en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Yo en esta tarde quiero compartirle algunas cosas en la Palabra con ustedes, y quiero comenzar en el evangelio de Lucas capítulo 12, porque allí no me importa tanto el contexto, aunque yo se lo voy a mencionar, pero me importa uno de los versículos que vamos a leer para entender una declaración de Jesús. Lucas el capítulo 12, y vamos a leer versículos 31 y 32, y solamente para que usted tenga una idea, el Señor les estaba hablando a los suyos acerca de no estar ansiosos, no estar afanados, que no se preocuparan por qué iban a comer o a vestirse, que en realidad el Padre siempre tiene cuidado de nosotros y de todas esas cosas, y por eso el 31 dice:
“Mas buscad el reino de Dios,
y todas estas cosas os serán añadidas.
... Y luego agrega:
No temáis, manada pequeña,
porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino.”
Lucas 12:31 y 32
Esta declaración es una declaración poderosísima de parte de Jesús para nosotros, aquellos que somos verdaderamente sus discípulos. Y cuando digo los que somos verdaderamente sus discípulos, es exactamente así, o sea, no me estoy refiriendo a aquellos que son nominalmente cristianos, me estoy refiriendo a los que son discípulos de corazón, aquellos que hacen la voluntad del Padre, aquellos que se han entregado por completo al señorío y al gobierno del Espíritu de Dios. Esos que somos discípulos tenemos un privilegio como nadie más puede tener si no conoce a Jesucristo y si no le ha entregado la vida, y es el hecho que a Dios le pareció bien y fue parte de su buena voluntad perfecta para nosotros, darnos, entregarnos el Reino.
Yo quiero que piense por un momento, porque a veces nosotros nos ocupamos y luchamos por cosas, y yo no digo que a veces esté mal luchar, porque no es bueno cuando uno se esfuerza y lucha por algo, porque hay muchas cosas, usted lo sabe, que pueden estar a nuestra disposición de parte de Dios pero tenemos que arrebatarlas, si no hacemos nada, entonces, el Señor no podrá darnos aquello que nos ha prometido. Pero yo quiero que usted entienda que para cualquier cosa material o física o visible que Dios pudiera darnos, Él puso un fundamento y puso una base, sobre esa base vienen todas las demás cosas. La base es el mismo Reino que le pertenece.
Por lo tanto, cualquier cosa que nosotros podamos tener como objetivo en la vida, queda pequeño al lado de la entrega que Dios nos ha hecho. Si usted quisiera comparar cualquier cosa en este mundo por la cual nos pudiéramos esforzar, lograr y obtener, usted se va a dar cuenta que nada es comparable a lo que Dios el Padre nos dio, absolutamente nada, ni siquiera un esposo, una esposa, los hijos, una familia... Aunque estamos hablando de personas, y estamos hablando de amor de por medio, pero ninguna de esas cosas puede llegar a tener el valor que tiene la entrega que Dios nos hizo del Reino de los cielos.
En principio aunque había muchas otras razones más, por una razón que es fundamental y es básica, es porque el Reino permanece para siempre. Todo lo demás se va a acabar, aun un extraordinario matrimonio, una preciosa familia se acabará, pero el Reino permanece para siempre.
Ahora, ¿Qué implica para nosotros que el Padre haya querido darnos el Reino? Porque uno puede decir, bueno, Jesús aquí lo declara... yo lo creo, yo lo oro, lo proclamo, lo declaro, sí, ¿pero qué significa? Si yo le quiero poner pies a este asunto, ¿qué significa que el Padre me haya querido dar el Reino? ¿Será solamente beneficios, será solamente cosas que Dios quiere darme para que yo me sienta feliz?
Vamos a ver por la carta de Pablo a los Gálatas, algunas cosas muy interesantes que nos van a permitir llegar a la conclusión de lo que significa que Dios nos haya dado el Reino.
Gálatas, el capítulo 3, vamos a leer desde el versículo 10, y sólo le digo que yo voy a leer, todo lo que leamos hoy en Gálatas, aunque vamos a leer otros pasajes, pero usted abra Gálatas no lo vaya a cerrar hasta el final porque esa va a ser nuestra base durante el resto del mensaje, pero todo lo que yo voy a leer lo voy a leer en la Nueva Versión Internacional, ¿está bien? Usted lo puede seguir en la versión que tenga en su mano, pero yo lo voy a leer en la Nueva Versión Internacional. Vamos a leer Gálatas 3 desde el versículo 10, dice:
“Porque todos los que dependen de las obras de la ley están bajo maldición,
pues escrito está: Maldito todo aquel que no permaneciere en todas
las cosas escritas en el libro de la ley, para hacerlas.
Y que por la ley ninguno se justifica para con Dios, es evidente,
porque: El justo por la fe vivirá; y la ley no es de fe, sino que dice:
El que hiciere estas cosas vivirá por ellas.
Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho por nosotros maldición
(porque está escrito: Maldito todo el que es colgado en un madero),
para que en Cristo Jesús la bendición de Abraham alcanzase a los gentiles,
a fin de que por la fe recibiésemos la promesa del Espíritu."
Gálatas 3:10-15
Nos detenemos por un momento aquí, luego vamos a continuar leyendo pero obviamente... y yo le aconsejo leer en casa toda la carta a los Gálatas y leer todo el contexto que va a ser para usted muy interesante, porque Pablo está, podríamos decir, reprendiendo a los gálatas porque se habían dejado engañar y habiendo sido libres de las obras de la ley por haber escuchado el poderoso evangelio de Jesucristo, el único evangelio verdadero por el cual Pablo siempre lucha y se peleaba, porque decía, aun si cualquiera de nosotros o un ángel del cielo les predica un evangelio diferente sea anatema. Quiere decir, que hay un solo evangelio, por eso usted tiene que entender además que si usted está siendo parte de una iglesia apostólica, no es para que Dios acomode las cosas a nuestro antojo, es para que usted arrebate la verdad del evangelio del Reino, con esa verdad usted sea libre y haga libres a otros. Mi hermano, si la dinamita de Dios que es el evangelio no hace explotar adentro de nosotros la vida de Jesucristo, no hay ninguna otra razón por la cual estar aquí, ¿usted entiende? Es más, yo sé que los días de la semana corren y tenemos mil cosas que hacer siempre y muchas responsabilidades, y hay más responsabilidades y tenemos más la mente en esas responsabilidades que en lo que puede ser este tiempo que tengamos aquí juntos, yo lo sé y lo entiendo pero, ¿sabe cuál es la diferencia? Que el evangelio tiene que hacerse notorio y visible para nosotros en nuestra propia vida. Usted tiene que pelearse con cualquier aspecto de su vida que no está viviendo conforme al evangelio de Jesucristo. Si hay algo en su vida que no es conforme al evangelio, usted no se quede en paz, luche hasta que lo que no es de Dios en usted sea desecho y lo que viene como resultado del evangelio en su vida pueda funcionar, sino no se quede en paz. Para eso sí vale la pena luchar, para eso sí vale la pena enojarse, porque hay que vivir el verdadero evangelio de Jesucristo en nuestras vidas, en todas las áreas de nuestra vida.
Ahora, Pablo le estaba diciendo a los gálatas, quién los fascinó, quién los embrujó, quién los engañó para que habiendo sido libres ya, ahora otra vez se estén desviando hacia las obras de la ley.
Ahora, cuando nosotros estamos leyendo estos versículos nos damos cuenta que, claramente, que Pablo está explicando la diferencia entre las obras de la ley con respecto a cómo el justo puede vivir para Dios, dice que, las obras de la ley no tienen el poder ni la capacidad de hacernos libres, no tienen la capacidad de justificar.
Para aquellos que no conozcan demasiado lo que es el Antiguo Testamento y lo que es la ley, es muy sencillo de explicar para tener una idea, por lo menos una noción de lo que estamos hablando.
En principio, Dios a partir de cierto momento y a través de Moisés estableció una ley para que todo su pueblo escogido, o sea Israel, viva por esa ley. Esa ley determinaba lo que para Dios estaba bien y lo que para Dios estaba mal, simple y sencillamente. Por eso, la ley por lo general decía: esto harás y esto no harás, esto sí y esto no. La ley determinaba lo que para Dios podía ser factible que el hombre viviera si quería agradarlo a Él, si supuestamente iba a vivir para Dios.
Ahora, que los hombres y las mujeres intentaran cumplir la ley, no lograba hacer que nadie fuera justificado, nadie se justificaba ante Dios por hacer las obras de la ley. Por eso, Dios tuvo que inventar, permítame decirlo así, un sistema de justificación ante Él y el sistema era ofreciendo animales que estuvieran limpios, sin mancha, y esos animales al estar limpios y sin mancha era un simbolismo para ser ofrecidos por los pecados del pueblo, y para que entonces, alguien se presentara ante Dios y le dijera a Dios: este pueblo ha pecado pero yo te presento este animal, lo mato y esa sangre está representando que tú puedes perdonar a este pueblo por esos pecados concretos.
Pero ¿sabe cuál era el problema? Que el hombre una y otra vez volvía a las mismas cuestiones, el animalito servía por un rato, pero una y otra vez tenían que ser ofrecidos animales para la gente pudiera ser justificada ante Dios. Ahora, si alguien pretendía decir, yo voy a ser justo delante de Dios porque voy a seguir al pie de la letra todo lo que dice la ley de Dios, esa persona estaba frita, no había manera de que alguien pudiera agradar a Dios cumpliendo las obras de la ley, no había capacidad humana para seguir todo lo que la ley decía. Por eso dice:
“Todos los que viven por las obras que demanda la ley
están bajo maldición, porque está escrito:
«Maldito sea quien no practique fielmente
todo lo que está escrito en el libro de la ley.»
Ahora bien, es evidente que por la ley nadie es justificado
delante de Dios, porque «el justo vivirá por la fe»"
Gálatas 3:10-12
Fíjese, por un lado ya era notorio y evidente que por las obras de la ley nadie se podía justificar con Dios, pero por otro lado, la misma Palabra había establecido que había una sola manera de ser justo delante de Dios y esa manera era a través de la fe, no había otra forma.
Por eso, cuando nosotros... le estoy explicando todo esto para que usted entienda, para ponerle una base y que usted pueda entender cómo hoy se cumple, porque yo sé que ni usted ni yo estamos todas las mañanas leyendo los diez mandamientos para ver qué cumplimos y qué no cumplimos. ¿Creo que ninguno lo hacemos? Ok.
Pero quiero que usted entienda que a veces no es necesario leer los diez mandamientos para intentar agradar a Dios haciendo obras que estén de acuerdo a la ley, porque a veces nosotros creemos que vamos a estar bien delante de Dios por lo que hicimos o lo que no hicimos, por lo recto que somos ante nuestros ojos o porque caímos y ya no fuimos tan rectos. Hay una sola manera de ser justos ante Dios y una sola manera de agradarlo, y es por la fe, todo lo otro corresponde a nuestro esfuerzo por intentar agradar a Dios. Por eso, cuando intentamos agradar a Dios con el esfuerzo nuestro, personal, lo llamaríamos de la carne, o sea, de nuestro yo, todas las veces vamos a fracasar, y usted se va a dar cuenta que por un ratito la cosa funciona bien y usted avanza uno o dos días, tres, cinco, diez días si quiere, pero al rato algo va a ocurrir que usted va a volver a fracasar porque las obras de la ley, como son del esfuerzo personal, siempre están en contraposición de la fe, porque la fe me lleva a mí a saber declarar y vivir lo que Dios ya hizo por mí.
Es muy diferente, que yo me presente ante Dios para decirle: Señor, quiero que veas que estoy siendo recto y estoy haciendo las cosas como a ti te agrada... a decirle: me presento ante Ti basado en lo que Jesucristo ya hizo en mi favor.
Es totalmente diferente, ¿se da cuenta? A veces, inconscientemente lo que nosotros hacemos es decirle, Señor mira, esto es lo que estoy haciendo y me estoy esforzando por agradarte, estoy llevando una lista de las cosas buenas que he hecho, aquí están para que veas que yo estoy haciendo mi parte para agradarte; y Dios dice, lo lamento, porque has perdido el tiempo, llegará el día cuando te darás cuenta que volverás a fracasar porque tu base no es la fe, tu base son las obras. Y aun podemos tener, y por lo general nos suele pasar cuando tenemos años de conocer al Señor, no tanto cuando tenemos poco tiempo, porque cuando tenemos poco tiempo como todo es nuevo para nosotros, si no hay fe no tendríamos nada, no conocemos tanto, no sabemos la Biblia, no estamos tan acostumbrados a hacer una oración de esas de academia, las de universidad, no sabemos esas cosas, entonces, si no vivimos por fe no sabemos cómo vivir... entonces, nos acercamos a Dios y cuando nos acercamos a Dios, por lo general ¿qué le dice una persona nueva cuando se acerca a Dios y ora? Señor, gracias por lo que hiciste por mí...
Ya desde ese momento está poniendo el fundamento, me acerco a Ti porque sé que Tú ya me has librado, me cambiaste y me transformaste la vida, por eso, ahora yo quiero disfrutar de tu presencia. ¿Se da cuenta? Pero cuando pasa el tiempo y nos hacemos más profesionales del evangelio, cuando nos sabemos un poco más la Biblia, cuando ya nuestra oración fue cambiando porque ya fuimos aprendiendo, fuimos escuchando a los otros como oran y las palabras que hay que decir, y de pronto, encontramos un pasaje y decimos, hay que orar como dice este pasaje, entonces, ya vamos armando nuestra vida cristiana, ya la tenemos bien armadita, ¿sabe cuál es nuestra justificación ante Dios? Todas esas obras que hacemos. Y Dios dice: todas esas obras no te sirven para nada, está muy bien, aparentemente, religiosamente está extraordinario pero no te sirve, porque lo único que te hace justo delante de Mí es la fe en mi Persona y en mi Nombre.
Por eso sigue diciendo después:
“La ley no se basa en la fe; por el contrario,
«quien practique estas cosas vivirá por ellas»
Cristo nos rescató de la maldición de la ley al hacerse maldición por nosotros,
pues está escrito: «Maldito todo el que es colgado de un madero.»
Gálatas 3:12-14
¿Vio lo que dice el versículo? Cristo nos rescató de la maldición de la ley, ¿pero la ley quién la dio? Dios ¿y cómo, la ley tiene maldición, si la dio Dios? ¿Si Dios no maldice a nadie?
¿Cómo me explica usted este asunto? ¿O nos maldice o no nos maldice? ¿Sabe por qué? Porque la ley, lo único que hace es mostrarme cuán pecador soy, cuando yo veo la ley y me miro a mi mismo, digo, soy una porquería, no tengo forma, no tengo manera de agradar a Dios, todo lo que hay en mí está mal, todo.
Entonces claro, ¿qué pasa? La misma ley establecía que el que no cumplía todo lo que decía la ley era maldito, pero ¿por qué? ¿Por qué Dios lo maldecía? No, porque no cumplir la ley lo hacía maldito, por eso cuando Jesús vino lo que hizo fue tomar la maldición, y escuche bien lo que voy a decir porque es fuertísimo, Él se hizo maldito por nosotros. Es muy fuerte, pero es verdad, Jesús se hizo maldito por nosotros, por eso, murió en una cruz, porque en la Palabra establece que es maldito todo aquel que es colgado de un madero de una cruz. Por lo tanto, la maldición de la ley que tenía que caer sobre mí cayó sobre Jesús y Él dijo: Yo ahora estoy dispuesto a ser maldecido con toda la maldición que viene como resultado de no poder cumplir la ley, porque yo quiero librar a la humanidad de esa maldición.
Por eso, usted tiene que entender que Jesús le dijo los suyos, "a mi Padre le ha placido daros el Reino". Y suena muy bonito...Y nosotros nos agarramos de esa Palabra y decimos ¡qué tremendo, Dios me dio el Reino! Sí, pero usted tiene que entender también lo que significa que el Padre nos haya dado el Reino, porque no podríamos tener el Reino sin un Jesús que se hubiera hecho maldito por nosotros.
Si Jesús no se hacía maldito por nosotros, Dios el Padre no nos podría haber dado nada. Por eso, usted tiene que entender que cuando nos acercamos a Dios es porque tenemos una base y esa base es la fe en la obra que Jesucristo ha hecho por nosotros, no me justifico a mi mismo por ninguna obra por más bonita que sea, por más linda que esté a los ojos de los hombres, por más que esa obra pueda ser alabada por muchos, no me puedo justificar, no tiene esa obra el poder de justificarme, porque lo único que me justifica es mi fe en la obra de Jesús que se hizo maldito por mí para hacerme libre de la maldición que me tocaba a mí.
Por eso, después dice:
“Así sucedió, para que, por medio de Cristo Jesús,
la bendición prometida a Abraham llegara a las naciones,
y para que por la fe recibiéramos el Espíritu según la promesa.”
Gálatas 3:14
Ahora, yo quiero que usted entienda, voy a leer ahora y no se aparte de Gálatas, si usted quiere leer ahora deje una marquita en Gálatas para regresar, pero vamos a ir a Génesis el capítulo 12, es algo bastante conocido seguramente por la gran mayoría, pero yo necesito leer Génesis capítulo 12, voy a leer desde el versículo 1 para que usted entienda de qué estamos hablando que pudiera llegar a las naciones la promesa hecha a Abram. Dice:
“Pero Jehová había dicho a Abram: Vete de tu tierra y de tu parentela,
y de la casa de tu padre, a la tierra que te mostraré.
Y haré de ti una nación grande, y te bendeciré,
y engrandeceré tu nombre, y serás bendición.
Bendeciré a los que te bendijeren, y a los que te maldijeren maldeciré;
y serán benditas en ti todas las familias de la tierra.
Génesis 12:1-4
En Abram Dios hizo una promesa, Dios a Abram hombre le hizo una promesa, le dijo, mira: En ti, en tu persona, Yo voy a bendecir a todas las familias de la Tierra, en todo lugar y en todo tiempo todas las familias de la Tierra van a ser bendecidas en ti.
Por eso, en Gálatas leímos que esa promesa de Abram a través de Cristo y a través de nuestra fe en Cristo se hace real y se hace evidente en todas las naciones. ¿Por qué? Porque ¿qué caracterizó a Abram, cuál fue la característica que tuvo Abram ante Dios? Fe.
Justamente, Abram fue justificado ante Dios por la fe, Abram no tenía ley, la ley llegó, después lo vamos a leer, 430 años después, quiere decir, que él no conocía la ley, pero él le creyó a Dios en todas las áreas de su vida y en todo lo que Dios le dijo y le prometió de tal manera, que Dios pudo ver esa fe y decir, tú has sembrado algo Abram, por tu actitud ante mí y esa siembra va a ser cosechada por todas las familias de la Tierra, Yo voy a bendecir a todos por tu acción, por tu actitud de fe ante Mí.
Por eso, usted tiene que entender que cuando Gálatas está hablando de Cristo y de la obra de Cristo y que por la fe nosotros creemos en Cristo, usted tiene que entender entonces, que esa promesa hecha a Abram se puede cumplir sólo a través de Cristo, porque si usted piensa en Abram en sí mismo, todas las familias de la Tierra en ese tiempo, en Abram no fueron bendecidas, apenas comenzó la historia con Abram, es más, cuando recibió esta promesa ni siquiera el hijo todavía tenía, quiere decir, que tenía que pasar mucho rato y recorrer mucho camino para que fuera una realidad de que en Abram serían benditas todas las familias de la Tierra. Pero ¿sabe qué? Aunque Abram se hubiera llenado de hijos y hubiera llenado la Tierra con sus hijos, aún así la promesa no podría haber cumplido.
Para que se cumpliera la promesa era necesaria la intervención de Jesucristo, sin Jesucristo la promesa no se podía cumplir.
Ahora, ¿sabe lo que significa para nosotros esto hoy? Que nosotros no siendo pueblo escogido, pueblo elegido de Dios según la ley, según lo que Dios había establecido en un principio, como Abraham estaba sin ley, Dios pudo hacerle una promesa por su actitud y por su fe. Pero esa promesa abarcaría todas las naciones y haría que la familia escogida de Dios, que el pueblo escogido de Dios no sólo fuera Israel, por la actitud de Abraham. Por la actitud de Abram Dios dijo: todos los que tengan fe en Mí van a poder ser mi pueblo escogido.
Quiere decir, que nosotros somos parte de ese pueblo escogido por la actitud que tuvo Abraham y porque Dios dio una Palabra. Dios dio una Palabra que trasciende, absolutamente, cualquier edad, porque esa Palabra hoy nos llega a nosotros y va recayendo sobre todo aquél hombre y aquella mujer que crea en Jesucristo con todo su ser.
Por eso, usted tiene que entender que, cuando Dios dice algo y da una Palabra, esa Palabra trasciende tiempos y edades. Usted no puede escuchar una Palabra y decir bueno, una Palabra de Dios, qué bonita y qué linda... No, usted tiene que saber que Dios está comprometiéndose a sí mismo cuando da una Palabra; y esa Palabra, podrán pasar muchas cosas, pero Dios la ha enviado para que se cumpla conforme a su voluntad, posiblemente, no con las personas adecuadas, no con las personas interesadas en un principio, sino con otros porque unos creyeron y otros no, pero la Palabra, por ser de Dios, siempre se cumple.
Hoy nosotros, después de miles de años estamos disfrutando de la promesa que Dios le hizo a Abraham, ¿por qué? porque nosotros creímos a la manera que creyó Abraham.
Ahora, quiero regresar a Gálatas y avanzamos con el versículo 15 de Gálatas 3, dice el versículo 15, vuelvo a leerlo en Nueva Versión Internacional:
“Hermanos, voy a ponerles un ejemplo: aun en el caso de un pacto humano,
nadie puede anularlo ni añadirle nada una vez que ha sido ratificado.
Ahora bien, las promesas se le hicieron a Abraham y a su descendencia.
La Escritura no dice: «y a los descendientes»,
como refiriéndose a muchos, sino: «y a tu descendencia»,
dando a entender uno solo, que es Cristo.
Lo que quiero decir es esto:
La ley, que vino cuatrocientos treinta años después,
no anula el pacto que Dios había ratificado previamente;
de haber sido así, quedaría sin efecto la promesa.
Si la herencia se basa en la ley, ya no se basa en la promesa;
pero Dios se la concedió gratuitamente a Abraham
mediante una promesa.”
Gálatas 3:15-19
A ver, me detengo, vamos a pensar esto por un ratito, lo que está diciendo la Palabra es que cuando Dios le estaba dando una promesa a Abraham le estaba hablando de su descendencia, y lo que dice Pablo, por inspiración del Espíritu Santo, es que no estaba hablando de muchos, que estaba hablando de uno. Esa promesa se iba a cumplir en uno, ¿quién es ese uno? Cristo. Solamente en Cristo se podía cumplir la promesa, al cumplirse la promesa en Cristo, entonces, la herencia que venía de Dios prometida a Abraham iba a tener efecto.
Ahora bien, no podía tener efecto esa promesa ni esa herencia si se interponía la ley, por eso, Dios le hizo la promesa a Abraham antes de la ley y luego puso la ley para que el hombre supiera lo que a Dios le agradaba y lo que a Dios no le agradaba y lo que el hombre tenía adentro de maldad. Pero la ley no era base para obtener la promesa, por eso, era ridículo que los judíos intentaran obtener la promesa de Dios diciendo que ellos descendían de Abraham y que venían de ahí, pero agarrados a la ley, era imposible, porque la ley no les permitía tomar la herencia.
Esto es lo mismo que si hubiera una herencia humana, hay una herencia, hay un papel que marca cual es la herencia, quién es la persona que está heredando y quién es la persona que recibe la herencia. Usted es el hijo o la hija que recibe la herencia, imaginemos, y de pronto aparece otro hijo u otra hija que dice, no, pero yo también soy hijo acá tengo mi acta de nacimiento, así que yo soy hijo de fulano de tal y por ser hijo, a mí me corresponde la herencia. Sí, pero ¿sabe cuál es el problema? Que la herencia ya fue establecida y ya hay un escrito que dice, fulano de tal deja esta herencia a mengano, por más que aparezca otro, ya está determinado a quien le corresponde la herencia.
Israel no podía obtener la herencia a través de la ley porque ya estaba escrito de parte de Dios, esta promesa hecha a Abraham que implica una herencia, tiene a alguien, un nombre que va a poder recibir la herencia, ese nombre es Cristo, se interponga quien se interponga, quieran los demás argumentar y decir que a ellos les corresponde porque siguen la ley, ya está establecido, esa herencia tiene nombre, es para una sola persona, se llama Cristo.
Por eso, ni usted ni yo podemos tomar la herencia si queremos agradar a Dios por las obras de la carne, siendo muy buenos para con Dios, sólo a través de Cristo podemos tomar esa herencia.
Sigo leyendo, para que nos metamos un poquito más en el pasaje, dice el 19:
“Entonces, ¿cuál era el propósito de la ley?
Fue añadida por causa de las transgresiones
hasta que viniera la descendencia a la cual se hizo la promesa.
La ley se promulgó por medio de ángeles,
por conducto de un mediador.
O sea, Moisés...
Ahora bien, no hace falta mediador si hay una sola parte,
y sin embargo Dios es uno solo.
Si esto es así, ¿estará la ley en contra de las promesas de Dios?
¡De ninguna manera!
Si se hubiera promulgado una ley capaz de dar vida,
entonces sí que la justicia se basaría en la ley.
Pero la Escritura declara que todo el mundo es prisionero del pecado,
para que mediante la fe en Jesucristo
lo prometido se les conceda a los que creen.”
Gálatas 3:19-23
¿Por qué Dios le hizo la promesa a Abraham? No, porque Abraham fue diferente a otro ser humano en sí mismo, no porque Abraham era menos pecador, ¿por qué se la hizo a Abraham y no se la hizo a otro ser humano? ¿Por qué le hizo la promesa a él? Porque Abraham tuvo la actitud que Dios estaba esperando en un hombre para poder soltar una Palabra, prometer algo que cambiaría las naciones y establecer, ésta es mi herencia, Dios necesitó ver la actitud de un hombre como Abraham y cuando la encontró, dijo: tú eres ese hombre, a ti ahora te puedo hacer la promesa, ahora tú eres capaz de que yo te diga cuál es mi plan, en ti, en tu actitud, en tu fe serán benditas todas las familias de la Tierra. Pero eso, será cuando yo envíe a Aquél que puede recibir esta herencia, pero necesito a alguien a quien yo le pueda prometer.
Por eso mi hermano, la vida en el Señor es por fe y para fe, por más que yo me mate tratando de agradar a Dios, de hacer las cosas bien, de honrarlo en todos los aspectos, de tener mi vida armadita y decir, yo ya sé cuál es el paso uno, dos y tres para honrar a Dios, no funciona, porque para que Dios pueda hacerte una promesa tiene que ver tu actitud de fe. Cuando tu fe está en el piso y todo lo que haces está basado en tu percepción, en tu pensamiento, en tus ideas, en tus habilidades y en tus fuerzas, Dios no te puede prometer nada... nada.
Por eso, a veces tenemos conflictos con Dios, ¿sabe por qué? Porque nosotros queremos hacer las cosas a nuestro antojo y le decimos a Dios, yo ya tengo el plan... es así... así yo creo que está bien delante de ti y creo que Tú lo vas a bendecir de esta manera. Y Dios dice: Yo jamás podría bendecirlo de esa manera, porque aparentemente está bien pero no es de acuerdo a la fe, te estás moviendo de acuerdo a tus fuerzas, y como te estás moviendo de acuerdo a tus fuerzas, no esperes que yo te prometa nada, no hay nada que puedas recibir.
Dios necesitó a una persona como Abraham para hacerle una promesa, y luego necesitó a una persona como Cristo para cumplir la promesa y para que exista una herencia.
Déjeme leer un poquito más, quiero leer desde el versículo 23, que dice:
“Antes de venir esta fe, la ley nos tenía presos, encerrados hasta que
la fe se revelara. Así que la ley vino a ser nuestro guía encargado
de conducirnos a Cristo, para que fuéramos justificados por la fe.
Pero ahora que ha llegado la fe, ya no estamos sujetos al guía.”
Gálatas 3:23-25
Quiere decir que lo que la ley decía, ¿sabe para que lo usó Dios? Para ponerlo de guía.
La ley era la que iba delante de nosotros diciendo por acá, éste es el camino, fíjate, ¿hiciste esto? Está mal delante de Dios, ¿hiciste aquello? Está mal delante de Dios, ¿hiciste lo otro? Eres pecador, recuérdalo, de bueno no tienes nada. Y la ley estaba todo el tiempo así guiándonos, ¿ves esto? Está mal, en esto te equivocaste también, esto lo quisiste hacerlo bien pero te salió mal otra vez, entonces nos iba conduciendo, ¿para qué? ¿Para llevarnos a dónde? Para llevarnos a Cristo.
La ley nos mostró quién era Cristo, para que cuando llegáramos a Cristo pudiéramos decir yo lo necesito, yo tengo que entregarle mi vida a Él, yo no puedo vivir como he vivido hasta ahora, para eso sirvió la ley, como un guía que nos condujo a Cristo. Por eso, toda vez que yo quiera tomar una guía para, —que esto se hace... esto no se hace... esto está bien... esto está mal... así es mi vida... así la armé.... así agrado a Dios—, no voy a poder.
¿Sabe dónde voy a tener que terminar siempre? En Cristo.
Por eso, muchas veces cuando armamos cosas en nuestra vida y hacemos y planeamos, nos damos la cabeza contra la pared, y Dios lo permite ¿Sabe por qué? Porque es la única manera que nos volvamos a encontrar con Cristo. ¿O nunca le pasó a usted que después de haber hecho todo y haber planeado todo, tiene que volver a arrepentirse? y decirle, Señor perdón porque yo hice todo y armé todo, pero como a mí me pareció, y Tú no estuviste en medio de este asunto jamás, así que te entrego esto, vuelvo otra vez a Ti, donde tendría que haber empezado.
Por eso, a mí me preocupa cuando en nuestra vida en vez de haber un gozo, una alegría que es natural en los hijos de Dios siempre hay preocupación, siempre hay una cara un poco triste, siempre hay un pesar. ¿Sabe por qué? Porque eso habla de que no estamos yendo a Cristo, no hay fe, lo acaba de decir el hermano (bajito lo dijo) pero es así ¡no hay fe! No estamos viviendo la vida en el Señor a través de la fe, parece que la vivimos en el Señor, pero con nuestra fuerza, entonces, en vez de estar aquí explotando por Dios, felices en el Señor, pisando nuestras circunstancias, las circunstancias nos aplastan a nosotros, y si cantamos las circunstancias no me mueven a mí. No, no me mueven ¡me aplastan! La canción está bien, no me mueven, me aplastan porque no hay una vida de fe, cuando hay una vida de fe, mi hermano, ¿sabe lo que se siente? lo que usted sintió el domingo pasado cuando usted salió a predicar, hay un gozo sobrenatural. ¿Alguien puede frenar ese gozo? Cuando uno está compartiendo, ¿usted se acordó de los problemas? ¿Tuvieron algún valor los problemas? ¿Pesaron mucho en su corazón? Cuando usted veía que la gente recibía la Palabra, y usted compartía y que podían conversar ¿usted se acordó de los problemas? ¿Sabe por qué? Porque eso es un acto de fe. Que yo me acerque a alguien que no conozco y que esa persona no conoce al Señor, que yo le diga: Dios te ama y tu vida puede ser completamente transformada pero requiere de una sola cosa: conocer a Jesucristo. Que yo lo haga es un acto de fe, yo creo en la obra sobrenatural del Espíritu de Dios que lo va a convencer a él de que tiene que escucharme lo que tengo para decirle y nadie lo va a mover de ahí. ¡Eso es un acto de fe! Por eso funciona, porque usamos fe para predicar el evangelio.
Por eso, mi hermano, cuando la cosa está más o menos y la cara está más larga que la túnica que nos ponemos para presentar el corderito al Señor, es porque no estamos viviendo una vida de fe, estamos viviendo una vida natural... natural. Y a veces la fe nos hace estar como parados arriba de un hilito, ¿y ahora como haré y cómo será? Pero, pero uno sabe que el Señor está allí y el gozo no se pierde, al contrario, en vez de haber ansiedad y nerviosismo hay expectativa. Aunque uno no sepa lo que va a venir, tiene expectativa ¿sí o no? ¿Nunca le pasó que usted no sabe como Dios va a hacer algo, pero usted está orando y confía en el Señor? Usted no tiene ni idea, y si lo mira humanamente parece una locura, ¿pero usted está triste o tiene expectativa? Siempre uno tiene expectativa cuando camina por fe. Cuando uno no camina por fe, siempre va a haber tristeza, porque no fuiste creado en Cristo Jesús para andar por la fuerza de tu voluntad ni de tu carne, fuiste creado en Cristo Jesús para andar por fe.
Por eso, es lo que estamos leyendo en la Palabra dice, que la ley vino a ser nuestro guía encargado de conducirnos a Cristo para que fuéramos justificados por la fe, y dice:
“Pero ahora que ha llegado la fe,
ya no estamos sujetos al guía.”
Gálatas 3:25
Cuando llegó la fe a nuestra vida, nunca más, nunca más podemos agarrarnos de un guía, ya no habrá guía que nos conduzca porque ahora ya sabemos cuál es el conductor: la fe.
La fe es la que nos conduce a Cristo, todo el tiempo de nuestra vida.
Ahora, quiero leer un poquito más, sigo leyendo desde el versículo 26, fíjense lo que dice:
“Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús,
porque todos los que han sido bautizados en Cristo
se han revestido de Cristo.
Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer,
sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.
Y si ustedes pertenecen a Cristo, son la descendencia
de Abraham y herederos según la promesa.”
Gálatas 3:26-29
Hay algo muy interesante que usted tiene que entender aquí, porque dice: Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, pero esta palabra hijo no habla de un hijo niño. Hay por lo menos dos palabras en griego en el Nuevo Testamento para referirse a hijo, ésta es una de ellas, la otra se encuentra abundantemente, en el evangelio de Juan, pero la otra tiene que ver con un hijo niño.
Esta palabra hijo, en el original, tiene que ver con un hijo adulto, con un hijo maduro, con un hijo que conoce a su padre, pero que tiene la capacidad de responder a lo que su padre le ha delegado.
Dice: “Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo.” Gálatas 3:26.
Quiere decir, que cuando nos bautizamos, una de las cosas más sorprendentes y sobrenaturales que nos ocurren, es que a partir de ese momento la Palabra dice que estamos revestidos de Cristo. O sea, es como que se nos pone un traje que nos cubre por completo y ese traje es Cristo mismo, estamos revestidos de Él.
Quiere decir, que todas nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras palabras, nuestros caminos, nuestras decisiones, todo tiene que ver con la voluntad de Cristo, porque es Cristo no sólo el que está en nosotros, el que nos ha revestido para que andemos conforme a la voluntad de Dios. Y por eso, después agrega no hay ni varón, ni mujer, ni esclavo, ni libre, ni griego, ni gentil... ¿sabe por qué? Porque en Cristo no hay distinción ni categoría. En Cristo no hay distinción ni categoría.
Muchas veces usted posiblemente dijo o escuchó: yo no puedo esto en el Señor porque mi marido aquello... es que yo no puedo porque mi esposa... es que yo no puedo porque mis hijos, estoy siempre... Pareciera que siempre hay algo o alguien que me impide hacer la voluntad de Dios porque se mete en el camino, y siempre me pone un piecito para que yo me vaya de boca al piso.
En Cristo, no hay ni varón, ni mujer, ni esclavo, ni libre, ni griego, ni judío, a ti nadie te puede detener para honrar a Dios con todo tu ser.
Cuando tú dices, es que no puedo por esto o por aquel, es un síntoma más de que no estamos caminando en fe. Eso es todo, no tiene más misterio el asunto, ni otra explicación. La fe que yo debía desarrollar la dejé muerta, apagada y le echo la culpa a alguien más, porque no me voy a atrever a decir que no tengo fe.
Entonces, para justificar mi falta de fe, digo no puedo por... y le pongo nombre y apellido a la persona que me está entorpeciendo. ¿Pero sabes cuál es la realidad? Que en Cristo, como tú estás revestido de Cristo, nada ni nadie te puede apartar de Él y de hacer su perfecta voluntad. Quiere decir que todo a tu alrededor se puede venir abajo, pero Dios va a buscar una actitud tuya. Por eso, le pudo hacer la promesa a Abraham, fue uno, hasta lo sacó de su tierra y de su parentela, fue uno, uno solo. Uno solo que le creyó a Dios, que actuó con fe, y que Dios le pudo hacer la promesa.
Ahora, ni hablar cuando tú como varón, como mujer, esposo, esposa, padre, madre, tú tienes una actitud de fe para con Dios, tú estás sentando un precedente y abriendo un camino para los que vienen detrás tuyo y estás marcando la pauta de cuál es tu prioridad. Si los demás no quieren ya es un problema de los demás, pero tú ya estás marcando la pauta, tú estás diciendo quien es el más importante en tu vida, a quién amas por encima de todas las cosas, estás marcando una pauta.
Y dice después, al final del 28:
“(...) Sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús.
Y si ustedes pertenecen a Cristo,
son la descendencia de Abraham
y herederos según la promesa.”
Gálatas 3:28b-29
Fíjense, primero dice, ustedes son uno solo en Cristo. Cuando dice: uno solo en Cristo, ¿de quién está hablando? De la Iglesia, del Cuerpo, ustedes son uno solo, Dios no está hablando de individuos solamente aquí, que mi actitud de fe es personal ante Dios, eso es verdad, pero ahora Dios está diciendo:
Todos ustedes que viven por la fe, todos ustedes son uno solo en Cristo y si son uno en Cristo, entonces son descendientes de Abraham y son herederos de la promesa. Porque, ¿quién era verdaderamente el heredero? ¿Quién era el que iba a recibir la herencia? Cristo. Y si estamos revestidos de Cristo y somos su Cuerpo, somos Cristo.
Así es, aunque suene muy asustadizo el asunto, somos Cristo sobre la Tierra. La promesa de Dios, la herencia de Dios se la ha prometido a Cristo, por lo tanto, su Iglesia la puede disfrutar.
Por eso, cuando Jesús estaba diciendo: a mi Padre le ha parecido bien, ha sido su perfecta voluntad darles el Reino, Jesús no le estaba hablando a un grupito de doce, Jesús estaba hablándole a la Iglesia.
¡A ustedes Iglesia mi Padre le ha parecido bien darles el Reino porque ustedes después de toda mi obra completa, ustedes serán uno conmigo y serán la manifestación mía sobre la Tierra!
Quiere decir, que el Cristo que yo seré glorificado, sentado a la diestra de Dios, lo seré en la Tierra manifestado en medio de las naciones a través de ustedes. Ustedes van a poder poseer lo que mi Padre le prometió a Abraham.
¿Se da cuenta Iglesia? Quiere decir, que lo que hay para nosotros es mucho más que las circunstancias y problemas que tenemos, es tonto seguir dándole vuelta a los asuntos, es tonto negarse a la transformación del Espíritu Santo en nuestra vida, es tonto no permitir el gobierno del Espíritu de Dios, es tonto de pronto deprimirnos porque estamos mal, tuve una mala semana... Eso no existe para los que andamos en fe, para los que honramos a Dios con todo nuestro ser, para los que sabemos que somos uno, porque ahí mi unidad espiritual con usted me afecta, o lo afecta si alguno de los dos andamos mal.
Por eso, usted entienda esto, mire yo le voy a leer algunas cosas en Génesis, otra vez, no se vaya de Gálatas pero vamos a Génesis 13:15 que dice... le sigue hablando Dios a Abraham:
“Porque toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia...
...para un ratito ¿No? para siempre...
toda la tierra que ves, la daré a ti y a tu descendencia para siempre"
Génesis 13:15
Por eso, usted puede ahora entender por qué Jesucristo todavía no regresó por segunda vez, porque hasta que la Iglesia no sea una, camine en fe, honre a Dios y pueda tomar la herencia, Jesucristo no puede venir. ¿Usted se da cuenta? Por eso estamos sentados aquí pero estamos siendo entrenados aquí para ser esta Iglesia y para rescatar a quien Dios ha decidido rescatar para que sean parte de la Iglesia de Jesucristo, no de “Generación en Conquista Miami”, estamos hablando de la Iglesia de Jesucristo, la que está en todo el mundo, la verdadera, la que honra a Dios con su vida, la que vive y camina por fe, ¡esa Iglesia!
Por eso usted tiene que entender que mi vida de fe es absolutamente importante para Dios, porque como miembro del Cuerpo Dios está viendo mi vida y mi actitud de fe para que todo el Cuerpo como uno pueda arrebatar la promesa que Dios le hizo a Abraham y que se cumplió en Cristo.
Por eso quiero volver a Gálatas para terminar, con el capítulo 4, dónde nos quedamos, versículo 1 y lo sigo leyendo en la Nueva Versión Internacional, que dice:
“En otras palabras, mientras el heredero es menor de edad,
en nada se diferencia de un esclavo, a pesar de ser dueño de todo.
Al contrario, está bajo el cuidado de tutores y administradores
hasta la fecha fijada por su padre.
Así también nosotros, cuando éramos menores,
estábamos esclavizados por los principios de este mundo.
Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo,
nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que
estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos.
Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones
el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! ¡Padre!»
Así que ya no eres esclavo sino hijo; y como eres hijo,
Dios te ha hecho también heredero.”
Gálatas 4:1-8
Entienda esto, la Palabra está diciendo, cuando el heredero es niño todavía no puede tomar lo que le corresponde. ¿Por qué? Porque todavía no está capacitado, el padre establece un tiempo, cuando dice, ya ahora es adulto, es mayor de edad, ahora está capacitado a tomar la herencia; por tanto, hasta tal edad no va a poder tomar la herencia porque todavía es niño y mientras es niño tiene personas que lo guían, esos tutores que lo educan, lo enseñan, tienen administradores que son mayordomos que el padre ha puesto para el cuidado de la vida de ese niño.
Pero fíjese, cuando habla de nosotros como esos niños, ¿dice que estábamos en Cristo? Fíjese en el pasaje:
“Así también nosotros, cuando éramos menores,
estábamos esclavizados por los principios de este mundo.
Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo,
nacido de una mujer, nacido bajo la ley,
para rescatar a los que estaban bajo la ley,
a fin de que fuéramos adoptados como hijos.
Ustedes ya son hijos. Dios ha enviado a nuestros corazones
el Espíritu de su Hijo, que clama: «¡Abba! ¡Padre!»
Así que ya no eres esclavo sino hijo;
y como eres hijo, Dios te ha hecho también heredero.”
Gálatas 4:3-8
¿Sabe lo que le quiero mostrar? Que a veces nos justificamos que somos hijos pero que todavía somos inmaduros, pero no es la idea de Dios, porque lo que está diciendo la Palabra es que éramos esos hijos que ya estábamos en la mente de Dios como hijos pero menores y no nos diferenciábamos en nada del esclavo. ¿Por qué? Porque no teníamos capacidad para tomar ninguna herencia. O sea que el esclavo y yo, hijo menor incapaz, no podemos ninguno de los dos tomar, él porque es esclavo porque no le corresponde y yo porque no tengo capacidad de tomar la herencia.
Pero dice, que fuimos esos niños menores cuando seguíamos los principios de este mundo, los rudimentos de este mundo, pero cuando vino Cristo, ahora por la fe en Él fuimos adoptados como hijos, directamente como hijos adultos, hijos mayores, hijos capacitados para tomar la herencia. Por eso, antes dijo que cuando fuimos bautizados fuimos revestidos de Cristo.
Mi hermano, yo te quiero sacar una idea de la cabeza: es que yo todavía no puedo... no sé... es que soy muy incapaz... Eso sería tanto como decir, estamos hablando de herencia, no vamos a mezclar los contextos, eso sería tanto como decir, que Dios todavía no me hizo completo, que todavía me falta y como me falta yo no puedo heredar nada y no puedo recibir nada de Dios, y la Palabra no establece eso.
La Palabra establece que cuando fuimos adoptados como hijos, para Dios somos hijos adultos capaces de heredar lo que Él nos ha dado porque con Cristo nos dio todo, nos revistió de Cristo para que ya no tenga poder nuestra naturaleza humana, nuestro viejo hombre ni el pecado que nos habitaba porque eso aun fue arrancado.
Quiere decir, que ahora como hijos somos hijos adultos, todo lo demás se llama excusas. Excusas... no puedo... no sé... no soy capaz... apenas estoy empezando... es que tengo muchos problemas, todo se llama excusas, para Dios somos hijos adultos capaces de heredar.
Fuimos niños menores, cuando todavía seguíamos los principios de este mundo pero cuando por la fe en Cristo nos entregamos a Él y creímos en Él somos hijos adultos que pueden conquistar, que pueden tomar.
Ahora, yo quiero que piense usted en una cosa, cuando recibimos algo como una herencia no sólo hay privilegios también hay responsabilidades. Imagínese que un padre o madre le deja como herencia una empresa, una empresa muy buena que está funcionando muy bien que genera mucho dinero y usted es el heredero de esa empresa. Cuando la recibe, la empresa está marchando perfectamente bien, todo funciona bien y sigue generando mucho dinero. Usted ha recibido un privilegio, ¿no? Porque usted no trabajó para esa empresa, su papá posiblemente trabajó y levantó esa empresa, pero usted recibe el beneficio del trabajo de su papá. Ahora, ¿usted sólo recibió un beneficio? ¿Recibió sólo un beneficio? ¿Qué recibió además del beneficio? Responsabilidad. ¿Por qué? Usted va a tener que hacer algo, ¿o no va a tener que hacer nada con la empresa que recibió? Si usted no se ocupa de esa empresa, lo que a su papá posiblemente le costó toda la vida levantar y que fuera una empresa próspera, usted en dos meses lo derriba y lo echa abajo.
Lo mismo ocurre con la herencia que Dios nos ha dejado. Jesús dijo: a mi Padre le pareció bien darles el Reino, el Reino es de ustedes, es un enorme privilegio, pero el privilegio implica una enorme responsabilidad, yo tengo que ocuparme del Reino, tengo que trabajar por y para él, tengo que hacer que el Reino sea productivo en esta Tierra, tengo que generar más ingresos para este Reino y no me estoy refiriendo a economía, me estoy refiriendo a hombres y mujeres que se sumen a este Reino. Lo recibí gratis, no me costó nada, otro trabajó, otro fue hecho maldito para que yo recibiera este privilegio pero recibir el privilegio implica una responsabilidad.
Por eso, a veces decimos es que el Señor me está dando duro y está trabajando conmigo y se está metiendo en esas áreas, si usted supiera pastor como me duele... Es una tontería, estamos comparando el maní, cacahuate o como le llame usted en su país, que tengo en el piso y que se me cayó, y es tan importante comparado a todo el Reino que Dios me ha dado, no tiene comparación.
Mi hermano, claro que Dios le va a seguir dando hasta por abajo de la lengua y a mí también, y le tengo una noticia, eso va a ser hasta el día que veamos a Cristo, hasta el día en que nos encontremos con Él, el Señor seguirá trabajando con nuestras vidas, entiéndalo. Cuanto más le conocemos más el Señor sigue haciendo en nosotros para que sea más Él y menos nosotros, para que la gloria se haga manifiesta de su parte y no de nuestra habilidad. Siempre será así ¿sabe por qué? Porque el privilegio de haber recibido el Reino implica la responsabilidad de que el Reino funcione en nuestras vidas.
Iglesia, estamos en un tiempo, lo dijo el pastor, muy crucial en esta humanidad las cosas, la verdad que están cabeza para abajo y patas para arriba, está todo dado vuelta, está todo al revés. Yo a veces pienso, por ejemplo, en una mujer como María Angélica, cuando ella recordará sus años de juventud, las cosas que hoy ella escucha en la televisión jamás se imaginó cuando era joven o niña en escucharlas alguna vez, y hoy son normales. Seguramente cuando lleguemos a su edad nos va a pasar lo mismo. Y hoy estamos hablando de cosas serias y cuando lleguemos a la edad de ella digamos, pero nunca me imaginé que iban a estar pasando estas cosas en el mundo. Pero mientras el mundo está así nosotros seguimos ocupados en nuestros problemas, en rehusarnos a que Dios toque aquello que todavía nos duele, en que Dios quiera cambiar y transformar ese asunto, en rehusarnos a depositar fe en lo que Él dice aunque me parezca una locura y Dios me lo dice... y pero esto no puede ser... jamás podría ser así... y me paro ahí y soy más fuerte que quien sea, porque para mí no puede ser aunque lo diga Dios...
Iglesia, si recibiste un Reino, Dios te va a dar, y te va a dar, y te va a cambiar, y te va a transformar, y te va a arrancar cosas para ponerte lo que viene de Él porque hay una responsabilidad en nuestras manos. Que el Reino se haga manifiesto en medio de nosotros y en nuestras vidas.
Si el Reino no está en casa no sirve, tendrá que haber alguien en casa que salte y que diga, aquí en esta área no se está viendo el Reino de Dios, pero nuestra herencia es el Reino, no lo que estamos viendo y lo que estamos haciendo. Estamos actuando de acuerdo a nuestra cultura, de acuerdo a nuestro pensamiento, pero ése no es el Reino y nuestra herencia es el Reino. Alguien se tiene que poner violento con esas cosas en casa, alguien lo tiene que hacer, porque ese Reino que yo viva en casa es el mismo Reino que voy a transmitir cuando voy a predicar.
El concierto del garaje seguramente estuvo extraordinario y lo seguirá estando en los lugares donde se presente, pero ahora se hizo una invitación para el próximo martes, ¿no? Pero ahora a esa gente hay que mostrarle el Reino. Ahora el encargado de mostrarle el Reino tendrá que vivir el Reino, porque ahora no es solo sentarse con la persona y leerle La historia de Nikhos. Mi hermano, eso es sólo una herramienta. Que yo sepa manejar un destornillador no me hace electricista, que usted sepa manejar La historia de Nikhos no lo hace alguien que muestra el Reino en la vida diaria, ¿me está entendiendo?
Por eso, al Señor le ha parecido bien darnos el Reino, no lo ha negado, en realidad Dios no nos ha negado nada de lo que tiene, ¿usted se da cuenta? Nada, no se quedó con nada, empezó dándonos a Cristo y terminó dándonos el Reino. ¿Qué más le podemos pedir a Dios? No hay nada más que le podamos pedir a Dios, nos entregó todo, absolutamente todo, no hay nada más que nos pueda dar.
Pero ahora Él también determinó que éramos hijos adultos, hijos que estábamos capacitados para tomar la herencia y para hacerla producir, que no sólo íbamos a gozarnos con el privilegio de recibir la herencia sino que íbamos a asumir la responsabilidad de esa herencia, íbamos a mostrarla, íbamos a manifestarla, íbamos a hacer todo lo que fuera necesario para que ese Reino se haga manifiesto, porque somos Cristo en la Tierra, sin nosotros no existe Cristo en la Tierra, es así.
Yo sé que siempre en el Señor hay nuevos desafíos y vienen nuevos tiempos pero yo sé que el 2008 tiene que traer de parte de Dios muchas cosas para nuestras vidas como iglesia local, muchas cosas y muchos desafíos, pero cada uno de nosotros tiene que aprender a ser un hijo maduro en el Reino, que sabe hacer lo que tiene que hacer para Dios, que deja a un lado lo que no sirve para tomarse de lo que sirve para vivir y caminar por fe la vida que Él nos ha dado.
Mi hermano, Dios ha dado apenas algunas muestras de lo que esta iglesia puede hacer en medio de esta comunidad, apenas algunas muestras.
Y a nuestro entendimiento podríamos decir, es que en Miami es muy difícil, tú no le puedes decir a nadie acerca de Cristo, en Miami porque son terribles, no te quieren escuchar... Y el domingo pasado Dios, creo que con guante blanco y una bofetada de esas, nos dijo: ¿no te van a escuchar? Si Yo te envío ¡claro que te van a escuchar! Si Yo estoy contigo ¿quién puede estar en contra tuya? Claro que te van a escuchar, no sólo te van a escuchar, van a abrir su corazón, no sólo van a abrir su corazón, te van a pedir que por favor les muestres a Cristo, necesitan cambiar.
Dios nos está considerando hijos maduros, hijos adultos que saben la herencia que han recibido y la saben administrar.
Así que, iglesia ya no luches, desenreda tus pies de esos asuntos que no valen la pena, más bien, en los asuntos que hay que obedecer, es muy sencillo, obedece y haz lo que tengas que hacer, no le des más vueltas, no le sigas explicando a Dios que por esto, y por aquello y por el otro, y que no puedes, y que te ha costado mucho, y que tu manera de ser y de pensar, y que la esposa, y que los hijos... Ya no le expliques más nada a Dios. Obedece, haz lo que tienes que hacer y toma tu parte en esta herencia para vivirla primero y para manifestarla después.
Así que, yo quiero orar pero con todos y por todos, porque esto es parte de todo, hoy no podría decirle a usted que alguno se ponga de pie, el que lo decida. Mire, si usted no va a decidir vivir para el Reino ya empezamos mal, vuelvo... vuelvo le pido al pastor que me vuelva a presentar y vuelvo a empezar porque no tendría sentido, si estamos acá, es porque somos parte de esto, todos los que estamos aquí somos parte, los nenitos que están allí adentro son parte, para eso están siendo entrenados, allá no se está entreteniendo a nuestros hijos, allá se los está entrenando.
Hay un Reino que manifestar y hay un mundo que salvar.
Por eso fíjese, cuando Dios le habló a Abraham le dijo: en ti serán benditas todas las familias de la Tierra. Y le dijo: ¿ves toda esta tierra? Te la daré a ti y a tu descendencia.
Quiere decir, que hay algo para conquistar pero hay familias para bendecir. ¿Cómo van a ser bendecidas las familias de la Tierra hoy? A través de la Iglesia.
Hermanos, somos nosotros los que bendecimos las familias de la Tierra, si no somos nosotros nadie más las puede bendecir ¿se da cuenta? Quiere decir que el mundo está esperando ser bendecido por Dios a través de la Iglesia. Así que imagínese lo que nos espera.
Vamos a orar:
Padre, te agradecemos en esta tarde por tu Palabra y por tu Espíritu Santo. Gracias porque tu Palabra siempre es muy clara y es eficaz para mostrarnos tu voluntad perfecta, para mostrarnos tus planes desde el principio Señor. Y nos asombra ver como planeaste las cosas con tanta delicadeza, con tantos detalles que cuando Tú, Padre, estabas prometiéndole a Abraham que en él serían bendecidas todas las familias de la Tierra, al mismo tiempo, Tú estabas viendo a Cristo morir en la cruz, al mismo tiempo lo estabas viendo glorificado, y al mismo tiempo estabas viendo a la Iglesia manifestándose en esta Tierra.
Te alabamos Señor, porque pensaste en nosotros cuando ni siquiera estábamos en la mente de Abraham, ni él se podía imaginar que íbamos a existir.
Señor te honramos porque eres perfecto en todos tus caminos Señor, eres perfecto en todos tus caminos. Y hoy Señor sin esforzarnos, sin hacer nada de nuestra parte, sin haberte nosotros hecho promesas, a Ti hoy estamos recibiendo una herencia que jamás podíamos imaginarnos recibir.
Por eso, Señor, volvemos a confirmar y a decir delante de Ti que no nos podrías haber dado más porque en realidad lo diste todo. ¿Qué más te podríamos pedir Señor? Absolutamente, todo lo que era tuyo, todo lo que Tú tenías no lo negaste, no lo retuviste, sino que lo diste por entero para cada uno de nosotros.
Te honramos Señor porque aun la fe que hemos depositado en Cristo Jesús es tu fe en nosotros, aun eso Señor viene de Ti. Por eso, definitivamente al estar reunidos hoy como iglesia lo primero que queremos hacer es rendirnos a Ti y es reconocer tu grandeza y tu señorío sobre nuestras vidas. Todo lo que somos y tenemos te pertenece y lo volvemos a decir con todas las letras y lo volvemos a gritar porque todo lo que somos y todo lo que tenemos te pertenece Señor, es tuyo todo lo hemos recibido de Ti.
Definitivamente, por eso podemos entender a David, de lo recibido de tu mano te damos, Señor aun cuando compartimos el Evangelio no es nuestro, es tu Evangelio, es tu verdad, es tu dinamita que la has puesto dentro de nosotros y hoy podemos brindarla a otros. Por eso, Señor de lo tuyo es que podemos dar.
Señor, lo segundo que queremos hacer es humillarnos delante de Ti y pedirte que nos perdones por seguir enredados en tantos asuntos tontos y banales que no tienen ningún sentido, que no nos ayudan para poder percibir y tener la verdadera dimensión del Reino que Tú tienes.
Señor, perdónanos porque damos muchas vueltas sobre las mismas cosas una y otra vez. Perdónanos, Señor por argumentar tanto delante de Ti.
Perdónanos, por exponer nuestra causa a ti.
Señor, a veces confundimos tu bondad porque decimos Dios es bueno y por considerarte bueno creemos que Tú tienes la obligación de escuchar todos nuestros argumentos, todas las tonterías de nuestra mente para decirte por cuántas razones y por cuántas graves razones no podemos hacer tu voluntad.
Perdónanos Señor, no podemos hacer más que pedirte perdón. No hay ningún argumento válido delante de Ti, cuando vemos tu Palabra y podemos ver todo lo que nos has dado todo se derrumba, cualquier argumento, pensamiento, cualquier idea, cualquier circunstancia, cualquier problema que le dimos una dimensión mayor, todo se cae delante de Ti. Definitivamente lo único que podemos hacer es pedirte que nos perdones por esas cosas.
Pero lo tercero que queremos hacer es pararnos como estamos, pero en el Espíritu pararnos sobre la obra de Cristo y sobre la fe que has depositado en nosotros.
Queremos, Señor, tener una relación contigo verdaderamente de fe, por fe y para fe.
Señor, porque todas estas promesas son para los que caminan por fe en Cristo Jesús.
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