pedir a  Dios que lo arranque de nosotros porque una vez que como seres humanos deseamos  y decidimos vivir en comunión con Dios y permitirle que gobierne nuestra vida,  es a partir de ese momento en que también bajará el grado de nuestra  inclinación hacia la maldad. Ya nuestro corazón no deseará hacer maldad. 
Ahora permítame decir que cuando simplemente decimos una mentira para salir de  una situación, Dios ya encendió la luz roja y dice: Aquí se manifestó lo que  lleva adentro.
Por ejemplo: “Quedarse con un dinero que nos dieron de más en un vuelto por una  compra, podemos decir ¡Que tonto el comerciante se equivocó! Algunos han  llegado a decir ¡Dios me bendijo porque el comerciante se equivocó! Y se quedan  con un dinero en la mano.
Estas son cosas cotidianas, que pudimos haber dicho o hecho, pero nos permite  ver a que grado llega la maldad que hay en el corazón, por eso solemos tomar lo  malo como bueno y viceversa.
Hoy los jóvenes van a un prostíbulo para estrenarse con una mujer y es bueno,  para estrenar su hombría, pero que padres les enseñen a sus hijos que se  mantengan vírgenes hasta el matrimonio, eso para el día de hoy y para la  cultura es malo.
¿Dónde está la verdad? ¿Cómo pudimos haber engañado nuestra propia manera de  pensar para que invirtamos todos los roles? Para que aquello que está echando a  perder a la raza humana, sea de lo que se pueda decir, esto está bien y lo que  puede preservar, en muchos sentidos a los seres humanos, decir que está mal.
Por esto la Biblia dice que: "en el tiempo señalado Cristo  murió por los malvados".
Eso nos incluye, a todos.
Luego leemos: 
"Difícilmente habrá quien muera por un justo, 
aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. 
Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: 
en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros."
Una de las cosas sorprendentes de la muerte de Jesús es que Él murió cuando el  99.99 % de la humanidad lo rechazaba y aún los pocos que estuvieron con Él en  el momento oportuno, también lo dejaron y no sabían ni siquiera donde estaban  parados.
Por eso dice: tal vez haya quien se atreva a morir por una persona  buena.
O que haya cierta amistad por la que se pueda decir vale la pena que de la  vida, Jesús barrió con todos los conceptos humanos por los que la muerte de una  persona podía significar.
Cuando todos los seres humanos habían rechazado a Dios, Cristo murió, cuando  todavía nos manteníamos en nuestros pecados, Cristo murió.
Y su muerte sigue siendo efectiva en el día de hoy, cuando todavía hay millones  de personas que siguen rechazando a Dios y no por eso Dios invalida la muerte  de Jesús.
Aun a pesar de los millones que lo rechazan, todavía la obra de Jesús  está a disposición de aquel que quiere creer.
Esto permítame decirlo, no lo entiendo, en mi mente no lo entiendo; lo único  que sé es que lo creo con todo mi corazón, porque hubo un día donde pude saber,  siendo un niño, que Cristo había muerto por mí y a los once años de mi vida  algo ocurrió adentro mío y tuve la convicción de que la muerte de Jesús sí era  para toda la humanidad, pero en especial era por mí y supe las cosas que Dios  me estaba perdonando a mis once años y uno puede decir ¿A los once años cuánta  maldad puede tener un niño? Sin embargo cuando nos enfrentamos a la muerte de  Jesús, sabemos las cosas que nos separan de Él y sabemos que necesitamos que  esa muerte y sacrificio se aplique a nuestra vida.
Por eso dice la Palabra: 
"Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: 
en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por  nosotros".
Una mayor muestra de amor nunca la podrías encontrar en nadie más.
Constantemente, los seres humanos se quejan y permanentemente están contra  Dios, porqué lo acusan de cosas que Dios no hace, porqué le cargan a Él cosas  que los mismos seres humanos hacen y terminan diciendo “Dios tiene la culpa”.
Dios muestra su amor y lo mostró ya, en el momento en que dijo: Mi único  Hijo, mi perfecto Hijo, va a morir por la humanidad, aún cuando la humanidad lo  rechaza y me rechaza.
Dios no estaba midiendo el porcentaje de aceptación, lo único que estaba  haciendo era demostrando su amor y puedo asegurar que Jesús hubiera muerto por  cinco, diez o veinte millones, porque el tema del rechazo o no de Jesús, ya no  depende de Dios, depende de cada una de las personas.
Si estamos dispuestos a aplicar esta muerta a nuestra vida, entonces veremos la  salvación, sin embargo si la rechazamos, por más que la muerte de Jesús sea  efectiva, a partir de hoy sabremos cuál es el resultado y el destino eterno que  tendrán nuestras vidas.
"Y ahora que hemos sido  justificados por su sangre, 
¡con cuánta más razón, por medio de él, 
seremos salvados del castigo de Dios! 
Porque si, cuando éramos enemigos de Dios, 
fuimos reconciliados con él mediante la muerte de su Hijo, 
¡con cuánta más razón, habiendo sido reconciliados, 
seremos salvados por su vida! Y no sólo esto, sino que también 
nos regocijamos en Dios por nuestro Señor Jesucristo, 
pues gracias a él ya hemos recibido la reconciliación.
Romanos 5:9-11 (NVI) 
Tres aspectos que nos muestran un trasfondo en la muerte de Jesús: 
1) Somos justificados delante de Él.
La Biblia dice que por la muerte de Jesús y específicamente por la sangre que  Él derramó, nosotros somos justificados delante de Él.
Quiere decir que, hasta el momento  en que la muerte de Jesús no tenga efecto en nuestra vida, Dios nos ve tal cual  somos, nos ve con pecado y por lo tanto estamos separados de Dios. Pero en el  momento que cruzamos esa línea y permitimos que la muerte de Jesús tenga efecto  en nuestra vida, y nos arrepentimos y entregamos nuestra vida a Jesucristo, es  entonces que la sangre que Él derramó en la cruz, nos hace limpios, justos,  puros y sin ningún problema delante de Dios.
Para hacerlo fácil: Dios ya no me ve como me veía, fue tan solo cruzar una  línea, fue tan solo cambiar de condición: una es sin Cristo, expuestos ante  Dios por los pecados.
Pero a partir de que pasamos por la obra de Cristo en la cruz: estamos  justificados y ya no hay condenación, significa que lo que leímos en Romanos 6:  23, se hizo efectivo.
El regalo de Dios nos fue concedido, ahora tenemos vida eterna y ahora el  pecado que nos separaba de Dios y que hacía que nuestro espíritu estuviera  muerto ante Él, es cambiado:
“Volvemos a tener relación con  Dios”.
Por esta razón lo primero que menciona es: Justificación: se  quita el pecado y somos hechos justos delante de Dios. 
2) Seremos salvados del castigo de Dios
Una vez hechos justos vamos a ser salvados, quiere decir que  cuando llegue el tiempo donde tengamos que pasar por la muerte física o regrese  Jesús como lo prometió a buscar a aquellos que le aman, a partir de ese momento  la salvación se va a hacer efectiva.
Ahora vivimos en una “esperanza de salvación”, sabemos que  somos salvos y tenemos fe, en esa salvación... 
Pero la salvación completa y total se va a concretar cuando estemos en el  cielo.
Allí nos daremos cuenta que realmente somos salvos, pero lo triste es que  cuando no pasamos por la obra de Cristo en la cruz, llegamos al punto de la  vida eterna, sin poder recibir el regalo de estar en el cielo. 
Por lo tanto, si no fuimos  justificados antes, en ese momento no podemos ser salvados.
Detrás de la cruz hay: Justificación de los pecados de aquel que  cree en Cristo y Salvación eterna para aquel que cree. 
3) La reconciliación 
La reconciliación es volver a tener una perfecta relación de intimidad y  amistad con Dios.
La Biblia, nos enseña, que cuando creemos y ponemos absolutamente toda nuestra  fe y confianza en Jesucristo, tomamos una nueva condición que es la de hijos  de Dios, por lo tanto, por esa condición, podemos relacionarnos con  Dios el Padre como verdaderos hijos, con toda confianza, sin temor delante de  Él.
Pero la relación que se produce por la reconciliación, todavía es más grande,  ya que además de ser hijos, podemos estar con Dios cada día de  nuestra vida y además de ser hijos y vivir con Dios todos los días de nuestra  vida.
Podemos desarrollar una relación de amistad donde él nos diga sus secretos y  nosotros decirle los nuestros.
¡Eso es reconciliación!
Quiere decir que: Entre la justificación que recibimos cuando pasamos por la  obra de la muerte en la cruz y la salvación que se va a concretar a partir de  que llegue la vida eterna, en ese lapso existe lo que se llama reconciliación.
Hay una perfecta relación con Dios todo ese tiempo, esa perfecta relación con  Dios nos va a llevar a la salvación y podremos llegar al cielo y saber que hay  un lugar para nosotros y que ese es el regalo de Dios para mi vida. Por eso  insisto, no podemos ver la muerte de Jesús como un acto más en la historia de  la humanidad, porque la muerte de Jesús vino a cambiar la historia de toda la  humanidad, pero si lo permites, vino a cambiar la historia de tu vida personal.
"Pero ahora, sin la mediación de la ley, se ha manifestado la  justicia de Dios, 
de la que dan testimonio la ley y los profetas. 
Esta justicia de Dios llega, mediante la fe en Jesucristo, a todos los que  creen. 
De hecho, no hay distinción. pues todos han pecado y están privados 
de la gloria de Dios, pero por su gracia son justificados gratuitamente 
mediante la redención que Cristo Jesús efectuó. 
Dios lo ofreció como un sacrificio de expiación que se recibe 
por la fe en su sangre, para así demostrar su justicia. 
Anteriormente, en su paciencia, Dios había pasado por alto los pecados; 
pero en el tiempo presente ha ofrecido a Jesucristo para manifestar su  justicia. 
De este modo Dios es justo y, a la vez, el que justifica a los que tienen fe en  Jesús.
Romanos 3:21-26 (NVI)
Ahora la Biblia nos agrega algunos  elementos que son indispensables para entender de manera personal la muerte de  Jesús en la cruz:
1) La Ley
Hubo un pueblo que había sido el pueblo elegido de Dios, Israel, a quien Dios  había destinado para que sea ejemplo entre todas las naciones de una nación  gobernada y guiada por Dios mismo; este pueblo para poder tener relación con  Dios tenía que guiarse por leyes establecidas por Dios mismo, pero la ley, remarcaba el pecado, mostrando efectivamente que  el hombre era pecador, que tenía errores y que ese pecado lo alejaba de Dios,  por lo tanto había una serie de sacrificios y de ordenanzas específicas que los  sacerdotes tenían que hacer a favor de todos para que el pueblo pudiera  mantener una relación con Dios.
Lo que dice la Palabra, es que: Sin  la mediación de la ley se manifestó la justicia de Dios, esta justicia de Dios  llega mediante la fe en Jesucristo.
Y desde el momento en que Jesús murió, ya Dios no necesitó la ley para el  demostrar que era justo.
Por lo tanto Dios dice: —Como ya  entregué a mi Hijo, demuestro mi justicia en que todo ser humano sin la  necesidad de la ley puede llegar a tener comunión conmigo, ser perdonado, ser  quitados sus pecados y tener intimidad por la fe que pongan en mi Hijo  Jesucristo. De esa manera demuestro que soy justo. Porque si habiendo entregado  a Jesús para morir por la humanidad, le agrego la ley, entonces termino siendo  injusto—. 
Ahora ya no es necesaria la ley, es  suficiente con la fe en la persona de Jesús y agrega “la fe en la sangre  de Jesús”.
Podríamos reconocer que la muerte de Jesús es válida, que es muy importante,  podríamos sentir la necesidad de que esa muerte se aplique a nuestra vida para  ser transformados, pero requerimos de algo; sin ponerle condiciones humanas a  Él, que es un ser supremo.
La fe significa que yo debo decir:
“Creo absolutamente todo lo que Él  hizo por mí, y se que es suficiente para que mi vida sea cambiada y  transformada y a partir de ahora, no voy a creer en ningún otro método, ni  mecanismo, ni camino de salvación, la única manera en que puedo ser salvo es a  través de lo que Jesús hizo en la cruz. Por eso tengo fe en lo que Él hizo y  tengo fe en la sangre que derramó”.
La sangre siempre fue muy  importante para Dios, porque en la sangre está la vida, por lo tanto había que  derramar sangre, para que recibiéramos vida, pero la única sangre perfecta  podría ser la de Jesús, por eso no podía haber otra persona que no fuera Jesús,  fue el único que pudo dar su sangre, derramar su sangre a nuestro favor.
Para poder llegar a ser justificados, obtener salvación y estar  reconciliados con Dios, requiere de nuestra fe. 
Porque sin fe no podemos llegar a tener, relación con Dios. 
2) La redención
"...pero por su gracia son justificados gratuitamente 
mediante la redención que Cristo Jesús efectuó".
Dios mostró al hacer que toda persona que cree absoluta y totalmente en la obra  de Jesús, es justificada por Dios, además recibir vida eterna, además recibir redención.
¿Qué es la redención? La  redención, es muy fácil de entender cuando tomamos como ejemplo la relación  entre un esclavo y su amo o dueño, es que el amo o dueño, deja en libertad  voluntariamente a la persona que había comprado como esclavo para siempre.
Redención, significa en su original, una liberación asegurada por el pago de un  rescate, dejar en libertad. En el Nuevo Testamento, la Palabra designa la  liberación del mal y de la condenación del pecado por medio de Cristo, el  precio para la compra de esa liberación, fue la sangre de Jesús.
Dios necesita mostrarnos algo más a partir de la muerte de Jesús y es que Él  mismo:
“En el momento en que Jesús  moría estaba pagando todo el precio que había que pagar por nuestra esclavitud  espiritual, porque por ese mismo pecado, nosotros éramos esclavos del pecado y  nada ni nadie nos podía sacar de esa condición de esclavitud”.
Dios pagó todo el precio de nuestra libertad, al dar a Jesús, su único Hijo.
Por lo tanto, cuando Él nos hace libres, lo hace por completo, no lo hace a  medias, no nos da la salvación y mientras tanto tenemos que sufrir el pecado  todos los días, y esforzarnos por agradarle.
No, la liberación es completa, ya el pecado no nos domina, no somos esclavos de  él, por lo tanto al ser libres, tenemos la capacidad espiritual de tener, no  sólo relación con Dios, sino tener el deseo de agradar a Dios.
Ahora ¡queremos amar a Dios con todo nuestro ser! Cuando antes habíamos dicho,  —Dios, tú y yo no tenemos nada que ver—, ahora por la obra de la cruz, somos  libres para decir —¡Dios, tú eres lo más importante para mí! ¡Te amo con todo  mi corazón y quiero hacer tu voluntad!—. 
Todo esto es lo que implica la muerte de Jesús y la mayoría no vemos, no  meditamos realmente en lo que es la muerte de Jesús. 
3) Un compromiso con la voluntad de Dios. 
"Para esto mismo murió Cristo, y volvió a vivir, 
para ser Señor tanto de los que han muerto como de los que aún  viven".
Romanos 14:9 (NVI)
Hay un aspecto de la muerte de Jesús que, casi nunca nos han mencionado: Cristo  murió para ser el Señor, pero Él no es un señor tirano como lo era Satanás  cuando estábamos en pecado; ahora, Él espera nuestra sujeción voluntaria, pero  cuando estamos aplicando la obra de Jesús en la cruz, significa que estamos  diciendo a Dios: —estoy dispuesto, no sólo a que me salves, no sólo a que me  des vida eterna, no sólo a que me quites los pecados, no sólo a que me hagas  libre de mis pecados y esclavitud”.
El pasar por la obra de la cruz, implica que voluntariamente le digamos a Dios:“Tú  eres mi Señor”.
Por eso, el sacrificio de Jesús implicó un gran compromiso de parte de Él con  la voluntad de Dios, por eso tuvo un tiempo de decisión, por eso tuvo un tiempo  de oración, donde le pidió al Padre que si había alguna manera de que las cosas  fueran diferentes que lo hiciera, pero que lo librara, porque para Jesús morir  en la cruz, implicó no solamente el sufrimiento físico, implicó todo su ser  impregnado con tu dolor, con tu problema, con tu circunstancia, con tu pecado,  con tu enfermedad para tener que cargarlos sobre Él.
El compromiso de Jesús fue total,  pero los seres humanos, aceptamos el regalo de Dios y una vez que se aplica  esto que Dios hace a nuestro favor por la obra de Jesús, le decimos a Dios —de  todas maneras no quiero que seas mi Señor—.
Al fin y al cabo, solo recibimos el regalo pero volvemos a tomar la misma  actitud que teníamos antes de conocer a Dios: —yo voy a vivir para mí y hacer  mí voluntad—.
Por eso tenemos que entender que para toda persona que quiera que su vida sea  transformada por Dios, no solamente requiere de esa fe, de la que hablamos que  nos lleva a creer en toda la obra de Jesús, en querer la salvación, la  redención, la justificación, sino que también implica que la persona tiene que  estar dispuesta a decirle a Dios o a Jesucristo: —A partir de ahora, de este  día, de este momento, tú eres mi Señor, ya no voy a vivir como viví, porque si  viví así era por mi alejamiento de ti y fue la causa principal de todo mi  pecado—.
Pasar por la muerte significa que,  nos paramos de este otro lado y además que Dios tiene que gobernar en las  vidas, es sometimiento, es rendirse, es anteponer todo lo que somos para que  Dios haga todo lo que tiene que hacer con nuestras vidas, porque necesitamos  que Dios nos enseñe a caminar de nuevo.
¿Cuál era el camino que siempre tuviste para mí? Y yo lo desconocí.
Por más que tenga el regalo de la salvación, jamás podré vivir en la perfecta  voluntad. Ahora necesito que seas mi Señor.
Todas estas cosas y muchas más, implica la muerte de Jesús en la cruz... 
No sé si alguna vez meditamos en  cada una de estas cosas, pero en este tiempo en donde nuestras vidas están  siendo desafiadas por esta impresionante historia de la muerte y del sacrificio  de Jesús, nosotros no podemos ser ignorantes del verdadero sentir de Dios, por  el cual dio a su Hijo, no podemos pensar que solamente lo hizo porque quería  que su Hijo sufriera y punto.
Tenemos que darnos cuenta que Dios lo hizo, para que nuestra vida sea  transformada, para volver a tener con el ser humano, con el hombre y la mujer,  una verdadera relación como lo había establecido desde el principio con Adán y  Eva.
Dios necesita volver a las cosas  que originalmente estuvieron como el deseo más profundo de su corazón, por eso  compartiendo esta verdad de la Palabra, quiero transmitirles la importancia que  el sacrificio de Jesús tiene para la vida de toda persona y que a partir de  este momento están reconociendo que ese sacrificio de Jesús no es solamente  para verlo como un mártir, sino que está en juego la propia vida en lo que  Jesús hizo, está en juego el futuro, está en juego el destino, está en juego la  felicidad, está en juego la plenitud de tu vida, está en juego la familia.
Debes saber que lo que a partir de conocer esta verdad bíblica, tienes que  tomar la decisión que será la más importante por restos de tus días, aún si lo  comparas con decisiones en tu pasado, te podrás dar cuenta que la decisión por  Cristo es todavía más importante que cualquier otra que hayas hecho.
Y sé que los seres humanos tenemos decisiones muy importantes que tomar en  nuestras vidas, pero la decisión de empezar a vivir una relación perfecta e  íntima con Jesucristo, es la decisión sobre la cual podemos basar el resto de  nuestra vida.
Por eso, hoy no solamente tienes la  posibilidad de comprender todo lo que Jesús sufrió, sino que ahora decidas  delante de Dios, por lo que Su Hijo sufrió por nosotros, aplicar todo lo que  Jesús sufrió en la cruz a mi vida y digas, —quiero que me justifiques, que  quites de mi el pecado, que me quites la culpa y el dolor que tengo y quiero  pedirte que transforme mi vida a tal grado que pueda tener la seguridad que  ahora tengo una relación íntima contigo, quiero vivir y despertarme cada mañana  con la esperanza de que hay salvación para mí, quiero saber que cuando llegue  el día que me tenga que enfrentar a la muerte o que llegue el tiempo de la vida  eterna, sepa que la voy a tener contigo y no lejos de ti. Yo hoy aplico fe y  creo con todo mi ser lo que Jesús hizo en la cruz y por lo tanto al pedirte que  hagas eso te estoy pidiendo que Jesucristo sea mi Señor y que a partir de hoy,  gobierne mi vida—.
Esta decisión es voluntaria, es tu decisión  delante de Dios. Nadie te obliga.
Si tomas esta decisión sabrás que Dios te brinda esta relación íntima con Él.
Y no te sorprendas si el Espíritu Santo te está confrontando con debes tomar  esta decisión, tienes que saber que si Él habla es porque necesitas cambiar  algo en tu vida.
Hay un tiempo donde el Espíritu Santo está haciendo una obra sobrenatural y no  te sorprendas.
Ésta es una decisión fuerte, porque estamos hablando de una verdadera relación  con Dios, de poder entender lo que la muerte de Jesús significa.
Cuando este momento está ocurriendo  en nuestras vidas, tiene que producirse un antes y un después, porque al ser la  decisión más importante de nuestra vida, esto va a marcar por un lado un futuro  diferente, de acuerdo al deseo del corazón de Dios para la vida de cada uno;  pero además, esto va a marcar un tiempo especial de sanidad en el corazón, aún  por el pasado vivido, hay muchas cosas en nuestro pasado  que nos  atormenta y las tenemos en la cabeza y no dejamos de pensar en ello una y otra  vez; Dios nos perdona de todas ellas, las del pasado y lo que viene por  delante.
No importa si parecía que ya conocían esta verdad, sino que tiene que haber  sinceridad y reconocimiento de que hay un profundo deseo en sus corazones de  tener una relación con Dios y ya no vivir lejos de Él, de que sea algo real, no  de palabra, rito o costumbre, no se trata de ir todos los domingos a la Iglesia  para sentirme mejor o calmar mi conciencia, sino que a partir de ahora la  relación con Jesucristo sea verdadera. 
Eso tiene que ocurrir ahora mismo en sus corazones.
La importancia está no en las  palabras, sino lo que Dios está viendo en cada corazón.
Toda la obra de Jesús hecha en la cruz, es mucho más que un hombre dispuesto a  morir; hoy entendemos que implica el bienestar de la vida de todo ser humano.
Ser perdonados, transformados, que vivamos una vida nueva cerca de Dios,  teniendo relación íntima y estrecha con Dios.
Hoy la sangre y la muerte de Jesús  son efectivas en la vida de todo ser humano y ya son liberados de esclavitud,  transformados, un amor manifestado en todos aquellos que creen en Jesucristo...
Al comprender lo que la obra de la cruz significa no hace entender que Jesús  además de ser Salvador, es Señor en nuestras vidas y las gobierna.
Yo sigo estando convencido de que  el mayor milagro que todos podremos ver en el resto de nuestra vida es el nuevo  nacimiento, esto es lo más glorioso que podemos ver, porque delante de nuestros  ojos a está ocurriendo lo que nadie podría hacer. 
Por eso Iglesia, tenemos que aprender a confiar en la obra sobrenatural de Dios  y pedirle al Espíritu Santo que haga esta obra, porque a veces nos desgastamos  por años en la vida de algunas personas, hablando... Pero si las remitimos al  Espíritu Santo y le creemos, Él puede transformar las cosas de un momento a  otro. Tenemos que aprender a cree r en el milagro del nuevo nacimiento.
Quiero desafiar a toda la Iglesia a  creer que lo que Dios está haciendo es efectivo y es permanente.
Muchas veces creemos que lo que está ocurriendo se va a desvanecer, pero  tenemos que creer que va a permanecer, porque si hoy estoy diciendo esto es  porque la vida de Cristo permanece en mí, porque la vida de Cristo está en mí,  está perfeccionando la obra y haciéndome cada día más parecido a Jesucristo.
Si tenemos esta convicción y oramos de esa manera, veremos la multiplicación  que Dios ha prometido, porque seremos parte de ella y estaremos trabajando en  pro de lo que Dios habló.
Padre, gracias porque no solamente podemos confiar en ti, sino que cuando  ponemos nuestra confianza en ti, respondes de tal manera que delante de  nuestros ojos ocurre el milagro del nuevo nacimiento.
Y como Iglesia queremos declarar que cada semilla sembrada en las personas va a  dar fruto al ciento por uno.
En el Nombre de Jesús, como Iglesia nos ponemos en la brecha y somos aquellos  que queremos interceder y tener una fe segura en ti, de que aquellos que nos  rodean y que están pasando por el milagro del nuevo nacimiento son personas que  Tú estás alcanzando por tu poder y que tú agregas al Cuerpo de Cristo para  formarse como un solo hombre, llegando a la plenitud de Cristo para transformar  al mundo que lo rodea. 
Por esto declaramos que lo que tú estás haciendo es verdadero y que el diablo  no va a robar, en el Nombre de Jesús. 
Queremos decirte que te creemos, nuestra fe y confianza están en ti y no en  nuestra capacidad, habilidad u obra... 
Nuestra confianza está en ti. 
  
  
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