en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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¡Cuánto gozamos nosotros de todo lo que el Señor nos ha dado! No sé si se alguna vez se ha puesto a pensar realmente, cuánto el Señor nos dio, y cuánto está a nuestro favor para poder vivir la vida de todos los días; pero también para poder vivir momentos, circunstancias, situaciones, que no son como las de todos los días, porque es verdad que hay situaciones que son normales, comunes, posiblemente pasa mucho tiempo y no ocurre nada en particular, todo es más o menos normal, pero también momentos de la vida donde ocurren situaciones fuera de lo normal, y ya sea para los momentos cotidianos como para aquellos momentos particulares que el Señor nos permite vivir, todo lo que hemos recibido de Cristo y estamos capacitados para poder enfrentar cualquier situación.
Y hay algo que en este día, vamos a compartir y tiene que ver con la lucha espiritual que, como Iglesia del Señor, siempre tenemos. Somos conscientes de que vivimos constantemente una lucha espiritual.
Muchas veces la lucha espiritual se acrecienta precisamente en esos momentos donde las cosas no son como todos los días, donde uno percibe que hay algo más allá que está ocurriendo, pero para poner un antecedente, y para poner una base a lo que vamos a compartir, quiero que veamos como ejemplo, algunas situaciones que vivió Jesús cuando estuvo en la Tierra, y voy a leer algunas de ellas de corrido, todas en el evangelio de Mateo.
Voy a empezar en el capítulo 8, versículo 28, yo voy a leer todos los pasajes en la Nueva Versión Internacional. Dice así Mateo 8 desde el versículo 28:
"Cuando Jesús llegó al otro lado, a la región de los gadarenos,
dos endemoniados le salieron al encuentro de entre los sepulcros.
Eran tan violentos que nadie se atrevía a pasar por aquel camino.
De pronto le gritaron: —¿Por qué te entrometes, Hijo de Dios?
¿Has venido aquí a atormentarnos antes del tiempo señalado?
A cierta distancia de ellos estaba paciendo una gran manada de cerdos.
Los demonios le rogaron a Jesús:
—Si nos expulsas, mándanos a la manada de cerdos.
—Vayan —les dijo. Así que salieron de los hombres y entraron en los cerdos,
y toda la manada se precipitó al lago por el despeñadero y murió en el agua."
Mateo 8: 28-32 / NVI
Vayan al capítulo 9, versículo 32; 9: 32 dice así:
"Mientras ellos salían, le llevaron un mudo endemoniado.
Así que Jesús expulsó al demonio, y el que había estado mudo habló.
La multitud se maravillaba y decía:
«Jamás se ha visto nada igual en Israel.»"
Mateo 9:32- 33 / NVI
Vayan al capítulo 12 por favor, versículo 22, capítulo 12 de Mateo, versículo 22:
"Un día le llevaron un endemoniado que estaba ciego y mudo,
y Jesús lo sanó, de modo que pudo ver y hablar.
Toda la gente se quedó asombrada y decía:
«¿No será éste el Hijo de David?»"
Mateo 12:22-23 / NVI
Antes de leer una nueva situación con Jesús, quiero que nos detengamos para realmente pensar cómo Jesús enfrentó estas situaciones. Todos podríamos decir claramente, que es una situación de lucha espiritual, porque había personas tomadas por demonios, que además tenían consecuencias, como es obvio, Satanás cuando se mete con alguien no lo deja igual, lo echa a perder todo lo que pueda.
Entonces vemos la consecuencia de personas endemoniadas. Pero lo que a mí me llamó la atención y siempre me ha llamado la atención, es ver a Jesús que nunca, ni se puso nervioso, que nunca se atemorizó por semejante situación, ni mucho menos comenzó a rogar con insistencia a los demonios para ordenarles que salieran, hasta que lograra que ellos obedecieran.
Muchas veces, tenemos una idea de lo que puede ser la lucha y la guerra espiritual, y enfrentarnos a los demonios, que significa luchar y luchar y luchar y luchar... y luchar hasta ver cuándo el diablo va a ceder, pero yo no puedo ver ese reflejo en Jesús; jamás veo a un Jesús por horas teniendo que luchar con los demonios hasta que los demonios salieran.
Es más, en el primer caso que vimos y que leímos hoy, nos dimos cuenta que ni siquiera Jesús se dirigió a esos demonios, los demonios salieron, obviamente en las personas en la que estaban, salieron de medio de los sepulcros donde siempre vivían y se le enfrentaron al Señor, oye, ¿por qué nos vienes a molestar? Antes de la hora señalada ya vienes a entrometerte con nosotros, e inmediatamente después, le dijeron, si nos expulsas mándanos a los cerdos. A ver, por anticipado, los demonios sabían cuál iba a ser el destino.
Muchas veces nosotros al luchar, en nuestra mente, estamos luchando porque no estamos seguros de cuál es el destino del diablo; y luchamos hasta ver si él va a ceder para poder salir de esa situación o de esa circunstancia, pero ésa no es la realidad espiritual en la cual el Señor nos puso a cada uno de nosotros.
Ahora, vamos a ver un ejemplo más de Jesús, también en Mateo, el capítulo 17, por favor, Mateo 17, voy a leer desde el versículo 14, dice así:
"Cuando llegaron a la multitud,
un hombre se acercó a Jesús y se arrodilló delante de él.
—Señor, ten compasión de mi hijo. Le dan ataques y sufre terriblemente.
Muchas veces cae en el fuego o en el agua.
Se lo traje a tus discípulos, pero no pudieron sanarlo.
—¡Ah, generación incrédula y perversa! —respondió Jesús—.
¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes?
¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?
Tráiganme acá al muchacho.
Jesús reprendió al demonio, el cual salió del muchacho,
y éste quedó sano desde aquel momento.
Después los discípulos se acercaron a Jesús y,
en privado, le preguntaron:
—¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
—Porque ustedes tienen tan poca fe —les respondió—.
Les aseguro que si tienen fe tan pequeña como un grano de mostaza,
podrán decirle a esta montaña:
“Trasládate de aquí para allá”, y se trasladará.
Para ustedes nada será imposible."
Mateo: 17: 14-20 / NVI
Aquí la situación para Jesús, no cambió de cómo había sido. ¿Qué quiero decir? Cuando Jesús se enfrentó al demonio actuó de la misma manera que siempre había actuado, nada fue distinto, pero lo que sí cambió fue la situación para los discípulos. ¿Por qué? Porque los discípulos también se enfrentaron a este demonio y no pudieron expulsarlo.
Entonces el papá del muchacho, obviamente se acercó a Jesús y le dijo, Jesús ten compasión... ¿Por qué? Porque mi hijo sufre terriblemente, pero se lo traje a los discípulos y los discípulos no pudieron hacer nada.
Y uno nota un enojo de parte de Jesús, ¿sí o no? Las palabras de Jesús no son normales, porque Él dice, generación incrédula y perversa, ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos?
¿Se enojó o no se enojó Jesús?
Sí, se enojó, por si alguno tiene dudas de que Jesús, alguna vez, se hubiera enojado, aquí se ve que Jesús sí se enojó alguna vez, aún la Palabra nos dice a nosotros, enójense pero no pequen. Quiere decir, que hay muchas veces que nos podemos enojar porque hay algo que espiritualmente está mal.
Así que, si alguna vez notas que el Señor se enoja contigo, no es porque no te ama, es porque se da cuenta que hace mucho tiempo hay una situación que está mal, espiritualmente está mal; y tiene que cambiar de una vez por todas.
Eso es parte del amor de Dios, aunque no es mi tema hoy, pero lo que vemos, es a un Jesús enojándose con los discípulos, ¿por qué? Porque no pudieron hacer lo que les correspondía hacer.
Ahora, cuando ya todo pasó se acercaron, obviamente, y le dijeron en privado por supuesto, para no exponerse ante los demás, ¿Señor, por qué no pudimos nosotros sacarlo afuera a este demonio? Y Jesús les respondió muy sencillo, por falta de fe, por su poca fe; si ustedes tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza le dirían a esta montaña que se echan al mar y la montaña lo haría, para ustedes nada será imposible, si tienen ésa fe.
Hace un mes, aproximadamente, escuchamos una Palabra del Señor por boca de Daniel Cipolla, donde nos hablaba precisamente, de la unidad que existe entre la fe y la autoridad.
Cuando nosotros, como Iglesia del Señor, desconocemos quién es el Señor y la autoridad que Él tiene, entonces carecemos de fe, y ante la falta de fe no podemos ser un canal de la autoridad de Dios para que ocurra lo que Dios tiene determinado.
Ahora, imagínense que en la guerra espiritual para la Iglesia, lo que la Iglesia hace es ser el canal del Señor para que lo que está en el corazón de Dios que debe ocurrir en la Tierra, ocurra, porque la Iglesia sabe que Dios tiene autoridad y ha determinado que las cosas fueran de una manera. Entonces, cuando la Iglesia está luchando espiritualmente, tiene entendimiento de que el Señor, tiene completa, absoluta y total autoridad, y eso genera una fe sin límites en el corazón de la Iglesia, de tal manera que puede hacer aguerridamente lo que tiene que hacer, y ya sabe por anticipado que el final, es un final de victoria.
Ahora quiero que vayamos Efesios 1, y vamos a leer algo que Pablo les escribió a los cristianos en esa ciudad de Éfeso, y que está muy relacionado con esto que estamos compartiendo. Conocemos muy bien este pasaje porque muchas veces, seguramente lo hemos leído, pero hoy vamos a mirar algunas cosas muy importantes.
Vamos a ver Efesios 1 desde el versículo 15 hasta el versículo 23, yo lo voy a leer en este caso, en la Reina Valera Contemporánea, dice:
"Por esta causa también yo,
desde que supe de la fe de ustedes en el Señor Jesús
y del amor que ustedes tienen para con todos los santos,
no ceso de dar gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones,
para que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre de gloria,
les dé espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de él.
Pido también que Dios les dé la luz necesaria
para que sepan cuál es la esperanza a la cual los ha llamado,
cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos,
y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros,
los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa,
la cual operó en Cristo, y lo resucitó de entre los muertos
y lo sentó a su derecha en los lugares celestiales,
muy por encima de todo principado, autoridad, poder y señorío,
y por encima de todo nombre que se nombra,
no sólo en este tiempo, sino también en el venidero.
Dios sometió todas las cosas bajo sus pies,
y lo dio a la iglesia, como cabeza de todo, pues la iglesia es su cuerpo,
la plenitud de Aquel que todo lo llena a plenitud."
Efesios 1:15-23 / RVC
¿Qué era lo que oraba Pablo por los creyentes en Éfeso? Para que tuvieran espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Él.
Amados, tener revelación no es llenarnos de mayor información y conocimiento intelectual, porque estamos aquí, por ejemplo, y escuchamos la Palabra, y obviamente esa palabra que escuchamos trae a nuestra mente información que, posiblemente antes no teníamos.
No es estar en casa leyendo la Palabra o buscando algún libro de ayuda para poder comprender la profundidad de cierto pasaje, el contexto histórico, etc. etc. Eso es muy bueno, pero lo que Pablo estaba declarando y orando para los Efesios era, que recibieran espíritu de sabiduría y revelación en el conocimiento de aquél que es Dios y Señor.
Alguien que está más allá de las palabras, alguien que está más allá de un libro, alguien que está más allá del conocimiento intelectual de todo lo que Él puede ser.
¿De qué depende de que la autoridad en la Iglesia se haga manifiesta? De la revelación que la autoridad tenga del Señor Jesucristo.
A mayor revelación de Cristo mayor autoridad manifestada, a menor revelación de Cristo, cuando nos enfrentemos a situaciones de lucha, vamos a temer, ¿por qué? Porque no habrá una fe segura sabiendo por anticipado el resultado. Y eso es lo que muchas veces, tristemente debo decir, nos ocurre como Iglesia del Señor. Sí, luchamos, somos conscientes que hay una situación determinada que requiere de una lucha y de una guerra espiritual, pero al luchar nos falta esa revelación del conocimiento del Señor, de su grandeza y de su poder, que excede cualquier cosa que pudiéramos imaginar, y al desconocer esa realidad de Él, no podemos luchar con convicción.
Es más, muchas veces ésa es la razón por la cual seguimos luchando constantemente y parece que nunca nos detenemos. Y yo digo, pero a ver, ningún ejército puede luchar sin fin, en algún momento la lucha tiene que acabar, alguien tiene que vencer, pero parece que nosotros luchamos, y luchamos, y luchamos y pasan los años, y seguimos luchando espiritualmente, por las mismas cosas... ¿y cuándo se va a ver la victoria del Señor?
No es posible, estamos equivocados de la manera en la que estamos viendo la lucha espiritual, no estamos actuando como ese Jesús que caminó en la Tierra, y que ante cualquier demonio, simplemente dijo la Palabra que tenía que decir, sabiendo que ocurría en ese momento lo que debía ocurrir; y la lucha terminó. Habrá una nueva lucha, pero ésa lucha ya terminó.
La revelación en el conocimiento de Cristo, nos hace comprender todo lo que Él es, todo lo que tiene, y todo lo que hemos recibido, porque por eso Pablo después les dice, pido también que Dios les dé la luz necesaria para que sepan cuál es la esperanza a la cual los ha llamado, cuáles son las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros, los que creemos, según la acción de su fuerza poderosa, la cual operó en Cristo, y lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su derecha en los lugares celestiales, muy por encima de todo principado, autoridad, poder y señorío, y por encima de todo nombre que se nombra, no sólo en este tiempo, sino también en el venidero.
¿Cuál es la fuerza poderosa que nos habita? La misma que levantó a Cristo, lo resucitó, lo sentó a la derecha de Dios, e hizo que estuviera por encima de todo lo que se llame demonio, protestad, ángeles, poderes, lo que sea. Aunque hubiera algo que tú no conozcas, sobre eso, también está sentado Cristo.
Quiere decir, que hoy puedo saber con lo que estoy luchando, pero dentro de una semana no sé con qué me voy a enfrentar, pero aún sobre eso, Cristo también está por encima.
Cuando tengo esa dimensión del Cristo que me habita, y que además, como también lo está diciendo Pablo aquí, somos como cuerpo aquellos que reflejamos el poder de la cabeza, somos la plenitud de aquél que lo llena todo en todo.
Quiere decir, que no puede haber ningún impedimento para que el ejercicio del poder, se manifieste la autoridad del Señor tiene que pasar por nosotros y hacer que las cosas ocurran de acuerdo a la voluntad de Dios, no puede haber un impedimento, no puede haber una traba, porque la traba nunca será de parte del Señor. La traba es que no hemos conocido al Señor en la dimensión necesaria y entonces nuestra fe empieza a decaer.
Ahora, en Efesios también vamos a leer el capítulo 2 y versículo 6, lo leo en la Nueva Versión Internacional, dice así:
"Y en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó
y nos hizo sentar con él en las regiones celestiales".
Efesios 2:6
A ver, hace un momento leímos que Pablo le decía a los efesios, entiendan que este poder, esta fuerza sobrenatural, operó en Cristo, lo resucitó y luego lo sentó en los lugares celestiales al lado del Padre. Ahora Pablo por el Espíritu, está escribiendo en unión con Cristo Jesús, Dios nos resucitó a nosotros y ¿dónde nos hizo sentar? Con Él en las regiones celestiales. Quiere decir que la posición de Cristo y la posición de la Iglesia, no son dos posiciones distintas.
A ver, no es que Cristo en este momento está sentado allí arriba y nosotros, hasta que nos encontremos por la eternidad con Él, estaremos sentados allí arriba. Entonces, ¿ahora dónde estamos? Acá abajo, no, no, no es así, físicamente estamos acá abajo, porque necesitamos tocar este suelo para tener contacto con aquellos que necesitan a Cristo, por eso estamos acá abajo, pero espiritualmente no estamos acá abajo, espiritualmente estamos allá arriba.
Y déjame decirte algo, aquellos que saben de guerra, sobre todo aquellos que arman las estrategias de guerra, saben que si el Ejército está en una mayor altura que el enemigo y lo puede ver desde otra posición, puede adelantarse y pueden prever cómo va a actuar para vencer más rápidamente.
¿Saben lo que está diciendo con esto el Señor? Yo te puse en esa posición para que veas por arriba del enemigo, dónde está él. Jamás te va a poder sorprender, aunque no sepas lo que vaya a hacer, no te puede sorprender porque estás en una posición más arriba de tu enemigo; y estás viendo, tienes la habilidad porque Yo te la di, de ver todo lo que él va a hacer. Desde esa posición, es que luchamos, no desde la Tierra, desde los lugares celestiales con Cristo.
Quiero leer Efesios 3:10, dice:
"El fin de todo esto es que la sabiduría de Dios,
en toda su diversidad, se dé a conocer ahora, por medio de la iglesia,
a los poderes y autoridades en las regiones celestiales."
Efesios 3:10
Iglesia, no sé no si alguna vez te pusiste a pensar alguna de las funciones que el Señor mismo nos delega por la Palabra, ¿qué hace la Iglesia? Es muy sencillo, que la sabiduría de Dios en toda su diversidad sea conocida a través de nosotros, ¿por quienes? Por poderes y autoridades en las regiones celestiales.
Hay cosas, y lo dice la Palabra, que ni los ángeles conocen, pero nosotros conocemos, de la sabiduría de Dios, pero sobre todo, nosotros sabemos quién es el Señor y cómo va a actuar y conocemos su poder ilimitado, y eso se lo damos a conocer a cualquier poder del enemigo que se no enfrente.
Quiere decir, que venimos como algo así, como con carta de presentación para decir, no te olvides diablo que venimos en Nombre de aquel que ya hizo todas las cosas, que tiene un poder ilimitado, y su sabiduría se va a manifestar para demostrarte que estás vencido, en ese Nombre y en esa autoridad, es que nosotros nos presentamos.
Ahora vayan por favor a Hebreos el capítulo 2 y el versículo 14, dice:
"Por tanto, ya que ellos son de carne y hueso,
él también compartió esa naturaleza humana para anular,
mediante la muerte, al que tiene el dominio de la muerte
—es decir, al diablo—."
Hebreos 2:14
A ver, la Palabra aquí está afirmando algo que tiene que ser el punto número uno en mi lista de seguridad. Claro, si yo quiero estar seguro de lo que soy y lo que tengo en Cristo, el punto número uno debiera ser ése, ¿por qué? Porque dice que Jesús compartió la misma carne y hueso que nosotros tenemos, ¿para qué? Para anular mediante la muerte, cuando Él murió, al que tiene el dominio de la muerte, es decir, al diablo.
La muerte de Jesús, no sólo era para rescatarnos a nosotros. A ver, claro obviamente, que es demasiado importante poder seguir entendiendo y proclamando que la muerte de Jesús salva al ser humano, claro que sí, pero hay algo todavía que fue más allá en el poder y la sabiduría de Dios, para prever la clase de vida que nosotros, como Iglesia de Cristo, teníamos que vivir en la Tierra, el previó que viviéramos una vida de victoria, y para eso, en la muerte anuló cualquier cosa que le perteneciera al diablo. Lo dejó sin efecto al diablo mismo. En otras versiones dicen, destruyó al diablo, pero es lo mismo, el punto es, ustedes se pueden preguntar, ¿bueno, pero no los destruyó porque yo muchas veces me doy cuenta que todavía sigue molestando? No, no... está bien, pero es totalmente diferente. ¿Sabes por qué molesta? Porque sabe que está anulado y destruido, molesta como aquel que dice, mientras todavía no tenga mi destino eterno, que va a ser el lago de fuego, mientras no llegue ahí, yo quiero ver a cuántos puedo arrastrar conmigo a esta destrucción. Sencillo, yo ya estoy destruido, pero voy a ver a cuántos puedo también llevar conmigo.
¿Con quién sí lo puede hacer? Primero, con aquellos que están desprotegidos porque no tienen la cubierta del poder y de la gracia del Señor. Por eso a nosotros debiera pesarnos saber que la gente que nos rodea está absolutamente desprotegida de cualquier clase de poder de Dios, y el diablo la puede arrastrar como se le dé la gana.
¿Dónde está la diferencia? Que cuando tú y yo, como Iglesia de Cristo, llegamos a un lugar y estamos con gente que vive desprotegida, pero se hace presente a través de nosotros la protección sobrenatural de Dios, el diablo ya no puede permanecer, porque lo que estamos haciendo con nuestra presencia y con la autoridad de Cristo que está en nosotros, es recordarle al diablo lo que Jesús ya hizo en la cruz, y muchas veces, ni una palabra tenemos que decir para eso, una vez que estamos allí, como pasó con el primer ejemplo de leímos de Jesús, ¿no? Jesús no dijo nada, pero los endemoniados salieron de los sepulcros a gritarle, y a decirle a Él, ¿por qué nos molestas? Porque la presencia del Señor estaba manifestando que se había acabado el tiempo para ellos.
A ver amados, cuando estás en el trabajo, en la escuela, en el vecindario, en el súper, te rodean muchísimas personas absolutamente desprotegidas a quienes el diablo las zamarrea y hace con ellos lo que quiere, pero cuando tú estás ahí, llegó la presencia del Señor, la protección de Dios, y en ti mismo está la declaración de anulación para el diablo, la presencia de Cristo en ti, en mí, le vuelve a recordar que él no puede hacer nada.
Por eso, una de las cosas que debiéramos sacar de nuestro vocabulario es, esta persona ¡qué difícil es para el evangelio! ¡qué duro es! Porque esas expresiones no están hablando sobre la persona, están hablando sobre la influencia que el diablo tiene sobre ellas, ¿y sabe lo que hacemos sin darnos cuenta? Estamos poniendo en un nivel más alto al diablo, que ya no tiene ningún poder.
A ver, no sé si logro darme a entender, pero necesitamos ver que cuando hacemos eso, es lo mismo que les pasó a los discípulos cuando no pudieron expulsar al demonio, es la misma cosa, porque al decir, ¡qué duro es, qué difícil para el evangelio! Estoy yo mismo diciendo, ni siquiera el poder que levantó a Cristo de la muerte y que lo hizo sentar a la derecha de Dios, puede cambiar a esta persona, cómo se me podía ocurrir a mí que el poder sobrenatural de Dios, que no tiene límites, no puede cambiar al ser humano, claro que lo puede cambiar, en realidad yo debía ver, que cuando ahí está la presencia del Señor, algo empezó a ocurrir; y lo primero que ocurre, es que el diablo tiene que salir, el diablo ya está advertido que Jesucristo ya se hizo presente en ese lugar a través de nosotros como Iglesia, no puede permanecer, su actividad opresora sobre la gente no puede continuar. Pero ¿sabes de qué depende? De que nos sea revelado quién es Cristo para nosotros, si se abre nuestro entendimiento espiritual para ver toda la magnitud del Cristo que nos habita, vamos a caminar aún de otra manera sobre este mundo, va haber una seguridad y una firmeza en nuestro paso, una determinación en nuestras acciones, palabras de fe y de autoridad cuando hablamos, no va haber temor al enfrentar ninguna situación, ¿por qué? Porque sabemos de parte de quién estamos en ese lugar.
Ahora, quiero ir por favor a Colosenses el capítulo 2, voy a leer desde el versículo 8, también en la Nueva Versión Internacional:
"Cuídense de que nadie los cautive
con la vana y engañosa filosofía que sigue tradiciones humanas,
la que va de acuerdo con los principios de este mundo
y no conforme a Cristo.
Toda la plenitud de la divinidad habita en forma corporal en Cristo;
y en él, que es la cabeza de todo poder y autoridad,
ustedes han recibido esa plenitud.
Además, en él fueron circuncidados,
no por mano humana sino con la circuncisión que consiste
en despojarse del cuerpo pecaminoso.
Esta circuncisión la efectuó Cristo.
Ustedes la recibieron al ser sepultados con él en el bautismo.
En él también fueron resucitados mediante la fe en el poder de Dios,
quien lo resucitó de entre los muertos.
Antes de recibir esa circuncisión, ustedes estaban muertos en sus pecados.
Sin embargo, Dios nos dio vida en unión con Cristo,
al perdonarnos todos los pecados
y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley.
Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz.
Desarmó a los poderes y a las potestades,
y por medio de Cristo los humilló en público
al exhibirlos en su desfile triunfal."
Colosenses 2:8-15
Amados, esto ya fue hecho a nuestro favor, por eso hoy empecé diciendo, cuánto tenemos de parte de Cristo. Tenemos mucho más de lo que meditamos a diario, pensamos más o en lo que no tenemos, o en la dificultad, o en la circunstancia, más que meditar en lo que ya hemos recibido, porque si tan sólo leyéramos este pasaje que acabo de leer, cada mañana, nuestro día cambiaría.
¿Qué es una de las cosas tradicionales en la tarea del diablo? Acusarnos, ¿sí o no? Ésa es una de las estrategias más clásicas del diablo, viene a acusarnos, estás mal en esto, hiciste mal aquello, recuerda que tú tienes este problema hace años, no te olvides que tú eres así, hace años que vienes luchando con lo mismo, ¿sí o no? ¿nos acusa o no? Que fácil sería leer Colosenses 2 y decir, Dios nos dio vida en unión con Cristo al perdonarnos todos los pecados y anular la deuda que teníamos pendiente por los requisitos de la ley, Él anuló esa deuda que nos era adversa, clavándola en la cruz.
A ver, si te detienes un minuto en recordar esta Palabra y la declaras con fe, ¿el diablo puede seguir acusándote? De la única manera que lo podría seguir haciendo es que tú, a propósito, estés pecando contra Dios. Ahí sí, claro, porque cada vez que pecamos contra Dios, estamos abriendo legalmente una puerta para que él tenga influencia, para que el diablo, quiero decir, tenga influencia sobre nosotros, pero si es una acusación para recordarnos aquello por lo cual ya fuimos perdonados, y aquello que sabemos que el Espíritu del Señor está haciendo una tarea en nuestro interior, no hay ninguna acusación que pueda ser válida en nuestra contra.
Y déjame decirte, eso también es lucha espiritual, porque cuando el diablo viene con esa clase de ideas a nuestra mente, es cuando nosotros tenemos que simplemente estar parados allí para declarar lo que viene de Dios, ni siquiera cómo me siento, es muy poco importante cómo me siento, lo que es muy importante es lo que Dios ya hizo a través de Cristo en mí, cuando yo lo declaro, el diablo no va a poder seguir enfrentándose a ti ni a mí, no lo puede hacer.
Ahora, fíjese que más decía al final el versículo 15, al final de la parte que leímos, desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo, los humilló en público al exhibirlos en su desfile triunfal.
Esto alguna vez creo que lo dije, pero esta figura era muy gráfica para ese tiempo, por eso Pablo lo usó, porque cuando un ejército vencía iba por las calles de la ciudad teniendo, digamos, tomados a los soldados del otro ejército y los exhibía por las calles, para declarar con esa exhibición pública que habían triunfado y que los otros estaban vencidos.
¿Qué está haciendo Pablo usando este ejemplo? Mostrando lo que ocurrió a nivel espiritual. A nivel espiritual desarmó a los poderes y a las potestades, y por medio de Cristo, Dios los humilló en público e hizo un desfile triunfal, y dijo aquí están, ¿ven todos esos poderes diabólicos? Al mismo diablo, aquí está, ya está vencido, ya la guerra se determinó, no hay que esperar para ver quién es el victorioso, la victoria ya está dada, el victorioso es uno solo y lo seguirá siendo por eternidad.
Así que no hay nada más que preguntarse, solamente mirar que los demás han quedado desarmados, y ahora están tomados por el que es más fuerte.
Vayamos a Efesios 6, por favor, y vamos a leer algo que es muy específico para hablar de lucha o de guerra espiritual. Efesios 6, no lo voy a leer completo, pero voy a leer desde el versículo 10 al versículo 13, que es en donde me quiero detener, para que observemos algunas cosas:
"Por último, fortalézcanse con el gran poder del Señor.
Pónganse toda la armadura de Dios
para que puedan hacer frente a las artimañas del diablo.
Porque nuestra lucha no es contra seres humanos,
sino contra poderes, contra autoridades,
contra potestades que dominan este mundo de tinieblas,
contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.
Por lo tanto, pónganse toda la armadura de Dios,
para que cuando llegue el día malo puedan resistir hasta el fin con firmeza."
Efesios 6:10-13
Claro que hay una lucha, y la Palabra lo dice, pero el punto es que la lucha nunca es contra personas, el diablo muchas veces va a usar a personas para enfrentarse a nosotros, ¿por qué? Porque sabe que la primera reacción que tenemos los seres humanos, es enojarnos con la persona, entonces, de esa manera logra desviar nuestra atención, para que en vez de que estemos enfocados en que la lucha la tenemos contra él, contra el diablo y contra sus huestes, ahora nosotros tenemos una lucha con la persona que nos hizo algo, nos desenfoca.
¿Qué tenemos que hacer nosotros? Volver a recordar que la Palabra afirma una realidad, nuestra lucha no es contra personas, jamás, y te pueden hacer lo peor, ¿eh? A ver, te pueden hacer lo peor, pero nunca culpes a la persona por lo que te está haciendo, porque detrás de esas acciones de la persona está el diablo, están sus huestes, están los demonios moviendo a la persona para usar una manera práctica de agredirte.
Entonces, nuestra lucha está, es evidente, pero no es contra personas, pero aunque la lucha sea contra los poderes, contra la huestes de maldad, contra las potestades, yo no me puedo olvidar lo que acabamos de leer en Colosenses, ya fueron desarmados, ya fueron mostrados públicamente como derrotados, están dando los últimos coletazos mientras les quede tiempo para ver a quién más arrastran; y si te pueden echar la vida a perder lo van a hacer, claro, lo van hacer, pero ya están derrotados.
Al enfrentarme, me enfrento desde la posición de victoria que Cristo ya ganó y desde esa posición, dice que tengo que resistir.
Mire les voy a leer los últimos dos versículos y pasajes, uno en Santiago 4:7, relacionado con esto para que veamos una unidad con lo que acabamos de leer:
"Así que sométanse a Dios.
Resistan al diablo, y él huirá de ustedes."
Santiago 4:7
Vayan ahora a 1 Pedro 5, por favor, versículos 8 y 9, dice:
"Practiquen el dominio propio y manténganse alerta.
Su enemigo el diablo ronda como león rugiente, buscando a quién devorar.
Resístanlo, manteniéndose firmes en la fe,
sabiendo que sus hermanos en todo el mundo
están soportando la misma clase de sufrimientos."
1 Pedro 5:8-9
Si ustedes notan con atención, tanto en Efesios, como en Santiago, como en Pedro, la Palabra nos insta a resistir al diablo.
La figura de resistir, es algo así como estar parado enfrente, firme oponiéndose a cualquier cosa que va hacer contra mí, pero no en la figura de salir al ataque. Es más, hoy no leí toda la armadura de Dios, les pido que en casa la lean, sigan leyendo Efesios 6 y para que lean toda la armadura de Dios.
Ahora, se van a dar cuenta de algo en la armadura, ninguno de los elementos mencionados allí, salvo uno son de ataque, todos son de defensa, de protección, la espada del Espíritu, que es la Palabra, es el único elemento mencionado como elemento de ataque, ¿qué quiere decir? Que no es que nosotros nos despertamos cada mañana a decir, a ver, ¿dónde está el diablo? Y a ver le voy a cortar la cabeza el día de hoy. No, ¿sabe por qué no? Porque eso es perder el tiempo, porque Dios no nos puso en la Tierra para cortarle la cabeza al diablo, porque Él ya se la cortó, nos puso en la Tierra para conquistar los corazones por el evangelio, la gracia y el poder de Dios, de aquellos que no tienen a Cristo. Cuando hacemos esa tarea, es cuando el diablo se nos viene contra nosotros, por eso ¿qué hacemos nosotros? Resistir, estamos firmes, no nos va a poder bajar.
Déjeme decirlo así, no nos va a poder bajar, que golpee, que ataque, que haga lo que se le dé la gana, vamos a permanecer firmes, ¿porque somos muy valientes? No, porque estamos parados en la verdad de Cristo, porque sabemos que el que nos habita es el que triunfó, es el que ya lo decapitó, es el que declaró la sentencia de que está completamente anulado y no puede hacer nada.
Así que, cualquier cosa que el diablo quiera hacer, nunca va a prosperar en mi contra, no puede prosperar. Es más, yo quiero que ustedes vean esto, en muchas oportunidades confundimos una situación o una circunstancia particular que estamos viviendo, y sobre todo si la circunstancia permanece, o sea, no se acaba pronto, la confundimos con que ahí está el diablo todavía, casi a punto de vencer. Es un error pensar así, el diablo está vencido, el único que está permitiendo que la situación se estire, ¿quién es? Es el Señor, sino vean, al leer Job, el diablo se presentó ante el Señor y el Señor es el que lo autorizó a ir a molestar a Job, y a hacer todo lo que hizo, fue con el permiso de Dios.
Quiere decir que, no mires ni siquiera una circunstancia que estás viviendo, aunque te parezca que ya se alargó, como que el diablo todavía está ahí, a ver si me logra vencer o si todavía me mantengo hasta el final. No, ya está vencido, es el Señor el que la está estirando porque quiere ver cuál va a ser mi reacción, quiere ver si yo estoy igual el día quince como el día uno, claro, porque cuando todo empieza tengo toda la armadura bien puesta, pero el quince ya, ya paren los golpes, ya, ya... ¿no? Como cantaba Alberto Cortés, ¿no? "Paren el mundo me quiero bajar..."
Y muchas veces uno se siente así, no quiero más, no quiero más, deténganse un ratito.
A ver, físicamente me puedo sentir cansado, ¿está bien? Aún emocionalmente, me puedo sentir cansado, pero por favor, nunca mezclen ni lo humano ni lo físico, ni emocional, con lo espiritual.
Lo espiritual tiene una fortaleza que no viene de nosotros, depende de la fortaleza del Señor de la que leímos antes, el mismo poder que levantó a Cristo, por la fuerza poderosa y sobrenatural, es el que nos habita.
Quiere decir, que como también escribió Pablo, por fuera podemos parecer que estamos destruidos pero por dentro, estamos llenos del poder de Dios, y estamos tan capacitados para resistir el día quince, el treinta o el mil como el día uno.
El llamado del Señor a su Iglesia es, cuando ves que el diablo está ahí y quiere molestar, resiste, ponte la madura. Pero una cosa no te olvides, sométanse siempre a Dios, porque el estar sometidos, en humildad, bajo la poderosa mano de Dios, cosa que no leí, es lo que nos permite mantenernos intactos espiritualmente para que nada pueda penetrar.
Si yo me levanto en mis fuerzas o me siento orgulloso de que ya vencí cuatro, y ahora viene la quinta y también la voy a vencer, porque ya vencí cuatro, entonces, me salgo de la realidad espiritual en la que Dios me puso, la realidad espiritual, es que yo soy fuerte por Él, solamente por Él, que vencí cuatro porque simplemente se aplicó la victoria de Cristo en esas cuatro situaciones de mi vida, y no tengo nada que temer, vuelvo a estar sujeto al poder, a la gracia, a la autoridad de Señor; y ésa es la manera en como el Señor me hace vencer día, tras día, tras día, día tras día.
Amados, estamos seguros que tenemos guerra espiritual, diariamente la tenemos, pero estamos fortalecidos en el poder de su fuerza. Quiere decir, que la tarea que tenemos sobre esta Tierra como Iglesia, depende de la mayor revelación de Cristo, porque a mayor revelación de Cristo, mayor seguridad de lo que soy y lo que tengo en Él. A mayor revelación de Cristo, una mayor fe que me hace estar bien parado en mis cabales sabiendo lo que tengo y sabiendo que siempre la victoria está de mi lado.
Así que, quisiera que estuviéramos de pie en este día y que juntos oráramos al Señor, pero oráramos desde este lado, del lado de la victoria, sí, pidiendo al Señor, que el espíritu de sabiduría y revelación venga a nosotros y que se manifieste día tras día sobre nosotros, pero ¿dónde estamos parados? En la victoria del Señor.
Padre, te agradecemos, honramos tu Nombre, honramos, Señor todo lo que Tú eres, y todo lo que has hecho a nuestro favor.
Señor, es mucho más de lo que a veces nos dedicamos a pensar y a meditar, es mucho más lo que has hecho por nosotros, de lo que vino a nuestra mente diariamente, simplemente, porque estamos viviendo la vida de todos los días, y porque las circunstancias pareciera que nos tapan.
Señor, lo primero que queremos hacer hoy, es unirnos a la oración del apóstol Pablo, oramos Señor, para que derrames sobre nosotros un espíritu de sabiduría y de revelación en el conocimiento de Cristo, revélalo sobre toda tu Iglesia alrededor del mundo.
No importa, Señor, lo que tu Iglesia haya escuchado antes, de dónde viene, cuáles son sus doctrinas, lo que le han enseñado, cuál es su tradición, cuáles son los rudimentos, no me importa, Tú eres el Señor y Tú sabes quiénes son los tuyos, tú conoces a los tuyos perfectamente, así que a tu Iglesia, revélale la grandeza de quién eres y de todo lo que has hecho a nuestro favor. Que el espíritu de sabiduría y de revelación, haga que explote en nuestro interior, el conocimiento de tu persona.
Señor, cuando esto empieza a ocurrir, entonces, cada día más, estamos firmemente parados en la realidad en la que Tú nos pusiste.
No es la realidad que estamos buscando, porque fuimos muy inteligentes para saber dónde buscar la mejor posición, no fue tampoco la realidad que conseguimos con nuestro esfuerzo, esa realidad, la obtuvimos en medio de nuestra bajeza, cuando estábamos muertos en nuestros pecados, separados de ti y éramos tus enemigos. Tú nos hiciste cercanos y nos pusiste en esta posición de privilegio, Tú lo hiciste a nuestro favor, Señor.
Por eso, te alabamos, y cada día de nuestra vida te daremos toda la gloria por lo que has hecho, Tú lo mereces todo, nosotros no hicimos nada para conseguirlo, pero Tú hiciste todo y hoy podemos disfrutarlo, hoy estamos llenos de ti, hoy has dado tu Espíritu Santo, aún cuando nos hemos bautizado en agua, ocurrió algo a nivel espiritual y sobrenatural en nuestras vidas, fue sepultado todo aquello por lo cual antes pecábamos sin parar, aún hoy leímos en la Palabra que fuimos circuncidados de nuestro cuerpo pecaminoso. Señor cortaste con bisturí, exacta y perfectamente, aquello que nos inclinada al mal todo el tiempo, eso ya no está en nosotros, lo arrancaste de nuestra vida Señor.
Por lo tanto, queremos estar parados en la realidad del Cristo que nos habita, pero además de eso, queremos volver a recordar que pisamos la Tierra pero nuestra posición espiritual no es este mundo, nuestra posición espiritual es estar sentado contigo allí arriba, dominando, gobernando, viendo las circunstancias y las cosas como Tú las ves, observando la mejor estrategia para que tu victoria, aquella que alcanzaste en la cruz, se haga manifiesta otra vez, recibiendo de ti Señor, esa sabiduría que nos hace dar pasos seguros, de tal manera, que vamos directo a la manifestación de la victoria; ni siquiera puede haber en nosotros un pequeño temor, una pequeña clase de duda que nos haga rebajarnos de la posición que nos has dado.
Señor, sabemos lo que somos y tenemos en Cristo; y hoy oramos Señor, para que tu Iglesia no se entretenga más de la cuenta con el diablo. Señor, que esté enfocada en manifestarte a ti y manifestar el Reino, y cuando esté haciendo eso, por supuesto que el diablo no va a estar a gusto y va a venir a atacar una y otra vez; y va a venir con acusaciones, va venir con mentiras, va a venir con historias inventadas. Pero Señor, tu Iglesia se mantiene firme, resiste bien vestida con toda la armadura que nos han dado para resistir cuando el día es malo, sabiendo que estamos parados frente al enemigo con la victoria de nuestro lado; y cuando estamos parados y el enemigo ve a Cristo en nosotros, vuelve a recordar que quedó exhibido públicamente y que ya fue desarmado, y que no tiene ningún poder, ninguna autoridad, ni nada que pueda venir en contra de la Iglesia.
Por eso dijiste Señor, ni las puertas del Hades van a prevalecer contra ella.
Te alabamos Señor, por lo que somos y tenemos en Cristo Jesús, porque podemos luchar en fe y en autoridad, porque la autoridad que viene de ti, es una autoridad segura, depende de lo que ya hiciste y depende de tu poder, no depende de lo que nosotros podamos decir con nuestros labios, ni siquiera tu autoridad se rebaja cuando empezamos a tambalear, sigue firme.
Señor, lo único que queremos, es que tu autoridad pueda fluir a través de nosotros sin ningún estorbo, que sea un canal limpio cada una de nuestras vidas, y todos como Iglesia, un canal limpio donde fluya la autoridad tuya, y el diablo vuelva a recordar, que aunque está en este mundo y fue llamado príncipe de este mundo, el mundo no le pertenece, las vidas no le pertenecen, ninguna situación puede hacer que él tome el dominio y el control, cuando tu Iglesia está puesta en pie frente al diablo para volver a manifestar la victoria de Cristo.
Gracias Señor te damos, hoy te alabamos, te honramos, te agradecemos por lo mucho que nos has dado. Y a ti Señor, te damos como siempre la honra, la gloria, la alabanza, la adoración y el reconocimiento que mereces, vivimos día a día postrados en nuestros corazones, reconociendo que estamos sometidos a tu voluntad, que estamos bajo tu poderosa mano.
Señor, ante ti siempre viviremos humillados, pero ante el enemigo, viviremos siempre en pie demostrando la victoria que Cristo alcanzó en la cruz.
Te alabamos y te honramos Señor, gracias por ser nuestra cabeza, gracias por dirigirnos siempre a la victoria; y gracias porque la misión que nos ha dado en esta Tierra se está cumpliendo; y Tú lo estás haciendo, porque tu Iglesia te cree solamente a ti.
En el nombre de Cristo Jesús, lo declaramos y lo creemos, amén y amén. Amén.
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