en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Siempre es un privilegio muy grande el hecho de que podamos reunirnos y poder declarar el nombre del Señor con absoluta libertad, recuerden que la libertad nunca viene desde afuera, la libertad viene desde adentro.
El Señor es el único que nos hizo libres, y esa libertad, aunque estuviéramos con cadenas, aunque estuviéramos en una cárcel, aunque estuviéramos siendo maltratados, aunque injustamente alguien estuviera haciendo algo en contra de nosotros, no hay ninguna persona en este mundo que podría robarnos la libertad que Cristo nos dio.
Así que, cuando adoramos y alabamos al Señor, lo hacemos con base en esa libertad interior, nada ni nadie puede juzgarnos por adorar a Dios, porque lo hacemos sabiendo que Él nos hizo libres y porque Él nos hizo libres podemos adorarlo y rendirle toda la gloria y toda la honra que merece.
En este día quiero compartir algunas cosas realmente trascendentes que podemos notar en la Palabra, y para empezar yo quiero pedirles que busquen el evangelio escrito por el apóstol Mateo, el capítulo 16, comenzando en el versículo 21... Mateo 16 desde el versículo 21, yo lo voy a leer en la Nueva Versión Internacional, y mientras lo terminan de buscar quiero recordarles a todos el antecedente de lo que vamos a leer, ¿qué quiero decir? muy poquito antes, un momento antes de que ocurriera lo que vamos leer, Jesús les había preguntado a sus discípulos, ¿quién decía la gente que era Él? Y comenzaron a decir, lo que evidentemente habían escuchado por allí.
Pero luego, les hizo una pregunta más íntima, ¿y quién dicen ustedes, que soy Yo? Ante eso Pedro, inspirado por el Señor, habiéndole sido revelado por el Padre cuál era la respuesta adecuada le dijo, tú eres el Cristo, el hijo del Dios viviente.
Así que con ese antecedente, apenas había terminado de ocurrir esto, ocurre lo que ahora vamos a leer, dice Mateo 16 el versículo 21:
"Desde entonces comenzó Jesús a advertir a sus discípulos
que tenía que ir a Jerusalén y sufrir muchas cosas a manos de los ancianos,
de los jefes de los sacerdotes y de los maestros de la ley,
y que era necesario que lo mataran y que al tercer día resucitara.
Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo:
—¡De ninguna manera, Señor! ¡Esto no te sucederá jamás!
Jesús se volvió y le dijo a Pedro:
—¡Aléjate de mí, Satanás! Quieres hacerme tropezar;
no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres".
Mateo 16:21-23
Hasta aquí leemos la Palabra. Por el momento si ustedes se fijan, para que Jesús, en ese momento y a partir de ese momento, comenzara a decirle a los discípulos que era necesario que Él sufriera mucho, que luego Él iba a morir y que iba a resucitar; para que Él pudiera hacerlo con libertad y anunciarlo, necesitó primero que hubiera una declaración de quién era.
Usted puede buscar en la Palabra, antes de este suceso y se va a dar cuenta que Jesús no les había revelado todavía esto, lo hizo a partir de ese momento, ¿y por qué lo hizo en ese momento? Porque sobre la base de que Él era el Cristo, el hijo del Dios viviente, entonces podía ser revelado el propósito por el cual el Padre lo había enviado al mundo.
Ahora, es demasiado notable que el mismo que recibió la revelación del Padre, acerca de quién era Jesús, fuera el mismo que lo tomara aparte para decirle, bueno más bien para reprenderlo, según lo que acabamos de leer y decirle, eso no te va a suceder jamás.
¿Cómo una persona puede cambiar tan rotundamente de un momento al otro? Y la razón es muy sencilla, según por qué o por quién se deje guiar. Cuando Pedro dijo quién era Jesús, entonces el Señor lo miro y le dijo, eres bienaventurado porque eso no te lo reveló ni carne ni sangre, te lo reveló mi Padre. Quiere decir, que para dar la respuesta, él estuvo bajo la influencia y la guía del Padre, y pudo responder. Su respuesta no nació de lo que a él le parecía, su respuesta no nació de una idea que había venido formando con el paso del tiempo por estar y convivir con Jesús, y decir... a mí me parece que tiene que ser el Cristo, ya vengo viendo hace tiempo y por sus características, si éste no fuera el Cristo, otro no podría ser. No fue eso, y no estoy diciendo tampoco que Pedro no creyera que Jesús era el hijo de Dios, simplemente que de manera natural, cuando él se dejó guiar por el Padre, pudo hablar naturalmente lo que era la verdad de Dios. Pero un momento después ya no estaba hablando bajo la guía o la revelación del Padre, ahora sus palabras eran el resultado de sus sentimientos, de sus emociones, es decir, de sus pensamientos.
Hay algo que muestra la gran diferencia de lo que Pedro hizo al principio, cuando declaró quién era Jesús, a lo que hizo después, y la diferencia está dada por el trato de Jesús.
La primera vez le dijo, te lo reveló mi Padre; pero esta vez ¿cuáles fueron las palabras de Jesús a Pedro? ¿Cuáles fueron? Aléjate de mí Satanás... El mismo que recibió la revelación del Padre, un ratito después estaba siendo un instrumento del mismo diablo.
Ustedes saben bien que Jesús no iba a decir palabras por decirlas. Miren, para que nadie se confunda, no es que Jesús se embroncó, se puso nervioso por lo que Pedro dijo ahora, y entonces se desquitó con él haciéndolo sentir mal, eso lo hacemos nosotros muchas veces cuando nos embroncamos con alguien, tratamos de buscar qué cosa hiriente le podemos decir para lastimarlo. No, no, no, Jesús no se llevaba de esa manera con los suyos, Jesús siempre actuó de una manera espiritual y guiado por el Padre. Quiere decir, que las palabras de Jesús tenían absoluto sentido para lo que estaba ocurriendo. Pedro se estaba convirtiendo en un instrumento de Satanás para poner un tropiezo en el camino de Jesús. Piensen por un momento, ¿qué hubiera ocurrido si Jesús hubiera hecho caso de las palabras de Pedro? ¿cuál hubiera sido el final de esta historia? Muy sencillo, no hubiera habido muerte, ni resurrección. Por ende, no hubiera habido salvación.
Jesús amaba al Padre, y sabía que había venido con un propósito, y su respuesta de amor al Padre era detener cualquier cosa que se pusiera en frente de su camino para hacerlo tropezar de cumplir ése propósito. Él no lo podía permitir, no importa de quién se tratara, por el contrario, Pedro no pudo dominar ni manejar sus sentimientos y emociones.
Quiero decir una cosa, ninguno de nosotros podría juzgar que Pedro no estaba amando al Señor y por eso le habló así. Al contrario, lo más lógico sería pensar que por amor al Señor le dijo no vayas a la muerte, que eso nunca te ocurra. Quiere decir que Jesús, por amor al Padre, estaba actuando como lo estaba haciendo, y Pedro por amor a Jesús, también estaba actuando de esa manera, pero lo que esto muestra es la gran diferencia en el amor de uno y de otro.
¿Qué es lo que demuestra en dónde estaba el corazón de Pedro? Las palabras siguientes de Jesús, porque Jesús le dijo, quieres hacerme tropezar, no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres.
Amados, así muchas veces vive la cristiandad de la actualidad, no podemos decir que no aman a Dios, pero aman a Dios a su manera y con sus criterios, por lo tanto, de acuerdo a la clase de amor que ejercitan para con el Señor; o son un instrumento de Dios sobre este mundo o pueden llegar a ser un instrumento del diablo para poner un tropiezo en los planes de Dios.
La mente de Pedro estaba enfocada en que humanamente, no podía ser posible que ese extraordinario hombre muriera; la mente de Pedro estaba enfocada en lo que humanamente, él estaba viendo en ese momento, lo que había experimentado hasta ese momento, los milagros que había visto, todo el bien que Jesús le había hecho a la gente mientras anduvieron por el mundo; pero no pudo entender que desde el momento que Jesús estaba declarando para qué había venido, estaba mostrando el plan supremo de Dios, y que cualquier otra cosa en esta Tierra iba a quedar pequeña en comparación a ese propósito divino.
Por más que Jesús se hubiera mantenido hasta los ochenta, noventa, cien años o ciento veinte sobre el mundo, y siguiera haciéndole bien a la humanidad, nada de eso hubiera sido comparable al extraordinario propósito de morir en una cruz, resucitar y traer la salvación para todos aquellos que tienen fe en Él.
Por eso, cuando vemos las cosas desde el plano humano y dejamos que nuestros pensamientos avancen en cuanto a lo que estamos mirando, lo que estamos razonando, lo que la lógica nos dice, a partir de ese momento podemos ser un tropiezo para los planes del Señor.
Y amados, quiero decirles que esto no es solamente en la práctica de la comunión del cuerpo, no es solamente cuando estamos sirviendo al Señor en el ministerio, esto nos puede ocurrir todos los días en todo lugar y en todas las situaciones, ¿cuántas veces, yo como esposo, puedo llegar a ser el tropiezo para el propósito que Dios tiene en la vida de mi esposa y que por eso no pueda seguir avanzando ese propósito, porque mis palabras nacieron de mi mente y de mi corazón, pero no de Dios?
¿Cuántas veces como padre yo puedo poner un tropiezo en la vida de mis hijos, de manera que en vez de llevarlos a que puedan amar y querer y que se cumpla en sus vidas el propósito divino, ellos se puedan ver frenados por palabras mías que no nacieron de Dios? ¿Cuántas veces como compañero de trabajo puedo ser una piedra de tropiezo para alguien que logre ver a Jesucristo para comprender y entender cuánto lo necesita? Tan sólo una queja del jefe... ¿es normal no? Cuando a veces ya el jefe nos tiene hasta "por acá", yo puedo llegar a ser una piedra de tropiezo en los planes del Señor, pero lo más tremendo es, que la motivación de Pedro fue el amor a Jesús.
Ahora vayan, por favor, al mismo capítulo 16 unos versículos más adelante, voy a leer los versículos 24 y 25, en este caso yo lo voy a hacer en la Reina Valera Contemporánea:
"A sus discípulos Jesús les dijo:
«Si alguno quiere seguirme, niéguese a sí mismo,
tome su cruz, y sígame.
Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá;
y todo el que pierda su vida por causa de mí, la hallará".
Mateo 16:24-25
Amados, estas palabras de Jesús vinieron inmediatamente después de que Pedro lo reprendiera para que Él no muriera. A mí me llama mucho la atención, porque si somos perspicaces y notamos los detalles en el relato, nos vamos a dar cuenta que cuando Pedro quiso reprender a Jesús lo llevó aparte, lo llevó aparte, pero luego que Jesús escuchó todo lo que Pedro tenía para decir y lo reprendió a él por ser instrumento de Satanás, se abrió nuevamente de esa intimidad con Pedro para referirse a todos sus discípulos, y les dijo lo que estamos leyendo, si alguno quiere seguirme niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
Parte de los requisitos que conocemos muy bien, para llegar a ser un discípulo de Jesús, estuvieron dichos aquí, dentro de este contexto. ¿Por qué? Porque cualquiera de nosotros puede tener actitudes, pensamientos o sentimientos que estén enfrascados en resguardar nuestras vidas. Yo quiero hacer esto de esta manera porque siento que es lo mejor para mí, esto es lo que considero que me conviene, ésta es la estrategia para poder llegar a este fin que quiero lograr, pero cuando pienso así el Señor me dice, si quieres seguirme, debes negarte a ti mismo.
Eso significa, ya no puedes tener ningún deseo personal, ya no lo debes tener, para ser mí discípulo debe haber una negación absoluta de cualquier cosa que puedas querer o anhelar. Si quieres guardar tu vida para ti mismo y conservarla como te la imaginaste en tu mente, la vas a terminar perdiendo.
Y aquellos que ya pasaron por el "Nivel 1" recordarán ¿qué? Que podemos perder la vida de doble manera, por un lado perderla sobre la Tierra, en el sentido de no llevar a cabo el propósito de Dios con mi vida, y segundo perderla eternamente. Sin embargo, puedo ser un cristiano que está aquí en este lugar o en cualquier otro lugar donde la Iglesia se reúne adorando al Señor, y diciéndole con su boca, te amo Dios, te amo, de verdad tengo un sentimiento sincero por ti y nadie puede negar que eso sea así... el problema está en cómo se está manifestando ese amor, porque a la hora de actuar, a la hora pensar, a la hora de decidir, yo lo hago de acuerdo a mi propio criterio y armo las cosas de acuerdo a mi objetivo de vida, y el Señor me dice, puede ser sincero tu amor pero ese amor no te está llevando a nada bueno conmigo, ese amor te está haciendo desviar lo que yo quiero hacer en ti.
Vamos a ir a Mateo el capítulo 26 por favor, y voy a leer el versículo 31, nuevamente voy a leer en la Nueva Versión Internacional:
"—Esta misma noche —les dijo Jesús—
todos ustedes me abandonarán, porque está escrito:
»“Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño.”
Pero después de que yo resucite, iré delante de ustedes a Galilea.
—Aunque todos te abandonen —declaró Pedro—, yo jamás lo haré.
—Te aseguro —le contestó Jesús— que esta misma noche,
antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.
—Aunque tenga que morir contigo —insistió Pedro—, jamás te negaré.
Y los demás discípulos dijeron lo mismo".
Mateo 26: 31-35
Miren si el Señor es bueno, le voy a explicar un poco. Se ocupó en anticiparles lo que ya iba a pasar porque ya estaba profetizado, ¿acaso eso no es mostrar bondad?
Los papás no les decimos a los hijos cuando son chiquitos, si sigues acercándote al fuego te vas a quemar, ¿qué lo hacemos, para incentivarlos a que lo hagan? ¿Lo hacemos porque queremos verlo con el dedo encendido en llamas? No, lo hacemos porque queremos lo mejor para nuestro hijo.
Jesús les anticipó, miren, fue profetizado que todos me van a abandonar, a partir de hoy, de esta misma noche me van a abandonar; pero no se preocupen, miren hasta dónde llegó Jesús, cuando yo resucite me voy a adelantar a ustedes y nos vamos a encontrar en Jerusalén, quédense tranquilos todo está en orden.
¿Qué hubiera sido lo más sabio? De parte de los discípulos, ¿qué hubiera sido lo mejor para hacer en ese momento si Jesús nos está diciendo algo como eso? ¿Qué harían ustedes, dígame? ¿qué harían? Callarse.
Si Jesús me está diciendo, se va a cumplir esta profecía, me van a negar, pero tranquilos porque nos vamos a rencontrar y porque a partir de ahí viene lo mejor en realidad... No, el amor de nuestro corazón siempre pareciera que tiene que reaccionar, y no sabe controlarse para callar lo que debiera callar. Pedro vuelve a saltar, y otra vez va al frente de todos para decir, Señor yo te puedo asegurar que nunca te voy a negar, ni te voy a abandonar, yo voy a estar contigo hasta el final.
Miren, diríamos cuando se juega al futbol, que dejó la pelota picando en el área, era tan sólo para pegarle y meter el gol, claro se la dejó servida a Jesús, porque después de esas palabras Jesús le dijo, ah ¡Ok! Pedro, te aseguro una cosa, esta misma noche me vas a negar tres veces antes de que el gallo cante.
A ver, si ya recibiste una advertencia y ahora estás recibiendo una segunda advertencia, ¿no sería buen tiempo para cerrar la boca? No, es que somos tercos, pero tercos de verdad, y creemos que nuestras buenas intenciones le van a ganar a la bondad y a los planes del Señor; entonces después de que Jesús le está afirmando de lo que le iba a pasar, Pedro le dice, yo nunca te voy a negar y si es necesario voy a morir contigo.
Muy bien, vayan al versículo 69 del mismo capítulo 26, versículo 69, ya se habían llevado a Jesús, lo habían apresado y ocurre esto:
"Mientras tanto, Pedro estaba sentado afuera, en el patio,
y una criada se le acercó.
—Tú también estabas con Jesús de Galilea —le dijo.
Pero él lo negó delante de todos, diciendo:
—No sé de qué estás hablando.
Luego salió a la puerta, donde otra criada lo vio y dijo a los que estaban allí:
—Éste estaba con Jesús de Nazaret.
Él lo volvió a negar, jurándoles:
—¡A ese hombre ni lo conozco!
Poco después se acercaron a Pedro los que estaban allí y le dijeron:
—Seguro que eres uno de ellos; se te nota por tu acento.
Y comenzó a echarse maldiciones, y les juró:
—¡A ese hombre ni lo conozco!
En ese instante cantó un gallo.
Entonces Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho:
«Antes de que cante el gallo, me negarás tres veces.»
Y saliendo de allí, lloró amargamente".
Mateo 26: 69-74
Amados, en realidad quiero decirles que no importa mucho las declaraciones que hagamos de amor, lo que prometamos por amor al Señor, las palabras o las promesas pueden sonar impresionantes, si yo me pongo del lado de Pedro, es muy valiente decir no te voy a abandonar, Señor no te voy a negar y estoy dispuesto a morir contigo, es muy valiente, no sé si yo me hubiera atrevido a decirlo siquiera, pero el problema es que lo que decimos, para el Señor nunca se queda en palabras, lo que decimos tiene que ser probado.
Piense por un momento en esto, Jesús vino con el propósito supremo de morir para darnos salvación y luego resucitaría, sólo piense que el Señor estando en la Tierra, le hubiera dicho al Padre cuánto lo amaba, le hubiera dicho al Padre cuánto lo honraba, le hubiera dicho al Padre cuánto deseaba hacer su voluntad, pero cuando hubiera llegado el momento de la muerte, hubiera dicho, no Padre, no, no, no, no, no puedo, no puedo, no lo voy a hacer, no lo voy a hacer; pero te sigo amando... A ver Padre, no te confundas, que yo no lo haga ahora, que no te obedezca ahora no significa que no te amo, yo te sigo amando, pero no puedo hacer, ni pienso hacer lo que me estás pidiendo que haga...
¿Eso tendría lógica? El amor que Jesús mostró en la Tierra al Padre, debía ser probado, ¿y cuándo iba a ser probado? Cuando lo llevaran a crucificar.
Él pudo haber dicho lo mismo que dijo hasta el momento que lo apresaron, yo no vine para hacer mi voluntad sino la voluntad del Padre, todo lo que hago es lo que veo hacer al Padre, lo que escucho de Él es lo que digo, todo suena extraordinario, un ejemplo a seguir. Pero imagínense, que antes de que lo vengan a apresar Él diga, muchachos ayúdenme a esconderme, llévenme a otro lugar, yo no voy a morir, yo no puedo morir, yo no puedo obedecer en esto al Padre, tengo otro plan, mi vida así no, no, no le veo el sentido, ahora que ya estoy acá que soy de carne y hueso como ustedes, ahora me doy cuenta que esto no puede continuar...
Por eso, toda palabra que le decimos al Señor, el Señor debe probarla.
Pedro demostró que sus declaraciones de amor estuvieron basadas en sus sentimientos y en su fuerza de voluntad pero que en realidad, ¿saben lo que quiso? Lo que Jesús había dicho en los requisitos, quiso cuidarse a sí mismo, se salvó a sí mismo, porque cuando vino la hora de la prueba y ante la mirada y las palabras de personas, testigos que daban fe que lo habían visto con Jesús, él lo negó rotundamente y hasta llegó a maldecir por eso que estaba escuchando.
Amados, el momento de nuestras palabras hacia Dios puede ser extraordinario, pero así como escribió Santiago, ¿puede de una misma fuente, salir agua dulce y agua salada? De aquí pueden salir dos cosas, podemos declarar amor a Dios, pero cuando estamos en medio de la prueba podemos llegar a maldecir si es necesario.
Ahora, todo esto podríamos ponerlo desde la perspectiva de que hasta ese momento, Pedro no había nacido de nuevo, ¿está bien? Entonces cuando llegó el momento de que Jesús no sólo murió sino que al tercer día resucitó, lo que les había dicho lo cumplió, Él se encontró con los suyos, y en un momento en particular que se encontró con ellos, dice la Palabra que sopló sobre ellos para impartirles la nueva vida espiritual, pasado ese tiempo ocurre algo que está íntimamente relacionado con lo que acabamos de leer.
Vayan a Juan el capítulo 21, y voy a leer desde el versículo 15, nuevamente en la Nueva Versión Internacional, dice:
"Cuando terminaron de desayunar, Jesús le preguntó a Simón Pedro:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero —contestó Pedro.
—Apacienta mis corderos —le dijo Jesús.
Y volvió a preguntarle:
—Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
—Sí, Señor, tú sabes que te quiero.
—Cuida de mis ovejas.
Por tercera vez Jesús le preguntó:
—Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?
A Pedro le dolió que por tercera vez Jesús le hubiera preguntado:
«¿Me quieres?» Así que le dijo:
—Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te quiero.
—Apacienta mis ovejas —le dijo Jesús—.
De veras te aseguro que cuando eras más joven te vestías tú mismo
e ibas adonde querías; pero cuando seas viejo,
extenderás las manos y otro te vestirá y te llevará adonde no quieras ir.
Esto dijo Jesús para dar a entender
la clase de muerte con que Pedro glorificaría a Dios.
Después de eso añadió: — ¡Sígueme!
Juan 21: 15-19
Necesito hacer una aclaración y una explicación antes de continuar, lo leí en esta versión y a propósito, por lo menos en español, pareciera haber una diferencia de lo que ocurre con otras versiones, aunque no es la única versión que usa estas palabras.
Si ustedes se fijan, las dos primeras veces que Jesús le pregunta a Pedro, le dice, ¿me amas? Pero, según esta versión la respuesta de Pedro, en español es otra palabra que solemos usar para decirle a alguien que lo amamos, y es tú sabes que te quiero. La tercera vez que Jesús le pregunta, la Nueva Versión Internacional dice, Pedro, realmente me quieres... y usa la misma palabra que usó Pedro, y Pedro le responde la tercera vez y le dice, tú sabes todas las cosas, sabes que te quiero.
Ahora, sin discutir si está bien o mal usado el querer en este caso, porque ese no es mi asunto, le voy a decir por qué los traductores decidieron hacer eso, porque en el original esas dos palabras relacionadas con amor son dos palabras distintas.
En las dos primeras preguntas, Jesús usó la palabra griega agapao, que viene del sustantivo ágape, que creo que muchos conocemos, aun en español existe esa palabra. ¿Qué significa agapao? Amar de manera incondicional, consciente y sacrificial buscando el bien de la otra persona sin importar lo que esta haga, depende de la voluntad más que de la emoción.
Cuando Jesús le preguntó las dos primeras veces, le estaba diciendo, ¿tú me amas Pedro, de manera incondicional, conscientemente y sacrificialmente? ¿Estás buscando mi bien y el bien de otros sin importar lo que los otros hagan? Pedro, ese amor ¿está dependiendo de tu voluntad o de tus emociones?
¿Y cuál fue la respuesta de Pedro? Pedro usó otra palabra griega que aparece mucho en el Nuevo Testamento y es la palabra griega, phileo, ¿qué significa phileo? Es un afecto entrañable, estimar y darle un valor especial a alguien.
Si se dan cuenta, tiene un extraordinario significado, no es que es una palabra equivocada, pero tiene una fuente distinta.
Lo que Jesús le estaba haciendo ver a Pedro es que mientras lo observó durante todo el tiempo que estuvieron juntos, fue que Pedro tenía un amor por Él, por el Señor, basado en sus sentimientos, un afecto especial y particular por el Señor y que había puesto al Señor en alta estima, pero que ese amor que Pedro mostraba y manifestaba, dependía de sus sentimientos, si las circunstancias cambiaban ese amor iba a cambiar o podía cambiar.
El amor phileo, es el que por ejemplo, los esposos se tienen mutuamente, pero hay una clase de amor que es más elevada, que es el amor que Dios demostró cuando envió a Jesús para que muriera y nos diera salvación. Es un amor que se sacrifica, es un amor incondicional, es un amor que depende de la voluntad de amar no de la emoción de amar.
Lo que nos demuestra este cambio de palabras entre ellos, es que Jesús requería un amor incondicional de Pedro que no dependiera ya más, ni de las circunstancias ni de las emociones, sino que fuera firme por la decisión del mismo Pedro, un amor en el que Pedro dijera, nada ni nadie me vuelve a mover a mí de donde yo estoy parado y de lo que soy en Cristo Jesús.
Amados, hay a veces situaciones como éstas, que pueden manifestarse con una pregunta de Jesús, o muchas veces no, pero que son situaciones para nosotros hirientes, Jesús usa muchas veces situaciones y palabras porque necesita herirnos, y esa herida va a hacerte reflexionar y a hacerme reflexionar dónde estamos parados, si hemos determinado amar a Dios, voluntariamente, pase lo que pase, y si amamos al Señor porque sabemos lo especial que Él es.
Analicen la cristiandad en general y analicen aun sus propias vidas, ¿cuántas veces una bendición del Señor hace que nos relajemos en nuestro amor por Él? Porque tanto esperábamos esa bendición, que cuando la bendición llegó, de qué otra manera puedo seguir amando a Dios, le dije que lo amaba y de verdad Él es especial y es tan especial que me dio lo que yo quería, ahora qué más puedo pedir.
Ese amor está dependiendo de la circunstancias, por eso, mucha cristiandad está buscando solamente las bendiciones de Dios; el verdadero amor es ese que ustedes ya han conocido, y que se les ha hablado muchas veces, que está relacionado con buscar y amar al Señor por encima de todas las cosas para conocerlo a Él.
Ese es el amor que nos hace plantarnos en una voluntad firme, que nada ni nadie puede movernos. Yo les puedo asegurar, y no tengo ningún temor de que me pudiera equivocar de lo que voy a decir, que en un momento u otro de nuestra vida tiene que llegar una circunstancia como ésta, si no llega, no podremos estar firmes en el amor agapeo, en el amor incondicional, en el amor de la voluntad, en estar dispuestos a todo por el Señor.
Un día llegó ese momento a mi vida, y yo le doy muchas gracias de que llegó ese momento. El Señor usó la circunstancia que Él quiso usar, o que evidentemente Él supo que era la mejor circunstancia para que yo despertara a la realidad que no había querido ver.
¿Alguien podría haberme juzgado a mí, hasta ese momento, que yo no amaba al Señor? Realmente no, y no lo digo con orgullo, lo digo sabiendo que para mí el Señor, desde que yo era muy pequeño, siempre fue alguien demasiado especial, pero el amor al Señor estuvo basado en las circunstancias, estuvo basado en mis emociones, y cuando el Señor dijo, llegó el momento de que Yo te mueva el piso y que te cambie todas esas circunstancias para que despiertes a que tienes que elevar la clase de amor a mí, y empezar a manifestar el verdadero amor que Yo estoy requiriendo de ti, ese momento me obligó a darme cuenta, que algo adentro mío tenía que cambiar.
Y yo recuerdo, que en el plano sentimental de mi vida, yo estaba bastante triste, abatido pero, espiritualmente, renació algo que yo no les puedo explicar, ése fue el momento donde yo le pude decir al Señor, nunca más ni por nada ni por nadie yo voy a apartarme de ti, yo voy a seguirte y voy a hacer tu voluntad el resto de mi vida.
Aquellos que ya les ocurrió, saben de qué les estoy hablando, tiene que llegar a nosotros ese momento y esa circunstancia, porque si no llega seguiremos haciendo promesas de amor basadas en nuestro afecto por el Señor, ¿acaso piensan ustedes que el Señor está ahora desde el cielo, de su trono mirando a la Iglesia diciendo, como hacen en los cuentos, cuando la mujer agarra la flor y empieza a desojar, y le saca los pétalos, me quiere, no me quiere, me quiere…? ¿Pero ustedes piensan que el Señor está allá arriba diciendo, me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere…? No, no, no, el Señor nos mira y dice, me quieren, por eso están ahí, por eso están sentados escuchando la Palabra, por eso fueron a alabarme, por eso me quieren... Pero si Yo les muevo el piso quiero ver qué pasa con ese amor, ¿cuál es el sustento del amor que me dicen que me tienen?
Y el Señor nos tiene que llevar a esa circunstancia para que haya una determinación interna. Sólo el Espíritu Santo lo puede producir, y por eso Pedro fue muy sincero, aunque él todavía no podía responder con la otra palabra, sí fue sincero delante del Señor y le dijo, Señor, tú lo sabes todo, yo no te puedo engañar a ti, ¿tú sabes quién eres para mí?
¿Qué hizo Jesús? ¿Cuál es la respuesta o la solución para que haya internamente un cambio de amor? Por decirlo de alguna manera, no porque vamos a dejar de tener ese amor phileo, lo vamos a seguir teniendo, está bien, es normal, también el Señor lo pone en nuestro corazón, pero ese amor que Romanos 5:5 dice que fue derramado por el Espíritu Santo en nuestros corazones, es el amor ágape no es el amor phileo, ¿cuál es la solución que le trajo Jesús a Pedro para amar de la manera que estaba requiriendo? ¿Cuál les parece que fue? Está ahí en el pasaje, ¿qué le dijo? Apacienta mis ovejas, cuida mis ovejas.
Amados, les quiero decir cuál es la evidencia del amor, un desbordamiento interior por las demás personas, de tal manera que yo quiero que Dios haga todo lo que tiene que hacer con ellas. Ésa es la evidencia más grande del amor, por eso le doy gracias al Espíritu de Dios, por hacerme ver este pasaje como otras veces no lo había podido ver, porque no es una recomendación de Jesús, apacienta mis ovejas, ocúpate, mira, te anticipo, porque como además de apóstol también vas a ser pastor y vas a tener un corazón de pastor, entonces, recuerda Pedro por favor, cuida las ovejitas, no te vayas a olvidar.
No está haciendo eso, lo que está haciendo es que con el poder de su Palabra está despertando algo en su espíritu, que ahora ya vivía porque ya había recibido la nueva vida, el soplo de Jesús ya había ocurrido, y cuando ese soplo de Jesús ocurrió, entonces con el paquete de la nueva naturaleza, también fue derramado el amor ágape sobre la vida de Pedro, ahora por el poder de la Palabra de Jesús, el Señor estaba diciendo, que se despierte dentro de ti, que lo único que vale para tu vida es que ames a los míos como Yo los amo; si los amas más abajo que Yo, no sirve, no es ese amor, no puede haber otra demostración más grande que ese amor.
La evidencia más sublime de qué amor de Dios está en nosotros, no son las palabras que decimos, no son las muestras aparentes de obediencia, no es lo lindo que nos comportamos, es cuánto amamos a aquellos a quienes Dios ama, y que estamos dispuestos a entregar nuestra vida completa para que el propósito de Dios se cumpla en sus vidas, fuera de eso no queremos más. Eso es todo lo que queremos.
Cuando eso te ocurre por dentro, amado, ya te dejan de importar las bendiciones de Dios, cuando lo pones en una balanza, las bendiciones de Dios no pesan nada; y no estoy menospreciando las bendiciones de Dios, por favor, sería estúpido de mi parte menospreciar las bendiciones de Dios porque día a día compruebo que sus bendiciones son extremadamente abundantes, es demasiado lo que el Señor nos ha bendecido.
Por eso, decirle gracias, es como soltar una palabra al aire que se queda rebotando en las paredes y en el techo, y no sirve para demostrarle a Señor, que de verdad valoramos quién es Él y valoramos todo lo que nos ha dado.
Pero también, Él podría quitárnoslo todo, que esa determinación interna jamás se iría. Él podría hacer desaparecer todo en un instante, ¿nos va a doler? Por supuesto, por supuesto, es obvio, ¿pero va a cambiar mi determinación por el Señor? No, y cuando yo hable con los demás no voy a hablar desde el dolor de todo lo que aparentemente no tengo, no voy a hablar desde el sufrimiento de cuánto todavía no he visto que ha ocurrido en mi vida, no voy hablar de que yo esperaba que Dios hiciera esto e hizo esto otro, no me va a importar. Cuando voy a hablar con otros, quiero transmitirle lo que el Espíritu Santo tiene para decirle, porque lo que estoy buscando es el bien de mi hermano.
Por eso, Jesús estaba despertando en el espíritu renacido de Pedro, la verdad de que el amor ágape es incondicional y se brinda por entero a los demás, ése es verdadero amor.
Hoy en día, muchos creyentes expresan su amor al Señor, pero en muchos casos no tienen la evidencia del amor, la evidencia del amor es, atender, cuidar, ocuparse, preocuparse, por aquellos a quienes Dios ama, llámese Iglesia del Señor o llámese aquellos que todavía no le conocen y no lo tienen.
Quiero leer Juan 20: 21, simplemente porque quiero que recordemos aquello que mencioné varias veces, lo vuelvo a leer en la Nueva Versión Internacional:
"—¡La paz sea con ustedes! —repitió Jesús—.
Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.
Y fíjense el 22;
"Acto seguido, sopló sobre ellos y les dijo:
—Reciban el Espíritu Santo".
Juan 20: 21-22
Ustedes saben que el Señor es perfecto ¿no? En su perfección, el Señor puso las cosas en el orden que Él quería ponerlas porque eso era lo perfecto. Tal vez, humanamente hubiéramos hecho al revés, ¿qué quiero decir? Si hubiéramos sido Jesús, hubiéramos llegado, hubiéramos soplado que reciban la nueva vida, y una vez que recibieran a nueva vida, les decimos, miren, como el Padre me envió, Yo los envío. Jesús no hizo eso, ¿saben por qué? Porque Él tenía que anticiparles que la nueva vida que estaban a punto de recibir tenía un objetivo y un propósito por encima de cualquier otra cosa, y era hacer la voluntad del Padre y bendecir a toda persona sobre esta Tierra.
Como el Padre me envió, Yo los envío de la misma manera a ustedes, Yo vine acá con un propósito, y por el amor incondicional que le tuve al Padre, estuve dispuesto a morir en la cruz, porque ésa era la voluntad de Padre, de tal manera, que de la misma manera Yo los estoy enviando a ustedes, para que sepan que tienen que darse por entero, hasta la muerte, por amor a las personas a quien mi Padre ama.
Por eso Jesús, cuando estaba hablando con Pedro, al final después de la tercera pregunta y la tercera respuesta le dijo, mira, tú cuando eras joven te vestías, ibas a donde querías, pero ahora que seas viejo otros te van a llevar, no vas a hacer las cosas que quieras hacer, y le estaba anticipando con qué clase de muerte iba a morir.
Ahora, si me permiten ponerlo en un plano espiritual, esas palabras también están dando a entender, que mientras no se despierta ese amor a Dios que tiene que despertarse, vamos a seguir siendo personas que nos vamos a vestir como queremos, y vamos a ir a donde queramos. O sea, vamos a hacer lo que queremos hacer, eso es lo que pasa cuando sólo hay amor fraternal, cuando hay un sentimiento valioso de amor por el Señor, yo termino decidiendo lo que quiero hacer y cómo lo voy a hacer; pero cuando despierta en nosotros el amor incondicional del Señor, ahora estamos dispuestos a que el Señor haga lo que quiera con nosotros y como quiera hacerlo; no hay ni una palabra, ni un condicionamiento, ni un "pero" de por medio. Ahora, sí hay boca cerrada, lo que nunca Pedro pudo hacer, cerrar su boca; ahora iba a llegar el momento que iba a cerrar su boca.
Es pasar de la inmadurez espiritual a la madurez por causa del amor.
El último pasaje que quiero leer con ustedes, está en Hechos el capítulo 20, voy a leer desde el versículo 22 al versículo 24, nuevamente en la Nueva Versión Internacional.
Hechos 20 desde el 22 al 24, el apóstol Pablo se había reunido con varios pastores y ancianos de Éfeso, y porque él estaba seguro de que ya no lo iban a volver a ver, y dentro de lo que estaba diciendo, dice estas palabras:
"»Y ahora tengan en cuenta que voy a Jerusalén obligado por el Espíritu,
sin saber lo que allí me espera.
Lo único que sé es que en todas las ciudades el Espíritu Santo
me asegura que me esperan prisiones y sufrimientos.
Sin embargo, considero que mi vida carece de valor para mí mismo,
con tal de que termine mi carrera
y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús,
que es el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios".
Hechos 20: 22-24
Esto es la evidencia del amor, el amor en Pablo le hizo decir, miren, primero yo voy a Jerusalén obligado por el Espíritu, pero no es esa obligación que hace que yo a regañadientes diga, ¡ay! No lo soporto, pero lo tengo que hacer porque me está obligando... No, es la obligación de saber, que ésa es la voluntad de Dios y lo tengo que hacer, lo hace voluntariamente.
Pero, en segundo lugar les dice, yo sé que me esperan prisiones, me esperan sufrimientos, pero ¿saben qué? Considero que mi vida carece de valor para mí mismo. Si alguno quiere ser mi discípulo, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.
¿Consideras todavía que tu vida es importante? Dedícate a ella. Jesús es claro, no atiendas dos negocios al mismo tiempo. Consideras que tu vida es importante, que es muy valiosa, que la tienes que conservar para ti mismo, dedícate a tu vida; sólo te anticipo, la vas a perder eternamente, pero dedícate, sé definido, defínete. Ahora, si realmente me vas a seguir, tienes que menospreciar hasta lo máximo tu vida y no valorarla para nada.
Pablo dijo, mi vida carece de valor para mí mismo, pero ¿por qué? Porque había un objetivo, con tal de que termine mi carrera y lleve a cabo el servicio que me ha encomendado el Señor Jesús que es, el de dar testimonio del evangelio de la gracia de Dios.
El único sentido para Pablo de amar a Dios, y seguir viviendo sobre esta Tierra, era poder seguir haciendo bien a todas las personas, y la mejor manera de hacerlo era anunciando el evangelio.
Amados, es tiempo de que en la Iglesia se muestre esta evidencia del amor, nosotros podríamos hacer todos los planes, todos los proyectos, todas las actividades, intentar lograr un objetivo de que muchos sean salvos, de que muchos vengan al conocimiento de la verdad, pero saben que no depende de nada de eso, aunque está bien que se haga, y el Señor siempre inspira por su Espíritu, para que hagamos lo que debemos hacer, el Señor no está peleado con los planes, no está peleado con las metas, lo que el Señor puede estar peleado es con la clase de amor que yo le manifiesto a Él. Peleado en el buen sentido, en el sentido de darse cuenta, que con el amor que le decimos que le tenemos no vamos a llegar a ningún lado, porque cuando viene la primer circunstancia difícil vamos a dar un paso atrás, y solamente, vamos a resguardar nuestra vida a nuestra manera, para que siga siendo lo que quiero que sea, para que se cumpla lo que yo anhelo que se cumpla, para llegar al objetivo que me he propuesto hace mucho tiempo.
Entonces, si algo se mueve de ese esquema que yo me planteé, siento que las cosas no van a salir bien. Con esa clase de amor, nunca veremos un derramamiento del Espíritu como nunca antes sobre toda carne; pero con una Iglesia que tenga la evidencia del amor, que es entregarse por entero hasta el punto de morir por el bien de los demás, yo te puedo asegurar que si eso está en la Iglesia, entonces, todo lo que Dios quiere hacer en este mundo, lo hará, lo hará, no depende de cuánto hagamos nosotros, aunque tenemos que hacer lo que hay que hacer, depende de qué clase de amor tenemos para con Dios.
Así que, yo al terminar en este día, quisiera que oráramos juntos al Señor y quisiera que con absoluta franqueza y sinceridad, cada uno en lo privado pueda orar al Señor, creo que caben las palabras de Pedro en este momento, Señor, tú lo sabes todo...
Yo le podría decir en oración, mil cosas y muchas sonarían muy bien, pero lo que el Señor conoce es lo que está adentro.
Así que, mientras estamos orando, ora tú también al Señor y dile, tú lo sabes todo, tú sabes cuál es la realidad de mi corazón, tú sabes qué es lo que está en mi mente, tú sabes cuales son mis objetivos, y qué es lo que he venido anhelando. Tú sabes hacia dónde quiero ir y a dónde quiero llegar, pero lo único que comprendo hoy por el Espíritu, es que necesito abandonar todas esas cosas para amarte a ti, incondicionalmente.
Vamos a orar al Señor.
Padre, te damos gracias por el Espíritu Santo que siempre nos habla la verdad.
Gracias Señor, por hacernos ver aquellas cosas que tantas veces leemos y conocemos, pero que en las oportunidades que el Espíritu abre nuestro entendimiento, podemos descubrir la profundidad de lo que Tú haces y a dónde nos quieres llevar.
Hoy yo te agradezco Señor, por habernos llevado a la profundidad de aprender a amarte como Tú estás esperando ser amado, y tener en nosotros la evidencia más grande que esta clase de amor puede tener, el brindarnos por entero, como tu Iglesia, a aquellos que te necesitan, hacia nosotros mismos como miembros del cuerpo, pero en especial a aquellos que aún no te conocen.
Hoy Señor, oramos con sinceridad en nuestro corazón, te decimos como Pedro, Señor, tú lo sabes todo, no queremos decirte palabras que suenen muy bien, mucho menos quisiéramos hacerte promesas de las que muchas veces nos hemos acostumbrado a repetir y hacerte, pero que se quedan a mitad de camino cuando se presentan las circunstancias difíciles, o bien, cuando las cosas no salen como habíamos planeado.
Señor, queremos dejar esa manera de comportarnos delante de ti, Señor queremos que por tu Palabra y la acción de tu Espíritu, avives este amor que has depositado dentro de nosotros, no estamos hablando de un amor externo, estamos hablando de un amor que es parte de la naturaleza divina que hemos recibido.
Señor, cuando pensamos en ti pensamos en amor, porque Tú eres amor, no tienes amor, no nos diste de lo que tienes, nos transmitiste lo que eres.
Por eso, dentro de nosotros, en esta naturaleza divina que nos has dado, habita esa misma clase de amor, queremos responder a ella y queremos para eso negarnos a nosotros mismos, a cualquier anhelo personal, a cualquier pensamiento personal, a cualquier heroísmo personal por más lindo que suene.
Señor, queremos abandonarnos en ti, queremos que lleves a cabo tus planes por entero, de principio a fin, porque tenemos una meta, no queremos satisfacernos a nosotros mismos, queremos que tu voluntad y tu propósito se cumplan plenamente a través de nuestras vidas. Por eso Señor, despierta por tu Espíritu, este amor que has depositado dentro nuestro, de tal manera que empecemos a ver a nuestros hermanos y empecemos a ver a aquellos que nos rodean todos los días en todo lo que hacemos, como Tú los amas y lo que Tú quieres producir en sus vidas. Que seamos instrumentos para bendecir a otros, que dejemos a un costado y a un lado la preocupación por nosotros mismos, que abandonemos los planes y las metas que estamos queriendo alcanzar; de nada sirve, vamos a terminar perdiendo la vida, porque de eso te has encargado de decirlo para que estemos claros.
Señor, no queremos confundirnos ya más, queremos brindarnos por entero.
Y yo te pido, Señor, que uses la circunstancias que Tú sabes que necesitas usar, el momento que Tú necesitas usar, la persona aun, que Tú necesites usar, para que despiertes esto en la vida de tu Iglesia alrededor del mundo.
Señor, en cada miembro de tu Iglesia, en cada hijo e hija tuya, Señor tu Iglesia no puede seguir amándote con un amor de emoción, no es que esté mal ese amor, no es que esté mal que te valoremos como el Señor, pero el punto es, que ese amor se puede desvanecerse en cualquier momento. Despierta tú Señor, por cualquier circunstancia que sea perfecta para ti, para que tus hijos te amemos con un amor incondicional y que empecemos a brindarnos enteramente, por el bien de otros. Ahí veremos a una Iglesia llena de gracia, una Iglesia llena de poder, una Iglesia llena de autoridad, una Iglesia que se levanta en esta Tierra para mostrar a Cristo, y todo lo que sale de ella es lo mismo que está en ti, de tal manera que nada ni nadie, ni el mismo diablo ni los demonios ni el infierno, pueden detener la manifestación de tu Iglesia en medio de este mundo, ni tampoco pueden detener el derramamiento del Espíritu como ha sido prometido.
En el nombre de Jesús, nosotros oramos confiando en la obra sobrenatural del Espíritu Santo, y sabiendo Señor, que Tú nos estás llevando a esta realidad.
Gracias, porque ese amor está en nosotros, gracias porque lo hemos recibido, gracias porque no necesitamos recibir nada más de lo que ya hemos recibido, está ahí adentro, solamente nos negamos a nosotros mismos para vivir para ti, y para amar a los demás como Tú los amas.
Te honramos y te damos a ti toda la gloria y toda la alabanza que mereces porque somos tu Iglesia y porque solamente podemos vivir para ti, en el nombre de Jesús. Amén y amén.
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