en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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De acuerdo al Cristo que nosotros tengamos en nuestra vida, de acuerdo al Cristo que podamos concebir en nuestro espíritu y en nuestro corazón, así será también la vida cristiana que nosotros vivamos. Usted sabe que si habla con una persona a la cual siempre le han enseñado que ya no existe la sanidad porque le dijeron que eso fue para el tiempo de Jesús, esa persona tiene a un Jesús y a un Cristo que sanó cuando estuvo en la Tierra, que le delegó eso a sus doce, pero que es un Jesús que hoy no puede hacer lo mismo porque fue para un tiempo. Entonces de acuerdo al Cristo que esa persona tiene, es la vida cristiana que esa persona lleva.
Por eso, cuando realmente vivimos y empezamos a ser transformados por una unción apostólica que abre nuestros ojos a una dimensión mayor, empezamos a entender el verdadero Cristo que tenemos. Ya no es un Jesús de bolsillo, un Jesús que nosotros podemos entender de acuerdo a nuestro corto entendimiento, es un Cristo lleno de toda la majestad, la gloria y la manifestación de Dios. Un Cristo que puede hacer que nuestra vida sea lanzada a propósitos que posiblemente nunca nos habíamos imaginado pero que Dios tiene con cada uno de nosotros.
Por eso lo que hoy quiero que veamos por la Palabra, y de acuerdo a la carta a los Colosenses, es que veamos al Cristo en quien hemos creído, porque de acuerdo a ese Cristo hay una vida sobrenatural para ser vivida, por eso necesitamos conocer verdaderamente y más íntimamente a este Cristo. Colosenses 1:15. Está hablando Pablo precisamente aquí de Cristo y dice:
“Él es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
Porque en él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos
y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios,
sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él.
Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten;
y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio,
el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia;
por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud. ”
Colosenses 1:15-20
Lo primero que necesitamos entender es que este Cristo es la imagen del Dios que no podemos ver. Quien se encuentra con Cristo, se encuentra con el único y verdadero Dios, es la imagen visible del Dios invisible, del Dios que todo ser humano está buscando desde lo profundo de su corazón. Cuando tú ves a una persona que busca por allí, por acá, por el otro lado y anda de un lado para otro tratando de encontrarse con la verdad, esa persona tiene, por haber sido creada a imagen y semejanza de Dios, una necesidad profunda de encontrarse con el verdadero Dios. Por eso esa persona podrá dar muchas vueltas, cambiar de religión, intentar todos los caminos, pero nunca se sentirá satisfecha, porque de la única manera que un ser humano se encuentre con el verdadero Dios es conociendo a Cristo.
El Cristo con el cual esa persona se tiene que encontrar para conocer a Dios es un Cristo que no solamente murió, es un Cristo que también resucitó, que ahora está sentado en los lugares celestiales. Por eso Pablo en la mayoría de las veces en sus cartas y en este tipo de enseñanzas usa ese nombre: Cristo, porque él es el Ungido, el Mesías, pero el que está reinando. Jesús es el que estuvo en la Tierra caminando, Jesús es el que se hizo hombre, el que necesitó tomar forma de hombre para morir por la humanidad. Claro que en la Tierra expresó la bondad, el poder y el amor de Dios, pero la consumación de la semejanza y la plenitud de Dios está en Cristo, en el que está sentado a la derecha de Dios Padre.
Por eso Cristo es la imagen visible del Dios invisible, y dice después, el primogénito de toda creación. Él es el primero antes y por sobre todas las cosas que han sido creadas. Por eso necesitamos entender que Dios tuvo que tener a este Cristo para poder crear todas las cosas, por medio de Él y para Él. Dice Pablo:
“En él fueron creadas todas las cosas, las que hay en los cielos
y las que hay en la tierra, visibles e invisibles;
y ahora hay algo muy importante, dice:
“sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades;
todo fue creado por medio de él y para él.”
Colosenses 1:16
Esto que el apóstol está mencionando incluye a todo lo que se mueve en el ámbito celestial, esto incluye a los ángeles, pero también incluye a Satanás y a sus demonios. Aún Satanás y sus demonios fueron creados por medio de Cristo y para Cristo. Perdón que yo deba decir esto, pero es la verdad de la Palabra. ¡Todo! No hay ninguna cosa, ni que esté en el cielo, ni que esté en la Tierra, ni que sea visible, ni que sea invisible que no haya sido creada por medio de Cristo y para Cristo. Cuando fue creado todo lo que fue creado, fue bueno.
Por eso Génesis dice: “Y vio Dios que era bueno”. Por eso Satanás estuvo del bando correcto un buen tiempo. Satanás fue uno de los principales ángeles de Dios, Satanás era el director de la orquesta y del coro en el cielo, su persona estaba llena de instrumentos dice la Biblia, su ser fue creado con instrumentos incorporados. Todo fue creado por Cristo y para Cristo, pero aún cuando Satanás se rebeló y cuando muchos ángeles se rebelaron con él y formaron el bando contrario, aun así esos seres siguen estando sujetos a Cristo porque Cristo es antes que todas las cosas y tiene todo dominio, toda autoridad y todo poder. Por eso Satanás y sus demonios no pueden hacer nada si Cristo no se lo permite. Esto es la introducción que necesito dar, porque cuando veamos bien a este Cristo, entonces vamos a entender mejor la vida que se nos ha concedido. Sigue diciendo:
“Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas en él subsisten”.
Colosenses 1:17
O sea, todo lo que existe, todo, se mantiene por Cristo. Ahora si Cristo quiere hacer un chasquido de dedos todo se viene abajo en un segundo, todo es destruido, porque Él por su persona, por su autoridad y por su gobierno mantiene todas las cosas que han sido creadas, aun Él mantiene a Satanás y mantiene a sus demonios. Por Él todas las cosas subsisten, pero esto es lo más extraordinario que nosotros podemos entender:
“Él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio,
el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia
(o sea el primer lugar)”
Colosenses 1:18
Este Cristo que es el autor de todo, que mantiene todas las cosas, es la cabeza del cuerpo. No es cualquier Cristo el que se nos puso por cabeza, es un Cristo al cual se le sujetan todas las cosas, es un Cristo al cual nada se le puede rebelar, es un Cristo al cual nadie lo pasa por arriba, es un Cristo que tiene todo bajo su poder. Y Dios decidió que ese Cristo fuera cabeza exclusivamente para un cuerpo que Él iba a formar llamado Iglesia. O sea que nosotros colectivamente somos parte de Cristo y compartimos la autoridad, el dominio y el poder que Dios le ha dado a ese Cristo, porque estamos unidos a ese Cristo. Por eso si empiezas a ver a este Cristo que por el Espíritu Pablo nos está narrando, entonces vas a empezar a entender a qué cosas Dios te llamó y cuál es la manera de vivir sobre la Tierra. Porque el Cristo que tenemos es un Cristo sobrenatural bajo todo aspecto. A Cristo nada se le pasa desapercibido, y ese Cristo es tu cabeza directa, es quien te dirige Iglesia, ese Cristo es quien te pone los pies en el lugar correcto para que camines en sus pasos, ese Cristo es el que tiene un plan con tu vida, no es cualquier persona, es un Cristo que lo gobierna todo. Y el 19 dice:
“Por cuanto agradó al Padre que en Él habitase toda plenitud”
Colosenses 1:19
Todo esto que leímos anteriormente es porque a Dios el Padre le agradó una cosa: quiso, el Padre que en Cristo habitara toda la plenitud de sí mismo, todos los atributos divinos que le corresponden a Dios Él quiso que los tuviera Cristo en total y absoluta plenitud.
El que es tu cabeza tiene todo lo que Dios tiene, no le falta nada, porque Dios mismo le ha dado todo lo que tiene que ver con su esencia de ser a ese Cristo, y ese Cristo lleno de Dios es el que te gobierna y el que está sobre tu vida.
Seguimos leyendo, versículo 20:
“Y por medio de él reconciliar consigo todas las cosas, así las que están en la tierra
como las que están en los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz.
Y a vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra mente,
haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su cuerpo de carne,
por medio de la muerte, para presentaros santos y sin mancha e irreprensibles
delante de él; si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe,
y sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, el cual se predica
en toda la creación que está debajo del cielo; del cual yo Pablo fui hecho ministro. ”
Colosenses 1:20-23
A Dios no solo le agradó que en Cristo habitara toda la plenitud de su deidad, sino que también quiso Dios que por medio de Cristo todas las cosas creadas se reconciliaran. Por el sacrificio de Jesús todas las cosas creadas van a ser reconciliadas con una sola excepción: Satanás, sus huestes, y toda persona que se resista a creer en Jesucristo como su Señor. Pero todo lo creado, todo lo que ves, aún la naturaleza, todo está siendo reconciliado, está siendo llevado a volver a tener paz con Dios y ya no reñir con Dios.
Pero lo más extraordinario es que Dios quiso que nosotros que creemos en Cristo seamos las primicias de esta reconciliación, porque en Cristo los primeros que fuimos reconciliados hemos sido nosotros. Nosotros dice, que en otro tiempo éramos extraños y enemigos en nuestra mente, ahora nos ha reconciliado. ¿Y para qué nos reconcilió? Dice: “Para presentarnos santos y sin mancha e irreprensibles delante de Él” (Colosenses 1:22b)
Como Dios tiene una imagen correcta de Cristo también Dios tiene una imagen correcta de nosotros sus hijos, porque cuando Dios cuando nos ve, nos ve santos, sin mancha e irreprensibles.
¿Te das cuenta por qué necesitamos tener la imagen correcta de Cristo? Porque de acuerdo al Cristo que tengamos, así nos miraremos a nosotros y así creeremos que somos nosotros.
Este Cristo es un Cristo que lo dio todo por cumplir el plan de Dios, dio su propia vida, pero ahora es un Cristo que resucitó, que ascendió, y que está reinando sentado a la diestra de Dios. De acuerdo a todo lo que Cristo hizo, ahora Dios te ve santo, sin mancha e irreprensible. Hay una condición para que nosotros nos veamos así de manera permanente, dice: “Si en verdad permanecéis fundados y firmes en la fe”.
Cuando nosotros empezamos a dudar en nuestra vida por cualquier situación y nos agarra lo que solemos llamar una crisis de fe ¿alguna vez oyeron hablar a un hermano que diga estoy pasando por una crisis de fe? Eso que es un invento humano pasar por crisis de fe, porque la Biblia no dice que nosotros tenemos que pasar por crisis de fe.
La Biblia no dice que los hijos de Dios tienen que pasar por crisis de fe, la Biblia enseña que somos probados en la fe, que es muy diferente. Ser probado en la fe es que nuestra fe y toda nuestra vida sea aprobada, es para dar un paso más, es para ser conformados más a la imagen de Cristo, pero eso Dios no lo tiene por qué hacer con una crisis de fe.
Cuando hay crisis de fe es algo que nosotros mismos nos hemos buscado. Cuando pasamos por ese momento de duda y no nos mantenemos firmes en la fe, entonces nos empezamos a ver impuros, cuestionables, faltos de santidad, reprensibles, condenables, juzgables.
Porque de la única manera que nos vamos a ver como Dios nos ve, es que nos mantengamos firmes en la fe. Por eso tu fe es el motor para que tu vida sea cada día más conformada a la imagen de Cristo. No es por tus muchas ganas que vas a ser como Cristo, es por la fe, y la fe viene por el oír.
Por eso hoy que estás oyendo esto, esta Palabra, si tú la crees va a traer mayor fe a tu vida para que empieces a creer lo que Dios piensa de ti, para que te veas como Dios te ve, para que ya no tengas que pasar por crisis de fe. Podés pasar por una prueba, pero puedes mantenerte firme, y mientras te mantengas firme en la fe en lo que sabes que Dios piensa de ti entonces vas a salir airoso de todas las pruebas y vas a salir aprobado y vas a crecer y nadie te va a poder hacer frente.
Por eso cuando en la Biblia dice nadie te podrá hacer frente, es una verdad, nos hemos acostumbrado a vivir vidas cristianas con muchos altibajos, un día estamos bien, otro día estamos mal, un día le creemos a Dios y nos llevamos el mundo por delante, otro día nos pisa hasta el último de los mosquitos que pasó volando y se nos puso arriba de la cabeza ¿por qué? porque nuestra fe no está firme; estamos firmes en nuestros sentimientos, entonces cuando queremos agradar a Dios y tenemos mucha energía y mucha fuerza de voluntad entonces decimos hoy soy como Cristo y le voy a dar toda la gloria, pero mañana que se me acabaron las baterías ya no sé como voy a hacer para representar a Cristo…¡perdóname Señor porque no soy digno de ti porque yo no puedo mostrar tu gloria, porque los demás no pueden verte a ti a través de mi vida!. No nos mantenemos firmes en la fe por lo tanto no nos vemos como Dios nos ve.
Vamos a ir al versículo 26, dice:
“El misterio que había estado oculto desde los siglos y edades,
pero que ahora ha sido manifestado a sus santos, a quienes Dios
quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este misterio
entre los gentiles; que es Cristo en vosotros,
la esperanza de gloria”
Colosenses 1:26-28
El misterio al cual se refiere Pablo es el misterio del evangelio, y dice que este misterio había estado oculto desde los siglos y edades pero que ahora Dios lo manifestó a sus santos, o sea a nosotros y Dios quiso dar a conocer la riqueza de la gloria de este misterio a los gentiles, o sea a todas las naciones, ¿cómo lo quiso dar a conocer? Dándonos a Cristo en nosotros.
Les voy a leer el versículo 27 en una versión que nos regalaron en Argentina salió nueva allá, de Sociedades Bíblicas, y es muy claro este versículo 27, la Biblia se llama “Biblia en lenguaje actual” y dice:
“Él decidió darles a conocer este plan tan grande y maravilloso para todas
las naciones y que es el siguiente: Dios envió a Cristo para que habite en ustedes
y les de la seguridad que van a compartir el poder y la gloria de Dios”
Colosenses 1:27
Como el Cristo que Dios ha levantado es muy grande, Dios necesita un pueblo y un cuerpo a la medida de este Cristo porque de la manera en que este misterio del evangelio va a ser conocido en las naciones es porque Cristo vive en nosotros. O sea que ya no podemos seguir diciendo: bueno estoy tratando de agradar a Dios, estoy tratando de ser como Él es. Ahora se trata de decir: no vivo yo, vive Cristo en mí, y todo lo que Cristo es en toda su majestad y esplendor está acá adentro, y cuando yo camino todo el esplendor de Cristo se manifiesta a través mío, por eso soy participante porque Cristo vive en mi del poder y de la gloria de Dios. En una persona que vive de esta manera no caben frases como: no puedo ser como Cristo, me cuesta mucho ser como él, soy débil y flaco, soy tentado en todo tiempo y por eso caigo. Frases como esas no existen, en el tipo de hijos que Dios tiene concebidos no existe un cristiano de esa manera, ¡Dios no te ve así, tienes que convencerte por el Espíritu Santo, Dios no te ve así! Dios quiere que te manifiestes usando de su poder y de su gloria que ha derramado en ti porque dio a Cristo para vivir dentro tuyo, para que entonces todas las naciones conozcan este misterio del evangelio y ya no sea un misterio, ya no sea refutado por la gente.
¿Por qué los hombres siguen en mucha mayoría negando el evangelio? ¿Por qué? ¿Por qué no lo toman como el único camino, la única verdad, la única manera de conocer a Dios? ¿Por qué? Porque los que somos hijos de Dios no estamos manifestando a este glorioso Cristo que habita en nosotros, les mostramos una partecita de nuestro esfuerzo de ser como Cristo. Eso no tiene nada que ver con lo que Dios nos ha dado. Capítulo 2 versículo 9 dice:
“Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,
y vosotros estáis completos en él, que es la cabeza de todo principado y potestad.”
Colosenses 2:9-10
No sólo en Cristo habita toda la plenitud de Dios, como ese Cristo habita en nosotros, toda la plenitud de Dios también habita en nosotros, por eso dice la Biblia estamos completos, no nos hace falta nada. La palabra completo significa hacer repleto, atiborrar, rellenar, proveer, satisfacer y terminar. Cuando Dios nos dio a Cristo nos "recontra, súper, archí, llenó"... Si Pablo inventaba palabras, déjenme inventar alguna palabra yo también. No te falta nada. Nada. Por eso ahora entiendo cuando Daniel le dice a los jóvenes que el soltero tiene que ser completo, porque en Cristo todos estamos completos ¡todos! Maestra de escuela bíblica de niños, cuando veas a un nene que dice sinceramente yo le entrego mi vida a Jesucristo, tienes que creer que en ese momento Dios está llenando a ese nene de Cristo y le está dando todo lo que ese nene necesita para vivir la vida sobre la Tierra, pero no dando tumbos, sino vivir victoriosamente y no fracasar jamás. Esto es lo que Dios nos ha delegado, esto es lo que nos dio. ¡Vive en nosotros! ¡No hicimos ningún esfuerzo, no tuvimos que pagar nada para obtenerlo! Dios nos quiso regalar toda su plenitud, toda su gloria, todo su poder y meterlo adentro de este cuerpo.
Por eso dice: “Vosotros estáis completos en Él que es la cabeza de todo principado y potestad”. Estamos completos porque ese Cristo lo llena todo en nosotros, pero ese Cristo está por encima de todo principado y toda potestad. La pregunta es ¿la cabeza sola de un cuerpo entero va a estar por encima? ¿o estará la cabeza con el cuerpo que le corresponde? Quiere decir que ese Cristo que es la cabeza del cuerpo está por encima de todo principado y toda potestad no sólo sino con su cuerpo. Nosotros también como la Iglesia estamos por encima de todo principado, autoridad y potestad. Por eso, con base en esto que la palabra nos enseña es que podemos decir que la Iglesia gobierna en el mundo, porque no hay poder o autoridad mayor que la que Dios le ha dado a la Iglesia, no lo hay.
Por eso, ni siquiera nos deberíamos asustar por una ley nueva que haya en la nación, porque esa ley no nos tiene por qué afectar, y si esas leyes son contrarias a Dios tenemos la autoridad de determinar que esa ley no sea llevada a cabo y no se concrete, y que solamente aquellas cosas que vienen de Dios prosperen en la nación. Tenemos que empezar a creerlo, y tenemos que empezar a vivirlo.
Seguimos leyendo desde el versículo 11, dice:
“En él también fuisteis circuncidados con circuncisión no hecha a mano,
al echar de vosotros el cuerpo pecaminoso carnal, en la circuncisión de Cristo;
sepultados con él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con él,
mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos.
Y a vosotros, estando muertos en pecados y en la incircuncisión de vuestra carne,
os dio vida juntamente con él, perdonándoos todos los pecados,
anulando el acta de los decretos que había contra nosotros, que nos era contraria,
quitándola de en medio y clavándola en la cruz, y despojando a los principados
y a las potestades, los exhibió públicamente, triunfando sobre ellos en la cruz.”
Colosenses 2:11-15
No sólo Dios nos dio a Cristo, él hizo algo más a nuestro favor, en Cristo él nos circuncidó, o sea que cortó algo de nosotros. Ustedes saben que para el judío circuncidarse es cortar en los varones la carne de su prepucio porque eso significa estar consagrado a Dios, debe ser dolorosísimo pero es lo que Dios determinó. Dios a nosotros que no somos judíos también nos circuncidó. Por si no te enteraste Dios cortó algo de ti, y lo que dice la Biblia que cortó de ti es tu cuerpo pecaminoso, tu vieja naturaleza, Dios agarró un bisturí, la cortó y la quitó.
Por eso la vida de Cristo en toda su plenitud se puede manifestar a través de nosotros, porque ya nuestra vieja naturaleza no está en nosotros, fue cortada por Dios. Es que nosotros andamos buscando a la vieja naturaleza y la volvemos a pegar, la cosemos, vamos al cirujano y le decimos cósame el viejo hombre, lo quiero tener conmigo, pero para Dios no existe.
Estaba leyendo esto y yo mismo me admiraba de lo que la Palabra enseña, porque si nosotros creemos esto, que además no es por esfuerzo, si piensas que yo estoy compartiendo esto para que te esfuerces a vivir de esta manera vamos mal, estoy compartiendo esto para que la Palabra por el Espíritu impacte tu espíritu y creas a la Palabra y vivas por lo que la Palabra dice, no por otra cosa porque no va a ser por tu esfuerzo, va a ser porque creas a lo que la Biblia dice. Dios cortó a tu cuerpo de pecado, a tu vieja naturaleza y la quitó de tu vida, es una circuncisión que hizo Cristo y esta circuncisión se hizo manifiesta ¿sabes cuándo? Cuando nos bautizamos (cuando nos bautizamos en agua, y esto va a ser bueno a partir de ahora que hagamos los bautismos), es decir, ahora que te meto, Cristo te circuncida...
Ya no se van a bautizar tan fácil... Vamos a poner un cuchillo grandote al lado del agua cuando bauticen... Ahora Cristo te va a circuncidar hermano... Pero cuando fuimos sepultados se hizo concreta la circuncisión de Dios en nuestra vida, porque allí abajo del agua Dios está cortando lo que Jesús ya hizo en la obra de la cruz y tú te levantas resucitado con Cristo. Lo que Cristo cortó ya se quedó ahí abajo, ya no se vuelve a levantar contigo, ya no se vuelve a levantar contigo. Ahora esa vieja naturaleza quedó ahí y tú te levantas para decir: soy nueva persona en Cristo, todos los atributos de Dios están en mí, toda la plenitud de Cristo habita en mí porque no hay nada que interfiera con la esencia de Dios en mi interior. Tu vieja naturaleza no tiene por qué interferir porque Dios la quitó por la obra de Cristo.
Dice más, dice que a nosotros estando muertos en pecado y en la incircuncisión de nuestra carne, o sea, cuando todavía no habíamos sido circuncidados por Dios porque estábamos en pecado, en ese momento nos dio vida juntamente con Él perdonándonos los pecados. O sea que en ese momento estábamos recibiendo la vida de Cristo por el nuevo nacimiento. Vivíamos en pecado, todavía de nosotros no había sido arrancado ni cortado el hombre de pecado, pero en ese momento Dios produce el nuevo nacimiento, trae la vida de Cristo, y entonces nos perdona los pecados y anula un acta donde se narran todos los decretos que estaban contra nosotros. Yo no quiero pensar el acta de decretos que me correspondía, Padre amado debía ser un acta, un rollo así grandote de acta y con letra chiquita para que entrara todo, todos los decretos que decían por qué cosas yo debía morir. Eso es, es un acta que declaraba todo lo que estaba en mi contra y decía que yo por todo eso debía ser muerto, no merecía vivir. Esa acta, la tuya, la mía y la de todos, el Señor la llevó a la cruz y la clavó en la cruz.
Pero dice algo más todavía:
“Despojando a los principados y a las potestades, los exhibió públicamente,
triunfando sobre ellos en la cruz.”
Colosenses 2:15
Cuando todavía vivíamos en pecado principados y potestades nos gobernaban. Cuando Jesús toma el acta y la clava en la cruz le dice en ese momento a los principados y potestades, a todas las huestes de maldad que estaban sobre nuestra vida: ahora vengan acá porque ahora son presos míos, ahora yo gané la batalla.
Esto está tomado de una figura romana, porque un principal del ejército romano cuando vencía lo que hacía era transitar por las calles mostrando su victoria a las personas que él había conquistado y que había vencido, es una figura romana muy entendible para esa época. Entonces lo que hizo Dios es decirle a todas las huestes y potestades de maldad que te estaban gobernando: ahora yo los vencí, ahora yo voy a empezar a transitar y voy a demostrar que están vencidos, son presos míos. No dice que los quitó ni que los anuló sino que los venció y que los tiene apresados, por eso los exhibe públicamente. Pero ¿sabes qué significa? Que ya no hay nada de parte del diablo que tenga poder sobre tu vida.
Por eso a mí me asusta oír a cristianos que dicen el diablo me está persiguiendo, me está atormentando, no me deja dormir, se la agarró con mi familia, con mis hijos…
No estamos viviendo con la dimensión de lo que Dios hizo en nuestro favor.
Todas esas huestes de maldad que estaban sobre nuestra cabeza dominándonos, Dios se encargó de ellas. ¿Te das cuenta que a través de Cristo Dios hizo una obra completa? No se olvidó de ningún detalle, todo lo hizo a nuestro favor. Entonces tienes que creer que el diablo tiene que estar debajo de tus pies y tú lo tienes que atormentar a él, porque sino siempre le vamos a creer a sus mentiras. Cada vez que te sientas atormentado por el diablo lo que estás creyendo es una mentira no es real, Dios hizo algo que sí es real: Quitó a lo que te dominaba y lo exhibió, ya son presos de Dios esos demonios. Cuando el diablo viene con demonios similares a intentar atormentarte, es una fábula, es una fantasía y tú te la empiezas a creer, pero legalmente eso no existe, para Dios eso no existe.
Es como que tú vas al cine, ves una película y cuando sales del cine empiezas a vivir y a cambiar toda tu vida de acuerdo a la película que viste. Sería terrible... uno va al cine para entretenerse un rato, para despejarse, está bien uno se mete en la historia pero no vive por lo que vio en la película sino sería una completa locura. Cada película que veríamos de la segunda guerra mundial estaríamos todos saliendo vestidos de guerra y viendo alemanes por todos lados. Sería una verdadera locura… a nosotros nos pasa lo mismo con el diablo, nos muestra la película y la creemos y empezamos a creer que el diablo nos atormenta, que nos mandó un demonio de aquellos, un demonio de lo otro, y que se la agarró con mi hijo y le trajo enfermedad y que ya no me suelta y que no sé que me pasa que ya no me suelta, que no tengo autoridad y que no se va de mi casa... Le creemos toda la película y vivimos por esa película mentirosa que el diablo nos está mostrando.
Esta palabra tiene que ser liberadora para ti porque si crees lo que dice la Palabra, vas a vivir de acuerdo a lo que Dios estableció para tu vida.
Seguimos leyendo, capítulo 3 dice:
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba,
donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.
Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.
Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.”
Colosenses 3: 1-3
Fíjense algo, cómo Dios concibe a hijos que viven en toda la plenitud de Cristo entonces Dios por el Espíritu a esos hijos le habla y les dice ahora si ustedes resucitaron con Cristo, busquen las cosas de arriba no las de la Tierra. Solo esto lo puede entender alguien que vive la plenitud de la vida de Cristo porque si no estás viviendo esta plenitud de vida, entonces va a ser terrible intentar buscar las cosas del Reino de los cielos, no lo vas a alcanzar, y tú vas a decir quiero hacer lo que Dios quiere, quiero ver lo que Dios ve, quiero sentir lo que él siente pero no lo vas a lograr porque no estás viviendo en la dimensión de la vida que Dios te ha dado por la obra de Cristo. Para una persona que vive en la plenitud de Cristo entonces el Espíritu le puede decir, ahora busca las cosas de arriba no las de la tierra, porque dice Pablo:
“Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios.”
Colosenses 3:3
O sea, lo que éramos ya no existe, está muerto y ahora nuestra vida, la vida que tenemos en Cristo está resguardada en Él, junto con Cristo está resguardad en Dios. Nada puede afectar esa vida que recibimos, nada puede tocarla, nada puede amargarla, nada puede destruirla, nada puede quitarle el gozo, nada puede hacerla vivir en fracaso y en derrota: nada. Porque esa vida que recibiste está escondida con Cristo la única lucha que tenemos que la Biblia dice que no es contra sangre y carne sino precisamente contra huestes espirituales de maldad, es para quitar al enemigo el dominio que todavía tiene sobre otras personas que no tienen esta vida de Cristo. Pero si nosotros la lucha que hacemos con el diablo es para quitárnoslo de encima, estamos perdiendo el tiempo. Esa lucha espiritual no es para tu propia vida, es para librar a otros de lo que a ti te atormentaba antes de conocer a Cristo, porque ahora el diablo no tiene nada que hacer con tu vida.
Y ahora el último versículo que leo es el versículo 4:
“Cuando Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros
también seréis manifestados con él en gloria.”
Colosenses 3: 4
Yo sé que este versículo inicialmente se refiere a la venida de Cristo, a la segunda venida de Cristo, cuando Él se manifieste nosotros sus hijos estaremos con Él. Pero yo sé y quiero declarar que este versículo es para nuestro presente también. Cuando Cristo, nuestra vida, se quiere manifestar en le Tierra entonces los hijos de Dios que vivimos esta vida nos manifestaremos con Él en gloria. La manifestación de los hijos de Dios no será una manifestación en derrota, no será una manifestación a los ponchazos, no será una manifestación del esfuerzo y la mucha buena voluntad para agradar a Dios. No, cuando Cristo quiera manifestarse en la Tierra aquí y ahora lo va a hacer a través de nosotros, y nosotros nos vamos a manifestar con Él en gloria y los demás van a ver y van a decir lo que estoy viendo es al Cristo que me lleva a conocer a Dios. Por eso esta vida es la vida que Dios nos ha dado. ¿Te das cuenta que si entendemos al Cristo en el que creemos también podemos entender la vida que hemos recibido? Es una vida sobrenatural, real y literalmente sobrenatural, ya no vivimos más fracasos. Ya deshazte de esos fracasos, ya no te esfuerces por agradar a Dios, créele a la Palabra y vive por la vida de Cristo que está en ti. El Cristo rey y soberano que está puesto por encima de todas las cosas está dentro tuyo para mostrar su gloria a través de tu vida y Él quiere una Iglesia que se manifieste con Él y que muestre su gloria en la Tierra.
Yo quiero que en este momento cada uno en su corazón, en su lugar, pueda orar a Dios para deshacerse de esas cosas que realmente lo único que han traído a nuestra vida es un gran y profundo impedimento, una piedra grandota en medio del camino que nos permite avanzar, que renunciemos a ese tipo de vida, porque esa no es la vida cristiana que Dios ha concebido para ti ni para mí. La vida de Cristo es otra cosa. Yo te pido que en tu lugar ores a Dios para creer y vivir por la vida de Cristo que has recibido.
Con la cara descubierta mirando al Señor
Como en un espejo la gloria del Señor,
transformado soy, transformado soy
a la misma imagen de nuestro Redentor
Por el Espíritu Santo de Dios.
Con la cara descubierta mirando al Señor
Como en un espejo la gloria del Señor,
transformado soy, transformado soy
a la misma imagen de nuestro Redentor
Por el Espíritu Santo de Dios.
Con la cara descubierta mirando al Señor
Como en un espejo la gloria del Señor,
transformado soy, transformado soy
a la misma imagen de nuestro Redentor
Por el Espíritu Santo de Dios...
Señor, creemos a tu Palabra y podemos ver en ella al verdadero Cristo que está hoy reinando sobre todas las cosas. Él no es un Cristo débil, no es un Cristo que pueda ser manipulado por nadie, es un Cristo que sostiene todas las cosas con su poder, es un Cristo que gobierna sobre todo, es un Cristo al cual se le sujeta todo en el universo entero, y ese mismo Cristo de gloria y de poder lo has dado a cada uno de tus hijos para vivir en plenitud y así como Él tiene la plenitud de toda la deidad, nosotros en nuestro interior tenemos la plenitud de ese Cristo que es el Rey y Soberano del universo.
Señor, queremos vernos como santos, sin mancha, irreprensibles, no dando lugar al viejo hombre que has cortado de nuestra vida y ya no vive en ninguno de nosotros. Creemos a tu Palabra y queremos vivir en esa misma dimensión que Tú has preparado. Abre nuestros ojos del espíritu para que nos veamos tal cual Tú nos ves. Trae fe por tu Palabra para creer lo que ella dice, para no seguir viviendo bajo circunstancias, para ya no creer a las fantasías del diablo por más verdaderas que parezcan él nada puede hacer en nuestra contra.
Declaramos Señor, que la vida que nos has dado es una vida para vivir aquí y ahora y nosotros queremos que cuando Tú Señor, desees manifestarte, te manifiestes a través de nosotros y nos manifestemos contigo en gloria, en victoria, en autoridad, en poder y al vernos a nosotros todos los hombres puedan ver al Cristo reinante que habita en nuestro interior.
¡Gracias por tu Palabra! ¡Gracias Señor! Porque a Ti te creemos y estamos siendo conformados a esa misma imagen de Cristo exactamente como Él es, somos cada uno de nosotros.
Te alabamos Señor.
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