en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
AUDIO
Hace ya algún tiempo, el Señor había puesto en mi corazón, que además de que compartiéramos acerca de las finanzas del Reino, como lo hicimos en las últimas enseñanzas, compartiéramos en este tiempo, acerca de la autoridad.
Hablar de autoridad es hablar de un tema demasiado vasto...
Pero es importante que, como Iglesia de Jesucristo, entendamos, qué es la autoridad y que entendamos cómo la Iglesia tiene que entender la autoridad de Dios y estar sujeta a la autoridad de Dios.
Por eso, es imprescindible que nosotros nos quitemos cualquier casete de lo que creemos que sabemos o de lo que entendemos por autoridad de acuerdo a criterios humanos, porque cualquier criterio humano puede afectar en contra de lo que Dios dice acerca de la autoridad. Y a medida que vayamos estableciendo principios bíblicos y espirituales acerca de este tema, podremos entender cómo el Señor busca de nosotros que nos movamos y nos conduzcamos en y bajo autoridad.
Primero vamos a establecer una base para entender: ¿Cómo empieza la autoridad? ¿De dónde viene la autoridad esencialmente?
”El Señor reina, revestido de esplendor;
el Señor se ha revestido de grandeza y ha desplegado su poder.
Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido.
Desde el principio se estableció tu trono, y tú desde siempre has existido.
Se levantan las aguas, Señor; se levantan las aguas con estruendo;
se levantan las aguas y sus batientes olas.
Pero el Señor, en las alturas, se muestra poderoso:
más poderoso que el estruendo de las muchas aguas,
más poderoso que los embates del mar.
Dignos de confianza son, Señor, tus estatutos;
¡la santidad es para siempre el adorno de tu casa!”
Salmo 93: 1-5 (NVI)
Este Salmo es muy particular y muy significativo en todo lo que dice, pero nos vamos a centrar en los primeros dos versículos, porque nos dan una serie de afirmaciones acerca de Dios como persona, pues dice:
* “El Señor reina”. No importa que el mundo que nos rodea no entienda la autoridad de nuestro Dios.
No importa que el mundo no reconozca quién es Dios.
No importa que los gobiernos no consideren que sobre ellos haya una autoridad mayor.
La Biblia afirma una verdad que nadie a puede mover: El Señor reina. Por lo tanto, como sus hijos, debemos ser los primeros en declarar esta verdad, pero tenemos que vivirla.
Porque frente a las personas y al mundo que está sin autoridad, y entienda bien, sin la autoridad de Dios, el mundo puede estar bajo muchas autoridades diferentes, pero cuando no está la autoridad de Dios, cualquier autoridad está en completo desorden.
Frente a un mundo que no sabe cuál es la verdadera autoridad, nuestras vidas deben manifestar que el Señor reina.
Para que por esto, quieran estar bajo una autoridad distinta y diferente, porque lo han visto en nuestras vidas.
Si cualquiera de nosotros tuviera algún elemento o algún medicamento milagroso, algo que ayude a las personas de manera tal que algún sufrimiento o afección desaparecieran absolutamente por completo, además de hacernos millonarios, todas las personas nos buscarían.
Si usted dijera que “tiene el remedio para el SIDA”, se hace multimillonario, porque será la persona más buscada en el planeta tierra. Ahora bien, nosotros, como Iglesia de Jesucristo, somos los únicos que podemos mostrar al mundo la única y mayor solución para un gobierno recto y correcto en este planeta, entonces, usted y yo tendríamos que ser las personas más buscadas.
Tendríamos que ser aquellos que en toda situación, la gente buscara de lo que hemos recibido, para ellos también tenerlo.
Por eso decir que el Señor reina, es declarar que no hay nadie, ni nada mayor que Él.
Y sigue diciendo:
El Señor se ha revestido de grandeza y ha desplegado su poder.
Ha establecido el mundo con firmeza; jamás será removido.
Quiere decir que, éste Señor que reina, es el mismo creador del mundo y ese mundo no puede ser removido, porque quien lo creó lo está sustentando, aunque haya guerras, aunque haya desastres naturales, ¿quién tiene la última palabra? Siempre Dios.
Nosotros vemos en las noticias que muchas cosas pasan en el mundo, pero nada podrá pasar mayor a la palabra que salga de la boca de Dios. Habrá un día donde la Biblia dice que: “habrá cielos nuevos y tierra nueva”... No pregunte cómo va a ser, pero la Biblia así lo afirma y yo lo creo.
Será este el momento, cuando Dios, con autoridad establezca ese cielo nuevo y esa tierra nueva.
Pero lo que Él ha creado sigue firme, porque Dios es el que tiene la mayor autoridad sobre la tierra. “Desde el principio se estableció tu trono,
y tú desde siempre has existido”. Quiere decir que aún antes de que el mundo fuera, cuando todas las cosas “estaban desordenadas”, aún antes de eso, el trono de Dios ya existía y Él siempre había existido.
Para entender autoridad, lo primero que necesitamos entender es que, “Dios es autoridad en esencia y no hay mayor autoridad que la de Él”.
Si no aprendemos a ver a Dios de esta manera, difícilmente podremos entender lo que es la autoridad; y por ende, no podremos sujetarnos a ella como debemos hacerlo.
Ahora vamos a ver:
“Y vinieron a Juan y le dijeron:
Rabí, mira que el que estaba contigo al otro lado del Jordán,
de quien tú diste testimonio, bautiza, y todos vienen a él.
Respondió Juan y dijo:
No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo.”
Juan 3: 26-27 Entonces le dijo Pilatos:
”¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte,
y que tengo autoridad para soltarte?
Respondió Jesús: Ninguna autoridad tendrías contra mí,
si no te fuese dada de arriba;
por tanto, el que a ti me ha entregado, mayor pecado tiene.”
Juan 19: 10-11
Estos dos pasajes son distintos en su contexto porque están hablando de cosas diferentes.
En el primero, están los discípulos de Juan el Bautista, porque cuando salió, mucha gente empezó a seguirlo, le dicen Rabí, porque lo consideraban su propio maestro, y van desesperados a Juan el Bautista y le dicen: Maestro, aquel del que diste testimonio nos está dando un problema, está atentando contra nuestro ministerio, maestro. Porque ése ahora está del otro lado “bautizando”.
¿Qué respondió Juan? No puede el hombre recibir nada, si no le fuere dado del cielo. La otra situación es completamente distinta, es Jesús siendo examinado por Pilatos, por la acusación de los judíos. Jesús ya había sido entregado y Pilatos era un hombre perverso con autoridad humana, representaba al gobierno con autoridad humana; y como Jesús no contestaba Pilatos le dice: ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte, y que tengo autoridad para soltarte?
¿Qué responde Jesús? “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba”...
Las dos situaciones son completamente diferentes, en las dos se habla de autoridad, en una se hace referencia a una persona como Jesús, con una autoridad, que cualquiera puede entender que es una buena autoridad.
En la otra situación, alguien a sí mismo se auto titula como una persona de autoridad, es el caso de Pilato, pero una persona perversa que ejercía una mala autoridad.
Pero en los dos casos la respuesta es la misma: Toda autoridad viene del cielo. No importa si es buena o si es mala, si alguien sobre la tierra tiene autoridad, se la ha dado Dios.
Muchas veces cuando no entendemos autoridad y no entendemos su esencia, desconociendo que Dios es autoridad en esencia y que de Él mismo viene la autoridad, hay algunas autoridades ante las que nos rebelamos.
Esto es porque esas autoridades “no están de acuerdo a nuestra manera de pensar”.
Por lo tanto, sin establecer que Dios es la máxima autoridad, jamás podríamos entender ni lo que respondió Juan el Bautista, ni lo que dijo Jesús. Aunque lo leamos en la Biblia, seamos hijos de Dios y conozcamos la Palabra, no entenderíamos que la autoridad siempre viene de Dios, no importa que la persona que ha recibido la autoridad la ejerza bien o mal, toda autoridad viene de Dios.
Es más, en la respuesta de Jesús hay algo muy chocante. Jesús le dice a Pilato: Ninguna autoridad tendrías “contra mí”.
Quiere decir, que Jesús le está diciendo Pilato: tú tienes autoridad para condenarme, acusarme y para crucificarme, porque la autoridad para hacer eso perverso, te la dio Dios.
Tenemos que ver con claridad que: Es Dios quien estaba dando la autoridad a un hombre para hacer uno de los actos más perversos que existieron en toda la historia de la humanidad, pero que estaba en el perfecto plan de Dios que así fuera.
Por eso como Iglesia, si entendemos que Dios es autoridad en esencia, podremos ver a toda autoridad como debemos verla y podremos entender cómo funciona la autoridad dentro del reino de Dios.
Autoridad Pública
“Todos deben someterse a las autoridades públicas,
pues no hay autoridad que Dios no haya dispuesto,
así que las que existen fueron establecidas por él.
Por lo tanto, todo el que se opone a la autoridad
se rebela contra lo que Dios ha instituido.
Los que así proceden recibirán castigo.”
Romanos 13: 1-2 (NVI)
El apóstol Pablo está enseñando nuevamente lo mismo que Juan el Bautista y que Jesús: Toda autoridad viene de Dios.
La autoridad de la que está haciendo referencia el apóstol Pablo, es la autoridad pública, esto son, los gobernantes. Nosotros podemos decir lo que queramos de los presidentes, lo que se nos antoje, podemos estar en contra de todo lo que hacen. Podemos, así mismo insultar al policía que está parado en la esquina, pero estamos olvidando algo muy importante: que toda autoridad ha sido establecida por Dios.
Por eso muchas veces hay cosas que nos ponen muy mal y es correcto que nos molestemos por la injusticia, porque nunca será correcto que estemos de acuerdo con la injusticia, porque de lo contrario, no estaríamos manifestando a un Dios justo, que es nuestro Padre.
Pero estar en contra de la injusticia, no es estar en contra de una autoridad delegada.
Podemos pararnos frente a la autoridad y decir lo que consideramos que es injusto a los ojos de Dios, pero con absoluto respeto, sabiendo que esa persona que tenemos en frente es una autoridad y que esa autoridad no la recibió porque un día le colocaron una banda presidencial o un día le pusieron un uniforme policial, esa autoridad la recibió de arriba y Dios quiso que esa autoridad fuera establecida. Hay muchas áreas en las que no vamos a poder entrar, aunque la Palabra las menciona, pero queremos que lleve esto al plan cotidiano, a su propia familia, lleve esto a la empresa donde trabaja, en toda situación que tiene o vive, tiene personas que son su autoridad y la autoridad que han recibido, Dios se las ha delegado,
Usted en este momento puede pensar en su jefe y desear ahorcarlo, ¡Es déspota! Pero a ese jefe, Dios lo ha colocado. Hay un secreto muy grande que luego vamos a ampliar: Si usted hace bien lo que tiene que hacer y sabe someterse a la autoridad, algún día usted podrá ocupar el lugar de esas personas que son déspotas y que actúan con tiranía, pero mientras usted está bajo autoridad, tiene que aprender a respetar a la autoridad que está encima suyo.
Entonces Jesús afirmó:
”Ciertamente les aseguro que el hijo
no puede hacer nada por su propia cuenta,
sino solamente lo que ve que su padre hace,
porque cualquier cosa que hace el padre,
la hace también el hijo.”
Juan 5: 19 (NVI)
Jesús era un hombre con autoridad, era Dios mismo. Su autoridad le permitía enfrentarse a los religiosos de la época, su autoridad le permitía hablar de lo que era injusto y estaba mal, su autoridad le permitía advertir al pueblo que no siguiera los ejemplos de esas autoridades religiosas, pero Jesús mismo, siendo Dios, era un hombre bajo autoridad.
Él sabía que toda la autoridad que tenía, la había recibido del Padre, por eso Jesús dice: Yo no hago nada que no vea hacer al padre.
Si Jesús, siendo el mismo Dios y siendo hombre, estuvo sujeto a la autoridad del Padre, es porque sabía que en ese orden había bendición.
Cuando nosotros aprendemos a estar bajo autoridad, nuestras vidas son bendecidas, nuestras vidas pueden alcanzar un mayor nivel porque hemos sabido sujetarnos a la autoridad.
Por lo tanto lo normal es que, los hijos de Dios seamos como Cristo en el mundo, porque nosotros imitamos a Cristo; y como Él, cuando estuvo en la tierra se sujetó al Padre, nosotros debemos ser iguales a Cristo en este mundo. Ahora, si nosotros no nos podemos sujetar a la autoridad humana, estamos rompiendo ese orden establecido por el Señor en su Palabra, por ende, aunque queramos ser como Cristo en el mundo, no podremos ser como él.
Y obraremos, hablaremos y pensaremos contrariamente a la voluntad de Dios, porque no estamos bajo autoridad.
Jesús no hacía nada, no decía nada y no se movía sin que el Padre se lo dijera, sin ver actuar al Padre, sin oír lo que Padre tenía para hablar... luego actuaba.
Es sabio y es prudente, saber vivir bajo autoridad, porque nos permite, volar más alto.
Mucha gente piensa que estar bajo autoridad, es estar bajo una opresión que no me deja ser, y como yo tengo mucho adentro, si estoy bajo autoridad me van a presionar y oprimir, no me van a dejar ser libre, no voy a ser yo...
¡Efectivamente, tú estás bajo autoridad para no ser tú, sino para ser Cristo en el mundo!
¡Solo el que sabe estar bajo autoridad deja de ser uno mismo para permitir que Cristo gobierne!
La Iglesia y la autoridad en la Iglesia
“Ahora bien, quiero que entiendan que Cristo es cabeza de todo hombre,
mientras que el hombre es cabeza de la mujer
y Dios es cabeza de Cristo.”
1 Corintios 11: 3 (NVI)
De acuerdo a este pasaje el orden establecido por Dios es:
Dios > Cristo > hombre > mujer...
Esto no lo inventó Pablo, no salió de su imaginación, no es que Pablo era muy machista, esto es voluntad de Dios.
Si bien, no vamos a hablar del terreno de la familia, ya que no podríamos abarcar todo, si usted quiere investigue en la Palabra y Dios le va hablar de la autoridad en la familia. Por otro lado acá ya se habla un poco y surge del pasaje que Dios es la autoridad máxima, desde el principio lo hemos establecido “Él es autoridad en esencia” y Él es la cabeza de Cristo, quiere decir que Cristo está sujeto a Dios y lo respeta como su cabeza, el hombre-varón tiene que estar sujeto a su cabeza que es Cristo, respetar su autoridad y moverse por indicaciones de su cabeza, entonces la mujer está debajo del varón y puede sujetarse y respetar a su cabeza porque ve a un varón que se está sujetando a Cristo.
Los varones saben que cuando nosotros, como varones, rompemos esto porque dejamos de sujetarnos a la autoridad de Cristo, nunca podremos pretender que la mujer se sujete voluntariamente, porque la mujer se va a sujetar a aquello que ve que está siendo un ejemplo y una realidad en la vida del varón.
Si el varón no se sujeta a la cabeza que es Cristo, la mujer entonces no tiene por qué sujetarse a la cabeza que es el varón.
Esto tampoco implica que la mujer pueda hacer lo que se le antoja, tampoco implica que la mujer pataleé y haga lo que bien le parece, no significa esto. Pero hay muchas mujeres que piensan que si se sujetan al varón, entonces no van a poder ser libres y no hay mayor libertad que vivir bajo autoridad, por eso la mujer que sabe sujetarse al varón, es la mujer que tiene mayor libertad y mayor autoridad en Cristo.
Pero el varón tiene que representar la autoridad de Cristo, para poder ver que su familia y su entorno se muevan en el orden correcto.
a) Dios es la autoridad suprema y Cristo está sujeto a Dios.
“Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo,
y lo dio como cabeza de todo a la iglesia."
Efesios 1:22 “(NVI)
Si bien, Dios siendo la autoridad suprema, está sobre Cristo, aún debajo de Cristo, Él sometió todas las cosas de tal manera que hizo que Cristo, además de ser cabeza de todo varón en el ámbito familiar, es cabeza de la Iglesia.
Y a su vez la Iglesia, es el organismo que sobre la tierra tiene mayor autoridad, porque representa la autoridad de Cristo.
Por eso la Iglesia tiene poder y autoridad sobre la tierra, por eso puede declarar y decretar lo que es justo, lo que Dios quiere sobre este mundo, porque la Iglesia está sujeta de manera directa a Cristo. Una Iglesia que está sujeta directamente a Cristo como cabeza, tiene que entender cómo funciona Cristo en el ámbito natural dentro de la Iglesia, para que pueda verlo como cabeza.
b) La autoridad de los cinco ministerios
“El que descendió es el mismo que ascendió
por encima de todos los cielos, para llenarlo todo,
él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas;
a otros, evangelistas; y a otros, pastores y maestros,
a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio”
Efesios 4: 10-12 (NVI)
Para que Cristo pueda ejercer su autoridad como cabeza sobre la Iglesia, Él tuvo que establecer y constituir a cinco personas con unciones específicas y particulares que le corresponden a él mismo.
Una vez que el ascendió, las delegó a personas: Apóstol, profeta, evangelista, pastor y maestro.
Estos cinco ministerios, de los cuales usted ha oído muchas veces, son los cinco ministerios que funcionan concretamente dentro de la Iglesia, con la autoridad recibida de Cristo.
Son miembros del cuerpo, como lo somos todos, pero funcionan para “mostrar la autoridad de la cabeza”. Esto significa que, la Iglesia para tener autoridad sobre la tierra, para que sus palabras y sus declaraciones puedan ser efectivas sobre la tierra, tiene que aprender a sujetarse a los cinco ministerios porque es la única manera, en que se puede sujetar a la autoridad de Cristo.
Esta es la razón por la que, ni usted ni yo, podremos nunca rebelarnos contra ninguno de los cinco ministerios, porque como miembros del cuerpo vamos a tener un serio problema.
Estos cinco ministerios tienen una unción particular, que el resto del cuerpo no tiene y no hablamos de categoría, hablamos de “función”.
Representan a “la Cabeza”, y todo el resto del cuerpo es “del cuello para abajo”.
Quien atenta contra la autoridad de los cinco ministerios, está atentando contra Cristo. Por lo tanto, como Iglesia de Jesucristo tenemos que saber que Dios ha establecido toda autoridad en Cristo, para que sea cabeza de la Iglesia; y Cristo ha querido delegarles a cinco personas esta autoridad para representar su autoridad de gobierno dentro de la Iglesia.
Sin esta autoridad de gobierno la Iglesia no puede ir ni para atrás, ni para adelante. Por esta razón, nuestra sujeción a la autoridad de los cinco ministerios, no puede ser una sujeción verbal, no puede ser una sujeción por obligación, no puede ser porque “así me lo impusieron”. Porque es como si usted dijera: “Yo estoy obligado a obedecer a Cristo”... “A mi me forzaron a sujetarme a Cristo, cuando en realidad no quiero”...
Una persona, como hijo de Dios que no se sujeta a Cristo, es como si no tuviera el Señorío de Jesucristo sobre su vida.
Por eso es importante entender cómo funciona la autoridad dentro de la Iglesia.
c) ¿Cuál es el objetivo de esta autoridad?
...a fin de capacitar al pueblo de Dios para la obra de servicio,
para edificar el cuerpo de Cristo.
Significa que: Cuando Jesucristo delegó autoridad tuvo “un objetivo”.
¡Malinterpretamos la autoridad porque no vemos el objetivo que conlleva la autoridad!
El objetivo que Jesucristo tenía al delegar su autoridad de gobierno a cinco ministerios específicos era que:
“El pueblo de Dios, los miembros del cuerpo, estén total y absolutamente capacitados para servir a Dios”.
Quiere decir que si como miembro del cuerpo no nos sujetamos a cualquiera de las cinco autoridades, nunca estaremos dispuestos a ser capacitados para servir bien a Dios, aunque nos muramos de ganas por servir a Dios, aunque tengamos toda la disposición, no sabremos hacerlo porque los únicos que pueden capacitarnos para servir a Dios correctamente son los cinco ministerios, porque tienen la autoridad de gobierno para capacitarnos.
Esto significa que ninguno de nosotros podemos decir que sabemos hacer las cosas para Dios, porque si decimos “yo sé hacer las cosas para Dios”, nos estamos basando en nuestra propia capacidad y Dios puso a los cinco ministerios para que nos capaciten.
Solamente podemos decir “estoy capacitado para servir a Dios” cuando estoy sujeto a la autoridad de la cabeza representada por los cinco ministerios. ¡Si entiendo autoridad, podré ver el fin y el objetivo! Por eso es tan importante sujetarse a la autoridad y no necesariamente tendrá que entender lo que una autoridad le aconseje o lo dice, pero sí tendrá que sujetarse, obedecer y hacer lo que le han dicho, porque es la única manera que su vida va alcanzar el objetivo. ¡Recuerde a Jesús! Siendo Dios mismo se sujetó al Padre y no hacía nada si el Padre no le decía que tenía que hacer. Muchas veces, dentro de la Iglesia chocamos contra la visión de Dios como miembros, porque no estamos dispuestos a sujetarnos a la autoridad de los cinco ministerios y por no sujetarnos a esa autoridad no podremos llegar al objetivo.
No lo estoy inventando, lo leímos:
Hay un fin: por el que Cristo como cabeza haya delegado su autoridad en los cinco ministerios.
Hay un objetivo, una meta: ¡Que todos estemos capacitados para servir a Dios!
¡Para que seamos el cuerpo de Cristo que tiene que levantarse sobre la tierra con autoridad!
Por eso no habrá nada mejor, que aprender a obedecer lo que viene de la autoridad, porque traerá bendición a nuestra vida y muchos de nosotros hemos comprobado, por lo menos una vez, que no obedecer lo que nos han dicho, nos ha traído serios problemas... Y no sé si a usted le haya pasado, a mí sí.
A veces pensamos que el pastor no se dejó guiar por el Señor; y “yo también tengo el Espíritu Santo, que Él me hable”.
O peor, cuando le decimos a la autoridad: ¡“Sí, sí lo entiendo, muchas gracias por lo que me dijiste”! Y luego hacemos todo lo que nos parece. ¡Eso es peor!
Cualquier situación en la que una autoridad haya dicho “algo que debas hacer” alguna vez; y no la llevaste a cabo, en tu vida habrá una asignatura pendiente respecto a esa situación, ¡Esto está muy difícil! Pero es la única manera en que la Iglesia puede alcanzar la plenitud expresada en la Palabra.
Somos la plenitud de Cristo, pero una Iglesia que es la plenitud de Cristo es una Iglesia que está bajo autoridad, que sabe representar a Jesucristo de manera correcta y concreta; no hace lo que bien le parece, ni se sujeta a lo que bien le parece “a sus razonamientos”, a “su manera de pensar”, a “sus propios criterios”.
Para después querer decretar que las cosas sean en el mundo “Como Dios quiere”.
Esa Iglesia no va a poder decretar nada, porque no van a funcionar sus palabras, porque no puede ejercer autoridad, cuando no aprendió primeramente a estar bajo autoridad.
Por eso, tenemos que analizar, ¿En qué punto nuestra vida está detenida, en qué punto no podemos avanzar? ¡Revisa y recuerda! Si alguna vez, alguna autoridad te dijo que hicieras algo y tú tomaste esa palabra, la dejaste a un costado y seguiste con tu vida, porque lo que hoy estás sufriendo como consecuencia, es porque desechaste la palabra que vino de Cristo mismo. ¡Cristo, cabeza de la Iglesia, pero Cristo delegó la autoridad en cinco ministerios!
d) ¿Cómo ejercen su autoridad los cinco ministerios?
“Que todos nos consideren servidores de Cristo,
encargados de administrar los misterios de Dios.
Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige
que demuestren ser dignos de confianza.”
1 Corintios 4: 1-2 (NVI)
Dignos de confianza, o sea fieles.
Quienes han recibido autoridad delegada, estos cinco ministerios, así se deben considerar siempre, servidores de Cristo y personas que administran los misterios de Dios.
En otras palabras, personas que han entrado en lo íntimo del corazón de Dios, para conocer sus secretos y poder administrarlos para el beneficio de la Iglesia. Los cinco ministerios nunca debieran ser personas que se crean mayores a nadie, no debieran ser personas que golpean sobre la mesa para decir: “las cosas en la Iglesia se hacen como yo digo”.
Ése no es el tipo de autoridad que se le ha delegado.
Así mismo, se consideran servidores de Cristo y administradores de los misterios de Dios. Pero además, Pablo agrega algo: “a los que reciben un encargo”, se exige de ellos ser dignos de confianza, o sea, fieles.
En una autoridad delegada, cualquiera sea de los cinco, unas de las primeras cosas que se tienen que ver es fidelidad, que son dignos de confianza.
Errores puede haber, puede haber algo que se creyó haber recibido de Dios y no era tan así, también podría pasar, nos puede pasar a cualquiera y a cualquiera que está en los cinco ministerios, también.
Si bien, cualquiera de los que estamos en los cinco ministerios tenemos temor de Dios para no cometer errores, ya que sabemos que por la autoridad recibida, un error nuestro hace que sea un error para todos.
¡Imagínese que usted reciba una enseñanza contraria a la palabra!
Se iría creyendo que una mentira es una verdad, porque alguien con autoridad se lo dijo. Es una responsabilidad muy grande, pero aunque haya un error circunstancial, tenemos que ver en la persona en autoridad “fidelidad”, que es digno de confianza.
Esto hace que cualquiera en la Iglesia pueda descansar en paz y moverse en el ámbito del cuerpo con absoluta libertad, porque ha visto que quien es su autoridad es “fiel a Dios” y es digno de confianza. Puede confiar, así como Dios confía en él o en ella, puede confiar, porque ha visto su manera de andar.
e) Cómo se debe considerar a la autoridad en la Iglesia.
“Hermanos, les pedimos que sean considerados con los que trabajan
arduamente entre ustedes, y los guían y amonestan en el Señor.
Téngalos en alta estima, y ámenlos por el trabajo que hacen.”
1 Tesalonicense 5:12-13 (NVI)
Pablo le está hablando a los tesalonicenses y les pide: considerar a los que trabajan arduamente entre ustedes.
Son personas de autoridad porque después dice: y los guían y amonestan en el Señor.
Los cinco ministerios tienen esta particularidad: guiar en el Señor y amonestar.
Por lo tanto, Dios le pide a la Iglesia “considerar” de manera particular, ya que esa consideración hacia ellos, es hacia Jesucristo como cabeza. Siempre tenemos que tener la convicción y la seguridad que cualquiera de estas cinco autoridades que guían y amonestan, son Cristo mismo guiándonos y amonestándonos, para que sepamos conducirnos en el Señor y no de acuerdo a nuestros criterios.
f) Cómo debe ser la actitud de la autoridad de los cinco ministerios.
Téngalos en alta estima,
y ámenlos por el trabajo que hacen.
Si queremos tener una verdadera consideración por alguien, tenemos que tener consideración por aquellos que nos guían y amonestan en el Señor y amarlos de manera especial por el trabajo que hacen.
Estas actitudes, son las que pocas veces se tiene como cuerpo, por no entender la autoridad, porque a veces el cuerpo de Cristo se sujeta a la autoridad, porque “así se le impuso”, y es aparente. Pero no hay un verdadero sentido de lo que es la autoridad. Al no haber un verdadero sentido, entonces no puede haber por parte de los miembros del cuerpo, esta actitud de amor y de consideración especial hacia aquellos que guían y amonestan. Obviamente y al margen de estas circunstancias, los cinco ministerios siguen acumulando sobre ellos mayores responsabilidades, porque dice: guían y amonestan en el Señor.
Esto quiere decir, que tampoco lo tienen que hacer “de acuerdo a sus criterios”.
Tienen que hacerlo: “de acuerdo a cómo Dios quiere”.
No significa tampoco, que van a guiar siempre con una caricia, a veces la guía y la amonestación requiere de algo muy específico y fuerte de parte de Dios.
Pero si es en el Señor, tu vida va a caminar en el Señor, por eso no solamente tienes que escuchar y considerar, para ver si lo vas a hacer, escuchar, poner atención y poner los pies a andar en lo que has recibido de Dios.
Otra consideración, con respecto a la actitud de los cinco ministerios:
”Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia
son dignos de doble honor, especialmente los que dedican
sus esfuerzos a la predicación y a la enseñanza.”
1 Timoteo 5: 17 (NVI)
Los ancianos que dirigen bien los asuntos de la iglesia...
Los pastores siempre deben saber que para manejar los asuntos de la iglesia, necesitamos hacerlo como Cristo mismo, manejar una Iglesia y sus asuntos, siempre será mayor responsabilidad que ser el Director General que la mayor empresa del mundo.
¡No sé si lo meditó, yo sí! Al tener la responsabilidad, no me queda más remedio que pensar en la responsabilidad que uno tiene.
Un Director General en una empresa se puede equivocar, pero mientras tanto, ya recibió un salario impresionante y luego va y busca un lugar en otra empresa.
Pero un pastor que hace las cosas fuera de la voluntad de Dios, está echando a perder los propósitos eternos de Dios, está retrasando el tiempo del cumplimiento de la Palabra de Dios para la vida de la Iglesia, está echando a perder los planes específicos que Dios tiene para su Iglesia en el mundo, está deteniendo la manifestación de la Iglesia con autoridad y poder sobre la tierra. No estamos hablando que un plan de mercadotecnia no funcionó, que las ventas bajaron este mes, acá estamos hablando de los tesoros eternos.
Por eso si usted ve que sus autoridades gobiernan bien, dice Pablo, tienen que tenidos en: doble honor.
Y en especial aquellos que se dedican a predicar y enseñar.
Porque para hacerlo tuvieron que haberse metido en el secreto de Dios, tuvieron que haber recibido del corazón de Dios lo que Él quería decirle a su Iglesia de manera especial.
”Obedezcan a sus dirigentes y sométanse a ellos,
pues cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas.
Obedézcanlos a fin de que ellos cumplan su tarea con alegría y sin quejarse,
pues el quejarse no les trae ningún provecho.”
Hebreos 13: 17 (NVI).
La responsabilidad de los pastores es: cuidan de ustedes como quienes tienen que rendir cuentas.
Es decir, además de que estamos en una empresa eterna, vamos a tener que rendir cuentas algún día delante del dueño personalmente.
¡Si uno se hubiera querido dedicar a una carrera, jamás le aconsejaría opte por ésta! Es la peor, porque cualquier carrera que usted estudie, aunque sea cinco o diez años, les va a ir mejor, la vida les va a ser más ligera, pero en estos asuntos, es otra cosa. ¡Uno no elige una carrera, uno recibe un llamado, es muy diferente! Dios lo pone entre la espada y la pared, por eso si tienes palabra para pastorado, disfruten todavía mientras les queda tiempo, sean felices, sigan danzando con alegría.
¡Llegará el día en que “quieran danzar sobre la cabeza del hermano para que entienda y cambie”!
No voy a analizar la actitud de los miembros del cuerpo, pero definitivamente para los pastores, lo que hacemos es una gran responsabilidad, porque tenemos que cuidar o “velar”, cuidar de manera permanente, estar vigilando que sus vidas estén bien...
No significa, cuidar de si le atendí hoy y nos vemos el año que viene, y volvemos hablar a ver como le fue.
Aunque hablemos hoy y lo hagamos nuevamente, dentro de dos meses, el pastor siempre se queda con su persona dentro de su corazón y de su espíritu, y sigue intercediendo y hablando en casa con la esposa y se preguntan “¿cómo estará, estará venciendo en este punto, habrá obedecido?”.
Y aunque usted no se da cuenta, el pastor siempre está mirando su actitud y dice: “Está dando resultado porque lo veo”.
Y en otro caso dice: “La verdad que no veo nada, cada vez esto se ve más negro”.
Quiere decir que lo que hablamos no está funcionando.
Eso es cuidar, es responsabilidad del llamado recibido, es saber ejercer la autoridad como Cristo mismo. Por eso si entendemos la autoridad, nos podemos sujetar fácilmente como Iglesia, porque no hay nada mejor que estar bajo autoridad, porque nuestra vida es plena cuando estamos bajo autoridad; nuestra vida solamente alcanza toda la dimensión del plan de Dios y del propósito de Dios, cuando se está bajo autoridad. Sujetarnos a la autoridad que Dios ha establecido, es sujetarnos a Cristo y a Dios mismo. Y eso hace que nuestra vida pueda llegar a todo lo que Dios ha destinado para cada uno de nosotros.
Otra consideración:
“Cuiden como pastores el rebaño de Dios que está a su cargo,
no por obligación ni por ambición de dinero, sino con afán de servir como Dios quiere,
no sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplos para el rebaño.
1 Pedro 5: 2-3 (NVI)
Nuevamente los pastores reciben un encargo muy fuerte de parte del apóstol Pedro: Cuiden el rebaño de Dios que está a su cargo, no por obligación, no por ambición de dinero, sino con afán de servir. Los primeros que quieren servir a Dios son los que han recibido autoridad delegada de Cristo.
Ellos son los primeros en tener que ser ejemplo de servicio.
El mayor servicio que los que han recibido esta autoridad delegada pueden hacer, es cuidar el rebaño de Dios, porque no es un servicio de ponerse a hacer las cosas prácticas.
Si fuera así, no tendría sentido Efesios 4, porque es para capacitar a los santos para que sepan servir a Dios, de lo contrario no tendría sentido. El mayor servicio que hacen aquellos que han recibido autoridad delegada de Jesucristo es cuidar a la Iglesia de Jesucristo, pero en ese cuidado, no pueden tener ninguna ambición personal, ni sentirse obligados.
No pueden decir “me voy a llenar de dinero con los diezmos de los hermanos”, tienen que tener afán, si pero de servir, de cuidar y seguir cuidando, ése es su afán.
Luego dice: no sean tiranos con los que están a su cuidado, sino sean ejemplo para el rebaño.
Quiere decir que nunca, ninguno de los que hemos recibido autoridad delegada vamos a ser señores, porque en la versión Reina Valera dice: no como teniendo señorío. No como dueños de la vida de los miembros del cuerpo, sino siendo ejemplo, pudiendo decir “quieres que en tu vida te vaya bien, sígueme e imítame”. ¿Está tomando la dimensión de la responsabilidad, se da cuenta lo que significa haber recibido autoridad delegada, se da cuenta que los primeros que tenemos afán de servir, somos los que hemos recibido esta autoridad?
Somos los que tenemos que estar dispuestos siempre a servir en todo momento, en toda situación o circunstancia, por el bien de la Iglesia de Jesucristo.
g) ¿Cuál es el espíritu con que se ejerce autoridad?
”Jesús los llamó y les dijo: como ustedes saben, los gobernante de las naciones
oprimen a los súbditos, y los altos oficiales abusan de su autoridad.
Pero entre ustedes no debe ser así.
Al contrario, el que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor,
y el que quiera ser el primero deberá ser esclavo de los demás;
así como el Hijo del hombre no vino para que le sirvan,
sino para servir y para dar su vida en rescate por muchos.”
Mateo 20: 25-28 (NVI)
Éste es el espíritu que gobernó en Jesús, él transmitió esta realidad del reino.
¿Tú quieres crecer en el reino? Aprende a ser siervo de los demás.
¿Tú quieres llegar más alto en el reino de Dios? Aprende a estar bajo otros.
Muchas veces dentro de la Iglesia hay ambición de crecimiento, hay afán por escalar niveles... Primero, malentendiendo que en la Iglesia hay niveles, porque no son categorías, vuelvo a repetir: ”En la Iglesia no hay categorías, hay funciones”.
Si usted quiere ocupar mi función no lo va a poder hacer, pero si yo quiero ocupar la suya tampoco, porque usted tiene una función, es un miembro particular del cuerpo, así como yo lo soy.
Quieres crecer, quieres llegar más alto, tienes que ser el primero en estar dispuesto a sujetarte, a servir y dice Jesús en esta versión, ser esclavo de los demás. ¡Ése es el verdadero espíritu que tú y yo tenemos que tener! Ni siquiera el servicio más leve, más pequeñito que te parezca que estás haciendo, lo tienes que hacer porque un día alguno de los pastores se acercó a decirte que colabores en alguna cosa, porque la persona o el coordinador de tu ministerio que te lo dijo, fue un instrumento usado por Dios para que tú supieras lo que Dios quería en ese momento para tu vida.
Cuando estás sirviendo, lo estás haciendo a tus hermanos y poniéndote al servicio de ellos en todo.
Como si dijeras a través de esto que hago por ti, yo estoy dispuesto a ser tu esclavo.
¡Ah, esclavo de los demás! Sí, yo estoy a tu servicio.
¡Y mi mayor gozo es que tú puedas ser servido por mí!
h) La actitud correcta hacia los pastores. Cuando nosotros entendemos esto de parte del Señor, cuando el Espíritu Santo nos lo revela, entonces, empezamos a crecer en autoridad.
”Ruego a los ancianos que están entre vosotros,
yo anciano también con ellos, y testigo de los padecimientos de Cristo,
que soy también participante de la gloria que será revelada:
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, cuidando de ella, no por fuerza,
sino voluntariamente; no por ganancia deshonesta, sino con ánimo pronto;
no como teniendo señorío sobre los que están a vuestro cuidado,
sino siendo ejemplos de la grey. Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores,
vosotros recibiréis la corona incorruptible de gloria.
Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos;
y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque:
Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes.
Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte
cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él,
porque él tiene cuidado de vosotros. Sed sobrios, y velad;
porque vuestro adversario el diablo, como león rugiente,
anda alrededor buscando a quien devorar.”
1 Pedro 5: 1-8
Hay algo muy importante que posiblemente pocas veces hemos visto.
Ya hemos analizado antes las actitudes que los pastores deben poseer, y de qué manera ellos deben ejercer su ministerio.
Aquí Pedro le habla a la gente de la Iglesia, al cuerpo de Cristo, para tener una actitud correcta hacia los pastores.
Dice específicamente Igualmente, jóvenes, estad sujetos a los ancianos; y todos, sumisos unos a otros, revestíos de humildad; porque Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes... Un humilde, entendiendo humildad, no es quien se cree que no sirve para nada, al contrario “es quién sabe que tiene un propósito de parte de Dios, sabe lo qué es en Jesucristo y ocupa su lugar”. Ese humilde puede sujetarse a la autoridad de los demás y ser sumiso a otra persona.
Pero hay algo enfático de parte de la Palabra, Dios resiste a los soberbios, Y da gracia a los humildes... Muchas veces en la Iglesia de Jesucristo nos presentamos como los soberbios que nos tienen que dar nuestro lugar.
No hemos entendido la verdadera humildad, ni la verdadera sujeción.
Tenemos que, primero entender y saber lo que somos en Dios, cuando sabemos eso estamos dispuesto a sujetarnos.
¡Y no solamente a los pastores, a cualquier persona que nos rodee, dentro del cuerpo de Cristo!
...sumisos unos a otros, revestíos de humildad...
Eso hará que de tu corazón se vaya toda soberbia y todo orgullo que va a tentar contra tu corazón y tu propia vida. Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo;
Una persona humilde que sabe lo que es en Dios, puede sujetarse a cualquiera dentro del cuerpo de Cristo y de esa manera se estará sujetando a la poderosa mano de Dios. Siempre hay tiempo en nuestra vida, siempre hay “un tiempo” en el cual debemos humillarnos bajo la poderosa mano de Dios, siempre.
Porque el mismo Jesús tuvo “un tiempo” donde se tuvo que humillar hasta lo sumo, hasta la muerte de cruz. Y cuando llegó a esa humillación extrema dice la Palabra:
“Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo,
y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla
de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;”
Filipenses 2:9-10
Habrá un tiempo para tu exaltación, pero si primeramente no pasaste el tiempo de la humillación, nunca puede venir exaltación de parte de Dios.
Cuando yo como hijo de Dios entiendo estas cosas, entonces, puedo echar toda mí ansiedad sobre el Señor, porque Él tiene cuidado de mí; y voy a ser sobrio y voy a velar, porque mi adversario el diablo como león rugiente está por aquí alrededor buscando a quien devorar.
Esto que conocemos muy bien, está dentro de un contexto y el contexto es: Humillarnos bajo la poderosa mano de Dios, ser sumisos unos a otros y aprender a vivir bajo autoridad.
Cuando no estoy bajo autoridad y soy soberbio y tengo orgullo, soy un blanco perfecto para el enemigo, la primera persona a quien el diablo puede venir a devorar. Por otra parte, cuando no me sujeto a la autoridad en cualquier sentido aunque sea una cosa pequeñita, no me sujeto a la autoridad, salí del gobierno de Cristo, y dejando de estar bajo el gobierno de Cristo soy un blanco fácil para el diablo.
El diablo nunca te va a poder atacar, ni tocar cuando estás correctamente bajo el gobierno de Dios, por eso como hijos de Dios, tenemos que estar seguros en la protección que tenemos, porque la autoridad nos da protección.
Por eso, hemos declarado en nuestra casa que las enfermedades no van a entrar y aunque tengamos circunstancias que nos permitan, seguiremos parados en contra de la enfermedad y no le daremos lugar, siempre nos pararemos en contra de la falta de economía o de lo que fuera. Nos pararemos en contra de la tristeza, o del dolor, o de la angustia. ¡Cuando estamos correctamente bajo autoridad, no hay nada que nos pueda atacar! Si estás recibiendo ataques puede ser que haya un punto en el cual no estás bajo autoridad.
Y como Iglesia, nos estamos perdiendo la mayor de las bendiciones. La autoridad nos da protección, es el paraguas más amplio y más fuerte, está blindado contra los dardos del enemigo.
Por eso, no es normal que el diablo te ataque una, dos, veinte, cincuenta, no es posible, no es normal; por eso tenemos que entender la Palabra en su contexto. Pedro dice: sean sobrios, prudentes y velen, porque el diablo anda alrededor de ustedes buscando a quién va a devorar, porque el diablo sabe que si alguno dice: “no estoy dispuesto a sujetarme a la autoridad en este punto” él ganó la batalla.
Sean sobrios y velen, para no salirse de la autoridad, sean sobrios y velen para humillarse en todo tiempo y ser sumisos unos a otros, sean sobrios y velen para que el orgullo no les gane el corazón, entonces el diablo jamás podrá tocarte.
¡Y cuando digo jamás, es jamás! ¡Lo creo con todo mi corazón!
¡Jamás es jamás! No tiene que haber un solo punto en el cual el diablo nos pueda tocar. Por lo tanto, medita en todos los ámbitos de autoridad en los cuales estás viviendo, cualquiera sea el ámbito, y si estás infringiendo un principio de autoridad y no te estás sujetando, estás siendo blanco del diablo y él está buscando a quién devorar.
¡Y solamente puede devorar a alguien que viere vivir fuera de la autoridad de Dios!
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