en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Qué bueno siempre, es estar juntos reunidos en el Nombre del Señor, pero sobre todo, porque nosotros no sólo estamos juntos, estamos unidos por la acción del Espíritu, y eso, juntos puede estar mucha gente, quien quiera se puede reunir y estar juntos, pero unidos en un mismo Espíritu, sólo la Iglesia.
Por eso, cuando empezamos a entender más la Iglesia, empezamos a entender más la sobrenaturalidad de la Iglesia.
Somos gente común que vive en un planeta llamado Tierra, que tiene necesidades como los demás, sin embargo, nosotros realmente somos completamente diferentes a los demás, desde la naturaleza que nos habita, que es la naturaleza de Cristo, la nueva naturaleza que Él nos dio, hasta esta sobrenaturalidad de la Iglesia que Cristo dijo, que no hay nada que la pueda vencer, el infierno no puede con ella y el Hades tampoco, nada puede prevalecer contra la Iglesia.
Así que los que somos de Cristo, los que somos hijos de Dios, tenemos un privilegio que tenemos que descubrir en una mayor medida.
Hoy vamos a hablar de un tema especial que tiene que ver con algo que es exclusivo para hijos.
Así se llama: Exclusivo para hijos.
Esto comienza de unos años para atrás, porque ustedes saben que desde el año 2008, de la Palabra Profética que el Señor me entregó en el 2008, comenzamos nosotros a recibir enseñanzas sobre la fe de Dios, no la fe en Dios, no, sino de la fe de Dios, de la que Cristo habla en el evangelio, pero que muy poco se habla acerca de esa fe.
A través de la enseñanza, nosotros comenzamos a comprender que el propósito del Señor es que sus hijos no nos conformemos solamente a vivir al nivel de nuestra fe puesta en Cristo, sino que pudiéramos avanzar en nuestra vida en Cristo hasta lograr esa experiencia de vida, que se trata de la fe de Cristo manifestándose en nosotros, desarrollándose y activa en nosotros.
Esta clase de vida y esta clase de fe, es la que Pablo habló cuando Pablo habló de sí mismo, y dijo que ya no vivía él. Él agregó algo, porque él dijo, lo que yo ahora vivo en mi cuerpo, en mi carne, en mi cuerpo, dijo, lo vivo en la fe del Hijo de Dios.
Lamentablemente, algunas versiones bíblicas lo traducen por la fe en el Hijo de Dios, pero el término original griego no es la traducción que corresponde allí, la que corresponde es, del Hijo de Dios, porque no está hablando de la fe de Pablo en Cristo sino de la de Cristo operando en Pablo.
Ése es el nivel apostólico de la Iglesia, pero lamentablemente hemos estado muchos años viviendo bajo un espíritu que trae una enseñanza por debajo de lo que somos, y por debajo de lo que tenemos en Cristo Jesús, pero quitamos esas cortinas, rompemos y quebramos esas vendas para ir caminando y avanzando hacia, que esa fe del Hijo de Dios opere y se desarrolle en nosotros. No lo estamos hablando porque ya lo conseguimos, ni porque ya lo tenemos todo, ni porque ya lo sabemos todo, no, estamos avanzando porque hemos visto un derrotero, hemos visto un final en el camino y decimos, Señor, hacia eso Tú nos llevaste.
Pablo vivió esa fe del Hijo de Dios, y si vemos la vida de Pablo, los milagros, el poder, la trascendencia de su ministerio, es evidente, que si no lo hizo la fe del Hijo de Dios en él, nadie podría haber hecho lo que él hizo.
Los apóstoles hicieron lo que hicieron porque operaban en la fe del Hijo de Dios, sino no lo podían haber hecho. Esa fe es necesaria porque es lo que el mundo necesita, en cuanto a manifestación de Cristo.
La manifestación que nosotros podemos traer de Cristo con nuestra fe en Él, es insuficiente para lo que el mundo necesita de la manifestación de Cristo, y en esto tenemos que ser claros, porque sino tenemos el riesgo de acomodarnos a un nivel inferior al que Dios quiere, y lo que Dios mira, es el deseo, el anhelo de decir, no me quiero detener, no me quiero detener, quiero avanzar hacia lo que Dios tiene.
Pero claro, como no queremos esto como una enseñanza bíblica sino como una realidad, nos hacemos una pregunta, la pregunta que me anoté fue:
¿Cómo hacer que la fe del Hijo de Dios se desarrolle y se manifieste en nosotros en mayor medida cada día? Ésa es la gran pregunta que debemos responder.
Si ésa es la meta de Dios, ¿cómo lo hacemos? ¿qué es lo que Tú dispones de nosotros para que yo ayude a través de mi vida, que esa fe se desarrolle? Es lo que vamos a ir respondiendo en esta mañana.
Vamos a ir primeramente por favor, a Romanos capítulo 10, verso 17, yo lo voy a leer en la Versión de Nueva Biblia Latinoamericana de Hoy, este versículo de Romanos 10:17 que dice de la siguiente manera:
"Así que la fe viene del oír,
y el oír, por la palabra de Cristo."
Romanos 10:17 NBLH
En lo que en su versión, en la que usted está leyendo, probablemente diga, la palabra de Dios, pero el original griego dice claramente, la palabra de Cristo.
Quiere decir entonces, que aquí está diciendo algo, y lo voy a decir de esta manera: así que la fe viene, o proviene, proviene, la fe proviene del oír, es decir, del escuchar atentamente.
¿Y qué es el oír o escuchar atentamente? La Palabra, y esa palabra ahí es el término “Rhema”, que significa, la palabra específica, particular, para una situación en especial que Cristo trae a nuestras vidas.
Así que cuando está hablando Romanos 10:17, me está diciendo, cuando eres enfrentado a la Palabra de Cristo, la fe, ¿qué hace? Viene, viene cuando tú oyes, escuchas atentamente la Palabra que proviene de Cristo.
Entonces, quiere decir entonces, que cuando una persona oye la Palabra de Cristo y la recibe, se establece lo que yo llamo, una conexión entre la fe que viene por oír la Palabra de Cristo y la fe que la persona posee por haber sido creada a la imagen de Dios; porque Dios nos creó con fe, Dios puso fe en nosotros, y todo ser humano, no importa dónde viva y en qué lugar del planeta esté, tiene fe adentro porque Dios se la puso.
Pero una cosa es la fe que tú tienes como ser humano, y otra cosa es la fe que viene cuando tú oyes la Palabra de Cristo. Ocurre una conexión entre la fe que viene, que es la fe de Dios y la fe que tienes, que es la que tienes por creación. Y ¿qué ocurre entonces? Esa fe que tú tienes cuando oyes la Palabra que viene de Cristo, es reenfocada. ¿A qué? A cumplir su propósito. ¿Y cuál es el propósito original del por qué Dios te dio la fe? Para que estés en comunión con Él, ése es el primer propósito de la fe, estar en íntima comunión con Dios.
Quiere decir entonces, que todas las personas de este mundo tienen fe, pero hay algo que es exclusivo para hijos, ¿qué es? La fe de Dios.
Porque la fe de Dios viene solamente, cuando escuchamos atentamente la Palabra de Cristo.
Ahora, quiero que nos detengamos un poco en el contexto de este versículo para entender un poco más la idea de lo que Pablo está diciendo.
Vamos a ir a Romanos, nuevamente el capítulo 10, solamente que ahora voy a comenzar a leer desde el versículo 16, y voy a ir hasta el versículo 20, dice así:
"Sin embargo, no todos los israelitas aceptaron las buenas nuevas.
... O el evangelio.
Isaías dice: «Señor, ¿quién ha creído a nuestro mensaje?»
Así que la fe viene como resultado de oír el mensaje,
y el mensaje que se oye es la palabra de Cristo.
Pero pregunto: ¿Acaso no oyeron? ¡Claro que sí!
«Por toda la tierra se difundió su voz,
¡sus palabras llegan hasta los confines del mundo!»
Pero insisto: ¿Acaso no entendió Israel?
En primer lugar, Moisés dice:
«Yo haré que ustedes sientan envidia de los que no son nación;
voy a irritarlos con una nación insensata.»
Luego Isaías se atreve a decir:
«Dejé que me hallaran los que no me buscaban;
me di a conocer a los que no preguntaban por mí.»
En cambio, respecto de Israel, dice:
«Todo el día extendí mis manos
hacia un pueblo desobediente y rebelde.»"
Romanos 10:16-20
Éste es el contexto del verso 17. ¿De qué está hablando el apóstol? Está hablando claramente, de que el evangelio de Cristo, la buena noticia de salvación y salud, salió por toda la Tierra. Que el problema de los israelitas no fueron que nadie les habló, ése no fue el problema, el problema fue que cuando escucharon esta Palabra de Cristo, que es el evangelio, ¿qué es lo que ellos no hicieron? No oyeron. Es decir, no se dispusieron a oír atentamente lo que Dios hablaba para poder recibir la vida y la fe que venía de esa Palabra que Dios hablaba, que era el evangelio para su salvación.
El problema no era no haber oído, sino no haber escuchado atentamente lo que tenían que oír. Así que no era que había una excusa de que nadie les habló, nadie les dijo, ese evangelio no salió.
Esta Palabra nos habla del evangelio de Jesucristo, y generalmente la circunscribimos al evangelio de Jesucristo, pero en este pasaje bíblico hay un principio espiritual que no sólo se aplica a cuando nosotros por primera vez escuchamos el evangelio, recibimos a Cristo como Señor, y cuando lo recibimos como recibimos la Palabra, ¿qué vino junto con eso? La fe de Cristo, vino junto con la Palabra que recibimos. No sólo habla de eso, ¿sabe de qué habla aquí? De un principio espiritual trascendente, importantísimo para nuestra vida, y es el siguiente:
En toda Palabra que Dios te hable, por pequeña que sea, está contenida la fe de Dios.
Voy a repetir:
En toda Palabra de Cristo, que salga de su boca, por pequeña que sea, está la fe de Dios.
Si la oigo para obedecerla, recibo la porción de fe contenida en esa Palabra, si la oigo y no la hago, rechazo voluntariamente la porción de fe que estaba contenida en esa Palabra.
Quiero que piense, necesito que medite en lo que el Espíritu de Dios está diciendo. No circunscriba Romanos 10. ¡Ah! Pero yo ya recibí... claro, la Palabra de Cristo, claro sí, si ese día yo lloraba, me arrepentí de mis pecados, me entregué al Señor, claro, gloria a Dios, bendito sea el Señor. Desde ese día vino el Señor y la fe de Cristo vino a tu corazón... Pero cuidado, tu vida y la mía están continuamente llenas de palabras de Dios, pero me parece que no le prestamos mucha atención de que no sólo podemos... uy, desoí la Palabra, porque digo, la verdad que Dios me dijo esto pero no lo hice, siempre vemos solamente ese lado, Dios me dijo, pero no lo hice. Pero hay un lado que no estamos viendo, el problema no es si lo hice o no lo hice, ése es el menor problema; el mayor problema para mí es que no puedo avanzar, ¿por qué no puedo avanzar? Porque yo mismo me estoy cortando la oportunidad de ir recibiendo las porciones de fe de Dios, que Dios me quiere añadir cada vez que me trae una Palabra; y sobre todo, las palabras cuando tú estás pasando algún tipo de prueba, con más razón aún.
Si hoy me voy a detener en una cosa sola, sencilla, es esta, es esta:
En toda Palabra de Dios, por pequeña que sea, contenida está la fe de Cristo. O la recibo o me la pierdo.
¡Oh, wow! Cuando yo abrí mis ojos a esto dije, no más, no más, porque queremos avanzar a la experiencia del desarrollo, ¿de qué? De la fe de Dios en nosotros, lo necesitamos.
Quiero avanzar, hace poquitos días a través del profeta Hernán, nosotros escuchamos una Palabra a la cual me voy a referir. No vamos a leer todo, esto está en Hebreos capítulo 3, usted lo puede leer en casa, desde el verso 7 al capítulo 4, versículo 2. Ahí habla de oír la voz de Dios, lo escuchamos hace poco, y de no endurecer el corazón. Ese pasaje bíblico toma el ejemplo de lo que le sucedió al pueblo de Israel que estuvo bajo la conducción de Moisés, y en ese pasaje se expresa esta frase: miren hermanos, o cuídense hermanos.
¿Para qué dice, ese miren o cuídense? Para enseñarnos que los creyentes corremos el mismo peligro que corrió Israel, que es permitir que haya en nosotros un corazón malo de incredulidad, así dice la Escritura.
Y uno dice, ¿pero nosotros somos creyentes en Cristo Jesús? ¿cómo nosotros vamos a permitir un corazón malo de incredulidad? ¿cómo puede ocurrirme esto si yo soy hijo de Dios? Muy sencillo, muy fácil como puede ocurrir. Al no obedecer lo que el Señor me dice, ahora, hoy, ¿qué va a pasarme entonces? Si yo no obedezco cada cosa que Dios me dice cada día, eso es una rueda que empieza a conducirme a un problema más serio que es el siguiente: Hoy yo no oigo lo que Dios me dice, mañana no oigo otra cosa, pasado no oigo otra cosa, ¿qué le va ocurriendo al corazón? Se va endureciendo, hasta volverse, convertirse, en un corazón malo e incrédulo que se aparta del Dios vivo, siendo un creyente.
Porque creyente no es el que un día estableció que creyó en Cristo Jesús porque se arrepintió de sus pecados y lo recibió en su corazón, creyente es el que camina con Cristo todos los días.
Y yo quiero hoy detenerme para todos los que estén viendo y escuchando este video diciéndole, que en el Nombre de Jesús, yo le llamo a volver a poner atención al evangelio de Jesucristo, que no es solamente un evangelio que habla de la muerte de cruz de Jesús, de la resurrección de Jesucristo, de la limpieza de tus pecados, de la vida nueva, de la salvación y de la salud. Ese evangelio es la verdad, pero ese evangelio es para que lo vivas todos los días, ese evangelio es para que vivas entregado al Señor todos los días como el primer día que viviste entregado al Señor, hoy tienes que vivir más entregado que ese primer día al Señor.
Es necesario, muchas veces, que muchos de nosotros, realmente regresemos al Señor porque tenemos un evangelio que fue un evangelio religioso de un día que yo me entregué, pero realmente hoy el poder del evangelio no está actuando en mi vida, la gloria del evangelio no está actuando en mi vida, el perfume de Cristo no se está derramando a través mío, nada sobrenatural está ocurriendo a través mío, es el día que el evangelio yo recibí.
Así que yo llamo hoy, hoy en el Nombre del Señor, si estás escuchando que Cristo resucitó de los muertos, si estás escuchando que Cristo murió por ti, si estás escuchando que Él derramó su sangre por tus pecados, te quiero decir esto: Sin Cristo, solamente hay muerte eterna y hay infierno, con Cristo hay vida eterna, hay cielo.
Así que, te llamo hoy, no importa si eres religioso o si estás invitado o nunca antes fuiste enfrentado a la Palabra de Cristo, hoy la Palabra de Cristo te dice, arrepiéntete de tus pecados, regresa a mí, recibe la Palabra y recibe la bendición de ser hecho un hijo de Dios en este día, no dejes pasar este día, porque el minuto siguiente no es tuyo, y estate seguro que no tienes un evangelio de religión, porque el evangelio de religión no salva, es el de Cristo el que salva.
Yo puedo tener un evangelio de religión, ¿a qué llamo evangelio de religión? Aquel que declara, recita y vomita las cosas correctas pero no las vive. Ah, pero esto es lo que creo, ¿pero tú vives eso que crees? Bueno, somos débiles, usted sabe, somos, vivimos en la Tierra usted sabe, nadie va a pretender que vivimos eso, ¿o alguno va a pretender que vivimos en el poder de la resurrección de Cristo? Sí yo sé que ahí dice que el mismo poder que levantó a Cristo de los muertos es el que habita en nosotros, pero no me diga usted que usted va a creer que eso es posible. No, no hermano, sí es posible, sí, sí, sí, es posible en las palabras, pero el Señor lo quiere ver en nuestros hechos.
Volvamos al evangelio, al evangelio de Jesús, el evangelio es poder y si es poder, tiene que manifestarse a través tuyo, tiene que haber poder a través tuyo, tiene que haberlo, si no hay di, estoy en la fila del evangelio religioso, me tengo que salir de ahí, en ese evangelio me voy a morir yo y voy a matar a todos los que tengo alrededor.
Escuche, hay un problema con la Palabra de Dios, que no lo tiene ningún otro libro ni ningún otro mensaje, la Palabra de Dios o te da vida o te mata.
Ningún otro libro hace eso, ningún otro mensaje hace eso, ningún otro orador hace eso, pero la Palabra de Dios, o te da vida o te mata, porque la Biblia dice que la letra mata mas el Espíritu vivifica.
Así que, si soy un evangélico religioso o tengo un evangelio de religión, lo único que yo tengo es muerte; pero cuando tengo el evangelio que viene por el Espíritu y vivo en el Espíritu, lo que yo cosecho es vida y el Espíritu de vida va dando vida a mi cuerpo mortal.
Necesitamos volver al evangelio, por eso lo llamo hoy por el Espíritu.
Vuelvo, nosotros ya sabemos que los del mundo son incrédulos pero los creyentes tenemos el riesgo de volvernos incrédulos, es diferente. Nosotros sabemos que la gente es incrédula porque rechaza abiertamente a Cristo, a la Palabra, pero nosotros nos vamos volviendo incrédulos a medida que no ponemos en práctica la Palabra del Señor.
Por eso, es que Dios dice que odia o aborrece la incredulidad, ¿por qué cree usted que la aborrece? Por esto, porque no es un pecado inconsciente que se comete por ignorancia o por desconocimiento, no, no, no. La incredulidad es un pecado consciente, aberrante, declarado ante la mirada del Señor, diciéndole, Tú me dijiste esto, pero yo no voy a hacer esto. Ay, no, pero yo no le digo así a Dios, no importa que no se lo digas, si Él te está diciendo esto y tú haces lo contrario o no lo haces, se lo estás diciendo, ¿o no? Sí, sencillo.
Por eso, la incredulidad no es un pecado inconsciente, el riesgo ¿cuál es? Que la incredulidad resulta de oír pero no escuchar, yo estoy aquí parado y puedo oír todo lo que está a mi alrededor, pero para escuchar tengo que poner atención a lo que alguien claramente me está diciendo, para poder escuchar lo que el Señor quiere que escuche.
Bueno, de este peligro nos advirtió a nosotros Santiago, mire lo que dice Santiago 1:22, yo lo voy a leer en la Reina Valera Actualizada del año 2015, éste es el peligro del que nos advirtió el apóstol Santiago, dijo así:
"Pero sean hacedores de la palabra,
y no solamente oidores engañándose a ustedes mismos."
Santiago 1:22 / RVA2015
Quiere decir, que en cualquier caso que nosotros, solamente, oigamos una Palabra pero no la hagamos, ¿qué nos está pasando? ¿nos estamos qué? Engañando, dice ahí. Así que, sean hacedores.
Si viene una Palabra háganla, no solamente la oigan, porque si solamente la oyen se van a engañar.
Quiero detenerme en el capítulo 4 de Hebreos versículo 2, ahí sí vamos a leer, capítulo 4 de Hebreos versículo 2, primero lo voy a leer en la Versión, en el Nuevo Testamento Interlineal Griego-Español, porque utiliza una palabra en la que me voy a detener, dice allí:
"Porque también estamos evangelizados lo mismo que aquellos,
pero no aprovechó la palabra del oír a aquellos,
por no haber sido mezclada con la fe,
por los que la oyeron."
Hebreos 4:2 / NTI Griego-Español (Francisco Lacueva)
Ahora lo voy a leer en la Nueva Versión Internacional, y dice:
"Porque a nosotros, lo mismo que a ellos,
se nos ha anunciado la buena noticia;
pero el mensaje que escucharon no les sirvió de nada,
porque no se unieron en la fe
a los que habían prestado atención a ese mensaje."
Hebreos 4:2 / NVI
Cuando usted lee estos pasajes, en este pasaje usted puede encontrar que hay dos traducciones distintas de este versículo, mientras la traducción normal que utilizamos siempre, que es la Reina Valera 1960 dice: por no ir acompañada de fe en los que la oyeron, dando a entender con eso, que los israelitas no creyeron la Palabra, no la mezclaron con fe para actuar por ella, existen otros manuscritos que lo traducen como lo hace la NVI, cuando dice: al no estar unidos por la fe a quienes la escucharon. Dando a entender, que esos israelitas que escucharon la Palabra, no se unieron a Josué y Caleb, que sí pusieron fe para creer la Palabra que Dios les estaba dando.
Pero no importa de qué lado lo veamos, el fin es el mismo, quienes desoyeron la Palabra no recibieron la fe, ¿qué les pasó? No recibieron la fe que viene junto con la Palabra, y uno dice, pero lo que pasó es que no tuvieron fe, es que no podían tener fe, ¿por qué? Porque no recibieron la Palabra, ¿con qué viene? ¿con qué viene la fe de Dios? ¿con qué viene? Con la Palabra.
Si Dios me da una Palabra, por extraña que me sea, y yo simplemente porque es extraña o porque parece loca o porque parece totalmente improbable, le digo a Dios, esto no puede ser, desde el momento que yo digo, esto no puede ser, yo estoy coartando la fe que viene y proviene de esa Palabra para que yo la pueda recibir, ¿lo estoy viendo?
Pero ahí me interesa algo que dice, porque la Versión que leí de Francisco Lacueva, utiliza la palabra, evangelizados, dice así, porque también estamos evangelizados lo mismo que aquellos.
Quiere decir, que el Señor dice, que Israel caminando en el desierto tuvo su propio evangelio. ¿Cuál era el evangelio para esa época de Israel? Era entrar a una tierra de reposo llamada Canaán, Dios les estaba entregando una tierra, pero como ellos no la acompañaron con fe y no recibieron la Palabra no pudieron entrar.
El punto clave para responder la pregunta que hicimos al principio, es entender que la fe de Dios viene por oír a Cristo, sólo por oír a Cristo. Cuando lo oímos y hacemos lo que Él dice, viene la fe de Dios.
Así que, la única manera en que tú y yo podemos hacer que sea una realidad cotidiana la fe de Cristo operando en nosotros, es que cada Palabra que el Señor habla a nuestra vida, por pequeña que sea, nosotros la recibamos para hacerla.
Cada vez que nosotros recibamos una Palabra y la hagamos, vamos a estar un paso más arriba, un paso más arriba de aquello que el Señor quiere para que desarrollemos la fe de Dios en nosotros y a través de nosotros para tocar a los demás.
Ahora, ¿qué entendemos nosotros por oír a Cristo? Cuando nosotros le decimos a alguien o a un creyente, tienes que oír a Cristo, ¿sabes qué es por lo general el pensamiento que un creyente tiene? Que casi todo lo que el Señor le va a hablar de su vida, es que cuide su actitud, su forma de andar, que no ande en pecado y ande en santidad.
Si yo le digo a un creyente, tú tienes que escuchar atentamente a Cristo, lo primero que el creyente piensa, es claro, yo tengo que escuchar al Señor para vivir en santidad, es cierto que el Señor habla de eso, pero es mentira que el todo del Señor, es eso.
¿Usted cree que el Señor nos escogió para vivir corrigiéndonos? Cuando unos padres deciden tener hijo o vienen, porque a veces ni decides, o sea, tú lo vas a tener para vivir corrigiéndolo, ¿sí? ¿es para eso? ¡Ah! Pero así pensamos de Dios, somos tan malos y pensamos tan mal de Dios, ¿sabe por qué pensamos mal? Siempre se lo digo a mi esposa, ¿por qué pensamos mal? Porque somos malos. ¿Usted nunca pensó cual es la raíz porque usted piensa mal? Porque usted es malo, por eso piensa mal de la situación que está viviendo, de si lo tocó una enfermedad que se va a poner peor, del hermano de al lado, me hizo esto, y me lo hizo por tal y cual y tal, y le agrega usted leña al fuego, ¿Por qué hace eso? ¿por qué hacemos eso? Porque somos malos.
Si actuáramos conforme a Dios eso no sería nuestros pensamientos, es cierto, es muy sencillo pero muy cierto.
Ahora, fíjese cómo es, Dios no nos escogió a nosotros como hijos para que nosotros, ahora, estemos todo el día corregidos por Él, no. Nos escogió para que seamos sus embajadores, para que llevemos salvación, para que llevemos vida, para que llevemos salud, para que llevemos la buena noticia más poderosa que existe sobre el Universo, que se llama el evangelio, donde una persona que tiene asegurado el infierno ahora pueda tener asegurada la vida eterna, para eso nos escogió el Señor.
Ahora, lo que venimos leyendo de los israelitas nos sirve como ejemplo de lo que estamos hablando en Hebreos, porque la buena nueva que escuchó Israel, ¿tuvo que ver con algo de santidad? A ver, cuando Dios le dijo, tienes que conquistar Canaán, ¿les habló de santidad, de que se cuidaran de la actitud, que se cuidaran de no pecar? Sí es cierto que Israel cometió muchos pecados y murió un montón de gente en el desierto por pecar, sí, eso es cierto, pero el evangelio, estoy hablando del evangelio particular de los israelitas caminando por el desierto, ¿que escucharon? ¿qué era? Para que cuidaran su moral, ¿cuál era? ¡Qué entraran en Canaán, Dios mío! A buen entendedor, dice, pocas palabras, ¿estás entendiendo o no todavía? ¿o lo tengo que explicar?
Tu Canaán es lugar de reposo, no existe reposo fuera de Cristo, en Cristo está el reposo, el Señor no te escogió para vivir corrigiéndote, el Señor te escogió como su embajador. El Señor te escogió con una promesa para darte un destino, para eso te escogió el Señor.
Que te va a hablar de santidad, claro, sí, toda la vida te va a hablar, pero si pensamos que ése es el propósito de Dios, estamos pensando muy mal de Dios.
Dios te escogió con un propósito, para que Él y su Reino sean prioridad para ti, todo lo demás este secundario, para eso vivimos, para eso estamos en el mundo.
Así que, el problema de Israel fue, que al oír la Palabra de Dios, la fe que provenía de esa Palabra de tomar la tierra, como ellos no la recibieron, se vieron privados de esa fe, ¿por qué? Porque recordemos que esa fe sólo viene cuando yo oigo la Palabra de Cristo y la considero confiable, pura, verdadera y estoy dispuesto a jugarme con ella.
Los únicos que realmente se jugaron con la Palabra, ¿quiénes fueron? Josué y Caleb, ellos la creyeron. Y escuche una cosa, y ellos entraron.
Ellos la creyeron y ellos entraron. No le quiero decir esto porque hay gente que entra a dimensiones a lo que otros no entran, piense por favor, hay creyentes que entran a dimensiones que otros creyentes no entran. Todo el pueblo era Israel, pero no todos entraron a la misma dimensión, de todo un pueblo, que eran muchísimos, sólo Josué, Caleb y sus familias entraron a la dimensión de Canaán y de reposo, todos los demás no entraron; todos eran pueblo, todos somos creyentes, la dimensión a la que entramos, ¿quién la determina? Nosotros. Dios no la determina, porque la Palabra es general es para todos, Dios nos da esa misma Palabra a todos, es general, nosotros determinamos si entramos a ella.
Me puse a pensar algo, generalmente cuando nosotros nos referimos al evangelio de Cristo, pensamos casi exclusivamente, en aquella, déjeme decirlo así, en aquella parte del mensaje que nos lleva a que reconozcamos que somos pecadores, que nos arrepentimos, que recibimos a Cristo por la fe y que recibimos su salvación.
Sin embargo, quiero decirle que nosotros debemos ampliar esa limitada visión del evangelio para comprender esto, escucha bien, cada Palabra que el Señor te hable en toda tu vida es parte del evangelio, porque es la buena noticia que Dios te está dando para librarte de una situación, para resolver un conflicto o para avanzar en algo en lo que estás pidiendo dirección.
¿Pero qué hemos hecho con el evangelio? Ah, vamos a predicar el evangelio, ¿qué es el evangelio? Hermano, lo básico, lo básico, está bien, a ver, no estoy diciendo que no, lo que estoy diciendo es, lo hemos limitado tanto a esa visión de que el evangelio es solamente para arrepentirte de tus pecados, recibir a Cristo y su salvación, que no nos damos cuenta que cuando te levantas esta mañana y leíste la Palabra o te levantaste y ni leíste, y estabas en el baño y Dios te trajo una Palabra, esa Palabra es tu evangelio, porque esa Palabra que Dios te trajo te va a hacer vivir ese día con eso que Él te trajo; y esa Palabra que recibiste te trajo la fe de ese evangelio particular para esa situación específica.
Por eso, muchas veces oramos, y más cuando estamos desorientados sobre algo y no sabemos exactamente qué hacer. ¿No sabemos qué hacemos, qué debemos hacer? Orar, ¿hasta qué? Hasta recibir de Dios ¿qué cosa? ¿qué decimos que necesitamos? Una Palabra, ¿para qué la necesitamos? Nosotros creemos que solamente, la necesitamos para hacer lo que diga, no, la necesitamos para que la fe de Dios venga con esa Palabra y me dé el poder, la autoridad, la gracia de hacer lo que Él dice, si sólo fuera una palabra sin fe no lo puedo lograr.
¡Aleluya! No la vio, no porque todavía está impávido parece estatua, ¿la vio? ¡Ah! Yo necesito la Palabra para ver qué hacer, no, no, no, la necesitas más que para eso, sin esa Palabra no tienes la fe para hacerlo.
Di la Palabra, ¡ah! ¿qué cosa? Ah, di la Palabra, eso es lo que necesitamos. Y la Palabra de Dios puede venir de la forma más extraña, en las conversaciones más inverosímiles, no va a ser probablemente, a veces leyendo la Escritura, muchas veces el Señor lo hace así, pero puede no hacerlo así y la mayoría de las veces para quitarnos de nuestra estructura religiosa, nos habla de otra forma, hasta de parte de ese compañero impío que anda toda la noche de baile, de juerga, de borrachín, y de mujeres... y de golpe dijo una palabra y digo, Señor, yo no puedo recibir eso que dijo. Mas bien que lo reciba, porque si Dios lo quiso usar para hablar, ¿tú quién eres? El dará cuenta por sí, pero si te habló a ti, escucha, escucha porque puede ser el Señor.
Veamos ejemplos, algunos ejemplos nada más.
Moisés, no vamos a leer los pasajes porque conocemos las historias.
Dice la Biblia, que no sólo Israel no entró por incredulidad, el otro que no entró por incredulidad, los otros que no entraron en realidad, fueron Moisés y Aarón, ¿por qué?
Le pongo dos ejemplos nada más:
El primero, cuando Dios lo llama a la tarea de librar a Israel, de sacarlo de Egipto, Moisés le dice que él no sabe hablar bien, tiene un problema con su habla, y Dios le dice, quién le dio la boca al hombre, con ese quién le dio a boca al hombre, le dijo ve, como diciéndole, a ver, si yo te di la boca, tú ve, que cuando tú tengas que hablar vas a hablar bien, porque Yo te voy a sanar, ¿sí o no? Pero Moisés dijo, no Señor, yo no sé hablar así que envía la persona que sea adecuada porque yo no sé hablar.
Entonces, dice que Dios se enojó. Ay, que problema, ahora me agregó una cosita, cuando no recibo una Palabra, es probable que Dios... ¿se enoje?
Dios se enojó y le puso a Aarón, así que estuvo toda la vida torpe en el habla, déjeme decirlo así, por tonto, porque al no recibir la Palabra, ¿qué no recibió? La fe que viene junto con esa Palabra.
Esto es lo único que yo quiero este día que quede grabado, la fe que viene junto con esa Palabra.
Luego, segundo ejemplo, tenía que ir a un lugar, a una roca, no voy a hablar del asunto, Moisés le tenía que hablar a la roca, se enojó, era normal que se enojara con ese pueblo, pero el problema que en vez de hablarle a la roca, ¿qué pasó? La golpeó.
O sea, recibió la Palabra pero no hizo lo que la Palabra dijo, es decir, no recibió la fe que venía con la Palabra, y aunque salieron muchas aguas, porque Dios siempre avala a su autoridad no aprobó los actos de Moisés; y le dijo claramente, ahí le dijo, porque no creíste, así le dijo, no me santificaste delante del pueblo no vas a entrar a la tierra.
Hermano, estamos hablando de un hombre impresionante, Dios mío, no estamos hablando de cualquier hombre, Moisés es un hombre impresionante a los ojos de Dios.
Pero para qué pongo el ejemplo? ¿Para decir algo de Moisés? Todo lo contrario, estoy poniendo el ejemplo para decir, Danielito, cada vez que tú torpemente no estás recibiendo una Palabra, te estás privando de la fe que viene para que conquistes lo que te dije que tomes.
Porque realmente, las Palabras que no estaba recibiendo, eran para conquistar lo que le había dicho que tomara, ni siquiera era solamente, para su beneficio.
Otro ejemplo, el centurión romano, ahí por Mateo 8, sólo le pidió a Cristo una palabra. Es evidente que el centurión romano tuvo una revelación del Espíritu, porque no hay nadie que no sea por una revelación del Espíritu que pueda saber en su interior, que con sólo una Palabra de Cristo valga. Evidentemente, aunque el Espíritu no se lo explicó él supo algo adentro, y eso que supo adentro, es que con esa Palabra de Cristo él iba a recibir la fe que venía con la palabra, y cuando viniera la fe junto con la palabra él iba a tener la provisión que necesitaba para que su criado quedara sano.
Por eso, ¿qué pidió? Una palabra; y Dios, ¿qué le dio? Ahí está interesante, porque el Señor le dio mucho más que ese milagro, a él le dijo, claramente, que cuando se sorprendió de su fe, que había muchos hijos de Dios que iban a quedar afuera, y otros como él que eran extranjeros, que se iban a sentar en la mesa del Reino de Dios, con Abraham, Isaac y Jacob.
¡Oh! Le hizo una promesa impresionante, cuando le dijo a los religiosos, muchos de ustedes van a estar afuera, cuando estos, como ésta gente va a estar ahí, ¿por qué va a estar ahí? Porque recibieron, ¿qué cosa? La Palabra de Cristo.
Mateo 21, luego lo lee en casa, del 27 al 32, habla de dos clases de gente, prostitutas y cobradores de impuestos. Pero este pasaje está en un contexto, es en el contexto de los religiosos que estaban muy ocupados con Jesús, porque Jesús acababa de purificar el Templo echando a los cambistas, tirando abajo las mesas, y entonces estaban muy alborotados y preguntándole, ¿con qué autoridad haces estas cosas?
Y Él entonces les hizo otra pregunta y como no le respondieron la pregunta, dijo, pues Yo tampoco se las respondo.
Terminado esas palabras, y usó dos parábolas para darles un ejemplo, y las parábolas fueron con las prostitutas y los recaudadores de impuestos, y en ambas lo que les quiso decir, es que ambas clases de personas, ambos grupos iban delante de ellos en el Reino, porque cuando oyeron la Palabra de Cristo, el evangelio, el arrepentimiento, el entregarse a Él lo habían recibido, mientras esos religiosos que tenían su Biblia, que seguían su Torah y que sabían todas las cosas, lo estaban rechazando.
¿Delante de ellos prostitutas y cobradores de impuesto? ¿Señor? Sí, delante de ellos, ¿lo están viendo?
Vamos a ir a tres pasajes cortos, vamos a ir primeramente por favor, a Hebreos capítulo 12, es la última parte de lo que tengo de parte del Señor para compartir el día de hoy.
Hebreos en su capítulo 12, dice allá en el versículo 28 de la siguiente manera:
"Así que nosotros, que estamos recibiendo un reino inconmovible,
seamos agradecidos. Inspirados por esta gratitud,
adoremos a Dios como a él le agrada, con temor reverente."
Hebreos 12:28
Aquí dice que seamos, ¿qué? Agradecidos.
Luego, cuando tú vas a 1 de Tesalonicenses capítulo 5 y versículo 18 dice así la Palabra, vengo desde el 16:
"Estén siempre alegres, oren sin cesar,
den gracias a Dios en toda situación,
porque esta es su voluntad para ustedes en Cristo Jesús."
1 Tesalonicenses 5:16-18
No sólo hay que ser agradecidos, sino dar gracias a Dios en toda situación, porque ésta es la voluntad de Dios.
Vamos a Efesios capítulo 5, versículos 19 y 20, dice:
"Anímense unos a otros con salmos,
himnos y canciones espirituales.
Canten y alaben al Señor con el corazón,
dando siempre gracias a Dios el Padre por todo,
en el nombre de nuestro Señor Jesucristo."
Efesios 5: 19-20
Tomé estos tres pasajes bíblicos que hablan de agradecimiento, porque al hablar de agradecimiento las Palabras del Señor van in crescendo, porque primero dice que tengamos una actitud de gratitud, sí Señor, es verdad, Tú nos diste un Reino, estamos dentro de un Reino que nadie puede mover aunque nos quiten la vida, a nosotros nadie nos quita de este Reino, gracias Señor. Pero después empieza a avanzar un poquito más y dice, no sólo tienen que tener una actitud de agradecimiento, ustedes tienen que estar agradecidos en todo. Sí Señor, es cierto, cuesta un poco más, pero yo sé que es necesario que yo esté agradecido en todas las cosas y que sin importar lo que pase, siempre yo mantenga esa actitud de agradecimiento, no esté quejándome.
Hasta ahí vamos bien, pero el problema es cuando el horno se pone mucho más caliente, porque ahora dice, ustedes tienen que agradecer a Dios por todo, por todo, significa te despidieron de tu trabajo y empiezas a alabar a Dios, te dijeron que tienes un cáncer, empiezas a alabar a Dios, te dijeron que dan quince días de vida, empiezas a alabar a Dios.
Te dijeron que no saben si tu hijo sale de ésta porque está muy mal, la droga lo está matando, y tú empiezas a alabar a Dios... ¿No es igual, no? No es igual.
A ver, ¿cómo el Señor pretende...? Porque a ver, hasta ser agradecido y en todo, todavía, todavía, como que la fuerza humana aguanta, pero cuando ya me dice, por todo, ya la fuerza humana no aguanta.
Pero la pregunta es, ¿cómo puede pedirle Dios a una persona que esté atravesando una situación límite, un hijo de Dios que esté atravesando una situación límite, que ese hijo de Dios esté agradecido por esa situación límite?
¿Sabes por qué lo pide Dios? Para que tu agradecimiento no esté basado en tu fuerza natural, sino en la sobrenaturalidad de quién te habita que se llama Cristo, en la fe del Cristo que te habita a ti y me habita a mí. Si ese Cristo está activo en nosotros, yo voy a agradecer por todo.
¿Qué significa, que agradezco por ese cáncer? ¿Que lo vamos a dejar ahí, que lo vamos a acariciar? No, significa que lo vamos a reprender en el Nombre de Jesús, para que salga del cuerpo porque es un enemigo, pero eso no significa que yo voy a dejar de estar agradecido, ¿por qué tengo que estar agradecido? Porque a través de eso que Dios permitió, Dios está haciendo un trato con mi vida, y Dios me está tratando como a un hijo, y todo hijo bueno es disciplinado, ¿para qué es disciplinado? Para lo mejor, para alcanzar el propósito y el destino que Dios tiene con él.
¿Sabe cuándo, yo, puedo ver las cosas así? ¿Cuándo las puedo ver así de verdad? Cuando creo en palabras como por ejemplo, a los que aman a Dios, ya lo sabemos de memoria, ¿no? Todas las cosas les ayudan a bien.
¿Pero justo ahora me va a pasar? ¿O no? ¿o no? ¡Pero justo ahora! Hey, hey, hey, ¿por qué dices justo ahora? A los que aman a Dios, todas las cosas... (justo ahora), todas las cosas les ayudan a bien. Aún, ese justo ahora que no funciona, justo ahora. ¿Cuesta no?
Cuando creemos palabras como ésta, cuando Jesús habló de los que matan, dijo, ustedes, la manada pequeña mía, ustedes no le teman a nadie, no les teman a los que matan el cuerpo porque después de eso no pueden hacer más nada, ustedes le tienen que temer al que está en el cielo; y dice, porque aún los cabellos de la cabeza de ustedes están todos contados.
No teman, sí, aún el peloncito de atrás, sí, Dios sabe que se te cayeron todos, sí, está en control, está en control, ¿pero creemos de verdad que aún un cabello? Está hablando de un cabello, dice que están todos contados, no algunos, no dice, bueno, sé que tienes cabello y bueno, más o menos, no, no, dice que están todos contados.
Quiere decir entonces, ¿qué es la tranquilidad que Él te da? Es esta, algo me está sucediendo, está bajo su permiso y bajo su control. No estoy diciendo con esto para que se quede ahí, si es un enemigo de Cristo, no. Si es un enemigo que Cristo llevó en la cruz, cuidado con esto, si es un enemigo que Cristo llevó en la cruz, sabemos que se tiene que ir. Pero también sabemos, que Dios lo va a usar ahí, hasta que Él cumpla lo que Él quiere hacer.
Así que cuando viene algo que no entendemos o nos parece malo, tenemos que preguntar, ¿Señor, Tú estás haciendo esto con un propósito? Lo que yo no quiero es ser torpe y tardarme, así que yo quiero... muéstrame el propósito que tiene esto, porque lo tiene, sea lo que sea, que cambie algo en mi vida o que avance más, no lo sé, pero algo tienes para mí, así que yo así lo recibo, como hay algo para mí, yo lo recibo, cuando yo ya esté claro y yo ya esté en lo que Tú quieres, esto se tiene que ir. ¿Y qué va a pasar? Se va a ir, porque aún nuestros cabellos están todos contados.
Hermanos, es hora de que el Espíritu de Dios nos despierte, nos alumbre y nos haga ver que cada Palabra que nosotros recibimos del Señor, en esa pequeña Palabra o gran Palabra está la fe que lo acompaña.
Si nosotros empezamos a actuar creyendo a cada Palabra pequeña que Dios nos de, si realmente nos afirmamos claramente, la fe de Cristo en nosotros se empezará a desarrollar, la fe del Hijo de Dios será una realidad, porque no solamente Pablo dijo, ya no vivo yo, eso es quedarse del lado de la muerte, del lado lúgubre, porque a veces somos tan lúgubres que siempre nos quedamos en la muerte.
Hermano, espéreme, espéreme, el lado de la muerte es primero, pero no queda ahí, ya no vivo yo, no es el lado de la muerte, y le da con la muerte, y le da con la muerte, y ya lo hizo papilla... Sí, sí, ya murió. Ahora da vuelta la hoja, ahora vive Cristo en mí, y lo que vivo en este cuerpo, lo vivo en la fe del hijo de Dios, que me amó que se entregó por mí.
Ahora ya pasé por esa muerte, no me quedo en el lado lúgubre de la situación, me despierto a la vida que ahora tengo adentro y digo, ahora lo vivo en la fe del Hijo de Dios.
Es ahora, esto es lo que vamos a orar, no del lado de la muerte porque ya la sabemos bien y no creo que muchos no hayamos pasado por ahí, lo que pasa es que nos volvemos lúgubres y no nos levantamos, nunca creemos que estamos del lado de la vida en Cristo, siempre creemos que estamos, que necesitamos, el lado de la muerte. Sí es cierto, hasta un punto, pero llega el momento que tengo que levantarme no al lado ése, sino ahora vivo en la fe del Hijo de Dios.
Quiero que esté de pié por favor, y esto es lo que vamos a orar, esto es Exclusivo para hijos, eh, los del mundo no pueden esto, así que si usted está fuera de Cristo, le invito a estar en Cristo para que lo que es exclusivo para hijos también sea para usted, ¿amén? Porque es para todos, los que estamos cerca y los que estamos lejos, dijo el Señor.
Padre, en el Nombre de Jesús, te damos gracias porque en este día el Espíritu Santo nos abre un nuevo panorama hacia tu Palabra, que es Cristo mismo, una porción de Cristo ínfima nos está siendo revelada de esas profundidades, nos está siendo revelada para que nosotros podamos comprender que cada Palabra Señor, que nos des a cada momento y cada día, la vamos a atesorar.
Nosotros vamos a llevar a cabo esa Palabra, no vamos a temer por imposible que sea, porque queremos la fe que viene con esa Palabra, que es tu fe para que se desarrolle en nosotros.
Señor, hemos muerto ya con Cristo, pero ahora vivimos y determinamos Señor, por tu Espíritu que está dentro de nosotros y actúa con poder, que lo que vivimos a partir de ahora, lo viviremos en la fe del Hijo de Dios, porque está a nuestra disposición, dijiste eso, porque está a nuestra disposición, queremos salir del nivel más pequeño de nuestra fe en Cristo para que la fe del Hijo de Dios empiece a desarrollarse, a activarse y a ser una topadora dentro de nosotros para que este mundo que está afuera pueda ver esa fragancia de Cristo, pueda olerla de una manera extraordinaria, y a través de nuestras vidas puedan ocurrir cosas totalmente milagrosas, sobrenaturales y extraordinarias por una sola cosa, porque somos hijos que te estamos creyendo a cada Palabra que Tú nos das.
Y Señor, por tu Espíritu Santo, hoy me pongo en la brecha con tu autoridad, para venir contra este imperio satánico de enfermedad que está tocando al pueblo de Dios, me vengo, en el Nombre de Jesucristo, contra todas las legiones demoníacas que encubiertas en alimentos y en un montón de cosas, lo que están haciendo, sencillamente es atacar a todo el mundo para traer muerte, pero sobre todo, a los hijos de Dios para que se debilite la fe de los hijos de Dios.
Pero en el Nombre de Jesucristo, en este día, me vengo contra ese principado, contra su autoridad y con la espada del Espíritu, me acerco para cortar su autoridad, para cortar toda influencia, para declara ahora que suelta los cuerpos, suelta los sentimientos, suelta las mentes, suelta los espíritus de cada uno de mis hermanos.
Y ahora, en el Nombre de Jesús, así como ellos huyen de la vida de mis hermanos, huyen junto con ellos las enfermedades, toda clase de enfermedad, sin importar cual sea, cuán rara sea, cual sea su origen, cual sea su nombre, en el Nombre de Jesús, vuelva la salud de Jesucristo, la que pagaste en la cruz a un precio altísimo, ahora, sea aplicada por el poder tuyo sobre cada uno de nuestros hermanos.
Padre, lo recibimos ahora, oh Padre, lo declaramos ahora, veo por tu Espíritu, esas cadenas siendo rotas y cómo Tú te derramas sobre cada uno.
Y ahora, en el Nombre de Jesús, aún órganos nuevos son hechos en este momento, órganos nuevos hechos en este momento, lo que estaba intoxicado, lo que estaba sin funcionar empieza a liberarse, a limpiarse y ahora a tener vida.
Oh, Padre, en el Nombre de Jesús, gracias te damos porque Tú lo estás haciendo hoy, Tú lo estás haciendo hoy Señor, gracias Señor, oiremos, escucharemos y veremos las maravillas de lo que Tú has hecho.
¡Qué bueno que no dependa del hombre! ¡Ah, qué bueno que dependa de ti, que seas Tú! Oh... en el Nombre de Jesús. Amén.
Lo último que necesito hacer este día porque el Señor me lo pone muy fuerte es esto, si hay alguien en medio nuestro, de los que están en un lugar escuchando este mensaje, que realmente hoy se quiera entregar a Cristo de verdad, probablemente, usted es religioso o probablemente no, probablemente es la primera vez en su vida que se da cuenta de la verdad de que Cristo quiere transformarlo, que no son creencias, teologías correctas, yo le pido en el Nombre del Señor, que dónde está me alce su mano y me diga, yo hoy quiero entregarme de verdad a Cristo, yo hoy lo quiero hacer de corazón, yo quiero recibir este evangelio, yo quiero la vida de Dios, yo quiero esa salvación, yo quiero tener nueva vida, no quiero, solamente, decir que tengo una religión "x", quiero tener a Cristo en mi vida.
Así que, si hay alguien que hoy esté invitado, en los lugares donde está también, simplemente, yo puedo ver los que están aquí, y si hay alguien simplemente, alce su mano para hacerme saber que esto está ocurriendo, y si es así, solamente, que usted lo haga esta mañana, pero no deje pasar este día, el Señor lo ha puesto fortísimo en este día, de que debía hacer esto, así que, yo no sé los planes del Señor, pero cuando el Señor hace algo tiene siempre su sentido de ser, uno más tarde lo sabe.
Así que yo te pido, en el Nombre del Señor, si es simplemente una cuestión religiosa que tienes con Cristo, te pido en el Nombre del Señor, que hoy digas, Señor me entrego a ti, solamente ahí, házmelo saber, no te voy a hacer pasar, solamente quiero que me lo hagas saber.
Si hay alguien más, quiero que los que estén al lado, pongan su mano sobre él, y oren por él, los que estén al lado, pongan su mano y oren por él, no necesito estar yo ahí, ¿si hay alguien más?
Es que lo siento tan claro, ¿si hay alguien más? Por favor, pido que, lo hago en esta mañana, no deje pasar este momento porque es un momento de Dios.
Dios está arrebatando personas para su gloria, tomándolas para su Reino, si hay alguien más álceme su mano, por favor.
Señor, gracias por estas vidas que en los diferentes lugares hoy han dicho, he escuchado el verdadero evangelio, y sí, me entrego a Jesucristo, pero para vivir de hoy en adelante escuchando la Palabra de Cristo, siempre honrándola y obedeciéndola.
Te doy gracias porque me estás hoy salvando, me estás dando vida, hoy me estás dando vida, Señor, hoy lo estás haciendo, te doy gracias porque hoy lo estás haciendo conmigo, te recibo, me arrepiento y reconozco mi condición de pecador, pero te recibo para que seas Rey y Señor de mi vida, y lo que Tú digas, yo simplemente obedezca, en el Nombre de Jesús, Amén y amén.
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