en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Damos muchas gracias al Señor porque todo lo que somos y tenemos es por Él y para Él, y realmente saber que le pertenecemos, implica entender que toda nuestra vida está relacionada con sus planes y sus propósitos. Nosotros no podríamos jamás planear o pensar algo, una vez que conocemos al Señor, que esté fuera de su voluntad, por una sola razón, nada jamás va a poder funcionar sin su voluntad.
Por eso a veces, cuando insistimos posiblemente, en llevar a cabo algo que está en nuestro corazón pero que no vino de Dios, nos damos la cabeza contra la pared, chocamos contra un muro que no lo podemos pasar y hacemos un intento, dos intentos, tres intentos y creemos que Dios va a estar con nosotros, hasta oramos pidiéndole al Señor, que por favor derribe ese muro, si lo pudo hacer con Jericó como no lo va a poder hacer con ese muro que estamos enfrentando, sin embargo, el muro es que la voluntad de Dios no está allí; y siempre que estemos en la voluntad de Dios vamos a ver la plenitud de Dios sobre nuestras vidas y va a haber una paz que llene todo nuestro ser, para darnos la convicción de que eso es lo que Dios quiere.
En lo que hoy vamos a compartir quiero empezar diciendo, que muchas veces puedo notar en nosotros los creyentes, los que creemos en Cristo Jesús, que tenemos problemas con la identidad, y éste es un tema que, en lo personal, muchas veces me ha preocupado porque puedo darme cuenta que tenemos todo de parte del Señor, el Padre a través de Cristo nos ha dado todas las cosas, pero estamos luchando con un asunto que es personal, que es privado, que es humano y que no tiene que ver con la naturaleza divina que hemos recibido.
Obviamente, cuando vemos a cualquier persona que no tiene a Cristo, inmediatamente podemos comprobar que las personas tienen falta de identidad, es muy rápido verlo, pero es notable cuando eso mismo lo podemos notar en los cristianos, en los creyentes en Cristo Jesús, porque la Palabra nos muestra que cuando estamos en Cristo, es suplido todo lo que normalmente se llama identidad.
Ahora, ¿cuál es la manera más sencilla de definir la identidad?
Identidad, es simplemente saber quiénes somos, eso es identidad.
No es nada muy difícil de entender, pero sí a veces bastante difícil de vivir en su plenitud.
Ahora, el verbo "ser", entre otras cosas significa: esencia o naturaleza. Si estamos hablando que identidad es saber quiénes somos, ocurre algo, necesitamos identificar ese "somos", ese "ser", con una cuestión de esencia o de naturaleza.
Por eso déjeme decirle algo, la identidad es un asunto espiritual.
Y esto es lo primero que quiero dejar establecido en este día muy claramente, porque lamentablemente, como la identidad está mezclada con todo lo que la psicología enseña, muestra y manifiesta de los problemas de los seres humanos, de los conflictos que van marcando la vida de una persona y que cuando llega esa persona a la adultez, entonces tiene falta de identidad, y hay que trabajar en aquellos sucesos que vivió en su vida pasada, en la niñez y en todo el resto de su vida, para entonces que él pueda recuperar un sentido de identidad.
El asunto es que ese tratamiento es desde lo mental y psicológico, pero déjeme ponérselo del lado de Dios. Del lado de Dios, la identidad es un asunto espiritual.
Ahora, si es un asunto espiritual siempre se va a manifestar en la manera de pensar y en la conducta.
Lo espiritual, recuerde esto, no es algo simplemente intangible que está por las nubes y que nunca nadie puede ver. De hecho, creo que no hay nada más espiritual que el Reino de los cielos, porque es un Reino que en este mundo no existe, pero Jesús dijo, que había llegado para mostrar, y para que la gente viera el Reino de los cielos.
Lo espiritual, nunca yo puedo pensar, que está tan lejano que no se puede ver, por lo tanto la identidad, como es un asunto espiritual, se ve. ¿Y dónde se ve? Se ve en la manera de pensar y se ve en nuestro comportamiento.
Fíjese esto, el ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, eso le dio al ser humano, estoy hablando del ser humano en su totalidad, le dio una esencia específica; no hay otro ser creado que tenga la esencia de Dios porque ningún otro ser creado fue creado a imagen y semejanza de Dios.
Ahora, esa esencia que el ser humano recibió es fundamental para su vida, y esa esencia depende de Dios.
Por eso, la identidad es un asunto espiritual, porque ¿qué ocurrió? Cuando el ser humano pecó perdió su identidad porque se desprendió de la fuente y de la esencia que había recibido.
Piense un momento, ¿usted se imagina, antes del pecado a Adán y Eva con conflictos de identidad? Pero yo les puedo asegurar que un psicólogo los hubiera tratado, y muy fuerte y seriamente, porque entre otras cosas, esos dos pobrecitos no tuvieron mamá.
Claro, no tuvieron mamá y se supone que uno de los problemas que marcan la identidad de un ser humano, es no tener una buena relación con su mamá, ¡imagínense!
Pero, ni usted ni yo podemos imaginar a Adán y Eva con un conflicto de identidad, reuniéndose con Dios ahí en el jardín diciéndole, Señor, realmente no, no sé quién soy, si Tú no me explicas bien la ecuación de como hiciste las cosas, porque a ver, me uniste a esta mujer y una vez unidos vamos a tener hijos, nuestros hijos van a tener mamá, pero yo, ¿cómo le explico a mis hijos lo que significa tener una mamá si yo nunca viví esa experiencia? Señor, me tienes que sanar ese problema.
El problema nunca estuvo porque la identidad, como es espiritual, estaba suplida por la imagen y semejanza de Dios que estaba intacta, esa imagen y semejanza de Dios les permitió recibir la misma esencia divina que es fundamental en todo ser humano y que depende de Dios.
¿Dónde empezó el conflicto con el ser humano? Cuando pecó, porque el pecado hizo que hubiera un desprendimiento de la esencia, se desligó el ser humano de esa dependencia absoluta hacia el Señor y eso empezó a generar los problemas de identidad.
Ahora, para ir desde la base, yo quiero que veamos un ejemplo de identidad, algo así como un fundamento de identidad en el mismo Dios.
Por favor, vayan a Éxodo capítulo 3, versículos 13 y 14, yo voy a leerlo en la Nueva Versión Internacional, sólo le recuerdo el contexto.
Aquí Dios se le apareció a Moisés, le dijo que lo había elegido para que fuera a Egipto a sacar de esa tierra de esclavitud a Israel y se tenía que presentar frente a Israel, Moisés, en Nombre del Señor; y Moisés empezó a tener muchos conflictos personales, en principio digamos que se atacó a sí mismo, porque se anuló en la tarea pensando que no iba a ser útil y que no iba a poder realizar lo que Dios le pedía. Pero luego, inmediatamente viene esto que vamos a leer, dice el versículo 13:
"Pero Moisés insistió:
—Supongamos que me presento ante los israelitas y les digo:
“El Dios de sus antepasados me ha enviado a ustedes.”
¿Qué les respondo si me preguntan: “¿Y cómo se llama?”
— Yo soy el que soy —respondió Dios a Moisés—.
Y esto es lo que tienes que decirles a los israelitas:
Yo soy me ha enviado a ustedes.”"
Éxodo 3:13-14 / NVI
A ver, ¿no hubiera sido más fácil un nombre que pegara más? ¿no? Porque hoy que estamos en la época del marketing y que todo tiene que ser atractivo, un nombre un poquito más atractivo para que los israelitas se animaran a creerle a Moisés, que Dios los estaba enviando.
La manera en que Dios se identificó marca la pauta de la identidad, porque para nuestro español, lo que Dios le dijo a Moisés es,Yo soy el que soy; y luego lo definió, lo resumió como Yo soy te envía.
Ahora, les quiero decir, que esto que vemos como frase, está íntimamente relacionado al nombre Jehová, que muchas veces hemos leído o al nombre Yahweh.
Ahora, déjenme decirles un poquito nada más, de lo que esto significa. ¿Sabe lo que significa Yo soy el que soy?
Yo soy, el inefable o que no se puede explicar con palabras.
Yo soy, el que existe por sí mismo, el que tiene en sí la razón y fuente de su propio ser y no depende de ningún otro ser en ninguna manera.
Yo soy, eterno e inmutable, como no puede cambiar se puede confiar en Él plenamente, Él existe desde siempre y para siempre.
¿Sabe por qué estoy leyendo esto? Porque lo primero que tenemos que entender, es que Dios cuando nos dio su esencia, nos puso parte de esto que estamos leyendo, aunque a usted le parezca demasiado grande. Y sólo estoy hablando de un asunto de creación, entre otras cosas, sólo me voy a quedar con lo último, Él es eterno.
El ser humano, ¿acaso no tiene la característica de la eternidad? ¿Cómo recibió esa eternidad? Porque Dios le transfirió de su esencia.
El único ser que es eterno como Dios, es el ser humano.Piénselo por favor, el único ser creado que es eterno como Dios es eterno, es el ser humano, no hay otro.
Pero déjeme decirle algo, por esta misma razón, la identidad de una persona mientras está en la Tierra, ¿sabe qué define? Define su futuro eterno. Piense lo que le estoy diciendo, y en un momento lo vamos a corroborar con la Palabra.
De acuerdo a nuestra identificación con la identidad que viene de Dios, es que nosotros podemos mirar con claridad, sin nada en medio, la eternidad que nos espera; pero si nuestra identidad no está definida según Dios, también podremos tener eternidad pero será una eternidad sin Dios.
Por eso, aquellos que no tienen a Cristo no es que han perdido eternidad, lo que han perdido o lo que están perdiendo mientras no se arrepientan, es la posibilidad de una eternidad con Dios pero la eternidad la tendrán, de sufrimiento y de dolor, pero aquellos que conocemos a Cristo, por la identidad que tenemos en Él, vamos a disfrutar de una eternidad con Dios que será perfecta.
Ahora, quiero leer Isaías 53, versículo 6, lo voy a leer en la Reina Valera Actualizada, para que nos demos cuenta lo que Dios hizo. En realidad, primero lo que pasó con nosotros, y obviamente, luego lo que Dios hizo; Isaías 53, el versículo 6, dice así:
"Todos nosotros nos descarriamos como ovejas;
cada cual se apartó por su camino.
Pero el SEÑOR cargó en él…
es decir, en Cristo…
el pecado de todos nosotros."
Isaías 53:6 / RVA
A ver, la decisión humana de apartarse de Dios generó la pérdida más grande que el ser humano podía sufrir, y esa pérdida era su identidad, porque el ser humano requiere una identidad que esté sólida, que esté sana, que esté firme para poder hacer lo que Dios ha planeado que haga. Sin esa identidad el ser humano siempre está en un terreno como cenagoso, en cualquier momento se va, en cualquier momento se hunde; sin Dios, y esto es lo que nos pasó a nosotros, cada uno tomamos nuestro propio camino, ése es el sentido de descarriarse; es decir, nos sacaron o nos salimos, mejor dicho, del entorno natural en el que debíamos estar y empezamos a correr sin rumbo fijo y ninguno de los caminos que tomamos estaba relacionado con el camino que Dios había preparado.
Por eso, la identidad no está relacionada con lo que te pasó con tu mamá o tu papá, o con tu abuelo o con tu tío, la identidad está relacionada con lo que nos ha pasado con Dios. Cuando nosotros nos descarriamos, cada uno de nosotros, y ahora dejemos a un lado en paz a Adán y Eva para no echarles la culpa, cada uno de nosotros dice aquí, tomamos nuestro propio camino, ésa fue una decisión personal y lo sigue siendo hasta el día de hoy en mucha gente que sigue negando a Jesucristo como la única posibilidad de salvación.
Esto me hace pensar que cuando nosotros los creyentes, sufrimos en algún sentido problemas con nuestra identidad, tendría que haber alguna área que está tomando nuestro propio camino, por estar tomando el camino que nos parece, empezamos a sentirnos inseguros de quiénes somos, porque sólo podemos estar seguros de quiénes somos cuando estamos en el camino del Señor, y el camino del Señor es uno, no hay más caminos que uno con el Señor, no los puede haber.
Ahora, la segunda parte del versículo dice, pero el SEÑOR cargó en él… en Cristo… el pecado de todos nosotros.
Quiere decir que Dios, viendo el problema del ser humano tomando su propio camino y perdiendo su identidad, entonces lo que hizo Dios fue cargar la raíz del problema sobre su Hijo Jesucristo.
A ver, ¿cuál es la raíz del problema? Dice aquí, el pecado. Pero todos sabemos cuál es ese pecado, la separación, la independencia de Dios, ésa es la raíz del problema, olvídese usted de todo lo que con lujo de detalles le ha pedido perdón a Dios, porque está muy bien que le haya pedido perdón y que yo le haya pedido perdón, pero todas esas acciones pecaminosas que hicimos tenían una raíz, cuando la raíz es quitada, entonces ya no hay ramas que puedan seguir creciendo.
Pregúntenos a mi esposa y a mí, que tenemos un vecino con bambús atrás, y que ya no sabemos qué hacer con los bambús, ¿sabe por qué? porque el vecino corta de su lado un poquito, según me dijo él, y nosotros cortamos un "muchito", y sabe que al siguiente día seguimos teniendo hojas, las ramas de bambú se siguen torciendo hacia nuestro lado y es interminable, ¿sabe por qué? Porque los bambús siguen ahí, porque no fueron quitados de raíz.
El problema cuando no se quita de raíz, no se quitó. Por eso, cuidado cuando nosotros transmitimos la verdad del evangelio y vemos personas que están compungidas, que se sienten mal por las acciones pecaminosas pero no logran ver la raíz del problema, ¿sabe por qué? Porque le van a estar pidiendo a Dios perdón por el vestido pero no por la esencia, no por la raíz de la situación y la raíz de la situación es nuestra separación y la independencia de Dios, y esa independencia provocó la falta de identidad que tú y yo tenemos y que muchas veces manifestamos; no hay otra razón para la falta de identidad, ésa es la razón para la falta de identidad.
Quiero leer Juan, el evangelio de Juan el capítulo 8, desde el versículo 21, lo vuelvo a leer en la Nueva Versión Internacional, dice así:
"De nuevo Jesús les dijo:
—Yo me voy, y ustedes me buscarán, pero en su pecado morirán.
Adonde yo voy, ustedes no pueden ir.
Comentaban, por tanto, los judíos:
«¿Acaso piensa suicidarse? ¿Será por eso que dice:
“Adonde yo voy, ustedes no pueden ir”?»
—Ustedes son de aquí abajo —continuó Jesús—;
yo soy de allá arriba.
Ustedes son de este mundo; yo no soy de este mundo.
Por eso les he dicho que morirán en sus pecados,
pues si no creen que yo soy el que afirmo ser,
en sus pecados morirán.
—¿Quién eres tú? —le preguntaron.
—En primer lugar, ¿qué tengo que explicarles?
—contestó Jesús—.
Son muchas las cosas que tengo que decir y juzgar de ustedes.
Pero el que me envió es veraz,
y lo que le he oído decir es lo mismo que le repito al mundo.
Ellos no entendieron que les hablaba de su Padre.
Por eso Jesús añadió:
—Cuando hayan levantado al Hijo del hombre,
sabrán ustedes que yo soy, y que no hago nada por mi propia cuenta,
sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado.
El que me envió está conmigo; no me ha dejado solo,
porque siempre hago lo que le agrada.
Mientras aún hablaba, muchos creyeron en él."
Juan 8:21-30 / NVI
Este ejemplo de Jesús es extraordinario para darnos cuenta que el Señor estaba buscando de estas personas, israelitas, que todo el tiempo estaban buscando a ver cómo lo hacían caer, que negaban todo el tiempo que Jesús era quien era, estaba buscando una cosa de ellos, reconozcan que Yo soy el que soy.
¿Saben con qué se identificó Jesús al hablarles de esta manera? Con las mismas palabras que Dios le dijo a Moisés que debía transmitirle a Israel, parece que Israel estuvo marcado por el mismo mensaje de Dios todo el tiempo, porque Jesús después de muchísimos años, les vuelve a recordar a los israelitas lo mismo que para ellos era una base de sustento; Jesús les estaba diciendo en la cara, Yo soy el que soy, el mismo que Dios le anunció a Moisés, ése mismo soy Yo, y hay una sola cosa si ustedes no reconocen que Yo soy el que soy, van a morir en sus pecados.
Ahora, dígame una cosa, ¿de qué le sirve a un ser humano ir con los psicólogos para tratar de solucionar un problema de identidad, supuestamente causado por la mala manera de vivir, por la mala educación, por los maltratos o por lo que usted quiera, y que ese ser humano crea o se sienta que está libre ya, que se siente más seguro de sí mismo pero que sigue negando a Cristo? ¿de qué le sirve esa supuesta identidad?
Yo recibo identidad cuando reconozco su identidad, mi identidad viene de su identidad y no hay nadie más que me pueda dar la identidad que yo reconozco haber perdido alguna vez.
De ahí es, muchas veces, mi preocupación de escuchar a los creyentes, y aún les digo, de haberme visto a mí mismo en ciertas situaciones específicas de mi vida, donde yo no sé dónde estoy parado o me siento inseguro; y esa inquietud nunca me ha dejado hasta ahora, hasta ahora que el Señor me metió a ver en la Palabra lo que Él nos quiere mostrar acerca de la identidad.
Cuanto más reconozcamos la identidad del Yo soy, más estaremos firmes en nuestra identidad, porque reconoceremos que todo depende de Él.
¿Quiere usted algunas pocas, no son muchas, pero son muy contundentes, algunas pocas señales de una persona que tiene una identidad firme?
Vamos a volver a Jesús casi al final de lo que leímos.
En el 28 dice: Por eso Jesús añadió: —Cuando hayan levantado al Hijo del hombre, sabrán ustedes que yo soy, y fíjese ahora, y que no hago nada por mi propia cuenta.
Primera señal de una persona que tiene identidad.
Estoy hablando de cualquier persona que quiere tener una verdadera identidad y que sólo reconoce que la identidad viene de Dios, no hace nada por su propia cuenta.
Amados, en el momento en que yo tomo una decisión por mi propia cuenta, repito la escena que escribió proféticamente Isaías, me vuelvo a descarriar por mi propio camino aunque me llame cristiano, aunque sea hijo de Dios, porque los principios no se anulan porque yo me llame cristiano, los principios de Dios siguen siendo los principios de Dios y cada vez que yo tomo una determinación fuera de Dios tomé mi propio camino, ¿sabe la consecuencia? Voy a empezar a sentirme inseguro de quién soy.
Alguien que tiene la identidad firme no hace nada por su propia cuenta.
Segunda señal, sino que hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado.
Y doy gloria a Dios por estas palabras, le voy a decir por qué; porque reconozco que nos cuesta mucho pasar de lo que sabemos que Dios dice, a declararlo con absoluta fe y confianza como nuestra realidad diaria.
Mire, aunque yo quiera a esto ponerle la manito y hacerlo más leve no puedo, amados no puedo, esto es así, el Señor nos habla de salud y al primer síntoma de dolor yo vuelvo a recordar cómo me siento y anulo lo que tengo en mi cabeza, de conocimiento.
¿Por qué no puedo yo mantenerme en la verdad del Señor aunque me sienta que me estoy muriendo? Porque aún si me muero, entonces, tendrá que ser para gloria de Dios, porque hay una realidad en Cristo Jesús que me dijo, que yo estaba sano en Cristo y que viviría sano en Cristo el resto de mi vida. Porque yo no seguí leyendo Isaías 53, pero si usted no lo recuerda léalo en casa y fíjese en la verdad que está declarada allí, Él pagó por nuestras enfermedades y por nuestros dolores. Me importa tres cacahuates lo que yo sienta o lo que deje de sentir, porque hay una realidad en Cristo Jesús, estamos sanos, la Iglesia de Cristo está sana en Cristo Jesús, no puede haber otra realidad.
Por eso Jesús dijo, hablo conforme a lo que el Padre me ha enseñado, ¿usted piensa que la muerte en la cruz no le hizo sentir dolor? ¿pero cómo... si mi Padre es un Dios sanador? Israel creía en ese Dios sanador, ¿cómo es posible que Yo, su propio Hijo, con su misma esencia, esté sufriendo este dolor? Para la gloria de Dios y para la salvación nuestra, pero Él se mantuvo en todo lo que el Padre le enseñaba.
Amados, a veces siento que no hemos visto que el paso de fe que nos hace falta, el desarrollo de la fe de Cristo en nosotros, es que de aquello que sabemos, lo declaremos como una realidad sin importar las circunstancias; tú decláralo y vas a ver como la fe de Cristo empieza a activarse dentro tuyo y te vas a olvidar de la situación puntual que estás viviendo.
Tercera señal, El que me envió está conmigo.
A ver amados, ¿quién puede sentirse inseguro de quién es, si Dios está con nosotros? Se da cuenta que la identidad viene de reconocer al gran Yo soy.
Por eso la Palabra dice, si Dios es con nosotros quién contra nosotros.
Amados, tenemos a Dios de nuestro lado, eso es un síntoma, es una señal de que sabemos quiénes somos en Cristo, Dios está con nosotros.
Siguiente, no me ha dejado solo, pero hay un por qué, porque siempre hago lo que le agrada.
Claro, porque es muy lindo decir, Dios no me deja solo nunca, a ver, a ver, a ver, a ver... un solo ejemplo te voy a dar, todos lo conocemos, para demostrar que Dios nos puede dejar solos.
Cuando estaba llegando el momento culminante del sacrificio de Jesús y ese momento culminante significaba, que es lo que leímos en Isaías, todo el pecado de la humanidad ya estaba cargado sobre Él, todas las enfermedades, los dolores, toda la opresión demoníaca, todo eso estaba sobre Jesús y estaba a punto de morir, de entregar su espíritu, el Padre lo dejó solo.
¿No dijo Jesús, por qué me has abandonado?
Cuidado con lo que decimos, el Padre nos puede dejar solos si nosotros estamos absolutamente fuera de su voluntad, Él no tiene ninguna obligación de permanecer con nosotros si nosotros estamos fuera, usará su Espíritu porque siempre lo hace para llamar nuestra atención una y un millón de veces si es necesario, pero el Padre no puede estar con nosotros avalando aquellas cosas que hacemos fuera de su voluntad.
Ahora, quiero ir a Filipenses el capítulo 2 por favor, voy a leer desde el versículo 1 y vuelvo a leer en la Nueva Versión Internacional, por favor. Filipenses 2 desde el versículo 1, dice de esta manera:
"Por tanto, si sienten algún estímulo en su unión con Cristo,
algún consuelo en su amor,
algún compañerismo en el Espíritu,
algún afecto entrañable,
llénenme de alegría teniendo un mismo parecer,
un mismo amor, unidos en alma y pensamiento.
No hagan nada por egoísmo o vanidad; más bien,
con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.
Cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses
sino también por los intereses de los demás."
Filipenses 2:1-4 / NVI
Hasta aquí, tal vez alguno se pregunte, ¿por qué estamos leyendo este pasaje? Pero tal vez muchos otros ya empiecen a entender por qué estamos leyendo este pasaje, le voy a explicar.
Muchas veces, ¿saben cómo los creyentes mostramos nuestra falta de identidad? En nuestra relación con los miembros del cuerpo de Cristo, y ésta es una de las cosas tal vez, de las mayores cosas que yo me he dado cuenta, por lo cual me ha preocupado la falta de identidad en la cristiandad. Porque puedo darme cuenta que muchas veces hay una falta casi total de entendimiento de lo que significa, que somos uno en Cristo, parte del mismo cuerpo. Cuando llega el momento de las relaciones entre nosotros, en vez de tener relaciones según Dios, tenemos relaciones conflictivas, y ¿sabe lo que está chocando? Nuestras formas de ser.
Recuerde que yo le dije algo al principio, y si no lo recuerda ahora se lo repito, la identidad es un asunto espiritual. ¿Y cómo se manifiesta? En la manera de pensar, y en el comportamiento.
Si una persona está callada todo el tiempo y sentada en el mismo lugar, va a ser muy difícil que usted y yo sepamos si tiene o no tiene un problema de identidad, pero espere a que esa persona empiece a actuar y empiece a hablar, y en seguida, al aire vamos a agarrar todos los problemas de falta de identidad que tiene, ¿es así?
Dice aquí la Palabra, primero anima a la Iglesia, Pablo por el Espíritu diciendo, que si sienten algún estímulo en su unión con Cristo, algún consuelo en su amor, algún compañerismo en el Espíritu, algún afecto entrañable, se le llene a él de alegría, teniendo… fíjese… un mismo parecer, un mismo amor, unidos en alma y pensamiento.
Amados, ése es el fundamento, ésa es la base de una relación sana en el cuerpo de Cristo, no puede haber más, es tan sencillo como comprender que si el mismo Espíritu Santo nos habita, vamos a tener estímulo por estar unido a Cristo, vamos a tener consuelo en el amor de Dios sobre nuestras vidas, vamos a tener compañerismo en el Espíritu, va haber afecto entrañable, entonces practicaremos y viviremos esto. ¿Qué es? Un mismo parecer, un mismo amor unidos en alma y pensamiento.
Pero como Pablo, parece que conocía lo que a veces nos pasa a los seres humanos, no se quedó ahí, no se quedó con, aparentemente la parte positiva, le agregó algo y dijo, No hagan nada por egoísmo o vanidad.
Dos síntomas de personas que tienen, o de una persona que tiene, falta de identidad, egoísmo y vanidad. Egoísmo y vanidad, ninguna de esas dos cosas pertenecen a la naturaleza de Cristo que hemos recibido. Egoísmo y vanidad.
Y dice después, más bien, con humildad consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.
Ahora muestra el sentido contrario, es decir, muestra a aquellos que tienen una identidad firme en Cristo. ¿Por qué? Porque quien sabe quién es en Cristo, disfruta de una humildad sincera, franca, real, una humildad que justamente está relacionada con saber quién soy.
El ejemplo de humildad más grande lo demostró Jesús cuando les lavó los pies a sus discípulos y les terminó diciendo, si Yo el Señor y el maestro les lavé los pies, hagan ustedes lo mismo. ¿Qué está diciendo? Como Yo sé quién soy, sé que soy Señor y maestro, no tengo un problema de identidad, Yo puedo hacer esta tarea aunque a muchos otros les parezca que me estoy rebajando.
Por eso, hay hermanos en Cristo que ciertas tareas no las quieren hacer y le escapan, porque sienten que se rebajan; no hay identidad, no hay una verdadera humildad. Pero la humildad no es solamente, como en el caso de Jesús, hacer lo que aparenta ser más bajo que alguien podría hacer, ¿sabe cómo se manifiesta la humildad? Dice aquí, consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.Alguien que tiene intacto su sentido de identidad porque sabe quién es en Cristo, mira a otro y siempre lo va a poder ver como superior, no va a tener un conflicto.
Otro grave problema en la cristiandad, pero grave, este sí que es grave, eh, y en los ministros ni le cuento, ni le cuento; porque parece que porque somos ministros porque Dios nos ha llamado, porque nos paramos aquí, porque enseñamos, entonces los demás, los que están sentados del otro lado son nuestros súbditos y no van a llegar a ser superiores jamás; porque yo ya recorrí un camino que ellos no van a llegar recorrer, como si el camino se tratara de años de experiencia, de conocimiento intelectual, de materias aprobadas. El recorrido lo hace el Espíritu, y cuidado, no sea cosa que lo que a ti y a mí nos llevó años alcanzar, viene otro corriendo y en seis meses, por el Espíritu, nos pasó como poste caído, ¿está bien?
Cuidado amados, cuidado, con humildad, consideren a los demás como superiores a ustedes mismos.
Les voy a dar un secreto en esto y alabo al Señor; la falta de identidad no nos permite tener un correcto entendimiento de autoridad espiritual, porque la autoridad espiritual tiene como fundamento este principio, humildad para poder considerar a los demás como superiores. Entonces, cuando cualquiera de ustedes es puesto por el Señor en una función de autoridad, sea la que fuera aún la más sencilla, yo me sujeto porque lo que veo en esa superioridad es a Cristo, ya está. ¿Qué voy a sacar ahora mis papeles de ministro del Señor, profeta, apóstol, ministerio profético, empezamos el 21 de diciembre de 1997, vaya a la página vea todos los eventos, mire que ya hemos recorrimos, ah? ¿Hemos sufrido con Cristo todos los sufrimientos que le faltaban a Cristo, creo que nosotros ya los superamos al doscientos por ciento? Entonces, saco todas esas credenciales y a la hora que usted me dice, Hernán por favor, podría poner la silla del otro lado, no, la silla del otro lado, eso… a ver Matías, pídele a mi hijo, ¿yo, la silla del otro lado? No...
¿Me está entendiendo usted? Cuando no hay una sana identidad en Cristo, tenemos problemas con reconocimiento de autoridad espiritual.
Por eso, cuando uno empieza a entender esto, se le abre el entendimiento para darse cuenta que muchos creyentes con problemas de autoridad, son creyentes que seguramente tienen problema de identidad.
Rebúsquele un poquito aunque duela, yo sé que a veces cuando empieza a enfrentarse a estas cosas a uno le duele, porque uno dice, ay si esto es así y esto fue por esto y aquello me pasó por lo otro... pero rebúsquelo un poquito y se va a dar cuenta que todas estas cosas, seguramente o posiblemente, nos están ocurriendo; y hay una sola cosa que hacer, rendirnos plenamente al Señor y depender de Él, reconocer que nuestra identidad viene de el Yo soy, ya está, y lo que ahora soy, lo soy por Él y para Él, nada más.
Ahora, la otra característica de alguien que tiene identidad, según el pasaje, es que cada uno debe velar no sólo por sus propios intereses sino también por los intereses de los demás.
Lo natural en alguien que tiene una sana identidad, ¿sabe qué es? Que no está mirando a ver cómo lo van a bendecir, está mirando cómo puede bendecir, no está esperando el final de la reunión para acercarse a las autoridades, a los pastores a pedir oración, está viendo por quién puede orar, ¿y por qué tiene deseos de orar por otros? ¿Por qué no tiene ningún problema? No, tal vez tiene varios problemas, pero su sentido de identidad en Cristo lo mueve a ver dónde hay una necesidad y suplirla con la naturaleza de Cristo que lleva adentro; dos más dos, cuatro amados. Ya está, no hay mucho más explicación que hacer a esto, todo empieza con un sentido claro de identidad.
Ahora, como no sé cuánto tiempo tenga porque me olvidé de mirar el reloj, pero necesito mirar dos pasajes más, e irnos a 1 de Corintios 3, los dos están de corrido pero vamos a leer bastantes versículos aquí, deteniéndonos en algunos lugares.
1 Corintios 3, yo voy a leer todo esto en la Nueva Versión Internacional. Pero cuando el Señor me mostró estos pasajes, que los conocemos, pero a la luz de esta verdad con respecto a la identidad, pude darme cuenta la estrecha relación que tiene el poder comprender, que si no dependemos del Señor y no caminamos en sus caminos para disfrutar de su identidad plena, siempre caeremos en una cosa o en otra.
1 Corintios 3, comienzo desde el versículo 1, dice así:
Yo, hermanos, no pude dirigirme a ustedes como a espirituales
sino como a inmaduros, apenas niños en Cristo.
Les di leche porque no podían asimilar alimento sólido,
ni pueden todavía, pues aún son inmaduros.
Mientras haya entre ustedes…
fíjese ahora…
celos y contiendas, ¿no serán inmaduros?
¿Acaso no se están comportando según criterios meramente humanos?
Cuando uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos»,
¿no es porque están actuando con criterios humanos?"
1 Corintios 3:1-4 / NVI
Me detengo. Cuando hay una identidad segura, la actitud de los creyentes jamás puede ser de inmadurez, porque un creyente con una identidad firme es porque está conociendo al Señor día tras día, porque está dependiendo del Señor día tras día, porque ha aprendido a escuchar al Espíritu Santo día tras día, y no toma decisiones, no hace cosas que no hayan venido por dirección directa del Señor de la manera que el Señor le haya querido hablar, entonces, está seguro.
Pero fíjese lo que pasa con aquellos que no tienen una identidad firme: se comportan como inmaduros, estos inmaduros, para que usted lo comprenda, son creyentes, pero que tienen un comportamiento exactamente igual al de un no creyente. Para que nos quede claro a todos, es creyente, pero tiene un comportamiento igualito al de un no creyente.
Entonces, Pablo les dice, yo no los pude tratar como a espirituales, como personas seguras en su identidad en Cristo, sino como inmaduros, como personas que todavía no saben quiénes son. ¿Por qué? Porque entre ustedes hay celos y hay contiendas.
Ahora, si hay estas cosas, ¿no es un síntoma de inmadurez? No es que yo los estoy acusando, dice Pablo, quiero que ustedes piensen, si ustedes están viviendo este tipo de situaciones. Eso es un síntoma de inmadurez, yo no lo provoqué, ustedes mismos lo están manifestando.
Pero dice después, ¿… no se están comportando según criterios meramente humanos?
Cuando cambiamos, fíjese yo les dije, la identidad se manifiesta en la manera de pensar.
Cuando actuamos con criterios humanos nuestra mente está pensando conforme a lo humano, ¿ve? El humano razona la cosa y dice, tiene que ser así, a mí me parece así, no, esto es injusto, no, esto no se vale; y entonces, saca sus propias conclusiones y así actúa, criterios humanos. Dios no tiene nada que ver, en ninguno de esos pensamientos estuvo el Señor, pero ahí va el creyente duro y parejo con esos mismos criterios.
Pero después dice, Cuando uno afirma: «Yo sigo a Pablo», y otro: «Yo sigo a Apolos», ¿no es porque están actuando con criterios humanos?
Obvio, no falta el creyente que dice, ay, yo con el apóstol Daniel me siento tan bien, es tan cariñoso, es tan amoroso, pero cuando llega el otro apóstol, Daniel Cipolla, también, pero es como que intentara ser cariñoso pero a veces habla, y ay, me tengo que levantar el escudo porque siento que me va a cortar la cabeza...
Aprovecho a poner con la confianza que tengo con mis compañeros de equipo los pongo de ejemplo, ¿no? No me puse yo de ejemplo, se imagina usted, ok, claro yo me quedé afuera; esos criterios amados, son humanos.
Mire disculpe, yo le puedo buscar por acá por allá, puedo buscar explicación a lo que yo estoy razonando de la cosa, pero son humanos y tan humanos son, que si yo fuera verdaderamente espiritual y notara en alguna autoridad espiritual algo incorrecto, cerraría mi boca y oraría por él o por ella. ¿Qué hacen los creyentes con criterios puramente humanos? Van corriendo a otro creyente a decirle lo que están viendo de la autoridad espiritual. Inmadurez, no saben quiénes son en Cristo y como no saben quiénes son, empiezan a tirar basura por todos lados.
Sigo leyendo, porque sino nos vamos a quedar aquí el resto del día, versículo 5:
"Después de todo,
Fíjese qué extraordinario esto,
¿qué es Apolos? ¿Y qué es Pablo?
Nada más que servidores por medio de los cuales
ustedes llegaron a creer, según lo que el Señor le asignó a cada uno.
Yo sembré, Apolos regó, pero Dios ha dado el crecimiento.
Y lea ahora con mucha atención,
Así que no cuenta… no cuenta…
ni el que siembra ni el que riega,
sino sólo Dios, quien es el que hace crecer.
El que siembra y el que riega están al mismo nivel,
aunque cada uno será recompensado según su propio trabajo.
En efecto, nosotros somos colaboradores al servicio de Dios;
y ustedes son el campo de cultivo de Dios, son el edificio de Dios."
1 Corintios 3:5-9 / NVI
Amados, si no hay identidad, yo le puedo asegurar, pongo mis manos en el fuego, no hay un ministro del Señor que hable así, ningún ministro del Señor puede hablar como habló Pablo, ni el que siembra ni el que riega cuentan acá, sólo somos servidores y a cada uno Dios nos dio una parte, y de acuerdo a lo que nos dio hicimos lo que Él nos pidió, pero no importa, el que importa es Dios.
Revise usted, revise por ahí, fíjese en autoridades espirituales, fíjese en creyentes dentro de la Iglesia, están dando de codazos, poniendo el pie a los demás porque quieren ser los primeros y estar por arriba y ser vistos... Abominación a los ojos de Dios, porque está fuera de la Escritura, no es porque uno está enojado con la gente, ¿a usted le parece que Dios va a aprobar esa actitud en sus hijos? No puede, por más buena voluntad que tuviera, no puede porque Jesús fue el primer humilde y el que se humilló hasta lo sumo, haciéndose obediente hasta la muerte y muerte de cruz. Y nosotros los ministros nos levantamos por encima de los demás, queremos que nos reconozcan, que nos aplaudan, que nos lleven el maletín y que digan qué bien predica, qué bien lo hace...
Con ese espíritu que viene del diablo, tenemos iglesias al mismo nivel. Amados, es un espíritu diabólico, eh, por favor no confunda las cosas, es un espíritu diabólico.
Por eso, no sólo, yo quiero declarar que nosotros como Iglesia de Cristo abrazamos este espíritu del apóstol Pablo porque éste es el espíritu de Cristo, lo abrazamos y no lo soltamos; y declaramos que lo viviremos hasta el último céntimo, hasta la última gota viviremos este espíritu, porque es de la única manera de vivir la Iglesia de Cristo.
Sigo leyendo, versículo 10:
"Según la gracia que Dios me ha dado,
yo, como maestro constructor, eché los cimientos,
y otro construye sobre ellos.
Pero cada uno tenga cuidado de cómo construye,
O esto sería cómo construye encima,
porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto,
que es Jesucristo.
Si alguien construye sobre este fundamento,
ya sea con oro, plata y piedras preciosas, o con madera, heno y paja,
su obra se mostrará tal cual es,
pues el día del juicio la dejará al descubierto.
El fuego la dará a conocer,
y pondrá a prueba la calidad del trabajo de cada uno.
Si lo que alguien ha construido permanece, recibirá su recompensa,
pero si su obra es consumida por las llamas, él sufrirá pérdida.
Será salvo, pero como quien pasa por el fuego."
1 Corintios 3:10-15 / NVI
Amados, no sólo los ministros tenemos una responsabilidad delante del Señor, hay ministros como los apóstoles, que el Señor les ha encargado poner el fundamento, pero toda la Iglesia construimos encima con cada cosa que hacemos en el Cuerpo, con cada ministración que hacemos, en cada ministerio al que servimos al Señor, en cada palabra que dirigimos a un hermano, en cada conversación nosotros estamos construyendo algo encima, ¿está bien?
Y por eso, Pablo dice, pero cada uno tenga cuidado de cómo construye encima, porque yo puse el fundamento, pero otro vino y edificó, pero todos deben velar y deben cuidar de lo que empiezan a montar, a poner arriba del fundamento que se puso.
Pero después, llama la atención de que si ya había puesto el fundamento, diga: si alguien construye sobre este fundamento... no perdón, no quiero leer eso, déjeme encontrarlo, viene después...
Cada uno vea cómo construye, porque nadie puede poner un fundamento diferente del que ya está puesto, ¿Por qué dice eso si ya habló del fundamento?
Porque si no miramos cómo construimos encima, podemos terminar poniendo un fundamento distinto.
Por eso, hay que tener cuidado, muchísimo cuidado, por eso la Palabra es clara en cómo funciona la autoridad espiritual en la Iglesia de Cristo, por eso, existen apóstoles y profetas, ¿sabe por qué? Porque el Señor les ha delegado poner el fundamento, no se lo delegó a pastores, a evangelistas y a maestros.
Pastores, evangelista y maestros deben construir encima del fundamento que ya está puesto; y luego la Iglesia, en cada cosa que hace para el Señor, debe construir encima de lo que ya fue colocado para que nadie esté construyendo un fundamento paralelo.
Ahora, lo que me gusta a mí aquí es que Pablo es muy claro para decir, que según cómo uno construye, con qué elementos construye, algún día esa obra se pondrá a prueba y va a ser pasada por fuego, si alguno construyó con elementos que pasan la prueba del fuego, esa obra va a permanecer, si alguno construyó con elementos que llega el fuego y deshace los elementos, no va a quedar nada de lo que haya hecho; y dice, que aunque el mismo será salvo pero como por fuego, como escapándose de un incendio, pero de su obra no quedará nada.
Amados, para el Señor la obra que hacemos cuenta, ¿eh? Cuenta y mucho, eh, ¿sabe qué? Yo no sé, imagínese que sea una máquina que tiene el Señor, ah dice, ah, ésta Hernán, ésta es una de las obras que hiciste, vamos a poner la máquina; adentro de la máquina hay fuego, entonces, yo estoy esperando que salga más bonita del otro lado, ¿no? En medio, donde está el fuego yo no veo nada, la pone de una punta, el Señor, entonces, va pasando y cuando llega a la otra punta, una montañita de cenizas, ¿se imagina? Horrible.
Cuenta nuestra obra, eh, para el Señor, ¿por qué? Porque en nuestra obra estamos tocando a la amada, por eso, cuenta.
Ahora sigo leyendo, vaya conmigo al 18:
"Que nadie se engañe.
Si alguno de ustedes se cree sabio según las normas de esta época,
hágase ignorante para así llegar a ser sabio.
Porque a los ojos de Dios la sabiduría de este mundo es locura.
Como está escrito: «Él atrapa a los sabios en su propia astucia»;
y también dice: «El Señor conoce los pensamientos de los sabios
y sabe que son absurdos.»
Por lo tanto, ¡que nadie base su orgullo en el hombre!
Al fin y al cabo, todo es de ustedes,
ya sea Pablo, o Apolos, o Cefas, o el universo, o la vida,
o la muerte, o lo presente o lo por venir; todo es de ustedes,
y ustedes son de Cristo, y Cristo es de Dios."
1 Corintios 3:18-23 / NVI
¿Sabe lo que está diciendo? Amados tengan cuidado de no basar su identidad en el orgullo personal y en el esfuerzo propio, ¡cuidado! Creerse que son sabios por lo que han logrado por sus propias fuerzas, porque Dios es el que está mirando eso, y eso no vale para nada, ¿para qué se preocupan y se matan pensando a ver qué pertenece, qué les toca, qué nos les toca?
Miren, se lo voy a hacer clarito, dice Pablo, ¿sabe qué? Dejen a un costado el orgullo, ¿por qué? Porque al fin y al cabo todo es de ustedes, Pablo, Apolos, Cefas, el universo, la vida, la muerte, lo presente, lo porvenir todo es de ustedes, porque ustedes son de Cristo y Cristo es de Dios.
¡En Cristo los tenemos todo! ¿Ustedes piensan que Dios nos ha negado algo? Parece que Dios no nos niega ni el universo, no nos niega ni a los apóstoles ni a los profetas, somos de la Iglesia, ah, somos de la Iglesia.
Amados, ¿por qué usted en la sabiduría de Dios, no aprovecha todo lo que Dios le ha dado? Pero ¿sabe por qué podemos decir que todo es nuestro? Porque nosotros no nos pertenecemos a nosotros mismos, ahí está el secreto.
El que sabe que tiene su identidad en Cristo sabe que le pertenece al Señor y es uno con el Señor.
Por lo tanto, no está buscando tener para sí mismo, tiene lo que Dios le ha concedido, porque todo termina siendo de Dios, nosotros no somos dueños de nada.
Leo, aguánteme un poquito más, capítulo 4 versículo 1:
"Que todos nos consideren servidores de Cristo,
encargados de administrar los misterios de Dios.
Ahora bien, a los que reciben un encargo
se les exige que demuestren ser dignos de confianza.
Por mi parte, muy poco me preocupa que me juzguen ustedes
o cualquier tribunal humano; es más, ni siquiera me juzgo a mí mismo.
Porque aunque la conciencia no me remuerde,
no por eso quedo absuelto; el que me juzga es el Señor.
Por lo tanto, no juzguen nada antes de tiempo;
esperen hasta que venga el Señor.
Él sacará a la luz lo que está oculto en la oscuridad
y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón.
Entonces cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponda."
1 Corintios 4:1-5 / NVI
¿Qué significa esto?
Primero, quienes tienen su identidad en Cristo saben que son administradores de lo que el Señor les dio, y esos administradores saben también, que tienen que ser dignos de confianza.
Cuando yo estoy bien parado en el Señor siempre Dios me va a encargar algo; póngale usted la firma, cuando yo estoy bien parado en el Señor, sé quién soy en Cristo y estoy dependiendo del Señor, Dios no se va a tardar en encargarme algo y hacerme administrador, pero el administrador tiene que ser digno de confianza.
Ahora, fíjese una característica de estas personas que saben quiénes son en Cristo como administradores, los tiene sin cuidado el juicio de los demás.
Cuánta gente hay que todo el tiempo está diciendo, y pero me miró mal, no le gustó lo que hice, me parece que le cayó mal lo que opiné, creo que lo herí, lo lastimé... Todo el tiempo está preocupado por el otro, lo que el otro dice, lo que el otro... ¿sabe por qué? Porque todavía no estoy seguro de mí mismo.
No estoy diciendo con esto que yo puedo hacer cualquier barbaridad con cualquiera con la excusa de que sé quién soy en Cristo, ¿no? Es obvio que no estoy hablando de eso, lo que estoy hablando es que no vivo bajo el temor del juicio de los demás porque el que juzga es el Señor, y esto es una de las cosas donde muchas veces, creo que la mayoría de nosotros, nos sentimos identificados, porque hay áreas que aunque lo queramos evitar, terminamos pensando, ¿y qué dirá aquél de lo que hice? ¿Y qué pensará el otro de lo que opiné? ¿Y cómo lo verá el otro de lo que actué?
Eso demuestra que ahí hay alguna cosita que no está bien agarrada a Cristo.
Es más, nos enseña a todos a aprender a no juzgar, porque dice, que no hagamos juicio, no juzguemos antes de tiempo, porque habrá un momento en que viene el Señor y Él sacará a luz lo que está oculto en la oscuridad y pondrá al descubierto las intenciones de cada corazón, entonces, cada uno recibirá de Dios la alabanza que le corresponde, ¿está bien?
Ahora, leo de corrido como último desde el versículo 6 hasta el 17:
"Hermanos, todo esto lo he aplicado a Apolos y a mí mismo
para beneficio de ustedes,
con el fin de que aprendan de nosotros
aquello de «no ir más allá de lo que está escrito».
Así ninguno de ustedes podrá engreírse de haber favorecido al uno
en perjuicio del otro.
¿Quién te distingue de los demás? ¿Qué tienes que no hayas recibido?
Y si lo recibiste, ¿por qué presumes como si no te lo hubieran dado?
¡Ya tienen todo lo que desean! ¡Ya se han enriquecido!
¡Han llegado a ser reyes, y eso sin nosotros!
¡Ojalá fueran de veras reyes para que también nosotros reináramos con ustedes!
Por lo que veo, a nosotros los apóstoles
Dios nos ha hecho desfilar en el último lugar,
como a los sentenciados a muerte.
Hemos llegado a ser un espectáculo para todo el universo,
tanto para los ángeles como para los hombres.
¡Por causa de Cristo, nosotros somos los ignorantes;
ustedes, en Cristo, son los inteligentes!
¡Los débiles somos nosotros; los fuertes son ustedes!
¡A ustedes se les estima; a nosotros se nos desprecia!
Hasta el momento pasamos hambre, tenemos sed, nos falta ropa,
se nos maltrata, no tenemos dónde vivir.
Con estas manos nos matamos trabajando.
Si nos maldicen, bendecimos; si nos persiguen, lo soportamos;
si nos calumnian, los tratamos con gentileza.
Se nos considera la escoria de la tierra, la basura del mundo,
y así hasta el día de hoy.
No les escribo esto para avergonzarlos sino para amonestarlos,
como a hijos míos amados.
De hecho, aunque tuvieran ustedes miles de tutores en Cristo,
padres sí que no tienen muchos,
porque mediante el evangelio yo fui el padre que los engendró en Cristo Jesús.
Por tanto, les ruego que sigan mi ejemplo.
Con este propósito les envié a Timoteo, mi amado y fiel hijo en el Señor.
Él les recordará mi manera de comportarme en Cristo Jesús,
como enseño por todas partes y en todas las iglesias."
1 Corintios 4:6-17 / NVI
Amados, yo llamaría a esto la carta de una persona que sabe quién es en Cristo.
No sé cuánto pasaría ahí en Corinto, pero lo que sí le puedo decir, es que los apóstoles se vieron amenazados muchas veces, heridos de palabra con críticas, obviamente por las mismas circunstancia y por el ministerio, maltratados muchas veces con falta de muchas cosas, pero jamás a Pablo le preocupó lo que podía sufrir, porque él no era quien era por lo que tenía, era quien era por lo que era en Cristo, valga la redundancia. Todo lo que era, era por Cristo y para Cristo; y a pesar de todo les dice a los corintios, ¿saben qué? Ustedes lo reconozcan o no, no tienen muchos padres, en realidad yo los engendré por el evangelio, no importa si piensan bien de mí o si piensan mal de mí, yo sé quién soy en Cristo, también para ustedes.
Amados, el Señor nos llama a recuperar su identidad, el Señor nos llama a identificarnos con Él sabiendo que Él es ese Yo soy que nos dio de su misma esencia para que nosotros estuviéramos sanos en sentido de identidad.
Yo no quiero que esto se transforme en una cuestión sentimental, mucho menos, que simplemente, nos pongamos a llorar porque reconocemos que hay áreas en las cuales no nos sentimos tan seguros de nosotros mismos, lo único que entiendo en el Espíritu, es que el Señor quiere erradicar la falta de identidad en su Iglesia; porque si nosotros no sabemos quiénes somos, no vamos a poder transmitir esa identidad a aquellos que ni siquiera tienen a Cristo. Ellos tienen una falta absoluta de identidad porque no lo conocen al Señor, pero nosotros que sí lo conocemos tenemos que mostrarles el evangelio, primero, por saber quiénes somos, porque cuando nos vean, vean a personas que son de una pieza porque han reconocido al Señor como el generador, como la fuente de su identidad.
Así que, yo quiero pedirles que se pongan de pie, y que juntos oremos al Señor en este día y que juntos, también, podamos decirle al Señor lo que cada uno en su corazón entiende que debe expresarle al Señor con libertad. Siempre tenemos la libertad de expresarle al Señor aquellas cosas que sabemos que Él conoce anticipadamente, pero en aquellas cosas donde también, entendemos que el Espíritu Santo nos está hablado puntual y personalmente.
Así que vamos a orar juntos al Señor.
Padre, te agradecemos por tu Palabra y te damos muchas gracias por tu Espíritu que nos muestra todas las cosas.
Señor, no queremos ser como cualquier otra persona que va caminando en esta vida tratando de identificarse con alguien más, con algo más, logrando ser fuerte en una identidad que está temblando porque no tiene una base firme.
Señor, hoy entendemos que no deberíamos sufrir ninguna falta de identidad en nuestro ser, no tendría por qué haber ningún área en nuestra vida que estuviera limitada porque hay cosas de nuestro pasado, hay circunstancias, hay dolencias en nuestro corazón, hay tristezas o cualquier otra cosa que han marcado nuestra vida según nosotros, y que nos siguen hasta el día de hoy y eso nos impiden saber quiénes somos y estar parados en una identidad firme.
Hoy Señor, renunciamos a todo eso, y al mismo tiempo declaramos que ninguna de esas cosas siguen teniendo nada que ver con nuestras vidas, porque desde el momento que nosotros nos rendimos a ti y reconocimos que Tú eras el único Señor, el único salvador, confesamos nuestra independencia y te entregamos nuestra vida, desde ese momento nos hiciste nuevas personas.
Una nueva persona tiene una nueva identidad.
Yo no puedo pensar que un bebé nace y que entonces, sólo por haber nacido ahora tiene cargando la falta de identidad de todos los demás que lo antecedieron. Señor, en lo espiritual no es posible que sigamos al día de hoy pensando que arrastramos cosas de nuestro pasado, cuando ese pasado ya no existe en Cristo Jesús.
Por eso, en el Nombre de Jesús, renunciamos a ese pasado que nos ha traído hasta el día de hoy con una falta de identidad puntual en ciertas áreas de nuestra vida.
Hoy, en el Nombre de Jesús, declaramos que Tú nos haces libres a cada uno de nosotros en esas áreas y en ese falso entendimiento de que nos faltaba identidad.
Hoy declaramos que tenemos identidad en Cristo, que nos rendimos total y plenamente al gran Yo soy, Yo soy el que soy, el que es el principio y el fin, aquél que no necesita de nadie más para ser quién es, y aquél que en su soberanía y en su sabiduría nos dio de su esencia.
Por eso, Señor no solamente nos diste de tu esencia cuando nos creaste, multiplicaste eso cuando nos diste a Cristo y cuando ahora nos permitiste tener la misma naturaleza de Cristo en nosotros actuando cada día.
Te agradecemos Señor, porque lo que hoy somos lo somos en Cristo, sin Cristo no seríamos nada Señor, lo que hoy somos lo somos en Cristo.
Por eso, como Iglesia tuya, nos paramos diciendo, hoy sé quién soy en Cristo Jesús con todas las características de Jesucristo en mí y sobre mí, no hay nada que me haga temblar, no hay nada que me haga caer, no hay nada que me haga dudar, yo sé lo que soy y quién soy en Cristo Jesús.
Con esa identidad te pedimos, Señor, que nos puedas usar para todo lo que quieres hacer a través de nuestras vidas en bendición a otros, y esto significa a los amados hermanos que forman parte de tu Iglesia, como también, a aquellos que nos rodean día a día afuera, que no te conocen pero desesperadamente necesitan identificarse contigo Señor, queremos que Tú hagas a través de nosotros lo que quieras...
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