Camina con Dios
Daniel Cipolla
15 de August de 2020
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
Descargas>>  
 
VIDEO
 
AUDIO

Estamos agradecidos al Señor de poder tener este tiempo juntos para estar a la luz de la Palabra, a la luz de la revelación del Espíritu Santo, de aquello que el Espíritu Santo siempre nos quiere hablar como hijos de Dios para avanzar en esta preciosa carrera que es la carrera de la vida en Cristo.
Hoy vamos a comenzar hablando primeramente sobre un profeta del Antiguo Testamento que Dios utilizó en un momento para hablar sobre un juicio que vendría sobre Israel, un castigo debido a su pecado, y éste fue el profeta Amós.
Ahora bien, en lo que yo me quiero detener es que el profeta, en un momento cuando comenzó a  hablar proféticamente, empezó a utilizar una serie de preguntas, pero preguntas en realidad retóricas, que no requerían una respuesta porque la respuesta implícita en esas preguntas retóricas es siempre un no. Me quiero detener específicamente en una de esas preguntas que es la siguiente, dice así:

“¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?”
Amós 3:3 / RVR1960

Aquí la palabra traducida como andarán es el término hebreo jalák.
La idea de este término, es la idea de movimiento de una parte a otra, pero vamos a ver hoy que a su vez, esta palabra implica algo espiritualmente muchísimo más profundo que sólo la idea de moverse de un lado hacia otro.
Ahora bien, lo expresado por Amós es una realidad cotidiana, es decir, dos personas caminan juntas en la vida y andan juntas si tienen propósitos juntos, si tienen pensamientos juntos, pero si piensan diferente, sienten diferente, tienen diferentes objetivos de vida, no tendrán muchos deseos de andar juntas. Para que dos personas estén juntas necesitan estar en acuerdo sino no van a desear estar juntas. Pero este mismo principio no sólo actúa en la vida natural, actúa también en la vida de la Iglesia, actúa entre los hermanos, donde a nosotros la Palabra nos insta a estar en armonía y a vivir en el acuerdo del Espíritu; y el apóstol Pablo, justamente por el Espíritu Santo dijo, cómo era la única manera en que nosotros, como hijos de Dios, podemos andar juntos, y lo dijo con estas palabras, leo en Filipenses capítulo 2, versículo 2, que dice de la siguiente manera:

“llénenme de alegría teniendo
un mismo parecer, un mismo amor,
unidos en alma y pensamiento.”

Filipenses 2:2 / NVI

A ver, este versículo deja muy claro que para andar juntos hay cosas que son indispensables: Primero, un mismo parecer. Es decir, ver las cosas de la misma manera, un mismo amor, ¿de cuál amor estamos hablando? Del amor del Señor en nosotros derramado y funcionando en nosotros.
Luego habla de la unidad del alma. Cuando hablamos de la unidad del alma ya estamos hablando de voluntad, de sentimientos, de emociones y también agrega el apóstol Pablo, el acuerdo de pensamientos, es importante estar pensando lo mismo.
Así que, lo que acaba de decir Pablo es indispensable para que nosotros, como hermanos, podamos andar juntos.
Surge una pregunta que pocas veces nos hacemos, nosotros como hijos de Dios sabemos que tenemos la vida de Dios y sabemos que tenemos comunión con Dios, pero la pregunta es, ¿podemos andar junto con Dios si no estamos en pleno acuerdo con Él? La respuesta a esta pregunta va a ser la clave central de la Palabra que el Espíritu Santo me dio para compartirle.

Una cosa es hablar de la relación entre seres humanos, sea en el mundo o sea en la Iglesia, pero generalmente no hacemos esa pregunta para con Dios, pensamos que simplemente como estamos en comunión con Dios estamos andando con Dios, pero la pregunta clave es ¿podremos andar juntos con el Señor si no estamos en pleno acuerdo con Él?
Vamos a ir para esto a entender un pasaje de la Escritura y a un hombre en particular del cual se habla muy poco, pero del que hoy vamos a hablar bastante. Vamos a ir a Génesis por favor, capítulo 5, versículos 22 al 24 y dice así la Palabra:

“Y caminó Enoc con Dios,
después que engendró a Matusalén,
trescientos años, y engendró hijos e hijas.
Y fueron todos los días de Enoc
trescientos sesenta y cinco años.
Caminó, pues, Enoc con Dios,
y desapareció, porque le llevó Dios.”

Génesis 5: 22-24 / RV1960

Este es un pasaje muy extraordinario, el primer hombre que aparece en la historia humana que Dios se lo lleva sin gustar la muerte.
Ahora, el nombre Enoc significa dedicado o significa consagrado, y la Escritura afirma claramente que este hombre caminó con Dios, pero hay algo particular en la Escritura, dice que Enoc caminó con Dios, después que engendró a Matusalén. Esto nos hace ver que aunque la Palabra no lo explique, algo importante sucedió en la vida de Enoc, algo que transformó la vida de Enoc a partir del nacimiento de Matusalén, porque produce un cambio en la vida de Enoc, un cambio tan positivo y tan beneficioso que a partir de ahí Enoc comienza a caminar con Dios; y caminó de tal manera que Dios se lo llevó sin que él tuviera que pasar por la muerte física.

Ahora bien, ¿qué demuestra entonces, este relato? Demuestra que esta palabra jalák, que es la misma que aquí se utilizó para la palabra caminó, la misma que utilizamos en Amós, es la misma palabra hebrea para andar, es la misma palabra para caminó.
Este hombre que caminó con Dios, no sólo se movió de una parte a otra, indica que Enoc iba de la mano con el Señor, que Enoc tenía una profunda unidad de visión, de pensamientos, de sentimientos, de voluntad con Dios, iba de arriba abajo, de afuera adentro, de la mano con Dios, conversando con Él y teniendo una íntima comunión con Él.

Vamos a ir a otro pasaje de la Escritura referido a Enoc, esto está en Judas capítulo 1, versículos 14 y 15, dice:

“También Enoc, el séptimo patriarca a partir de Adán,
profetizó acerca de ellos:
«Miren, el Señor viene con millares y millares de sus ángeles
para someter a juicio a todos
y para reprender a todos los pecadores impíos
por todas las malas obras que han cometido,
y por todas las injurias que han proferido contra él».”

Judas 1:14-15 / NVI

Vemos que en este relato de Judas, en el contexto de la Carta de Judas, el apóstol está hablando de personas que se habían infiltrado en la iglesia para mal, para hacerle mal, y Judas para hacer una descripción de esas personas y de cómo son esas personas, utiliza literalmente palabras dichas por Enoc.
El Libro de Enoc es un libro que existe, y en el capítulo 1 y el versículo 9 de Enoc, aparecen las palabras que acabamos de leer en el Judas 1, verso 14 y verso 15. Uno se da cuenta entonces, que el contenido de las palabras del Libro de Enoc, es un contenido de carácter apocalíptico, porque aquí Enoc está profetizando nada menos que la venida de Jesucristo en juicio sobre las personas, así que antes, de mucho tiempo, Enoc profetizó la venida del Señor para juicio.
Ahora bien, a modo de información simplemente, voy a darle algunos datos históricos de este libro.
En primer lugar, es un libro que tiene unos 5.500 años de antigüedad, lo más seguro es que sea el primer libro prácticamente de la historia humana. Si bien es cierto el Libro de Enoc no forma parte del canon bíblico, siempre ha sido un libro muy honrado y respetado. ¿Y por qué les digo esto? Porque los judíos en la edad temprana y luego los cristianos desde los apóstoles, durante los primeros cuatro siglos de cristianismo, tenían al libro de Enoc como un libro muy respetado y un libro al cuál ellos hablaban o mencionaban repetidamente.
Es más, las profecías entregadas por Enoc en su libro, están en pleno acuerdo con todas las profecías bíblicas, y de hecho hay una Iglesia cristiana llamada la Iglesia Copta, que copta significa egipcia, que tiene al Libro de Enoc como parte de su Biblia. Esto es simplemente para que tengamos una idea de la parte histórica de dónde salieron las frases que escribió Judas en su libro.

Ahora, volviendo a Enoc y volviendo a su caminar con Dios, vamos a ir a uno de los pasajes más importantes acerca de Enoc que está en Hebreos, vamos a leer Hebreos 11, verso 5 y 6, que dicen así:

“Por la fe Enoc fue sacado de este mundo
sin experimentar la muerte;
no fue hallado porque Dios se lo llevó,
pero antes de ser llevado
recibió testimonio de haber agradado a Dios.
En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios,
ya que cualquiera que se acerca a Dios
tiene que creer que él existe
y que recompensa a quienes lo buscan.”
Hebreos 11: 5-6 / NVI

Enoc evidentemente fue un importantísimo ejemplo de vida. Y no sólo el apóstol Judas lo menciona, ahora lo menciona también el escritor de Hebreos, una vez más está mencionado Enoc.
Ahora, cuando nosotros enseñamos sobre la fe, sobre la importancia de la fe, ¿en qué versículo nos basamos normalmente? En el versículo 6, porque sabemos que sin fe no podemos agradar a Dios y que una vida sin fe es una vida absolutamente hueca. Pero hay una cosa que nos solemos olvidar y es que lo que dice el versículo 6 está basado en lo que dice Dios de Enoc en el verso 5. Quiere decir que hay una relación importantísima entre Enoc y la frase sin fe es imposible agradar a Dios, y nosotros debemos entender con profundidad espiritual esta relación porque es vital.
Nos damos cuenta entonces, que viendo que Enoc agradó a Dios porque Enoc caminó con Dios, viendo que Enoc es puesto como modelo, como ejemplo de Dios en cuanto a lo que significa la fe, y que el modelo que Dios pone es nada menos y nada más que un modelo al cual Dios se lo llevó sin pasar por la muerte física, ¿qué hace eso en nuestros corazones? Abre nuestro entendimiento espiritual, abre nuestros ojos espirituales, ¿a qué cosa? A entender que una vida de fe, entonces es mucho más alto de la idea tradicional que nosotros tenemos acerca de la fe o de lo que podemos aprender simplemente por ir leyendo las Escrituras acerca de la fe, porque el ejemplo que Dios está poniendo para hablar de fe es el ejemplo de un hombre que caminó con Él.
Así que, Dios al poner como ejemplo a Enoc, ¿qué es lo que hace evidente? Que para Dios, una persona de fe, es alguien que camina con Él.

Necesito volver a repetirlo, no podemos separar Hebreos 11:6 de Hebreos 11:5, Enoc es el ejemplo para que Dios diga, sin fe tú no me puedes agradar, tu vida está hueca y pone como modelo a un hombre al que el mismo Señor se lo llevó al cielo sin pasar por la muerte física, ¿por qué? Porque la vida de ese hombre agradó a Dios de tal manera que ese hombre caminó con Dios, eso es lo que significa para Dios caminar con Él, una vida de fe es una vida que camina con Él.

Vamos a ir a otros dos pasajes de la Escritura, vamos a ir primeramente a Génesis capítulo 6, versículo 9, dice así:

“Estas son las generaciones de Noé:
Noé, varón justo,
era perfecto en sus generaciones;
con Dios caminó Noé.”

Génesis 6:9 / RVR1960

Muy bien, vamos por favor a otro pasaje en Génesis capítulo 17, versículo 1, que dice así:

“Cuando Abram tenía noventa y nueve años,
el Señor se le apareció, y le dijo:

Yo soy el Dios Todopoderoso;
anda delante de mí, y sé perfecto.”

Génesis 17:1 / LBLA

Bien, en estos dos pasajes volvemos a ver la palabra caminó y vuelvo a repetir algo, en estos pasajes la palabra para traducir caminó y para traducir anda, la palabra hebrea también es jalák. Desde que vimos en Amós en adelante, es la misma palabra traducida a veces como caminó y a veces como andar.

Ahora bien, al hablar de Noé y recordemos que Noé fue bisnieto de Enoc, dice que fue un hombre que caminó con Dios como lo hizo su bisabuelo.
Pero me sorprende más lo que pasa con Abram, cuando Dios le dice estas palabras a Abram, él ya tenía noventa y nueve años y era un hombre que ya en gran parte de su vida había honrado a Dios, lo había obedecido, había hecho lo que Dios le pedía, Abram era un ejemplo de fe. Pero de golpe a los noventa y nueve años y después de estar con el Señor en comunión por tiempo, el Señor le dice estas palabras, anda delante de mí y se perfecto.
Claro, cuando uno lee estas palabras dice, a ver, ¿quiere decir entonces, que para Dios la fe de Abram debía ir a más? ¿La vida de Abram con Dios debía ir a otro nivel? Pues la respuesta, ¿saben qué es? Sí.
Parece increíble que un hombre que estuvo con Dios en una comunión tan impresionante, que nada menos que nuestro padre de la fe, necesitara aprender con Dios a caminar en otro nivel, porque las palabras del Señor lo desafían a eso, Abram te quiero caminando conmigo en otro nivel, anda en mí presencia y sé perfecto, nada menos que al padre de la fe.

Es evidente entonces, que Dios deseaba algo superior entre Él y Abram en cuanto a todo, en cuanto a la forma de ver las cosas, la forma de pensar, la forma de actuar, la manera de decidir, para que en todas esas cosas fuera como el mismo Señor.

Ahora, si vemos todo esto a la luz de la Palabra y a la luz de nuestras vidas al día de hoy, nosotros hoy contamos con tres pilares, que yo llamo fundamentales, para nuestra comunión con Dios y para que nuestra vida sea una vida de fe que agrade a Dios; esos tres pilares todos los conocemos son:
La oración, la Palabra y la santidad que produce en nosotros el Espíritu Santo.

Ahora bien, estos por ser pilares son fundamentales, pero quiero hacerles ver algo que debemos tener muy claro. Es importante tener claridad de que practicar estos pilares no significa que automáticamente estaremos en la disposición de caminar con Dios en todo.
Podemos orar, leer la Palabra, podemos hacer todas estas cosas, podemos caminar en santidad, pero de ahí a caminar con el Señor hay un trecho que es muy diferente.
¿Por qué les digo esto? Porque es importante notar que si yo hablo de Enoc o de Noé o de Abram, ellos no tenían ninguna Biblia, ellos no tuvieron una Biblia donde ellos pudieran leer sobre la oración, sobre los principios de lo que agrada a Dios, sobre cómo vivir en santidad, de cómo ser hombres valerosos de fe, no, todos ellos no tuvieron nada de esto; es más, todos ellos vivieron en sociedades politeístas y si lo vamos a ver con otros ojos y miramos por ejemplo la vida de Noé, Noé vivió en una sociedad de una maldad impresionante y Enoc profetiza de esa maldad, Enoc en su libro es el que explica todas aquellas cosas extrañas que aparecen en Génesis 6 de los ángeles que perdieron su lugar, que tuvieron hijos con las mujeres, quiere decir que lo que estaba pasando en la Tierra era impresionantemente malo, sin embargo estos hombres caminaron con Dios sin tener ningún pilar fundamental y sin tener una Biblia en la mano que les dijera cómo hacerlo.

La vida de estos hombres, ¿qué pone de manifiesto? Lo siguiente: Que una vida de fe es una realidad espiritual, es una experiencia de vida que está muy por encima de las prácticas cristianas, porque se trata de aprender a caminar con Dios.
Éste es el estándar de Dios, y amados, nosotros, todos los hijos de Dios sin excepción, todos estamos llamados a caminar con Él.
El Señor, ése es el deseo que tiene, el Señor desea que nosotros aprendamos a caminar con Él, absolutamente en todas las cosas de nuestra vida, y eso va a traer en nosotros una transformación vital interior tan importante que se va a palpar en el exterior en todas las cosas, en la visión, en el pensar, en el hablar, en el actuar, en la forma en que decidimos, en todas las cosas se hace palpable esto cuando empezamos a aprender a caminar con el Señor.

Vamos a mirar esto mismo con mayor exactitud para entender el estándar de Dios para una vida de fe.
Una vida de fe en el estándar de Dios es una vida que camina con Él, y vamos a leer unos pasajes que están relacionados con Jesucristo para entender un poco más profundamente esta realidad.
El primero está en Juan 5:19 que dice así:

“Entonces Jesús les dijo:
«De cierto, de cierto les digo:
El Hijo no puede hacer nada por sí mismo,
sino lo que ve que el Padre hace;
porque todo lo que el Padre hace,
eso mismo lo hace el Hijo.”

Juan 5:19 / RVC

Vamos a otro pasaje en Juan 5:30 que dice:

“No puedo yo hacer nada por mí mismo;
según oigo, así juzgo; y mi juicio es justo,
porque no busco mi voluntad,
sino la voluntad del que me envió, la del Padre.”

Juan 5:30 / RVR1960

Vamos a otro pasaje más en Juan 12:49 que dice:

“Porque yo no he hablado por mi propia cuenta;
el Padre, que me envió,
me dio también el mandamiento
de lo que debo decir
y de lo que debo hablar.”

Juan 12:49 / RVC

Vamos al último pasaje, Juan 14, verso 10, dice:

“¿No crees que yo estoy en el Padre,
y que el Padre está en mí?
Las palabras que yo les hablo,
no las hablo por mi propia cuenta,
sino que el Padre, que vive en mí,
es quien hace las obras.”

Juan 14:10 / RVC

Claro, evidentemente cuando nosotros leemos estos versículos y sabemos que están aplicados a Jesucristo, lo sentimos como normal, es decir, bueno, pero se trata del Hijo perfecto de Dios sin pecado, se trata del ungido, se trata del Mesías el que fue enviado para redimirnos... Es decir, vemos como muy normal que hubiera esta unidad y esta clase de caminar de Jesús con el Padre, lo vemos como que así debía ser y no podía ser de ninguna otra manera.
Pero creo que cuando pensamos así, nos olvidamos que Jesús era un humano también, aunque no tenía pecado, eso no significaba que no tenía voluntad, por supuesto que tenía voluntad propia, ustedes lo saben, porque Él dijo en un momento de angustia, no se haga mi voluntad sino la tuya, si tengo que tomar esta copa, Yo no la quiero tomar, pero si debo tomarla la voy a tomar.
Es decir, Jesús tenía una voluntad propia.
Entonces, ¿para qué están estas palabras? Si nosotros sabemos claramente que Jesús debería caminar así con el Padre, en una unidad absolutamente perfecta, que no había opción de que Jesús pensara diferente al Padre o que Jesús viera las cosas diferente al Padre o que Jesús actuara diferente al Padre, ¿para qué están estos versículos? Para una cosa: Para describir la única manera en que podemos caminar con Dios.
Y yo lo resumí en unas frases tomando lo que el mismo Señor enseñó en esos versículos que acabamos de leer.

1. No hacer nada por uno mismo sino lo que el Padre hace.
2. No juzgar según nuestros criterios sino según el justo juicio de Dios.
3. No hacer nuestra voluntad sino la del Padre porque somos enviados suyos.
4. No hablar nuestras palabras sino las que proceden del Padre.

5. Mostrar la unidad entre Cristo y nosotros a través de las obras que Él hace por medio nuestro.

Estas frases condensan lo que significa caminar con Dios.
En resumen, caminar con Dios es andar mano a mano con Él, es ver las cosas como Dios las ve, es pensar como Dios piensa, es hablar como Dios habla y es hablar la Palabra de Dios en toda circunstancia, en todo lugar, en todo lo que nos ocurra, con la disposición de hacer todo aquello que Él nos guíe.

Ahora, volviendo un poquito a Enoc, el versículo 5 de Hebreos 11 que ya leímos, tiene una frase que me llamó la atención, porque dice que antes de ser llevado al cielo, Enoc recibió testimonio de haber agradado a Dios, ¿qué significa esto? Que Enoc antes de que fuera traspuesto al cielo tuvo en el interior una señal, esa señal fue la plena aprobación de Dios de que la vida, su vida, estaba agradando a Dios en todo.
Esto llama la atención, es decir, Enoc, adentro de él, supo que no había un átomo de su ser que no agradara a Dios. ¡Impresionante! No había absolutamente nada que no agradara a Dios, pero esto mismo no sólo es impresionante, esto mismo se confirma con lo que pasó con Jesús, porque en el evangelio de Juan, el capítulo 8, verso 29, leemos lo mismo que le pasó a Enoc, pero ahora con Jesús y dice así:

“Porque el que me envió, conmigo está;
no me ha dejado solo el Padre,
Escuchen ahora... ­­­
porque yo hago siempre lo que le agrada.”
Juan 8:29 / RVR1960

Es decir, Jesús también tenía un testimonio interior, una señal en su interior de que toda su vida, cada átomo de su ser estaba agradando a Dios, el mismo testimonio de fe y de una vida agradable que tuvo Enoc.

¿Qué se desprende de este análisis, amados? Este es el resumen que se desprende: Si nosotros caminamos con el Señor, va haber dentro de nosotros una señal que la va a poner el mismo Espíritu Santo, esa señal es una profunda convicción de que estamos agradando a Dios, absolutamente en todo y en todas las áreas de nuestra vida.

Ahora me doy cuenta y puedo ver, que tener este testimonio no es algo para los cristianos, relativo o algo opcional, es algo fundamental, es algo que necesitamos tener, porque muchas veces realizamos todas las prácticas cristianas y somos gente que sí tenemos comunión con el Señor, pero sí tenemos que analizar en la profundidad si nosotros podemos decir que tenemos una señal clara de que todo átomo de nuestro ser agrada a Dios. Probablemente en muchas cosas digamos, no, todavía tengo algunas cosas que yo sé que no agradan a Dios, ¿eso qué significa? Que todavía tengo que aprender a caminar con Él. Y este es hoy el llamado del Espíritu Santo, esta es la palabra puntual del Espíritu Santo a la Iglesia:
Yo hijos los invito, los quiero mucho más cerca mío, quiero que caminen conmigo, Yo no los quiero un poco lejos, Yo los quiero pegados a mí, Yo los quiero caminando de la mano.

Ahora bien, quiero ponerles algunos ejemplos bíblicos para que podamos entender este asunto de caminar con Dios y cómo es que a veces dejamos de caminar con Dios.

Todos ustedes recuerdan al profeta Elías, el profeta Elías fue un hombre del Espíritu muy poderoso, pero es un hombre que caminó con Dios, y esto lo tenemos claro todos que caminó con Dios, porque cuando uno lee las cosas que hizo Elías, siempre dice, y el Señor le ordenó, y Elías hizo, y el Señor le dijo, y Elías fue... Cada vez que el Señor decía algo ahí Elías estaba. Esto lo vemos después, usted lo puede leer en el Primer Libro de Reyes 17; 18 y 19, pero las ordenes de Dios siempre Elías las cumplió. Eso lo vemos en el Primer Libro de Reyes 17:5; 17:10; capítulo 18, verso 2, capítulo 18, verso 36.

La única oportunidad en que hay un cambio negativo en Elías se relata en el Primer Libro de Reyes capítulo 19, ése fue el momento en que Jezabel lo desafió a Elías y le dijo que lo iba a matar, en ese momento Elías tuvo miedo, y cuando tuvo miedo la mejor idea que tuvo es, voy a ir a resguardarme en el monte de Dios, al Monte Horeb, como es el monte de Dios, ahí, dijo él, no me va a poder tocar.
Y caminó, dice la Biblia, cuarenta días y cuarenta noches y llegó al Monte Horeb y se metió dentro de una cueva. Ahora ¿saben qué pasó? Cuando estaba dentro de la cueva apareció el Señor, ¿sabe lo primero que le dijo? ¿Qué haces aquí Elías?
La primera vez que ocurre algo diferente, ¿qué haces aquí Elías?
¿Qué pone de manifiesto el hecho de que el Señor le hiciera esa pregunta a Elías? Que el profeta en esos momentos de su vida y estando bajo presión había dejado de caminar con Dios.
Es decir, ya no vio las cosas como Dios las veía, ya no pensó como Dios pensaba, ya no actuó bajo la dirección del Señor y ya no actuó guiado por la voluntad del Señor.

Ahora, sería un error muy grande deducir que porque Elías pasó por este momento de depresión, entonces, Elías ya no estaba lleno del Espíritu Santo y entonces Elías ya había perdido el poder del Espíritu Santo que había manifestado un rato antes, por supuesto que no, eso no es así.
Lo que ocurrió fue esto, en esos momentos de oscuridad espiritual, Elías deja de caminar con el Señor, muy bien, ¿y qué ocurre cuando deja de caminar con el Señor? Escuche esto muy bien, se convierte en un hombre natural, completamente impotente y temeroso de la amenaza de una mujer tan perversa como Jezabel, esto es lo que le ocurrió.
En el momento que deja de caminar con Dios, el hombre espiritual lleno de poder cae, y se levanta el hombre natural, sin ningún poder como cualquiera de los hombres, teniendo temor como cualquier hombre caminando sobre la Tierra.

Fíjense lo profundo que es dejar de caminar con el Señor, el hecho de que nos volvemos impotentes teniendo dentro de nosotros el poder del Espíritu Santo, escuche, nada menos que el poder que resucitó a Cristo de los muertos que nos habita, pero si dejamos de caminar con el Señor, lo único que ocurre es que nos volvemos hombres y mujeres naturales, sin ningún poder, aunque adentro tengamos la usina del poder de Dios completamente en nuestros corazones.

Ahora, llevemos esta realidad de Elías a nuestras vidas, ¿qué va a pasar si nos permitimos ver las circunstancias de la vida, los conflictos, las calamidades, las enfermedades, los problemas personales, los problemas matrimoniales, los problemas familiares, los problemas económicos... podría nombrar muchos más, desde nuestra perspectiva, desde nuestros criterios personales? Igual que Elías, aunque estemos llenos del Espíritu, en la práctica no podremos manifestar el poder del Señor.
Ésta ha sido una de las cosas que en los tiempos de la cristiandad moderna ha sucedido, es una cristiandad que normalmente, como cuerpo entero, no tiene poder; tenemos unos destellos de poder, ¿no sé si me estoy explicando? Unos destellos de poder por aquí, por allí, un ministerio, otro ministerio, algún hombre, alguna mujer de Dios, con destellos de esa espiritualidad y de ese poder de Dios, pero en lo general, lo que se vive en lo general, cada hijo de Dios, no vemos esa usina de poder funcionando, ese poder, ¿por qué? Porque nos estamos volviendo hombres y mujeres naturales mirando las circunstancias de la vida de forma natural.

Entonces nosotros, en esos momentos de oscuridad espiritual, cuando pases por momentos de oscuridad espiritual, más que nunca debes aprender a declararle la Palabra de Dios a las circunstancias, porque las circunstancias son una realidad, pero la Palabra de Dios es la verdad y la verdad de la Palabra de Dios se ha de tragar a la circunstancia, y la verdad de la Palabra de Dios hará que se cumpla esa verdad de la Palabra y que la circunstancia cambie por completo, porque tú estás creyendo, viendo como Dios ve, hablando como Dios habla, creyendo lo que Dios cree, actuando como Dios actúa y diciendo lo que Dios dice, y de esta manera, entonces vas a poder ver que te vuelves un instrumento de poder.

Ahora quiero hacer una comparación entre dos personas muy distintas, pero muy distintas; por un lado quiero comparar a Marta, hermana de María, que era discípula de Jesús, y por otro lado, a un centurión romano.
Si ustedes van a Juan, capítulo 11, del verso 1 al 44, ustedes van a leer la resurrección de Lázaro y la interacción que Jesús tuvo con Lázaro, con Marta y con María, pero me quiero detener específicamente un poco en Marta, porque está tan impresionante toda la interacción que Jesús tiene con ella que nos muestra muy bien lo que significa caminar con Dios y lo que significa perder el hecho de caminar con Dios.
Obviamente para Marta y María, morir el hermano, es una situación caótica y de profunda tristeza. Jesús estaba cerca del lugar, ellas lo mandaron a llamar pero Jesús no fue, se tardó, llegó cuatro días después de que Lázaro había muerto.
Ahora bien, quiero que veamos qué sucedió en la mente de Marta durante bastante tiempo y durante esos días de la muerte de su hermano, y quiero que lo veamos, usted va a ver estas frases apuntadas, escritas en la pantalla, lo primero:

1. En la mente de Marta, el poder del Señor estaba limitado a su presencia física en el lugar (v. 21)

Ésta es una gran verdad, porque cuando Jesús llegó, ¿qué le dijo Marta? Si hubieras estado aquí mi hermano no habría muerto. Lo limitó, el poder de Dios a la presencia física de Jesús.

2. En la mente de Marta, cuando Jesús le dijo que Lázaro resucitaría, la resurrección de su hermano ocurriría en el día final o postrero (vs. 22-24)

Otra vez más, Marta conocía las Escrituras, había aprendido de Jesús muchas cosas y sabía que hay una resurrección final para los santos, y cuando Jesús le dice va a resucitar aquí y ahora, ella no es capaz de creer en eso por lo que está en su mente.

3. En la mente de Marta, cuando Jesús dijo que quitaran la piedra que sellaba el sepulcro, ya no se podía hacer nada por Lázaro, porque llevaba cuatro días muerto y su cuerpo estaba en proceso de descomposición (v. 39)

Recuerden claramente, que cuando Jesús dio la orden de quitar la piedra, Marta dice, no Señor, no quites la piedra porque ya tiene mal olor, eso es lo que estaba en la mente de Marta.

4. En la mente de Marta, no había ninguna posibilidad de una manifestación de la gloria de Dios de modo que lo extraordinario, sobrenatural e inimaginable ocurriera (v.  40)

Es evidente ¿no? Para Marta ya no había nada que hacer, así estaba en ese momento la visión, los pensamientos, los sentimientos y las emociones de Marta.

Vamos ahora a ir al centurión romano, este centurión romano tenía un siervo paralítico que estaba muy atormentado por el dolor, esta palabra está en Mateo 8, del verso 5 al 13, vamos a ver de la misma manera que hicimos con lo de Marta, ¿qué era lo que estaba en la mente del centurión?

1. En la mente del centurión, no hacía falta que Jesús fuera a sanar a su siervo paralítico, y por esa razón, cuando Jesús le dijo que iría a su casa, el centurión respondió que no era necesario (v. 7-8a)

Imagínese usted, Jesús mismo le da la honra a ustedes de que vaya a casa, y él dice, no hace falta tu poder es suficiente...

2. En la mente del centurión, lo único indispensable para que su siervo sanara era que Jesús diera la palabra (v. 8b)

Lo único que estaba esperando el centurión de parte de Jesús era una orden del Señor, sabía que una orden del Señor tenía que cumplirse.

3. En la mente del centurión, la autoridad de Jesucristo era tan absoluta, que tan solo una orden suya era suficiente para que su poder se manifestara sin importar dónde estuviera Él físicamente (v. 9)

Es decir, uno se da cuenta que en ningún momento él estaba relacionando la sanidad de su siervo con la importancia de Jesús en su casa para sanar a su siervo.

Ahora bien, no cabe duda de quién era Marta para el Señor, Marta y María las dos, ellas eran bien especiales; muchas veces Jesús descansó en esa casa, Jesús comió en esa casa, Marta amaba a Jesús y Marta recorrió lugares sin duda con el Señor, Marta recibió enseñanza directa del Señor, sin embargo, en una hora de profundo sufrimiento no pudo caminar con el Señor.
Una discípula tan amada no pudo caminar con Él, ¿por qué no pudo? Porque el dolor la gobernó y el dolor la gobernó de tal manera que su visión de las circunstancias, sus pensamientos, sus sentimientos y sus emociones, comenzaron a estar regidas por el dolor acumulado en su alma. Esto trajo como consecuencia que toda la forma de pensar, actuar y sentir de Marta, estuviera totalmente alejada de la forma de ver, pensar y sentir de Jesucristo.
Jesús, ¿qué tuvo que hacer? Tuvo que intervenir varias veces, tuvo que hablar con ella para que se rompiera esa neblina espiritual que envolvía a Marta, para que volviera a estar en acuerdo con Dios. Y aún así Jesús no pudo lograrlo, hasta que realmente Marta vio a su hermano Lázaro resucitado de los muertos, porque lo previo, todo lo previo que Jesús hizo para que Marta pudiera despertar y pudiera decir, sí Señor estoy equivocada, no lo pudo hacer hasta que ella realmente pudo ver a su hermano resucitar.

Por supuesto que hay muchas diferencias entre Marta, una discípula amada y el centurión, sin embargo, ¿qué nos enseña esto? Que este hombre extranjero, no judío, que amaba a Israel, porque dice la Biblia que hasta había hecho una sinagoga para los judíos, reconoció a Jesús como el Mesías. Su diálogo con Jesús fue sorprendente, porque no sólo recibió la sanidad de su siervo, sino que ¿qué demostró el centurión? Que su visión de las circunstancias, su mente, sus sentimientos, sus emociones, su voluntad, sus pensamientos, estaban perfectamente alineados con Jesús, se lo digo así, el centurión romano caminaba con Jesús aunque no lo sabía.
Es increíble, ¿no? Un centurión romano, que no era discípulo de Jesús, que probablemente tuvo la oportunidad de escucharlo alguna vez, pero nunca como los discípulos que estuvieron al lado, nunca como Marta, este hombre caminaba con Jesús. Tanto es así, que el Señor confirma esto, porque el Señor lo alaba, alaba la fe de este hombre, y además le dice, que por ese caminar con Jesús, él estaría sentado con Abraham, Isaac y Jacob en la mesa del Reino de los cielos.

Hermanos, ¿nos damos cuenta cómo podemos caminar o dejar de caminar con el Señor?

El último pasaje bíblico que vamos a tocar este día se encuentra en Lucas, capítulo 24, yo voy a leer ahora los versículos 13 al 16, que habla de los dos discípulos que iban camino a Emaús, y dice así:

“Aquel mismo día dos de ellos
se dirigían a un pueblo llamado Emaús,
a unos once kilómetros de Jerusalén.
Iban conversando sobre todo lo que había acontecido.
Sucedió que, mientras hablaban y discutían,
Jesús mismo se acercó y comenzó a caminar con ellos;
pero no lo reconocieron, pues sus ojos estaban velados.
—¿Qué vienen discutiendo por el camino? —les preguntó.
Se detuvieron, cabizbajos;
y uno de ellos, llamado Cleofas, le dijo:
—¿Eres tú el único peregrino en Jerusalén
que no se ha enterado de todo lo que ha pasado recientemente?
—¿Qué es lo que ha pasado? —les preguntó.
Lucas 24:13-19 / NVI

Este relato grafica de manera trascendente lo que es caminar con Dios, estos dos discípulos del Señor conversaban sobre lo acontecido con Jesús, pero sus corazones estaban destrozados, llenos de una tristeza terrible; de pronto Jesús comienza a caminar con ellos, pero ellos no lo reconocen; dicen que los ojos, la palabra literal dice que estaban impedidos, es más, hay traducciones de la Biblia que dicen que Dios impidió que lo reconocieran.
Ahora bien, Jesús como si desconociera completamente lo sucedido les pregunta, ¿y ustedes qué vienen discutiendo? Claro, Cleofas, uno de ellos se sorprende y le dice las palabras que ustedes escucharon, ¿pero tú eres el único peregrino? A ver, ¿eres el único extranjero aquí que no ha oído lo que ocurrió en Jerusalén? Es como si le dijera, ¿a ver de qué planeta eres? Es imposible que no sepas lo que ocurrió. Es como que alguien le pregunte ahora, ¿de qué pandemia? ¿cuál pandemia me hablan? A ver, ¿bajaste de Marte o de qué planeta bajaste, para no saber que todos estamos pasando por una pandemia?
Pero esto fue un poco lo que le dijo Cleofas, a ver es imposible que tú no sepas lo que ocurrió.
Pero Jesús agudiza más su supuesta ignorancia y encima de esa pregunta les dice, a ver, sí, estoy muy ignorante, quiero saber qué pasó.
¿Para qué les hace Jesús esa pregunta? Para que empiecen a hablar. ¿Por qué? Porque al hablar iban a demostrar lo que estaba en sus corazones.

Y en los pasajes que no vamos a leer, sus corazones estaban llenos de tanta tristeza, que ellos llegan a decir, nosotros pensábamos que Él iba a ser el que liberara Israel, es más, fueron unas mujeres al sepulcro y el cuerpo no estaba ahí y unos ángeles les dijeron que había resucitado, pero a Él no lo vieron, y luego fueron otros compañeros, nuestros discípulos y también fueron pero tampoco lo vieron, así que, todavía se animaron a decirle eso.
En ese momento, después que sacaron todo lo que estaba por la tristeza de sus corazones, Jesús responde estas palabras que están en el verso 25 al 27:

“—¡Qué torpes son ustedes —les dijo—,
y qué tardos de corazón
para creer todo lo que han dicho los profetas!
¿Acaso no tenía que sufrir el Cristo
estas cosas antes de entrar en su gloria?
Entonces, comenzando por Moisés y por todos los profetas,
les explicó lo que se refería a él
en todas las Escrituras.”
Lucas 24: 25-27 / NVI

Ahora bien, surge una pregunta, ¿si Dios mismo les veló los ojos para que no lo reconocieran, entonces, por qué Jesús los reprendió? ¿Qué bases tenía Jesús para reprenderlos si sus ojos estaban velados por el Señor? Muy sencillo, porque la ceguera espiritual que ellos tenían era producto de algo, de permitir que la tristeza, el dolor y las circunstancias los gobernaran.
¿Qué hace eso con nosotros? Nos vuelve ciegos, ciegos espirituales, nos hace ir hacia atrás, olvidaron por completo la Palabra, hasta olvidaron todo lo que habían dicho los profetas, ¿y entonces qué necesitaron? Más adelante necesitaron que Jesús les abriera los ojos, lo cual en el verso 31 dice que cuando partió el pan ellos se dieron cuenta que era Jesús.

Quiere decir esto, para caminar con Dios, ¿cómo debemos vivir? Debemos vivir con ojos abiertos y eso sólo es posible si mantenemos la visión de Dios en todas las cosas y en todas las circunstancias sin importar cuáles sean, buenas o malas.
Para caminar con Dios necesitamos la visión de Dios y para tener la visión de Dios necesitamos tener ojos abiertos. Me refiero a ojos abiertos para ver las cosas como Dios las ve. Nuestros ojos están cerrados cuando empezamos a ver las cosas a través del tamiz del dolor, de la circunstancia, del problema, de lo que nos golpea.

Amados, nosotros contamos con la revelación del Cristo porque el Espíritu Santo nos habita, y además contamos con los tres pilares fundamentales benditos que hablamos antes, la oración, la Palabra y la santidad, pero les quiero decir algo: No podemos permitir que nuestra hambre por conocer al Señor, que nuestra comunión con Él y que aprender a caminar con Él, se limite a la práctica de estos tres pilares fundamentales.

¿Por qué no podemos hacer eso? Porque esto va hacer que nos sintamos conformes espiritualmente, con una sensación de: yo estoy bien con el Señor, yo leo la Palabra, la estudio, yo oro, yo miro la Palabra y yo camino en la santidad que el Señor me pide, y yo estoy caminado bien con el Señor... ¿Saben por qué? Esto produce un velo, porque no nos damos cuenta que en realidad el Espíritu de Dios está invitándonos en el espíritu a caminar con Él, a aprender a caminar con Él en un nivel superior, que por supuesto, las prácticas cristianas y estas prácticas benditas no nos pueden llevar a ese nivel.
Es algo superior, es una experiencia de vida que nosotros debemos responder al llamado profundo del Espíritu del Señor, aprender a caminar con Él.
¿Por qué? Porque necesitamos avanzar en un conocimiento experimental del Señor cada día más profundo, que resulte en lo siguiente, resulte en que en nuestro interior tengamos la señal del Espíritu, que es el testimonio de que estamos agradando a Dios en todo.

Por eso, el llamado del Señor, la Palabra puntual del Señor para este día es:

“Hijo te quiero más cerca, hijo quiero caminar contigo, hijo quiero que me conozcas como nunca antes, hay cosas que todavía no has visto y que Yo quiero mostrarte, que las deseo mostrarte.”

Y ésta va a ser la oración que haremos en este día para que nuestros ojos espirituales se abran, para romper en este día, como ocurrió con la vida de Marta, toda la neblina espiritual que te tiene en oculto por el dolor, por la enfermedad, por la calamidad, por la economía, por la pandemia, por lo que fuera, todo aquello que te tiene en oculto y te tiene en opresión y te tiene en un problema de tristeza profunda, ahora, en el nombre de Jesús, esto es lo que vamos a romper para que puedas tener la visión del Señor, sus pensamientos y sus sentimientos.

Padre, en el nombre de Jesús, hoy oramos y te agradecemos porque Tú nos estás llamando más cerca tuyo, Tú nos estás llamando a tener una verdadera vida de fe, una verdadera vida de fe que camina contigo en todas las cosas, hasta que en nuestro interior tengamos una señal clara de que cada molécula de nuestro ser te está agradando en todo.

Quebrantamos las neblinas espirituales traídas por el enemigo, quebrantamos la visión de las circunstancias mirándolas de forma humana, renunciamos a ser hombres y mujeres naturales, para ser hombres y mujeres del Espíritu, hombres y mujeres de fe que caminamos contigo y aprendemos a caminar en un nivel superior. Y que aprovechemos este tiempo que estamos teniendo, para poder caminar en ese nivel para la gloria, para la honra y el honor tuyo Señor, en este día. Te agradecemos, te alabamos y te adoramos. Amén

_____________________________________________________
Temas relacionados:
Mensajes y Enseñanzas de Daniel Cipolla  I  Daniel y Marta Cipolla