Año 2020: Un nuevo comienzo
Daniel Cipolla
01 de February de 2020
El texto contenido en esta página fue tomado literalmente de lo expresado verbalmente
en público, por lo tanto no ha sido preparado y editado como un escrito formal.
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Estamos más que agradecidos al Señor por la oportunidad de poder estar una vez más a la luz de la Palabra y bajo la acción del Espíritu Santo, para poder recibir aquello que el Señor tiene para nosotros como su Iglesia. Y somos privilegiados ¿por qué? Porque la voz del Espíritu Santo sigue vigente en la Iglesia de Jesucristo, sigue guiando a cada uno de los hijos de Dios, y en este día la Palabra que el Señor me mostró, tiene características proféticas, que está relacionado con lo que va a pasar a partir de este año 2020 y lo que viene por delante.

Pero para poder empezar tengo que mostrarles dos cosas, y hacerlos reflexionar en algo que nos va a servir para entender la esencia de la Palabra que el Señor me mostró.

Yo quiero ahora mostrarles un poco esta pulsera, es una pulsera de fantasía, normal, que si se la viera bien de cerca, no sé si ustedes podrán apreciarla totalmente y yo les preguntara si esta pulsera es nueva, a coro me van a decir que no es nueva, porque hay varias partes de esta pulsera que están desgastadas, es decir, se sabe que es una pulsera que la calidad es una pulsera de fantasía el tipo de material y que ya tiene su desgaste.
Pero ahora les voy a mostrar otra pulsera diferente, si yo les muestro esta pulsera de mi esposa con sus dijes ahí colgando y les preguntara si yo compré esta pulsera hoy o hace diez años atrás, ustedes no sabrían qué responderme, ¿por qué? Porque esta pulsera es de oro, ésa es su naturaleza, y sin importar si pasó un día o pasaron diez años, siempre permanece de la misma manera, es decir, siempre se ve como nueva.
Estas dos figuras que acabo de mostrar nos van a ayudar para entender de mejor manera la Palaba que el Señor me mostró.

Y quiero que vayamos a un pasaje de la Escritura que está en Apocalipsis, capítulo 21, versículo 5, que dice de esta manera:

“Y el que estaba sentado en el trono dijo:
He aquí, yo hago nuevas todas las cosas.
Y me dijo: Escribe;
porque estas palabras son fieles y verdaderas”.

Apocalipsis 21:5 / RVR60

El Señor afirma en esta Palabra que Él hace nuevas todas las cosas y que cuando Él dice eso, esas palabras son confiables porque son fieles yson verdaderas.
Si leemos el contexto del capítulo 21 de Apocalipsis desde su comienzo, se muestra al Señor que a través de su poder ilimitado está haciendo todas las cosas nuevas, y todo empieza con la Nueva Jerusalén que desciende del cielo. Es más, aún está incluido hacer un cielo nuevo y una tierra nueva.
Si miramos esta declaración, sabemos que estamos hablando del tiempo futuro cuando esto ocurrirá y este cielo actual y esta tierra actual desaparezcan y el Señor haga aparecer el nuevo cielo y la nueva tierra, pero también esta declaración es importante para nosotros hoy, ¿por qué? Porque tiene una aplicación espiritual para nosotros como Iglesia y esa aplicación es a través de la obra que Cristo hizo a nuestro favor, ¿por qué? Porque en esa obra nosotros podemos comprobar, que la clase de vida que Cristo nos dio, que todo lo que somos y tenemos en Él, también es nuevo.

Vamos a ver esto en varias frases que están basadas en varios pasajes de la Palabra. Por ejemplo:

El Señor nos dio nuevo nacimiento
(Juan 3:3)

Somos nueva criatura
(2 Corintios 5:17)

Somos una nueva creación
(Gálatas 6:15)

Tenemos nueva vida
(Romanos 6:4)

Vivimos bajo el régimen nuevo del Espíritu
(Romanos 7:6)

Vestirse y revestirse del nuevo hombre o de la nueva naturaleza
(Conforme a lo que dice, Efesios 4:24)

Nuevo Pacto
(2 Corintios 3:6)

Cuando miramos estas verdades de la Palabra, nos damos cuenta que todo lo que Dios nos dio para vivir en Cristo Jesús es nuevo, y hay varios términos en la Biblia que se traducen al español con la palabra nuevo, pero en todas las frases recién mencionadas, aún la que usamos de Apocalipsis, la palabra griega que se utiliza es la palabra kainos, y esa palabra significa nuevo, pero nuevo en forma, nuevo en cuanto a la calidad, nuevo porque es de diferente naturaleza y tiene la cualidad de permanecer siempre en la condición de nuevo, siendo fresco y renovado; y escuche bien, no hay posibilidades que eso nuevo de Dios envejezca o se desgaste con el tiempo.
Creo que ahora estamos entendiendo un poco más la figura de las pulseras del comienzo, por qué una se desgastaba, y la otra que es de oro siempre permanece igual.

Ahora, para entender todo aquello que el Señor ha hecho con nosotros y Él nos ha conseguido, vamos a ver algunos ejemplos de cuando Jesús habló, por ejemplo, del vino nuevo.
Si leemos Mateo capítulo 9 y verso 17, Jesús habló del vino nuevo en odres viejos y ahí usó la palabra neos. Esa palabra también se traduce como nuevo, pero se refiere a algo nuevo en el tiempo a algo que es de producción reciente, es decir, de algo que acaba de salir y se lo llama nuevo.
Pero luego cuando Jesús habla de la otra clase de vino, es decir, cuando Él dice hasta el día en que beba con ustedes el vino nuevo en el Reino de mi Padre, esto está en Mateo 26:29, la palabra que Jesús utiliza ahí para nuevo no es neos es kainos. ¿Para qué? Para mostrar que el vino nuevo del Reino de Dios es de una naturaleza y de una esencia diferente al vino de este mundo.
El vino de este mundo, luego que tiene su producción reciente como vino nuevo, cuando pasa el tiempo y es colocado en odre es ¿para qué? Para ser añejado, ya deja de ser nuevo. Pero cuando hablamos de kainos, estamos hablando de algo que no importa cuánto tiempo pase, siempre permanece nuevo.
Quiere decir entonces, que neos sugiere algo nuevo en el tiempo mientras que kainos se refiere a nuevo en su calidad.

Comprobamos así la grandeza de lo que el Señor nos dio, es tan inimaginable, que esa grandeza nos muestra que todo lo que el Señor nos dio, es de una característica, de una esencia, de una naturaleza completamente nueva. Es más, estas palabras se confirman y se certifican aún más leyendo un pasaje de la Escritura, en Hebreos 10, versículos 19 al 22, que dice así:

“Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús,
tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo,
por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina,
es decir, a través de su cuerpo;
y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios.
Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero
y con la plena seguridad que da la fe,
interiormente purificados de una conciencia culpable
y exteriormente lavados con agua pura”.

Hebreos 10:19-22 / NVI

Aquí vuelve a mencionar la Escritura, que el camino que Cristo nos abrió es nuevo, quiere decir que todo lo que el Señor nos dio es nuevo, ¿sabe por qué? Porque es vivo, nuevo y vivo.
Quiere decir entonces que el camino de Dios no es una vía por la que nosotros transitamos, es Cristo mismo; y dice también que nuestro acceso al lugar santísimo es por ese camino nuevo y vivo que Él abrió, y eso se abrió en el momento en que Jesús entregó su espíritu y el velo del templo que separaba el lugar santo del lugar santísimo se rasgó en dos de arriba a abajo, a partir de ahí el lugar santísimo quedó abierto para todos los que creemos en Cristo Jesús, para poder vivir y permanecer viviendo en la presencia del lugar santísimo, algo extraordinario, imposible de suceder antes de que Cristo muriera y el Nuevo Pacto viniera hacia nosotros para darnos este acceso y esta posibilidad.

Lo que el Señor me mostró para la Iglesia es: un nuevo comienzo a partir de este año 2020, vuelvo a repetir, a partir de este año 2020 hay para la Iglesia un nuevo comienzo y el Señor me dio tres palabras para describir las características de este nuevo comienzo.

Y estas tres palabras son:
* Extraordinario
* Sobrenatural
* Inimaginable

Y quiero ahora a través de la Escritura y a través de algunos ejemplos bíblicos, mostrar cada una de estas facetas o características de esto nuevo que el Señor está haciendo con la Iglesia.
Ahora bien, debido a que el nuevo comienzo de Dios tiene que ver con el contenido de la palabra Kainos, esto nuevo de Dios no es algo que nunca existió en la Iglesia, no es algo que empieza para luego desgastarse con el tiempo o que se vaya apagando por el contrario, lo nuevo de Dios guarda su naturaleza de inalterable, de incorruptible, de manera que la idea de Dios, el propósito de Dios es que la Iglesia en todo tiempo le muestre al mundo la clase de vida que Cristo le dio, que es una vida que no cambia, es una vida que no envejece, una vida que siempre permanece fresca, renovada y nueva.

Quiere decir entonces, que la voluntad del Señor es que la Iglesia manifieste esta condición de nuevo, que es nada más y nada menos que una sola cosa, la gloria que la Iglesia recibió desde el primer día, en aquel día poderoso de Pentecostés donde la promesa del Padre se hizo visible, Cristo mandó al Espíritu Santo y la gloria de Dios cayó sobre cada uno de los creyentes que estaban reunidos.

Así que, escuche bien, cuando estoy hablando de que a partir del 2020 comienza algo nuevo lo tenemos que entender bien, no se trata de un tiempo nuevo, no se trata de una ola de avivamiento pasajera, sino de que la gloria que Dios le dio a la Iglesia desde sus inicios, permanezca todo el tiempo, esto es algo que la Iglesia jamás debió haber perdido, pero la intención de Dios es una vez más en su gracia, que esta gloria que el Señor le dio a su Iglesia desde el inicio esté fortalecida y comience a partir de este año 2020 cada vez más a mostrarse en el mundo.
Quiere decir entonces, si vamos a resumir, que lo nuevo no es algo que comienza en el 2020 para luego ir desgastándose en el tiempo, sino todo lo contrario, es para ir acrecentándose de manera que la humanidad sea impactada por la gloria de Cristo que está en nosotros como su Iglesia.

Vamos entonces a ir entender un poco más profundo la primer palabra de este nuevo comienzo y es la palabra Extraordinario.
De varios pasajes que podría haber elegido, elegí uno que realmente considero que lo que relata es absolutamente extraordinario.
Vamos a ir al Libro del profeta Ezequiel y vamos a leer Ezequiel, capítulo 37, desde el versículo 1, que dice de la siguiente manera:

“La mano del Señor vino sobre mí, y su Espíritu me llevó
y me colocó en medio de un valle que estaba lleno de huesos.
Me hizo pasearme entre ellos, y pude observar que había muchísimos
huesos en el valle, huesos que estaban completamente secos.
Y me dijo: «Hijo de hombre, ¿podrán revivir estos huesos?»
Y yo le contesté: «
Señor omnipotente, tú lo sabes».
Entonces me dijo: «Profetiza sobre estos huesos, y diles:
“¡Huesos secos, escuchen la palabra del
Señor!
Así dice el
Señor omnipotente a estos huesos:
‘Yo les daré aliento de vida, y ustedes volverán a vivir.
Les pondré tendones, haré que les salga carne, y los cubriré de piel;
les daré aliento de vida, y así revivirán.
Entonces sabrán que yo soy el
Señor’ ”».
Tal y como el
Señor me lo había mandado, profeticé.
Y mientras profetizaba, se escuchó un ruido que sacudió la tierra,
y los huesos comenzaron a unirse entre sí.
Yo me fijé, y vi que en ellos aparecían tendones,
y les salía carne y se recubrían de piel, ¡pero no tenían vida!
Entonces el
Señor me dijo: «Profetiza, hijo de hombre;
conjura al aliento de vida y dile:
“Esto ordena el
Señor omnipotente: ‘Ven de los cuatro vientos,
y dales vida a estos huesos muertos para que revivan’ ”».
Yo profeticé, tal como el
Señor me lo había ordenado, y el aliento de vida
entró en ellos; entonces los huesos revivieron y se pusieron de pie.
¡Era un ejército numeroso!

Luego me dijo: «Hijo de hombre, estos huesos son el pueblo de Israel.
Ellos andan diciendo: “Nuestros huesos se han secado.
Ya no tenemos esperanza. ¡Estamos perdidos!”
Por eso, profetiza y adviérteles que así dice el
Señor omnipotente:
“Pueblo mío, abriré tus tumbas y te sacaré de ellas,
y te haré regresar a la tierra de Israel.
Y, cuando haya abierto tus tumbas y te haya sacado de allí,
entonces, pueblo mío, sabrás que yo soy el
Señor.
Pondré en ti mi aliento de vida, y volverás a vivir.
Y te estableceré en tu propia tierra.
Entonces sabrás que yo, el
Señor, lo he dicho, y lo cumpliré.
Lo afirma el
Señor”».”
Ezequiel 37:1-14 / NVI

Esta es una profecía impresionante, literalmente impresionante; y sabemos que esta profecía está especialmente dirigida al pueblo de Israel porque tiene que ver con la promesa de Israel de regresar a su tierra y de permanecer en la tierra porque Dios se la prometió, pero esta profecía también tiene un cumplimiento en un sentido espiritual y ese sentido espiritual también alcanza a la Iglesia.

Lo primero que vemos aquí, es que el Señor le muestra a Ezequiel la condición de los israelitas, una condición devastadora, eran realmente una multitud de huesos extremadamente secos desparramados en todo un valle. En realidad, ésta era la visión que los israelitas tenían de sí mismos, ellos se veían acabados y sin ninguna clase de esperanza de poder volver a ser una nación.
Si recordamos que fueron exiliados, que estuvieron en Babilonia, luego bajo el Imperio Romano, evidentemente en esos tiempos era imposible que ellos pensaran que algo podía ocurrir con ellos, que alguna vez podían llegar a ser nuevamente una nación, pero la abundancia de la gracia y del amor del Señor hacia Israel es tan grande, que a pesar de esta condición mental y espiritual tan deplorable, Él decidió usar al profeta Ezequiel para hacer algo extraordinario, el Señor iba a abrir sus tumbas, les daría vida, les pondría la vida sobrenatural del Espíritu y los traería a su propia tierra.

Ahora debemos entender esto, muchas de las profecías de la Biblia no son estáticas. Esta es una de ellas, esta profecía tiene cumplimiento en diferentes tiempos; si de hecho vamos mirando la historia de Israel, nos damos cuenta que de ser casi la nada, es decir, de ser evidentemente como huesos muy secos desparramados en un valle, llegó Israel a cumplirse la Palabra de que se convirtió nuevamente en una nación, en el Estado de Israel, en el 14 de mayo de 1948.
Es decir, de ser un montón de huesos secos desparramados en un valle, volvió Israel a ser una nación.
Es decir, podemos ver entonces, que Dios de manera extraordinaria transformó a los israelitas y a todo Israel, de huesos completamente secos a un ejército numerosísimo, no sólo llenos de vida, sino llenos del Espíritu de Dios.
Esto es absolutamente extraordinario, quién sino Dios, solamente Dios puede agarrar huesos extremadamente secos y formar con ellos un ejército que esté lleno del Espíritu Santo; pero éste es el poder de Dios, ésta es la gracia de Dios, ésta es la gloria de Dios y esto es lo que sólo Él tiene la capacidad de hacer. Esto tiene que ver con Israel.

Ahora, si observamos nosotros esta profecía en el ámbito espiritual y la aplicamos a la Iglesia, también podemos afirmar que la historia atestigua, que si bien la Iglesia inició con una gloria impresionante, a través de la historia y a través del tiempo, también podemos afirmar que la Iglesia atravesó por diferentes tiempos de gran oscuridad espiritual; tanto fue así, que se asemejó a Israel. Es decir, la Iglesia muchas veces y los hijos de Dios, nos vimos como huesos extremadamente secos, tanto es así, que el mundo llega a ver a la Iglesia, solamente como un sistema religioso más, donde en él no hay ninguna clase de vida, ni ninguna clase de sobrenaturalidad, ni nada extraordinario que pueda suceder, es decir, un sistema religioso que no tiene vida y tampoco tiene poder para cambiar nada.
Pero Dios en su amor, reavivó a la Iglesia más de una y otra vez. ¿Por qué? Porque el mismo Jesucristo dijo, ni las puertas del Hades prevalecerán contra la Iglesia.
El amor de Cristo, el sacrificio, la entrega de Cristo, fue tan absoluta y completa, que Él mismo se encargó de decir, aunque mi Iglesia parezca, muchas veces, en tiempo de gran oscuridad, Yo levanto a mi Iglesia y le doy tiempos de refrigerio, tiempos donde levanto la obra de mi Espíritu en la Iglesia, para que mi Iglesia deje de ser un sistema religioso y mi Iglesia muestre la vida del Cristo resucitado y ascendido que tiene dentro, para mostrarla y manifestarla a este mundo.

Quiere decir entonces, que cuando Jesús nos envió a predicar el evangelio del Reino, esto incluye, mis amados hermanos, que nosotros seamos los instrumentos divinos a través de los cuales el Señor hace lo extraordinario.

Escúcheme, Dios siempre usa gente para hacer algo, lo usó a Ezequiel, Dios podía hacer lo extraordinario por sí mismo, claro que sí, pero Dios no lo hizo así. ¿Qué hizo Dios? Usó un ser humano, usó al profeta Ezequiel, y a través de la Palabra de la boca de Ezequiel que era la misma Palabra de Dios, se volvió el instrumento divino para que lo extraordinario de Dios ocurriera sobre Israel y siga ocurriendo a través de los siglos.
De la misma manera nosotros, los hijos de Dios, somos los instrumentos para que Dios hable su Palabra de poder a través de nosotros, de manera que lo extraordinario sea visible en el mundo a través de la Iglesia, y la Iglesia deba reconocer que Jesucristo, verdaderamente es el Mesías, el Hijo del Dios viviente.

Por eso, quiero reafirmar esta verdad con un pasaje más de la Escritura que está en Hechos 19, versículos 11 y 12, que dice así:

“Dios hacía milagros extraordinarios por medio de Pablo,
a tal grado que a los enfermos les llevaban pañuelos
y delantales que habían tocado el cuerpo de Pablo,
y quedaban sanos de sus enfermedades,
y los espíritus malignos salían de ellos
.
Hechos 19: 11-12 / NVI

¿Qué dice la Escritura que hacía Pablo? Milagros extraordinarios.
Ya hablar de un milagro supone algo extraordinario, ¿no? Pero para que la Escritura agregue la calificación de extraordinario, significa que eran milagros tan impresionantes que no había forma de describirlos, y usaron la palabra extraordinarios.
Amados, este es el propósito de Dios con su Iglesia, la gloria del principio, nunca jamás estuvo pensada en Dios para que ser una gloria que se fuera apagando, que se fuera desgastando con el tiempo, por el contrario es una gloria que tiene que ir creciendo en la Iglesia poderosamente.
Hemos entendido entonces, cómo es lo extraordinario de Dios que va a suceder a partir del 2020, por medio de la Iglesia.

Ahora vamos a ver lo Sobrenatural. Y aquí elegí un pasaje de la Escritura que creo que es la cima de la expresión de lo sobrenatural; y es nada más ni nada menos, que Jesucristo resucitando a Lázaro después de cuatro días de muerto ya estando en la tumba.
Cuando Jesús supo que Lázaro estaba enfermo, ustedes saben que la Escritura afirma que Marta y María le mandaron a decir a Jesús que Lázaro estaba enfermo, pero cuando Él supo esto, no sólo se quedó más días en el lugar donde estaba, sino que Él desde el principio dijo esto: que esta enfermedad no era para muerte, era para manifestar ¿qué cosa? La gloria de Dios... y para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella. O sea que esta resurrección sería la señal, la marca indeleble, de algo que Jesucristo no sólo era el Hijo del hombre, sino que verdaderamente era el Hijo de Dios.

Así que, todo lo que el Señor quiere, desea hacer a través de su Iglesia mostrando su poder sobrenatural de resurrección, tiene un solo objetivo, y tenemos que tener claro que tiene un solo objetivo: Que Jesucristo sea glorificado.
Que el mundo reconozca que Jesucristo es el Mesías el Hijo de Dios, no tan sólo un profeta santo y ungido que vivió en la Tierra, sino que Él realmente es el Hijo de Dios.
Pero el poder de la resurrección que viene para este tiempo no sólo es un poder que afectar a personas que tienen que ser levantadas de los muertos, literalmente, sino también es el poder de la resurrección para situaciones naturales y espirituales que consideramos muertas, pero que ¿sabe una cosa? son asuntos que procedieron de Dios y que Él quiere que sean resucitados.

Vamos a ver unos ejemplos en lo natural y en lo espiritual.
El primero de ellos se encuentra en Segundo Libro de Reyes, capítulo 4, versículos 14 al 17, que dice así:

“Eliseo le preguntó a Guiezi:
—¿Qué puedo hacer por ella?

—Bueno —contestó el siervo—
ella no tiene hijos, y su esposo ya es anciano.
—Llámala —ordenó Eliseo.
Guiezi la llamó, y ella se detuvo en la puerta.
Entonces Eliseo le prometió:
—El año que viene, por esta fecha, estarás abrazando a un hijo.
—¡No, mi señor, hombre de Dios! —exclamó ella—.
No engañe usted a su servidora.
En efecto, la mujer quedó embarazada.
Y al año siguiente, por esa misma fecha,
dio a luz un hijo, tal como Eliseo se lo había dicho.”

2 Reyes 4: 14-17 / NVI

Vamos a otro pasaje, también en este mismo Libro de Segunda de Reyes 4 comenzando en el verso 28, que dice:

“—Señor mío —le reclamó la mujer—,
¿acaso yo le pedí a usted un hijo?
¿No le rogué que no me engañara?”

“Cuando Eliseo llegó a la casa,
encontró al niño muerto, tendido sobre su cama.
Entró al cuarto, cerró la puerta y oró al
Señor.
Luego subió a la cama y se tendió sobre el niño boca a boca,
ojos a ojos y manos a manos,
hasta que el cuerpo del niño empezó a entrar en calor.
Eliseo se levantó y se puso a caminar de un lado a otro del cuarto,
y luego volvió a tenderse sobre el niño.
Esto lo hizo siete veces,
al cabo de las cuales el niño estornudó y abrió los ojos.
Entonces Eliseo le dijo a Guiezi:
—Llama a la señora.
Guiezi así lo hizo y, cuando la mujer llegó, Eliseo le dijo:
—Puedes llevarte a tu hijo.
Ella entró, se arrojó a los pies de Eliseo y se postró rostro en tierra.
Entonces tomó a su hijo y salió.”

2 Reyes 4: 32-37 / NVI

Extraordinario pasaje de la Escritura, ¿no? Sorprendente, esto es lo sobrenatural.
Ahora mire esto, en el relato no hay ninguna cosa que indique que en algún momento la mujer le dijo a Eliseo, la verdad que siempre deseé tener un hijo, la verdad no, sino que fue Eliseo que declaró a través de su boca, la voluntad de Dios para esta mujer: Darle un hijo.
Sin embargo, qué pasó con ese hijo que vino por la voluntad de Dios, pues se murió. Pero cuando eso ocurrió, hay algo muy importante, la mujer no se resignó ni tampoco aceptó esa muerte como "la voluntad de Dios", sino que hizo todo lo contrario, mostró una fe inquebrantable, fue a buscar a Eliseo hasta dónde él estaba y no lo dejó hasta que el mismo Eliseo volviera a su casa a estar con ese niño, para traérselo de los muertos, y evidentemente, por una fe implacable como la de esa mujer, ese niño volvió a la vida.

Cuando vemos a Lázaro y cuando vemos al hijo de esta mujer, vemos ejemplos del poder del Señor sobrenaturales, sobre cosas como es una resurrección física, pero también quiero hablarles hoy de otra clase de resurrección, y lo vamos a ver a través de lo que le sucedió nada más ni nada menos que a José, cómo Dios sobrenaturalmente quiere resucitar propósitos que procedieron de Él y que aparentemente hoy parecen absolutamente muertos.

Ustedes recordarán que José tuvo dos sueños. El primero de ellos era que él estaba haciendo una gavilla, la gavilla de él se paraba erguida mientras que las gavillas de sus hermanos se inclinaban ante la gavilla de José.
El segundo sueño era similar, estaban el sol, la luna, y once estrellas, que se inclinaban ante José. Obviamente, ahí estaba refiriéndose a que Jacob su padre, su madre y sus once hermanos, iban a inclinarse ante José, ¿y qué hizo José? Le contó estos sueños a su papá y a sus hermanos, pero desde el momentos que José hizo esto lo único que hizo fue enardecer más el odio que ya sus hermanos le tenían, de manera que a partir de ese día, todo para José fue sufrimiento tras sufrimiento.
Si pensamos un poquito nada más, en lo que le pasó, usted y yo podemos ver que José, a partir de ese momento, fue vendido como esclavo por sus hermanos, luego fue llevado a una tierra extranjera, luego fue metido en la cárcel acusado de un crimen que no había cometido. Luego estando en la cárcel lo encargaron de las labores de toda la cárcel, el carcelero no hacía nada, todo lo hacía José. Es más, cuando José interpretó los sueños para el copero y para el panadero, cuando uno de ellos salió libre, ni siquiera se acordó de José, y José tuvo que quedar dos días más en esa mazmorra, en esa cárcel.

Si vemos a José podríamos decir, que no sólo fue un hombre olvidado de los hombres, también parecía un hombre al que Dios lo había olvidado. Era prácticamente imposible que José fuera restaurado en algún momento a alguna una condición aunque sea digna, y obviamente si pensamos en los sueños, seguramente esos sueños no sólo estaban muertos, estaban profundamente enterrados bajo tierra en el corazón de José, era algo imposible, era algo completamente incumplible.

Sin embargo, acá tenemos algo que es la clave de todo, ¿de quién habían sido los sueños? ¿De José o de Dios? Evidentemente, los sueños habían sido de Dios.
Por esa razón, después de un largo tiempo en que Dios probó a José hasta el extremo, después que hizo eso, el Señor lo restauró porque estuvo preparado para tomar el lugar que el Señor quería darle, y ese lugar era nada más y nada menos, que ser el segundo en autoridad después del Faraón de Egipto, algo totalmente impensable.
Quiere decir que, no sólo Dios resucitó los sueños de José y lo restauró a un nivel imposible de pensar, a un nivel mucho mayor de lo que José hubiera pensado que sus sueños hubieran llegado, pero hizo algo más, porque José fue el instrumento para que Israel, que era toda su familia, no muriera de hambre, para que él los pudiera traer a la tierra de Gosén en Egipto, y realmente toda la familia, todo lo que era Israel en realidad, pudiera subsistir y vivir a través de José.

Pero sabe una cosa, hay algo más también en la unción de José; y es esto, José tuvo la capacidad dada por Dios para traer restauración entre sus hermanos.
Sin importar lo que sufrió, sin importar lo que sus hermanos lo odiaron, sin importar lo que le hicieron a él, José supo perdonar y José supo por el Espíritu de Dios, restaurar las relaciones con sus hermanos.

Así que, aquí podemos ver cómo el Señor está interesado en levantar y en resucitar sueños que han venido de Él. Así que, estas resurrecciones en lo natural y en lo espiritual nos muestran un principio:

Aquello que el Señor nos ha hablado, aquello que el Señor te ha hablado, aquello que el Señor te ha mostrado como su voluntad, sin duda va a pasar por tiempos de prueba, y algunos tiempos de pruebas extremo, y va a parecer que todo está perdido o todo está muerto.
Pero, ¿sabes una cosa? Esta es la hora de que resuciten, para que a partir de este año estas cosas resuciten, todo lo que el Señor nos habló tiene que resucitar, como lo hizo con el hijo de la mujer de Sunem, como lo hizo con Lázaro en lo natural, como lo hizo con José en lo espiritual.

Hay algo más, la misma unción que estuvo en José para restaurar la relación entre sus hermanos, ésta es la unción que el Señor nos ha dado por su Espíritu Santo.
Nosotros que estamos de parte de Dios recibiendo esta Palabra, somos responsables de ser instrumentos divinos para traer relación entre todos los hermanos en la fe, no de nuestro grupito, no de los que están con nosotros, sino de todos aquellos que realmente son hijos de Dios, y realmente restaurar y traer perdón y restauración a tantas relaciones entre los hermanos que están rotas, no sólo a veces dentro de la iglesia local, sino también dentro de un cuerpo de Cristo regional o aún nacional, somos instrumentos para traer esta restauración, instrumentos para traer perdón entre los hermanos de la fe y también instrumentos para traer el perdón dentro de una familia, padres con hijos, hijos con padres, hermanos entre sí, traer la restauración de esta unción de José.

José no sólo cumplió su sueño, no sólo tuvo la autoridad de ser el segundo de Faraón, José tuvo la autoridad, bendito sea Dios, de restaurar las relaciones con sus hermanos.
Esto es lo que nos toca, este es el nuevo comienzo de Dios que siempre ha sido nuevo, pero que por una u otra razón la Iglesia lo ha perdido, ha perdido la visión, ha perdido el entendimiento, ha perdido su posición, ha quedado a oscuras. Pero Dios una vez más, por su Espíritu, trae su luz para que nos demos cuenta cuál es nuestra posición y que lo sobrenatural vuelva a levantarse en su Iglesia de una manera completamente nueva, completamente transformadora.

Vamos a ir a la última palabra que el Señor me mostró, la primera fue Extraordinario, la segunda fue Sobrenatural, la última es Inimaginable.

Miren, de todos los pasajes de la Biblia y hay muchos realmente, impensables y extraordinarios, hay uno que realmente lo considero el más inimaginable de todos los pasajes bíblicos; y tiene que ver con el nacimiento de Jesús.
Quiero que leamos juntos Lucas, capítulo 1, versos 30 al 35, y dice así:

“—No tengas miedo, María;
Dios te ha concedido su favor —le dijo el ángel—.
Quedarás encinta y darás a luz un hijo,
y le pondrás por nombre Jesús.
Él será un gran hombre, y lo llamarán Hijo del Altísimo.
Dios el Señor le dará el trono de su padre David,
y reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre.
Su reinado no tendrá fin.
 —¿Cómo podrá suceder esto
—le preguntó María al ángel—,
puesto que soy virgen?
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti,
y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra.
Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios.”

Lucas 1:30-36 / NVI

Por la lectura comprobaste que el plan divino inimaginable, es nada más ni nada menos que el nacimiento virginal de Jesús.
Miren, no existe nada en el universo tan imaginable como ver a Dios dispuesto a despojarse de su gloria celestial para venir a este mundo como un hombre, pero hacerlo como un bebé naciendo como cualquier ser humano del vientre de una mujer, pero en este caso de una mujer que quedó embarazada milagrosamente sin intervención humana.
Mire, cuando veo esto, veo que nada menos que el mismo Señor se encargó de realizar una inseminación, Él fue el primero que hizo una inseminación, pero no fue artificial, fue una inseminación divina, ¿por qué? Porque el gen que el mismo Dios colocó en el vientre de María, fue el gen traído por el Espíritu Santo de Dios, y por esa razón Jesucristo es y sería llamado el Hijo de Dios.

No creo que haya algo más inimaginable que la idea de que Dios se haga hombre y venga a la Tierra como un ser humano normal, pero guardando esa divinidad en sí mismo mientras que está en un envase de barro corruptible.

Ahora bien, este plan inimaginable se amplía más cuando pensamos en lo siguiente, cuando el Señor nos llamó a nosotros para ser sus hijos, Él determinó que todos aquellos que nos entregáramos a Cristo por la fe, recibiríamos ¿qué? La nueva naturaleza incorruptible, de manera que fuéramos aptos para ser transformados en hijos de Dios, y escúcheme, y tener el honor y el privilegio de ser llamados hijos de Dios, al igual que Jesús en este mundo demostró que era el Hijo de Dios.
Esto, por supuesto, que es mucho más inimaginable, ¿por qué? Porque es sencillo, si nosotros pensamos en Jesús como el Hijo de Dios, nosotros podemos decir que eso es justo, que es normal, ¿por qué? Porque obviamente, Jesús dejó su gloria celestial y sigue manteniendo su naturaleza divina, y es justo claramente, que sea el Hijo de Dios, pero nosotros que somos pecadores, que podamos ser también llamados hijos de Dios, eso es absolutamente inimaginable.
Pero ésta es la estatura en la que el Señor nos tiene, esto no lo logramos nosotros, no es algo que podemos lograr por algún esfuerzo, esto lo logramos solamente entregados a Jesucristo y por la fe.
Mire, la Palabra lo confirma de esta manera, dice la Palabra en Romanos 8:29:

“Porque a los que antes conoció, también los predestinó
para que fuesen hechos conformes a la imagen de su Hijo,
para que él sea el primogénito entre muchos hermanos.”

Romanos 8:29 / RVR1960

Mire esto, ¡qué impresionante! Él es ahora el primogénito entre todos los demás que somos hermanos de Él por la fe en Cristo.
Ahora bien, ¿qué hizo Cristo como nuestro hermano mayor cuando vino al mundo? Sencillo, se mostró como el ejemplo de lo que significa cómo vive un hijo de Dios en la Tierra. ¿Para qué? Para que nosotros, los hermanos menores, vivamos de acuerdo a como Él lo hizo.

Este pasaje que acabamos de leer ¿sabe qué muestra? Que fuimos destinados desde el principio a ser como Jesús, y el apóstol Juan en su visión apostólica, dice tan impresionante, que nosotros somos en este mundo tal como es Jesucristo.
Y esto no es inalcanzable, esto solamente puede ser visto a través de la fe de Cristo en nosotros, para que lo podamos vivir en el Señor, y entonces, si miramos la vida terrenal de Jesucristo en este mundo, y entre las muchas cosas que podríamos decir, por lo menos hay dos cosas que Él mostró y que son fundamentales:

Primero: Vivió para su Padre Dios.
Segundo: Vivió para extender y manifestar con poder el Reino de los cielos.

Amados, no existe una condición de honor más grande, que poder ser llamados hijos de Dios.
Y ser un cristiano verdadero, implica tener la honra de guardar y tener en alta estima esa posición.
Para hacerlo debemos hacer una sola cosa, vivir cumpliendo el mismo propósito que Jesús cumplió, es decir, vivir para el Padre Dios y vivir para extender y manifestar el Reino de los cielos.

Con esta base yo puedo afirmar, por el Espíritu Santo en este día:

Que en este nuevo comienzo divino,
la Iglesia está siendo impulsada por el fuego del Espíritu Santo
a predicar a Cristo en tiempo y fuera de tiempo,
en todo lugar y en toda situación de la misma manera que Jesucristo lo hizo,
es decir, manifestando las señales del Reino con una palabra ungida y reveladora.
Escúcheme, este es el tiempo, y a partir de ahora, siempre será el tiempo
de que realmente la Iglesia esté predicando y saliendo a predicar a Cristo
como nunca antes, pero esto será no por algo que nos impongamos,
sino por el fuego del Espíritu ardiendo de una manera tan especial,
despertando los corazones de la Iglesia de una manera tan especial,
que no podremos callar a tiempo y fuera de tiempo quién es Jesucristo,
para mostrarlo como el Dios verdadero, como el Hijo de Dios,
como el Mesías prometido, como el único que realmente nos puede dar salud completa,
salvación eterna y también la salud de nuestras vidas, de nuestros cuerpos,
de nuestros matrimonios, de nuestras familias, de nuestras relaciones,
restaurando absolutamente todas las cosas a su original.

Amados hermanos, en este nuevo comienzo, lo extraordinario, lo sobrenatural y lo inimaginable tiene que ser el estándar que nosotros, como iglesia, es lo que debemos vivir para la gloria de Dios.

Y hoy vamos a orar declarando esta Palabra y declarando que esto es lo que sucede a partir de ahora dentro de lo más profundo de las entrañas de cada uno de los hijos de Dios.

Padre, hoy te damos gracias por tu Espíritu Santo.
Te damos gracias por la revelación de la Palabra.
Te damos gracias porque nos sigues hablando.

Y te damos gracias, porque Tú te has propuesto Señor, encender este fuego en nosotros, y que esta llama del Espíritu Santo nos mantenga encendidos para ti, de tal manera Señor, que salgamos en todo lugar, en toda situación, a tiempo y fuera de tiempo, para predicar este evangelio con las señales que siguen al evangelio del Reino de Dios, Señor, sabiendo y creyendo que lo extraordinario, lo sobrenatural y lo inimaginable, va a ser hecho a través de nosotros.

Veremos lo que nunca hemos visto, aún cosas que ojo no vio ni oído oyó, serán vistas, no sólo en aquella eternidad, sino aquí y ahora, por la obra del Espíritu Santo.
De esa manera, multitudes de personas en el mundo y aún en los lugares en que se da la espalda a Jesucristo, vendrán a Él, se arrodillarán ante Él, se quebrarán ante Él y reconocerán que sólo Jesucristo es el Señor. Amén y amén.

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