
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
 
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Damos gracias al  Espíritu de Dios por estar en medio de nosotros con tal libertad que puede  hablarnos en esta intimidad y saber que es Él, porque uno sabe cuándo es Él, y  uno también sabe cuando hay algo que alguien más quiere provocar. Pero cuando  uno sabe que es Él, ante Él nadie puede mantenerse de la misma manera.
Así que, con esta  preciosa presencia del Señor y pero con esta libertad y con sencillez en mi  corazón quiero compartir esta Palabra en esta tarde, que sé y entiendo por el  Espíritu que es el momento y Él ha preparado esta ocasión para compartir esta Palabra,  y para que esta Palabra pueda ser recibida y discernida en el Espíritu, para  que entendamos que lo que la   Escritura dice, es el deseo de Dios para cada uno de nosotros,  y cuando vemos el deseo de Dios, cualquier deseo que está por debajo de ese  deseo ya deja de tener valor. Nada puede ser tan valioso como ver ese deseo de  Dios en nuestras vidas cumplido y  poder  conocer esa intimidad del corazón de Dios, para saber lo que Él quiere y no lo  que yo quiero para Él. Una cosa es lo que Dios quiere de mí, y otra cosa es lo  que yo pueda querer para Dios. Yo prefiero dejar lo que yo anhele para Dios,  para conocer y entender lo que Él quiere de mí. Cuando Él lo muestra y yo lo  recibo, entonces puedo caminar en su perfecta voluntad y saber que estoy  teniendo propósito sobre esta Tierra. 
Hay una realidad en la Escritura, que la Palabra habla de los hijos de Dios y de la Iglesia toda, con respecto  a ser peregrinos y extranjeros sobre la Tierra, pero esta realidad no es la  excusa para salirnos de la   Tierra, no es la excusa para apartarnos del mundo, esta  realidad es para entender que nosotros pertenecemos a otra patria. Nosotros  tenemos otra patria, y es una patria, la cual desde nuestros antecesores que  caminaron antes de nosotros en Dios, aún sin la venida de Cristo, pero  caminaron en fe, por eso caminaron antes de nosotros; ellos buscaban esta misma  patria, una patria que a nosotros nos fue entregada, porque es la patria del  Reino de los cielos. 
Quiere decir que ser peregrinos y extranjeros es tener una mentalidad que  excede a todo lo que conozco como patria humana natural y nacional. 
La patria del Reino está por encima de la patria que  he conocido desde mi nacimiento.
Por eso quiero comenzar a leer en Hebreos capítulo 11, versículo 8:
  "Por la fe Abraham, siendo llamado,
  obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia;
  y salió sin saber a dónde iba.
  Por la fe habitó como extranjero en la tierra prometida
  como en tierra ajena, morando en tiendas con Isaac y Jacob,
  coherederos de la misma promesa;
  porque esperaba la ciudad que tiene fundamentos,
  cuyo arquitecto y constructor es Dios."
  Hebreos 11:8
Hay algo tan notable en  Abraham, porque todos sabemos que él salió sin saber a dónde iba, lo cual ya  desde ese momento las cosas son extrañas, porque salir sin saber a dónde,  realmente es un poco difícil para salir. Creo que es bastante lejana la  realidad de Abraham a la nuestra, porque nosotros cuando hemos salido creo,  posiblemente me equivoque y usted al final me corregirá y se acerque para  decírmelo, pero la mayoría de nosotros hemos salido de algún lugar, sabiendo a  dónde íbamos, pero Abraham salió sin saber a dónde. 
Y realmente no es muy particular el hecho de tomar a toda tu familia  como varón de la casa, como cabeza del hogar, pedirles a todos que preparen sus  maletas, salir a la puerta de tu casa y decirles nos vamos… ¿y a dónde nos  vamos? Ésa es la pregunta. 
O cuando tú les dices a tus hijos, vamos a salir hoy, ¿cuál es la primera  pregunta que te hacen? ¿A dónde vamos? Porque todo el mundo quiere saber a  dónde va, porque siempre toda persona quiere saber a dónde va, pero tú tienes  que entender que la vida de fe es eso, vida de fe, porque Dios te saca y tú no  sabes a dónde te está sacando, tú sabes que hay un plan, pero no sabes a dónde  te lleva. 
Por eso, el Señor hoy creo que habló específicamente algo en medio de esta  preciosa adoración, porque cuando yo le busco para recibir de Él, yo en  realidad soy el que determino a dónde quiero ir: Señor dame, porque yo necesito  esto para ir a este destino. En cambio, cuando yo tengo fe, y le digo Señor:  haz lo que tienes que hacer en mi vida para que me lleves a tu propósito, a  veces las cosas no son tan claras de parte de Dios, aparentemente. Pero lo más  extraordinario es que este Abraham salió y llegó a la tierra prometida, llegó  al lugar que sería la promesa de Dios para toda esa nación que descendería  después de él. 
Pero lo que dice la Escritura, que habitó allí, pero habitó ¿como qué? Como  extranjero. Pero no como extranjero porque dijo, bueno estoy en otra tierra...  Aunque sé que es la tierra de la promesa yo aquí no tengo derecho... No fue por  eso. Él habitó como extranjero porque dice la Palabra que esperaba la  ciudad que tiene fundamentos cuyo arquitecto y constructor es Dios.
Él esperaba otra cosa, no como nosotros, o una gran mayoría de los que  estamos en este lugar, que salimos de nuestra patria y vinimos a los Estados  Unidos, y estamos asentados en Miami porque teníamos un deseo, yo quiero llegar  a habitar en ese lugar porque tengo un propósito, quiero crecer y ser  prosperado, quiero cambiar el estilo de vida para mí y para mi familia, mi  patria no me puede brindar lo que yo necesito, por eso dejo mi patria y busco  una nueva patria para conseguir lo que quiero. 
Abraham llegó a la tierra de su destino, pero aun ahí él sentía que no  pertenecía. No había ni una green card, ni una carta de ciudadanía que le  dijera a Abraham que él pertenecía a esa tierra, aunque la hubiera tenido, él  por dentro tenía una convicción: Yo espero algo más. 
Tú  y yo fuimos sacados de una realidad  espiritual para ser llevados a otra realidad completamente diferente, y desde  el momento que somos parte del Reino de los cielos, a partir de ese momento en  nuestro espíritu y nuestro corazón debe haber una búsqueda de algo que va mucho  más allá de una patria natural. Nosotros no estamos aquí para buscar lo que  esta patria nos puede dar, estamos aquí porque hay algo mucho más grande que Dios  quiere hacer en esta patria a partir de nosotros que buscamos otra cosa en el  espíritu y manifestada en lo natural.
No pertenecemos aquí, ni pertenecemos al lugar donde hemos nacido, pero  sí pertenecemos a un Reino que es inconmovible, que nadie lo podrá destruir,  nadie lo podrá apagar, nadie lo podrá terminar, sino que permanece para  siempre.
Hebreos  11:13... Y voy a leer en la Nueva Versión Internacional, ahora  permítanme ustedes hacerlo.
"Todos ellos vivieron por la fe,
y murieron sin haber recibido las cosas prometidas;
más bien, las reconocieron a lo lejos,
y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra.
Al expresarse así, claramente dieron a entender 
que andaban en busca de una patria. 
Si hubieran estado pensando en aquella patria de donde habían emigrado, 
habrían tenido oportunidad de regresar a ella.
Antes bien, anhelaban una patria mejor, es decir, la celestial.
Por lo tanto, Dios no se avergonzó de ser llamado su Dios,
y les preparó una ciudad."
Hebreos 11:13-17
  
Toda esta gente miró la promesa, tuvo fe en haberlo recibido o en  haberlo visto de lejos, pero sabían que algo ya les pertenecía, porque eso es  fe. Fe no es que lo tengo acá, fe es que no lo toco pero yo lo veo y sé que eso  es verdad de Dios para mi vida, ya está hecho delante del Señor, eso es fe. 
Pero, ¿cuál es el punto? Ellos no estaban aferrándose a esa cosa como el motivo  de su fe. El motor de su fe era el Señor. ¿Y qué pasa hoy con los hijos de Dios  cuando el Señor pone delante de nuestros ojos aquello que nos prometió? Nos  aferramos a eso y decimos ya lo alcancé, ya no tengo nada más que buscar porque  aquí lo tengo, lo puedo abrazar... y desde ese momento pareciera que no hay más  promesas y pareciera que se desvaneció la fe. Aunque busquemos los mayores y  mejores logros, supuestamente en el nombre del Señor, aunque aparentemente no  buscáramos cosas para nosotros, detrás de nosotros hay un objetivo equivocado,  quiero obtenerlo, recibirlo y que sea mío.
Una vez que yo declaré que eso es mío, ya mi fe dejó de estar puesta en el  lugar correcto, porque la patria a la cual Dios me ha llamado es mucho más  grande que las cosas que Dios puede hacer por mí o para mí. Si yo me aferro a  lo que Dios ya me dio, no podré ver lo que hay detrás de eso. Detrás de eso que  Dios me dio o que te está dando hoy, hay mucho más de parte del Señor para tu  vida, pero el asunto es, ¿qué patria estás buscando, la patria de la naturaleza  personal, de lo que tú quieres recibir, del anhelo que tienes en tu corazón  para Dios, o estás buscando la patria de esa naturaleza divina que te fue  puesta adentro y que no se conforma con lo natural sino que quiere ver el Reino  de los cielos manifestado en la   Tierra? Si ésa es la patria que estás buscando, entonces la  cosa no te va a desviar aunque la recibas y la tengas. Pero no sólo eso, Dios  no sólo te va a dar la cosa, te va a dar muchas más cosas. Y lo vamos a ver en la Escritura, pero estamos  preparados para recibir de Dios, porque eso que recibimos no será malgastado en  nuestras manos.
Cuando las cosas tienen el objetivo para el Reino de los cielos, entonces eso  es prosperado por la misma mano de Dios. Cuando lo que Dios me ha dado tiene un  objetivo de satisfacerme a mí y buscar lo mío propio, eso empieza a destruirse  por mi propia mano. Tú tienes que saber que lo que Dios te ha dado es para  prosperarlo porque tú sabes que es suyo y lo administras para Él, de otra  manera, lo que Él te ha entregado se va a echar a perder en tu mano aunque  tengas la mejor intención para Dios.
"Iban por el camino cuando alguien le dijo:
  Te seguiré a dondequiera que vayas.
—Las zorras tienen madrigueras y las aves tienen nidos —le respondió Jesús—,
  pero el Hijo del hombre no tiene dónde recostar la cabeza.
  Otro le dijo: —Sígueme.  —Señor —le contestó—,
  primero déjame ir a enterrar a mi padre.
—Deja que los muertos entierren a sus propios muertos,
  pero tú ve y proclama el reino de Dios —le replicó Jesús.
  Otro afirmó: Te seguiré, Señor;
  pero primero déjame despedirme de mi familia.
  Jesús le respondió:
  Nadie que mire atrás después de poner la mano en el arado
  es apto para el reino de Dios."
Lucas 9:57-62 NVI
Podemos tener las mejores intenciones para Dios, pero las intenciones no  alcanzan, porque toda intención verdadera para Dios venida por el Espíritu  requiere una decisión. 
Cuando yo tengo una intención, y esa intención vino inspirada por el Espíritu  Santo, esa intención en mí va a requerir una decisión. 
¿Sabe por qué la mayoría de cristianos vive una vida cristiana mediocre y  chata? Porque han tenido buenas intenciones, pero nunca tomaron las decisiones  correctas para llevar a cabo esas intenciones; cuando midieron y pusieron en la  balanza dijeron, esto pesa demasiado… Lo que Dios me pide me exige todo, y como  me exige todo no estoy tan dispuesto a todo. Entonces, quitaron el peso de la  balanza y dijeron, mejor me lo guardo, será para otra oportunidad, pero de  todas maneras Señor, bendíceme.
Y aquí Jesús le dijo a uno, cuando le dijo: te seguiré a donde quiera que vayas  ¿Sabes qué? Las zorras tienen donde esconderse y donde resguardarse, las aves  también tienen sus nidos, pero Yo, el Hijo del hombre, no tengo donde recostar  la cabeza. Naturalmente hablando, aparentemente Jesús le mintió, porque tenía  un lugar donde vivir, Él tenía una casa pero, ¿tú piensas que Jesús pudo  haberle mentido? Lo que el Señor le dijo es: Yo aquí no tengo un lugar, porque  Dios el Padre puede hacer de mí lo que Él quiera, si me vas a seguir tienes que  estar dispuesto a seguir este ritmo, esta clase de vida es para mis discípulos. 
Después vino otro y el Señor le dijo sígueme, por eso ya sea que tú le hayas  dicho al Señor te quiero seguir, o que el Señor te esté diciendo sígueme,  siempre hay una decisión de tu parte, porque al que le dijo sígueme éste le  contestó, déjame primero enterrar a mi padre... Deja que los muertos entierren  a sus propios muertos.
Señor primero déjame ganar a los de acá, a los de mi casa, a los de mi familia  para que luego Tú me puedas enviar más allá. Señor, hasta que yo no vea a mi  familia transformada no me uses en el trabajo... Y Dios dice: deja que los  muertos entierren a sus muertos, porque una vez que ellos mismos se entierren,  posiblemente abajo de la tierra se den cuenta que necesitan una vida superior.
Yo estoy afanado por aquellos que no quieren doblegarse ante el Señor, y Dios  dice: si me vas a seguir deja que esos se entierren solitos, tú sígueme porque  hay mucho más para conquistar y hay mucho más por alcanzar, y cuando lo hagas  vas a ver que lo que tú no hiciste, yo me encargo de hacer con esa gente a la  cual tú estabas dedicado solamente. 
Y después, otro le dijo, te seguiré pero primero déjame despedirme de mi  familia, y ahí pareciera que Jesús no le habló de la familia, le dijo: mira, si  estás acá y tú me quieres seguir, pintaste una raya, hay una raya, por lo  tanto, el que pone la mano en el arado no puede mirar para atrás... tu familia  es parte de tu pasado, Yo tengo una nueva familia por mostrarte. ¿Está  escuchando? Yo tengo una nueva familia por mostrarte, tu familia es parte de tu  pasado, tu familia será tu familia verdadera si estás en Mí cuando tu familia  viva como Mi familia, o sea, de acuerdo a la voluntad del Padre. Pero yo amo  tanto a mi familia que estoy todo el tiempo voltee y voltee, hago unos surcos  maravillosos…Imagínate, uno que hace un surco en la tierra mirando atrás todo  el tiempo, esa tierra tiene que volver a ser labrada y trabajada porque no  sirve para nada.
Alguien que sabe que tiene otra patria, mira hacia delante tomado del Señor y  va hacia el lugar de su destino, pero porque la patria celestial es la que le  interesa, no la humana y natural. Tiene compromiso con el de arriba y no con  ninguno de los de abajo, con los de abajo los amamos, pero nosotros no nos  detenemos por los de abajo, seguimos mirando al que está ahí arriba que es  nuestro verdadero ejemplo a seguir.
Ahora, Jesús dijo algo más:
 
"Grandes multitudes iban con él; y volviéndose,  les dijo:
  Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, 
  e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida,
  no puede ser mi discípulo.
  Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí,
  no puede ser mi discípulo.
  Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre,
  no se sienta primero y calcula los gastos,
  a ver si tiene lo que necesita para acabarla?
  No sea que después que haya puesto el cimiento,
  y no pueda acabarla,
  todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo:
  Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar.
¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey,
  no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil 
  al que viene contra él con veinte mil?
  Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos,
  le envía una embajada y le pide condiciones de paz.
  Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo…
que no renuncia a todo… que no renuncia a  todo…
...lo  que posee, no puede ser mi discípulo."
Lucas 14:25-33 
Este Jesús me gusta mucho, porque no es ese Jesús que nos vendieron de puro  amor y pura misericordia, del abracito y del beso, no…no…no. Es el Jesús que te  dice las cosas como son porque realmente te ama, no es ningún Jesús mentiroso,  ni anda escondiendo las verdades en los bolsillos porque dice, si se lo digo lo  voy a lastimar. No, justamente porque te ama Él dice: Yo se lo necesito decir,  porque cuando se lo diga, va a despertar a otra realidad, va a entender que  recibió una naturaleza para la cual Yo lo llamé a vivir una vida sobrenatural  sobre esta Tierra, que no pertenece a este mundo, que ya vive en otra  dimensión, para que en el mundo pueda ser efectivo. Si no lo entiende, y si se  aferra a las cosas del mundo, jamás podrá estar de mi lado.
Y lo más lindo es, que nosotros a este Jesús nosotros le decimos, sí Señor yo  te entiendo, pero del dicho al hecho, dice el refrán, hay mucho trecho...  Porque decimos al Señor te entiendo que yo debo renunciar a todo, pero la vida  de todos los días me demuestra que yo tengo una patria aquí en la Tierra, y a mí, a mi  mamacita que nadie me la toque, y a mi esposito que nadie lo critique, y a mi  viejita (por la esposa) que nadie le ponga un dedo encima y con mis hijos que  no se metan porque los prendo fuego.
¡Claro ya empezó a caer el primer rayo! Pero, ¿por qué? Porque esas  acciones de mi vida, ¿saben qué manifiestan? Que yo estoy enraizado a una  patria terrenal, en el fondo me da temor que Dios se meta con quien se tiene  que meter, me da temor que se meta con mi vida y me da temor que se meta con mi  esposa, y mucho más temor me da que se meta con mi esposo usándome a mí, porque  si lo hace así, vamos a tener algunos días difíciles. Por eso hay papás que no  les dicen nada a sus hijos, por eso hay hijos que no le dicen nada a sus papás,  y así viven su vida enraizados a esta patria, porque es mi mamá y mi papá, son  mis hijos, es mi esposa… Y no ha habido decisiones, y mientras no hay  decisiones no estás ganando a nadie, estás perdiendo a todos. 
La palabra que utiliza Jesús para referirse a la familia es muy fuerte, porque  dice el que no aborrece y realmente no es una palabra muy bonita.
Aborrecer es realmente tener una aversión hacia eso, o hacia esa persona. Pero,  ¿sabe por dónde empieza? Por uno mismo, porque dice, y el que no aborrece aun su propia vida...
Como nos amamos tanto a nosotros y queremos lo nuestro, no somos capaces de  permitirle al Señor que meta su mano en lo que la tiene que meter. Entonces,  vamos con promesas de aparentes buenos discípulos al Señor, pero el Señor dice:  todavía no calculaste el precio.
Calcula el precio, A ver, vamos a ver... Primero, ¿tú me quieres seguir?  Esto implica si tienes todo lo que necesitas para empezar esta tarea y  acabarla, porque Yo no te llamé para quedarte en el camino. ¿Ves como la mente  del Señor es completamente diferente a la nuestra? Y mucho más la mente  latinoamericana, porque todo lo hacemos a la mitad, empezamos las cosas por  entusiasmo pero después quedan a la mitad. Por eso tú viajas por nuestros  países de Latinoamérica y ves cientos y miles de casas semi construidas, y la  gente viviendo adentro, pero sin el piso de cerámica, sin el baño, sin la  puerta, sin el techo, ¿por qué? Porque estamos acostumbrados a que todo es a la  mitad.
Así hacemos con el Señor, por entusiasmo decimos ¡Señor yo te seguiré! Pero  nunca calculé, como aquel que empezó su casa nunca calculó si la iba a empezar  y a terminar.
El Señor te dice: ¿vas a ser mi discípulo? Entonces saca un papel y un lápiz,  empieza a calcular. Esto no es una cuestión espiritual y que las lágrimas, la  presencia de Dios, el Espíritu Santo, la adoración, no... Todo eso es parte de  la manifestación de Dios a nuestra vida, pero a la hora de decidir hay que  sentarse y calcular.
Por eso, Romanos dice: ofrézcanse en  sacrificio vivo que es vuestro culto racional, no sentimental. Porque es la  deducción lógica de que Dios no merece menos que mi vida. Cuando yo saco  cuentas y pongo en el papel y veo todo lo que Él hizo por mí y lo que yo podría  hacer por Él digo, si yo no le entrego nada, no le estoy entregando lo que Él  quiere y lo que Él merece. Si yo no me rindo entero, si no me pongo ahí mismo  en el horno y que haga lo que quiera conmigo pero, que Él sepa que le  pertenezco y a nadie más, entonces, yo no estoy dándole nada.
Calcular, ¿qué va a requerir de mí ser un verdadero discípulo del Señor? Yo, mi  tarea de discípulo la voy a empezar y la voy a seguir, ¿podré decir como Pablo (eso  es maravilloso, yo me uno a esas palabras y sé que muchos de nosotros nos  unimos a esas palabras) he acabado la carrera? En vida dijo eso, en vida... en  vida... No, pero nosotros pensamos que se va a completar allá en el cielo, en  la patria celestial. No, no... No estoy hablando de la patria celestial que me  quiero morir para ser feliz, porque eso escapismo. No es morir para ser feliz,  es vivir aquí en la Tierra  manifestando el Reino. Pero para vivir aquí en la Tierra manifestando a la  patria a la cual pertenecemos, hay muchas decisiones por tomar, demasiadas, que  están pendientes y el Espíritu Santo nos habla una y otra vez y nos vuelve a  repetir las mismas cosas y nos dice: no calculaste el precio todavía, y me has  prometido, y te estás sentando domingo a domingo y jueves tras jueves pero no  calculaste el precio todavía, tienes a muchos a tu lado empezando por tus  familiares de sangre, y no calculaste el precio. Adórame decidiendo lo que  tienes que decidir. Calcula el precio y toma una decisión, que ésa sea tu mejor  adoración.
 
Por eso dijo Jesús, cualquiera de vosotros que no  renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.
Lo que yo poseo y a quien le pertenece, determina de qué patria soy. ¿Está  escuchando? Lo que poseo, lo que poseo y que estoy haciendo con ello determina  a que patria pertenezco. Si yo tengo cosas todavía para mí arraigadas y le sigo  pidiendo al Señor cosas para mí, demuestro que sigo siendo de la patria  terrenal. Pero si yo me quité de encima todo lo que poseo y le digo al Señor,  aquí está lo tuyo, yo no busco estas cosas, yo te busco a ti, eso estará  determinando que la patria celestial se hizo patente, fui un grabado a fuego  como los animalitos que pertenecen a,  yo pertenezco a, fui comprado por  precio hay una marca sellada en mi Espíritu que dice que pertenezco al Padre,  al Hijo y al Espíritu Santo, he recibido una patria que viene de arriba, he  recibido un Reino que es mucho más grande que cualquier cosa humana, pero yo  necesito vivir por y en esa patria para manifestar lo que viene de Dios.
"Y él les dijo:
  De cierto os digo, que no hay nadie que haya dejado casa,
  o padres, o hermanos, o mujer, o hijos,
  por el reino de Dios, que no haya de recibir mucho más en este tiempo,
  y en el siglo venidero la vida eterna.
Lucas 18:29 y 30
Ahora, aquí dice dejar algo  por otra cosa. Aquí no está diciendo el que no haya dejado casa, padre, hijo,  etc., recibirá cien veces más... no... no... Ahí estaría incompleto. Aquí dice,  el que haya dejado casa, padres, hermanos, mujer, hijos, por ¿qué cosa? El  Reino de Dios. No se trata de una separación tonta e inútil, no se trata del  fanatismo de decir yo me despojo de todo y me desentiendo de todo y de todos,  yo
odio a todo el mundo y me enfrasco, porque esto se llama religiosidad.
 Y así ha vivido la Iglesia hasta hoy, ha dejado  todo y ha abandonado todo por la religiosidad porque le encanta estar metida  adentro a la Iglesia, cuanto más adentro estemos, más seguros nos sentimos.
Yo dejo todo lo que no viene de Dios, pero ¿por qué? Porque tengo algo mayor  que Dios me ha dado, es el Reino de los cielos, Él me ha dado una herencia que  nadie más me podría haber dado. Por eso Jesús le dijo a los suyos: a mi Padre  le ha parecido bien, le ha placido darles el Reino, Él ha querido de su propia  voluntad darles el Reino. Hay algo ya hecho de parte del Señor hacia nuestra  vida, pero nosotros no tomamos las determinaciones para vivir por y para ese  Reino... Ahí es donde viene el corto circuito. Por eso yo no le puedo decir al  Señor, dame lo que todavía no me has dado, porque ya me ha sido dado, pero mis  decisiones no me han permitido disfrutarlo, vivirlo, experimentarlo y  manifestarlo en el mundo que me rodea. 
Por eso cuando se trata de dejar, es que yo sé que voy a dejar esto pero  hay otra cosa que he recibido.
Nosotros estamos en esta ciudad y en esta nación, no porque hemos venido a  buscar nada de lo material, no hemos venido a instalarnos aquí para ser  prosperados, no hemos venido a instalarnos aquí para ser una iglesia más, no  estamos instalados en este lugar para buscar lo nuestro propio, yo te puedo  asegurar, que cualquier intención que Dios vea en nuestro corazón que estamos  como iglesia buscando lo nuestro, Dios nos quitará todo lo que nos tenga que  quitar para que entendamos. Si este templo le molesta al Señor, yo te puedo asegurar,  algún día te verás fuera de este templo, pero si nuestro corazón busca el  Reino, prepárate porque este templo puede ser parte de la promesa y de la  gracia de Dios. ¿Ves la diferencia? Por eso Dios tuvo que permitir que toda una  generación en el desierto muriera. Porque necesitaba una generación distinta  que entendiera que había algo que poseer con una mentalidad diferente.
Yo no quiero quedarme en el camino, ni caerme muerto quiero avanzar hacia lo  que Dios tiene para nosotros, quiero ver a esta ciudad como Dios la ve, quiero  ver a esta nación como Dios la está viendo, y quiero verme a mí como Dios me ve  insertado en esta ciudad y en esta nación, insertado en esta comunidad para  transformarla manifestando el Reino en todo lo que hago y en todo lo que vivo.  Que se les pegue a los demás el Reino de los cielos que llevo adentro, y no que  lo rechacen porque lo único que ven es un religioso que va todos los domingos a  su propia misa... diferente la misa de estos locos, pero al fin y al cabo, es  su propia misa. 
"Porque el sumo sacerdote
  introduce la sangre de los animales en el Lugar Santísimo
  como sacrificio por el pecado,
  pero los cuerpos de esos animales
  se queman fuera del campamento.
  Por eso también Jesús, para
  santificar al pueblo mediante su propia sangre,
  sufrió fuera de la puerta de la ciudad.
  Por lo tanto, salgamos a su encuentro fuera del campamento,
  llevando la deshonra que él llevó,
  pues aquí no tenemos una ciudad permanente,
  sino que buscamos la ciudad venidera."
Hebreos 13:11-14 NVI
Este pasaje es asombroso, le voy a explicar porqué.
Dice la Palabra, pone primero un ejemplo, tomando los ritos de la  antigüedad, lo que la ley decía. Los sumos sacerdotes tomaban la sangre de los  animales que se mataban porque esa sangre era la que se introducía en el Lugar  Santísimo para ofrecer sacrificios delante de Dios por el bien del pueblo, y  aun del mismo sumo sacerdote que lo ofrecía, pero sólo introducía la sangre  para purificar al pueblo, los cuerpos de los animalitos se quemaban fuera del  campamento.
Y dice después: de la misma manera Jesús  tuvo que ser sacado fuera de la puerta de la ciudad.
¿De qué ciudad está hablando? Jerusalén. 
Él tuvo que ser sacado fuera de Jerusalén, para poder santificarnos a nosotros. 
Y luego dice, por eso nosotros vayamos a su encuentro fuera del campamento para  que recibamos su deshonra... ¡qué lindo privilegio! ¿No? 
Le voy a explicar, Jesús lloró por esa ciudad, Jesús, internamente estaba  comprometido con esa ciudad, y llegó un día que Jesús dijo, ¿por qué matas a  todos lo que te son enviados y apedreas a todos aquellos que han hablado de  parte de mi Padre hacia ti, por qué haces eso Jerusalén? Si hubieras entendido  y conocido el día de tu visitación, tú no hubieras hecho eso.
Pero, ¿sabes qué necesitó hacer el Padre con Jesús? Quitarlo fuera del entorno  para que Él pudiera mirar desde afuera la condición de esa ciudad y estuviera  dispuesto a morir, porque si no lo hubiera sacado de su entorno, Jesús,  posiblemente, hubiera dicho, Padre cambiemos de plan, déjame aquí, hazme rey de  esta gente y de este pueblo y yo los voy a llevar en persona y en carne y hueso  a otro destino. 
Y el Padre dijo no, Tú necesitas salir de ese entorno para que puedas dar tu  vida y rescatarlos.
Por eso nos dice a nosotros, salgamos para recibir la misma deshonra. Mientras  estamos dentro del entorno que nos enreda todo está bien, nadie se enoja  contigo ni por ser cristiano, ni por predicar ni nada, mientras te mantengas en  el entorno que a ellos les conviene. Mientras tú estés ahí codo a codo, tomado  de la mano, y si de pronto dices vamos a parar, vamos a hacer una oración, sí  pero sigues caminando juntos y comparte las mismas cosas, los mismos intereses,  a lo que está mal tú te tapas los oídos, pero no haces una diferencia, sigues  estando ahí, te sigues enredando con esas cosas.
Y Dios dice: ahora es tiempo de salir para ver que yo te llevé a otra  realidad espiritual, porque una vez que tú salgas, yo te voy a poder enviar  nuevamente, pero con otra autoridad y desde otra perspectiva.
Te voy a poner ejemplo en lo natural. Pocas personas y aún pocos siervos de  Dios pueden discernir los espíritus que están gobernando sus naciones y países  cuando todavía permanecen allí. Piénsalo por un momento, tú habla con algún  cristiano que vive en tu nación, en la nación donde naciste, cuando tú le  preguntas y le dices ¿pero no ves el espíritu de tal cosa? ¿El espíritu de qué?  pero si la iglesia está avivada en mi nación... y tú no sabes todo lo que Dios  está haciendo... ¿Por qué no lo puede ver?   Porque está ahí adentro. Cuando Dios te saca, y regresas, el día que tú  regresas recibes el golpe más fuerte que podrías haber recibido, porque es una  realidad espiritual. Cuando tú te sales y ves desde afuera como Dios lo ve,  dices esto está mal. 
Entonces, tú ahora comienzas a orar por tu nación, pero no porque yo soy  argentino y amo la bandera celeste y blanca, y el solcito que está en el medio,  y llevo el sol en mi pecho... ¡No! Yo no llevo ningún sol en el pecho, y el  celeste y blanco si Dios lo quiere cambiar por verde y amarillo yo no tengo  problemas aunque es muy parecida a la de Brasil y Brasil muchas veces nos ha  ganado en el fútbol... No tengo problema porque con tal de que Dios haga lo que  tiene que hacer en esa preciosa y bendita nación, yo estoy dispuesto a ver las  cosas como Dios las ve. Yo no puedo bendecir a Argentina si yo la miro como  argentino.
Por eso, Dios te tiene que sacar y que estés dispuesto no sólo a que veas las  cosas de afuera, porque ahora viene la parte más complicada: a ser deshonrado.  Porque cuando tú dices no, pero no te estás dando cuenta de esto, y cuando tú  hablas la verdad de Dios, dicen ¡ah, claro! Porque tú estás afuera te crees  mucho... Ya dejaste de amar a los tuyos. 
Lo mismo te puede pasar en el seno familiar, en el seno familiar te puede pasar  lo mismo, cuando tú ves algo porque te saliste y la ves desde afuera por el  Espíritu y vienes con verdad de Dios a declararlo, con amor con autoridad y  verdad de Dios, te dicen ¡ah, ahora el muy cristianito ¿no? y muy santo! Claro,  nosotros somos el felpudo de la humanidad y tú vas siempre volando por las  nubes... ¿Sí o no? 
Por eso, los mismos, los mismos que cantaron y gritaron Hosanna cuando Jesús  iba montado en un burro, los mismos dijeron a Pilatos crucifícale, mátalo,  porque no es digno, porque es un mentiroso, porque se está burlando de  nosotros, porque nos viene diciendo hace años que Él es el Hijo de Dios, que Él  es el Rey, ¡es un mentiroso, mátenlo! 
¿Estás dispuesto a recibir esa clase de deshonra? 
Cuando tú te sales de tu entorno y Dios te empieza a mostrar las cosas por el  Espíritu, entonces tú puedes ser eficaz para afectar eso. 
Si primero no te entienden, no te preocupes, porque está en la Palabra. Seguramente  la deshonra vendrá primero, pero luego de la deshonra vendrá la victoria del  Señor manifestada. Salte de tu entorno para ver las cosas como Dios las ve,  pero nadie se puede salir de su entorno cuando está aferrado porque cree que  ahí está su patria, ése es el problema.
Por eso, esos antiguos caminaron, recibieron, creyeron a Dios, pero ellos no se  sabían parte de esta Tierra, estaban buscando algo mayor, ellos buscaban otro  tipo de ciudad que tuviera otro fundamento, algo que los hiciera sentir y vivir  plenos toda su vida.
Tú ya has recibido eso, lo has recibido,  porque el Reino de Dios te pertenece, ya has sido sacado de un entorno para ser  llevado a otro, pero ahora tienes que saberte ciudadano del Reino. Como  ciudadano del Reino eres peregrino y extranjero en esta Tierra, y como tal hay  decisiones que tomar, hay muchas decisiones que tomar. Decisiones que están  impidiendo todo lo que Dios tiene ya preparado para tu vida. 
No se trata de tocar de oído, porque para ser buen músico tocar de oído se  queda corto, para ser buen discípulo en las cosas espirituales tocando de oído  nos quedamos cortos.
He visto a gente que conoce la Escritura, te dice la Palabra de memoria, y te  dice, mira lo que dice acá, y a veces uno se siente mal porque dice: ¡Huy!  conoce más que yo éste... se sabe el pasaje, el versículo de memoria, pero no...  no... No, porque tú sabes que adentro algo no está funcionando. Yo prefiero  tener que ir a la concordancia para acordarme dónde queda algo, pero estar  viviendo la plenitud de Cristo en mi vida, porque gracias a Dios por aquél que  tardó años en escribir y dedicó su vida a escribir la concordancia, gracias a  Dios por esa persona, porque me facilitó la tarea, porque puedo ser una Biblia  caminante, pero no afecto a nadie, más que repetir Biblia... Y los he conocido,  los he visto de cerca, los he tenido a mi lado. Nada han transformado... nada  han transformado.
Por eso, fíjate Jesús, ¿qué hacía Jesús? Aun  cuando citaba la ley ¿qué hacia Jesús? ...oísteis  que fue dicho, pero Yo os digo... Él no agarraba la ley para que digan,  miren que Yo sé. Él traía lo que venía del Espíritu a causa de esa ley, lo que  era el corazón de Dios para que entendieran esa ley. Pero los que estaban  aferrados a esa ley vivían muertos y mataban doblemente a los que los seguían a  ellos, los hacían, decía Jesús, más merecedores del infierno, dos veces más  merecedores del infierno que ellos mismos. 
Sigamos con la religiosidad en nombre de Cristo, y haremos a las personas dos  veces más merecedoras del infierno que nosotros mismos, porque la religiosidad  no nos lleva a ningún lado, pero saber a qué ciudadanía pertenecemos, eso nos  puede hacer transformar nuestro entorno.
Y por eso dice el versículo:
"Así que  ofrezcamos continuamente a Dios,
  por medio de Jesucristo,
  un sacrificio de alabanza, es decir,
  el fruto de los labios que confiesan su nombre."
Hebreos 13:15
 
Este versículo tiene un contexto, porque lo usamos mucho para hablar de  la alabanza, hay que ofrecer hermano, sacrificio de alabanza... así que si no  se siente bien o está medio apagadito hoy, usted ofrézcale sacrificio de  alabanza al Señor. No tiene nada que ver con eso, lo que está diciendo es, si  tú has salido de tu entorno para saber a quién perteneces y has renunciado a  todo lo humano porque no quieres que nada se interponga en tu amor y tu lealtad  absoluta a Señor, entonces, vas a poder ofrecer un sacrificio de alabanza que  será honroso para el nombre del Señor.
El sacrificio de alabanza es de alguien que ha dicho, rompo con esto, rompo con  aquello, me deshago, me cuesta posiblemente, posiblemente me duela un poquito,  pero en el fondo siento gozo por estar haciendo lo que Tú me has hablado, eso  es sacrificio de alabanza que honra su Nombre. 
Quiero leer dos cosas más:
"Por la  fe Moisés, cuando nació,
fue escondido por sus padres por tres meses,
porque le vieron niño hermoso, y no temieron el decreto del rey.
Por la fe Moisés, hecho ya grande,
rehusó llamarse hijo de la hija de Faraón,
escogiendo antes ser maltratado con el pueblo de Dios,
que gozar de los deleites temporales del pecado,
teniendo por mayores riquezas el vituperio de Cristo
que los tesoros de los egipcios;
porque tenía puesta la mirada en el galardón."
Hebreos 11:23-27
Acá había uno que sí tenía de donde agarrarse, porque Moisés tenía todo para  hacerlo valer: hijo de la hija del faraón, él podía reclamar sus derechos como  egipcio, él podía disfrutar de los tesoros, pero él estuvo dispuesto a  renunciar a todo ello y ser maltratado, y dice maltratado con el vituperio de  Cristo. Es que nosotros queremos las victorias de Cristo, pero al vituperio le  hacemos cara de asco, no nos gusta el vituperio, no nos gusta que nos den, no  nos gusta que nos aíslen, no nos gusta que nos critiquen, no nos gusta  aparentemente tener a todo el mundo en nuestra contra, eso no nos gusta. Porque  ese vituperio, la verdad ¿para qué?... no, es que si yo los voy a ganar, yo  tengo que hacerme a una... No, eso es una mentira. Por eso el otro día, el  profeta enojado habló de la música, por eso hoy tú mira grupos de rock  cristiano... A Satanás lo representan súper bien, pero de Cristo yo no veo nada...  nada... nada... Tú mira la foto, ni siquiera escuches la música... Sólo mira la  foto de la portada del CD... Sólo mira la foto... Claro, ¿cuál fue la excusa?  vamos a hacernos a una con ellos, es que a los jóvenes les gusta el rock,  ¡hagamos rock! A los jóvenes les gusta el reggaeton, ¡hagamos reggaeton! ¿Cuál  es el problema si nosotros lo santificamos, porque lo hacemos para la gloria de  Dios?  No, ni el que lo hace lo está  santificado, ni lo que hace está santificado, ni lo que produce puede ser  santificado, nada puede estar santificado porque Dios allí no está.
Por eso, nos hablan mucho de las victorias, del éxito pero nos hablan poco del  vituperio, pero sin vituperio no hay victoria. Para que Jesús venciera fue  necesario el maltrato primero, después del maltrato viene la victoria. 
Por eso Moisés dijo, yo tengo acá para escoger y tengo derechos... yo tengo  derechos, pero yo me deshago de mis derechos como egipcio, yo no quiero los  tesoros de los egipcios, yo quiero el vituperio que viene del cielo. ¿Por qué?  porque tengo mi mirada puesta en el galardón.
¿Saben por qué?  Porque el  versículo 6 de Hebreos 11 habla que hay un galardón, Él es galardonador de  todos los que le buscan. Si tú le buscas el galardón será grande, y por eso  leímos recibirá cien veces más en esta Tierra. ¿Pero por qué cien veces más?  Porque el corazón no está en las cien veces más, el corazón está en el Reino, y  ése es el problema que los cristianos han tenido, han dado, han sacrificado  cosas, han dispuestos a mucho, pero porque miraron las cien veces más. 
Los ojos están puestos en el lugar equivocado, las cien veces más vienen a mi  vida cuando mis ojos están puestos en el Reino, me las dé o no me las dé, mi  vida no cambia, y cuando me las da las administro para el Reino y por el Reino.
Por lo tanto, me puede dar cien, mil o un millón, nada me va a asustar, nada me  cambia porque por dentro yo he tomado una decisión, sé para quien vivo y por lo  que vivo porque tengo una ciudadanía.
Y lo último que quiero leer:
 
"Por tanto, nosotros también,
  teniendo en derredor nuestro tan grande nube de testigos
  despojémonos de todo peso y del pecado que nos asedia
  y corramos con paciencia la carrera que tenemos por delante,
  puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe,
  el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz
  menospreciando el oprobio,
  y se sentó a la diestra del trono de Dios."
Hebreos 12:1-2
Toda esa nube de testigos de esos hombres y  mujeres que sin Cristo honraron al Señor por su fe y conquistaron, fueron  muertos y fueron criticados, juzgados, maltratados y burlados, que murieron  creyendo que lo habían recibido, pero sin jamás ver de qué se trataba, todos  ellos hoy son para nosotros, la   Iglesia del Señor, nuestra más grande nube de testigos. 
Así que, imagínate que ahora mismo en el cielo todos estos testigos, todos los  que dice ahí, y muchos más que no se mencionan en Hebreos 11, están sentados al  borde del trono de Dios y de los cielos mirando hacia abajo, y están diciendo,  ahí en Miami se está hablando de nosotros, así que vamos a ver a esta iglesia  qué decisiones toma; nosotros, le están diciendo al Padre, nosotros las  tomamos, y qué bien nos fue, cuánto nos hemos alegrado en todo lo que hiciste,  qué gozo teníamos por sufrir por causa tuya.
Así que Padre, ábreles los ojos para que vean que hay mucho más en tu Reino que  aferrados a esta Tierra, enraízalos a las cosas del mundo, tomados de las  circunstancias, tomados de mis propios amores; hay mucho más cuando estamos en  el Reino.  
Iglesia, ésta tiene que ser para nosotros una tarde especial, porque Dios está  poniendo delante de nosotros el camino a seguir, pero también está poniendo  delante de nosotros una pregunta: ¿Qué patria vas a buscar a partir de hoy? 
Podrías decir, y estás en tu derecho, yo no lo sabía hasta hoy, yo no sabía que  tenía otra patria, está bien, pero eso de esa manera díselo al Señor: Yo no  sabía que tenía una patria mejor que podía buscar, pero hoy decido buscar tu  patria como todos aquellos que por la fe buscaron esa patria, la patria de Tu  Reino Señor, manifestada en este mundo, y yo viviendo la plenitud de ese Reino  para transformar al mundo. 
Pero eso requiere decisiones, decisiones serias, decisiones de dejar los ritos  y costumbres. Sigue habiendo mucho en nosotros de eso, casi sin querer está tan  arraigado, que esos ritos y costumbres los llevamos como adheridos a la piel,  tú no estás aquí por un rito y una costumbre, no es que dieron las 2:30 hs. y a  las 5:00 hs. va a terminar la reunión... No es eso, el Reino no está atado a  eso, tu vida espiritual no está atada a eso, porque tu alimento espiritual no  está aquí, tu alimento espiritual está en el Señor. Si sólo te alimentas  porque recibes hoy lo que recibes, tu vida va  a correr riesgo y peligro porque no estás buscando el Reino. Cuando tú buscas  el Reino el alimento viene de arriba y siempre te sientes saciado.
Por eso, Jesús dijo: El que coma de mí  nunca más va a tener hambre.
Pero andamos comiendo de tantas fuentes diferentes, la radio la encendemos en  el auto para comer otro poquito más, pero a veces la comida que comemos no sabe  muy bien, y nos cae mal. Cada vez que comemos de  diferentes fuentes y no recibimos de la  verdadera fuente nos cae mal y nos indigesta y eso que nos indigestó les hace  daño a los que nos rodean.
Hoy es un día para tomar decisiones, y a mí me gusta cuando esto ocurre, ver a  jóvenes, porque de manera especial yo sé que los jóvenes tienen la  particularidad de una fuerza sobrenatural, porque Juan les escribe a los  jóvenes porque son fuertes... fuertes, aunque tú te creas que estás luchando  con ese pecado, con esa tentación, Juan dijo les escribo a ustedes porque son  fuertes.
Jóvenes, ustedes pueden ser esa generación que siguió a Josué para conquistar  la tierra prometida. Ustedes son esa generación, pero lo que vean hacia arriba  y no está muy bien, deséchenlo en el Nombre de Jesús, no importa de quien  venga, de papá, de mamá, del tío, de quien venga... Lo que no es del Reino es  tiempo de deshacerlo en el Nombre de Jesús y busquen la verdadera patria.
Y adultos, hagámosles la vida más fácil a estos jóvenes, seamos los primeros en  decir hijo o hija, papá y mamá somos los primeros que tomamos determinaciones y  decisiones, para que luchemos juntos en nombre del Señor para vencer, y no que  luchemos entre nosotros porque tú quieres una cosa y nosotros queremos otra.
En el Nombre de Jesús yo quiero pedirte que toda decisión que tengas que tomar  en esta tarde, todo aquello que te enreda y todo lo que te está asediando y que  no te permite jugarte por el Señor, hoy lo puedas entregar al Señor, con  simpleza de corazón como un resultado natural de que has entendido que al Señor  no le puedes dar menos que toda tu vida.
Así que lo único que te quiero pedir es que puedas orar al Señor en este  momento para permitirle al Espíritu de Dios que traiga claridad a tu  entendimiento, a tu espíritu, y puedas orar específicamente aquellas cosas que  hasta ahora te han atado, y para que siendo libres cada uno de nosotros,  podamos buscar la patria que se nos ha concedido.
  
  
  
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