Felicidad auténtica
Daniel Dardano
25 de December de 2012
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
Descargas>>  
 
VIDEO
 
AUDIO

¡Hola! ¡Qué gusto volver a ponerme en contacto con ustedes! Les mando un saludo, un abrazo cariñoso, como saben, amándolos de corazón. Y hoy es un día particular porque siempre Dios tiene una palabra para nosotros, y esta palabra que vamos a compartir y en estos días tan especiales, creemos que impactará nuestras vidas para poder iniciar un nuevo año de acuerdo a la voluntad de Dios.

Estaba pensando en estos días algo muy particular, en estas fechas, la palabra: feliz, felicidad, felicidades, feliz año nuevo, feliz Nochebuena, feliz Navidad, felices fiestas... se usa muchísimo, quizá sea la fecha del año en que más se utiliza la palabra feliz o felicidad o felicidades.

Hablamos de felices fiestas y pensamos y sentimos y deseamos los unos a los otros el hecho de que tengamos felicidad, y esto es bueno, es auténtico, porque está en el fondo del corazón humano, todos queremos ser felices, todos queremos vivir felicidad.
Pero aquí el punto de reflexión, y esto es muy importante, es que, habitualmente la gente, los seres humanos, buscamos la felicidad en otras personas, buscamos la felicidad en las cosas, buscamos la felicidad en circunstancias que causan cierto grado de alegría, y aún buscamos la felicidad en el nuevo año.
Nosotros creemos que los próximos trescientos sesenta y cinco días nos van a causar felicidad y es importante reflexionar, porque ninguna de estas cosas, ninguna de estas personas con las cuales nos relacionamos, producen la felicidad, porque no son la fuente de la felicidad. Cuando yo busco felicidad tengo que ir a la fuente, cuando yo busco algo tengo que ir al original.

Ahora bien, quiero llevarlos por un momento imaginariamente al Jardín del Edén, ahí en el Jardín del Edén están Adán y Eva, ¿qué están haciendo? Administrando todo lo que Dios les dio para administrar, es decir, estaban trabajando.
Una reflexión, ¿ellos trabajaban para vivir? ¿Ellos trabajaban para sobrevivir o trabajaban para ganarse el pan, como decimos habitualmente? No, ellos no trabajaban para sobrevivir, ni para ganarse el pan, ¿por qué? Porque Dios les había dicho, de todo los árboles que hay en el Huerto ustedes pueden comer, es decir, la alimentación para ustedes está asegurada.
Entonces, ¿para qué trabajaban? Es muy simple pero muy profundo, trabajaban para activar el potencial que Dios había puesto dentro de ellos, no tenían la preocupación de trabajar para comer, estaban libres de esa preocupación, por lo tanto, ellos al ser libres eran felices, tenían bienestar, trabajaban para sacar de adentro todo lo que Dios les había puesto.
No había contaminación ambiental, inclusive, en ese estado de inocencia no tenían que comprarse ropa, pero lo más importante que en esa condición y en ese estado, la felicidad de ellos era, que vivían en la presencia de Dios, vivían en comunión con Dios, es más, allí en Génesis 3 dice que la voz de Dios se paseaba en el Huerto al aire del día.
¡Qué figura tan magnífica! ¿Verdad? ¿Cómo imaginar lo que es la voz de Dios paseándose en el Huerto? Bueno, yo me imagino que todo el ámbito del Huerto del Edén y en el aire se escuchaba la voz y se escuchaba la presencia de Dios.

¿Saben? Esa voz, esa presencia, esa comunión, esa intimidad, hacía que Adán y Eva se sintiesen felices, completos, sanos, libres... y entonces, disfrutaban la verdadera felicidad.

Ahora bien, llegó el día en que el plan de Dios, por la entrada del pecado, pareció alterarse. De hecho, desordenó gran parte de la creación por la entrada del pecado, sin embargo, Dios tenía un plan perfecto para la humanidad que era la salvación que tenemos en Cristo Jesús.
Pero quiero mostrarles cómo Dios siempre se ocupó de hablarle a la gente de bienestar, de dicha, de felicidad porque eso es lo que está en el corazón de Dios.
Es notable que cuando Dios escogió al pueblo de Israel, allá en el Libro de Deuteronomio el capítulo 5 y el versículo 29, dice estas palabras:

"Ojalá siempre tuvieran en sus corazones
el deseo de obedecer mis mandamientos,
si así fuera todo les iría bien en el futuro,
con sus hijos y a través de todas las generaciones."

¡Wow, esto sí que está tremendo! ¿Qué es lo que vemos aquí? El corazón de Dios. Dios le dice, al pueblo de Israel, que Él había escogido, por generaciones ustedes van a ser felices, por generaciones ustedes van a ser dichosos, porque no es solamente ustedes, les estoy hablando de ustedes, les estoy hablando de sus hijos y les estoy hablando de las generaciones que vienen posteriormente.
Bueno, ahí está el plan de Dios, ahí está el corazón de Dios... por todas las generaciones... dicha, bienestar y felicidad.

Ahora, es probable que alguno de ustedes me diga, pero Daniel mira, ¡eh! Dios le habló así al pueblo de Israel, es decir, Dios tenía con el pueblo de Israel un pacto y como tenía un pacto, entonces a ese pueblo, y por pacto, les habla de bienestar, de dicha, de felicidad por todas las generaciones, pero estamos hablando del Antiguo Pacto, nosotros ahora estamos en el Nuevo Pacto que Jesucristo hizo para nosotros.
¡Fíjense el plan de Dios! Quiero mostrarles algo sumamente importante, y otra vez vemos el corazón de Dios.
Cuando Jesús viene a la Tierra, en su declaración de propósito y misión en el evangelio de Lucas, el capítulo 4 y los versículos 18 y 19; y lo voy a leer en la Versión Recobro, porque se me hizo muy claro por lo que quiero decir.
Lucas 4: 18 y 19, ésta es la declaración de propósito y de misión de Jesús, y dijo así:

"El Espíritu del Señor está sobre mí, 
por cuanto me ha ungido para anunciar el evangelio a los pobres; 
me ha enviado a proclamar a los cautivos libertad,
y a los ciegos recobro de la vista; a poner en libertad  los oprimidos; 

a proclamar el año agradable del Señor,
EL AÑO DEL JUBILEO."

¿Qué es lo que está diciendo Jesús, en esta declaración? Allá en la antigüedad, Dios le habló a un pueblo, pero Yo hoy estoy en la Tierra y les vine casi a repetir las mismas palabras, el Espíritu del Señor está sobre mí, estoy ungido, tengo el poder, tengo la facultad para llevar adelante una obra... Y dice, le vine a traer el evangelio, que son buenas noticias, ¿a quiénes? A los pobres, a los pobres no solamente en dinero, a los pobres en posibilidades, a los pobres en su mentalidad, a los pobres en su identidad, el Señor no quiere que haya pobres, la pobreza no es Dios en todo el sentido de la palabra.
Jesús dice, Yo vine a traerles dicha, bienestar y felicidad porque el evangelio es para ello.

Me envió a proclamar a los cautivos libertad, cuando alguien sale de la cárcel disfruta de dicha, de felicidad porque está libre. Pero dice también, que vino a hacerles recobrar la vista a los ciegos, eso es vivir en libertad porque un ciego no tiene las mismas posibilidades que tiene una persona que ve; pero además dice, que viene a poner en libertad a los oprimidos y a proclamar el año agradable, es decir, el año de favor de Dios, el año de la gracia de Dios, pero agrega, EL AÑO DEL JUBILEO.

¿Qué será esto? El Señor habla del año del Jubileo. Fíjense qué interesante, el Jubileo era una festividad hebrea se celebraba cada cincuenta años, cada cincuenta años sonaban trompetas de manera muy estridente, de hecho, la palabra Jubileo quiere decir, sonido fuerte de trompetas, sonido estridente de trompetas. Entonces, cuando sonaban las trompetas anunciaban este año del Jubileo, y ¿en qué consistía para el pueblo de Israel el año del Jubileo? En este año del Jubileo, ningún israelita sembraba o cosechaba, ¿cómo vivían, entonces? Vivían de lo que producía la tierra y de lo que producían los árboles, en definitiva, vivían de la provisión de Dios.
¡Fíjense qué notable! Por un año los israelitas no trabajaban, no estamos hablando de un día que no trabajaban, no estamos hablando de una semana que no trabajaban, estamos hablando de un año porque ése era el año del Jubileo, el año donde los israelitas tenían el bienestar, la dicha, la felicidad que solamente Dios puede proporcionar, la tierra les daba lo necesario para vivir, los árboles les daban lo necesario para vivir.
Este año del Jubileo es el año de la gracia de Dios, del favor de Dios que viene a los hombres cuando los hombres y las mujeres nos arrepentimos de nuestros pecados, creemos en Jesucristo como nuestro salvador, somos declarados como hijos de Dios, tenemos una posición, y entonces, interiormente tenemos gozo, tenemos paz, tenemos felicidad.

Ahora bien, Jesús hizo esta declaración de propósito y de misión en el marco del Reino de Dios. Siempre que Jesús habló, habló en el ámbito, en el marco, en el cuadro del Reino de Dios, nada está fuera del Reino de Dios, es decir, del gobierno de Dios, de la voluntad de Dios para la gente.
Por eso, cuando Jesús hace esta declaración de propósito y de misión, y habla de los pobres, habla de los cautivos, habla de los que no tienen nada, habla de los ciegos cuando viene el poder del evangelio del Reino, entonces la gente es rescatada de la miseria, de la pobreza, de la estrechez para vivir en libertad y para vivir en felicidad.
En ese marco en el cual Jesús habló, el marco del Reino de Dios, yo quiero mostrarles algo por la Palabra de Dios, sumamente importante, que además complementa esta declaración de propósito y misión que Jesús hizo.

Todos nosotros conocemos el clásico Sermón del Monte, ¿verdad? Me refiero a los capítulos 5, 6 y 7 de Mateo, bueno yo lo llamé Primer Seminario Intensivo del Reino de Dios que Jesús impartió, repito, estamos hablando de Mateo capítulo 5, 6 y 7. También podríamos denominarlo como, el estilo de vida del Reino de Dios, o también, la Constitución del Reino de Dios... Así como cada país, cada nación tiene su Constitución, el Reino de Dios tiene su constitución; y cuando Jesús se reunió con sus discípulos para decirles cómo se vive en el Reino de Dios, repito, 5, 6 y 7 de Mateo, dio las pautas precisas de cómo se puede vivir en libertad, en dicha, en felicidad bajo el gobierno de Dios.
Entonces, ahora los invito a abrir sus Biblias en Mateo el capítulo 5, y vamos a leer algunas partes muy importantes que tienen que ver con esta Constitución del Reino, con aquello que Jesús quería dejar establecido no solamente para sus discípulos de aquel entonces, sino para los discípulos de hoy también.
Voy a leer entonces, Mateo 5: 1 al 12 en las dos versiones, Reina Valera y Nueva Versión Internacional. Dice así, Mateo 5:1 Versión Reina Valera:

"Viendo la multitud, Jesús subió al monte;
y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.

Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia,

porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan,

y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos;

porque así persiguieron a los profetas que fueron antes de vosotros."
Mateo 5:1-12

Y ahora en la Nueva Versión Internacional, Mateo 5: 1 al 12:

"Cuando vio a las multitudes, subió a la ladera de una montaña y se sentó.
Sus discípulos se le acercaron,
y tomando él la palabra, comenzó a enseñarles diciendo:
«Dichosos los pobres en espíritu, porque el reino de los cielos les pertenece.
Dichosos los que lloran, porque serán consolados.
Dichosos los humildes, porque recibirán la tierra como herencia.
Dichosos los que tienen hambre y sed de justicia, porque serán saciados.
Dichosos los compasivos, porque serán tratados con compasión.
Dichosos los de corazón limpio, porque ellos verán a Dios.
Dichosos los que trabajan por la paz,
porque serán llamados hijos de Dios.
Dichosos los perseguidos por causa de la justicia,
porque el reino de los cielos les pertenece.»
Dichosos serán ustedes cuando por mi causa la gente los insulte,
los persiga y levante contra ustedes toda clase de calumnias.
Alégrense y llénense...
... de alegría, de felicidad...
... ¿por qué?
... porque les espera una gran recompensa en el cielo…
Mateo 5:1-12

¡Eh! ¡Qué palabras! ¿verdad? Así que vemos el propósito de Dios con el pueblo de Israel, vemos la declaración de misión de Jesús anunciando lo que iba a hacer con los pobres, con los afligidos, los ciegos, con los que estaban cautivos, pero ahora dice: señores, en esta Constitución del Reino hay aquellos que son bienaventurados, dichosos y felices, ¿por qué? Porque hay ciertas características que se van a hacer notar en aquellos que son dichosos, felices y bienaventurados.
Y yo les quiero mostrar cada una de estas características, porque se me hacen sumamente importantes que las analicemos en este día.

Cuando Jesús está hablando de esta manera y está haciendo estas afirmaciones, estas declaraciones, está diciendo algo determinante, porque la primera palabra que emplea es: bienaventurados o también dichosos.
Y antes de seguir les quiero decir lo que significa la palabra "bienaventurados" o "dichosos", porque es sumamente importante, bienaventurados o dichosos es: felices, doblemente felices, benditos, supremamente bendecidos, pero también, esta palabra tiene una derivación y significa: satisfechos.
Es decir, hay una satisfacción cuando somos dichosos, cuando somos felices quiere decir, que Jesús estaba anticipando en estas bienaventuranzas todo lo que tendrían aquellos que cumplieran con los requisitos de estas bienaventuranzas. Entonces, aquí nos damos cuenta que la dicha, la felicidad, es un estado, es una condición.
La dicha y la felicidad, no está producida por las cosas circunstanciales de la vida, no está producida por las fiestas de Navidad o de Año Nuevo, no está producida por trescientos sesenta y cinco días de esperanza, que la tenemos que tener, la dicha, la felicidad, la bienaventuranza es un estado, es una condición que va más allá de una circunstancia que puede ser favorable o puede ser desfavorable.
Entonces, Jesús dice, aquellos que van a ser bienaventurados, dichosos, felices, doblemente felices, benditos, supremamente bendecidos y van a sentirse satisfechos son aquellos que en estas nueve bienaventuranzas hacen el propósito de su vida.

Entonces, es necesario que analicemos lo que Jesús dijo.
Si ustedes notaron algo, es que en estas bienaventuranzas Jesús no está diciendo cómo se sienten felices las personas, de qué manera se sienten felices las personas, Jesús está diciendo, cómo Dios considera que las personas pueden ser felices. Porque dice, bienaventurados... tal cosa...
Repito, Jesús cuando hace esta afirmación no está describiendo la manera en cómo la gente se siente feliz, cómo busca la felicidad, sino cómo Dios considera que la gente puede ser feliz en el Reino de Dios.

* Lo primero que dice, es bienaventurados, felices los que son pobres en espíritu porque de ellos es el Reino de Dios. ¡Wow! Felices los pobres. A ver, Jesús esto es una contradicción... No señores, no es ninguna contradicción, Jesús no dice, felices los pobres en dinero. Jesús está diciendo, felices, dichosos, bienaventurados, benditos, supremamente bendecidos y satisfechos los pobres en espíritu, ¿quiénes son? Los que dependen de Dios exclusivamente, los que miran su condición y no se paran en una estatura de decir, yo consigo la felicidad, yo tengo dinero o estoy trabajando por dinero para conseguir la felicidad, no es así. Jesús dice, aquellos que van a ser felices son los que viven dependiendo de mí. Los que saben y esperan la guía mía para todas las acciones de su vida, los que saben que solamente con la guía del Espíritu Santo podrán ser bienaventurados y felices.
Y dice, esa gente, a esa gente le pertenece el Reino, es decir, los felices, los bienaventurados, son los humildes de corazón, y entonces, pueden disfrutar el Reino, ¿por qué? Porque cuando vinimos a Cristo ya somos ciudadanos del Reino, pero no todos los ciudadanos disfrutan de los beneficios de una nación, los ciudadanos del Reino de Dios somos ciudadanos por haber creído en Cristo, pero disfrutar del deleite de vivir en el Reino, una de las condiciones es: porque yo dependo del Señor, porque yo no me baso en esfuerzos para caminar en la vida, hago lo que tengo que hacer pero veo siempre la guía de Dios para mi vida.

* Luego, Jesús sigue diciendo, bienaventurados, felices, dichosos, ¿quiénes? Los que lloran, porque ellos serán consolados. ¡Ah! Otra contradicción aparente, ¿cómo felices los que lloran porque ellos serán consolados?
Les voy a leer algo que yo escribí, es como una paráfrasis de estas expresiones de Jesús, es como si Jesús dijera así: dichosos, felices y bienaventurados los que lloran a causa de su condición de pecado, de indignidad y por haber descendido del nivel de estar en la presencia de Dios.
Felices son, ¿por qué? Porque ellos buscaran arrepentirse y cuando se arrepientan creerán en el Señor y serán consolados.
Así que, ¿queremos la felicidad? Lloremos, pero lloremos por la causa correcta, lloremos porque somos impotentes de arrancar nuestro pecado, lloremos porque somos impotentes e incapaces de vivir una vida de un nivel superior sino estamos ligados al Señor.

* En la tercera bienaventuranza, Jesús dice, bienaventurados o dichosos los mansos porque ellos recibirán la tierra por heredad, bienaventurados los mansos.
Bueno, ¿quién es un manso? Un manso es una persona equilibrada, es una persona dócil, una persona enseñable, una persona humilde, es más, hay una figura muy interesante en el original griego, que dice, que una persona mansa es como un caballo que ha sido domado. Todos conocemos a los caballos que son muy briosos, pero cuando un caballo ha sido domado, sigue teniendo su carácter, sin embargo, porque está domado, entonces, adquiere otra conducta.
Ahora bien, Jesús dice, bienaventurados los mansos, los que han logrado tener dominio propio, equilibrio, ellos son bienaventurados, felices, ¿por qué? Porque van a heredar la tierra.
Quiero extenderme un poquito en esto porque es muy importante, ¿qué significa heredar la tierra? Para nuestro concepto, una herencia es algo así como un testamento, un documento que alguien firma y que al morir otra persona que vive toma posesión de lo que la persona muerta le dejó. Esa persona recibe algo que le han dejado.
Ahora bien, en el caso de heredar, en el caso de herencia de la que habla Jesús, de que los mansos van a heredar la tierra, desde el punto de vista de lo que está hablando esta herencia, parte de una promesa que Dios hizo. Ejemplo, Dios le prometió a Israel la tierra de Canaán, lo que conocemos como la tierra prometida, fue una promesa, una tierra de la que fluye leche y miel y ellos heredaron la tierra de Canaán, ¿por qué? Porque había sido una promesa de Dios.
Nosotros tenemos una preciosa herencia, la salvación es parte de esa herencia pero somos participantes de las inescrutables riquezas de Cristo, de las incalculables riquezas de Cristo, somos participantes de la gloria de Cristo hemos sido bendecidos con toda bendición espiritual, somos coherederos con Él, así que entonces, estos mansos que heredan la tierra es un mensaje para nosotros, ya nosotros tenemos un anticipo, podemos poseer esta tierra, esta tierra como heredad que el Señor nos da pero ya, para nosotros comenzó a ser un disfrute.

* En la siguiente bienaventuranza Jesús está diciendo, bienaventurados, dichosos, felices, los que tienen hambre y sed de justicia porque serán saciados.
¡Ah! El Reino de Dios es justicia, bienaventurados los que tiene hambre y sed de justicia.
Quiero hablar de la justicia en tres direcciones, todos nosotros sabemos lo que es justicia, es lo que es correcto, lo que es recto, lo que es equitativo, justo, justicia, bien.
Justicia en tres dimensiones, los que tienen hambre y sed de justicia primero para con Dios, ser justos para con Dios.
Ustedes saben que los seres humanos vivimos reclamándole a Dios, pidiéndole a Dios, rogándole a Dios, suplicándole a Dios, echándole culpa de todo lo que pasa en el mundo, pero cuando uno es justo porque está en el Reino, sabe que no, las cosas malas que pasan, Dios no está ahí, que el ser humano ha pervertido el propósito de las cosas. Pero cuando uno es justo con Dios y hace justicia, le agradece a Dios y tiene un espíritu de gratitud por lo que Dios es, pero por lo que somos nosotros y uno es justo con Dios.
El siguiente nivel de justicia es, ser justo conmigo mismo, es vivir una vida de justicia haciendo lo que tengo que hacer conmigo mismo en una disciplina de justicia diciendo, esto no es justo, no lo voy a hacer, es una cuestión de conciencia, es una cuestión de saber para qué cosa he sido llamado y la naturaleza que me habita, la naturaleza de Cristo que me habita no es injusta, es justa, por lo tanto, mis acciones justas son una expresión de esa naturaleza.
Y el tercer nivel de justicia, es justicia hacia los demás, yo tengo que ser justo para con los demás. Estamos muy acostumbrados en el mundo que vivimos, es que si me hacen algo injusto yo respondo con algo injusto, mas no es así en el Reino de Dios. Cuando nosotros vamos a atacar la injusticia, la justicia es lo único que va a superar y cancelar la injusticia, por eso, en el Reino de Dios tenemos que comportarnos justamente.
Entonces, tres niveles de justicia hambre y sed de justicia para con Dios, para con nosotros mismos y para con los demás, y éstos que tienen hambre y sed de justicia, serán saciados.

* Pero luego dice, que son dichosos los misericordiosos o los compasivos de corazón porque ellos también serán tratados con compasión. Es decir, aquellos que nos podemos identificar con las necesidades de la gente mostrando la misericordia de Dios a la gente, vivimos a veces, egoístamente, todo para nosotros, todo para nuestro bienestar, todo para nuestra felicidad, que el año nuevo me depare felicidad, que año nuevo me traiga algo nuevo... Un misericordioso siempre está dispuesto a darse y a dar. Felices los que son misericordiosos, compasivos porque llegará un momento en que si hace eso, la ley de retribución le dice, vas a ser recompensado.
¿Quiere ser feliz? ¿Queremos ser felices? Entonces, seamos misericordiosos porque estaremos expresando el corazón de amor de Dios.

* En la otra bienaventuranza Jesús dice, dichosos los que tienen el corazón limpio porque ellos verán a Dios. Corazón limpio porque ellos verán a Dios, ¿qué significa esto?
Bueno, Jesús no está hablando de que verán a Dios aquellos que son salvos y está en juego su salvación, es decir, si yo no tengo el corazón limpio yo no podré ver a Dios en el cielo, no está hablando de eso, la salvación está garantizada en el sentido de que yo fui sellado y tengo la garantía, tengo las arras que es el Espíritu Santo, no está hablando de poner en juego la salvación. Aquí está hablando, primero de los que tienen corazón limpio y que éstos va a ver a Dios, ¿en qué sentido? Los de corazón limpio son aquellos que se reconocen auténticos y genuinos delante de Dios, que viven cada día limpiándose de impurezas de espíritu y de impurezas mentales, aquellos que no se contaminan con la corrupción, aquellos que pueden ver la maldad, la corrupción y escapan de eso porque saben que quieren tener el corazón limpio.
Estos que tienen el corazón limpio ven a Dios, ¿qué significa esto? Significa, perciben a Dios de una manera plena, tienen un conocimiento de Dios de una manera amplia, conocen a Dios en una mayor dimensión, precisamente porque son auténticos, son genuinos, y como tienen el corazón limpio, tienen la posibilidad, entonces, de percibir a Dios de otra manera y ser sensibles siempre a la voz de Dios.

* Luego dice, bienaventurados los pacificadores porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los que hacen la paz, no los que encienden la mecha y encienden el fuego, esos no son pacificadores, en el Reino los hijos de Dios somos pacificadores, los que ponen paz en medio del conflicto, los que ponen agua cuando el fuego se quiere encender, los que ponen aceite cuando la herida está al rojo vivo y está inflamada, los pacificadores. ¿Por qué? Porque serán llamados hijos de Dios, serán reconocidos como hijos de Dios, la gente los verá y los identificará como hijos de Dios, ¿por qué? Porque son pacificadores.
Queremos tener felicidad, ¿felicidad auténtica? Seamos pacificadores en cualquier sentido de la palabra y de la vida.

* Y lo último que Jesús dice, es bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia porque de ellos es el Reino de Dios, y agrega, cuando a ustedes los persigan por mi causa y digan de ustedes toda clase de mal mintiendo, alégrense, sean felices porque tienen una recompensa en el cielo.
¡Eh! Aquí nos estamos dando cuenta que Jesús cierra esta exposición que Él hizo del Reino de Dios y el estilo de vida del Reino de Dios de una manera magnífica, podemos esperar persecución, hay familiares que no aceptan el hecho de que nosotros seamos cristianos, hay otros que nos desprecian porque no practicamos las mismas cosas de maldades que ellos practican, hay gente que nos critica porque no entiende que nosotros tenemos como prioridad al Reino de Dios y su justicia, es la manera de persecución y el día de mañana podrá venir otra persecución quizá mayor, pero hay gente también, que dice de nosotros cosas malas mintiendo, tranquilos, alégrense, lo están haciendo por mí, tendrán felicidad porque tendrán recompensa en el cielo.

Así que, nos damos cuenta que todas estas bienaventuranzas tienen algo muy especial, Jesús al hablar de estas bienaventuranzas está diciendo, cada bienaventuranza, cada dicha y cada felicidad, va a ser posibles porque ustedes hicieron algo, porque ustedes mostraron un carácter que los habilita para ser dichosos y felices, si ustedes son pobres en espíritu porque me buscan, van a ser felices, si ustedes tienen hambre y sed de justicia, van a ser saciados, es decir, van a ser felices... Si ustedes, como hijos del Reino son compasivos, son misericordiosos, se dan y dan, ese hecho los va hacer felices. Aquí nos damos cuenta, entonces, el carácter cristiano, ser como Cristo.

Por eso, al terminar ya este tiempo con ustedes, como resumen de esta felicidad auténtica, genuina, verdadera, que todos nosotros queremos, creo que podemos hacer una reflexión.
La felicidad no está en personas, no está en cosas, no está en circunstancias que me favorezcan, ¿por qué? Porque todo eso puede cambiar.
La felicidad genuina, auténtica, verdadera está en una persona y se llama Jesucristo.
Si cada uno de nosotros hoy tomamos conciencia de quién es Él para nosotros, como salvador y como Señor, tendremos Nochebuena y una Navidad con sentido, un Fin de Año con expectativa de una felicidad, pero que es una condición y un estado interior.

Yo sé que en estos días cada uno va a estar quizás con familiares, con amigos, celebrando la Nochebuena, celebrando la Navidad, celebrando el Fin de Año, ¡qué magnífica oportunidad para hablarle a esa gente de lo que es la auténtica felicidad! Que no está ni en esa mesa, ni en la comida, ni en las cosas, ni aún en lo que esperamos de un nuevo año, que está en una persona, Jesucristo.
El mundo hoy vive en una tremenda desesperanza y confusión, está desalentado, está desanimado, busca en la economía la solución de los problemas, busca en la relación de pareja la solución de los problemas, busca en la prosperidad en cuanto a negocios y en las posiciones en las empresas la felicidad verdadera, en el éxito, no existe... Pero a esa gente, familiares, amigos, les podemos mostrar quién es Jesucristo para nosotros, porque si Él nos ha llenado, si estamos completos en Él, entonces, podemos, no solamente darle gracias, sino ser un testimonio para aquellos que están necesitando esta auténtica y verdadera felicidad.
Somos felices, somos supremamente bendecidos, somos dichosos, porque Cristo nos habita, no son las fiestas, no son los próximos trescientos sesenta y cinco días del año, es Jesucristo el centro de nuestra vida.
Es más, algunos de ustedes celebraran cómo iglesias el día 31 de diciembre, se estarán reuniendo y, ¡qué buena oportunidad! Saben, ésta es una oportunidad, no solamente para que los hermanos en Cristo se reúnan, ¿por qué no invitan a otra gente? ¿Por qué no invitan a familiares y amigos? ¿Por qué? Porque la gente se siente sola en estos días y qué mejor que nosotros, aquellos que estamos completos en Él, en decirle ven, ven, ven vamos a compartir los alimentos, vas a venir a ver el Jubileo, vas a venir a ver el anticipo de felicidad que los hijos de Dios tenemos.

Queridos, no saben con cuánto placer, gusto y gozo he impartido esto de lo cual Dios me habló a mí para compartir con ustedes, ustedes saben que éstas no son palabras, yo no estoy hablando del valor del pensamiento positivo, yo no estoy hablando de cosas que se usan habitualmente para alentar a la gente, yo estoy hablando de lo que la Palabra de Dios dice, y de la experiencia que como hijo de Dios podemos tener.
Por eso, quiero orar en este momento para despedirme de ustedes y declarar, que sobre sus vidas y la mía, está la felicidad genuina y auténtica como una condición interior por tener como rey, salvador y Señor, a Jesucristo.


Padre, en el nombre de Jesús, yo quiero darte gracias en este día por haber impartido esta Palabra de tu parte, Señor yo no necesito un Feliz Año Nuevo, yo no necesito pasar Felices Fiestas, yo soy feliz porque tengo a Cristo en mi vida.
Para mí y para mis hermanos la felicidad no es una expresión de deseos o algo como para que te vaya bien, la felicidad es una persona. Te damos gracias, porque en este mundo en el cual estamos, podemos nosotros no solamente, ser bienaventurados, dichosos y supremamente bendecidos, sino que tenemos el privilegio de trasladar a otros esto que tú nos has dado.

Señor, oramos con agradecimiento, casi al finalizar este año.
Oramos, desatando un espíritu de gratitud, declarando que estamos bendecidos, que la gracia y la paz está sobre nosotros, y encaramos el nuevo año con expectativa en el poder del Espíritu Santo, para hacer todas las cosas que Tú nos has mandado a hacer.

Gracias porque Tú eres nuestra auténtica felicidad, en ti lo tenemos todo, en el nombre de Cristo Jesús, amén, amén.


________________________________________________________
Temas relacionados:
Mensajes y Enseñanzas de Daniel Dardano  I  Daniel y Estela Dardano